El Espíritu Santo, Señor y dador de vida

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Renovación Carismática Católica en España
Material de Formación
EL ESPÍTIRU SANTO, SEÑOR Y DADOR DE VIDA
“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en distintas lenguas,
según el Espíritu les permitía expresarse.”
Hch 2,1-4
Al hacer memoria sobre las enseñanzas anteriores,
observamos que el grupo de oración sigue un orden
en el que hay una distribución de los elementos que
constituyen e identifican el grupo de oración de la
RCCE. También percibíamos que la alabanza, es DON,
un regalo que nos hace "El Espíritu Santo", que es
Señor y dador de vida y, que integra las diferentes
formas de oración y las lleva hacia el Padre, que es
origen y fin de todas las cosas (1 Co 8, 6).
Hoy podemos deducir, que el Espíritu Santo, es quien
ha de conducir la asamblea de oración, y que sin Él,
no podríamos pronunciar el nombre de Jesús, según
nos dice san Pablo en la primera carta a los
Corintios.
¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?
El amor del Espíritu Santo es realmente lo que da
sentido a toda "nuestra vida. Porque si queremos
sentimos hijos del Padre, él es el Espíritu del Padre,
puesto en nuestros corazones, que nos hace gritar
"ABBA", "TÚ ERES NUESTRO PADRE"; si queremos
hablar de Jesús, S. Pablo nos dice en la carta a los
corintios que "nadie puede decir "Jesús es el Señor"
si no es movido por el Espíritu Santo". Si queremos
hablar de la Iglesia, Él es el alma de la Iglesia, Él hizo
nacer a la Iglesia en Pentecostés. Si queremos hablar
de la Virgen María, Él fue el que bendijo las entrañas
de la Virgen y ¡la convirtió en la Madre del Señor
Jesús! Y así, cualquier tema que nosotros tratemos
de explorar, podemos hacerlo únicamente por la
gracia, por el amor, por la fuerza, por la asistencia de
ese Espíritu Santo de Dios, al que invocamos
diciéndole que more en nosotros y nos ilumine con
su resplandor.
En la Renovación Carismática se habla mucho del
Espíritu Santo, se le invoca. En todas las partes del
mundo hay emblemas del Espíritu: la paloma, sobre
todo. Muchos cantos en la Renovación lo invocan y lo
alaban. Tenemos vivencia del Espíritu Santo y
queremos abrirle las puertas de nuestro corazón. Y
sin embargo ¿somos plenamente conscientes del
valor del Espíritu de Dios? El Papa León XIII decía
hace un siglo que del Espíritu Santo se habla mucho,
pero se preguntaba él hasta dónde los cristianos qué
hablan de Él lo hacen con una fe madura, siendo
conscientes" de su acción, de su bendición "en
nosotros.
Cuando hacíamos el Seminario de Vida en el Espíritu,
eran unas enseñanzas sobre los temas
fundamentales de la fe cristiana. Estaba primero el
del amor de Dios, venía después el de la Salvación en
Cristo Jesús, y luego se hablaba de una Vida Nueva,
se hablaba de la Conversión. Y en quinto lugar se
hablaba del Don del Espíritu Santo, más tarde se
hablaba de la madurez en Cristo, del crecimiento en
Jesucristo. Y podría parecer, aún dentro de la
Renovación Carismática, que ese quinto tema era "el
quinto tema". Sin embargo realmente ese era "El
TEMA" que daba sentido a los otros seis temas. Que
si ese tema no se vivía, si no dejaba de ser
únicamente la enseñanza de un Seminario y de un
testimonio y de un compartir..., sino que se volvía
realmente en una PRESENCIA y una VIVENCIA muy
intensa del Espíritu Santo, los otros seis temas no
tenían sentido, porque nosotros no podemos sentir,
ni percibir, ni vivir el amor del Padre si no se derrama
ese Amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos ha sido dado" (Rm. S, S).
Nosotros no podemos realmente llamar a Dios
"Padre nuestro" si el Espíritu Santo no lo está
gritando en nuestro corazón y nos está impulsando a
que a Dios le demos el nombre de "ABBA, PADRE".
Nosotros no podemos recibir la salvación de Jesús,
realmente no somos hombres salvados por
Jesucristo, si Él no nos baña primero en su Espíritu
Santo. Sólo cuando Jesús desde la derecha del Padre,
con todo el poder que Él tiene en su Señorío,
derrama sobre su Iglesia la fuerza de su Espíritu, en
ese momento, nosotros, bautizados en su Espíritu,
podemos decir que hemos pasado de las tinieblas a
la luz y del pecado a la gracia. Que hemos dado una
El Espíritu Santo, Señor y dador de vida
Objetivos
o Descubrir que el Espíritu Santo es el Don, dador
de todos los dones.
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vuelta total en nuestra vida, que es lo que llamamos
una conversión. y por eso, ese tercer tema de la
conversión no lo podemos vivir si no le decimos al
Señor como leemos en Jeremías: "SEÑOR
CONVIÉRTENOS y NOS CONVERTIREMOS"; que seas
Tú, Señor, el que nos da la media vuelta hacia Ti y
nosotros con ese impulso tuyo estaremos fijando en
Ti nuestra mirada y no nos apartaremos de Ti.
la VIDA NUEVA es Él en nosotros la VIDA NUEVA no
es, como a veces tal vez, con cierta limitación de
miras, lo podemos presentar: antes estábamos en el
alcohol, o "en el cigarrillo, o en cualquier pequeño o
grande vicio que pueden tener los hombres..., y de
pronto cambiamos. NO, la Vida Nueva es que antes
vivíamos lejanos de Él y ahora vivimos cercanos a Él.
la VIDA NUEVA ES QUE Él VIVE EN NOSOTROS, que ya
podemos decir con San Pablo "Mi vivir es Cristo, y ya
no vivo yo, es Él el que vive en mí"; y ya no oro yo, es
Él el que ora en mí; y ya no canto yo, es Él el que
canta en mí, es Él actuando plenamente en mí. ESA
ES LA VIDA NUEVA, antes era la vida mía y ahora es la
vida de Él en mí, Él morando en mí.
El Espíritu Santo, Señor y dador de vida
No se puede, CRECER EN EL CONOCIMIENTO Y EN LA
GRACIA DE JESUCRISTO, si no es por la fuerza del
Espíritu, por esa savia vital que es Él actuando en
cada uno de nosotros. Ningún aspecto de la vida
cristiana tiene realidad ni fuerza, ni vigor, ni sentido,
si no es porque el Espíritu Santo está actuando en
nosotros. Está ayudándonos, está empujándonos,
nos está dando la fuerza, está posibilitándonos para
que vivamos esa experiencia espiritual.
2
¿QUÉ ES LA EUCARISTÍA SIN El ESPÍRITU SANTO?
Pues, sencillamente, un pequeño rito con pan y vino,
pero cuando viene la fuerza del Espíritu Santo,
cuando se invoca el Espíritu de Jesús sobre ese pan y
sobre ese vino, se convierten en el Cuerpo y en la
Sangre del Señor, y ese Espíritu que hizo fecundas las
entrañas de las Virgen María transforma el trigo y
transforma el vino en Cuerpo y Sangre de Jesucristo
el Señor. Y así podríamos decir de cada Sacramento,
de cada realidad de la Iglesia, de la realidad grande
que es nuestro prójimo, nuestros hermanos. Si son
hermanos es porque hay un Espíritu Santo que vive
en cada uno de nosotros y es el mismo, sin estar
dividido, viviendo en mí y viviendo en ti. Eso es lo
que nos une, que a pesar de que seamos distintos
hay UNA PERSONA ÍNTIMA, INTERIOR, QUE NOS ES
COMÚN A TODOS NOSOTROS..., Y es como el
cemento que une las piedras vivas que configuran el
templo del Señor.
CON El ESPÍRITU SANTO, la "nada", lo "pequeñito", lo
"atomizado" llega a una plenitud, y sin el Espíritu
Santo todas las cosas se vuelven NADA. Con el
Espíritu de Dios, la tiniebla se vuelve LUZ y la Palabra
adquiere profundidad de sentido y de sonido, que no
tendría cuando somos los hombres solamente
tratando de gritar y de llegar al oído de los demás.
Por eso, el tema del Espíritu Santo es fundamental,
para cada uno de nosotros, que de una u otra
manera estamos viviendo y somos realmente
beneficiados de esta corriente de gracia y de amor de
ese MANANTIAL que brotó en la Iglesia hace unos
años. Para cada uno de nosotros, fue ABRIR LOS
OJOS DELANTE DE ESA LUZ NUEVA, CAPTAR ESA
MODALIDAD DE AMOR QUE DIOS TIENE PARA
NOSOTROS. Y ESA PRESENCIA DE ÉL EN NUESTROS
CORAZONES, ES UNA GRACIA, UNA BENDICIÓN
ESPECIAL.
Es curioso que, a pesar de tener tanta importancia en
la vida de los hombres, de la Iglesia, de los creyentes,
de los discípulos de Jesús, realmente se hable poco
del Espíritu Santo. Hablamos sí, en la Renovación
Carismática, sobre todo de sus dones y carismas, tal
vez sin profundizar mucho... Tenemos que hablar
sobre Él, que ES EL QUE SANA, sobre Él que es la
FUERZA, que es el DON, que es la GRACIA, sobre Él
que es la PRESENCIA, sobre Él que es la PERSONA...,
Tenemos que conocerlo más.
No puedo hacer un acto de fe en Jesús hecho Señor
para la gloria del Padre, si no es por el Espíritu Santo
y al fin y al cabo, Romanos dice: "Los que no tienen el
Espíritu de Cristo no son de Cristo"; de manera que si
yo no tuviera, si no hubiera Espíritu Santo, yo no
sería de Cristo! Todo lo que Cristo hizo y el gran
honor de Jesús es que Él, hecho de carne como la
nuestra y en todo semejante a nosotros menos en el
pecado, estando a la derecha del Padre, pueda
derramar el Espíritu Santo. Jesús con cuerpo de
hombre, derramando a Dios, Jesús haciéndonos
dioses; Jesús dando a Dios en el corazón de los
hombres; ¡ese es el mayor señorío de Jesús!, es
decir, un Hombre que comunica a Dios, un Hombre
que salva, que santifica, y eso no lo podría hacer
Jesús si no tuviera Espíritu Santo, porque no tendría
nada que dar, porque su regalo les el Espíritu! y
como el Espíritu es el que hace Iglesia, si no hubiera
Espíritu nosotros seríamos una sociedad anónima,
seríamos un sindicato de siervos de Jesús pero no
seríamos una Comunidad, no habría una unión
íntima entre todos nosotros, PORQUE EL QUE HACE
LA UNIÓN ES EL ESPIRITU. Cuando decimos:
"Hermano, yo te amo", el amor es Él derramado en
nosotros, de manera que tampoco habría amor. Y
así, cualquier aspecto y todos los aspectos de la vida
cristiana que se deshacen si no fuera por la gracia del
Espíritu Santo.
No hay otra forma de crecer en el conocimiento de
Jesús y en la vida cristiana que llenándonos del
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¿Por qué será que teniendo tanta importancia,
tenemos ese desconocimiento respecto al Espíritu
Santo, por qué será que estamos como distraídos del
Espíritu Santo? Dicen que el Espíritu Santo es "la
humildad de Dios", que el Espíritu Santo es "el
silencio de Dios". Es decir, Dios actuando en
nosotros, pero no interesado en que nosotros
estemos siempre mirándolo, sino que Él es como el
ojo que nos permite ver pero al mismo tiempo no se
deja ver. Él es la luz interior que nos permite percibir,
pero al mismo tiempo no se deja descubrir. Por eso
dicen que el Espíritu Santo es como el sol, cuando el
sol sale brillante en la mañana en un cielo sin nubes,
todo lo ilumina, pero uno no lo mira porque la luz del
sol encandila, molesta al ojo, si acaso uno mira un
momento pero aparta la mirada del sol. Pues algo así
es el Espíritu, uno no lo puede mirar, pero si El no
saliera todo estaría en oscuridad. El Espíritu Santo, es
el que ilumina el misterio del Padre, el que permite
conocer el misterio de Jesús, el que permite ver la
Iglesia, todos los Sacramentos..., Él fue el que habló
por los profetas en la Palabra revelada, Él es el que
produce frutos de amor. Él es el que distribuye
carismas, Él es el que hace la comunión entre los
hombres, Él es el que resucita a los muertos, como
nos dice S. Pablo: "El Señor va a resucitar vuestros
cuerpos mortales con el mismo Espíritu que resucitó
a Jesús..."
El lo hace todo. ES DIOS EN NOSOTROS, Y sin
embargo discreto, silencioso, callado.
DONES Y VIRTUDES DEL ESPÍRITU SANTO
1 Jesucristo, el gran ungido
El primer escritor del Antiguo testamento que nos
presentó al futuro Mesías revestido de dones del
Espíritu fue Isaías (11, 2.3). En el Nuevo Testamento
aparece Jesús de Nazaret triplemente ungido de
Espíritu Santo por su Padre.
En la Encarnación (Le. 1, 35)
En el Jordán (Le. 4, 1)
En la glorificación celeste (Hch. 2, 33).
Juan, en el Prólogo de su Evangelio, nos recuerda que
«de su plenitud recibimos todos, gracia sobre gracia
(1, 16). Nosotros, ungidos por el mismo Espíritu de
Jesús, hemos sido destinados «para reproducir los
mismos rasgos del Hijo de Dios, de modo que éste
fuera el mayor de una multitud de hermanos» (Rom.
8, 29).
Todo esto fue lo que nos sucedió, efectivamente, en
el sacramento del Bautismo, y se volvió a renovar al
recibir la Efusión del Espíritu. El Bautismo nos inserta
en la Muerte y Resurrección de Cristo y es entonces
cuando recibimos los dones y virtudes, quedando
constituidos en criaturas nuevas, a imagen de Jesús
Resucitado.
2. Los dones del Espíritu Santo
Es frecuente pensar que los dones son propios
exclusivamente de los que han conquistado cimas
muy altas de santidad. Sin embargo, como Buena
Noticia, podemos afirmar que rodos poseemos estos
dones, si hemos sido bautizados y si nos
encontramos en estado de gracia.
¿Qué son los dones? Disposiciones permanentes de
docilidad a la acción del Espíritu Santo.
¿Para qué sirven? Para que podamos ser otros
Cristos,.. Dios nos comunica así la manera de pensar,
amar y obrar que caracterizaba al propio Jesús, y en
la medida de nuestra capacidad de criaturas.
¿Cuántos y cuáles son? Los dones tienen por sujeto
inmediato nuestras dos facultades espirituales: la
inteligencia y la voluntad Por eso pueden ser de dos
clases: intelectuales v afectivos. Con los dones estas
facultades se 'elevan para obrar «a lo divino.. En la
inteligencia se asientan el don de inteligencia,
ciencia, sabiduría y consejo. En la voluntad radican e!
de piedad, fortaleza y temor de Dios.
3. Las virtudes infusas
Virtudes teologales: El Espíritu Santo, con la infusión
de la gracia santificante, nos regala estas tres
virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Son las
facultades del hombre nuevo que nos capacitan para
obrar como hijos de Dios. La Vida en el Espíritu
consiste sustancialmente en reactivar estas virtudes
teologales. Se nos revelan para nuestra santificación
personal.
Virtudes morales: Son muchas. Santo Tomás de
Aquino enumera en la Suma Teológica cincuenta y
El Espíritu Santo, Señor y dador de vida
Espíritu Santo. Porque "Dios Padre amó tanto al
mundo que le dio a su Hijo", y ese Hijo por amor a
nosotros, derrama su Espíritu; su promesa es el
Espíritu, para que el Espíritu, viviendo en nosotros,
nos lleve hacia Jesús y con Jesús al Padre. De manera
que se completa el camino: el Padre al Hijo, el Hijo al
Espíritu, el Espíritu a nosotros, y movidos por la
fuerza del Espíritu, nosotros a Jesús y con Jesús al
Padre. Pero la fuerza que nos lleva hacia el Padre Es
el Espíritu; si cortamos la fuerza del Espíritu, si
reducimos a dos las Personas Divinas queda Dios
lejano y los hombres más lejanos todavía.
3
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cuatro, sobresaliendo estas cuatro, denominadas
cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
El papel de ellas es enriquecemos, para que logremos
nuestro fin último.
.
Ministerio de Formación.
BIBLIOGRAFIA

El Espíritu Santo ¿Quién es? Diego Jaramillo
sacado de la página de la RCCE en el apartado
ESPÍRITU SANTO.

NUEVO PENTECOSTÉS nº 1 abril 1989. DONES Y
VIRTUDES DEL ESPÍRITU. P. David Gascón.
4. Dones y virtudes
Es muy interesante advertir la correspondencia que
existe entre dones y virtudes. En efecto, siete son los
dones e igualmente siete forman las virtudes
teologales y morales.
La caridad se relaciona con el don de sabiduría. La
gran sabiduría es pasar amando a Dios y a los
hermanos. Es la sabiduría que nace del amor y lleva
al amor: «Si alguno me ama, yo me manifestaré a él.
(In. 14, 23).
La fe está unida al don de entendimiento. 'Somos
conducidos así a una profunda intimidad con el
Señor.
La esperanza, por el don de fortaleza, se transforma
en audacia, impulsándonos hasta el martirio para
testimoniar a Jesús.
La prudencia aparece entroncada con el don de
consejo, motivándonos a buscar primero el Reino de
Dios y su Justicia (Mt.6. 33).
.
Justicia y piedad también se abrazan. a fin de darle a
Dios y al hermano lo que es de ellos.
La fortaleza puede revestirse de .virtud y de don. Nos
conduce al heroísmo, reforzando nuestra debilidad
en el amor, en el servicio y en las tareas de
evangelización.
La templanza es esposa del temor de Dios. Este don
es tan importante que todos lo consideran resumen
de los demás dones y virtudes.
El Espíritu Santo, Señor y dador de vida
5. Cultivar un tesoro
4
Como semillas diminutas que sembró en nosotros el
Espíritu Santo al ser bautizados, necesitan un
cuidado esmerado y una atención delicada. Los
medios son: incrementar la caridad, ejercitar las
virtudes y ser dóciles al soplo del Espíritu.
En María de Nazaret, Mujer del Espíritu, e icono
suyo, se dieron en plenitud estas maravillas de los
dones y las virtudes. Invoquemos su intercesión, para
que nosotros también las poseamos.
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