Tema 4.- Movimientos renovadores en la poesía de principios del

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Tema 4.- Movimientos renovadores en la poesía de principios del siglo
XX: Modernismo y Vanguardias. La poesía de Rubén Darío.
El primer tercio del siglo XX es una época de esplendor para la poesía española en que
se suceden diferentes movimientos:
El Modernismo
A la entrada del siglo XX, predomina en toda la literatura occidental un ambiente
general de desencanto ante lo que consideraban un insoportable aburguesamiento
conformista de la sociedad, un predominio de vulgaridad y ramplonería materialista,
consecuencia del predominio de la industrialización, de la ciencia y del positivismo.
Desde el punto de vista artístico, esta atmósfera de malestar y protesta cristaliza
en múltiples corrientes, a veces, contradictorias entre sí, pero todas con el factor común
de su antirrealismo y su consiguiente exaltación de lo poético, ensoñador o mágico.
Proponen, como reacción al realismo conformista imperante, un arte aristocrático,
exótico, refinado y lujoso. Son movimientos como el wagnerianismo en Alemania; el
prerrafaelismo en Inglaterra; el decadentismo en Francia e Italia… En el ámbito
hispánico (España y América), esta reacción se denominó modernismo. Su extensión se
puede enmarcar entre dos fechas relacionadas con Rubén Darío, su principal
representante: 1888, publicación de su primera obra, Azul…, y 1916, fecha de su muerte.
Junto con la influencia española de los clásicos medievales (Berceo,
Manrique...) y la más próxima de Bécquer, los modernistas, sobre todo los americanos,
buscan sus modelos en otras influencias no hispánicas y las encuentran principalmente
en Francia: en el Parnasianismo y el Simbolismo.
 El Parnasianismo tiene como lema el arte por el arte, de lo que resulta la
búsqueda de la belleza, el gusto por lo exótico y oriental, lo clásico y
mitológico. (T. Gautier, Leconte de Lisle).
 El Simbolismo pretende ver misterios, sugerencias, sentidos ocultos en
los elementos reales de la vida cotidiana, estableciendo entre ellos unas
correspondencias, como sugiere el soneto del mismo título de
Baudelaire. (Otros simbolistas son Verlaine, Rimbaud o Mallarmé)
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Forma, lenguaje y estilo:
Rasgo esencial de los modernistas, del cual vienen a derivar los demás, es la concepción
de un lenguaje literario brillante y sonoro, diferente del lenguaje común de todos los
días. Consecuencias de esta atención por el lenguaje son:
-
la riqueza léxica, unas veces hacia el arcaísmo, en busca de palabras olvidadas y
viejas voces patrimoniales; otras hacia los neologismos deslumbrantes o los
tecnicismos, con frecuencia artísticos o musicales.
-
la abundante adjetivación, brillante, colorista, sensorial.
-
la renovación de imágenes y figuras retóricas, a menudo relacionadas con el
color y el sonido: aliteraciones, onomatopeyas, símbolos, metáforas, particularmente
las sinestesias, es decir, la expresión de lo percibido por un sentido con palabras que
corresponden a otro: grito azul, arpegio áureo, clarines rojos, risa de oro, sol
sonoro...
-
innovaciones métricas, mediante la recuperación de
versos olvidados (el
dodecasílabo, el alejandrino...) o la creación de otros (de dieciséis o veintiuna
sílabas), rimas internas, rimas agudas y esdrújulas, versos blancos... Lo mismo
ocurre con las estrofas: se inventan nuevas estrofas o se utilizan las antiguas
modificadas, como el soneto de serventesios alejandrinos. Dentro de estas
novedades se desarrolla un gusto por la versificación a base de los clásicos pies
acentuales (agrupaciones de sílabas en torno a un acento), que pretenden imitar la
sucesión de sílabas largas y breves del latín.
Temas
Se suelen agrupar en dos campos diferentes que tienen en común la reacción idealista
ante la vulgaridad cotidiana: el mundo externo y la intimidad
- En el primer caso encontramos los llamados temas “escapistas”, es decir, la evasión
en el espacio o en el tiempo que nos lleva a lugares o épocas exóticas o legendarias
de deslumbrante belleza y vago misterio: la antigüedad pagana, la Edad Media
envuelta en leyenda, el exotismo oriental...
De ahí que los poemas modernistas aparezcan llenos de dioses y faunos, ninfas,
odaliscas, mandarines, princesas soñadoras y príncipes encantados; elefantes, tigres
y, siempre, cisnes, animal que pasó a ser un emblema de este movimiento.
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Son igualmente temas modernistas tanto el amor idealizado y melancólico como el
erotismo, sensual, provocador, vitalista.
Y el cosmopolitismo, que tiene a París como capital del mundo.
- En el segundo caso, el intimismo suele adoptar tonos de tristeza, melancolía,
nostalgia. De ahí el gusto por lo otoñal y crepuscular, por lo marchito y gastado, por
lo decadente (significativa es la presencia del color ebúrneo, que sugiere tanto lo
marchito como lo lujoso )…
A estos temas esenciales se pueden añadir otros más concretos, como los temas:
o Americanos, la recreación de los mitos del pasado
prehispánico, la búsqueda de las raíces autóctonas
(Caupolicán).
o Españoles, como la figura de D. Quijote, cuyo centenario se
celebraba en esas fechas.
Las vanguardias y el surrealismo.
Desde comienzos del siglo XX y, sobre todo, a partir de la Primera Guerra Mundial, se
suceden en Europa los movimientos vanguardistas, o ismos. Son experimentos artísticos
que rompen violentamente con la estética anterior y proponen un arte radicalmente
distinto y original. Se presentaron como alternativas juveniles, rupturistas con un tono
desafiante, provocador y voluntariamente minoritario, como muestran los abundantes
manifiestos en los que declaran sus intenciones. Los temas, por ejemplo, huyen de los
tópicos, por supuesto, pero también de los sentimentalismos o las emociones en busca
de un arte “puro”. La atención se desvía hacia objetos carentes de carga emocional,
considerados tradicionalmente antipoéticos, como una bombilla o un zapato. Muchas de
estas vanguardias (cubismo, futurismo, fauvismo, dadaísmo, surrealismo, creacionismo,
ultraísmo) fueron muy efímeras; sin embargo, algunas dejaron una huella profunda en
el arte posterior, sobre todo, el surrealismo.
El surrealismo, del francés André Bréton, supone una interpretación nueva del ser
humano, basada en las teorías de Freud, según las cuales, los impulsos naturales del
hombre quedan reprimidos por las convenciones morales o sociales en el subconsciente.
El surrealismo pretende liberar esos impulsos para acceder así a otra realidad más
completa, a una super realidad, que es como en un principio se tradujo el francés
surréalisme. La creación debe surgir libremente del subconsciente. Para ello se
proponen escribir todo aquello que surge en la mente sin pasarlo por la censura de la
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lógica, la moral o la estética, recurriendo a técnicas como la escritura automática, el
collage, la enumeración caótica, la metáfora visionaria... Aspiran a captar el mundo de
los sueños a través de imágenes ilógicas, oníricas pero sugerentes y emotivas. De este
modo, el surrealismo enriqueció el lenguaje y recuperó la emoción y la pasión en la
literatura. Es un arte de nuevo “humanizado”, después de la fase de arte “puro” o
“deshumanizado” de las vanguardias anteriores.
Rubén Darío.
Nació en Metapa (Nicaragua, 1867). Vino a España con motivo del cuarto
centenario del Descubrimiento en 1892 y volvió más adelante en plena crisis del 98
cuando conoció a los principales representantes de esta generación. Como diplomático,
viajó por Europa y América. Su vida intensa y excesiva le llevó a una muerte prematura
a los 49 años.
Es el punto de referencia para la renovación de toda la literatura en español, como lo
prueba el hecho de haber sido estudiado tradicionalmente dentro de la literatura
española a pesar de ser nicaragüense. Es el principal representante del Modernismo por
lo que todas las características que hemos visto se encuentran en él. Sus principales
obras son, Azul…libro de prosas y versos publicado a los veintiún años, ejemplo de la
renovación en formas (vocabulario poético, renovación métrica, ritmo y musicalidad…),
en temas (la Grecia clásica, el siglo XVIII, la América prehispana…) y en influencias
(el parnasiano Leconte de Lisle, Walt Whitman…)
Prosas profanas, publicado en 1896, sigue con las sonoridades y virtuosismos del
modernismo, el brillante colorido, los ambientes galantes, sensuales y refinados
presentes ya en la aliteración del título o en famosos poemas como la Sonatina,
Divagación, Era una aire suave…
Y Cantos de vida y esperanza,(1905) en el que se refrena la exaltación vital de la
primera época (Yo soy aquel que ayer no más decía/ el verso azul y la canción profana)
y se prefiere un modernismo en la línea intimista, más meditativo, menos esplendoroso
donde aparecen tonos más graves de nostalgia, inquietud y amargura existencial como
en la famosa Canción de otoño en primavera o en Lo fatal, o se reivindican los valores
de la vieja comunidad hispana frente a la amenaza creciente de la influencia
norteamericana, contraponiendo, por ejemplo, el espíritu idealista desinteresado y
soñador de don Quijote, frente al pragmatismo triunfador del vecino del norte,
representado por el presidente Theodore Roosevelt (Salutación del optimista, Oda a
Roosevelt, Los cisnes o Las Letanías de Nuestro Señor Don Quijote).
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