comentarios de Joaquín Turina

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** Según el compositor, «... en estas danzas no interviene el elemento literario». «... fueron
concebidas para dos versiones sonoras: una de ellas para orquesta y otra para piano, pero no
en simple reducción, sino en su verdadera versión pianística”. También nos dice Turina que
«... la idea [al concebir esta suite] fue hacer tres piezas sinfónicas, en ritmo de danza y de tipo
folklórico pero con elementos originales».
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** Comentario incluido en el programa de mano el día de su estreno en Madrid el 13 de
febrero de 1920.
«El autor ha querido traducir, por medio del ritmo, la sensación del movimiento humano en
todo lo que éste tiene de espiritual y expresivo, buscando, en cuanto a colorido, el mayor
contraste posible».
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** Comentario procedente de la conferencia “Cómo se hace una obra”, leída en La
Habana, Cuba, el 31 de marzo de 1929.
«Las Danzas fantásticas llevan epígrafes entresacados de una novela: La Orgía, de
José Más, lo cual no quiere decir que el asunto literario tenga que ver con la música. Se trata,
únicamente, de que los tres epígrafes tienen cierta conexión con el espíritu musical y, algo
coreográfico, de las tres danzas. Son estados del alma expresados rítmicamente, bajo la eterna
ley del contraste.
José Más (...) ha hecho una serie de novelas sevillanas, de las cuales La Orgía es de las más
características.
La primera danza, Exaltación que, aunque muy de lejos, hace recordar la jota aragonesa,
está encabezada por el siguiente epígrafe: «Parecía como si las figuras de aquel cuadro
incomparable se movieran dentro del cáliz de una flor”.
La segunda danza, Ensueño, está basada en el ritmo del zortzico vasco, aunque su parte
central es francamente andaluza: el epígrafe dice así: «Las cuerdas de la guitarra, al sonar, eran
como lamentos de un alma que no pudiera más con el peso de la amargura”.
La tercera danza se titula como la novela, Orgía, y vendrá a ser como un canto a la
manzanilla, el perfumado vino de Sanlúcar de Barrameda, la Ciudad de plata, situada en la
desembocadura del Guadalquivir, mezcla adorable de mar y viñas, de playa y bodegas, de
casitas blancas y de calles estrechas como cintas. José Más nos ofrece un epígrafe exacto: «El
perfume de las flores se confundía con el olor de la manzanilla, y del fondo de las estrechas
copas, llenas del vino incomparable, como un incienso, se elevaba la alegría’.
Es todo un cuadro. Alejémonos lo posible de la tradicional pandereta y no busquemos los
materiales o, mejor dicho, los elementos reales en las artificiosas fiestas que en Andalucía
preparan todas las primaveras a los ingleses; porque en Sevilla llaman ingleses a todos los
turistas, aunque sean chinos. En el patio, modesto y sencillo, de una casita situada en una de las
barriadas sevillanas, Triana, la Macarena o San Bernardo, se celebra una boda, un bautizo o,
simplemente, el santo de la muchacha que habita la casita; han acudido vecinos y vecinas,
amigos y amiguitas.
Cantan, ríen, bailan; la alegría se manifiesta en los semblantes y en el brillar de los ojos negros.
Y es que en medio del patio hay, sobre la mesa, una gran cañera con las estrechas copas de que
nos habla José Más, las típicas cañas, llenas de manzanilla, el vino que todo lo alegra, sin temer
tragedias ni embriagueces repulsivas. Todo esto está muy bien, pero hay que ponerlo en
música. No existe vértigo mayor que el que produce una cuartilla de papel pautado en blanco;
aquellos pentagramas dispuestos a que los rellenen con notas tienen cierto semblante burlón
que produce, cuando menos, respeto. (...) [Esta es] nuestra danza Orgía. Ya tenemos para ella
dos elementos importantes: la visión de un cuadro popular y la necesidad de un ritmo definido
puesto que se trata de una danza. Dos ritmos emplea el pueblo sevillano para sus bailes: uno de
ellos es la seguidilla o sevillanas; el otro es un término medio entre pasodoble, garrotín o
farruca. Nos decidimos por este último, no al azar, sino porque la primera danza, Exaltación,
está hecha en ritmo ternario, parecido a la seguidilla, y nos conviene, como contraste, un ritmo
binario. (...).Escribiremos la Orgía en la tonalidad de re, que casi la impone la primera danza.
En toda serie de piezas musicales, la primera es siempre la que manda. La arquitectura de Orgía
no puede ser demasiado complicada, pues su carácter bailable se opone a ello. Vamos a adoptar
una forma en cinco partes, de tal manera que se correspondan las impares, 1ª, 3ª y 5ª, como
también las pares 2ª y 4ª. Como el tema inicial debe tener fuerza rítmica, vamos a prepararlo
con cuatro compases preliminares que le abran calle. Ahora bien, esta parte resulta corta; es
preciso reforzarla. Para ello tenemos un gran recurso, muy encajado en el ambiente sevillano: la
guitarra, el instrumento flamenco indispensable en las reuniones populares andaluzas. Cuando
se reúnen el cantaor y el guitarrista, mientras aquél descansa de sus gorgoritos, éste se luce
improvisando unas a modo de cadencias, dinámicas y vistosas, que llevan en sí gran brillantez.
Voy a utilizar, para completar la primera parte de Orgía, una de estas cadencias, denominadas
falsetas, primero al natural, después adornándola musicalmente con armonías. (...) La quinta
parte [de la Orgía] está subdividida en tres. Aparece un temita (en sol mayor), un poco frágil y
a modo de scherzo, que ya había sido utilizado como fondo y ambiente en una comedia lírica
titulada Margot.
Las Danzas fantásticas fueron escritas para piano en su primera versión. Posteriormente se me
ocurrió la idea de orquestarlas (...) por creerlas con suficiente policromía para llevarlas a la
paleta instrumental».
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** Comentario incluido en el programa del concierto de la Orquesta Nacional. Palacio de
la Música, de Madrid el 11 de abril de 1947.
Las Danzas fantásticas fueron concebidas para dos versiones sonoras: una de ellas para
orquesta y otra para piano, pero no en simple reducción, sino en verdadera versión pianística.
Se estrenaron por la Orquesta Filarmónica, bajo la dirección del maestro Pérez Casas en 1920.
La idea fue hacer tres piezas sinfónicas, en ritmo de danza y de tipo folclórico, pero con
elementos originales. Están basadas en epígrafes tomados directamente de la novela de Más
titulada ‘La Orgía’.
I.
Exaltación.- Recuerda muy de lejos, la jota aragonesa. (...) El epígrafe dice así: “Parecía
como si las figuras de aquel cuadro incomparable se moviera dentro del cáliz de una flor”.
II.
Ensueño.- Mezcla de elementos rítmicos y melódicos vascos y andaluces, que se
completan algo exóticamente. He aquí lo que expresa la música: “Las cuerdas de la guitarra al
sonar eran como lamentos de un alma que no pudiera más con el peso de la amargura”.
III. Orgía.- Es una farruca andaluza, con adornos y dibujos flamencos, falsetas de guitarra,
lindando ya con el tipo gitano y los jipíos del cante jondo. (...) Está basada sobre las siguientes
frases: “El perfume de las flores se confundía con el olor de la manzanilla, y del fondo de las
estrechas copas, llenas del vino incomparable, como un incienso, se elevaba la alegría”.
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** Desenvolvimiento de la música española en estos últimos tiempos (conferencia)
Universidad de Oviedo el 16 de septiembre de 1943.
[Ensueño]. Esta pieza, construida en forma de lied simple, con tres secciones, lleva una parte
central andaluza, encuadrada dentro de otras dos, con ritmo quebrado de zortzico. Siempre le
tuve afición al ritmo vasco empleado por mí en otras obras, sin que por ello haya yo tenido la
pretensión de hacer música vasca. A todo tirar puede considerarse aquí el ritmo de zortzico
como elemento de paisaje; no he aspirado a más. La parte central es auténticamente andaluza,
pero sin tomar absolutamente nada del folclore. Es un sentimiento que ha podido brotar
espontáneo, sin pedir nada al canto popular.
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** El canto andaluz en el arte de la música (conferencia) Liceo Andaluz. Madrid el 13 de
junio de 1936.
[Orgía es una pieza] «… un poco agitanada y se acerca a la zambra».
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** Comentario al concierto de la Orquesta Nacional. Palacio de la Música, Madrid, 11 de
abril de 1947.
Las Danzas fantásticas fueron concebidas para dos versiones sonoras: una de ellas para
orquesta y otra para piano, pero no en simple reducción, sino en verdadera versión pianística.
Se estrenaron por la Orquesta Filarmónica, bajo la dirección del maestro Pérez Casas en 1920.
La idea fue hacer tres piezas sinfónicas, en ritmo de danza y de tipo folclórico, pero con
elementos originales. Están basadas en epígrafes tomados directamente de la novela de Más
titulada «La Orgía”.
I.
Exaltación.- Recuerda muy de lejos, la jota aragonesa.
II.
Ensueño.- Mezcla de elementos rítmicos y melódicos vascos y andaluces, que se
completan algo exóticamente.
III.
Orgía.- Es una farruca andaluza, con adornos y dibujos flamencos, falsetas de guitarra,
lindando ya con el tipo gitano y los jipíos del cante jondo.
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** Ya (Madrid), 16 de junio de 1939.
Orgía, obra de por sí algo sanluqueña e inspirada en el oro líquido de las esbeltas cañas.
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