Martes, 04 de septiembre de 2012 Edición on line Acto en Tecnópolis / Críticas a los industriales Cristina defendió las restricciones a las importaciones y al dólar La Presidenta planteó una férrea defensa del modelo económico y de las últimas medidas, frente a un auditorio poblado de hombres de negocios; se quejó de los planteos contra el tipo de cambio Por Mariana Verón | LA NACION Con un reto para los empresarios, la presidenta Cristina Kirchner defendió ayer las medidas proteccionistas impuestas por el Gobierno a las importaciones y las restricciones a la compra de dólares. Cristina durante el discurso de ayer ante 1900 invitados. Foto: LA NACION / Fabián Marelli Ante 1900 invitados, entre hombres de negocios, sindicalistas y funcionarios, la jefa del Estado reclamó abandonar lo que llamó "mitos urbanos" que instalan algunos empresarios sobre las medidas restrictivas para el ingreso de productos desde el exterior que aplica la Casa Rosada. Hubo asistencia perfecta, pero pocos aplausos en el discurso de una hora que pronunció Cristina Kirchner en la cena para celebrar el Día de la Industria, que se cumplió anteayer, con un agasajo que este año fue organizado por el Gobierno. "Veo inconsistencia en los planteos", se quejó la jefa del Estado en su mensaje, que fue transmitido por cadena nacional a partir de las 22.30 y de manera diferida para no cortar la transmisión del Fútbol para Todos. En su defensa de las políticas instrumentadas por la Casa Rosada, la Presidenta resaltó las medidas de restricción para el acceso al dólar. "Tenemos que utilizarlo para pagar las importaciones y que la industria no detenga su marcha, y para el pago de la deuda." Se refirió después a las críticas de los empresarios que piden actualizar el tipo de cambio y a su vez reclaman mayor apertura para la importación de productos que necesita la industria nacional. "No es un reproche para vos, Vasco", se anticipó Cristina Kirchner ante el presidente de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren, que había advertido que la matriz industrial de la Argentina seguía dependiendo de las importaciones y que, por lo tanto, era necesario que el Gobierno dejara ingresar productos del exterior. "El tipo de cambio no está retrasado", se defendió la Presidenta, y dijo que mantendrá la flotación administrada. En defensa de su política proteccionista, apuntó que si propiciaba una devaluación eso encarecería los precios de las importaciones. "Hay una inconsistencia en los planteos", volvió a advertir. "Cuidar el tipo de cambio hace que puedan seguir industrializándose", agregó. La Presidenta se quejó, además, de los sectores sindicales que reclamaban una actualización cambiaria. "Nunca en mi vida escuché que los sectores gremiales pidan devaluación", azuzó. Ayer fue la primera cena de la industria en estos nueve años de gobierno kirchnerista que no contó entre sus asistentes con el todavía secretario general de la CGT, Hugo Moyano. Sí estaba, en cambio, su posible reemplazante, Antonio Caló, a quien la Casa Rosada ubicó en la mesa al lado del ministro de Trabajo, Carlos Tomada. En su defensa de las políticas implementadas en los últimos meses, la jefa del Estado se quejó de las informaciones que dan cuenta de faltantes para la industria médica. "Sería absurdo pensar que este gobierno negara la importación de productos básicos para la salud", se defendió la Presidenta. "Vamos a seguir protegiendo el trabajo y la industria nacional a rajatabla", abundó Cristina Kirchner casi sobre el final. En su único anuncio de la noche, la Presidenta prometió una vez más la instrumentación de una nueva ley de riesgos de trabajo para la que propuso eliminar la doble vía judicial y, a cambio, actualizar anualmente los montos de las indemnizaciones durante las negociaciones paritarias entre empresarios y sindicatos en el Ministerio de Trabajo. El gesto fue celebrado tanto por los hombres de negocios, que recién allí emitieron el primer aplauso, como por los referentes sindicales invitados al festejo. Cristina Kirchner compartió la mesa central con De Mendiguren y Osvaldo Cornide, de la pequeña y mediana empresa (Came), además de Daniel Herrero (Toyota), Carlos Wagner (CAC), Roberto Urquía (Aceitera General Deheza), Hugo Sigman y Juan Carlos Lascurain. Entre los ministros, estaban allí el de Economía, Hernán Lorenzino; de Industria, Débora Giorgi, y de Planificación, Julio De Vido. Martes, 04 de septiembre de 2012 Edición on line Los empresarios, desunidos y con menos euforia El Gobierno logró su objetivo de quitarle protagonismo a la UIA; hubo menos figuras Por Francisco Olivera | LA NACION Un año es demasiado tiempo en la Argentina. Aquella celebración inaugural y lejana en Tecnópolis en 2011, apenas una semana después de que Cristina Kirchner hubiera arrasado en las primarias, había tenido la virtud de envalentonar a los empresarios de sectores disímiles con el amago de una nueva etapa que empezaba, se suponía, bajo el liderazgo de la Unión Industrial Argentina (UIA). Pero ayer fue distinto. En parte, porque este segundo festejo en el gran parque temático no reunió una concurrencia tan heterogénea. Faltó, por ejemplo, esa coincidencia tan extraña que permitió hace un año ver juntos a Carlos Bulgheroni, Hugo Biolcati, Hugo Moyano y Enrique Eskenazi. Es como si hubieran pasado varias décadas. Las quejas de una economía en evidente desaceleración, el control de cambios y las trabas al comercio exterior abonan ahora la desconfianza. Y, para peor, ayer, la fiesta fabril debió compartirse con otros. En algunos casos, con presencias hostiles, como la del administrador de La Salada, Jorge Castillo, que venía polemizando en los medios con dirigentes de la UIA. Castillo quedó en medio de dos internas. Porque al tironeo empresarial le sumó uno político: su paso por Tecnópolis fue interpretado, incluso dentro del Gobierno, como el ensayo de una recuperación iconográfica de Guillermo Moreno después de las acusaciones por el control de cambios. Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, se ocupó personalmente la semana pasada de llamar a varios hombres de negocios para asegurarles que no sería lo que imaginaban, y que la Casa Rosada haría un Día de la Industria con empresarios de peso, muy lejos de la bullanguera gesta de Angola. Pero esa parte no se cumplió del todo, aun con presencias importantes como las de Hugo Sigman, Cristiano Rattazzi, Javier Madanes Quintanilla o Gabriel Romero. Hubo además unos cuantos reproches de Cristina Kirchner. Por ejemplo, cuando le recordó a José Ignacio de Mendiguren, líder de la UIA y a quien tenía al lado en la mesa, una declaración al diario El Cronista Comercial sobre la dependencia del sector fabril de las importaciones. "Vasco, no es con vos", atenuó, pero avanzó sobre lo que juzgó una incongruencia: quejarse del atraso cambiario y, al mismo tiempo, de dificultades para importar. El elogio público fue en cambio esta vez para Osvaldo Cornide, presidente de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por haber festejado anteayer el Día de la Industria con un acto casi militante: en Río Gallegos, en el mausoleo de Néstor Kirchner. Por mayores esfuerzos que hubieran hecho, esta celebración encontró a los empresarios desunidos y menos eufóricos. Marcelo Fernández, presidente de la Cgera, lo explicó con una ironía mientras observaba, en la entrada, a parte de sus pares agolparse ante los controles mostrando nerviosos la invitación. "Ésta es la unidad empresarial. Venimos todos porque está Cristina, incluso pagando 1000 pesos el cubierto. Si fuera gratis, sin Cristina, uno organiza esto y vienen tres tipos.".