20 años de profesores visitantes en California

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20 años de profesores visitantes en California
Se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte
Miguel de Unamuno (1864-1936). Filósofo y escritor español
Viajar es una buena forma de aprender y de superar miedos
Luis Rojas Marcos (1943 -). Psiquiatra español
El que no ha salido jamás de su país está lleno de prejuicios
Carlo Goldoni (1707-1793). Dramaturgo italiano.
La idea de editar un libro con las aventuras de los Profesores Visitantes es una idea muy bonita, todos
tenemos muchísimas historias de nuestra estancia en Estados Unidos gracias al programa de cooperación
del Ministerio de Educación entre España y Estados Unidos.
Cristina Oterino Casaseca. PV en Franklin Mac Kinley USD, San José, CA
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Índice:
Relato # 1: Profesores Visit-antes y después. Elías Vera.……………………………………… 5
1. Razones para la partida ….……………………………….……….……………………………. 10
Gemma Cristóbal.
María José Carnicero.
Cristina Carrillo.
Fernando Durán.
Susana Fernández.
Diego Callejón.
Melanie Robles.
Pedro López.
Rosa López.
Felicidad Guirao.
Jordi Iglesias Xamani.
Cristina Oterino Casaseca.
Esther Colorado.
Jorge Gallego.
Inma Martínez.
Rafael Gómez.
Mar Rivero.
Ángeles Fernández.
Francisco J. Velasco.
Gloria García.
Candelaria Pérez.
Carlos Bover.
María Luisa Pérez.
Elena Marqueta.
Diego Serón.
Marga Martínez.
Carmen Gutiérrez.
Mónica Fernández.
Elisabeth Ariztoy.
Natividad García.
Isabel Sanz.
María Castaño.
Carmen Crespo
Relato # 2: Fui a Los Ángeles para seis meses y me quedé durante diez años
Francisco Ramos. ……………………………………………………………………………………....21
2. Primeras impresiones …………………………………………………………….... 23
Francisco J. Velasco.
Cristina Espín.
PedroLópez.
Carles Diego.
Mónica Fernández.
Rosa Lara.
Susana Fernández.
Elisabeth Ariztoy.
Carmen Crespo.
Fernando Durán.
María Eugenia Azagra.
Rafael Gómez.
Natividad García.
Candelaria Pérez.
María Luisa Pérez.
Mónica Fernández.
María Castaño.
Relato # 3: Mucho más que una película. Maria Violeta Alarcón Martínez…………..…………28
3. La llegada .…………………………………………………………………..…………………...…. 30
Elena Marqueta.
Isabel Sanz.
Cristina Espín.
David Callejón.
Elisabeth Ariztoy.
Jordi Iglesias.
Esther Colorado.
José Suárez.
Diego Serón,
María José Carnicero.
Gloria García.
Carles Diego.
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Relato # 4 Cruzar el charco. Patricia Fernández Hortal……………………………….………… 35
4. La adaptación……………………………………………………………………………..…......... 36
José Llaneza.
Gemma Cristóbal.
Candelaria Pérez.
Jordi Iglesias.
Carlos Bover.
Felicidad Guirao.
Jorge Gallego.
María Luisa Pérez.
Francisco Jesús Velasco.
José Suárez.
Ángeles Fernández.
Relato # 5 ¿Es esto una memoria de mi experiencia en el Programa de PPVV?
Esther Vela ……………………………..……………………………………………………………… 40
5. La escuela…………………………………………………………………………………………… 42
Felicidad Guirao.
Jorge Gallego.
Elena Marqueta.
Diego Callejón.
Cristina Espín.
María José Carnicero.
Candelaria Pérez.
Cristina Carrillo.
José Suárez.
Isabel Sanz.
Melanie Robles.
Francisco Jesús Velasco.
Pedro López.
Jordi Iglesias.
Inma Martínez.
Carlos Bover.
Carles Diego.
Mar Rivero.
Marga Martínez.
Carmen Crespo.
Gloria García.
Marta Ramo
Relato # 6 Por ellos hemos venido. Cristina Turienzo……………………………...……………. 54
6. Mereció la pena…………………………………………………………………………………..... 56
Cristina Espín.
Isabel Sanz.
Melanie Robles.
Rosa Lara.
Elisabeth Ariztoy.
María José Carnicero.
María Castaño.
Jordi Iglesias.
Cristina Carrillo.
Esther Colorado.
Cristina España.
Fernando Durán.
Marga Martínez.
María Luisa Pérez.
Relato # 7 Química en América. Darío Castelo………………………………...……….. 60
7. Mejor olvidar………………………………………………………………………………………… 67
Esther Colorado.
Rosa Lara.
Melanie Robles.
Cristina España.
Gloria García.
Fernando Durán.
Candelaria Pérez.
María Eugenia Azagra.
María Luisa Pérez.
Cristina Espín
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Relato # 8 ¡Sueño Americano hecho realidad! Benjamín Salas……………………………….. 70
8. Evaluación global……………………………………………………..….…………………..……. 72
Marta Ramo.
Cristina Espín.
Felicidad Guirao.
José Llaneza.
Diego Callejón Ros.
Melanie Robles.
Esther Colorado.
Francisco J Valero.
Rosa Lara.
Pedro López.
Cristina Carrillo.
Rafael Gómez.
Marta Ramo.
Inma Martínez.
Cristina España.
Carlos Bover.
Felicidad Guirao.
Carles Diego.
Mar Rivero.
Ángeles Fernández.
José Suárez.
Carmen Gutiérrez.
Marga Martínez.
Natividad García.
Elisabeth Ariztoy.
Carmen Crespo.
Candelaria Pérez.
Fernando Durán.
María Eugenia Azagra.
María Luisa Pérez.
Susana Fernández.
María Castaño.
Gemma Cristóbal.
Elena Marqueta.
Relato # 9 King City Connection. Ruth Ibáñez………...…………………..…..…………….……83
9. Consejos………………………………………………………………………………………..…... 85
Isabel Sanz.
Elena Marqueta.
Melanie Robles.
Rafael Gómez.
Marga Martínez.
Elisabeth Ariztoy.
Carmen Crespo.
Gloria García.
María José Carnicero.
Candelaria Pérez.
Fernando Durán.
María Eugenia Azagra.
María Luisa Pérez.
María Castaño.
Relato #10 La realidad no es lo que parece, pero cada vez se parece más
Adolfo Carbón………………………………………………………………………………………...… 89
10. Escenas costumbristas…………………….………………………………………..………….. 91
Elena Marqueta.
Felicidad Guirao.
Juan Carlos Lacunza
Candelaria Pérez.
María Castaño.
Concha Gaviño.
Carmen Díez.
Francisco Ramos.
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Relato # 1
Profesores visit-antes y después
José de Vasconcelos dejó dicho que un libro, al igual que
un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía.
Con esa frase bailando en mi cabeza, por partida doble,
ocupé mi asiento en el avión. Emprendía un viaje hacia algo
desconocido e iniciaba la lectura de un nuevo libro que el
Ministerio de Educación nos había proporcionado. Su título:
“Profesores Visitantes en California”. Empecé a leer la introducción que abría con los
sugerentes y oportunos versos de Antonio Machado: «Caminante no hay camino, se hace
camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se
ha de volver a pisar».
-¡Joven! Yo cambiaría el nunca del verso final por «…se ve la senda que sí se ha de
volver a pisar». Hay que ser optimista. A veces es positivo volver a pisar según que sitios.
Había embarcado con la firme pretensión de rehuir cualquier simulacro de
conversación que evitara mi inmersión en la lectura, pero… aparentemente, mi compañero de
asiento parecía no tener la misma intención.
Sí, sí, también quedaría bien-. Procuré ser escueto con mi respuesta para que a mi
vecino no le resultara muy alentadora.
-¿Se dirige usted a los Estados Unidos?
-Es evidente.
-¿De vacaciones?
-No-.
Con estas secas respuestas pensé que mi compañero de viaje desistiría y yo podría
continuar leyendo. Creía haber cantado victoria cuando contemplé irremisiblemente cómo
aquel hombre se colocaba más cómodo, cruzaba sus piernas y adoptaba una pose ladeada,
amenazando con prolongar aquella tertulia.
-Yo tampoco voy de vacaciones. Trabajo de profesor visitante cerca de San Francisco prosiguió.
Levanté entonces mi mirada del libro y me dispuse a comprobar si aquello era cierto o
sencillamente me estaba tomando el pelo. Era mucha casualidad. Seguramente había leído la
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portada de mi libro y sólo tenía ganas de hablar con alguien. Al fijarme más detenidamente en
su semblante, observé cómo aquel hombre tenía un sorprendente parecido físico conmigo,
ligeramente más envejecido que yo. No le di mayor importancia.
-Mi nombre es Elías Vera, encantado de conocerle- se presentó.
-Yo también me llamo así…- repliqué. Aunque aquello ya sí que me pareció el colmo,
intenté seguirle la corriente. -…y también voy a ser profesor visitante en California.
Sin darme tiempo a añadir nada más, aquel hombre adoptó cierto tono paternal y
empezó a largarme su historia de igual manera que un abuelo cuenta una batallita a su nieto.
-Joven, qué sabia decisión ha tomado usted. Ser profesor visitante. ¿Sabe? Si hace
cinco años, cuando yo tomé este mismo avión, hubiera tenido a alguien a mi lado que me
hubiera explicado y aconsejado… ¡Pero por favor, no sea tímido! ¡Pregunte, pregunte!
Hice ademán de apuntar algo sobre el tema pero aquel peculiar tipo se me adelantó y
continuó hablando.
-¿Sabe, joven? Todo ser humano nace con el fin de convertirse en un gigantesco y
complejo puzzle de infinitas piezas. Experiencias como ésta hacen que completemos y
añadamos una pieza más a nuestro particular rompecabezas. ¡Ya verá, ya verá, joven! Con
cada viaje que realice, con cada persona que conozca, con cada nueva cultura a la que se
exponga aprenderá siempre algo nuevo. El hecho de haber estado en California como profesor
visitante, ha significado tal enriquecimiento personal que si alguien me pidiera consejo sobre
si embarcar o no a bordo de esta aventura, no dudaría ni un solo segundo en darle el empujón
final. Me encantaría que otros, como usted mismo, joven, pudiesen disfrutar de las mismas
increíbles vivencias que, por más que yo le narre, hay que vivir en primera persona. El viajar y
convivir con diferentes culturas, sin duda, son el mejor antídoto para evitar convertirse en
esclavo de los hábitos, adepto a lo monocultural y víctima del etnocentrismo.
Su discurso se volvía apasionado por momentos. Por un instante olvidé que había
dicho tener el mismo nombre y apellido que yo, que quizás me estaba tomando el pelo y le
pregunté:
-¿Pero no cree usted que está exagerando? Mire que estos americanos son muy
diferentes.
-¡Claro! Y los asiáticos, y los europeos y los africanos. Culturas diferentes que en la
mayoría de ocasiones desconocemos hasta que no convivimos con ellas. ¡Más veces de las
debidas nos quedamos simplemente en los tópicos! La persona que salió de España hace cinco
años es totalmente diferente a la que ahora le habla, joven. Esta experiencia, sin duda, esculpe
a uno en su interior…
-Y también le habrá cambiado por fuera- pensé para mis adentros, observando de
nuevo su enorme similitud física conmigo, lo cual me tenía desconcertado. Era como mirarse
en un espejo. Aquel hombre pareció leerme el pensamiento y continuó:
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-…y residiendo en el país de la cirugía plástica por excelencia, usted se preguntará si
también he modificado mi exterior, pero digamos que con la transformación del espíritu uno
ya tiene suficiente, je, je. Quién sabe si con el tiempo… Bromas aparte, y echando la vista
atrás, sí que es cierto que mi forma de pensar ha cambiado y además bastante.
No sabía si atreverme a preguntar algo de nuevo porque aquel individuo parecía tener
tanto que contar que sus respuestas podían eternizarse. Pero el viaje era largo y no había
ninguna prisa.
-¿Y usted tuvo que hacer también unas pruebas eliminatorias en España?- inquirí.
-¡Claro, joven, claro! Todavía recuerdo aquel ya lejano abril del 2002, cuando
debíamos realizar las famosas pruebas en Madrid, con su posterior entrevista. ¡Caras nuevas,
todo interrogantes, nervios ante tanta incertidumbre! Uno se aventuraba hacia algo
completamente desconocido aunque con ganas de comerse el mundo. Detrás quedaban
familia, ciudad, los viejos amigos, el monótono trabajo de siempre… por delante aguardaban
preparativos, cursos, visados con dolor de cabeza incorporado, nuevas experiencias y
amistades… y un largo viaje, como éste.
-Sí, sí, que me va a explicar. Me han hecho miembro honorario del club de la aspirina
¡Cuántos quebraderos de cabeza!- bromeé. -¿Va a ser todo igual de complicado cuando llegue
allí?
-Bueno, no siempre. Además, debe estar tranquilo, no estará tan solo como se imagina.
¿Sabe, joven? Lo que más me impactó en aquellos inicios fueron las amistades tan intensas
que uno llega a alcanzar con los compañeros de su quinta. Gente que no has visto en tu vida
pero que en poco tiempo llegan a convertirse en tu segunda familia. Habíamos convivido
apenas escasos meses juntos pero parecía como si hubiéramos compartido años de relación.
Dicen que cuando lo pasas mal junto a alguien los lazos de unidad se estrechan fuertemente.
Doy fe de ello. El principio fue bastante duro, para qué negarlo. El llamado sueño americano
se tornaba pesadilla en ocasiones. Aún me acuerdo del dolor de cervicales que todos sufrimos
a la hora de buscar casa o apartamento. Nuestro inglés no estaba lo suficientemente maduro
para aquella jerga inmobiliaria y cada vez que un gestor nos atendía al otro lado de una mesa,
acabábamos encorvados.
-¿Encorvados?- pregunté frunciendo mis cejas.
Sí, era algo que hacíamos por inercia. Tomábamos asiento y, a medida que la
exposición iba avanzando, como si de un resorte oculto se tratara, nuestro cuerpo iba
inclinándose gradualmente hacia delante para intentar entenderle mejor. Le juro que
enganchábamos nuestras orejas literalmente a sus labios, pero, una y otra vez, no teníamos
más remedio que terminar diciendo Can you repeat please?. Naturalmente, a la postre, todos
conseguimos vivienda y nadie tuvo que dormir debajo del Golden Gate.
-¿Pero si tan difícil fue al principio, cómo lo pudieron resistir?
-Bueno, como le comenté antes, no estábamos solos. “Aguantad hasta Navidad,
aguantad hasta Navidad”, nos animaban los más veteranos. La mayoría así lo hicimos, un poco
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tocados y abrumados ante tamaña avalancha de novedades. La adaptación al trabajo, a la
nueva cultura y al estar lejos de casa por un lado; las gestiones personales, los cursos y los
exámenes por otro. ¡Por cierto, y a pesar de las hamburguesas, una buena dieta para adelgazar!
Yo, por mi parte, tuve la suerte de recibir refuerzos extra en octubre con la llegada de mi
mujer, que también tuvo que sudar lo suyo para ajustarse a la nueva situación. Hubo quien no
pudo resistir todo aquel trajín y regresó a España a las primeras de cambio. ¡Momentos
delicados fueron aquellos! Aunque finalmente… qué razón tenían los más duchos en la
materia. Llegó diciembre y al final del túnel apareció la luz. ¡Por fin! Ante nosotros se
levantaba un nuevo horizonte donde ahora tocaba disfrutar tanto a nivel profesional como
personal. Después de que mi mujer y yo hubiéramos recargado las pilas navideñas en
Barcelona, nos dimos cuenta de que ya había llegado la hora de poner en práctica todo lo
aprendido, que era mucho; y de disfrutar del maravilloso mundo de los viajes.
-¿Y el salario ya les alcanzaba para tanto viaje? Yo he ejercido de maestro en
Barcelona durante varios años y ahorrando ahorrando, me ha dado a duras penas para los
preparativos de este viaje y poco más.
-Ciertamente, una de las ventajas de trabajar en California fue el ganar calidad de vida
y el poder permitirse vivir experiencias que, desafortunadamente, en España eran más difíciles
de llevar a cabo.
-¿Y las escuelas cómo son por allí?- sin quererlo, aquel tipo había despertado mi
interés en el tema por razones obvias. Todo lo que explicaba parecía ser cierto y de bastante
utilidad.
-¡Buff! la verdad es que el sistema educativo es bastante diferente al de España, pero
ya lo irá comprobando usted mismo, joven. Lo que sí le ayudará es haber tenido previa
experiencia en el mundo de la educación.
-Ya, ya, pero… ¿No podría ser un poco más explícito?
-Supongo que no podría generalizar porque cada distrito es diferente. En el mío,
bastante pobre y marginal, la inmigración había redibujado la población. Con una mitad afroamericana y otra mitad latina creciendo a pasos agigantados, los colegios eran un fiel reflejo
de aquella sociedad, ¡Nunca imaginé que en California hubiera tantas personas de habla
hispana! Yo entré a formar parte del programa bilingüe, gracias al cual, muchos niños y niñas
latinas tenían la oportunidad de formarse académicamente en dos lenguas y a la vez conservar
parte de su cultura y sumarla a la estadounidense. Con ellos viví por primera vez
Thanksgiving, Halloween, El día de los muertos, El 5 de mayo… Respecto a mis compañeros
de escuela, decir que me acogieron con los brazos abiertos, me ayudaron y creyeron en mí
desde el principio. Algo más hubo que me hizo disfrutar todavía más de esta profesión, fue el
apoyo incondicional que las familias de mis estudiantes latinos me brindaron siempre. Pero,
sin duda, lo más bonito de todo es que, a pesar de que era yo el que en un principio iba a
enseñar, acabé aprendiendo mucho más por parte de mi alumnado y sus humildes familias; y
de mis colegas de profesión. Razón tenía Enrique Barrios en decir: “Todos somos maestros y
alumnos. Pregúntate: ¿Qué vine a aprender aquí y qué vine a enseñar?”.
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-Suena muy interesante y enriquecedor. Eso me da muchos ánimos y a la vez me
tranquiliza.
-Sí, joven, es una lástima que éste sea nuestro último año. Todo llega a su fin. Ya tengo
ganas de llegar a San Francisco. Mi mujer y mi hijo americano, sí, americano, me estarán
esperando en el aeropuerto. ¡Quién me iba a decir años atrás que tendríamos un hijo por
aquellas tierras! No sé cómo vamos a sobrellevar tanta añoranza una vez que esto se acabe y
regresemos a Barcelona. Si algún día tenemos la oportunidad nos gustaría repetir. ¿Sabe qué
Mr. Vera? Deseo, de corazón, que usted corra mi misma suerte.
Había acumulado mucho cansancio durante las últimas semanas. Tantas emociones y
sensaciones habían desbordado mi cabeza. Me despertó la voz del capitán del avión a través
del megáfono “¡Estamos pasando por un área de turbulencias, abróchense los cinturones, por
favor!”.
-Tenga, se quedó dormido antes de despegar-. La señora que estaba a mi lado recogió
mi libro del suelo y me lo dio.
Todavía aturdido, le di las gracias y tardé en reaccionar. ¡Qué sueño más extraño había
tenido! Aquel tipo que se llamaba igual que yo no había existido en realidad. Ignoraba si todo
aquello tendría algún significado pero la verdad es que, inconscientemente, me había ayudado
a despertar con más seguridad para afrontar la empresa que me esperaba al otro lado del
Atlántico.
Me coloqué los auriculares de mi reproductor mp3 y, como por cosas del destino
empezó a sonar “Cantares”. Cuando Joan Manuel Serrat recitaba el último verso de Machado,
pensé en aquel viajero imaginario entonando al unísono «…se ve la senda que sí se ha de
volver a pisar».
Elías Vera
Coronado Elementary School (2nd grade)
(West Contra Costa U.S.D.)
Richmond, California
Profesor visitante desde 2002
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1. Razones para la partida
Ni yo misma sé exactamente por qué me embarqué en esto. Supongo que la rutina, a la
que soy muy poco aficionada, hizo que fuera sintiendo la necesidad de un cambio. Cuando
apareció la convocatoria, esa que pasaba por mis manos año tras año, de repente la idea de
cambiar de aires fue de alguna forma cuajando en mi cabeza y el último día de plazo presenté
toda la documentación. La verdad es que no lo volví a pensar demasiado hasta que no llegaron
las pruebas, y fue entonces, al superarlas, cuando me dí cuenta de lo que me estaba
planteando. Decidí seguir adelante porque veía más pros que contras, y al fin y al cabo, si no
lo hacía entonces, probablemente ya no lo haría nunca.
Así fue como decidí presentarme a la entrevista por el distrito de Adelanto, en pleno
desierto de Mojave, California, que participaba en el programa de profesores visitantes por
primera vez y que, por lo tanto, casi nadie podía proporcionarme datos acerca del lugar en el
que viviría el próximo año. Porque una cosa sí que tenía clarísima: yo iba para un año, por
aquello de vivir una experiencia nueva, y luego me volvía a casa.
Gemma Cristóbal
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En los ochenta había mucha escasez de trabajo en España y, por
su parte, en EEUU la oferta laboral y el sueldo sonaban atractivos.
Además era una oportunidad para viajar y conocer la cultura desde
dentro. Era más un afán de aventura que otra cosa.
María José Carnicero
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Siempre he sido una persona emprendedora y aventurera. Me encanta viajar, conocer
nuevas culturas y descubrir otros países. Después de trabajar como profesora de español en
Irlanda decidí aventurarme a cruzar el charco y probar la gran aventura Americana. Enseñar
español aquí parecía un gran reto.
Cristina Carrillo
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Me presenté a esta convocatoria porque veía que las oportunidades profesionales en
España eran escasas. Después de trabajar durante cinco años en la provincia de Cáceres, en
distintas localidades predominantemente rurales, sentía que el esfuerzo y empeño en mi
trabajo tenía poco reconocimiento. También sentía que las posibilidades de movilidad laboral
y desarrollo profesional estaban bastante limitadas.
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En lo personal me atraía el conocer de primera mano una cultura de la que tenía
bastante conocimiento a través de los medios de comunicación, especialmente a través del
mundo del cine. Sentía que el venir a vivir aquí era como ir a vivir a Roma en los tiempos de
Caracalla.
Sin embargo, desconocía la existencia de este programa que permitía a profesores y
maestros españoles trabajar en Norteamérica. Y mi solicitud de participación resultó de lo más
fortuito. Un compañero de trabajo me comunicó que se había publicado una convocatoria para
que profesores y maestros españoles pudieran trabajar en Estados Unidos, pero que el plazo
terminaba el día siguiente. Con pocas posibilidades de poder entregar toda la documentación a
tiempo, decidí intentarlo. Tras conducir durante más de dos horas en medio de una tormenta
asombrosa pude llegar a mi pueblo natal, donde tenía toda la documentación, y conducir la
mañana siguiente hasta Cáceres, donde, asombrosamente, pude entregar todos los papeles a
tiempo. Estoy seguro de que si no hubiera podido llegar a tiempo, mi vida habría transcurrido
de manera muy diferente en España. ¿Destino o suerte?
Fernando Durán
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En el mes de julio de 2000, sin saber muy bien por qué ni cómo, me vi en Paris
primero, y en Los Ángeles después, con dos maletas, muchos nervios y sensaciones
encontradas. Por una parte, la alegría de saberme afortunada por haber sido elegida como
participante en este programa. Por otro, la tristeza de dejar atrás a todos mis amigos y familia,
con sólo 23 años, pero convencida de que tras un año, volvería a Madrid a reunirme con ellos.
Y es que yo, como tantos otros, venía sólo por un año. Pero ese año se convirtió en seis y, tras
el regreso a España durante un año, he decidido volver a participar en el programa por una
segunda vez.
Los motivos que me traen de vuelta difieren de los que me
trajeron en la primera ocasión. Sin duda siempre ha habido una
inquietud por conocer sitios nuevos que aún no se ha apagado. De
hecho, en este tiempo que llevo aquí he viajado más de lo que nunca
hubiera imaginado y aun sigo haciéndolo. Quizá la primera vez que
vine tenía la inquietud de dejar atrás España, que sabía que siempre
me estaría “esperando” para cuando decidiera volver, y ver cosas nuevas. Ahora la vida me ha
cambiado, ya que me casé aquí, y de eso hace tres años. Mi marido, que es también profesor, y
yo hemos decidido volver porque sentimos que este lugar tiene aún mucho que ofrecernos. No
hemos agotado todas sus posibilidades de mejora en el ámbito laboral. Particularmente yo
ahora veo cómo el haber trabajado en San José el tiempo que lo hice me preparó para
enfrentarme con cierto éxito a la diversidad que cada vez es mayor en las aulas de España.
Susana Fernández
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Tenía ganas de iniciar una experiencia nueva. Yo vivía en Melilla una vida tranquila
con mi mujer, Cristina. Pero algo se fraguaba en mi interior. Quería hacer algo nuevo. Algo
diferente que mereciese la pena. Me acordé de que, unos años antes, unos compañeros me
comentaron que habían estado en EEUU como profesores visitantes. En aquel momento ni me
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lo planteé, pero entonces sentí que era el momento; eché los papeles, me presenté al proceso
de entrevistas en Madrid, me seleccionaron y, casi sin darme cuenta, estábamos sacando los
billetes para venirnos a California.
Diego Callejón
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Me presenté a la convocatoria de profesores visitantes porque siempre quise trabajar
durante una temporada en el extranjero. Debido a mi situación personal el 2001 fue un año
apropiado para dejarlo todo e irme. Lo puntualizo porque realmente hay que dejarlo todo atrás.
Conocía la existencia de estas plazas por otros profesores que habían trabajado en Estados
Unidos, aunque las referencias que tenía eran más bien desalentadoras, por el tipo de escuelas
que se nos asignaban. Aún así, mi curiosidad era mayor que el miedo y tenía claro mi destino:
California, en una escuela de primaria en la que se impartiera el programa bilingüe, o nada. Lo
de primaria era porque no quería complicarme la vida aún más lidiando con adolescentes en
un país extranjero, lo de bilingüe porque me considerada preparada para enseñar en mi idioma
materno pero no en inglés.
Con el tiempo lo de enseñar en inglés lo superé. Respecto a que por qué California,
pues sencillamente quería disfrutar de un clima parecido al del Mediterrá-neo y relacionarme
con gente de mentalidad abierta y multicultural.
Melanie Robles
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Siendo joven (quiero decir, más de lo que soy ahora), sentí la
inquietud de irme a vivir a algún país como experiencia personal. Por
supuesto, en mi mente el tipo de países que me atraían eran
sudamericanos. Sin embargo, pasaron los años y sin encontrar nunca
el momento de aventurarme, esa ilusión fue quedando en el olvido.
Hace 4 años, un compañero de trabajo me habló del programa de
profesores visitantes organizado a través del MEC y me embarqué en
el intento. El destino inicialmente elegido por mi fue Illinois pero mi nivel de inglés no era el
adecuado y no superé las pruebas del idioma. No obstante, no me rendí y decidí que esta
opción podría ser tal vez la única oportunidad de experimentar la vida en otro país
desarrollando paralelamente mi faceta profesional.
El esfuerzo realizado para lograr ser seleccionado fue grande y tuve que pagar algún
peaje (como muchos de los que aquí estamos). Así, dejé mi trabajo en Barcelona (la escuela en
la que trabajaba desde hacía más de cuatro años) y marché a Londres para mejorar mi inglés.
Allí la vida no fue fácil pero la experiencia adquirida fue muy enriquecedora y la recompensa
mereció la pena.
Pedro López
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No sabría definir con exactitud qué es lo que me trajo a California; imagino que una
mezcla a partes iguales de curiosidad, aburrimiento de la rutina y, definitivamente, la inefable
intención de mi amiga Elena de pasar una temporada en el otro lado del mundo. El caso es que
justo al día siguiente de ver publicada la convocatoria en el BOE para maestros visitantes en
California, aclaro que en aquellos tiempos era el único estado que solicitaba maestros
españoles; presenté (siempre con mi amiga Elena) los papeles correspondientes sin demasiada
esperanza de que me llamaran. El resto de la historia es conocido: dos pruebas escritas, una
prueba oral, una entrevista y la firma de un contrato. Ya no había vuelta atrás; el año siguiente
trabajaría en San José, dondequiera que estuviera.
Rosa López
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Me presenté a la convocatoria por la insistencia de una amiga
mía. Yo no tenía muy claro lo de “la aventura americana” aunque
siempre había tenido el deseo de vivir en el extranjero y asumir el reto
y enfrentarme a las dificultades que eso supone. En el fondo me
parecía una experiencia atractiva, aunque para ser sincera, nunca
pensé en EEUU.
Felicidad Guirao
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Me incorporé al programa desde Cataluña en el verano de 2004. Había aprobado las
oposiciones hacía cuatro años y estaba (¡y estoy!) sin plaza definitiva, destinado
provisionalmente en el IES Gabriela Mistral de Sant Vicenç dels Horts, Barcelona. La verdad
es que tenía una posición laboral bastante cómoda allí, enseñaba dos grupos bastante majetes
de segundo de ESO y cuatro bachilleratos con ratios más que reducidas. Pero la comodidad no
era una prioridad para mí en ese momento y veía mi futuro en España bastante monótono, con
pocas posibilidades de evolucionar en mi trabajo (las que había tampoco me atraían
demasiado). Personalmente también era un buen momento para mí para hacer algo que
siempre había querido: vivir fuera de España.
Decidí que quería pasar un año fuera de España. Fue en Estados Unidos porque el
único programa que ofrecía plazas de matemáticas, mi especialidad, era el Programa de
Profesores Visitantes en EEUU. Fue en California porque mi hermana había vivido aquí y no
le fue tan mal: se casó. Además yo la había visitado un verano y, lógicamente, quedé
encantado. Fue en Salinas porque no quería ir a Los Ángeles y ese año no había otros distritos
que contratasen para secundaria.
Jordi Iglesias Xamani
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Me presenté a la convocatoria porque habiendo ya disfrutado
de una estancia durante dos cursos escolares en el estado de
Washington como estudiante de High School, siempre arrastré
conmigo la nostalgia de dejar la entrañable familia Wilcox que me
acogió y compartió conmigo las penas y alegrías que sufres al estar
lejos de tu familia y encontrarte en un ambiente extraño. Aquella
había sido una experiencia increíble, muy enriquecedora en todos los aspectos de mi vida, y
marcó mi futuro.
Por fin aprendí a comunicarme en ingles y ya en España me dediqué a la desafiante
tarea de enseñar el idioma a los escolares de secundaria. Especialmente interesante fue mi
estancia como profesora en Cadaqués, fuera de mi casa familiar, que me hizo ver las cosas de
otra manera y en donde me animé a participar en la convocatoria de profesores visitantes
españoles en Estados Unidos. Me encandilaba la posibilidad de volver a tierras americanas, no
de turismo ni de estudiante, sino como profesional… Mi madre fue la que vio el anuncio del
BOE en los tablones de anuncios de la oficina de educación, así que nos interesamos
conjuntamente y rellené la instancia.
Cristina Oterino Casaseca
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Después de haberme licenciado en Filología inglesa por la
Universidad Complutense en 1998, tuve la oportunidad de enseñar en
Williams College, Massachussets durante un año. Al regresar, mi
novio y yo decidimos marcharnos a Inglaterra a ganarnos la vida
durante una temporadita. Después de 3 años allí, decidí hacer el
Máster de Enseñanza de Español ofertado por la UCM y regresé a
Madrid, y mientras tanto busqué trabajo como profesora en centros
privados y en academias. Como los trabajos que me ofrecían no eran de mi agrado, decidí
participar en la convocatoria y elegí California porque ya había visitado este estado y me había
encantado la zona norte.
Esther Colorado
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El 28 de diciembre de 2002 encontré casi por casualidad en Internet la convocatoria del
Programa de Profesores Visitantes. Dos días después presentaba toda la documentación, justo
a tiempo, puesto que la fecha límite era el 31 de diciembre. Entonces no era todavía
plenamente consciente del paso que estaba dando. Unos años antes había tenido que renunciar
por motivos familiares a una beca de postgrado en una universidad americana y era el
momento del desquite.
La razón por la que decidí venir fue básicamente formativa: me faltaba una estancia
larga en un país extranjero para completar mi formación. La universidad y la vida académica
son fundamentales, pero las cosas más importantes no se aprenden allí. No había tenido
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
oportunidad antes y por fin llegaba la ocasión. Visto con perspectiva, tengo la sensación de
que fue un paso en cierto modo inconsciente, dado con el convencimiento de estar haciendo lo
correcto, pero sin haber calculado los detalles. Sabía que si no me marchaba entonces, ya no lo
haría, y no estaba dispuesto a eso. Renuncié a un buen trabajo en un excelente colegio
concertado de Madrid. Después he tenido que seguir renunciando, puesto que me mantuvieron
la puerta abierta para volver.
Jorge Gallego
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Desde que terminé la carrera de Filología Inglesa siempre soñé con
vivir en EEUU, en concreto en California, dada la gran diversidad cultural y
el clima tan soleado con que este estado del Oeste es agraciado. Quería
desarrollar plenamente mi profesión en otro lugar. Se presentaba entonces
ante mí la posibilidad de conocer de primera mano un sistema educativo
diferente, tanto para poder desarrollar mi labor profesional como docente
como para crecer formativamente en la esfera universitaria.
Inma Martínez
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Decidí presentarme a la convocatoria de profesores visitantes
debido a mi natural carácter inquieto y a la búsqueda permanente de
nuevas experiencias tanto en el terreno educativo como en el personal.
Anteriormente ya había participado como profesor visitante en Carolina
del Norte con el Visiting International Faculty Programme, mejor
conocido con las siglas VIF, allá por los años 1995/96/97. Aquella
experiencia había sido dura pero muy positiva y sentía que necesitaba una segunda
oportunidad.
Rafael Gómez
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¿Qué es lo que hace que una persona deje atrás a su familia, el
lugar donde nació y creció, y sus amigos de siempre para irse a vivir al
otro lado del mundo? Algunos lo llaman valentía, otros, locura. Para mi
fue la necesidad de aventura, la oportunidad de empezar algo nuevo, la
posibilidad de una vida en el extranjero. Todo esto fue lo que pasó por
mi mente cuando dos años después de acabar mi Licenciatura de
Filología Inglesa en la Universidad de Huelva, se cruzó en mi camino un anuncio en el diario
El País en el que se ofrecían plazas de educación primaria en Estados Unidos para maestros
bilingües.
Mar Rivero
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Llegué a California en 1996, tras haber sido seleccionada para formar parte del
programa de PPVV. Me presenté a la convocatoria porque necesitaba un cambio en mi vida;
quería viajar, tener experiencias nuevas, y romper un poco con la monotonía que estaba
viviendo hasta ese momento, y, por supuesto, mi idea inicial era permanecer en California
durante “un par” de años, más o menos. Tras mi llegada, empecé a relacionarme con gente que
tenía las mismas aspiraciones que yo, y, por primera vez en bastante tiempo, sentí que había
encontrado un lugar ideal. Atrás quedaban los típicos comentarios de: “Con lo bien que estás
aquí con tu placita de funcionaria…”, que mi madre continuamente repetía (y todavía lo hace).
Ángeles Fernández
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Nunca había oído hablar de este programa hasta que un compañero de
colegio me habló de él. Inmediatamente me pareció una experiencia
interesante aunque, en cierto modo, una locura. Pero, sobre todo, percibí la
convocatoria de profesores visitantes en Estados Unidos y Canadá como una
oportunidad que se me presentaba y no podía dejar pasar. Ya que me lanzaba,
pensé que había que ir a por el que para mí era el pez gordo, es decir,
California.
Francisco J. Velasco
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En principio, decidí presentarme a la convocatoria de profesores visitantes porque
necesitaba un cambio en mi vida personal y profesional, pero sobre todo profesional. Antes de
venir a California, había estado trabajando en Dinamarca durante un par de años, y después,
durante una buena temporada, en un colegio privado en las afueras de Madrid. Todo me iba
bien, la verdad, comparado con otras compañeras y compañeros que habían finalizado
conmigo la carrera (Filología Inglesa), y quienes se encontraban en situaciones laborales
pésimas. Aún así, yo quería cambiar de trabajo e intentar encontrar un colegio en el que se
reconociera más mi labor educativa.
Llevaba ya un par de años oyendo hablar de este programa y, de hecho, un año antes
de venir a California, me presenté a una entrevista para el estado de Nueva York, pero no
quedé contenta. Posiblemente yo tampoco les parecía una buena candidata a los
entrevistadores porque recuerdo que buscaban profesores de Matemáticas y Ciencias, cuando
yo soy de letras puras. El caso es que en el curso 2000-2001, decidí prepararme e ir a por todas
en California. Esta vez sí, todo salió bien.
Gloria García
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El verano anterior a mi incorporación, estuve de vacaciones visitando a un amigo en
Walnut Creek, una ciudad muy cercana a San Francisco, en donde ahora vivo. También visité
a una amiga que ya pertenecía al programa, y que me animó a presentarme a la siguiente
convocatoria del Programa de profesores visitantes bilingües. Me gustó mucho toda la zona de
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
la Bahía, y la idea de venirme a vivir aquí empezó a apoderarse de mí, cada vez con más
fuerza, tras mi regreso a España.
Nunca antes había vivido en un país extranjero, y la decisión
no fue nada fácil. En Canarias yo era directora en una escuela pública
y tenía mi casa, mi familia y todos mis amigos. Aún así, tomé la
decisión de darle una oportunidad al destino. En Julio del año
siguiente estaba camino a California, con dos maletas, un gran deseo
de aventura y el temor natural a lo desconocido, como únicas
pertenencias.
Candelaria Pérez
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Todo empezó hace cinco años. Cuando estando finalizando
los estudios de Máster, llegó a mis oídos la convocatoria de
profesores visitantes españoles para Estados Unidos y Canadá.
California siempre había estado presente en mi imaginario personal
como un territorio de aventura y oportunidades, por lo cual la
decisión fue bastante fácil para mí.
Carlos Bover
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Yo me presenté a la convocatoria publicada en diciembre de 1985 para trabajar en
Nueva York porque el único trabajo que me ofrecían en Madrid eran sustituciones en
educación especial. No fui seleccionada para Nueva York, pero en junio 1986 me invitaron a
venir a California. Tras una entrevista con un representante del Departamento de Educación de
California en Sacramento fui seleccionada para venir a Los Ángeles a finales de Julio.
Después de dos meses de visitas, casi diarias, a la oficina de Cooperación Internacional en
espera de la visa de trabajo, llegamos a Los Ángeles el 12 de Octubre de 1986 con visado de
turistas.
Para la narración de todas las peripecias acontecidas a partir de esa fecha
necesitaríamos una publicación con un número de páginas muy superior.
María Luisa Pérez
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En España impartía clase de ingles a chavales de secundaria y quería mejorar mi inglés
y tener la oportunidad de hacer un Máster en una universidad americana. Así que me presenté
a las plazas convocadas a través del BOE pensando que un añito en Estados Unidos no me
vendría nada mal.
Recuerdo que tomé el tren en Llodio una noche después de salir de mi trabajo en una
academia para ir a Madrid y presentarme a las pruebas del ¨mini CBEST¨ y las entrevistas
correspondientes. El nerviosismo se hizo presente al encuentro con mis nuevos compañeros y
ya amigos. En mi memoria guardo muy bien el momento en que me ofrecieron una plaza para
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
venir a Los Ángeles y la sensación de algo irreal, a la vez que atrayente. A mis 24 años, una
cosa así era algo muy novedoso y aventurero. Mi mente empezó a discurrir de manera
trepidante, y sentí, muy sutilmente, que algo muy especial estaba por suceder.
Elena Marqueta
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Me presenté a la convocatoria principalmente movido por una
curiosidad hacia la cultura americana, y por ser ésta una de las mejores
formas de perfeccionar el idioma inglés. Junto a ello, se me ofrecía la
oportunidad de hacer lo que más me gusta: impartir clases.
Diego Serón
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Me incorporé en el programa de profesores visitantes en
Septiembre de 2002. ¡No me puedo creer que hayan pasado ya 4 años!
Antes de venir a trabajar a California viví en Granada (Andalucía), y
como buena aventurera, anteriormente había pasado un verano en
Lisboa, otro en Berlín y mi adolescencia en Lorca (Murcia). Ah!! ¡Y
soy nacida en Valencia!
¿Por qué decidí presentarme a la convocatoria? Bueno, pues por mejorar mis destrezas
como docente y, también, por la experiencia de vivir en otro país y perfeccionar el lenguaje.
No hay nada como vivir lejos de tu ambiente durante una temporada para enriquecer tus
vivencias personales y conocer otras culturas.
Marga Martínez
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Una vez finalizados mis estudios universitarios en Málaga
(Filología Inglesa e Hispánica), mis ambiciones y sueños iban más
allá de preparar unas oposiciones y seguir viviendo con mis padres.
Así que tomé otro rumbo, otra alternativa, y cambié mi destino. Todo
comienzo, en cualquier área de la vida, implica esfuerzo personal,
sacrificio y, a menudo, sufrimiento, pero con el tiempo encuentras el
fruto deseado, es decir, la experiencia y el respeto de los que te rodean en el día a día.
Carmen Gutiérrez
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Es difícil saber por qué se presenta uno a este tipo de convocatorias.
Al menos para mí, es una de las preguntas más difíciles de responder. Y los
americanos para eso son bastante curiosos, casi el 99% me ha preguntado
por qué estoy aquí. Supongo que es una especie de gusanillo que algunas
personas tenemos, que nos vuelve inquietos cuando llevamos mucho tiempo
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
en un mismo sitio, y nos incita, a estas alturas de la vida, a seguir buscando nuestro sitio en el
mundo.
Yo, simplemente cursé los papeles de la convocatoria por si acaso, pero suponía que no
iba a ser seleccionada. Pero luego, cuando entras en la dinámica de los exámenes, y pasas las
entrevistas, te ilusionas y...casi sin darte cuenta, te encuentras en un avión rumbo a lo
desconocido. Cuando te paras a pensar ya te encuentras a muchos kilómetros de tu casa y sin
saber muy bien si te lo has pensado bien. Pero el tiempo pasa y rápido, aprendes, y claro que
terminas dándote cuenta en dónde estás.
Mónica Fernández
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La primera vez que me presenté a la convocatoria de profesores visitantes fue porque
quería venir a trabajar a California de maestra. Me llamaba mucho la atención venir a vivir
aquí y conocer desde dentro una cultura que me resultaba familiar en España a través de las
películas y series de televisión.
Elisabeth Ariztoy
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Yo me presenté a la convocatoria por varias razones, a pesar
de haber oído opiniones poco alentadoras respecto a las escuelas. Vine
con mi marido y mi hija. El principal motivo fue que los dos
queríamos que nuestra hija llegase a ser bilingüe en español e inglés.
Para ello, la mejor manera era plantearnos vivir en Inglaterra (de
donde es mi marido) o, alternativamente, en USA. La oportunidad
surgió en Estados Unidos, por lo que aterrizamos aquí. La segunda gran razón es que yo ya
estaba un poco cansada de la rutina de mi trabajo en mi Instituto en Madrid. Necesitaba
experiencias nuevas, por lo que, tras pensarlo mucho, decidimos venir por un año y probar una
nueva experiencia en América.
Natividad García
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El verano de 1990 hice un recorrido por México y Estados Unidos.
Una de las ciudades que visité fue Los Ángeles. Una amiga de
Universidad había sido contratada como profesora visitante y residía aquí.
Después de mi viaje y tras conocer la ciudad decidí presentarme a la
convocatoria anual. Estaba ilusionada con venir a California, ya que
siempre me ha gustado viajar, conocer otras culturas y otras gentes. Pero,
a la vez, me asustaba tener que conducir en una ciudad como ésta, con un
tráfico monstruoso y un sistema endiablado de autopistas (los famosos
freeways).
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Cuando fui seleccionada para el programa de profesores visitantes me olvidé de mis
temores iniciales y empecé con ilusión a empaquetar mis trastos, mi ropa, mis libros y los
cuadros del piso que tenía en Madrid para ponerlos a buen recaudo, durante un año en casa de
mis padres en Soria. A partir de entonces comienza otra historia.
Isabel Sanz
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Tenía 29 años y quería viajar, conocer el mundo y disfrutar de nuevas experiencias.
María Castaño
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Decidí participar en el programa de profesores visitantes para poner no sólo tierra, sino
todo un océano entre mi ex y yo.
Carmen Crespo
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Relato # 2
Fui a Los Ángeles para seis meses y me quedé durante diez años
No recuerdo ahora mismo si el texto exacto era así, porque hablo de memoria, pero, si
no contenía tales palabras, sí que puedo asegurar que era muy parecido. Esas líneas,
acompañadas de una sonrisa escéptica y de un mental “sí, seguro, como que las cosas
funcionan así” fueron mi primera introducción y mi primera reacción, respectivamente, a lo
que iba a constituir mi personal aventura americana. Esa frase aparecía en el primer capitulo
de una guía de Los Ángeles que había escrito una tal Obiols y que yo me había comprado en
Soria con la intención de leerla antes de venir a Los Ángeles aunque, naturalmente, ni siquiera
la había abierto durante el verano. Ya en el avión de Iberia, aburrido después de no se cuántas
horas de viaje no tenía otra cosa que hacer y me puse a ver que se podía hacer en la ciudad en
la que iba a pasar un curso escolar como maestro. Eso fue en 1989. Diecisiete años después
tengo que reconocer que, si me encontrara a la tal Obiols, le pediría disculpas. Aquella ciudad
sin alma, con problemas de tráfico, tan distinta a las ciudades que nosotros conocíamos de la
que se hablaba en su libro ha sido mi casa desde entonces. Diecisiete años durante los que la
he echado de menos cuando estaba en España mientras llegaba a odiarla cuando, sentado en
trafico, estaba aquí. Diecisiete años a través de los que la he visto crecer, transformarse y,
como les gusta decir a los americanos, reinventarse constantemente. Diecisiete años durante
los que he disfrutado de sus museos, conciertos, parques naturales, playas, desiertos y
montañas. Diecisiete años durante los que he educado a varios de sus habitantes. Diecisiete
años que me han permitido llegar a ser exactamente lo que quería ser. Diecisiete años, en
suma, que me han formado personal y profesionalmente y que han hecho, aún sin saber lo que
pasará en el futuro, saber con seguridad que siempre me acordaré de ella.
La verdad es que yo lo tenía fácil en España antes de venir. Como profesor funcionario
enseñaba mis dieciocho horas de inglés en un instituto de Tarragona, mi particular
Disneylandia mediterránea: ciudad pequeña, tranquilidad, playa, buen tiempo, los viernes a
Salou con los amigos,… hasta que un día vi una convocatoria para profesores visitantes en las
oficinas del Ministerio que contenía la palabra mágica: California. La convocatoria ofrecía la
posibilidad de visitar uno de los países a los que yo siempre había querido ir, junto con Canadá
y Australia, en condiciones envidiables: no sólo trabajando, viviendo allí y cobrando más
dinero sino además estando en servicios especiales en España, con lo que no perdía mi
destino, me seguían contando antigüedad y me pagaban los trienios. Como no tenía nada que
perder, me presenté a las pruebas y, tras ser seleccionado por el distrito de Los Ángeles con
otros treinta y cinco colegas, empecé a trabajar en una escuela elemental de East LA.
Sheridan Elementary fue durante ocho años mi destino como maestro y el primer
lugar, tras varios años en la profesión, en el que me sentí realmente querido por mis
estudiantes, apreciado por sus padres y respetado en la comunidad. Allí comencé también a
interesarme por el bilingüismo, el aprendizaje de idiomas y la inmigración, al ver las
necesidades educativas y materiales de mis niños, mis pollitos, como les llamábamos otro
compañero y yo, porque siempre estaban pegados a nosotros. En realidad, tengo que reconocer
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
que los niños fueron la razón por la que me quede aquí y por la que decidí continuar
formándome profesionalmente: para poder ayudarles a ellos y a otros como ellos en el futuro.
Todavía recuerdo muchos de sus nombres, pero lo que sin lugar a dudas ha permanecido más
que nada en mi memoria son sus ojos, unos ojos grandes y oscuros que me venían a la cabeza
cada vez que preparaba las lecciones que les iba a enseñar entonces y que me vienen a la
cabeza ahora cada vez que hablo de adquisición de otros idiomas con mis alumnos en la
universidad. Pienso en sus ojos porque me recuerdan las historias que me contaban, lo que les
gustaba aprender y sus caras de miedo cuando les leía Goosebumps o de felicidad cuando
celebrábamos mi cumpleaños. Pero, sobre todo, porque me recuerdan el cariño que me dieron
y que me hizo volver a valorar el ser maestro.
Francisco Ramos
Profesor Visitante en LAUS desde 1989 hasta 1997.
Actualmente es Full Profesor en Loyola Marymount University – Los Ángeles
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2. Primeras impresiones
1. En Madrid:
Cuando al terminar las entrevistas personales en un hotel de
Madrid el representante del distrito de Oakland me señaló con el dedo,
no me lo podía creer. Hasta ese mismísimo instante no me había
tomado realmente en serio la idea de irme a Estados Unidos a dar clase.
Lo noté porque hasta entonces no me había puesto nervioso, pero desde
ese preciso instante, me empezó a entrar un gusanillo por el cuerpo que
ya no se me quitaría hasta bien entrado el curso en California.
Francisco J. Velasco
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Especialmente interesante, fueron las pruebas de selección. Éramos masas pululando
por el ministerio… piensas que va a ser imposible que te den la plaza pero ahí te ves,
charlando con la gente y haciendo nuevas amistades mientras controlas la tensión del
momento. Pasas las pruebas escritas y la prueba oral de idioma con Edda Caraballo, la
delegada americana; ya queda menos para encontrarse personalmente con los directores de las
escuelas americanas. Me entrevisto con Rudy Herrera, del distrito de Franklin McKinley, San
José, California. Ese día contrató también a Susana Hernández y a Fernando Navarrete. En
otros dos días contrató al resto del grupo. Al principio el nombre del distrito y de la ciudad no
te dice nada, pero te lanzas a la aventura con los ojos cerrados, sin saber lo que cobras ni nada,
firmas un contrato donde te comprometes a incorporarte al distrito escolar para el próximo
curso.
Cristina Espín
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Aún recuerdo el momento en que, ya en Madrid, en aquel gran
salón de butacas desordenadas de un hotel donde tenían lugar las
maratonianas entrevistas, pude oír las palabras “P.L.Ch., estás
contratado”. Ese momento no sólo cambiaba mi vida sino que, lo que
lo hacía más emocionante, es que yo era consciente de que mi vida, no
sólo mi nombre, cambiaba radicalmente a partir de ahí.
Pedro López
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Rondaba el 89 cuando por primera vez me llegó la
convocatoria de Profesores Visitantes para California y Canadá,
entonces un programa poco conocido en España y reservado para
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
contados aventureros. Yo, siendo fiel a un imaginario California Dreaming colectivo, probé
fortuna por primera vez. Pero, mi escasa experiencia docente imposibilitó mi selección.
Afortunadamente, fue en el 94 cuando ya con más puntuación y méritos fui aceptado para
enseñar en East Palo Alto, California.
Carles Diego
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Recuerdo con especial emoción el día en que llegó el mensajero
motorizado con el visado J1 en sus manos. Ese día sentí la emoción y
el nerviosismo ante la nueva aventura que está a punto de comenzar y
que no se sabe muy bien cómo va a finalizar.
Mónica Fernández
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2. Al llegar:
Al principio muchas cosas me llamaron la atención, no entendía demasiado a los
lugareños que, sin embargo, sorprendentemente, parecían entenderme (va a resultar que aquel
curso de mímica sirvió para algo…). Todo era enorme, desde los vasos de café a las plazas de
parking pasando por las raciones de patatas fritas y las zapaterías.
Venía de Barcelona, pero me sentía como el mismísimo Paco Martínez Soria cuando
emigró a la capital. Los coches automáticos, las tiendas abiertas los domingos, las casas de
palitos, como la del cerdito mediano, todo era sorprendente; algunas cosas aún hoy lo siguen
siendo. Me maravillan los teléfonos gratuitos (1-800) de ayuda al consumidor, y los echo
mucho de menos en mi propio país.
Rosa Lara
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Recuerdo con añoranza cómo me chocaban tantísimas
cosas de la vida en Estados Unidos. Lo grande que era todo: las
carreteras, las distancias, las raciones de comida, los minutos de
una hora… En el cole me llamaban mucho la atención las
diferentes festividades que se celebraban, el horario tan distinto al
de España…
Y al principio sobre todo me llamaban la atención las rutinas, rutinas para todo: para
ponerse en fila, para caminar hasta la cafetería, para ir al baño, para mandar callar a los niños,
para la dinámica de clase; La cantidad de papel: tests, avisos al profesorado de la escuela,
informes, notas, fichas de trabajo... Lo alegres y simpáticos, al menos en la superficie, que se
mostraban todos, preguntando a todas horas que cómo estaba. De todo ello, con lo que me
quedo especialmente es con la imagen de mis niños hispanos y sus familias, terriblemente
dulces, educados y cariñosos.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Con el paso del tiempo, todas esas cosas no me chocan tanto, como es lógico, y en
cierto modo echo de menos aquella de sensación de que con frecuencia me pasaban
acontecimientos curiosos e interesantes, y de que cada día era siempre tan distinto al anterior y
al siguiente.
Pero lo vuelvo a vivir a través de los ojos de los compañeros que llegan cada año y que
se enfrentan a todo aquello por lo que todos pasamos al principio. Y me encanta rememorarlo.
Susana Fernández
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Lo que más me llamó la atención la primera vez que llegué aquí
fue lo extremadamente hospitalarios que eran los americanos,
ofreciéndonos sus casas para quedarnos hasta que encontráramos algún
lugar para alquilar, invitándonos a fiestas y comidas familiares sin tan
siquiera conocernos, etc.
Elisabeth Ariztoy
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Nunca olvidaré que cuando llegué al aeropuerto una señora enviada por mi distrito, me
estaba esperando y me ayudó muchísimo en mis primeros días. En aquellos tiempos el
Consulado de Educación tenía la norma de “ya saldrá a flote” y si te vi no me acuerdo. ¡Qué
diferencia con los profesores que vienen hoy en día! Se les orienta, se les da un cursillo de
adaptación, otro de acogida… ¡Ojalá hubiera tenido yo sólo parte de esa ayuda!
Carmen Crespo
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Recuerdo que veía a la gente bastante obesa y mal vestida. Quizás porque estaba
acostumbrado a la imagen que se nos inculca en las películas o quizás porque estaba
acostumbrado a la gente más delgada que produce la dieta mediterránea. También me
sorprendió la cantidad asombrosa de recursos disponibles en las escuelas.
Fernando Durán
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La forma de conducir, con ese giro a la izquierda en medio de
la calle, y el giro a la derecha con el semáforo en rojo, la cantidad de
hispanos y nombres de las calles en español, el que no hubiera aceras,
la amabilidad y eficiencia de los camareros y lo que se podría llamar
en algunos casos el servilismo de algunos empleados de supermercado
o de discotecas/clubs (le pagaban a una persona en el cuarto de baño
para darte unas gotas de jabón y... conversación), los “cajeros-amigos” de Trader Joe’s, los
zapatos de tacón hasta en la playa, el individualismo de los americanos y lo difícil que es
establecer una relación con compañeros después del trabajo, echar una carta al buzón desde el
coche, su puritanismo sexual (me llamaron la atención en un middle school porque parts of
your skin could be seen –el ombligo-), el fanatismo religioso de cualquier hombre corriente, el
hecho de que sea el único país que he visto dónde todavía se construyen iglesias.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
El sabor a canela hasta en los chicles, la ignorancia tremenda de muchos americanos
sobre el mundo (“¿de verdad que Indiana Jones no existió?”), el que no haya noticias de
verdad en la tele, sólo persecuciones y el tiempo con presentadores modelos, la capacidad
infinita para el trabajo de los americanos, los libros de texto de los institutos: caducos,
arcaicos, obsoletos, aburridísimos, enormes, antipedagógicos..., la superioridad intelectual
asiática del alumnado, el horror a que te toque una clase con mayoría de negros, que no se
pueden estar quietos ni dormidos, la soltura de los estudiantes para hablar en público, la
presencia de los militares en las escuelas, el que casi todo el mundo, de una forma o de otra,
tenga algo que ver con el cine, el que sea imposible encontrarte con un amigo por casualidad
en la calle y que los únicos centros de encuentro “sociales” sean los malls, el que no haya
veranos como en España, con vacaciones o de viaje, y que los españoles “ceceamos” cuando
hablamos español (you have that “lisp”) …
María Eugenia Azagra
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Mi primera impresión al llegar a Los Ángeles fue la de enfrentarme
a una ciudad inmensa, llena de carreteras y coches por doquier y un
entramado de calles interminable. Es una ciudad difícil para el turista pero
muy interesante para el que vive en ella durante un plazo de tiempo dada
su rica variedad cultural y lugares para visitar.
Rafael Gómez
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Yo traía muchas dudas conmigo, pensando que tal vez no habíamos tomado la decisión
adecuada. Pronto supe que no, aunque no me ayudó a ello la primera impresión de la ciudad
de Los Ángeles, tan fea y tan sucia como su extensión. Recuerdo el trayecto desde LAX a
nuestro motel. Nunca lo olvidaré, yo no decía nada pero pensaba: ¿Por qué hemos venido
aquí? Esa misma pregunta me la hacía 2 meses después cuando ya estaba en Westchester.
¿Nos hemos equivocado? La respuesta, ahora, es claramente: “NO”. Me alegro, y me alegraré
siempre, de haber tomado la decisión de embarcarme en esta aventura.
Natividad García
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Mi primera impresión cuando llegué a California fue que todo era muy grande. Las
carreteras, los coches, y hasta los platos de comida eran inmensos. Claro que, viniendo de una
pequeña isla, no es extraño.
Algo que también me impresionó fue encontrar tantos latinos
viviendo aquí. ¡Qué alegría escuchar español de vez en cuando! Yo
pensaba que sabía Inglés…., pero cuando llegué, tardé varios meses en
adaptarme al Inglés americano. Esta parte no fue fácil. Cada día me
dolían las orejas de la fuerza que hacía para entenderles.
Candelaria Pérez
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Recuerdo, como de película, que nos recogió en el aeropuerto un autobús escolar
(Yellow Bus) y nos llevo hasta Anaheim a un hotel con sus palmeritas, piscina y jacuzzi, justo
enfrente de Disneyland. Claro que la honey-moon se acabó en una semana y después nos tocó
estar de prestado en casa de los afortunados que habían llegado en agosto y ya estaban
instalados y trabajando.
María Luisa Pérez
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Al principio, todo me parecía muy grande: las carreteras (aunque te sorprende que no
sean tan buenas como imaginabas), los coches, los camiones, las casas… todo es grande.
Luego, con el tiempo, las cosas entran dentro de la normalidad, porque uno se habitúa a verlas.
También llama la atención que en España, como en casi todo el mundo, se tiene la
impresión de que esto es primer mundo. Pero, en realidad, no lo es. Hay cosas verdaderamente
sorprendentes, que hacen que te des cuenta de que lo que consideramos tercer mundo o primer
mundo es tan solo una creación artificial.
Mónica Fernández
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Me quede impresionada por la imagen nocturna de Los Ángeles desde el avión cuando
estaba a punto de aterrizar. Parecía sacado de una película de ciencia-ficción.
María Castaño
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Relato # 3
Mucho más que una película
(La Conexión Hollywood – Almodóvar – Banderas)
Regreso de celebrar junto con otros profesores españoles los 20 años del Programa de
Profesores Visitantes. Mientras conduzco, pienso en el largo camino recorrido por el
programa, en el constante apoyo del equipo de la Agregaduría, que ha logrado ese difícil y
perfecto equilibrio entre calidad profesional y humana, y en la presencia constante de Edda
Caraballo.
Reflexiono sobre la experiencia única de estar con un personaje que para mí es
histórico, por su larga carrera profesional, altura y significado: nuestro Cónsul Inocencio
Arias, (¡qué lujo poder disfrutar de su conferencia!) que ha abierto de nuevo su casa para
nosotros, mostrando claramente su talante.
Hollywood… Sunset Bulevard… Berverly… Rodeo Drive… una vez más, tengo esa
sensación, dejá vú, de estar viviendo mi película americana.
Mientras tarareo Go West, recuerdo aquel interminable vuelo a Los Ángeles: ilusión,
temores, nervios. Nos conocimos en el avión y se estableció el primer círculo de amigos, de
compañeros.
Inicié el viaje como tantos otros “inquietos”, con los ojos llenos de estrellas, una
imagen especial del Tío Sam, o simplemente en busca de horizontes lejanos. En mi caso, mis
alumnos me hicieron ver que la cultura americana permeaba más y más sus vidas. Yo tenía
que ver de primera mano, el sueño americano.
Tengo una tirada larga de coche en esta jungla de atascos y autopistas y me permito
disfrutar con los ´flashbacks´ de la cinta.
Surferos, palmeras… Penélope Cruz y Antonio Banderas… Disneyland de sueños y
sequoias de mis antiguos libros de escuela; Halloween… los Universal, el pavo… Martin
Luther King, Elvis, Blue Hawaii, Palm Springs, Las Calles de San Francisco, CSI Miami…
New York… Las Vegas…
Recuerdo los años de Universidad: viernes, nuevo estreno en el cine de barrio, la
constante de la bandera…el multiculturalismo, El Gran Gastby, el debate entre el melting pot y
la ensaladera americana…
El clímax en la trama argumental de estos años sucedió la mañana en que nos despertó
el horror de las Torres Gemelas. Aquel 9/11 que marcó el antes y después de la historia
reciente de este país. Fue entonces cuando plenamente entendí los colores y el ´United We
Stand´: cuando todos los templos e iglesias de mi zona permanecieron abiertos día y noche
para cualquier persona que necesitara apoyo o consuelo, que buscara paz interior… para todos,
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
sin distinción de edad, raza, credo. Una piña. Algunos me dijeron que me había americanizado
demasiado, tal fue el impacto. Meses después, el dolor de Atocha. Surgió una nueva conexión
y entendimiento, se produjo un cambio en la mirada.
Road movie. Carretera y manta.
Pienso en los pioneros, en los que nos quedamos y los que se marcharon…en los que
han de venir. Vivimos todas las etapas típicas: aventura e ilusión, conflicto e impotencia,
supervivencia, aclimatación. Finalmente instalación y (a veces) asimilación. Sonrío pensando
en las películas del oeste, en las clásicas películas de amor y lujo, en el chico-conoce-chica…
Algunos días Almodóvar se instala en mi vida, cuando el trabajo intenso y el papeleo
desbordante me ponen al borde de un ataque de nervios. ¿Dónde está el glamour del Shrine
Auditorium? ¿Quién se llevó mi Oscar? ¿Qué hace una chica como yo en un sitio como éste?
El surrealismo daliniano se produce con frecuencia por el choque cultural y lingüístico,
motivo de risas cuando nos juntamos los españoles y compartimos anécdotas e historias ¡cómo
no! en torno a la mesa. Adiós a la fast food, al taco y a la hamburguesa: bienvenidos apreciado
jamón, vino, tortilla y cerveza.
Me adelanta un coche de la policía de autopista. Se oye un helicóptero y se ve un
foco…Empiezo a estar cansada del coche. Se resiente el cuerpo como con aquellas sillas duras
del cine de verano: bocadillo, cojín, cambio del rollo y visita al kiosko a por pipas. Cinema
Paradiso.
¿Un Paraíso?… Hay morriña de la familia, de la tierra, de la buena vida en España.
Sin embargo, el conocimiento directo de la cultura y el sistema educativo, la apertura
de mente, la experiencia de la diversidad, las relaciones y el crecimiento personal son
irreemplazables. Profesionalmente se adquieren conocimientos, estrategias, hábitos que
permanecen con nosotros. La labor que realizamos con nuestros estudiantes y sus familias y la
calidad de nuestra enseñanza confirman nuestra presencia día a día. El dar a conocer España,
que no está allá abajo, desmitificando, deconstruyendo estereotipos y estableciendo puentes
entre culturas, hace que la experiencia del programa sea mucho más que un sueño o una
película…
Recuerdo Spanglish, sonrío y canto: “Amigos para siempre, will you always be my
friend…?” A fin de cuentas, por encima de lo español, americano, cubano, filipino,
mexicano…encuentro lo humano.
Maria Violeta Alarcón Martínez
Desert Sands Unified School District
1998-2007
Murcia
29
_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
4. Los primeros pasos
Recuerdo llegar a Los Ángeles un 28 de agosto de 1988. No
conocía a nadie, pero al llegar a LAX nos juntamos un grupillo que
veníamos en la misma aventura. Un autobús escolar amarillo del
distrito de Los Ángeles nos recogió del aeropuerto y nos llevó a
unos apartamentos que habíamos apalabrado en la entrevista en
Madrid.
Recuerdo como si fuera ayer la impresión de alucine cuando vi la cantidad de luces
que se veían en Los Ángeles. Recuerdo pensar que la vista desde el avión era como una Vía
Láctea. Recuerdo lo grande que me parecía todo. Los coches eran grandes, las autopistas eran
grandes con múltiples carriles y todos estaban llenos. Recuerdo la sensación de pueblerina al
verlo todo. Parecía que estaba más en una peli que en la realidad.
Recuerdo el primer día, levantarnos en un lugar nuevo, desconocido y rodeado de
nuevas amistades. Recuerdo volver al autobús escolar y pasar el día haciendo papeles en el
distrito. Quizás eso fue uno de los peores momentos. Había tantos términos, tantas palabras
que no entendía tantas siglas. Parecía que nunca llegaría a dominar todas esas siglas
desconocidas llenas de palabras desconocidas para mí. Tantas cosas que recordar, tantos
papeles que firmar... Recuerdo la sensación de inferioridad cuando me pesaron, me midieron
me hicieron un pequeño chequeo, y firme unos cuantos papeles mas. Adónde nos habíamos
metido. Cada noche al llegar a los apartamentos cambiamos impresiones, discutíamos la
incertidumbre de todo lo que nos rodeaba y a veces nos sentíamos desilusionados y bastante
cansados. Pero siempre estaba el chistoso y las aventurillas de cada día para animar al
personal.
Elena Marqueta
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En agosto de 1991 llegué a Los Ángeles, a la gran aventura. Quería conocer mejor la
ciudad, quitarme esa primera impresión de ciudad gris, inmensa, donde las calles eran para los
coches, no para las personas. Me instalé en Korea Town en el apartamento de mi amiga. Su
roommate se marchaba para España y estaba buscando a alguien. Por las noches no se podía
dormir muy bien; con el calor había que abrir la ventana de par en par y los ruidos de los
fuegos artificiales se sucedían noche tras noche. En la escuela también se oían fuegos
artificiales y no dejaban salir a nadie del recinto. Yo no entendía a que se debía tanta fiesta y
tanto jolgorio, y luego decían que a los españoles nos gusta la juerga. Cuando pregunté el
porqué de tanto alboroto aprendí algo nuevo, no tiraban cohetes, eran las balaseras, como en
cualquier película del oeste que se precie, que para eso estamos en Hollywood. Yo por lo
pronto opté por mudarme al lado oeste de la ciudad, a Westwood, que parecía más tranquilito
y las señoras no salían con bates de béisbol a los aparcamientos a esperar a sus medias
naranjas, con lo que te ahorrabas algún infarto que otro.
Isabel Sanz
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Llegamos un buen grupo de profesores, seríamos como 15. Al principio fue durillo:
pasamos una semana en un motel, una habitación enana para 4 de nosotros con las maletas,
donde era complicado no pisar algo.
Llegamos a San José, con el boom tecnológico del Silicon Valley y era
complicadísimo encontrar una casita de alquiler. Salimos en el periódico local, con fotos y
todo, Cruz López, Susana Fernández y yo “maestras de España buscan alojamiento”, incluso a
Araceli la entrevistó la televisión, muy cómico.
El distrito se movilizó. Empezaron las llamadas de otros maestros-as a la oficina de
Human Resources, ofrecían mobiliario, camas, sofás,… de todo. Yo devolvía algunas
llamadas, reservando cosillas para cuando tuviera mi morada. Pasó un mes, mis maletas iban
en el coche de un amigo de Dori López, yo de mudanza contínua con una mochila y mis
enseres básicos, un día aquí otro allá. Las maestras veteranas, especialmente Pilar Gutiérrez,
Roser Sauleda y Juani Pino del distrito también se portaron muy bien, nos enseñaban la zona y
nos ayudaban a manejarnos por la ciudad, a comprar coche, etc. Yo lo compré en Ben, el car
dealer que cuenta con coches de segunda mano pero que me dio un resultado excelente.
Por fin entramos en la casa, donde pasaría 3 años. El distrito nos ayudó muchísimo, se
portaron muy bien, les apenó mucho la situación por la que tuvimos que pasar. La casa muy
chula, chaletazo con jardín, compartida con otras dos maestras, nos resultó una magnifica
adquisición, pronto sería centro de reuniones varias para los españoles de la zona.
Cristina Espín
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Una vez en Oakland, California, todo se desarrollaba muy rápido, el ritmo era
frenético, había muchísimo que hacer. Nada más llegar empezamos con los cursos de
adaptación, a lo que se añadía la necesidad de buscar apartamento, comprar muebles, abrir una
cuenta bancaria, el coche, el teléfono, el carné de conducir… la lista era interminable.
David Callejón
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La primera vez que llegué aquí en el 99, fue una experiencia
increíble, no sólo por lo que significa enseñar en este estado sino
porque tan sólo éramos un puñado de profesores españoles en este
país. Fue memorable la solidaridad que teníamos en aquel entonces
los unos con los otros y las amistades que hicimos, no sólo entre
nosotros los profesores, sino con todos los que trabajaban en la
agregaduría del consulado, ya que éramos una pequeña familia y todos nos conocíamos por el
nombre.
Elisabeth Ariztoy
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Llegué el 27 de julio de 2004 a San Francisco International
Airport junto con otros siete profesores que también iban a trabajar en
Salinas. Al acabar los tres días de curso de acogida, los responsables
de recursos humanos del distrito nos vinieron a buscar a Oakland, todo
un detalle por su parte. Nunca olvidaré ese primer viaje por la 101
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
hacía Salinas. Sólo sabíamos que era una zona rural, aunque cercana a la bahía de Monterey,
donde yo ya había estado en mi visita a California. Estábamos llenos de preguntas. Pasado San
José parecía que se acababa la civilización. “Esto es Gilroy, famoso por los ajos”, nos
explicaban. “¡Qué interesante! Y... ¿Cómo es Salinas?”. “Muy tranquilo, estaréis muy bien”.
Realmente no mentían. Yo posteriormente hubiese usado probablemente la palabra aburrido,
francamente. Realmente cuando llegamos, un domingo, no había nadie por la calle. “¿Dónde
está la gente?” “En su casa, arreglando el jardín o algo por el estilo” “¿No pasean?” “Por el
mall (centro comercial)” “¿Por qué no pasean por la calle, ¿Es peligroso?” “No, no. Bueno
sólo por el este a ciertas horas” “¿Por dónde cae mi escuela?, se me ocurrió preguntar. “Por
allí”, me contestaron señalando al este.
Jordi Iglesias
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Recuerdo la ansiedad y la ilusión con la que todos llegamos, la
manera en la que todos los nuevos profesores en el Holy Names
College compartíamos la información que cada uno iba aprendiendo
con el ánimo de ayudarnos unos a otros. Una vez llegamos a Napa,
recuerdo con especial como el distrito escolar se volcó con los cinco
profesores que veníamos. Al día siguiente de llegar, ya teníamos una
casa, nos ayudaron a conseguir medios de transporte, a buscar el mejor
seguro, a conectarnos a Internet… Íbamos a los garage sales con la jefa de recursos humanos
y ella nos presentaba a todo el mundo diciéndoles que acabábamos de llegar y necesitábamos
amueblar las casa. La gente aparecía por nuestra casa con sillones, lámparas, mesas, sillas,
sábanas, toallas y, hasta a veces, nos dejaban cajas con verduras de su jardín. Recuerdo que
nos parecía increíble que la gente se volcara con unos desconocidos. Ahora lo comprendo
todo. En esta comunidad tan pequeña aprecian a los que se encargan de la educación de sus
hijos.
Esther Colorado
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Ciertamente pensaba que el comienzo sería muy duro por el
lenguaje, la diferencia cultural, vivir tan alejado de la familia y en un
país extranjero…, pero pronto me di cuenta de que no sería tan difícil.
La gente nos ayudaba en todo lo que podía y los españoles que
vinimos estábamos juntos para podernos echar una mano.
José Suárez
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Llegué de noche al aeropuerto, así que todavía no pude
crearme ningún juicio sobre las nuevas tierras visitadas. Cuándo salí
de Holy Names, tras un par de días “enclaustrado”, me preguntaba si
realmente no me había equivocado y estaba en el que se presupone
como el país más avanzado del mundo. Sobretodo, me intrigaron los
automóviles, no sólo su tamaño big size, sino el milagro de que
pudieran circular sin romperse a trocitos.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Los primeros días, se me hicieron muy duros. Todo eran contratiempos, y te sientes
como en un círculo vicioso. Tienes que ir a por tu Social Security Number, pero sólo puedes ir
en coche. Miras coche, pero todavía no tienes ID. Te intentas sacar el ID, pero una señorita
poco amable en la DMV te dice que no puedes, porque no tienes SSN. Total, que no te queda
otra que depender de la buena voluntad de los veteranos o de aquellos que estuvieron más
aplicados que tú, y te dan un ride a los diferentes sitios que necesitas y eso sí, surge un vínculo
muy “especial” con algún ordenador de la sala de informática del “HN” que te ofrecerá su
apoyo en forma de web “www.craigslist.com”.
Así, que a lo que te quieres dar cuenta empieza el curso, aunque ha pasado casi un mes
tú no te has dado cuenta, y sabes que al otro lado del puente está San Francisco, pero
básicamente porque te lo han dicho y tu avión aterrizó en ese aeropuerto.
Diego Serón
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Los 9 maestros que veníamos a Compton estábamos unidos
como una piña. Nos recogió en el aeropuerto un autobús escolar
amarillo y nos depositó en un motel con vistas a la intersección de
autopistas 91 y 710. Nos dijeron ¨estad preparados mañana a las 8 para
rellenar papeles en el distrito¨. Así lo hicimos, a las 12 todavía
estábamos esperando y buscando teléfono para averiguar por qué no
nos habían venido a recoger. Se habían olvidado de nosotros.
Yo me preguntaba a menudo ese primer año si estaba en EEUU o en un país perdido
de África. De todas formas ese primer año de viaje fue bastante bien con el grupo de Compton
y realmente el choque cultural no me golpeó hasta el año siguiente cuando me separé del
grupo español y me casé con un americano que hablaba con acento de Boston. Todavía
estamos juntos, pero al principio todos dudaban que duráramos mucho. Hay muchas mas
historias que son difíciles de olvidar y que me marcaron.
María José Carnicero
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Recuerdo mi primera impresión el 13 de Agosto de 2001, poco
después de llegar al aeropuerto de San Francisco, junto con otra
compañera también de Madrid. Cogimos un Shuttle para ir a Oakland,
porque al día siguiente empezábamos un curso allí. Al pasar por la parte
de abajo del Bay Bridge, vi la ciudad de Oakland a un lado y me asusté.
Todo me pareció enorme. Seguí sin salir de mi asombro cuando poco después fuimos a comer
a un restaurante, y me pusieron un plato tamaño bandeja, y un vaso tamaño jarra. Había oído
que las cosas eran grandes en América, pero nunca lo había visto tan de cerca.
Gloria García
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Así que si uno se pone a investigar el nombre de Palo Alto enseguida le viene en
mente la prestigiosa universidad de Stanford, y más cuando uno ve por TV las vistas aéreas
del extraordinario campus durante la celebración de los campeonatos del mundo de fútbol del
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
94. Pero, como en la mayoría de los casos del programa, las plazas se encuentran en barrios y
distritos pobres y marginados. Sólo habían pasado tres años desde que East Palo Alto fuera
conocido como la ciudad de Estados Unidos con más crimen por habitante, una distinción
nada alentadora.
Carles Diego
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Relato # 4
Cruzar el charco
Tras varios zumos de naranja, dos paseos al lavabo, tres películas americanas (para ir
entrando en situación) y un par de capítulos de la novela que llevaba en el bolso, mi
desesperación por no haber podido dormir ni una horita en todo el vuelo estaba a punto de
convertirme en la versión femenina del increíble Hulk. Miré a mi compañero de asiento no sin
cierta envidia: el angelito llevaba roncando más de la mitad del vuelo...
La cabeza me daba vueltas y los pensamientos cruzaban mi mente mas rápido de lo que
yo podía procesar. “¿Quién me manda a mí meterme en estos líos? Con lo bien que estaba yo
toda tranquilita en Asturias”. Las imágenes volaban en mi cabeza: Yo echando los papeles a
última hora, la prueba y las entrevistas en Madrid, todo un juego muy inocente, una opción
para el siguiente año que no acababa de creerme ni yo. Después, la sorpresa de mi madre.
“¿Que te vas a América? ¿Es que tú no te puedes ir a Inglaterra como la gente normal?”
Si es que mi madre tenía razón. ¿En qué estaba pensando? Irme a un lugar donde no
conocía prácticamente a nadie, a un nuevo trabajo, en un idioma que no era el mío… ¿Qué
pasaría si no me adaptaba a esta nueva vida? O peor: ¿Qué pasaría si los niños no se adaptaban
a mí? Por favor, que den la vuelta al avión que yo me voy para casa!!!
La voz del piloto interrumpió mi paranoia particular.
“Ladies and gentlemen in a few minutes we will arrive in San Francisco airport, where the
temperature is …”
Demasiado tarde. Mi miedo a los aviones acrecentó mi nerviosismo. Volví a abrochar
mi ya abrochado cinturón de seguridad, noté el sudor frío en las palmas de mis manos, busqué
algo que me mantuviera entretenida por los minutos que duraba el aterrizaje, vamos a ver…
ah, la ventana…concéntrate en un punto, recuerda que el avión es el medio mas seguro,
puedes volar tropecientos millones de veces sin que pase nada...Pero, ¿qué es ese ruidito?
Entonces lo vi: estaba atardeciendo en la bahía y la ciudad brillaba con las luces de los
edificios. El puente me saludaba con la intensidad de su color. Mi cuerpo se relajó. Las dudas
se disiparon. Todo iba a salir bien.
Patricia Fernandez Hortal,
Maestra bilingüe en Webster Academy
Oakland, California.
Profesor visitante desde 2002
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
4.
Síntomas de adaptación
Aunque mi intención inicial era quedarme un año y regresar después a España, al final
del curso comprendí (como casi todos mis compañeros de aquella “promoción”) que irme en
aquel momento significaría tirar por la borda el gran esfuerzo de adaptación realizado que por
fin parecía empezar a dar sus frutos, por lo que decidí continuar un año más. Y así, poco a
poco, curso a curso, hasta casi ocho años. Para algunos familiares y amigos en España
resultaba poco menos que incomprensible que decidiera quedarme una y otra vez, sobe todo
cuando les hablaba de las muchas dificultades por las que teníamos que pasar (especialmente
al principio), el alto nivel de exigencia y la gran cantidad horas que dedicaba a mi trabajo. En
ocasiones, ni siquiera yo mismo entendía las razones que me llevaban a continuar. Y sin
embargo, cada vez me sentía más cómodo en el trabajo con mis colegas americanos, y más
involucrado en la vida de las escuelas en las que me tocó desempeñar mi función, primero
como maestro y después como administrador.
José Llaneza
______________________________________________________________________
La “partida” la recuerdo con el atrevimiento que te da la
ignorancia de no saber dónde te metes. A partir de entonces, y hasta
Navidad, ya no paramos un segundo, ni yo ni el resto de los
profesores/as que llegamos mi distrito ese año. Todo iba muy rápido:
llegada y curso del ministerio, y salida prematura de este para
alojarnos en nuestra zona de trabajo, en casa de profesores/as que
amablemente se ofrecieron (algo que por cierto nunca agradeceré lo
suficiente). Durante un par de semanas hubo que correr: seguridad social, huellas dactilares,
mil papeles, banco, teléfono móvil, casa, coche, muebles, y un largo etcétera. Todo era nuevo,
todo era diferente.
Y por si esto fuera poco, a la vez enfréntate a un trabajo más desconocido de lo que
pensabas. Allí me tocó sobrevivir, aprendiendo de mis errores, sobreponiéndome al shock
cultural. Llegué, como la mayoría, con un inglés más británico que americano, que tuve que ir
cambiando sobre la marcha, mientras me adaptaba a un sistema educativo del que no sabía
nada. Los comienzos son muy duros, con tus alumnos/as tomándote la medida y tú sin saber
con qué cuentas para aguantar el tirón, ¡y eso que estaba en primaria! Había días en los que
todo se hacía cuesta arriba, con una carga de trabajo muy superior a la española, y a veces con
resultados muy inferiores.
Pero poco a poco vas aprendiendo, vas cogiendo confianza, y los resultados empiezan
a llegar. Qué razón tenían los compañeros/as del programa cuando nos decían “Después de
Navidad es todo más fácil, ya veréis”. Mientras llegaba esa fecha prometida, menos mal que el
pequeño grupo que formábamos los españoles/as de mi distrito nos reuníamos de vez en
cuando para hacer terapia y reírnos de nuestras meteduras de pata.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Desde entonces tampoco ha pasado tanto tiempo, aunque he vivido tantas cosas nuevas
que me parece más. Este es mi segundo curso aquí, y me estoy planteando seriamente un
tercero, porque la experiencia está resultando mejor de lo que pensaba.
Gemma Cristóbal
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Al principio, fue difícil adaptarse a la nueva cultura, los
nuevos amigos, la nueva forma de vida. Pero, después de casi seis años
en este país, no me arrepiento en absoluto del paso que di. Echo
mucho de menos mi tierra canaria, mi familia y mis amigos de
siempre, y ya estoy pensando en que es tiempo de volver. Pero las
vivencias que he tenido, la gente que he conocido (americanos,
españoles y de otras nacionalidades), los viajes y la experiencia profesional me harán volver
cargada con muchas maletas.
Candelaria Pérez
______________________________________________________________________
Personalmente recuerdo el primer año como uno de los mejores de mi vida. Viajamos
lo inimaginable, mayoritariamente con mis compañeros profesores españoles visitantes. Hice
grandes amigos y, por encima de todo, conocí a mi novia. La mayoría de los compañeros
españoles decidieron volver a España al final del primer año por una cosa u otra, el segundo
año quedamos tres de ocho. El tercer año quedamos dos (vinieron, eso sí, refuerzos de
España). A pesar de que algunos de mis compañeros tuvieron problemas en el trabajo o
personales, creo que puedo decir que todos ellos sacaron conclusiones positivas de su
experiencia en California y siempre que hablo con ellos los recuerdos son básicamente buenos.
Jordi Iglesias
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Los días aquí pasan volando. Por las mañanas a trabajar, mitad
Agente de seguridad mitad profesor de Educación Física, con al menos
52 estudiantes por clase, 5 clases al día. Para mi se trata más de
trabajar para poder estar aquí que otra cosa. Por la tarde entreno a los
equipos de soccer del colegio, con lo cual disfruto y me permite poner
en práctica mis conocimientos y experiencia, que para algo hice una
Licenciatura y un Master. Una vez salgo del centro no vuelvo a pensar en él hasta que vuelvo
al día siguiente, ahora es hora de disfrutar, volley, rutas en bici, surfear, kite-surfing, gimnasio,
jogging, nadar en la bahía, soccer, escalar, aquí en San Francisco todo es posible, ¡todo!
El hecho de que la mayoría de mis amigos sean americanos me ha ayudado mucho a
adaptarme al idioma y a la cultura de este país.
Carlos Bover
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Una de las primeras cosas que tienes que hacer aquí es tratar con la
DMV para conseguir tu ID (DNI) o tu carné de conducir. Allí fuimos
los primeros días todo el grupo de españoles a tramitarlo, pero llegó
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
la hora de la comida o lo que fuera….y la ventanilla se cerró y se dejó de atender al público.
Aquella comida duró bastante más de cuarenta minutos. Allí estábamos los españoles echando
pestes, protestando, “no hay derecho”,… “esto es una vergüenza”. Por el contrario, los
americanos allí seguían, haciendo su cola paciente y educadamente. Tengo que decir que me
llevó dos años conseguir mi ID porque no coincidía mi nombre del Pasaporte con el de la
Tarjeta de la Seguridad Social. Y todo porque en un documento aparecen mis dos apellidos y
en el otro sólo uno. Para la DMV yo no era la misma persona y podía estar cometiendo un
fraude.
Felicidad Guirao
______________________________________________________________________
La experiencia de viajar a un país extranjero, empezar a vivir en una ciudad nueva y
empezar a trabajar en un medio que desconoces y en el que te sientes perdido, supone un
formidable reto personal. Ello deriva en un enriquecimiento. Cuando uno supera situaciones
difíciles adquiere seguridad y confianza, y ello al final lleva a sentirse más libre. Cuando
llegué tuve que alquilar un coche. Llevaba varios años sin conducir, puesto que en España ni
siquiera tenía uno, nunca había conducido un coche automático, y al final de la rampa salí al
intenso tráfico de Olive Street en el centro de Los Ángeles, sin conocer la ciudad y sin saber si
ir a derecha o a izquierda.
Recuerdo una reunión de profesores nuevos en mi escuela. Nos estaban dando
información que parecía importante, y los otros profesores americanos hacían preguntas y
comentarios. Yo no me enteraba de nada porque no sabía de lo que estaban hablando y además
no entendía el inglés, puesto que al principio tuve problemas con el idioma en ocasiones. Yo
creo que era algo así como si un profesor americano llega a España y en una reunión de
profesores le hablan del convenio regulador. Bueno, pues recuerdo que mientras estaba allí
perdido, lo que pensé era que estaba corriendo la misma carrera que los demás, pero con una
sola pierna, y sin embargo, allí seguía, sin abandonar, y sin quedarme atrás. Detalles como
estos son frecuentes sobre todo durante el primer año, y son los que contribuyen al gran
crecimiento personal que la experiencia supone.
Jorge Gallego
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Es curioso que a pesar de conocer a gente de muchas nacionalidades y compartir el
trabajo con muchos de ellos, al final el grupo de amigos más íntimos son españoles o
europeos. También es verdad que por el mero hecho de estar fuera de tu país, estableces
amistades con gente con la que probablemente nunca te hubieras juntado en tu ciudad de
origen. Así mismo al faltarte tus familiares los sustituyes por un grupo de amigos con los que
compartes penas y glorias, festividades, cumpleaños, etc.
María Luisa Pérez
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Recuerdo las primeras semanas de adaptación al país con mucho cariño. Había muy
buen ambiente entre los profesores recién llegados y un alto grado de complicidad, sobre todo
porque todos allí estábamos bastante nerviosos y más perdidos que un gato en un garaje.
“¿Pero dónde podemos buscar apartamento?”, “¿Y aquí dónde se compra comida parecida a la
española?”, “¿Podemos conducir un coche sin el carné americano?”, “¿Qué es eso del credit
report?”, “¿Cuándo demonios conseguimos el social security number?”, “¿Cuándo
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
cobramos?”, etc., etc., etc. Todo eran dudas y además al acercarse el día de empezar las clases
las dudas y el nerviosismo iban en aumento.
Francisco Jesús Velasco
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Con el paso del tiempo empecé a integrarme en las costumbres
del país. Afortunadamente, aquí se acepta todo el mundo tal como es,
y si no cometes errores te dejan vivir tranquilo. Me llamó la atención
que la gente se excusa casi por todo, desde por pasar por delante de ti
hasta para pedirte cualquier cosa, lo cual comencé a hacer yo también
(ya se sabe: “donde fueres haz lo que vieres”).
José Suárez
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Han pasado ya 10 años, y la verdad es que no me imagino regresando a España a
trabajar (aunque nunca se sabe lo que puede depararnos el futuro, por supuesto). Mi vida en
California es bastante estable en estos momentos. Me casé hace 5 años con un hombre que me
adora; tenemos un bebé precioso de 1 año, y vivimos en una zona ideal cerca de San
Francisco. Seguimos viajando a España cada verano para visitar a mi familia, pero después de
un mes, siento que ya es hora de regresar.
Ángeles Fernández
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Relato # 5
¿Es esto una memoria de mi experiencia en el Programa de PPVV?
Poco sospechaba yo cuando me subí en el avión de Continental Airlines con destino a
La Guardia y finalmente a San Francisco que ese sería un vuelo sólo de ida. Ya desde el
primer momento debí darme cuenta de que algo grande iba a pasarme. Mi compañero de
asiento, un sij al que la Guardia Civil había tomado por musulmán, contribuyó con horas de
conversación en una incipiente amistad que todavía hoy continúa. El sol comenzaba a retirarse
en un cielo increíblemente despejado para San Francisco pero todavía tuvo tiempo de
recibirme a mi llegada y acompañarme hasta el Holy Names College, donde esa misma noche
varios ciervos también se acercaron a saludarme como parte de su acostumbrado paseo
nocturno. Pronto comenzaron los trámites, el nuevo coche, la nueva escuela, los nuevos
alumnos; sí, todo nuevo y todo fascinante. Entonces lo supe.
Todo en este nuevo país me recibía con los brazos abiertos. Tan sólo un mes después
de instalarme, por casualidad encontré en internet cierta información sobre una exposición de
un artista de mi interés a la que sólo se podía asistir con invitación, by invitation only. No
tengo nada que perder, voy a pedir que me inviten. Hola, soy Esther, de Madrid. Hecho, por
supuesto que estás invitada. Ooh, cielos, qué chico tan mono, es imposible que esté disponible.
Hi, do you know who I am? Yes, you must be my wife.
Steve y yo hemos sido inseparables desde entonces, y eso que no han pasado ocasiones
muy difíciles a lo largo de estos más de dos años. Mi padre falleció repentinamente este
pasado mayo; el suyo lo hizo de cáncer tres semanas después. Los dos se han conocido por fin
y se ríen juntos mientras toman unas copas (cerveza para Bill, un vino de Cariñena para
Mariano) en el cielo, que allí no hay fronteras. Sí, estamos muy unidos. ¿Empatía? Sí, creo
que sé lo que significa.
Ah, claro, tengo que hablar de mi experiencia en el Programa de Profesores Visitantes.
Bueno. También ha habido algún que otro momento delicado; el distrito escolar de Oakland
no es el que mejor trata a sus profesores. Pero yo me caso con el programa. ¡Que nadie me
toque mi programa! A mi me ha cambiado la vida, me ha hecho más feliz que nunca, he
encontrado mi media naranja, he aprendido, he crecido. Parece un anuncio. ¡Busque, compare,
y si encuentra un programa mejor, cómprelo!
¿Que no es eso? ¿Que tengo que hablar de mi experiencia como profesora? ¡Vaya, no
me aclaro con lo que tengo que contar! Es que la enseñanza es parte de mi vida, la tengo tan
dentro que no puedo entenderme a mí misma sino como profesora.
Sí, eso es lo que soy; es que me gusta mucho mandar. Pero la vida te da sorpresas, sorpresas te
da la vida. “Sólo” llevaba 16 años dando clase en España (de inglés, por supuesto) y creía que
estaba enamorada de mi trabajo; sí, eso de que lo había elegido por vocación. Y resulta que no,
que no es eso lo que me gusta. He tenido que irme a 9.000 kms de mi casa (mi ex-casa;
bueno, sigue siendo mía pero ya no la llamo así) para darme cuenta de mi error. En realidad
más que un error es un caso de ignorancia.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Nunca había experimentado la emoción de hablar de lo mío, de lo que yo soy, de lo
que llevo dentro porque lo he aprendido, de las canciones de la infancia, de las clases de
doctorado, de las recetas de mi madre, de las poesías memorizadas en bachillerato, de volver a
casa por navidad, del orgullo de ser quien soy. ¡A buenas horas lo descubro! ¡Lo que
verdaderamente me gusta es enseñar español!
Hola, soy la Señora Vela, la profesora de español. Soy de Madrid. ¡Olé! Mis alumnos
me adoran, están ansiosos por empaparse de mi cultura (sí, eso también incluye el deseo de
aprender español sin estudiar). Bueno, bueno, sin exagerar, que esto es sólo un libro
conmemorativo, no se trata de impresionar a nadie. No, no, no, de verdad de la buena, que mis
alumnos me miran embelesados, que se aplican hasta lo indecible, que hasta imitan mis zetas.
Juntos hacemos proyectos, completamos ejercicios, escuchamos canciones, escribimos
esquelas, dibujamos caricaturas, cocinamos recetas, bailamos, representamos obritas,
describimos lugares, intercambiamos cartas, leemos poesías, contamos historias de terror.
(También hacemos exámenes, es lo que tiene la enseñanza en California).
Soy feliz en California. No se puede pedir más. Aquí estoy y aquí me quedo. ¿Y si me
quitan mi Programa de Profesores Visitantes? ¡Pues me compro otro! ¡Más grande si puedo!
Esther Vela,
Ex-profesora de enseñanza secundaria (inglés) en Madrid.
Profesora de Español en Novato High School,
Novato, California.
Profesor visitante desde 2004
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5. La escuela
Finalmente, aquí aparecí. Un 28 de Agosto, en una escuela
inmensa, tratando de comprender cómo funcionaba, a quién dirigirme
para pedir algo, haciendo un esfuerzo por aprenderme todos los
nombres de la administración. Me los apuntaba en una libreta junto
con el cargo que tenían en la escuela para así saber de quién me
hablaban, pero… a todo esto tenía que añadirle la correcta
pronunciación.
Para mí, este primer día de escuela será siempre inolvidable. Tuve la enorme suerte de
caer en un grupo de compañeros formidables que más tarde serían mis mejores amigos. Me
sentí tremendamente acogida desde el primer momento, me ayudaron a entender todo el
papeleo con el que te encuentras por las mañanas en tu casillero, a distinguir cuáles son los
que tienes que tirar a la basura después de hacerles una lectura rápida y cuáles puedes guardar
dos días más entre tus Lesson Plans, para después acabar tirándolos también.
Felicidad Guirao
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Desde el punto de vista profesional, ser profesor en un instituto americano es una
experiencia única. Es difícil ponderar todo lo que uno puede aprender. Como en toda
formación, es necesario que el aprendiz esté receptivo. Lo mejor para no aprender nada es
estar convencido de que no tienen nada que enseñarnos, por eso es necesaria cierta humildad
profesional para pensar que seguimos teniendo mucho que aprender como profesionales. Y es
así, en efecto. Los Institutos americanos son muy diferentes a los españoles. Uno tiene que
aprenderlo todo desde el principio. No importan los años de experiencia que hayamos tenido
en España, pues cuando empezamos las clases aquí somos profesores nuevos, y los estudiantes
lo saben. Dejando de lado, la riqueza y la variedad cultural de las escuelas de Los Ángeles, lo
que nos hace estar en contacto con profesores, alumnos y padres de muy distintas razas,
culturas y religiones, los dos aspectos en los que yo he aprendido más han sido la planificación
de las clases y el control del aula, que va más allá del mero control de la disciplina.
Estoy en un Instituto de unos tres mil alumnos, en el que cerca del ochenta por ciento
de los estudiantes son afroamericanos, otro quince por ciento latinos, y el resto blancos y
asiáticos, aparte de alguna otra variedad racial. El primer año tuve muchos problemas, como
todos los profesores nuevos, aunque muchos no lo digan. A los candidatos al programa les
suelen decir que el primer año es difícil y que hay muchas dificultades, pero convendría que
pudieran observar algunas de nuestras clases del primer año. Yo tuve clases en las que perdía
el control, o tenía la sensación de que no las controlaba. Comprobaba muchas veces que
muchos estudiantes no me respetaban, y lo manifestaban desobedeciendo mis directrices,
discutiendo mis criterios, contestando, alzando su voz. No controlaba la disciplina, pero
tampoco controlaba la planificación de las clases. Muchas de las cosas que preparaba no eran
fácilmente aplicables y no salían bien. El funcionamiento de la escuela es también muy
distinto, pues hay mucho papeleo constantemente, informes que completar, papeles que
firmar, y uno se siente constantemente perdido…
Jorge Gallego
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
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La verdad es que recuerdo con afecto el primer día que
conocí a la directora de mi escuela. Era una oriental muy estricta y
con muchísima personalidad. Vino a los apartamentos a recogernos
a una compañera y a mí que íbamos a trabajar juntas y nos llevó a
visitar los lugares que a ella le parecieron más adecuados. Nos llevó
a un centro comercial en el oeste y luego a comer en un restaurante
al aire libre. El antiguo Lawry's que es precioso con un estilo
colonial con fuentes y patios medio andaluces y medio moriscos. El único problema es que
hacia como 44 grados a la sombra, no exagero. Recuerdo el sudorcillo recorriéndome la
espalda y las axilas mientras hacíamos lo posible por ser simpáticas, sonar inteligentes e
intentar guardar la compostura en esos calores al aire libre.
La segunda cosa que recuerdo con afecto y con cierto pavor fue el primer día que me enfrenté
a una clase de primero de EGB. Yo soy de secundaria y el tener a esos enanos fue un poco
intimidante. Me escucharon durante los primeros 10 minutos para ver la curiosidad de alguien
diferente que hablaba tan raro y que echaba palabras como por un tiro. Pero tengo que
reconocer que pasado ese primer momento les perdí en tantas ocasiones que no es muy
gracioso. Tuve la suerte de tener un asistente con cierta experiencia, muy enrollado y que era
capaz de dominar la situación cuando yo ya estaba decidida a tirar la toalla. A los niños les
hacía mucha gracia oírme hablar y el “VALE” les alucinaba. No sabían muy bien que era,
pero yo lo usaba mogollón y a ellos les hacía mucha gracia. Lo decían en cada momento y
estoy segura de que sus padres alucinaban. De hecho recuerdo una madre que me pidió una
“conferencia” (tutoría) para comentarme algo con mucho respeto. El caso es que ya sabéis que
los niños en la educación infantil y en la elemental, pasan mucho tiempo sentados en el suelo
en la alfombra. El caso es que yo tenía una clase un poco movida y mi inexperiencia les hacía
todavía más traviesos. El caso es que yo recuerdo decirles a los niños que pusieran su culito
quistecito en la alfombra. Ninguno de los niños me dijo nada, Pero una mama me dijo:
"Maestra, yo sé que en su país igual no es nada malo usar la palabra "culito" pero para
nosotros es algo muy feo". Yo por supuesto me disculpé de todo corazón y empecé a buscar
eufemismos para decirles a los niños como trasero, pompis...
Elena Marqueta
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Cuando pensaba que ya lo tenía todo controlado, comenzó el curso escolar y con él una
nueva serie de acontecimientos a los que amoldarse. El horario extenso, las visitas del
“principal” de turno, las reuniones, el tener que limpiar mi propia clase y la cantidad de
procedimientos preestablecidos que has de aprender y aplicar en tu aula.
La verdad es que la cosa no podía ser más diferente de lo que conocía y estaba
acostumbrado a desarrollar en España.
Diego Callejón
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
El training la formación que recibimos a nuestra llegada fue muy intensa. Durante una
semana tuvimos clase, nos daban desayuno y comida, así que una cosa menos que
preocuparse, pero los kilitos se empezaron a notar con tan ricos manjares.
La integración en la escuela fue interesante, me toco un curso combinado de 2º y 3r
grado, transición al inglés, donde los cursos previos de enseñanza habían sido principalmente
en español. El horario era duro, a las 7.15am había que firmar y los estudiantes entraban a las
7.45am, a las 2.30pm terminaban las clases. Me costó especialmente el ritmo tan intenso, los
descansos eran de media hora para comer y 15 minutos de patio, agotador. Me fui haciendo al
ritmo y luego incluso, hacía clases extraescolares, de apoyo, el sueldo se incrementaba con
estas clases así que luego también estuve en el centro de tareas, clases de inglés a los padres
mexicanos,… estaba de lo más ocupada. Mi familia decía que se estresaba con sólo leer mis
correos electrónicos.
Hace un par de cursos, me cambié de escuela dentro del distrito y estoy de lo más
contenta con el cambio, doy clase de kindergarten en Seven Trees School, tengo unas
compañeras excelentes, mi compañera Madelon Kan con la que comparto la clase, los niños de
infantil sólo vienen medio día, Pilar y Roser están en mi equipo de kinder, son mis mejores
amigas y maestras también del programa. Ahora doy clase English Only, tengo niños
americanos, vietnamitas, chinos, y mayoritariamente siguen siendo mexicanos. Tienen un
comportamiento excepcional y aunque llegan sin tener conocimientos de nada, la mayoría
salen leyendo libritos y escribiendo frasecitas.
Cristina Espín
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La primera impresión fue muy deprimente. De hecho, durante el primer año lloraba
casi todos los días cuando llegaba a casa. Mi primera entrevista de bienvenida en la oficina del
director fue así; me dijo, si ves que todo el mundo esta contra tuya no lo tomes personalmente,
lo que pasa es que no queremos el programa bilingüe. Yo pensé que no había entendido inglés
bien.
Entré en mi clase en Compton y lo único que tenía era la pizarra y la tiza. No había
libros. Me dijeron, "decora la clase." Y yo no supe que querían decir, ni sabia que preparar
para el día siguiente que venían los niños. Efectivamente al día siguiente entraron 12 alumnos
de primero algunos hablaban solo inglés, otros sólo español; y 8 de segundo algunos hablaban
español y otros sólo ingles. Tenía una ayudante hispana. Ella enseñaba a los latinos sin saber
muy bien lo que hacia y yo enseñaba a los de inglés sin tener la mas remota idea de como
enseñar a leer en inglés. Era obligatorio que lo hiciéramos así. Además yo había estudiado
inglés en Inglaterra y los niños no me entendían con mi acento ni yo a ellos con su dialecto.
Finalmente me pusieron una mentor. Intentó enseñarme a
controlar la situación, pero al final del día le dijo al director que me
quitara un curso porque aquello era imposible. Me quedé sólo con
primero, en español e inglés. En las reuniones de maestros de los
jueves no entendía nada de lo que hablaban. Me parecían una pérdida
absoluta de tiempo. Yo era la única española y casi la única más clarita
de piel. Estábamos rellenando uno de los tantos papeles que nos dan, y una de las preguntas
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
era cuál era mi raza. Yo, recién llegada, escribí blanca. La maestra que estaba a mi lado se me
echó encima y me dijo que lo cambiara, que yo no era blanca sino hispana. Yo no entendía ni
por qué se puso tan furiosa ni por qué en este país tenían una diferente denominación para algo
que consideraba tan obvio e internacional. Aprendí deprisa.
María José Carnicero
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Mi primer día en la Escuela Marsh, de Antioch, que es donde
sigo enseñando después de todos estos años, me asignaron Primer
Grado. Llegué a mi clase que estaba completamente vacía, sólo mesas
y sillas, y encima de mi mesa me encontré una cesta llena de
materiales para la clase, bombones, flores y una tarjeta dándome la
bienvenida. Era de la profesora que me habían asignado para que me
ayudara a ambientarme, Denise Case; hoy es una de mis buenas amigas. Le estoy
inmensamente agradecida por lo bien que me trató y por hacer que mi primer año fuera menos
estresante. En realidad, todos mis compañeros me acogieron tan bien que siempre me he
sentido como en casa.
Candelaria Pérez
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Parece que fue ayer, pero ya hace cinco años que llegué a Stonehurts Elementary
School, en Oakland, con una gran maleta llena de grandes ideas, mucha ilusión y con deseos
de emprender nuevos proyectos. Como maestra siempre se aprende algo nuevo y en esta
ocasión las posibilidades resultan sorprendentes.
Empezar un nuevo trabajo siempre es difícil. Tienes que adaptarte al nuevo ambiente,
a las normas, a los compañeros y a toda una nueva cultura muy diferente a la tuya. Pero tuve la
fortuna de trabajar con una maestra americana muy comprometida con la comunidad mejicana
de nuestra escuela que me ayudó a adaptarme rápidamente al nuevo ambiente de trabajo.
Trabajábamos en equipo y nos ayudábamos mutuamente y así fue como compartimos muy
buenos momentos juntas. Aunque también tuvimos nuestros momentos difíciles, no siempre
tienes una clase tan tranquila como desearías.
A pesar de la situación tan precaria en la que me encontraba, porque no teníamos
mucho material educativo como por ejemplo lápices, borradores o libros, me sorprendió la
amabilidad de las familias de mis alumnos, el respecto por la figura del maestro y las ganas de
colaborar de los padres. El colectivo educativo estaba completamente entregado a la
comunidad, especialmente la mejicana, haciendo presente su cultura en las aulas a través de la
celebración de sus costumbres y tradiciones dentro de la escuela.
No tan sólo he trabajado en una escuela de primaria, sino que he intentado ayudar a la
comunidad latina dando clases de inglés para los padres. Ha sido mi primera experiencia con
adultos y la verdad es que ha sido muy gratificante. Está ampliamente difundida la idea que
“todo niño tiene derecho a recibir una educación”, pero también debemos tener en cuenta que
estos padres necesitan tanta ayuda o más que sus hijos, ya que el idioma les supone una gran
barrera en su vida profesional y social. Aunque parezca sorprendente, en un estado tan abierto
a la emigración como California he experimentado la barrera cultural entre las diferentes
culturas que conviven en la misma comunidad de una forma muy acusada.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Cristina Carrillo
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El día del que más me acuerdo cuando miro atrás, fue el primer
día de colegio: no sabía qué iba a pasar, cómo serían los niños, cómo
me aceptarían los padres (empecé enseñando inglés a niños nativos), o
con qué problemas tendría que enfrentarme. Pero poco a poco y con
mucho trabajo comencé a tomarle el ritmo a como funcionaban las
cosas y después de un comienzo duro las cosas mejoraron. Además
empecé a conocer a más españoles del área y eso ayudaba.
José Suárez
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El primer año estuvo lleno de sobresaltos; empezamos con los disturbios producidos
por el caso de Rodney King, y seguimos con inundaciones, incendios, deslizamientos de tierra,
todo ello bien agitado con pequeños terremotos que no eran más que el preludio de otro
terremoto de mas de 7 puntos que nos dejó a muchos con mareos y sensación de pérdida de
equilibrio por un buen tiempo. En la escuela la situación no era mucho mejor, algunos
maestros no veían con buenos ojos que contrataran a españoles en vez de a mexicanos.
Nuestro español era muy diferente y nuestros antepasados habían cometido todo tipo de
crímenes y matado indios en América. Los niños me discutían que “rompido” y “haiga” no
eran términos incorrectos sino que así se decía en México. Y un padre me hacía responsable
del ceceo de su hijo, porque según él, el niño me imitaba la forma de hablar. Afortunadamente
las cosas fueron a mejor. He conocido gente maravillosa, profesores dispuestos a ayudarte, y
padres encantadores que necesitan de tu apoyo para sacar a sus hijos adelante.
Isabel Sanz
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Me incorporé en julio de 2001 a la escuela de primaria Santee Elementary School que
pertenece al distrito escolar Franklin Mckinley School District, situado al sur de San José. La
escuela se encuentra en un vecindario mayoritariamente latino de origen mejicano con muchos
problemas socioeconómicos y de integración. Lo cual tiene graves consecuencias en el ámbito
educativo
Desde el primer momento me impresionó gratamente el apoyo que nos dio mi distrito.
Se nos ayudó a buscar apartamento, coche, conseguir muebles, hacer todos los trámites
legales, además nos dieron cursillos para adaptarnos a la realidad educativa y social de la zona
e incluso se nos remuneró económicamente con una paga extra para gastos relativos a la
mudanza. También recuerdo el asombro que me causaron las aulas llenas de recursos
materiales y didácticos al servicio del maestro. Todo ello fue de un valor incalculable que nos
ayudó a sentirnos protegidos en medio de la incertidumbre inicial que supone mudarte a un
país ajeno. Desde aquí envío al jefe de recursos humanos Rudolph Herrera un big gracia” por
tenerle a nuestro lado siempre y especialmente en esos primeros días tan cruciales. La
agregaduría de educación, aunque físicamente más lejos, también ha estado ahí para ayudarnos
en lo que necesitáramos hasta el final. Gracias. La cohesión entre el grupo de profesores que
llegamos a San José fue tan fantástica que cuando escribo estas líneas se me saltan las
lágrimas. No sé cómo daros las gracias por todo lo que habéis supuesto para mí.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Hubo también aspectos que me incomodaban, como ver lo fácil que les resulta a los
americanos o a las personas que viven allá tirarlo todo. No daba crédito a mis ojos cuando me
di cuenta de que los niños y niñas escribían una sola frase, o poco más, en una hoja de papel
varias veces al día y de ahí ésta se iba a la papelera; o que se les daba lapiceros nuevos como
si se tratara de dar los buenos días. Decididamente no había una educación en el
aprovechamiento de los recursos materiales. Claro que tampoco la hay en absoluto en la vida
diaria del americano. Todo es de usar y tirar.
Recuerdo también, por poner otro ejemplo, que el aire acondicionado estaba altísimo y
entonces se abrían las puertas para que entrara el calor además de tener que ponernos suéters
de invierno en pleno verano. Lo definiría como un derroche absurdo.
Melanie Robles
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Mi primer día de clase en una escuela americana fue muy bonito. Siempre recordaré
que tanto los niños y niñas como las familias me trataron con muchísimo respeto. Me recordó
al respeto que se tenía en España por los profesores hace ya muchos años, casi tantos que
tenemos que rebuscar entre las películas antiguas para poder verlo. Me encantó de manera
especial (cómo me gustaría poder volver a oírlo) que me llamaran maestro en lugar de
profesor. Maestro es una palabra muy bonita, que define realmente lo que es nuestra profesión
y que, además, dicho de esa manera tan dulce que tienen los niños y niñas latinos, a mí me
llegaba directo al corazón.
Tanto el primer año como el segundo, la relación con todas las
familias de mis alumnos fue muy especial. Siempre había un buen
número de madres dispuestas a ayudar al maestro en lo que fuera. Si se
iba a hacer una fiesta en la clase, ya estaban organizándolo todo y
trayendo riquísima comida de sus lugares de origen. Si se hacía una
excursión, al final incluso tenía problemas porque no podía llevar a
todas las madres que querían acompañarnos. Realmente, entre todas
aquellas familias, me hicieron sentir como uno más de ellos, como alguien querido y
respetado. Siempre les recordaré con muchísimo cariño.
Lo único que recuerdo especialmente duro de la experiencia es el programa educativo
que allí se impartía. Resultaba muy duro para nosotros, pero especialmente para los alumnos,
que se veían obligados a seguir un ritmo de aprendizaje verdaderamente exigente. Además,
aquello de no tener libertad de cátedra se hace difícil viniendo de una cultura educativa como
la española. Pero al final te acabas acostumbrando a todo. Y si no, que le pregunten a
cualquier profesor o profesora española sobre las observaciones y evaluaciones en el aula,
especialmente cuando entran 4, 5 o más personas a la vez a mirar cómo das la clase. Si uno se
hace a eso, creo que se puede hacer a casi todo.
Francisco Jesús Velasco
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También es cierto que no te contratan para tomar el sol en Malibú, ni para hacer surf en
Santa Cruz, ni para rodar una película en Hollywood. La mayoría de distritos (Oakland, que es
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
el mío, resulta un paradigma en este caso), son una mezcla de ghettos de hispanos y
afroamericanos conviviendo juntos. En otras palabras, las clases sociales mal denominadas
marginales, ya que si son así es porque han sido marginadas.
Pedro López
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El Sausal Middle School está en East Salinas. Yo no sé cómo
son las escuelas americanas, ni las californianas, ni tan siquiera las
escuelas en Salinas. Pero después de más de dos años creo que puedo
decir cómo es la escuela El Sausal. Para empezar no me había sentido
más seguro en ninguno de los institutos en los que había trabajado en
España. Y no porque la escuela tenga más medidas de seguridad, para
empezar durante el día está totalmente abierta. El primer año me impresionó la disciplina que
había.
Llegué a pensar que no había nunca peleas entre alumnos, después he descubierto que sí hay,
aunque yo nunca haya visto una. ¡Los profesores dejaban sus aulas abiertas! ¡Algunos
alumnos te deseaban buenos días y buenas tardes por el pasillo aunque tú no los conocieses de
nada!
Tengo que decir que es una escuela especial en el sentido de que la población es casi
completamente homogénea, más del 95% son mexican-american, o directamente mexican. Yo
enseño alumnos ESL, se supone que tienen el inglés como segunda lengua, o directamente
recién llegados de México. También entreno cada año a uno de los equipos de baloncesto de la
escuela. La primera vez que castigué a un alumno y después se despidió de mí deseándome
buenas tardes pensé que me tomaba el pelo, después me acostumbré, ahora les exijo que lo
hagan. He tenido clases buenas, regulares y malas. De hecho recuerdo vagamente unos días de
mi primer año que no quería ni ir a la escuela. En noviembre tenía clarísimo que me volvía a
Cataluña al acabar el curso. Durante mis vacaciones navideñas en Barcelona dudé. Al volver
de navidad tuve clarísimo de nuevo que a final del curso me volvía a Cataluña. En marzo
decidí quedarme en Salinas un año más. Y los malos recuerdos quedaron casi borrados.
Jordi Iglesias
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Los primeros días de estancia en el país fueron un poco
desconcertantes por la cantidad de información nueva y los
preparativos antes de comenzar la clase.
Difícilmente olvidaré los dos días antes del comienzo. Tenía
que compartir la clase, relativamente pequeña, con otra maestra que
venía cargada con todo el material que había ido acumulando durante su peregrinar por el
mundo de la docencia. La cantidad de materiales fue tal, que la clase quedó invadida de cajas
y en dos días teníamos que ordenarlo todo y dejarla lista para la llegada de los estudiantes. La
angustia, y también el agobio, por qué no decirlo, se iban apoderando de mí a medida que las
horas iban transcurriendo al no obtener ningún progreso destacable. Yo no tenía apenas
material y además no sabía qué hacer, si ayudarla o no a colocar el suyo en el aula. Me fui a
casa con la sensación de que aquello no era presagio de un buen comienzo. No veía la manera
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
de recibir a mis estudiantes con tanto desorden. Afortunadamente todo se arregló y el día
transcurrió con bastante normalidad, gracias a la ayuda de otros maestros de la escuela y en
especial de la Sra. Directora.
Me dieron una clase bilingüe de Kindergarten. Es especialmente reconfortante formar
parte de las vidas de unos niñitos, seres frágiles y desorientados, que gracias a su sorprendente
capacidad para asimilar pueden conducirte al éxtasis.
Aprendí de ellos, a entenderles, a valorar las pequeñas cosas y a comprender que un
mínimo esfuerzo consigue premios enormes, a esforzarme para reconocer las distintas
necesidades de cada uno y a intentar ofrecerles aquello de lo que carecen.
Recuerdo una conversación con uno de mis alumnos, me hablaba de cómo su papá estaba en
la cárcel, su mamá tenía que trabajar día y noche para sacarle adelante a él y a sus cuatro
hermanitos, que apenas la veía,… pero que aún así estaba feliz, porque podía venir a la escuela
y estar con su maestra (yo misma), quien le estaba enseñando las letras y tantas canciones. La
sensibilidad alcanza su máxima expresión al oír esto. ¿Cómo no sentirse alguien especial
cuando un alumno te dice algo así?
Inma Martínez
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Nada más llegar a mi lugar de destino casi me da un patatús. Me habían mandado al
centro de California, Antioch, a un colegio de Primaria a básicamente cuidar a los niños
mientras los otros maestros tenían tiempo para preparar sus lecciones, pero ellos lo llamaban
Educación Física. Lejos de todo lo que me gustaba, pase el año como pude, soñando encontrar
otro trabajo para el año siguiente. La oportunidad surgió y cambié el aburrido suburbio de
Antioch por la excitante ciudad de San Francisco, la elemental escuela de Fremont Elementary
por el multicultural Oakland Technical High School. Ahí empezó mi verdadera aventura
californiana.
Carlos Bover
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Ningún comienzo en la vida es fácil y éste no iba a ser menos.
La adaptación a un nuevo sistema de enseñanza, un nuevo estilo de
vida y la integración a una cultura y sociedad fue todo un proceso que
requirió su tiempo para alcanzar cierta estabilidad emocional y
psíquica. Sin embargo, la recompensa llega y es precisamente esa
misma aventura de enfrentarse a unas situaciones nuevas la que te
enriquece de experiencia y aceptación.
A lo largo de los años, he tenido estudiantes hispanos con pocos años en California o
recién llegados de países como El Salvador, Guatemala y, sobre todo, México.
Ocasionalmente, también me llegaron niños de Perú, Nicaragua y Honduras.
Desafortunadamente, son estudiantes con poco bagaje escolar en sus países de origen y
con muchos problemas socio-económicos, familiares y por lo tanto faltos de afecto y cariño.
Además se le añade el problema de aprender una lengua desconocida para ellos, el inglés. Y
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
así quedan sumergidos a lo que se le llamó Educación Bilingüe, basado en reconocimiento de
la identidad lingüística y cultural del alumno, del cual a lo largo de los años se han hechos
estudios sobre aprendizajes de segundas lenguas sumamente interesantes como los del
canadiense Jim Cummins o del profesor de University of Southern California en Los Angeles,
Stephen Krashen.
Pero, a pesar de las demostraciones logísticas sobre la eficacia de dicha educación para
adquirir una segunda lengua, un movimiento político a finales de los 90 hizo abolir por
completo la llamada Educación Bilingüe. Actualmente, la enseñanza en el primer idioma
como acceso a un segundo está estrictamente controlada y sólo se permite en casos
excepcionales como en para alumnos recién llegados o en edades muy tempranas (hasta tercer
grado) o en escuelas de doble inmersión. Y fue precisamente en una de estas escuelas donde
finalmente fui a parar. Los alumnos empiezan kindergarten con un 90% en español y un 10%
de inglés en clases donde los hispanos sirven de modelo para el español y los anglosajones lo
hacen para el inglés. Poco a poco, se va añadiendo más inglés y menos español hasta que en
octavo grado se enseña prácticamente en un 90% en inglés y un 10% en español. Los
estudiantes terminan su experiencia escolar siendo proficientes a nivel oral y escrito en dos
idiomas. Es quizás el ejemplo más auténtico de educación bilingüe.
Carles Diego
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En un principio desconocía por completo lo que supondría vivir en San José, California
o trabajar para el distrito de Franklin-McKinley, un distrito que se caracteriza por la variedad
cultural y étnica de sus estudiantes y el bajo nivel socioeconómico de su población.
Cuando me incorporé al programa en Julio de 2000 me destinaron a la escuela
elemental McKinley donde he trabajado durante los últimos siete años. El 85% de los
estudiantes de McKinley son hispanos, principalmente mexicanos, y el resto incluye
vietnamitas, chinos, camboyanos, etíopes…Para el 95% de estos estudiantes el inglés no es su
primer idioma, y el 93% reciben comida gratuita en la escuela lo que significa que viven por
debajo del nivel de la pobreza. La comunidad vive al límite de la marginalidad con bandas de
crimen organizado y en un ambiente de drogas. Ver la policía en la escuela es algo muy
frecuente. Muchos de estos niños tienen al menos un miembro de su familia en la cárcel, viven
en trailers o garajes sin ni siquiera un colchón donde dormir pero aun así estos niños siempre
tienen una sonrisa en su cara que haces que te des cuenta lo afortunada que eres.
Como maestra del programa bilingüe trabajé principalmente
durante los cinco primeros años con estudiantes provenientes de familias
hispanas, enseñando en español y en inglés. Hoy en día la educación
bilingüe en nuestra escuela ha desaparecido aunque se permite el uso del
español como lengua de apoyo pero no como lengua de instrucción. Sin
embargo, no por eso se ha dejado de contratar o necesitar maestros
bilingües pues fuera del contexto del aula sigue siendo imprescindible el español como lengua
de comunicación con los padres que mayoritariamente no hablan inglés.
La relación con los maestros americanos siempre ha sido cordial, basada en el respeto
mutuo pero en muy pocas situaciones esta relación se ha prolongado fuera del marco de la
escuela. Profesionalmente mis superiores me han apoyado y siento que no sólo reconocen mi
trabajo sino que respetan mi forma de enseñar, producto de la simbiosis de mi educación
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
española y de los numerosos cursos de formación a los que he asistido tanto en la universidad
de California como a nivel de mi distrito escolar. Sin duda esta experiencia en el sistema
educativo americano me ha convertido en una mejor maestra.
Mar Rivero
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Mi llegada a California fue bastante tranquilita. Ya conocía a
gente viviendo aquí y ellos fueron los que pasaron el mal trago de
adaptarse/aprender sobre California. Así que mi adaptación fue
bastante buena. Me encantó lo bien organizadas que están las escuelas
en California, (al menos en mi distrito). Todo coordinado y fácil de
trabajar. También he de decir que en mi colegio todo el equipo trabaja
fenomenalmente unido y son súper profesionales.
Marga Martínez
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Mis primeros años, en los que trabajé en un colegio de inmersión, fueron asombrosos y
llenos de dinamismo. ¡Menos mal que había hecho un cursillo de teatro en España! Me
pasaba todo el día como expuesta en un escenario. Siempre tenía visitas en la clase. Cuando no
eran los padres, era el director, cuando no otros maestros y a veces eran ¡los coreanos y
japoneses que venían a observar el programa para la posibilidad de implantarlo en sus países!
Así que me pasaba todo el tiempo preparando actos especiales para todas estas visitas.
También me llamaba mucho la atención la cantidad de celebraciones que se hacían en la
escuela. Celebraciones multiculturales casi todas. Faltaba la de España y ahí llegué yo
implantando la fiesta de los carnavales en la que tanto los estudiantes como los padres que
asistían, se tenían que disfrazar con algo que recordara a España. Tuve de todo, desde toreros
a navarricos pasando por el flamenqueo. Y como a flamenca no hay quien me gane, pues ahí
estaba yo con mi traje de faralaes bailando y dejando boquiabierto al personal.
Eso durante 10 años (en la escuela elemental). Luego me mudé
a un High School y allí me encontré con la sorpresa de que también
mis conocimientos teatrales me ayudarían muchísimo. Ahora estoy en
mi séptimo año en High y estoy encantada con la experiencia. Así que
¡ánimo y al toro que no es tan bravo como lo pintan!
Carmen Crespo
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Al principio fue muy duro. Empecé a trabajar a los pocos días de llegar, en séptimo
grado, en otra escuela diferente a la que estoy ahora. Los primeros meses fueron horribles. Los
niños se comportaban muy mal, tenían conocimientos muy bajos, yo tampoco era una experta,
tenía que dar materias que no dominaba... El año no fue muy fructífero la verdad, y
precisamente por eso, decidí quedarme un año más y probar con un curso más bajo.
Para el curso siguiente solicité primero en la escuela de al lado, y todo fue mejor.
Excepto un año que di Kindergarten, todos los demás he dado primero. Cada año es más fácil
hacer mi trabajo, y veo mejores resultados en los niños.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Me siento bien haciendo mi trabajo. En la escuela me valoran
y las condiciones de trabajo son muy buenas. Trabajamos 180 días al
año y el salario depende de los años de experiencia que tengas, más
los créditos que hayas conseguido con tus estudios universitarios y
cursos. Sé que hay distritos con mejores condiciones laborales e
incluso sueldos más altos, pero soy de las que piensa que aunque el
dinero es importante, también es importante encontrase bien en el
sitio donde se trabaja, y como éste es mi caso, no he intentado ningún cambio.
Recuerdo también con especial afecto el primer día de clases después de cambiar de
séptimo grado a primero. Al ver a mis alumnos tan pequeñines, pensé: ¡Qué graciosos y qué
majetes parecen! La verdad es que no me decepcionaron; ni ese año, ni ninguno de los que
vinieron después. Excepto un par de traviesillos cada curso, por lo general son niñas y niños
muy ricos. Aunque eso sí, te hacen trabajar y emplear toda tu energía.
Gloria García
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Empezando por el primero, en España trabajaba en un colegio donde enseñaba
Ciencias Sociales en E.S.O., en clases de treinta personas. En el programa donde estoy ahora,
los estudiantes vienen dos horas a la semana (tengo un máximo de ocho por periodo), y en
esas dos horas les doy una atención muy individualizada, sin tener que preocuparme por
mantener la disciplina, ya que su comportamiento es muy respetuoso en general, (a pesar de
los problemas que tienen en sus vidas, siempre muestran un profundo agradecimiento por el
tiempo que paso con ellos). Así pues, gracias a mi estancia en California, he podido conocer el
funcionamiento de lo que aquí llaman Independent Study (que es el tipo de programa donde yo
trabajo) y mi perspectiva y conocimiento del sistema educativo se ha enriquecido
enormemente.
Marta Ramo
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Relato # 6
Por ellos hemos venido
Me han invitado a que escriba sobre mi experiencia como profesora. Me siento como si
se me hubiese pedido sintetizar en un par de páginas la Biblia. Ardua tarea, pero francamente
entrañable y conmovedora.
Llevo algo más de dos años enseñando en California. Estancia, producto de un sueño
perseguido durante mucho tiempo. He vivido tantas anécdotas merecedoras de ser plasmadas
en papel que supone un verdadero reto dotar un evento de una supremacía caprichosa y relegar
el resto, al marginal montón de lo que se cuenta y nunca llega a escribirse. Porque pese a que
tal o cual suceso habrá circulado a través del teléfono o se habrá mencionado en reuniones,
irán aconteciendo otros que, irremediablemente, se superpondrán a aquellos, quedando así
éstos relegados al olvido. O a expensas de que una prodigiosa memoria los recree.
La mía, que se deshace de poco, os hará partícipes de esos gestos, momentos y
comentarios que hacen que mi trabajo sea una caja de Pandora. De ella salen los protagonistas
de mi día a día, niños y niñas de seis años, con los que no sólo tengo en común un idioma y el
ser perennes estudiantes de un segundo, sino también la condición de emigrante. Esa caja de
sorpresas es mi mejor antídoto contra la añoranza.
Este año ondean en mi clase las banderas de Honduras, El Salvador, Méjico, Puerto
Rico, España y Guatemala. Pedacitos de tela que nos recuerda de donde venimos.
Me he tomado la licencia de salpicar lo escrito con sus expresiones. Con el fin de que
se resine este hermoso idioma, se funda y refunda, se mezcle, se contagie de unos y otros, eche
raíces, dé sus frutos. En suma, que se enriquezca y nosotros con él.
Gestos
~ Brazos que aprovechan cualquier ocasión para engancharse a mí, me estremecen.
~ Memorias que repiten al pie de la letra mis dichos, me asombran.
~ Ojos vivarachos, a los que no se les escapa nada, me conquistan
~ Voces que imitan mi tono de voz a la perfección, me dejan perpleja.
~ Caras de satisfacción que de un día para otro, me dicen: “Ya puedo leer lo que pone
aquí”, me llenan de orgullo.
~ Pequeños, tan ávidos de curiosidad que a veces se asemejan a gigantes por su manera
tan directa y firme de manifestarse.
Comentarios y anécdotas
~ “Anoche me picó un zancudo y ahora me está dando comezón”
~”Esta chamaca sangrona no me deja trabajar”
~ “Me duele la cabeza porque un niño me jaló las greñas”
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~ “Antes, cuando vivíamos en Santa Anita (Méjico) mi mamá era muy feliz porque se reía
mucho”
~ “Este verano recé mucho a Diosito para que usted fuese mi maestra”
~ “Yo sé que antes éramos pobres porque mis hermanos y yo abríamos los gabinetes de la
cocina y no encontrábamos comida”
~ “Por las tardes cuando yo llego a casa le extraño maestra y por eso le escribo cartas”.
~ “Mi abuelita Lupe, que no puede parar de ir a la iglesia, allá en Méjico, reza y reza para que
regresemos pronto”
~ “Maestra, ¿verdad que llorar te limpia por dentro?” “así es,” le contesté, con una chocante
sonrisa. Ahora cuando a uno de ellos le da por llorar ya hay alguno que nos recuerda “lo
limpito que fulanito o menganita se esta poniendo”
Momentos
~ 8:30 a.m. primer día de clase, se acercan las mamás o abuelas para decirme: “aquí se
lo encargo maestra” con el tono y la expresión de estar confiándome lo mas valioso que
poseen. Ya entonces establecemos, en tácito acuerdo, el compromiso de colaboración mutua.
~ 2:45 p.m. Pupitres vacíos, mochilas llenas. Les veo salir por última vez. Sabiéndoles
contagiados por mi pasión por la lectura. Sintiéndome tocada por sus vidas. Queriendo en
vano retenerlos. Me desmorono.
Que estas líneas sean un doble tributo, a los que hemos tenido el valor de abrir una
maleta, llenarla de ilusiones, incertidumbre, algo de ropa, ganas, planes y nos hemos
embarcado, en una experiencia que supone prescindir de todo lo que forma tu mundo a ese
lado del Atlántico y empezar de nuevo.
Y un tributo, más admirable y plausible a aquellos que en el mejor de los casos tienen
una valija que empaquetar y un avión que tomar. Donde la voluntad propia poco tiene que
decir. Solo habla el desconcierto al escuchar un idioma que les hace sentir que de verdad
empiezan de cero. Y que solo aprendiéndolo, los números comenzaran su escalada en una
maratónica carrera por la supervivencia y la adaptación. Por ellos vinimos. Por ellos sigo aquí.
Cristina Turienzo
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6.
Mereció la pena
Lo mejor fue la visita de mis padres. Fue genial, pasamos el mejor tiempo de mi vida.
En cuanto salía de la escuela, sin clases extraescolares, me reunía con ellos y nos íbamos de
turismo. Descubrimos la zona juntos. La Bahía de San Francisco tiene unos parajes preciosos.
Yosemite con el “Gran Capitán” fue lo más destacado para mi padre y a mi madre le gusto
especialmente el Carmel, pueblecito costero de la zona de Monterrey. Los dos coincidieron
que las 21 Misiones fundadas a lo largo del “Camino Real” por Fray Junípero Serra en el siglo
XVIII, “apóstol de California”, el misionero mallorquín que civilizó estas tierras, eran
deslumbrantes.
Cristina Espín
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Me siento muy orgullosa de haber sido nominada en los años 2003, 2004 y 2005 como
uno de los profesores de Who’s Who Among America’s Teacher, un reconocimiento en el
campo de la educación en los Estados Unidos. Estudiantes de instituto y universitarios que
han sobresalido y han sido nominados a su vez para Who’s Who Among American High
School Students, y The National Dean’s List eligen al profesor que más les ha influido,
ayudado e impactado en su desarrollo educativo.
Isabel Sanz
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Pero si echara una mirada general a todos esos días de los cinco años que he pasado en
California afirmaría rotundamente que cada uno de ellos ha significado algo especial en mi
vida. Los dos primeros fueron los más entrañables, supongo por la novedad. Recuerdo
especialmente los días en que nos juntábamos los profesores visitantes para realizar cualquier
tipo de actividad: fiestas, viajes, caminatas, charlas...
¡Qué bien lo llegamos a pasar, Dios! ¡Cómo nos apoyamos! Por supuesto recuerdo
cuando me empecé a meter en el mundillo propiamente californiano, a conocer gente de todos
lados cada uno con su propia idiosincrasia. ¡Era todo tan cosmopolita! ¿Y el inglés? ¿Te
acuerdas Agnès cuánto luchamos por entender y hacernos entender? ¡Y cuánto mejoramos!
Melanie Robles
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Profesionalmente hablando, otro mundo. La gente es absolutamente amable y dispuesta
ayudar a quien los necesita; en este caso, yo. El concepto de trabajar en equipo apenas existe,
pero nadie se va a casa hasta al menos un par de horas después de que los niños se han ido,
corrigiendo y preparando para el día siguiente. El concepto de director también es diferente,
más distante y con un matiz casi de inquisidor; hay que entender, de todas maneras, que el
sistema de educación estadounidense está muy centrado en los resultados y las estadísticas.
Rosa Lara
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Recuerdo muy especialmente mi primer día abriendo el salón
bilingüe de kinder que me dieron, la bienvenida de los compañeros, el
respeto de los padres hacia nuestra profesión (cosa que en España se
ha perdido ya) y el cariño casi instantáneo de los niños.
Elisabeth Ariztoy
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Jamás olvidaré el día que me casé, el día que nacieron mis dos hijos, y profesionalmente las veces que han valorado mi trabajo y me han concedido responsabilidades y retos
que no concedieron a la gente de aquí.
María José Carnicero
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Resultó especialmente emotivo en octubre del primer año, en 1987, vinieron los reyes
de España y nos invitaron a todos los profesores del programa a la recepción, fue la noche
anterior al terrible terremoto de Whittier.
María Castaño
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Ni qué decir tiene que he tenido anécdotas mil que contar a
mis amigos. El primer día de clases, el primer terremoto, la primera
observación de mi director, el primer Halloween, la primera vez que
me encontré a Clint Eastwood, los viajes por casi toda California,
Nueva York, Las Vegas, Utah, México, Alaska, Canadá, Washington
DC, Nuevo México, el día que tuvimos que evacuar toda la escuela
en medio de un examen estatal porque a un profesor se le olvidó que
tenía un bagel en el tostador que tiene en su clase... Tengo unas cincuenta páginas escritas.
Desde luego me considero un afortunado, pero en las fiestas de bienvenida a los
nuevos profesores visitantes que se organizan cada año encuentro a muchos más. Espero que
haya más año tras año.
Jordi Iglesias
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No todo fue de color de rosa, sobretodo al principio. Adaptarse a la vida de California
no fue nada fácil. Hubo muchos momentos en los que pensaba: ¡qué estoy haciendo yo aquí!
Pero los malos ratos se olvidan cuando recuerdas las pequeñas cosas que realmente te llegan
hasta el corazón: las cartas de San Valentín de los niños, aquel regalo de Navidad que te dan
con todo su amor, aunque no les sobra el dinero, cuando te abrazan buscando el amor que no
reciben de sus padres porque apenas los ven porque trabajan casi todo el día.
Lo más conmovedor para mí fue cuando me di cuenta cómo mi trabajo en Stonehurst
influía en la vida de mis pequeños alumnos. Me emocioné mucho cuando uno de mis
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
alumnos, Héctor Cortés, un niño con muchas ganas de aprender, decidió que a su nueva
hermanita la llamarían Cristina como su maestra española. Algunos de aquellos alumnos que
tuve durante mi primer año en Oakland ya están en Middle School y algunos vienen a
saludarme a la escuela e incluso a ayudarme con mi salón de clase.
Pero el caso que más me ha impactado fue el de Ricardo, un niño que fue mi alumno
hace 4 años. Hace unos días vi en la escuela a su mamá y le di recuerdos para mi querido
Ricardo. Era un niño especial con problemas de habla y de aprendizaje, así que hice todos los
trámites posibles para ayudarle y conseguirle una plaza en una escuela más adecuada a sus
necesidades. Pocos días después de mi encuentro con su madre, se abrió la puerta de mi clase
y apareció un niño. Al principio no lo reconocí, pero cuando me sonrió apareció aquel niño
otra vez, era mi pequeño Ricardo que había venido a saludarme. Me emocioné y las lágrimas
aparecieron en mis ojos.
Cristina Carrillo
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Recuerdo con mucho cariño el día que mi estudiante Iliana Álvarez
fue declarada finalista en el concurso “Escribo en español” en mayo de
2004 y recibió de manos del cónsul un diploma y su ensayo publicado. Otro
día muy emocionante fue cuando recibí un e-mail de que mi estudiante
Teodora Forbes había ganado la beca para la Ruta Quetzal 2005-06. Y este
año, cuando me nombraron Most Inspirational Teacher.
Muchas cosas han cambiado desde mi llegada aquí. Me casé en el
2004 con mi novio de toda la vida para poder estar juntos. Este verano pasado nos compramos
una casa en España gracias a los ahorros de estos años viviendo aquí. Y ahora, lo mejor…,
vamos a tener un bebé para abril de 2007.
Esther Colorado
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Mis estudiantes han sido, sin lugar a dudas, lo mejor. Salvo
algunas lamentables excepciones, ellos han sido mi gran apoyo
durante estos años. Todavía hoy sigo en contacto con muchos de
ellos, con los que me une una gran amistad. Si hay que subrayar algo
del Programa es la posibilidad de conocer un tipo de alumnado muy
especial, con el cual los profesores nos identificamos
irremediablemente. Y no sólo me refiero al alumnado hispano, también hablo del resto de
alumnado de origen inmigrante, bien sea chino, iraní, coreano, vietnamita, etíope, bosnio, etc.
Inmigrantes, a fin de cuentas, somos todos, y por tanto, recibimos un trato muy similar en los
EEUU.
Cristina España
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En lo profesional, recuerdo con especial afecto y orgullo el día que ascendí a Director
de escuela, el 1 de julio de 2000.
Fernando Durán
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Lo que también me gusta muchísimo de este país es como
celebran los días de fiesta y tradiciones. Si es la llegada de Halloween,
todo está lleno de calabazas, monstruitos y decoraciones en todos
sitios. Lo mismo con Semana Santa, El Día de Acción de Gracias o
Navidad. Hablando de fiestas navideñas…. Hay un día que recordaré
con especial afecto para el resto de mi vida. Y es de aquel Diciembre
de 2003. Como buena adaptada a las tradiciones americanas, yo había
decorado mi clase con trabajos de mis estudiantes (estaba enseñando segundo grado ese curso
escolar) y algunas decoraciones navideñas. Pero una mañana, entrando a mi clase, veo que hay
un cascabel en la puerta de mi clase. “Uy, qué raro”, pensé, alguien debe de habérselo
olvidado en mi clase. Pues abrí la puerta, entre y……. ¡SORPRESA! Mi clase estaba toda
decorada de arriba abajo con motivos navideños. ¡Tenía incluso hasta un enorme árbol de
Navidad!
Fue impresionante, (y casi de ataque al corazón). Resulta que los papis de mis
estudiantes quedaron la tarde anterior todos juntos para decorar mi clase. No faltó ni un
detalle, desde las cintas, adornos para el árbol, regalitos para los niños y hasta un “mensaje de
Papá Noel” en la pizarra diciendo que como sabia que eran una clase muy educada y todos
muy listos, pues quería hacer ese regalo de “decorar” la clase. Todavía se me saltan las
lagrimillas de pensar en lo emocionante de ese día y de agradecimiento a esos papás. Ese día,
todos se presentaron en clase dándome las gracias por ser la maestra de sus hijos y por hacer
entretenida y divertida la educación para sus hijos.
Marga Martínez
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¿Cómo voy a olvidar nunca el día de mi boda? Me casé en Los Ángeles el 9 de
diciembre 1988.
María Luisa Pérez
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Relato # 7
Química en América
Igual que todas, mi experiencia es irreproducible y, sin embargo, seguro contiene la
sustancia básica de la de todos los profesores visitantes: es dura, intensa, enriquecedora y
permanente. Consideradla una más para quien pueda servir y también mi personal homenaje a
todos los que la han hecho posible. Aquí va.
Desde hace dos años, cuando por motivos laborales mi pareja tuvo que desplazarse a Los
Ángeles, mi vida ha adquirido una velocidad inaudita, de una densidad casi inhumana que, sin
embargo, ha parido el prodigio de tener una ilusión recién nacida a mis 50 años.
No estamos casados y decidimos encontrar un modo de entrar legalmente a US que fuera
aceptable para los dos. Soy profesor funcionario y descubrí el programa de intercambio en la
Delegació d’Ensenyament de Barcelona-Ciutat, avenida del Paral·lel. Con la inestimable
ayuda de “la Teresa”, mesa de entradas, decidimos tentar al destino y lanzarnos a la aventura
americana.
No fue fácil. Pasé las pruebas básicas pero no conseguí plaza en Los Ángeles en ninguna
escuela charter. Mi inglés impuro, quizás mi edad, deslucieron la excelente ciencia que sé
enseñar.
Los judíos creen que hay ángeles que encarnan fugazmente; aparecen para darte lo que
más necesitas y luego vuelven al misterio que los engendró. No soy religioso pero yo tuve ese
ángel.
Linda Wagner, por entonces superintendente del recóndito Acton-Agua Dulce Unified
School District, junto a Edda Caraballo escogían candidatos en Madrid aquel mayo de 2005.
Para mi desasosiego, me tocó la muy americana Linda en la temible prueba oral. Pasado el
susto, en un descanso, Linda se acercó y me pasó su tarjeta diciendo que si no me contrataban
ella conocía un director que buscaba un profesor de química.
Una semana después estaba aturdido preguntándome qué hacer sin nada consistente entre
manos. Me recuerdo perplejo en Madrid que, afortunadamente y como siempre, me acogía
cordial. Recuerdo especialmente a Antonio Goñi cargando con mi ansiedad, a Edda ofreciendo
alguna esperanza, a los funcionarios de Justicia apurando trámites, a los camareros animando
mi espera para marchar a California en busca de un lugar para mí.
Ya en California, gracias a la tarjeta de Linda, conseguí una entrevista para la Vasquez
High School en Acton, un pueblito en el ardiente Antelope Valley a unos 80 km de Pasadena
donde vivo. La VHS era una escuela en crisis. Una serie de barracas en un descampado
tocando la autopista, tres directores en once meses, los profesores peores pagados del condado
y míseros resultados en exámenes estatales y nacionales. Inestabilidad por doquier.
El director Martin Young, el segundo Buck Weber y Diana Baker de la CTA me
entrevistaron. La entrevista fue corta, intensa y urgente. Yo necesitaba un trabajo y ellos un
profesor de química. Ninguno tenía alternativa y, a pesar de mi deficiente inglés, me confiaron
el puesto. Aquel día sentí que la Vida me volvía a besar en la boca.
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Linda y el director me animaron a ver la escuela y conocer el sistema desde dentro por
lo que durante junio estuve yendo regularmente a ver las clases de Chemistry, naturalmente, y
History porque el profe, Mark Connell, está casado con una española por lo que hablamos
mucho. Aquellos primeros días dejaron entrever el nuevo mundo que habría de pisar.
No estaba en posición de percibir ninguna crisis; me bastaba con mi propio
desconcierto y la urgencia por adaptarme lo antes posible. De aquellos días recuerdo
vívidamente el caos del Chemistry Lab, la gentileza del staff, el desorden controlado de las
clases americanas, la tímida pero tierna curiosidad de los alumnos que se acercaban a husmear
a este tipo raro, que habla with accent y tiene la osadía de enseñar en la VHS.
Acton es singular comparado con Los Ángeles. Se trata de una comunidad casi rural,
conservadora, de casas en grandes fincas, muchas con caballos. Es una comunidad
principalmente wasp con un testimonial 25% de latinos, donde la religión es central y el
patriotismo omnipresente. Los chavales son chicos de pueblo, hasta cierto punto inocentes
comparados con los de Barcelona. Comparten, cómo no, la frescura y vitalidad adolescente e
igual que en España son mayormente buena gente y malos estudiantes.
Al final de las clases me pasé una semana limpiando el Lab con la ayuda de Alejandro,
“Alex”, un janitor mejicano con quien descansar del inglés e iniciarme en el Spanglish. Alex
es delgado, curtido y gran trabajador, quien desde la seguridad de sus cuarentas despliega una
picardía muy chicana que crean complicidad inmediata y lealtad duradera. “¿Mr. Castello,
podrá Ud. con estos estiudents?” preguntaba socarronamente y yo, desde mi ignorante
omnipotencia le aseguraba convencido “¡Por supuesto, Alex!”.
Inflado de esa insensata omnipotencia me arrojé a disfrutar del verano californiano
hasta el cursillo de acogida en la USC. Allí comenzó a diluirse mi autoestima. Cada sesión
salía más alarmado por la que se venía, como si haber presenciado las clases no me hubieran
inmunizado. Mi natural desorden estaba destinado a chocar contra el muro organizativo de la
escuela americana, como mínimo. Vaya una perla de muestra: las clases estaban a la vuelta de
la esquina y yo ni siquiera tenía coche.
Pero aquel curso no empezó para mí el primer día. Dicen que toda gran empresa
demanda siempre un gran sacrificio. La mía tuvo uno inesperado.
El 4 de septiembre, Doña Octavia, mi madre, murió en su cama de toda la vida. Esa
mujer pobre, de una familia de campesinos piamonteses pobres, quien nunca acabó la primaria
para trabajar, contra todo pronóstico remontó su pobre estrella hasta marcar la de muchos
otros. Estudió hasta donde pudo, aprendió a coser, a inventar oficios para esquivar el destino
de los de su clase. Me elevó hasta donde ella supo y luego tuvo el valor de desprenderse de su
único hijo para empujarlo a seguir el camino que ella ya no podía transitar.
Con aquel golpe seco ya no había alumnos, ni VHS, ni lesson plans delante de mí, sólo
el vacío que deja el tiempo que ya no es tiempo y mi propia existencia descarnada después que
la eternidad engulle al último progenitor.
Arropado por un staff que apenas me conocía, el 5 emprendí el regreso a El Trébol,
Argentina, para dar el último beso a mi querida vieja. Sé que estaba orgullosa de mí, de lo que
había conseguido con el precioso capital que puso en mis manos. Yo estoy orgulloso de
haberla tenido de madre.
Volví a Acton una semana después, en paz con mi madre y su recuerdo, en cierto modo
purificado pero de ningún modo habiendo hecho el duelo necesario. Eso ocurrió mucho
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
después. Un día de marzo, la madre de Óscar, un chico inteligente pero arisco, dueño de un
terco espíritu de contradicción, vino a verme. Son mejicanos y la mujer, humilde pero
determinada, quiso estar seguro que su hijo era respetuoso y que yo estaba bien. Me recordó a
mi madre; desbordado apresuré el final de la entrevista desprendiéndome de la mano de
aquella mujer ahora conmovida y a solas lloré amargamente en mi aula, por primera vez, la
muerte de mi madre.
Mi regreso fue recibido por el cariño mesurado pero transparente de mis colegas
americanos. Me cuidaron aquella semana y todas las siguientes. Comiendo en el aula de
Culinary Arts apenas entendía las charlas pero los gestos tímidos era inconfundibles. Los
alumnos, adolescentes al fin, estaban mudos ante este Dr. Castello que venía a enseñar
Chemistry; todos menos la adorable Merritt quien el primer día se acercó y me dio su pésame.
Fue la primera chispa que crecería hasta ser el cariño abrasador que ahora mismo siento por
mis alumnos de la VHS.
Si mis alumnos estaban aterrados, yo no lo estaba menos debajo de aquella máscara de
seguridad. No entendía sus preguntas tanto como ellos mis respuestas, fallaban muchos de mis
guiones fatigosamente cocinados en inglés el día anterior siguiendo un libro infumable que
además era para College, y el desajuste de enseñar en América donde (apropiadamente) todo
se debe hacer para aprender.
La tercera semana tuve mi primer incidente, un teléfono móvil suena en clase, cómo
no, y en manos de Erica, por supuesto. Lo confisqué, lo puse sobre mi escritorio y fui a buscar
algo al Lab. A mi vuelta, había desaparecido. Gran incidente, you lost it, Mr. Castello.
Reconocí la prueba de fuego y mantuve mi compostura, sabedor que gritar es (correctamente)
perder los papeles en América, dije que nadie saldría hasta que apareciera y seguí con mi clase
como si nada. El aire en el aula había mutado, el silencio de ellos remarcaba la fuerza de mi
voz. Poco después “apareció” debajo de mi escritorio, respiré al fin, todos salieron menos
Erica que tuvo el honor de recibir mi primer referral.
Un par de semanas después Danny, impulsivo y poco dado a los símbolos, fijó dos
palabras a fuego en mi cerebro: el sentido de above y la pronunciación de understand. No
comprendía un balance químico, yo no le entendía a él y entonces casi gritando señaló la
ecuación superior. Me callé, lo miré en silencio unos segundos, luego le dije que si usaba otro
tono quizás podría explicarme mejor. Merritt y Curtis, sus amigos, reaccionaron y explicaron
lo que yo quería decir. Había un tono de reproche en sus amigos. Aquel día supe, al fin, que
podría enseñar química en América.
Danny quiere ser camionero, está igualmente loco por jugar a football que por las
chavalas y ocasionalmente es el cantante de Faith of the Fallen, la banda de Rhett, Curtis,
Greg y Jesse. Al final de la clase le dije que no toleraría otra intervención así, que jamás le
había faltado el respeto y esperaba lo mismo. Danny es sanguíneo y frontal, pero franco. La
siguiente clase volvió a decirme que no volvería a ocurrir. No volvió a pasar, su tono se
suavizó y llegó a participar a veces aunque poco convencido.
Un buen día dibujó algo, vino hacia mi escritorio, cogió la tijera, recortó un precioso
graffiti y lo pinchó en la pared al lado de los dibujos de mis sobrinas. “It´s a present, Mister…
my logo”. Me conmovió ver el respeto de aquel hombre-niño al que había ganado con las
mejores armas que esta profesión tiene: honestidad, compromiso y empatía. Aquellas primeras
escaramuzas devinieron a lo más parecido a la amistad entre un profe y un alumno, amistad
probada porque Danny suspendió química pero siguió saludándome alegre, contándome
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historias en un inglés imposible al que debía poner freno para poder seguirle. Danny no volvió
a hacer química este año, pero me lo crucé por el campus el tercer día de clases y fue casi una
fiesta. Cuando me alejaba le escuché decir a mis espaldas: “… the coolest teacher…” y ya no
escuché más porque mi corazón rebosaba de gratitud.
Al mes de clases la tercera parte había desertado de mis clases pero poco a poco los
valientes y yo nos fuimos relajando. La mayoría de los alumnos sincronizaron con mi
impaired English, los latinos adquirieron el relevante rol de traducirme mientras mi inglés se
aclaraba y mis dotes pedagógicas empezaron a prosperar. Seguía siendo riguroso pero había
más actividades en clase, más trabajo en grupo, animosos alumnos avanzados revelando mis
ininteligibles explicaciones o inescrutables cálculos, y algo que les chifla, salir en manada a la
pizarra para hacer ejercicios.
Aprendí que podía darles libertad para moverse por el aula, impensable en España, y lo
aprendía de la manera más enternecedora. Un par de alumnas se incorporaron tardíamente a
mi clase y estaban naturalmente perdidas. El segundo día, mientras explicaba un ejercicio,
Elaine dejó su silla, se arrodilló entre ellas y empezó a explicarles cómo hacerlo. No era un
desafío sino un precioso acto de solidaridad. Elaine ilustra esa feroz libertad de expresión
física que me cautiva de los americanos, la frescura y la originalidad, el valor supremo de la
individualidad que no obstante permite la comunidad.
Elaine quiere ser astrónoma, Sean astronauta, Christina bióloga marina, Max médico
traumatólogo, Stephanie microecóloga, Trevor ingeniero aeronáutico. Admiro la pasión
americana por la ciencia, el valor cultural que le reconocen y el fervor por hacerla concebible
hasta convertirlos en divulgadores envidiables. Hay magníficos programas científicos en TV y
tres veces al día la estupenda radio pública, confiable y equilibrada, emite dos minutos de
novedades científicas nada insípidas y frecuentemente divertidas.
Y me identifico con la mordaz ironía, el refinado sentido del humor de los americanos.
Mis clases son auténticamente divertidas y no por la química, sino por las hilarantes
situaciones que mi inglés prodiga. Los alumnos corrigen con fruición mi pronunciación o mi
grammar, por supuesto, a los que vengativamente replico subrayando algunos de sus
frecuentes mispelling de palabras de raíz latina. A veces, para mi deleite, el caos semántico y
fonético del inglés produce auténticos debates entre ellos sobre cómo pronunciar una palabra.
Encuentro magnífico este diálogo nuestro porque subraya una mutua dependencia, una
creativa simetría que es bella, incluso justa.
América es la exaltación de la diversidad. Junto a Elaine y compañía, mis alumnos
científicos, Nicole quiere hacer teatro, Patrick está enamorado de los trenes, Lauren será
artista, Garrett aspira a mecánico, Ariel es escultora, Erica (si, ésa misma) está loca por el
vóleibol, Auggie planea ser abogado, Gisselle sueña con ser chef, Riley será marine y tantos
más. Los adolescentes siempre sueñan, en todas las culturas, es su sino; pero aquí sorprende la
variedad exuberante de ilusiones que este país les ofrece.
Luego sobresalen las diferencias de comportamientos. Un grupo particular eran casi
todas chicas y era medio latino, medio wasp. En los exámenes podía despreocuparme de las
wasp, charlan tanto o más que las latinas pero durante el examen no copian, si acaban antes
giran la hoja para no tentar a nadie. La lucha era controlar a las latinas para no acabar con 15
copias de los mismos errores. Esto no es universal, esas wasp eran bastante calvinistas y se
puede afirmar que los estudiantes son más o menos iguales que los nuestros, con una
significativa tendencia masculina de todo pelaje a comportamientos “latinos”.
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Sin embargo hay casos notables. Tengo muchos alumnos de familias muy religiosas.
Ashley es mormona, en un trabajo su grupo sacó la mejor nota. Ashley se acercó al final y me
confesó que no había trabajado lo suficiente, que no merecía la nota. Le dije que no importaba,
que otras veces lo había hecho y muy bien. Insistió en que no lo merecía. Tenía los ojos
humedecidos; “Ashley, no siempre podemos hacerlo todo perfecto, a veces no estamos bien y
yo creo que sí te mereces este regalo, ¿qué te parece?” Me miró poco convencida pero aquella
sonrisa dulce la delató. Había hecho lo correcto.
¿He mencionado Riley, el marine? Riley evocaba mis peores prejuicios: pelo rapado,
botas militares, pantalones de camuflaje y abriga un indefinible racismo. Es activo, disperso,
habla cuando no debe, cuesta tenerlo sentado por lo que casi siempre acaba en el último
asiento mascullando un poco creíble I hate my life! y siempre le esconden la mochila. Durante
una clase sobre entropía, Riley salta sobre un ratón, lo caza a pisotones, lo coge de la cola, lo
patea por la puerta; todo en 10 segundos, dándome un ejemplo inmejorable para definir la
creciente entropía del aula… si ésta contiene un Riley. Riley trabaja poco y finalmente
suspendió química.
Riley es divertido; war paints mi cara de violeta y oro (colores de la VHS) para los
homecoming de football de los Mustangs; chapotea mojándose hasta empaparse en la lluvia de
febrero; baila travestido junto a Nathan, Danny (el mismo) y Travis al ritmo de YMCA de los
Village en las fiestas del viernes al mediodía y siempre está colaborando en alguna actividad
escolar. Riley no hace química este año pero sigue visitándome, limpia el Lab, barre el aula,
ordena los libros y me trae caramelos o peor, me saca a bailar en las fiestas del mediodía.
Riley es cálido, a su modo respetuoso y nada bravucón. Riley nunca le ha faltado el respeto a
un profesor negro o latino, cuando otros lo han hecho.
Riley revela la perpetua contradicción de vivir en América. Tengo mucho que
reprocharle pero la complicidad y el afecto no me lo permiten. Recuerdo una comida con
profesores, se estaba por ejecutar un reo en California y todos estaban de acuerdo excepto
Courtney (Spanish) y yo. Entonces quedé íntimamente irritado, en parte por mi impotencia
para defender mi posición en inglés. Aquella noche puse una vela en mi balcón con la leyenda
Thou Shall Not Kill.
uego se trata de Wendy, o Judi o Buck o Dale o Diana, los mismos compañeros que me
han cuidado desde que llegué. Vivo entre gentes que tan sólo dos años atrás no hubiera dudado
en descartar y de las que ahora mismo no podría prescindir. Bien dicen que conocer es amar.
Cuando acabó mi primer curso estaba exhausto pero conforme. Había sobrevivido a
una High School americana. Todo el estrés de horas preparando clases o corrigiendo,
planeando actividades y lidiando con mi inglés tanto como con su inglés no deslucía el
resultado final sino que lo enaltecía. Limpié mi aula, me despedí de la VHS y me lancé a
devorar aquel verano tan merecido en el que, como siempre, las mejores intenciones
pedagógicas se diluyeron horas después de dejar Acton. Se fue conmigo, sin embargo, la
sensación poderosa de pertenecer, de tener un lugar mío al fín.
El verano acabó y volver al trabajo siempre abruma. Retomar el camino a Acton, hora
de ida y otra de vuelta, me pesaba como una loza. Encontré que la escuela había cambiado de
director una vez más, siete profesores se habían marchado, como siempre y cinco no estaban
cubiertos. Me inquieté sobre qué esperar de todo este desorden renovado.
No duró mucho. La nueva directora Rosemary Oppenheim es seria y expeditiva,
consiguió controlar eficazmente el caos inherente a la VHS. Tiene un adecuado contrapunto en
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su segundo, Tim Jorgensen, un antiguo de la casa que se lleva muy bien con los chavales.
Reapareció la confianza. En nuestra primera reunión del Math Department, con Judi y
Anthony hablamos bastante pero sobre todo nos reímos mucho. Tuve la agradable sensación
de pertenecer finalmente a la "tribu”, ya soy Sophomore Teacher, tengo una historia aquí y
empiezo a sentirme en casa.
El nuevo año comienza con los tres cursos de Chemistry del pasado año, sólo que
ahora están llenos hasta la bandera, 36 alumnos de media, antes era de 20. Es lo que se llama
morir de éxito. Los alumnos dicen que soy cool. No me atrevo a aclarar lo que eso signifique.
En cualquier caso me asusta tanto como me halaga porque todos conocemos la volátil
predisposición adolescente. Con ellos se está o en el Cielo o en el Infierno, a veces en un
mismo día.
Me han confiado Álgebra 2 y me han concedido AP Physics, para mi regocijo. En
ambas tengo pocos alumnos, muy motivados, que convierten la clase en una delicia
intelectual. Recuerdo que en Physics, la primera semana hablábamos de la diferencia entre
precisión y exactitud, usé el ejemplo de medir la gravedad con un péndulo... de pronto sugerí,
Wanna try it? (si, mi inglés empieza a callejear) y se oyó un coro de Yes!, Cool!, Sweet!. Se
precipitaron al Lab y así nació nuestro primer experimento del año.
Junto a lo reconocible convive lo nuevo, pero por sobre todo los Hi, Mr. Castello!
desde todos lados del campus comparados con el silencio con que fui recibido el año pasado.
Sigo protestando cada mañana por madrugar tanto pero me olvido al llegar al valle que me
recibe envuelto en amaneceres sobrenaturales. Humeo de furia corrigiendo exámenes, casi
como siempre, pero luego son los de mis alumnos, los mismos que me entienden, me animan,
me enseñan.
En esta América opulenta, la poderosa América que gobierna el mundo, yo enseño
química en una escuela hecha de barracas, sin lugar que guarezca de la lluvia, sin gimnasio ni
librería, con un puñado de ordenadores inútiles. Y cada día madrugo, cojo mi coche y
conduzco como un adicto a reencontrarme con mis alumnos y reeditar la magia de conectar
con lo mejor de América.
Darío Castelo
Vasquez High School
Acton, California
Profesor visitante de 2005 a 2008
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
7.
Mejor olvidar…
Hubo momentos difíciles que me hubiera gustado pasarlos en España. Personalmente,
la muerte de mi suegro, la boda de mi mejor amiga y el nacimiento de los hijos de mis primas.
También me hubiera gustado estar en mi casa el día de los atentados del 11-M, ya que mi
padre y hermano trabajan en Madrid y del primero sé que estuvo en el grupo de ayudas para
limpiar Atocha y estoy segura de que lo pasó mal. Por supuesto, me hubiera encantado estar
allí para ver el cambio político y el despertar de la gente… en ese momento histórico
Esther Colorado
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Una de las cosas más difíciles, desde luego, es el primer mes, tener que buscar casa,
coche, y situarte un poco: abrir cuentas de banco, contratar seguro médico, descubrir que
necesitas dos años de cursos de puesta al día... a casi dos meses de tu primer sueldo. Creo que
ahora los distritos escolares están mejor organizados, pero nosotros fuimos los primeros en el
nuestro y pagamos un poco la novatada. De todas maneras, una vez superado el primer mes,
todo es más sencillo. Vivir aquí facilita mucho viajar por casi todo el mundo (por lejos que
esté, esto ya es a medio camino). A mí personalmente me ha ayudado mucho a aprender a
entender a los demás- otras culturas, otras maneras de enfocar la vida. Me sacudí bastante los
estereotipos.
Rosa Lara
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Pero como en cualquier experiencia no todo fue de color de
rosa. Me hubiera gustado que la presión que los maestros sufrimos
por parte de la administración para que se mejoraran los resultados
académicos hubiese sido más llevadera. Hay que tener en cuenta en
qué áreas se trabaja y con qué tipo de población.
En concreto durante los primeros cuatro años, en mi
escuela, padecimos una dirección que en determinadas ocasiones cruzó los límites del respeto
al trabajador, supongo por la misma presión a que la directora estaba sometida. El control que
se ejercía sobre los maestros excedía lo que uno entiende por razonable y creó un ambiente de
ansiedad entre los docentes no deseable para el buen funcionamiento del centro. Y cómo no,
hubiera sido todo más fácil y relajado en otra escuela dónde los problemas socioeconómicos
no hubiesen sido tan acusados como en Santee.
Melanie Robles
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¿Lo peor? La inestabilidad existente en la administración escolar del distrito y su
efecto nocivo para la educación de los alumnos. En concreto, en cinco cursos escolares mi
escuela tuvo tres directores y cinco subdirectores. Actualmente van por el cuarto y sexto
respectivamente. Todos los administradores que llegaron nuevos a la escuela esgrimieron un
65
_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
discurso demagógico similar, con el objeto de meterse a los profesores, a los padres y a los
alumnos en el bolsillo; y todos, sin embargo, acabaron marchándose en poco tiempo a
posiciones de administradores más cómodas (con menos contacto con padres y alumnos) y
mejor remuneradas. La educación de los estudiantes es, por regla general, un objetivo
secundario para ellos. Para algunos, dudo que realmente sea un verdadero objetivo.
Cristina España
Hablando de recuerdos, estoy pensando en uno, y no tan bueno, que no olvidaré nunca.
¡Mira tú qué coincidencia!, todo lo malo pasó al principio. Fue a los pocos días de llegar,
durante el primer año escolar, que como decía no fue muy bueno. Recuerdo que dejé el coche
en el aparcamiento de la escuela, y cuando salí lista para irme a casa, me encontré mi coche de
segunda mano, pero que acababa de comprar, lleno de pintadas que decían de todo menos
guapa. Nunca supe quién fue. Imagino que alumnos míos de séptimo o quizás otros, quién
sabe.
Gloria García
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Es una pena que se haya aprobado una ley como la
denominada No Child Left Behind. Con ella, y el consiguiente
énfasis en los tests del estado, hay un sentimiento general entre
padres y medios de comunicación de que en las escuelas urbanas que
sirven a niños de bajos recursos y a niños aprendices del inglés, el
nivel de instrucción es muy bajo. Aunque este puede ser el caso en
varias escuelas, es injusto que esta imagen se haya generalizado a la mayoría.
A las escuelas que no alcanzan los logros académicos prescritos en la ley, se les
cuelga el “sanbenito” de Program Improvement, con su consiguiente lista de medidas
correctivas. Todo esto ha desbocado en un énfasis en preparación para los tests del estado, en
programas de lectura prescritos como Open Court Reading, y en el detrimento de la enseñanza
de las áreas de contenido tales como los Estudios Sociales y las Ciencias.
Fernando Durán
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A los pocos meses de llegar ocurrió el atentado de Nueva York. Como comprenderán,
tuve mucho miedo a que ocurrieran más atentados, o a una posible guerra. Estando en un país
extranjero todo se ve distinto. Ese día lo borraría de mi vida, al igual que muchos millones de
personas más en todo el mundo.
También ha sido muy triste perder a mi querida abuela y una tía y no poder estar allí,
rodeada de mi familia.
Candelaria Pérez
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Tener que buscarme yo las entrevistas para encontrar vacantes en los institutos, porque
el distrito no hacía nada de nada. Y el hecho de que los visados H1B los den en octubre y
tengamos que perder un mes de trabajo.
María Eugenia Azagra
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La entrada en vigor de la ley 227 que prohíbe la educación bilingüe y la
implementación de programas como Open Court.
María Luisa Pérez
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A los pocos meses del retorno de mis padres a España, mi padre falleció por una rápida
enfermedad. Gracias a Dios, estaba en casa por un descanso vacacional y me permitió
despedirme de él, estar junto a mi familia y sentirme arropada. Fue muy duro volver pero
siempre cuento con su presencia espiritual y me siento tutelada.
Cristina Espín
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Relato # 8
¡Sueño Americano hecho realidad!
Ya han transcurrido tres años desde que tomé la decisión de presentarme a la
convocatoria del Ministerio de Educación y Ciencia para trabajar como Profesor en Estados
Unidos. ¡Y parece que fue ayer! ¡Qué rápido pasa el tiempo!
Todo comenzó en agosto de 2003 cuando vine de vacaciones con mi mujer al precioso
estado de California. Ya rondaba por mi cabeza la idea de venir a trabajar aquí, pero antes de
emprender esta maravillosa aventura, quería conocer en persona este lugar. ¡La impresión fue
muy buena! Recuerdo que cuando estaba visitando la prestigiosa universidad de Stanford
pensé: “¡Algún día vendré a trabajar de maestro a esta zona!”
De vuelta en Granada, lugar donde nací y en el que he vivido siempre, no podía dejar
de pensar en la gran formación profesional que supondría el venir de profesor a U.S.A.
¡Después de doce años trabajando como maestro de primaria necesitaba vivir una experiencia
como esta! “¿Cómo lo podré hacer?”, me repetía una y otra vez. Empecé a buscar en Internet y
averigüé que existía una convocatoria llamada “Profesores Visitantes”. En Diciembre de 2004
presenté toda la documentación para participar, y después de realizar todas las pruebas de
selección que se llevaron a cabo en Madrid durante el mes de abril de 2005, el distrito escolar
de Ravenswood me ofreció un contrato de trabajo. “¡Lo conseguí!”, me dije a mí mismo con
gran alegría y satisfacción. Ya faltaba menos para hacer realidad mi gran deseo de ejercer
como docente en el “Golden State”.
Después de hacer todo el papeleo para el visado, excedencia, etc., y sabiendo que iba a
echar mucho de menos a mi familia y amigos, ya me encontraba cruzando el océano Atlántico
en un avión con destino al aeropuerto de San Francisco. ¡Se avecinaban unas semanas un poco
difíciles! Tenía que buscar vivienda, muebles, coche, hacer algunos cursos de formación y
adaptarme a la vida y cultura de otro país. ¡Pero no fue para tanto! Pronto encontré un bonito
apartamento en Palo Alto, compré los muebles y el coche. También asistí a los cursos de
formación, que fueron muy útiles para la adaptación al nuevo sistema educativo. ¡Y conocí a
otros compañeros/as españoles que acababan de llegar o que llevaban ya algunos años por
estas tierras californianas!
¡Por fin llegó el momento de incorporarme a mi nuevo colegio! Iba a dar clase a un
grupo de 27 alumnos/as de cuarto curso en Belle Haven, una escuela situada en la ciudad de
Menlo Park. ¡Era todo un reto para mí el tener que dar todas las asignaturas en inglés! Así que
empecé a decorar mi clase con mucha ilusión y a hacer la programación. Las semanas iban
pasando y estaba muy contento de ver como mis alumnos/as estaban progresando. ¡Y también
por lo mucho que yo estaba aprendiendo! ¡Parecía que llevaba aquí muchos años y tan sólo
llevaba unos meses! Meses en los que tuve que trabajar duro y dedicar muchas horas para
poder hacer una buena labor docente.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Pero no todo era trabajo. ¡También había momentos de diversión con los amigos
españoles, mejicanos y americanos que había conocido aquí! Con ellos he celebrado
cumpleaños u otros acontecimientos importantes y he visitado distintos lugares preciosos de
California (San Francisco, Santa Cruz, Santa Bárbara, Malibú, Santa Mónica, Venice Beach,
Los Ángeles, etc). También tuve la oportunidad de viajar con algunos de ellos a Hawai. Y, por
supuesto, pasé muy buenos momentos en las distintas ocasiones que mi familia me visitó.
¡Y apenas sin darme cuenta, se me había pasado el primer año en California! Ya estaba
preparando la maleta para irme de vacaciones a España. ¡Estaba supercontento y con muchas
ganas de ver a los míos! Después de mes y medio disfrutando del sol y la playa de Andalucía,
llegó el momento de regresar al oeste de Estados Unidos para comenzar mi segundo curso.
Este segundo año iba a ser, y está siendo, aún mejor que el anterior. ¡El rodaje está
hecho! ¡Ya no es algo desconocido para mí! Sigo en la misma escuela y este curso enseño
tercero. Tengo veinte alumnos/as y continúo dando todas las materias en inglés. Todo es
mucho más fácil. ¡Qué diferencia! Y lo mejor de todo es que sigo con la misma ilusión y
ganas de trabajar que el primer día. Para mí esta experiencia está suponiendo un enorme
enriquecimiento personal y profesional. Cada día tengo la oportunidad de aprender y vivir algo
nuevo, y sé que todavía me queda mucho por descubrir y aprender.
Y en este momento de reflexión sobre mi experiencia americana, me estoy
preguntando: “¿Quién me iba a decir a mí hace tres años que hoy, día 10 de noviembre de
2006, iba a poder afirmar que me siento totalmente feliz y realizado trabajando de maestro en
California y viviendo a 5 minutos de Stanford con mi mujer, mi hija Elisa y mi futura hija?” Y
estoy pensando: “¡Mi sueño americano se ha hecho realidad!”
Espero que mi vivencia sirva de motivación para todos aquellos profesores/as
españoles que se están planteando embarcarse en esta maravillosa aventura. Tened presente
que si yo, y muchos como yo, lo hemos conseguido, vosotros/as también lo podéis conseguir.
Comprobareis en primera persona que merece la pena vivir esta experiencia. ¡Mucho ánimo y
suerte!
Benjamín Salas
Belle Haven Elementary
Menlo Park, California
Profesor visitante desde 2005
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
8.
A modo de evaluación global
La estancia en Estados Unidos es cómoda una vez que te adaptas al país. No sirve de
nada comparar la vida en España con la vida aquí, cada lugar tiene un estilo de hacer las cosas
diferentes y ambos tienen mucho de lo que se puede aprender. Por otra parte, la experiencia de
poder viajar por el país es única y merece la pena ser aprovechada. En conclusión, estoy muy
agradecida al programa por haberme dado esta gran oportunidad de poder trabajar en
California en lo que más me gusta, la enseñanza, y haber podido vivir este momento, que es
sin duda, irrepetible.
Marta Ramo
______________________________________________________________________
El venir a California con el programa es una experiencia muy recomendable, que
marca la vida en todos los niveles, profesionales y personales.
Pasas pequeñas experiencias inolvidables como cuando sentimos un terremoto en casa, el día
que celebrábamos el cumpleaños de Maria Rivero, 13 de mayo de 2002, justo ese día también
me llegó la notificación que me había tocado la lotería de la residencia americana green card;
los marcos de las puertas y ventanas se movieron de un lado para otro, las lámparas estuvieron
un buen rato balanceándose, nos quedamos aterrorizados por unos segundos.
Y hay muchas más experiencias que me alargarían para escribir un libro. En una
palabra la experiencia americana es apasionante.
Doy las gracias al programa y a todos lo que hacen posible el intercambio educacional entre
Estados Unidos y España.
Cristina Espín
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Mi venida a California me ha hecho ver muchas cosas de
forma diferente, desde otra perspectiva y valorar aspectos que antes
había ignorado. Entre ellos, el concepto de España. Los españoles
tenemos la costumbre de infravalorar lo que tenemos, dígase como
ejemplo, sanidad, educación, transporte público…Pero al tener la
oportunidad de hacer comparaciones con otros sistemas y otros
planteamientos, resaltamos más las ventajas. Por otro lado, el estar aquí me ha dado la
oportunidad de descubrir muchos aspectos positivos de la cultura y de la sociedad americana
que hasta entonces desconocía. Me he deshecho de un montón de prejuicios infundados con
los que venía, por falta de información o por mi propia ignorancia.
Como he dicho anteriormente, California está llena de gente acogedora, amable,
educada, y sobre todo muy respetuosa. Respetan tus opiniones, tus decisiones, tu forma de ser,
de vivir,…tu pronunciación. Saben que no eres de aquí y amablemente te preguntan: Tu
acento es diferente…¿De dónde eres? Y a mi se me llena la boca cuando digo, “I‘m from
Spain”.
Felicidad Guirao
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
______________________________________________________________________
Creo que este programa ha ayudado enormemente a muchos de nosotros a entender
que la educación puede enfocarse desde diferentes perspectivas y que la función del centro
escolar o su lugar en la sociedad varían enormemente de un país a otro. El hecho de conocer
de primera mano dos sistemas educativos nos permite reconocer las principales virtudes y
defectos de ambos con una cierta perspectiva que a veces echamos en falta en compañeros
tanto de Estados Unidos como de nuestro país.
La experiencia como profesores visitantes resulta también tremendamente útil para
comprender como la presencia de alumnos de diferentes culturas y nacionalidades puede
resultar enriquecedora y beneficiosa para todos y, ya que gran parte de nuestra comunidades
autónomas han iniciado o están iniciando programas de educación bilingüe, el trabajo en
escuelas californianas es sin duda un recurso de primer orden.
José Llaneza
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Hoy, después de más de dos años como Profesor visitante
en EEUU, puedo decir que la experiencia profesional ha sido
enriquecedora. La oportunidad de conocer, aprender y practicar en
el sistema educativo del Distrito de Oakland, tan distinto al español,
me ha ofrecido técnicas de enseñanza que desconocía, lo que ha
ampliado mis conocimientos como profesional.
En el plano personal, la experiencia es inmejorable. El vivir en un país como EEUU, en
especial en el Área de la Bahía de San Francisco, tan multicultural y rica en todos los aspectos,
es algo inolvidable, que te llena de verdad.
En definitiva, aunque la adaptación es dura, y el nivel de exigencia muy alto, la
aventura de pasar tres años de tu vida en EEUU como profesor visitante es, simplemente,
apasionante.
Diego Callejón Ros
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Eso no se contradice con el hecho de que laboralmente he aprendido lo que nunca
imaginé. Me han dado cursos formidables y me han hecho trabajar de un modo que me ha
situado a años luz de la profesional que era antes de llegar. Es otra experiencia que hay que
vivir para saber a lo que me refiero. Sólo que da muchísima pena que a la vuelta todos esos
recursos humanos que retornan en forma de profesores se pierden porque el sistema educativo
español no está preparado ni para entender ni para aplicar todo ese conocimiento.
Como se puede deducir a partir de mis palabras después de mi estancia en una escuela
americana ya no soy la misma. La riqueza de la experiencia te hace crecer y ampliar miras.
Ves el mundo y al ser humano con otros ojos dejando de pensar que tus costumbres o maneras
de pensar son las únicas que existen o son válidas. Por otro lado empiezas a valorar legados
socioculturales que ni eras consciente que eran propios de tu entorno y decides incorporar de
nuevos. Profesionalmente, como ya he dicho, no tienes nada que ver con el profesor que llegó
y eres totalmente consciente de que lo que aprendiste nunca lo hubieras aprendido en tu país.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Y como colofón hago una llamada a las autoridades competentes en educación para,
como decía anteriormente, se haga un aprovechamiento efectivo en España de esta rica
experiencia a través de los profesores que vuelven. Nuestro sistema educativo lo necesita.
Melanie Robles
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Lo primero que le diría es que es una experiencia única que, como todas, tiene puntos
positivos y negativos. Lo mejor: vivir una vida diferente, conocer a mucha gente de muchos
lugares y adquirir una experiencia en el campo laboral diferente a la de España. El sueldo es
un ventaja, con él no sólo puedes vivir sino que también puedes ahorrar y viajar. California
está tocada por el sol en todos los sentidos, el clima te parecerá ideal, la naturaleza es
abrumadora, en cualquier lugar que estés tienes la sensación de libertad por el simple hecho de
poder ver el horizonte. La gente es tranquila, pacífica y de ideas liberales (por lo general).
Carecen de nuestra complejidad: se presentan en una boda en pantalones cortos y camisa
hawaiana. Lo peor: la morriña de vivir lejos de tu gente, la falta de parranda y de fiesta, el
jamón de jabugo, el choricito, el queso manchego y las paellas de mi madre. Sin embargo, la
comida se puede conseguir, la fiesta, la organizamos en la casa y a la gente, la vemos dos
veces al año y chateamos y nos vemos por el Messenger una vez a la semana. Total… ¡no está
tan mal! Ha sido y está siendo una experiencia enriquecedora.
Esther Colorado
______________________________________________________________________
Los primeros meses de estancia en el país resultan
agotadores para el profesor nuevo, pero también es verdad que
pasado ese periodo, el resto se hace mucho más llevadero y
disfrutas muchísimo la experiencia. De hecho, me atrevería a decir
que es una experiencia tan enriquecedora, que una vez estás de
vuelta en España, te hace plantearte la educación de una manera
diferente. Trabajar en la diversidad cultural te enseña mucho. El
fenómeno inmigrante en California bien se podría asemejar a lo que parece estar empezando a
ocurrir en los colegios españoles. El haber conocido esta realidad en Estados Unidos nos
coloca en una situación privilegiada para poder anticipar este efecto, que sin duda está
ocurriendo en nuestro país. Todos los participantes en este programa de intercambio en
Estados Unidos podríamos colaborar en la elaboración de un modelo de atención a la
diversidad que cubra las necesidades de nuestra sociedad en un futuro próximo.
Indudablemente ésta ha sido una experiencia que me ha enriquecido mucho como
maestro, pero sobre todo como persona. He tenido la oportunidad de conocer en primera
persona una realidad cultural muy diversa, una sociedad que trabaja junta para crear un futuro
y además, un país que es mucho más que los estereotipos que nos llegan a través de la
televisión. Recomendaría esta experiencia a cualquier persona que tuviera la oportunidad y la
suerte de poder vivirla como yo.
Francisco J Valero
______________________________________________________________________
Concluyendo, esta es una experiencia única; altamente recomendable tanto desde el
punto de vista profesional como, sobre todo, desde el punto de vista personal. Animo a quien
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
tenga la idea de venir, a sacudirse las dudas, entrenar un poco el oído con películas en versión
original, hacer la maleta (fugazmente que luego aquí acaba uno comprando muchas cosas), y
solicitar el estado que más les apetezca con decisión y espíritu de aventura. Para mí ha
representado un montón de anécdotas, vivencias inolvidables y amigos de por vida.
Rosa Lara
______________________________________________________________________
Podría extenderme aquí algo más, pero no hay espacio para
ello. Por supuesto, pretendo aprovechar aquí los tres años que el
programa me ofrece. Aprender, enseñar,
entregarme y crecer.
Pedro López
______________________________________________________________________
No puedo acabar estas sencillas líneas sin decir que, la experiencia de enseñar en
California resulta muy enriquecedora, tanto en el ámbito laboral como personal. La vida
escolar resulta en muchas ocasiones intensa, pero cada nuevo día se presenta como un reto
diferente en el que aprendes algo nuevo o recuerdas algo que ya habías olvidado, el porqué
elegiste dedicarte a la enseñanza.
Cristina Carrillo
______________________________________________________________________
Mi experiencia en California me ha ayudado a ver la educación desde otro punto de
vista más práctico, más orientada a los proyectos y trabajos en grupo y menos hacia la clase
aburrida de gramática y poco participativa de los alumnos en su aprendizaje. También, me ha
ayudado a soltarme como profesor y a estar con un grupo muy heterogéneo de estudiantes que,
hasta hace poco, era muy raro encontrarse en España.
Si tuviera que definir mi experiencia en California en una sola palabra, ésta sería
“enriquecedora”.
Rafael Gómez
______________________________________________________________________
En lo personal, puedo decir que mis compañeros de trabajo, han sido para mí como una
familia en todos los aspectos. Los primeros momentos fueron muy duros, ya que no había
conducido nunca, y en este país saber manejarte en el coche es crucial para tener una buena
estancia. Fueron las profesoras de mi centro, e incluso mi Principal, los que me dieron aliento
y me ayudaron a superar los muchos obstáculos que al principio tienes que afrontar. Cosas tan
simples como que te acompañen a la DMV (la DGT americana) para hacer el examen de
conducir suponen un gran favor al principio, cuando todavía no has hecho amigos y no sabes a
quién acudir. En mi caso, puedo decir que toda la gente americana con la que me he
relacionado ha sido muy hospitalaria y generosa (hasta el punto de darme todos los muebles de
mi apartamento, por ejemplo) y siempre se han mostrado muy amables a la hora de resolverme
dudas o cualquier tipo de cuestión que les haya planteado.
Marta Ramo
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Yo no abandoné y estuve formando parte de esta gratificante aventura que es formar
parte del Programa de Profesores Visitantes hasta que por circunstancias personales dejé
California y sus intensos años vividos allí,… años que siempre estarán en mi presente.
Gracias a este programa y a todo lo que él supone, entiendo que ahora soy una persona
con un enorme conocimiento sobre distintas metodologías de enseñanza, y además, una
persona enriquecida y fortalecida por todo aquello que aprendí de las diversas culturas con las
que topé en la encrucijada.
Han sido años muy intensos, una tiene que estar mentalizada de que el trabajo es
frenético, largas horas de preparación y de dedicación a algo en lo que hay que creer, de lo
contrario no te será fácil.
Pero merece la pena, porque se ve compensado por la gratitud de las personas, el
respeto a lo que haces y el cariño de tus estudiantes.
NOTA:
“La vida no es plena si carece de experiencias varias. Vivir en California es la experiencia”.
Inma Martínez
____________________________________________________________________
Hay muchas otras cosas criticables, como la falta de recursos económicos para
aspectos pedagógicos básicos, como por ejemplo libros de texto, y el exceso de recursos para
aspectos banales e innecesarios, como puede ser contratar un DJ para pinchar música en el
recreo, comprar pizzas al alumnado más obeso del mundo para premiar comportamientos (que
a veces, no deberían premiarse) o repartir lacitos verdes el día de San Patricio.
Sin embargo, porque quiero ser fiel al título de este escrito (“una de cal y otra de
arena”), debo también mencionar la dignidad y autoestima que se recupera con salarios
impensables en España, la posibilidad de viajar por uno de los estados más hermosos de
EEUU y la hospitalidad de algunos americanos que ven con buenos ojos la incorporación de
profesorado español a las aulas americanas.
No por ello me olvido del enorme volumen de trabajo al que he sido expuesta durante
años por falta de materiales para mis alumnos y del estrés que ello me ha producido. Tampoco
puedo olvidarme de haber sido la única profesora de mi escuela a la que se le ha cambiado la
asignación docente prácticamente todos los años. He tenido que enseñar desde el alfabeto a la
constitución americana y muchas veces me he sentido como un comodín, utilizado para cubrir
huecos libres dejados por otros.
A pesar de todo, tanto cambio me ha obligado a utilizar estrategias de aprendizaje de
forma croscurricular. Además, tener estudiantes de distintos niveles de ELD (CELDT 1-3) y
de cuatro grados distintos en la misma aula me ha forzado a dominar la diferenciación
curricular.
Este año me presenté a oposiciones de EOI en la Comunidad de Madrid por primera
vez en mi vida. La forma en la que he enseñado inglés en California en los últimos años me
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
sirvió, sin lugar a dudas, para meterme en la lista de aprobados. Hoy soy funcionaria. Sin
quitarme mérito, debo darle las gracias a mi experiencia en California por ello.
Cristina España
______________________________________________________________________
Me siento muy privilegiado por estar donde estoy sobre todo cuando visito o leo los
comentarios de otros profesores destinados en otros estados. Sé que tenemos los puestos que
los americanos no quieren, que las condiciones de trabajo no son buenas, que los sueldos no
son suficientes pero cuando pienso en las cosas que he hecho desde que estoy aquí, las
experiencias que he vivido, los viajes, la gente, la vida, sueño con poder seguir aquí.
Carlos Bover
______________________________________________________________________
El primer año es muy duro, pero pasa. El primer año como
profesor en España también es duro. ¿Quién no lo recuerda?
¿Quién no ha tenido en su clase a un futuro profesor haciendo sus
prácticas? Pues por algo así pasamos cuando llegamos aquí.
Enfrentarse a ello y superarlo es el otro gran reto, algo que
nos da mucha seguridad. Aprendemos luego cada día a afrontar
los problemas, a tener la medida justa en la aplicación de la autoridad, a prevenir muchos de
los problemas durante los primeros meses, a organizarnos mejor y a planificar mejor… Todo
se aprende. De los cientos de días que he ido al instituto, el que recuerdo mejor es el primero:
al sonar el timbre que daba inicio a las clases, cerré la puerta del aula y casi cuarenta
estudiantes me miraban (al cabo de unos minutos descubriría que no me entendían y que yo no
los entendía). Yo entonces pensaba que estaba tranquilo, pero ahora sé que podían sentir mi
miedo. Ahora, tres años después, cuando suena el timbre y cierro la puerta de la clase, los
estudiantes saben quién manda en la clase, who is the confident one. Y cada año la seguridad
es mayor.
Ahora puedo decir que me siento mejor profesor. No en cuanto a los aspectos
académicos, sino a los aspectos prácticos de mi trabajo. Tengo mejores herramientas para
dominar la clase, para planificar, para controlar todas las cosas que pasan dentro del aula, para
prevenir casi todos los problemas. Todas esas herramientas hacen que pueda ayudar mejor a
los estudiantes, que puedan aprender más, que tengan mejores notas. Todo ello hace que me
sienta mejor profesor, incluso cuando las circunstancias externas son aparentemente más
difíciles. Tal es el fruto de la experiencia como profesor en un instituto americano: una gran
experiencia.
Felicidad Guirao
______________________________________________________________________
Por supuesto, nunca olvidaré la experiencia que estoy viviendo, una experiencia
enriquecedora, donde uno aprende a convivir con la diversidad cultural y la aceptación de
valores de gente de todo el mundo en un país tan lleno de contrastes como Estados Unidos.
La óptica de la vida cambia y ahora mismo soy una persona muy diferente que aquella
que llegó en el 94 con toda la ilusión cargada de un aventurero lleno de incertidumbres e
ilusiones.
Carles Diego
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
______________________________________________________________________
Personalmente el participar en el programa de profesores
visitantes en EEUU me dio la oportunidad de conocer personas muy
interesantes de culturas muy diferentes, americanos y también
españoles que como yo se habían embarcado en esta aventura.
Muchos de ellos hoy en día son mis mejores amigos, casi una segunda
familia. Con ellos y con mi marido que renunció a vivir en España
para vivir esta experiencia conmigo, he compartido alegrías y llantos, viajes por el mundo y
extenuantes jornadas de trabajo, interminables procesos de renovación de los visados y la
venida al mundo de los hijos. Ellos mejor que nadie comprenden lo que supone estar aquí y
echar de menos tu país y tu familia.
¿Ha merecido la pena? Sin lugar a dudas. Esta experiencia me ha hecho crecer como
persona, lo que me llena de satisfacción y orgullo.
Mar Rivero
______________________________________________________________________
A cualquier profesor que quisiera enseñar en California yo le aconsejaría que llegara
con espíritu aventurero; además, creo que todos los que venimos aquí tenemos algo de rolling
stone que nos hace especiales. Por otro lado, California tiene zonas, y gente muy interesante
que merece la pena descubrir. Uno de los grandes retos que personalmente he tenido que
afrontar como docente ha sido el tratar de entender a mis estudiantes, su cultura, y los
problemas familiares que generalmente reflejan en la clase. Lo más gratificante, sin duda, ha
sido cuando al cabo de los años algún estudiante llega a la puerta de mi clase y me dice:
“maestra, ¿Se acuerda de mi? Ya estoy en la high school. Entonces me doy cuenta de que yo
signifiqué algo en sus vidas, y que a pesar de todas las dificultades, mereció la pena.
Ángeles Fernández
_____________________________________________________________________
Ahora estoy completamente integrado, llevo ya siete años y
venir aquí ha cambiado mi vida por completo, he adquirido una
magnífica experiencia laboral y he hecho grandes amigos. Creo que
sería una gran experiencia también para otros profesores que se
animen a venir aunque sea sólo por uno o dos años.
Si tuviese que definir mi estancia aquí diría que ha sido una
gran oportunidad para vivir una gran experiencia.
José Suárez
______________________________________________________________________
Uno mismo se hace su propio destino, y sin darme cuenta llegué a esta bahía de
Monterrey, muy parecida a mi bahía malagueña que dejé atrás.
Muchos recuerdos en el pasado. Lo que más se echa de
menos es la familia, pero se compensa con el crecimiento personal y
las oportunidades que a lo mejor no hubieses tenido quedándote en
tu país.
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“La vida a veces te ofrece un tren al que subirte… del que luego no vale bajarse
cuando ya está en marcha…….”
Carmen Gutiérrez
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Esta experiencia de vivir en California me ha ayudado a crecer
personal y profesionalmente. Sobre todo porque estas fuera de tu país y no
tienes a tu familia/amigos aquí y tienes que apañártelas solita para salir
adelante. Eso sí, aquí también conoces a gente y te unes muchísimo a ellos,
formando lazos de amistad muy fuertes.
Marga Martínez
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Después de 5 años en Los Ángeles, California, puedo afirmar que han sido los mejores
años de mi vida. En realidad han sido los mejores 4 años porque el primero fue el peor de mi
vida. Mi experiencia en Los Ángeles ha sido, por un lado, agridulce, dura, dolorosa, con
muchos retos, triste, intranquila, exigente, y por otro lado ha sido aventurera, alegre,
agradecida, cómoda, gratificante.
Yo animo a cualquier profesor a venir a California como profesor visitante, la
experiencia es única. He aprendido muchísimo de este país, he conocido a personas de
distintas razas y religiones, mi mente se ha abierto, cada día aprendo de mis alumnos y de sus
familias. Ha sido y sigue siendo una experiencia única y muy valiosa.
Natividad García
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Me ha ayudado a cambiar mi carácter totalmente, a crecer como persona, y, sobre todo
a ser muy tolerante con otras culturas y a entender y respetar lo que significa ser un emigrante.
También a darme cuenta que una vez que uno deja su país ya no vuelve a sentirse 100% parte
de ningún lugar. Uno se siente extranjero incluso en su propio país a la vuelta.
Elisabeth Ariztoy
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Esta experiencia en California me ha ayudado mucho a crecer como persona en todos
los sentidos. Adquirí madurez y un profundo sentimiento de autoestima. Olvidé pronto los
malos tragos del principio y tanto a mí como a mi familia, este país nos ha abierto un montón
de posibilidades.
Carmen Crespo
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Esta experiencia ha cambiado mi vida en muchos sentidos. Personalmente, tengo una
nueva familia y nuevos amigos, a los que llamo mi familia americana. Mi mente está abierta a
nuevas culturas y formas de vida. Soy más comprensiva y tolerante con otras personas, y he
encontrado que mi trabajo como maestra es cada vez más gratificante.
77
_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Por otro lado, he estudiado mucho. He obtenido la Credencial de enseñanza
Californiana, he asistido a cursos en la universidad, en mi distrito escolar y a conferencias
sobre educación, con lo que estoy más preparada profesionalmente. Cuando vuelva a España,
podré aportar nuevas técnicas de enseñanza que he aprendido en este país.
Candelaria Pérez
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Vivir en Los Ángeles durante 17 años por supuesto que deja mella. Mi vida ha
cambiado hasta el punto que ahora me siento tan americano como español. Prueba de ello es
que me cuesta adaptarme cuando voy a España. O el hecho de que me hubiera resultado más
fácil el responder a las preguntas del cuestionario en inglés.
Fernando Durán
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¿Cómo ha cambiado tu vida esta experiencia?
Bastante. En 2 años (aunque ahora llevo 3) me he casado, vivo en una
casa y tengo 2 perros. Trabajo muchísimo más, y yo que siempre me
había querido ir de España, me paso la vida añorando volver. Esto de
ser emigrante…
María Eugenia Azagra
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Totalmente. Aparte de tener un trabajo permanente que te permite vivir decentemente
y hacer tus viajecitos al viejo continente, existe un reconocimiento profesional que valora tu
trabajo (también es verdad que el trabajo es agotador, incluso después de 20 años).
María Luisa Pérez
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Tras esos cinco años felizmente pasados en San José, y tras un
paréntesis de un año de vuelta en Madrid, vuelvo al área de la bahía,
esta vez a Oakland. De mis cinco-casi-seis años como profesora
visitante me quedo con dos cosas: la madurez profesional que he
alcanzado enfrentándome al reto de trabajar en un sistema educativo
tan distinto al español, y con mi marido.
Todos los recuerdos que guardo de esos años son positivos. Si bien es cierto que al
principio me veía agobiada por el sinfín de papeleos que tuvimos que hacer y la falta de
experiencias similares en España, (quizá por mi edad), sonrío al ver que lo dejé atrás y que salí
para adelante.
Para concluir sólo me resta mencionar que, afortunadamente, no hay casi nada que
quisiera cambiar de esta estancia aquí. Fue en su momento, y está siendo de nuevo, una
experiencia apasionante, de esas que te cambian y se recuerdan toda la vida, y que por tanto,
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
merece la pena ser vivida, a pesar de los sinsabores que a veces podamos sentir en medio de la
adaptación, con sus famosas fases de aculturación que nos explicaban antes de venir. Creo que
todos los que participamos en este programa, sea por el tiempo que sea, no nos arrepentimos
de ello en ningún caso, y no puedo por menos que animar a quien aún no lo esté a unirse a este
grupo de profesores, siendo conscientes de que las diferencias a las que nos enfrentamos en los
primeros momentos acaban por convertirse en seña personal de superación y en un muy bonito
recuerdo que no todo el mundo tiene la suerte de disfrutar.
Susana Fernández
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El estar aquí tantos años como profesora realmente me ha cambiado. Aquí me casé,
tuve dos hijos que ahora son adolescentes y me quedé a vivir aquí.
María Castaño
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Sé que si me quedara muchos años volvería a tener la sensación de rutina que dejé en
Madrid, pero hoy por hoy tengo la impresión de que aún me queda mucho jugo que sacarle a
este país, tanto a nivel personal como profesional. He aprendido y sigo aprendiendo mucho de
este sistema educativo, que no cambio por el nuestro, pero que me ha aportado bastante. En el
plano personal, el enriquecimiento ha sido igual o mayor aún. He visitado lugares que jamás
soñé ver, he conocido a gente interesantísima de ambos lados del charco, y he hecho cosas que
nunca habría hecho si no hubiera venido.
Pero no debemos olvidar que este es un proceso bilateral de dar y recibir: nos llevamos
mucho, lo que aprendemos, pero a la vez damos a las personas que aquí viven la oportunidad
de conocernos y de aprender nuestra cultura y nuestro idioma. Al fin y al cabo, para eso
venimos, para enseñar y para aprender, y vaya si lo hacemos.
Esta experiencia será ya parte de mí vaya donde vaya y haga lo que haga, y aunque
sigo prefiriendo España y sus españoles/as, tengo que reconocer que ha marcado un antes y un
después en mi vida, y me ha enseñado a reflexionar no sólo sobre lo nuevo, sino también sobre
lo ya conocido.
Gemma Cristóbal
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Creo que no hay nada que cambiaría, sobretodo viéndolo
con el tiempo. Sé que pasé momentos muy malos y que lloré un
montón los primeros meses. Sé que el cansancio fue indescriptible
y que los niños que tuve ese año no aprendieron todo lo que
hubieran aprendido con alguien con más experiencia pero el año
pasado fui a una boda de un niño de esa clase y todavía tengo
visitas de niños que tuve esos primeros años. Llevo en la misma escuela 17 años y ya he
empezado a oír que algunos de mis antiguos estudiantes de primer grado ya tienen niños.
También enseñé primer grado a los niños que se iban a graduar del instituto en el año 2000. Lo
recuerdo porque empezamos un portafolio que teóricamente iba a seguir a esos niños hasta su
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
graduación.
Mi vida ha cambiado un montón. Vine a los 24 años y ahora tengo 43. Me he casado y
tengo una hija de 4 años. Recuerdo que cuando llegué habría dado cualquier cosa porque me
hubieran puesto en secundaria, pero ahora no dejaría la primaria. Sigo trabajando con los niños
y no lo cambiaría.
Elena Marqueta
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Relato # 9
King City Connection
Nunca me he considerado una persona valiente y para mí, en el año noventa y nueve,
todo aquel que se embarcara en la aventura de ir a vivir a un país extranjero lo era, y mucho.
Nunca había salido del país. Mi inglés, de un nivel medio, era puramente teórico, y los únicos
momentos en los que lo utilizaba era para corregir los ejercicios de mis alumnos en un pueblo
perdido de Álava, o en la misma Vitoria si tenía suerte y había plazas de sustitutos abiertas.
Un día, por pura casualidad, encontré en la escuela donde trabajaba un periódico del
que nunca he vuelto a ver un ejemplar –ni siquiera recuerdo el título, pero era una publicación
para escuelas-. Allí se mencionaba el programa de profesores visitantes; yo tenía una amiga
muy interesada en irse al extranjero, así que recorté la noticia y se la pasé. Pero ella no tenía el
CAP, requisito indispensable, y, sin saber muy bien cómo, me encontré rellenando yo la
solicitud. Primero hice los papeles para Louisiana, pero no me cogieron (visto lo visto, menos
mal) y al año siguiente, con los tres años de experiencia justitos que requería el estado, me
presenté para California. Para mi sorpresa, pasé las pruebas y me encontré haciendo la
entrevista para el distrito de King City. Me cogieron. Y ahí empecé a darme cuenta del
“embolao” en el que me había metido.
Nunca había montado en un avión, la primera vez que lo hice fue para volar a San
Francisco. El primer recuerdo de California que tengo es ir montada en un taxi, atontada por el
viaje y el cambio de hora pero incapaz de cerrar la boca de asombro ante una ciudad que me
impactó (todavía hoy, siete años más tarde, me impresiona). Lo primero por lo que pasé fue el
curso de adaptación, al que probablemente le deba el hecho de no haberme vuelto el primer
año. La frase que se me quedó grabada de los tres días de cursillo (del resto ya no me acuerdo,
he pasado tanto tiempo allí que lo he normalizado todo, aunque en el momento estaba aterrada
ante tanta novedad): nunca les digáis a vuestros compañeros americanos lo que ganáis. Ellos
creen que ganáis menos. Qué razón tenían.
Vinieron a buscarme dos profesores de King City: la que sería mi mentora (King City
tenía un excelente programa para nuevos profesores, antes de los recortes presupuestarios),
que gracias al cielo hablaba español muy bien, y otro profesor al que me costó varios años
entender, con un acento tan cerrado que no tenía muy claro si estaba hablando inglés o algún
otro idioma (pero cuando conseguí entenderle, supe que había dominado el inglés). Mi
primera sorpresa al llegar al pueblo fue encontrarme con el rechazo de algunos profesores, que
no entendían por qué habían tenido que traer a gente de tan lejos habiendo profesores
bilingües en la zona. La segunda, que aquel año sería el último en el que se iban a dar las
clases en español. Muchos esperaban que yo me fuera entonces, pero para su sorpresa me
quedé. Tengo que decir que alguno se alegró, pero la mayoría no me entendió.
Así que, de los siete años que pasé en King City, sólo el primero pude dar lectura en
español. Después me metieron con los recién llegados en un programa de inmersión al inglés –
a mí, a quien la mitad de los profesores no entendían cuando hablaba- y ahí me quedé hasta
que me fui. Me cambié de escuela, de Santa Lucía con su calendario tradicional y sus ocho
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
clases de primero a Del Rey, con diferentes vías y sólo un compañero con quien ponerte de
acuerdo, donde me enamoré del calendario year round, que consiste en trabajar tres meses y
descansar uno. Iba a Vitoria tres veces al año, viajaba por el país todos los fines de semana,
vivía en una casa con piscina y podía ir andando a trabajar. Me hice adicta a los Starbucks.
Soñé con comprarme una casa en la bella San Francisco, lo suficientemente cercana para
poder pasar casi todos nuestros fines de semana allí, pero nunca me atreví a pedir el cambio de
distrito y dejar a mis adorados alumnos. Los niños (todos de origen hispano, los míos al
menos) eran respetuosos con los profesores; trabajaban para mí más de lo que cualquier
alumno en Vitoria lo había hecho nunca; tenían unos padres que, lejos de enfrentarse al
profesor, te daban permiso por escrito para que les pegaras si no prestaban atención, y te traían
regalos el día de San Valentín y Navidad. Sé que mi experiencia no tiene nada que ver con la
de los profesores de secundaria, que todo el mundo se queja de la disciplina y los problemas
que tienen en clase, pero yo no cambiaría a mis alumnos de King City por nada del mundo.
Ahora, dando inglés a la clase media vitoriana, les echo más de menos que nunca.
Me fui por mil motivos, el más importante que sentía que, después de siete años,
necesitaba una etapa nueva en mi vida, nunca porque dejara de gustarme mi profesión o lo que
estaba haciendo en la escuela. Me llevé de allí grandes amigos (la mayoría españoles, aunque
algún americano también cayó), la experiencia de haber sobrevivido en una tierra que no era la
mía y un montón de lecciones que me dieron mis alumnos sobre humildad y aprender a
aprovechar lo que tenemos hoy, que puede que no esté ahí mañana. Crecí mucho más de siete
años y, sobre todo, le quité el miedo a probar cosas nuevas. Llevo en Vitoria desde junio y sé
que, en cuanto se me ofrezca una oportunidad, me iré a cualquier otro país de habla inglesa, en
principio para un año, como me pasó con la aventura americana, pero luego ya se verá.
Se supone que debo dar algún consejo a los nuevos profesores o todos aquellos que se
estén planteando viajar a California. El único que se me ocurre es no convertirse en
americanos. No os concentreis en el trabajo tanto que os haga olvidar que estáis viviendo una
experiencia irrepetible, que hay un millón de cosas a vuestro alrededor por descubrir. Algunos
compañeros americanos iban a trabajar los fines de semana, y yo les imité dos veces. Me
agarré tal depresión esos dos días que me juré no volver a hacerlo nunca más. Aprovechad
para viajar y recordad que, por mucho que pretendáis quedaros, nunca sabéis cuál será vuestro
último año. A mí me pilló mi marcha con muchas cosas pendientes por hacer. No dejéis que
eso os pase a vosotros.
Si volviera atrás en el tiempo y me encontrara de nuevo aquel periódico, ni siquiera me
molestaría en ofrecérselo a una amiga. Evitaría directamente Louisiana para apuntarme a
California y ganar un año. Y, quién sabe, quizás me quedara aún más tiempo.
Ruth Ibáñez
Profesora visitante española en Santa Lucía School, King City. 1999 - 2006
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
9.
Para quien busque consejo
Lo que aconsejaría a los profesores que quisieran venir aquí es que vengan con la mente
abierta, que siempre hay cosas que aprender. Que escuchen primero y que no se dejen llevar
por la primera impresión. Que vengan dispuestos a aceptar la diversidad y multiculturalismo
de California en vez de comparar con España todo lo que ven a su alrededor. Y que se animen
a venir, porque es una gran experiencia. Si yo tuviera que definir mi experiencia en California
con una palabra sería intensa.
Isabel Sanz
Mi consejo para quien quisiera venir, es que venga con la mente
abierta. Que no tenga ideas preconcebidas y que sea humilde a todo lo que
hay aquí para aprender.
Que si deja que la experiencia le enriquezca va a tener múltiples
oportunidades de mostrar todo lo que trae y que será valorado por ello. Es
difícil todo lo nuevo, es difícil cambiar y es difícil no ver lo que otras
culturas tienen de positivo para aportarnos. Pero creo que yo he ofrecido
mucho al programa y a las escuelas de California pero que a la vez ellas y
la experiencia me ha ofrecido a mí.
Elena Marqueta
Por ello a los que venís por primera vez os aliento a disfrutar de la experiencia, a
aprovechar todo lo que California puede ofrecer, que es mucho, en todos los sentidos. Para que
no os pille de sorpresa preparaos para trabajar muy duro y estar dispuestos a adaptaros a
cómo se enseña en las escuelas americanas. Sí, sin capacidad de trabajo, tenacidad y
aceptación del nuevo modelo educativo no saldréis adelante. Y apuntad esto último porque es
la clave para que no os derrumbéis ante las dificultades, que vendrán. Y sí, echaréis
muchísimas horas pero al final podréis afirmar satisfechos, como yo lo puedo hacer ahora, que
fue una experiencia inolvidablemente rica.
Melanie Robles
Mi consejo para los que decidan venir a California a impartir clases a nivel de
secundaria es tomarse las cosas con mucha filosofía y aprender día a día de los errores.
Adaptarse lo más rápido posible al entorno en el que se encuentren y conocer al tipo
de alumno con el que tendrá que convivir los próximos meses o años, además de ser muy
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
flexible en los métodos de enseñanza a utilizar, tener un variado abanico de recursos
didácticos a tu alcance es de gran valía.
Rafael Gómez
Un consejo que le daría a un profe que quisiera venir a
California es que trajese un montón de pastillas para el dolor de
cabeza para los primeros meses. Si, si, y es que aunque es todo
nuevo, y súper bonito, y todo es impresionante, y grande y todo
pues…… cuando llegas a casa después de trabajar con 20 niños,
tener alguna reunión que otra, preparar las lecciones y copias para el
día siguiente y hacer alguna que otra actividad relacionada con el
cole pues… tienes un dolor de cabeza impresionante. Eso si…. A los tres meses cuando ya te
has adaptado a todo ya empiezas a disfrutar en serio.
Para finalizar, me gustaría terminar con una frase que define mi experiencia en
California, y es la siguiente: If you never try, you’ll never know, o traducido en español, “Si
nunca pruebas, no sabrás que puede pasar”.
Os animo a todos a que “probéis”, pues ya que el intentar te puede deparar muchas
experiencias positivas.
Marga Martínez
Mucha investigación antes de venir, ahora es fácil hacerlo a través de internet e intentar
contactar con profesores que ya hayan trabajado aquí antes. Mucha paciencia y dejar las
comparaciones en casa.
Elisabeth Ariztoy
Que piense seriamente que este es un país diferente de España, que no se pase todo el
tiempo comparando el sistema educativo y la forma de vida. Tiene que asumir que se
encuentra en una cultura diferente pero que le puede aportar muchas posibilidades y
expectativas.
Carmen Crespo
Que recuerden los que están por venir que al principio es duro, pero
a los pocos meses, y sobre todo cuando se termina con el agobio de todo el
papeleo y burocracia, se pueden hacer muchas cosas. Aparte de trabajar y
asistir a cursos (algunos gratis, otros pagados y otros cobrados) cuya oferta
es inmensa y que sirven para mejorar en tu trabajo y crecer
profesionalmente, da tiempo para muchas cosas más: salir, conocer gente y
viajar también entra en el paquete. Además, el sueldo da para ir a España
varias veces al año, y el calendario escolar lo permite, con vacaciones de
verano, Navidad, Semana Santa, y puentes.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Yo, personalmente he optado por ir a España sólo en verano, y durante las otras
vacaciones viajo. En los últimos 6 años he viajado por USA, Canadá, México, Centro y Sud
América... Las últimas Navidades las pasé en Japón. La verdad es que siempre he viajado,
pero desde que vivo en USA, me veo con más poder adquisitivo, y sobre todo me siento más
independiente.
En España, aunque antes de venir aquí también vivía sola, la familia siempre estaba
cerca y tiraba de ellos constantemente. No sé si eso último es bueno o malo, sólo sé que desde
aquí no es fácil tirar de la familia y amigos, y eso se echa de menos.
A la fuerza se aprende a hacer las cosas solas. También es verdad que “todo está cada
vez más cerca”, y es muy fácil mantener el contacto con familiares y amigos regularmente,
mediante las nuevas tecnologías. ¿Quién me iba a decir a mí hace unos años que el ordenador
iba a llegar a ser imprescindible en mi vida?
Gloria García
Tanto en la vida de estudiante en la universidad de California, como en la vida laboral,
todavía me cuesta admitir que la gente aquí compite, no colabora por algo común. Todavía me
cuesta tranquilizarme cuando viene la policía escolar a observar y evaluar lo que hago. Y por
ultimo, el trabajar mas duro que los demás para demostrar a padres y administradores que
sabes lo que haces y lo haces siguiendo las reglas estrictamente. Todos los años tengo a
alguien que cuestiona algo. Por supuesto, siempre cubro mis espaldas teniendo todo al día y
con suficientes pruebas visibles de trabajo de alumnos, documentación detallada y fechada,
etc. etc. Repito, aprendemos rápido.
María José Carnicero
Le aconsejaría que no lo dudara ni por un momento. No voy a decir
que es fácil; hay que adaptarse a muchos cambios. ¡Y no hay jamón
serrano! Pero si tiene suficientes conocimientos de Inglés, y muchas
ganas de aprender, de viajar, de conocer gente nueva y de crecer
profesionalmente, le diría: “Vente a California; si estoy aún aquí,
puedes contar conmigo para que te ayude en lo que necesites”. Y no
sería la primera vez que animo a gente a venir o que ofrezco mi ayuda.
Candelaria Pérez
“Donde fueres haz como vieres,” o como dicen en ingles, When in Rome, do as
Romans do.
Tener en cuenta que esta es una cultura, y dentro de ella un sistema educativo, con diferentes
normas y valores. Nada es imposible en Estados Unidos. Con trabajo, dedicación y honestidad
se puede conseguir cualquier cosa. Por supuesto que la suerte, como todo en la vida, juega
también un papel importante.
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Fernando Durán
Que sepa que una ciudad como Los Ángeles no es una ciudad
“normal” porque no se anda por las calles y las distancias son
astronómicas. Que tienes que trabajar mucho pero que se cobra bien,
que tienes que adaptarte a una vida social menos constante que la
española, y que Los Ángeles te ofrece de todo para ver, comer, oír,
visitar…
María Eugenia Azagra
El primer año es muy duro, pero es una inversión. Cambia tu chip y adáptate a la forma
de trabajar aquí. Aunque algunas cosas parezcan ridículas, son así. Dentro de tu clase mantén
las apariencias y enseña como tú sabes. Aprovecha las oportunidades para viajar y conocer
diferentes culturas.
María Luisa Pérez
Vive entre dos aguas: por un lado, trata de conectar con la gente de aquí de la forma más
cercana, pero no te olvides de cargar tus baterías con tu cultura, tu lengua, todo lo tuyo. Es
muy difícil de mantener ese equilibrio, esa armonía.
María Castaño
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
Relato # 10
La realidad no es lo que parece, pero cada vez se parece más
En agosto de 1989 aterricé en el aeropuerto de Los Ángeles con un grupo de 45
profesores visitantes que habíamos sido contratados en Madrid la primavera anterior para
enseñar en escuelas de California. Yo tenía 26 años y todas mis pertenencias en una bolsa de
deportes comprada en la sección de oportunidades de El Corte Inglés.
En el aeropuerto nos recibió George González, del departamento de Recursos
Humanos de Los Angeles Unified School District. Al señor González le habíamos conocido en
Madrid, vestido con traje y corbata. Este sábado en que nos recogía en LAX vestía unos shorts
tejanos, camisa de flores y chancletas.
Esto confirmaba todas mis previsiones: acababa de llegar a la tierra del surf, las playas del
pacífico y el clima siempre primaveral del sur de California. Ya me veía patinando por Venice
Beach, yendo a la escuela en mi descapotable y conociendo a artistas de cine en cada esquina.
La realidad fue un poco diferente. Las estrellas de cine no frecuentaban el cruce de
Soto y Broadway, hoy Cesar Chavez Avenue, donde estaba la escuela en la que daba clases.
Sheridan Street Elementary School tenía unos 1600 alumnos de los que 1590 eran
centroamericanos y los otros diez eran afro-americanos, asiáticos o blancos. Me encontré un
proyecto de enseñanza bilingüe sobre el que no tenía ninguna idea y una situación lingüística
que me chocó muchísimo, con unos alumnos que hablaban un español fascinante en una
situación de diglosia. Además mi poca experiencia docente había tenido lugar principalmente
en secundaria y aquí me enfrentaba a un grupo de alumnos de quinto grado con necesidades
que yo, sinceramente, no estaba preparado para atender.
Los comienzos fueron muy duros pero con la ayuda de mis colegas y de los
administradores poco a poco fui superando mis lagunas. Descubrí que la sociolingüística y las
cuestiones de lenguas en contacto y de adquisición de lenguaje despertaban en mí un interés
que me ha acompañado toda la vida. Muchos de aquellos niños se me metieron debajo de la
piel y son de los alumnos más agradecidos y más merecedores de cualquier esfuerzo de los
que he tenido en veinte años de profesión.
En cuanto a mi vida personal, después de pasarme tres meses odiando Los Ángeles y
pensando en cómo podía alguien vivir en una ciudad tan fea, incómoda e inhóspita, poco a
poco fui descubriendo una metrópolis cosmopolita, tolerante y llena de energía y de vida.
Todos los acentos, colores y opiniones eran aceptables y aceptados en un grado que echaba
por tierra mis prejuicios sobre este país y la gente que lo habita.
Los Ángeles y mi experiencia en esta ciudad como profesor visitante indudablemente
cambiaron mi vida personal y profesional. Aquí conocí a amigos que lo serán siempre y la
persona con la que hoy comparto mi vida y tres hijos. Desarrollé intereses personales que no
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
he abandonado y que me abrieron puertas, a nivel profesional, que de otra manera hubiesen
estado cerradas para mí. Esta experiencia cambió mi carrera y me hizo la persona que soy.
Desde mi responsabilidad actual como Asesor Técnico Docente de la Consejería de
Educación y Ciencia considero un privilegio poder trabajar para hacer que otras personas
tengan la oportunidad de añadir esta experiencia a sus vidas. En cada nuevo profesor visitante
reconozco la misma curiosidad y ganas de ampliar miras que guiaron mi viaje. A todos les
deseo que el programa de Profesores Visitantes les de por lo menos tanto como lo que me ha
dado a mí, que es muchísimo.
Adolfo Carbón
Ex-profesor visitante español en LAUSD
Actualmente, Asesor de Educación de la Embajada de España
En Estados Unidos
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
10.
Escenas costumbristas
Recuerdo con especial cariño las aventuras con los coches. Un par de compañeros y yo
nos decidimos a ir a un dealer. Os imagináis lo que eso significa, carne fresca para los
tiburones. En fin, un par de horas mas tarde y 1.400 dólares menos salimos de allí con un
Corvair del año 1963, coincidentemente el coche y yo habíamos nacido en el mismo año.
Cada mañana salíamos los tres de los apartamentos e íbamos soltando a cada uno por su
escuela.
El empezar a conducir por la autopista fue algo que me intimidó un poco, pero como
todo lo que hicimos ese primer mes nos liamos la manta a la cabeza del toro. La verdad es que
tuvimos que escuchar bocinazos en cantidad, sobretodo conduciendo la carraca que
acabábamos de comprar. Que la verdad era muy mono pero no tenía el arranque de un coche
nuevo. Aunque no me puedo quejar porque nunca nos dejo tirados. Hablando de coches creo
que tengo otra aventura que contar. Después de las primeras tres semanas en los apartamentos
teníamos que buscarnos la vida en otro sitio y conseguir un coche propio. Unos compañeros y
yo oímos hablar de subastas de coches. Ibas a verlos y después había una puja para
comprarlos. La verdad es que sin saber nada de coches y solamente viendo un coche por fuera,
os imagináis que coche me podría comprar. En fin, que salió uno 1.300 a la una, 1.300 a las
dos y 1.300 a las tres, y en ese momento levante la mano energéticamente y el coche era mío.
Un Datsun 210 que no había visto nunca y que lo único que sabía es que era azul. Luego
descubrí que tenía el vidrio de una ventana roto y que tenia 150.000 millas, casi nada. Pero lo
dicho, lo llevé durante 2 años y nunca me dejo tirada. Luego se lo vendí por cuatro perras a
otro compañero. ¿Sería la suerte del principiante? Quien sabe, el caso es que no me fue mal.
Elena Marqueta
California está llena de gente agradable, cordial, amistosa, acogedora y educada.
Siempre me he sentido como en mi propia casa, y a pesar de que mi familia vive en España,
ésta es también mi casa, porque aquí es donde vivo, donde trabajo y donde tengo mis amigos.
Y yo diría a todo aquel que vive en otro país durante algún tiempo, que lo considere desde el
primer día como su casa, que intente entender las costumbres y adaptarse a ellas. Está bien
hacer comparaciones con tu propio país, porque esto te ayuda más y mejor a comprender las
que aquí te resultan tan diferentes.
Sirva como ejemplo la siguiente anécdota. La primera semana de clase, teníamos una
reunión a la hora de la comida, que aquí no son más de cuarenta minutos. Bien, yo pensé,
después de la reunión me como mi bocadillo. Mi sorpresa fue cuando en la reunión todo el
mundo sacó allí su tartera y empezó a comer sobre los papeles con los que estábamos
trabajando. Para mi fue un experiencia realmente sorprendente. Y en ese momento es cuando
comparas las costumbres de aquí con las de tu país: “Pues…en España no comemos mientras
trabajamos”. Ese día me quedé sin comer porque ya no me quedó tiempo. En la siguiente
reunión que tuvimos, me llevé mi tartera, mi soda, mi fruta y comí sobre los papeles, y los
sacudí sin reparo si alguna miga se cayó sobre ellos.
Felicidad Guirao
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
En cuanto a contar anécdotas, lo más difícil es elegir, ya que dos años dan para mucho
y se pasa por distintas fases. Como supongo que mucha gente mencionará cosas de clase, voy
a contar algo de mi viacrucis como conductor.
Me empeñé en comprar una furgoneta VW para tener la posibilidad de moverme por
ahí al estilo caracol: lento y con la casa encima. Como tampoco andaba tan boyante, de
segunda mano. Y como no tenía vehículo para ir a ver furgonetas, acabé comprando la de uno
tan amable que vino hasta mi casa para enseñármela. La primera sorpresa fue al ir a pasar el
smog test. Mi furgoneta, matrícula de Florida, no cumplía ninguno de los requisitos. Según
estimación del "testeador", requería una inversión de unos $1.000, en piezas y mano de obra.
Según el DMV, tenía que pasar esa revisión. Según el que me la vendió, Santa Rita Rita, ...
Tras varios meses, solicitudes de prórroga, noches sin dormir, conocer todos los
cementerios de coches de la zona (interesante experiencia, mejor que Disneyíand), conseguí
las piezas más aparentes para disimular, encontré un "testeador" de gorda vista, y empezó a
dormir mejor, aunque solo un poco...
Rebeca (mi furgoneta) padecía infinidad de males crónicos. Pero estos estaban tan
astutamente distribuidos que iban saliendo poco a poco de modo que no podía decidirme a
cortar por lo sano. Conocí a mecánicos. Muchos mecánicos. Y aprendí mucho. No sobre
mecánica, sino sobre mecánicos... y sobre paciencia. Y además, sobre transporte público.
Los mecánicos americanos no arreglan. Cambian piezas. De ser por ellos, al final de
mi estancia tendría una furgoneta diferente. Los buenos son los mejicanos. Son ingeniosos y
están acostumbrados a los coches viejos. Como vivía en San Diego iba a Tijuana a visitar a un
artista del martillo y-cinta aislante. Me encantaba ir, ponerme morado de tacos, y disfrutar el
ambientillo. Hasta la cola de la frontera tenía sus momentos. Una vez entró un coche 100
metros dentro de los USA. De repente aparecieron multitud de policías, y hasta un helicóptero.
El coche dio media vuelta, hacia Méjico a toda pastilla. Parecía la persecución final de la
película de los Blues Brothers, "Granujas a todo ritmo". Los detuvieron y empezó a salir gente
del coche. Parecía el bolso de Mary Poppins. Salieron doce del coche, a los tres minutos, se les
ocurrió abrir el maletero y salieron otros ocho.
Volviendo a la furgoneta, tras muchos cuelgues (aprovecho para pedir perdón Rosa por
aquella Nochebuena que nos perdimos la fiesta y acabamos cenando en un Denny's mano a
mano, a mi compañero de piso por todas las veces que me tuvo que ayudar a empujar y por
aquella vez que, buscando una gasolinera, acabamos frente a la central térmica con la palanca
de cambios en la mano)y mucho gasto, fui domesticándola y acabó siendo muy fiable. Por eso,
cuando al final de mi estancia la vendí y al día siguiente me llamó el comprador para ver si se
podía echar atrás, no pude evitar pensar en lo que dicen los mejicanos: ¡Estos gringos son unos
flojos!
J. Carlos Lacunza
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_______________________________________20 años de profesores visitantes españoles en California
¡Uy! Anécdotas tengo miles. Podría escribir un libro. Una muy simpática, ¡y
embarazosa!, me ocurrió mi primer día de clase. Me llamaron de la oficina para que, cuanto
antes, rellenara los datos sobre el número de alumnos que había asistido a clase ese día en The
yellow sheet, that it was on my desk (la hoja amarilla que estaba en mi mesa) y la enviara con
uno de mis alumnos. Yo, entre lo nerviosa que estaba porque no entendí bien lo que me
pedían, y mis niños de seis años hablando Inglés a media lengua, no encontré el papel amarillo
por ningún sitio. Así que escribí una nota y la mandé a la oficina: I am sorry, I can not find
that yellow shit (instead of sheet). Mrs. Pérez. Los que saben Inglés, se habrán dado cuenta de
mi gravísimo error. Para los que no, pueden buscar las dos palabras en el diccionario, pues me
da mucha vergüenza traducirlo. Eso sí, me hice famosa en mi colegio desde el primer día,
porque la anécdota corrió como la pólvora.
Candelaria Pérez
Cuando llegamos a este país, la primera semana alquilamos un coche y cuando
volvíamos de una discoteca, nos salimos en la salida equivocada de la autopista y acabamos en
Watts, a las tres de la mañana, en la peor zona de toda California. Para preguntar por la
dirección de nuestro hotel, nos acercamos a un montón de vagabundos que se calentaban al
calor del fuego en la calle. Ellos nos acompañaron a la estación de policía más cercana y la
policía nos escoltó hasta el hotel. Éramos como tres o cuatro chicas y realmente éramos unas
pardillas, no teníamos ni idea de nada, ni miedo tampoco.
María Castaño
Os envío una historia que se publicó en Los Angeles Times el 26 de Junio de 1988,
pero palabra que no es verdad como lo cuentan.
El cuanto al título, en inglés podría ser algo así como " Turkeys versus peacocks"; en
español yo sería más castiza y le llamaría algo así como " Échale guindas al pavo... pero ¿a
qué pavo?", o algo similar ... en fin , Dios nos coja confesados y aquí tenéis mi historia.
...Y llegaba el mes de Noviembre, y todo seguía siendo nuevo, cada mes un color
distinto, cada mes una decoración en la clase distinta, todo sobre un tema central.
Acabábamos de salir de Octubre: Halloween, "naranja y negro". Todo lleno de
calabazas naranjas, murciélagos negros, velas encendidas, por supuesto naranjas, brujas
negras, hojas de otoño naranjas, arañas y gatos negros... Todo de esos colores: la decoración
de la clase, la de la sala de profesores, la de las tiendas, Pic'n Save..., los manteles, las toallas,
las sábanas, el papel
del w... Cuy! {perdón,..!). Y ahora tocaba "el mes del pavo", j j i¿¿??!!
Rápidamente fui a mi Francisca, que era mi "Instruccional aid"
Yo - "Oye Francisca ¿Qué es eso del día del pavo ? "
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Ella -"!Ay Miss Gaviño! (Porque a pesar de todo conseguí conservar la "Ñ"). ¡La fiesta
del día de Acción de Gracias. ¡El día del pavo!
Yo - "¿Y de qué color toca ? "
Ella- "Ay Miss Gaviño, pues cual va a ser, marrón, como el pavo !
Yo - "¿Marrón? ¿Que cosa más fea, no?"
Total, una, que eso de los colores lo lleva muy dentro pensó: ¡Que tontería! Todo
marrón es muy feo. Sí hombre, con los indios y los pilgrims se puede animar un poco la cosa,
pero todo lleno de pavos marrones puede quedar horrible....
Y allí me quedé pensando y pensando hasta que de repente se me encendió la bombilla,
como en los chistes: ¡Ahí j Ya está! Se me acaba de ocurrir una idea genial: ¡Un gran "pavo
real" es lo que nosotros necesitamos!. Mucho más bonito. ¡Donde va a ir a parar! Y además lo
vamos a hacer todos juntos y de tamaño bien grande. Algo que sea alegre y que anime la clase
y se vea bien de lejos, y no esos pavos tan chiquititos y tan tristes...
Y así lo hicimos. Primeramente quitamos del techo todas las telarañas falsas que
habíamos puesto. Descolgamos los murciélagos. Volvimos a convertir las puertas, ahora en
forma de ataúd, en auténticas puertas. Guardamos los esqueletos y las brujas y nos pusimos
todos a la tarea de construir un pavo "Especial". Para ello estuvimos horas y horas haciendo
bolitas de colores de papel seda, bolitas de color verde brillante y amarillo, algo vistosas que
animaran las paredes del
“trailer" que nos servía de clase ya de por sí de color marrón triste y apagado.
Pintamos la silueta de nuestro "pavo" en un gran papel blanco, de esos que podías
cortar del tamaño que quisieras de una bobina inmensa, y que haría las delicias de cualquier
profesor de plástica que se precie, y empezamos a pegar las bolitas de colores en ella. Cuando
acabamos teníamos el pavo más bonito de toda la escuela adornando la pared de nuestra aula.
La gente no lo comprendió.
Howard, el "principal" de la escuela, cuando lo vio comenzó a reír y a contárselo al
resto de los profesores, que uno a uno fueron pasando por la clase y a su vez a desternillarse de
risa. Todo el mundo se reía, y lo curioso es que ¡!! Pensaban que pretendíamos comernos un
pavo real en "Thanksgivmg"!!!
Aún ahora no puedo sacarles del error, a pesar de que les he explicado una y mil veces
que es simplemente un problema de "confusión de identidades". Ante todo, y que quede claro,
personalmente nunca me ha gustado discriminar a nadie y, para mí, un pavo es un pavo, ya sea
de sangre real o ya sea plebeyo, pero desde luego, sin lugar a dudas y a la hora de adornar, un
pavo real es mucho más decorativo ¿Estáis de a cuerdo conmigo, o no?
Concha Gaviño
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GUILTY, NOT GUILTY OR GUILTY WITH AN EXCUSE*
"Tranquil.la Carmela que ja domines el cotxe."*
El coche era un Dodge Ovni tricolor del 87. El lugar la salida de uno de esos enormes
aparcamientos americanos donde se pierde el coche por menos que canta un gallo. La autora
del comentario, mi amiga Carmen María, by the way *, podría haberse callado. Cuando
empecé a conducir en Los Ángeles necesitaba que alguien me tranquilizase continuamente. La
histeria que me produce conducir podría figurar en el libro Guiness de los records. En América
lo hice cuando no me quedo más remedio pero mai més* (eso quiere decir que no volveré a
hacerlo jamás). Por cierto, ahora me acuerdo de la película de James Bond Never says never*.
¿Se podrá afirmar algo de forma tan categórica en esta vida? Yo creo que, en mi caso, eso sí,
y, si no, que se lo pregunten a mis amigos.
Continuemos con la historia tras este paréntesis. Después de poner las luces -era de
noche y de mirar a todas partes -incluso los pedales del coche-, me decido a salir a la PCH*
(familiarmente conocida como pisieich. Un "amable" coche de policía, viendo mi inseguridad,
pensé yo -¡so ingenua!- me cede el paso. En cuanto me incorporo a la concurrida pisieich y
respiro hondo por haberlo logrado, comienzo a oír la sirena y el altavoz del coche de policía.
En medio de la confusión entiendo que me dicen que me detenga, ponga las manos sobre el
volante y me esté quietecita por si las moscas. Carmen María vuelve a decir aquello de
"tranquilla Carmela". Esta vez ha bajado el tono de voz y se le atraganta la saliva. El policía se
va acercando lentamente. No puedo recordarle con exactitud pero en mis pesadillas aparece
como un gorila de tres metros dispuesto a engullirme si se me ocurría pestañear.
“Señorita, ha salido en contra dirección del aparcamiento”, me dice muy despacio para
que lo entienda¨. Giro la cabeza con cuidado y, ahora sí, veo la fatídica señal que me confirma
que el monstruo tiene razón. “I’m sorry” digo en un suspiro. “Sus papeles y los del coche” ,
me contesta con acento cavernícola. Cuidando mucho mis movimientos se lo doy todo, en mi
confusión hasta algunos cupones del supermercado. El policía se toma tanto tiempo en hacer
su trabajo que Carmen María y yo nos vamos tranquilizando. Recordamos poco a poco que
somos bien güeras* y que, por tanto, podemos charlar con el policía de tú a tú. Nos miramos,
asentimos y Al ataque! Allá que le fueron una sarta de explicaciones y disculpas que hubiesen
partido el corazón a cualquiera. Pero, ¡mala suerte!, debíamos haber topado con Rambo.
Carmen María y yo no salíamos de nuestro asombro, sabíamos que éramos insuperables
cuando interpretábamos el papel de European giris in trouble in LA *. A pesar de ello nuestro
arte no fue apreciado aquella noche. Al cabo de dos semanas conocimos el precio del fracaso.
“¡120 dólares!” grité con desesperación al abrir el correo. “Pero... pero bueno, si yo
sólo salí en contra dirección del aparcamiento...”, comenté titubeante.
“No te preocupes, que me han dicho (en LA el "me han dicho..." era "mano de santo" y
más de fiar que el BOE) que nos vamos a la night court"* a protestar y seguro que nos quitan
la multa”, replicó Carmen María optimista. “Además, igual hasta nos divertimos” , añadió.
“Podría ser interesante...” medité , why not? *, grité con entusiasmo.
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Thursday, 8 pm night court in Torrance
Nos identificamos en recepción o lo que fuese aquello, la verdad es que no me
acuerdo. Nos mandaron a la sala 7 en el segundo piso, no lo olvidaré. Mientras subíamos las
escaleras nos preguntábamos en qué iba a consistir aquello. Ninguna de las dos había estado
con anterioridad en un juicio. Nuestra cultura al respecto provenía de la tele. Esperábamos,
como mínimo, un abogado de oficio guapísimo, como los de LA Law, un juez imponente y una
atmósfera seria.
Al abrir la puerta creímos habernos equivocado. La sala estaba atestada de hispanos y
negros hablando de sus cosas o paseando algo nerviosos. Cerramos la puerta y miramos de
nuevo el número, "sala 7", confirmo.
Bueno, si habíamos llegado hasta allí, no íbamos a perdemos el espectáculo porque no
encajase en nuestro sueño. ¡Menuda éramos nosotras! Nos costó encontrar dos huecos en un
banco. Una vez sentadas pudimos estudiar con precisión dónde nos encontrábamos- una sala
de juzgado regular, como la de las películas (era lo único que se adaptaba a nuestras
expectativas). Una barandilla de madera separaba al público del espacio ocupado por los
oficiales del juzgado. Se comunicaban a través de una puertecita de madera con pestillo que
como veríamos más adelante, abría un policía negro, atlético y elegante, permanentemente
enfurruñado. Por cierto, que lo que en un principio consideramos público éramos, en realidad,
los acusados. ¡Vaya gracia!
Antes de que entrara la juez nos hicieron poner en pie. Se trataba de una abuelita negra,
de expresión reposada y amable. Su voz era suave y pausada, su inglés académico. El
procedimiento era el siguiente: el secretario del juzgado te llamaba, el oficial de policía te
abría la puertecita y, una vez situado en tu lugar, el juez te leía la acusación y te hacia la
pregunta del millón: guilty, not guilty or guilty with an excuse.
Todo el mundo se declaraba not guilty, ya que eso sólo significaba tener derecho a un
nuevo juicio. Salvo algún que otro caso, más o menos trágico, los acusados le echaban mucha
simpatía a la hora de explicar su situación. Era un juzgado que sólo se ocupaba de problemas
con multas de tráfico. A muchos la juez ya los conocía y les preguntaba, cordialmente, qué
hacían allí de nuevo.
Carmen María y yo tuvimos claro desde el principio que lo nuestro era not guilty. ¿Qué
se habían pensado aquellos americanos? ¡Unas chicas como nosotras autoinculpándose! ¡Ni
aunque fuese verdad!, que, por cierto, lo era.
Antes de que nuestro caso se viese pasaron más de tres horas (aquello parecía la
Seguridad Social en España). Poco a poco me fui desanimando (en la " SS" se hubiese ido
agravando mi enfermedad). ¿Qué estaba haciendo yo allí? ¿Por qué no pagaba la multa y me
iba tranquilamente?. Llegó mi turno.
“Tranquil.la Carmela, ya sabes, not guilty”. fueron los consejos de mi amiga mientras
me dirigía a la puertecita del pestillo. Mi aparente aplomo exterior nada tenía que ver con mi
conmoción interior. Sentía la mirada de toda aquella gente sobre mí. Quería irme. Atravesé la
puertecita como una autómata. Se que el policía corpulento y antipático me pregunto algo y
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contesté "no" sin saber a qué se refería. Desperté cuando me di cuenta de que la traductora se
iba de la sala.
“Eh! que yo quiero traductora”, dije en un intento desesperado por detenerla.
“Lo siento, ha renunciado a ella”, me contestó alguien.
La juez me estaba hablando, no entendía nada. Solo me dí cuenta de la coletilla final:
“guilty, not guilty or guilty with and excuse?”
“Guilty”, tragué saliva, “guilty....with an excuse”.
“¿Cuál es la excusa?”, me preguntó la juez.
“¿Cuál es la excusa?”, me pregunte a mi misma. Recordé que era de noche y dije, sin
mucha convicción, “estaba muy oscuro”.
“La multa se fija en $50”.
No me lo podía creer, ¿qué había pasado? En menos de un minuto se había acabado mi caso
y me habían reducido la multa a la mitad. Cuando regresé a mi asiento estaba agotada.
Carmen María me preguntó indignada por qué me había declarado guilty. “Guilty with an
excuse”, le aclaré.
“Pero chica, si de esta forma te han reducido la multa a la mitad, si te declaras not guity
y vamos ajuicio, te la quitan seguro”.
“O me dan dinero, no te digo... Anda Carmen, vámonos de aquí, no sea que la juez se
arrepienta”.
El policía mal encarado me entregó mi nueva multa. En el piso de abajo pagamos con
un cheque personal. Cuando salí de allí, respiré hondo. Había acabado mi primera y única
aventura con la justicia americana.
………………………………………………………
* inglés - "Culpable, no culpable o culpable con una explicación"
* valenciano - "Tranquila Carmela que ya dominas el coche"
* inglés - "por cierto"
* inglés – Pacific Coast Highway
* inglés - ¿Por qué no?
* mexicano - "blancas"
* inglés - "chicas europeas en líos en LA"
* inglés - Jueves, 8 de la tarde, juzgado nocturno de la ciudad de Torrance
* inglés - "La ley de Los Angeles"
Carmen Díez
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Al llegar aquí, una de las primeras cosas que todos los maestros españoles temíamos
era el usar la palabra coger en lugar de agarrar, porque ya nos habían dicho que tenía un
significado distinto para los mejicanos. Así que todos procuramos no meter la pata.
Uno de los primeros días después de escuela (sería como el tercero o el cuarto), al
regresar a casa, el gran Manuel Bollón estaba contando cómo en el primer período había usado
la palabrita de marras, pero al parecer nadie se había dado cuenta. El gran Fernando
Domenech, que no se enteraba de una, le preguntó que si no se podía decir la palabra coger.
Después de explicarle el cambio de significado, Manolo siguió contando que en el tercer
período, una de las niñas de su clase le estaba tomando el pelo y le estaba provocando para
que gritara, pero él no quería. Por fin, la alumna tiró el bolígrafo al suelo, haciendo ruido, y
Manolo le gritó:
-“Coge ese bolígrafo!”.
La alumna se le quedó mirando, y él nos dijo:
-“Y entonces me di cuenta del error”.
Entonces, el no menos gran Femado Domenech contestó:
-“Cómo! Tampoco se puede decir bolígrafo?”
Francisco Ramos
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