Moisés Borowicz La vida previa “(…) Me llamo moisés Borowicz. (…) nací el 10 de febrero de 1927 en un pequeño pueblo [de Polonia] llamado Sokoly, cerca de una ciudad grande que se llama Bialystok. Mi familia estaba compuesta por mis padres y dos hermanos mayores. Mi padre tenía un molino a vapor en el que trabajaban entre diez y catorce personas. En el molino había una dínamo que daba luz a todo el pueblo. Llevábamos una vida muy linda. Teníamos una casa grande. Detrás había un terreno donde cultivábamos las verduras que consumíamos a diario. También teníamos cabalo, una vaca, una cabra; gallinas, patos, gansos. (…)1 Ascenso del nazismo “(…) Tuve muchos compañeros de colegio y de juegos que no eran judíos, como supongo que tienen todos los chicos judíos en cualquier parte del mundo (…) Pero, cuando Hitler subió al poder en Alemania, en Polonia surgió un enorme antisemitismo. A partir de aquel momento cambió todo. No puedo olvidar lo que me dijo un grupito de compañeros: “Cuando venga Hitler, los vamos a pasar por la máquina de picar carne y de ustedes vamos a hacer albóndigas”. (…) Eran chicos de aldeas cercanas que venían muy seguido a jugar y a comer a mi casa. Es más cuando llovía mucho también se quedaban a dormir. (…)”2 Invasión nazi de Polonia “(…) Un domingo por la mañana, un campesino entró a la casa por la puerta de atrás. “Borowicz, escapate porque van a sacar a todos los judíos de acá”, le advirtió a mi papá. Esa misma noche agarramos un paquetito cada uno y nos fuimos al bosque. (…)”3 Escondido “(…) Cavamos un búnker bajo tierra y allí nos escondimos. Sólo salíamos de noche para ir a ver a algunos campesinos con los que se podía negociar: ellos nos tenían preparada una olla de comida a cambio de joyas o de ropa o de lo que tuviéramos. De día estábamos en el agujero bajo tierra, acostados en fila o sentados, porque no había espacio para estar de pie. (…) Moisés Borowicz4 [Finalmente los Borowicz serían atrapados y llevados al gueto de Bialystok] El Gueto El gueto estaba atestado con los judíos que ya vivían en barrio más lo que habían sido trasladados de otros sectores de la ciudad. Por eso, con la llegada de contingentes de los pueblos aledaños, se producían dificultades para conseguir lugar donde vivir. Cuando nosotros llegamos al gueto (…), tuvimos que recorrer sus calles de un extremo al otro hasta conseguir ser aceptados por una familia. El acuerdo fue que nos permitirían vivir en la cocina de la casa a cambio de conseguir madera para calefaccionar la vivienda todos los días. Los dueños de casa eran un matrimonio joven, sin hijos. Él era miembro de la recién creada policía judía y ella, ama de casa. No dijeron que había una enorme fábrica abandonada en un extremo del gueto que tenía pisos de madera; allí podríamos ir cada día para cumplir nuestra parte del acuerdo. Mientras mi familia emprendía el trabajo con los pisos de la fábrica, yo conseguí un permiso de salida: iría con el grupo externo a descargar camiones de leña del ejército alemán. Los que ya vivían en la ciudad, solían tener un certificado de vida, que era un permiso para trabajar dentro del gueto. Los que habíamos llegado después y seguían llegando desde los más de cien poblados cercanos a Bialystok, éramos los llamados “carne de cañón”: los más expuestos a las razzias periódicas de los SS cuando desde un Campo de Concentración les pedían prisioneros. Así que dentro de la precaria vida en el gueto, se habían constituido tres jerarquías: los miembros del consejo judío y la policía en el “escalón más alto”, luego los vecinos con certificado de vida y por último los inmigrantes o carne de cañón. Como ya dije, nosotros estábamos en la última categoría. (…)”5 En el tren [Cuando las deportaciones son cada vez más frecuentes, Moisés y su familia se esconden pero son encontrados y enviados en tren a campos de trabajo o extermino.] “Los oficiales nos dividieron en dos grupos. Para señalar el destino de cada prisionero un jefe nazi se paseaba entre nosotros con una especie de bastón. Derecha, izquierda, derecha, izquierda. Derecha, los jóvenes: allí fuimos enviados con mis hermanos, izquierda los chicos, los enfermos, todas las mujeres y los hombres mayores; allí fueron mis padres. Yo tenía edad para ir con los chicos. Pero era corpulento. (…) Vi a papá subiendo al último vagón. No se me ocurrió pensar que lo estaba viendo por última vez. Vi a mamá intentando darse vuelta en medio de la gente. Después la perdí. (…) Caminé rápido y conseguí entrar en el mismo vagón que mis hermanos. (…)”6 Schettini, A, “…Y elegirás la vida”, Bs.As., Aguilar, 2005, p253 Schettini, A, op. cit. p 252 3 Schettini, A, op. cit. p256 4 Schettini, A, op. cit., p 257 55 Izrailit, Daniel, “La profecía del criminal. Historia de un sobreviviente del Holocausto y de un linaje devastado. Moisés Borowicz”, Bs.As., Lumiere, 2008 p 58 1 2 6 Izrailit, D, op. cit., p 66 “Cuando llegaron a un desvío, desengancharon los vagones de atrás. (…) El desvío conducía a Treblinka. A los que entraban a Treblinka los mataban con gas y los quemaban. Ahí asesinaron a mis padres. (…)En el camino algunos se obstinaron en forcejear la puerta del vagón con cucharas, con las manos, con cualquier cosa. Consiguieron abrirla. Muchos se tiraron del tren en movimiento. A medida que se tiraban, se oía un tableteo de ametralladoras. Los guardias que iban en los estribos estaban armados y les disparaban sin asco. (…) Entre los que saltaron estaba mi hermano mayor. (…) La cosa es que nunca supe nada más de él Si se hubiera salvado, después de la guerra su nombre habría aparecido en las listas de la Cruz Roja …(…) Cuando mi hermano se tiró, yo también pensé en tirarme. Fue instantáneo. Pero enseguida pararon el tren. Sellaron la puerta y empezaron a disparar dentro del vagón. Mataron a un montón de gente y dijeron que, si seguían saltando, nos matarían a todos. Así llegamos a Majdanek. Era un campo de exterminio. (…)”7 Los campos “(…)Al llegar al campo, Moisés fue llevado a tomar un baño. Tenía miedo porque sabían de las cámaras de gas disimuladas como duchas. Pero eran duchas verdaderas, de las que salía agua. Luego fueron conducidos a las barracas y les llevaron barriles con comida para todos, Cuando los llamaron a comer y se acercaron a los barriles, los alemanes comenzaron a pegarles con látigos. Al día siguiente fueron llamados para trabajar, según oficios. Se presentaron para talabartería. Y fueron llevados a talleres de trabajo en el campo de Blyzin. Allí Moisés aprendió el oficio, y trabajaba durante doce horas diarias. Recibían 2alimentos” que eran una miseria: a la mañana, pan y agua, y al mediodía, agua con cáscara de papas a la que llamaban “sopa”. En el campo se desató un epidemia de tifus, cayendo enfermo el hermano del medio. Fue llevado a un “ hospital-barraca”. Moisés siguió trabajando y recibiendo doble ración de comida. Parte de ella la llevaba al hermano, hasta que un día_ cuando llegó- lo encontró muerto. Moisés también enfermó después, pero logró salvarse. Cuando traían el pan, si alguien había muerto, él lo sentaba para hacerlo pasar por vivo y le dejaban la ración de comida (…) Moisés fue trasladado a Plaszow cuando se produjo el avance soviético. Luego a un subcampos de Plaszow, Wieliczka. (…) Lo siguieron mudando frente al avance de los Aliados. Llegaron a Austria, donde fue llevado a Mauthausen. Allí trabajó en la cantera, picando piedras que eran utilizadas en la construcción de caminos. Después de un corto período fue llevado a Melk, donde hacía túneles en la montaña para ubicar dentro de ellos la maquinaria para la fabricación de armamento. Nuevamente fue trasladado; esta vez a Ebensee, donde continuó trabajando en la excavación de túneles en la montaña, pero allí ya se empezaba a sentir que la libertad estaba próxima. (…)”8 La esperanza“(…) Al final, era un esqueleto. Imaginate que yo era alto y corpulento (…) y en el momento de la liberación pesaba treinta y seis kilos. Creía que no iba a poder, pero quería sobrevivir. Sobretodo en la última etapa, cuando estuve en un campo del que salíamos para trabajar y teníamos contacto con gente civil que nos decía que la guerra estaba por terminar. Entonces uno sacaba fuerzas de muy adentro, de lo sobrehumano… queríamos llegar… queríamos llegar al final de la guerra… (…)9 Liberación “(…) el 6 de mayo del cuarenta y cinco fue el día de la liberación del campo de Ebensee. Cuando llegaron los americanos con los tanques, éramos un grupo de esqueletos que íbamos de un lado para otro envueltos en una frazadita miserable, o con los trajes a rayas, o simplemente desnudos. Muchos caían muertos en el umbral de la libertad: infartados por la emoción (…) A otros les estallaba el estómago, ya que apenas los SS abandonaron el campo, algunos prisioneros entraron en los depósitos de comida y quisieron saciar de un golpe el hambre acumulado en años de cautiverio. (…)”10 Importancia del testimonio “(…) Cada vez quedamos menos sobrevivientes; somos todos gente grande (…) Es importante que hagamos el esfuerzo de transmitir. Para que el mundo sepa. Para que no se repita. Para desmentir a los que se atreven a sostener que eso no existió. Nosotros somos testigos vivientes: a nosotros nadie nos va a decir que eso no existió. Todo eso sucedió, y tenemos el deber de contarlo. (…)”11 7 Schettini, A, op.cit. pp 262,263 Zylberman, A, “Historia de Vida. Moisés Borowicz”, en Nuestra Memoria, Nº29, Bs.As., Museo del Holocausto, 2007pp 177,178 9 Schettini, A, op. cit., p 265 10 Izrailit, Daniel, op. cit. p 127 11 Schettini, A, op. cit., p 254 8