“Síntesis Histórica de la Inmigración Japonesa en América Latina: 1868 –... Pedro Iacobelli Delpiano

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“Síntesis Histórica de la Inmigración Japonesa en América Latina: 1868 – 1934.”
Pedro Iacobelli Delpiano
I
El proceso emigratorio japonés de fines del siglo diecinueve y de las primeras
décadas del veinte condujo parte sustancial de su flujo a las costas americanas. En un
primer momento hacia la América anglosajona y posteriormente se redirigió hacia
Latinoamérica. La herencia demográfica y cultural de las familias de inmigrantes
nipones radicados en Sudamérica se ha repartido de forma desigual, siendo Chile un
receptor marginal. En este sentido, los estudios realizados son escasos, salvo en los
casos de trabajos realizados por miembros de las comunidades de descendientes.
La historiografía de la inmigración japonesa en Latinoamérica es reducida
comparada con la bibliografía existente para las migraciones europeas. Dentro de las
principales obras de carácter general sobre el tema cabe destacar el libro de Daniel
Masterson y Sayaza Funada-Classen “The Japanese in Latin America”1, la enciclopedia
de los descendientes japoneses en América y los numerosos artículos que James L
Tigner (pionero en el tema) escribió sobre la presencia de colonos japoneses, en
particular los provenientes de Okinawa. 2 Junto con la escasa bibliografía general
encontramos un creciente cuerpo de trabajos que lidia con la migración japonesa en
algún país latinoamericano en particular. La calidad y el número de trabajos escritos se
condice con el impacto que dicha migración tuvo en cada país, siendo los trabajos sobre
la migración japonesa al Brasil y al Perú los más numerosos.3
Masterson, Daniel M. y Sayaza Funada-Classen, “The Japanese in Latin America”. University of
Illinois Press, 2004.
2
“Encyclopedia of Japanese Descendants in the Americas” edited by Akemi Kihumura – Yano Imouye.
Rowman & Littlefield Publishers, Inc. EUA. 2002; sobre el trabajo de James L. Tigner, recomiendo leer
dos: “Japanese Immigration into Latin America: A Survey” en Journal of Interamerican Studies and
World Affaire, Vol. 23 No. 4, November 1981, 457 – 482. Sage Publications, 1981. y “Review Essay:
Japanese Settlement in Eastern Bolivia and Brazil” en Journal of Interamerican Studies and World
Affaire, Vol. 24 No. 4, November 1982, 496 – 517.
3
Ver: Reichl, Christopher A., “Stages in the Historical Process of Ethnicity: The Japanese in Brazil, 1908
– 1988” en Ethnohistory 42(1) invierno 1995, 31 – 62., Smith, Robert J., “The Ethnic Japanese in Brazil”
en Journal of Japanese Studies 5(1) 1979, 53 - 70., Gardiner, C. Harvey, “The Japanese and Central
America” en Journal of Inter American Studies and World Affairs No.14 1972, 15 – 46., Ropp, Steven
Masami y Romy Chávez de Ropp, “An Interview with Francisco Miyasaka: president of the Japanese
Cuban Association” en Amerasia Journal 28(2) 2002, 129 – 146., Lausent – Herrera, Isabelle, “Pasado y
Presente de la Comunidad Japonesa en el Peru” Coleccion Mínima, Ed. IEP, Lima. 1991. Y para Chile:
Takeda Mena, Ariel, “Anecdotario Histórico - Japoneses Chilenos – Primera mitad del siglo XX”.
Edición Margarita Hudolin. Santiago, 2006. Ferrando Hanus, María Teresa, “Al otro lado del Pacífico:
Japoneses en Chile, 1900 – 1960”. Ograma. Santiago, 2004., Jara Fernández, Mauricio, “Chile y el
1
2
Esta ponencia busca presentar, a manera de síntesis, los aspectos básicos que
posibilitaron que cientos de miles de japoneses abandonar el archipiélago y los que
permitieron que el flujo migratorio llegara de forma masiva a este lado del océano desde
1868 hasta 1934. Dicho periodo puede ser tomado como una unidad por cuanto en él se
gestó y desarrolló la migración japonesa hacia Latinoamérica desde una etapa
embrionaria hasta su punto más alto.
Se estudiara la situación de la migración japonesa en el archipiélago durante el
gobierno del shogunato de los Tokugawa, luego las consecuencias de la restauración
Meiji con respecto al tema y la respuesta americana hacia el mundo japonés.
II
Dentro de los diversos temas a los que se vio enfrentado el gobierno japonés
luego de la reapertura de sus puertos a los comerciantes occidentales en 1854, la
posibilidad que los súbditos nipones dejaran el imperio estuvo presente en la discusión.
Las leyes del bakufu de los Tokugawa castigaban duramente a quienes abandonaran el
archipiélago, impidiendo de por vida su regreso. Esta normativa incluía a los mal
afortunados pescadores que naufragaran y salieran del perímetro oficial. Comodoro
Mathew Perry, comisionado por el presidente Millard Fillmore de los Estados Unidos
para negociar una tratado de apertura del Japón, tuvo dentro de sus principales
obligaciones, la de garantizar que el gobierno japonés asistiera a los náufragos de
cualquier nacionalidad, incluyendo a los japoneses. Este punto probó ser de gran interés
en la redacción del tratado de Kanawaga (1954), en donde se le dedicó tres artículos
concluyentes sobre el tema.4
El buke shohhato -código de regulaciones escrito por Tokugawa Ieyasu a las que
se debían someter todos los daimios y samuráis-, expresamente prohibía cualquier
intento por parte de los reinos a construir una embarcación que les permitiera navegar
fuera de los límites establecidos, y paralelamente, el interés de los Tokugawa (no sólo
Ieyasu) por asegurar la estabilidad política interna y el monopolio del comercio exterior,
Imperio del Japón, 1897 – 1911: Inicios de la Expansión Diplomática y Salitrera en el Asia”. Imprenta
Portales, Valparaíso, 1999. , Castellón, Alvaro y José Miguel Pozo, “Historia de las relaciones bilaterales
Chile y Japón” en: Chile un siglo de Amistad.
4
ARTICLE III: Whenever ships of the United States are thrown or wrecked on the coast of Japan, the
Japanese vessels will assist them, and carry their crews to Simoda, or Hakodade, and hand them over to
their countrymen, appointed to receive them; whatever articles the shipwrecked men may have preserved
shall likewise be restored, and the expenses incurred in the rescue and support of Americans and
Japanese who may thus be thrown upon the shores of either nation are not to be refunded. Tratado de
Kanagawa, en: http://web.jjay.cuny.edu/~jobrien/reference/ob25.html. revisado en mayo de 2003.
3
llevaron a desarrollar una política de reclusión total (sakoku).
5
El encierro
autoimpuesto, con pequeñas ventanas hacia Europa y China en los puertos meridionales
de Deshima y Nagasaki, no fue un proceso impuesto por un shogun, sino uno
cristalizado por todo un bakufu. El interés por preservar un estado de paz dentro de una
sociedad guerrera puede ser considerado como el principal objetivo dentro de la política
de Estado nipona, siendo el férreo control sobre los daimios el medio para conseguirlo.
El sistema administrativo(baku-han), impedía cualquier tipo de levantamiento
por parte de los señoríos japoneses, como la independencia de cualquiera de ellos en
temas de comercio o política internacional6. El shogun centralizó la toma de decisiones
e impidió la emigración de naturales nipones. El temor a la influencia del cristianismo, a
la presencia económica de los occidentales, y a la venta ilegal de armamento no dejaban
espacios para arriesgarse permitiendo la salida libre de los súbditos del emperador.
Si el sistema de baku-han gozó de una aparente buena salud por cuanto junto
con mantener la paz interna no sufrió los rigores del imperialismo occidental -que si
experimentó China o India en los siglos dieciocho y diecinueve-, se debió
principalmente a su la lejanía de las principales rutas comerciales y al poco interés
económico que representaba el archipiélago para los comerciantes europeos.7 En cuanto
a las potencias occidentales en Asia; Rusia a mediados del siglo diecinueve, tuvo que
abandonar temporalmente sus intereses en Asia para centralizar sus fuerzas en la Guerra
de Crimea (1953-56), y los británicos luego de la primera Guerra del Opio (1939-41),
centralizaron su interés político y comercial en China. La única potencia occidental que
vio incrementada sus posibilidades para “cumplir con la obligación modernizadora de
occidente” en Japón fueron Los Estados Unidos de Norteamérica (EUA), quienes en la
década del cuarenta adquirieron California en la costa oeste y con la apertura del puerto
de San Francisco aumentaron considerablemente su influencia en el Pacífico.8
Como ha sido comentado anteriormente, la flota de buques negros encabezada
por Comodoro M. Perry llegó a Japón a cumplir con un deber superior, el de abrir las
puertas del imperio japonés al resto del mundo civilizado. Este hecho refuerza la crisis
interna que venía experimentado el shogunato desde hace ya un par de décadas, y va a
John Whitney Hall “Japan from Prehistory to Modern Times”. Tuttle publishing, Tokyo. 1971. pp. 160180.
6
El sistema del baku-han es la simbiosis entre las dos principales instituciones políticas de Japón, el
bakufu y los daymios (o han). El bakufu, siendo un daymio más, exigía a los señores feudales habitar al
menos seis meses cada año en Edo, esto le permitía al shogun contar con el consejo de sus aliados y
mantener vigilados a sus oponentes.
7
Hall, Op. Cit. Pp. 245 – 251.
8
Ibídem.
5
4
marcar el principio del fin de esta institución. El tratado de Kanagawa y posteriormente
los tratados que se firman con otras potencias occidentales terminan por abrir los
puertos y vulnerar la autoridad del shogun, quien ya no es visto como la institución
idónea para proteger al emperador y a la nación de amenazas exógenas. La inocuidad de
las autoridades japonesas frente a la crisis permitió el surgimiento de una crítica de
varios sectores políticos que culminó con la restauración de la autoridad imperial por
sobre el bakufu.9
La restauración de la autoridad imperial en 1968 dio inicio a un nuevo periodo
en la historia de Japón, el cual vería en la experiencia china un llamado hacia lo
inevitable, adaptarse o ser sometidos. Una nueva élite de políticos jóvenes se haría
cargo de variar la inclinación de las instituciones políticas japonesas desde los antiguos
modelos chinos hacia las pautas occidentales10. En este sentido las autoridades Meiji
optaron por iniciar un proceso modernizador el cual incluía permitir la salida sistemática
de nacionales a países europeos y a los EUA.11 Si bien el shogunato de los Tokugawa y
otros daimios enviaron delegaciones de oficiales para conocer occidente, nunca se
desarrollaron de forma sistemática, en cambio dentro de la renovación Meiji, los
préstamos culturales fueron un elemento clave, incluyendo el envío de estudiantes
nipones a Europa y a los EUA.
La historiografía clásica ha alegado una fuerte dosis de darwinismo en la postura
japonesa hacia los conocidos préstamos culturales, ya que ellos habrían reconocido que
el mundo occidental se ubicaba en un peldaño superior dentro de la escala evolutiva, sin
embargo, se entiende mejor el interés japonés por la cultura occidental en su intento por
sobreponerse a la superioridad de los países occidentales con el fin de rechazar la
posición de inferioridad en la que se encontraban.12
Los primeros japoneses en viajar fuera del archipiélago desde el siglo diecisiete
tuvieron como objetivo el aprender técnicas occidentales y una vez logrado esto, debían
regresar. Tal vez el paradigma en este tipo de viajes, es la misión de Iwakura Tomomi
W.G. Beasley, “Historia Contemporánea de Japón”. Alianza editorial S.A. Madrid. 1995. trad. Carlos
Rubio. pp. 69 – 91.
10
Ibídem. p. 111.
11
La discusión de si el proceso vivido en Japón fue de modernización u occidentalización ha sido
superada, ya que se entiende que el proceso de modernización tiene su cuna en el mundo occidental, pero
no necesariamente incluye las características propias de Occidente.
12
Beasley. Op. Cit. p. 133.
9
5
(1872-73) que visitó los principales países europeos y a los Estados Unidos junto a una
delegación que incluía numerosos estudiantes. 13
Con la caída del bakufu se puso fin al aislamiento y a las severas penas para
quienes abandonaran el archipiélago. El paso siguiente sería regularizar la salida de
japoneses deseosos por evadir el pesado yugo del proceso modernizador.
III.
Los procesos migratorios suelen ser gatillados ya sea por el ejercicio de una
fuerza atrayente (PULL), o el de una expulsiva (PUSH) o por ambas. Una fuerza
absorbente puede ser la riqueza específica de una zona como, por ejemplo, sucedió con
la fiebre del oro en California a mediados del siglo diecinueve, en donde miles de
personas dejaron sus ciudades de origen para radicarse cerca del oro. Por el contrario un
ejemplo de fuerza expulsiva puede ser una crisis económica que obliga a las personas a
buscar mejores expectativas en otro lugar. Para el caso japonés, se puede explicar la
migración a Latinoamérica a partir de ambas teorías.14
Las causas internas de la migración japonesa nacen con la llegada de Perry y el
proceso reformador que le siguió. La población japonesa sufrió el rigor de la
modernización la cual implantó una serie de reformas las cuales mermaron
violentamente la calidad de vida en el país. En este sentido, la reforma más radical fue
en la administración con la abolición definitiva de los daimios en 1871 y la consiguiente
centralización de la actividad política y económica, la que cambió la estructura feudal
japonesa por una de corte occidental.15 A partir de ese cambio vendrían otros, siendo
particularmente sensibles los acontecidos con la política agraria y fiscal.
Al abolir el veto de los Tokugawa a la venta de la tierra, se independiza a los
pequeños propietarios de su aldea (mura) y los hace responsables, de forma individual,
del pago del impuesto directo a la renta. Éstos se calcularían ya no a partir del valor de
la cosecha, sino del valor de la tierra. La liberalización de los campos permitió el
acaparamiento de éstos lo cual fue facilitado por el alto valor de los impuestos que
13
Ibídem. p. 134.
La teoría de los factores push – pull creada por Ravenstein a fines del siglo diecinueve constituyó la
base para el estudio de la migración contemporánea. A pesar de que se han hechos importantes avances
en esta materia, su uso en esta síntesis es con un fin de bisagra, para dividir las causa que expulsaron a los
japoneses de Japón y las que los atrajeron a América Latina. Ver: Cuamea, Felipe “Approaches to the
study of international migration: a Review” en Estudios Fronterisos, enero-junio. Vol/núm 1. pp. 131168. en: http//redalyc.uaemex.mx. revisado en marzo 2008.
15
Hall. Op. cit. p.266.
14
6
perjudicó enormemente a los campesinos más pequeños.16 O vendían sus tierras a un
latifundista, o esperaban a que fuera confiscada por el gobierno central por el no pago
de los altos impuestos. 17 Esta situación conllevó una creciente migración de los
campesinos sin tierra hacia la ciudad en donde tampoco encontraban un lugar y
terminaban viviendo en la marginalidad.
Los gravámenes anuales sobre las ganancias y compra-venta de la tierra
probaron ser una parte sustancial del precario presupuesto del gobierno central, el cual
en los primeros años del gobierno Meiji presentaba un serio déficit presupuestario
producto de la deuda contraída al abolir los daimios y pensionar a los samuráis.18
La vida en Japón se volvió aún más difícil con la aprobación del servicio militar
obligatorio, el cual forzaba a todos los jóvenes de veinte años a entrar en el ejército por
tres años, tiempo en el cual no podían colaborar en los negocios familiares ni en la
agricultura.19 Asimismo, se estableció la escolaridad obligatoria, la cual no era gratuita
transformándose en una nueva carga económica para las familias.20 Si bien la apertura
nipona permitió un fortalecimiento de la inversión privada lo que contribuyó a que
aumentara los ingresos del Estado y el nivel de vida promedio en la década del ochenta
y noventa, esta derivó –en un contexto falto de leyes laborales-, en un aumento de la
disparidad social y en la opresión de los trabajadores urbanos quienes recién en 1911
contaron con una legislación sobre el tema.21
En definitiva, El proceso de apertura japonés y la restauración misma
significaron una carga para los japoneses, quienes sufrieron en el plano económico y
social del traumático cambio que experimento el archipiélago. No es de extrañar que ya
hacia 1868 un primer contingente contratado de trabajadores japoneses emigrara hacia
Hawai. Sin embargo la salida sistemática se produciría poco tiempo después.22
IV
16
Beasley. pp. 101- 105. Hall. p. 280.
Amelia Morimoto, Población de origen japonés en el Perú. En “Primer Seminario sobre Poblaciones
Inmigrantes: Actas, tomo I”, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Lima. 1987. p 107.
18
Hall. Op. Cit. p.275.
19
Ibídem. Las prestaciones militares habían sido hasta el inicio del periodo Meiji atribuciones exclusivas
de la clase de los samuráis. Si bien era obligatorio, se podía conmutar por el pago de 270 yenes.
20
Beasley. Op.Cit. p. 147.
21
En 1911 se decretó la jornada laboral de 11 horas para mujeres y niños. Ibídem. p.167 – 191.
22
Eiichiro Azuma, Japanese Migration: historical overview 1868 – 2000. En Akemi Kikumura-Yano ed.,
“Enciclopedia …”. Op. Cit. pág. 31. El comerciante estadounidense Eugene Van Reed reclutó a ciento
cincuenta hombres por un periodo de tres años.
17
7
Las salidas de súbditos japoneses hacia América obedeció a: a) al interés de los
mismo por acceder a la posibilidad de un futuro más próspero y b) del nuevo gobierno
central que vio en la inmigración una herramienta para distender el ambiente social en
Japón el cual era denso como consecuencias de las reformas administrativas ya
estudiadas, el aumento explosivo de la población, y la situación de guerra que se vivió
primero con China y luego con Rusia.23 Sin embargo para que esta salida se concretara,
especialmente durante el siglo diecinueve y la primera década del veinte, se requería de
la existencia de territorios necesitados de capital humano y dispuestos a ofrecerles a los
japoneses condiciones más favorables que en su propio país, los cuales durante el
periodo 1880 – 1900 se encontraban principalmente en Hawai, EUA y Canadá.24
El gobierno de Hawai, desde el Masters and Servants Act de 1850, se
encontraba contratando mano de obra de bajo costo en cualquier parte del mundo para
que trabajara en su territorio. Al abrir Japón sus puertas, también abrió la posibilidad
para la migración de trabajadores nipones a tierras hawaianas.25 Sería luego de la firma
del Immigration Convention entre el gobierno japonés y el hawaiano en 1885 que de
forma regular japoneses poseedores de un contrato con alguna empresa del archipiélago
polinesio, emigrarían.26
El espíritu de los trabajadores japoneses que optaban por emigrar, era el de
poder volver a Japón, al cabo de tres o cuatro años, con los suficientes ahorros como
para poder ofrecer un mejor nivel de vida a sus familiares (Dekasegi), sin embargo, el
no lograr este objetivo produjo un alto grado de frustración en los japoneses que
buscarían continuar con su aventura en ultramar hasta conseguir una situación que les
permitiera regresar dignamente. 27 Este aspecto de la psicología nipona, nos permite
comprender el ímpetu con el cual varios japoneses volvieron a emigrar desde Hawai
hacia América, principalmente EUA y Canadá, países que a diferencia del archipiélago
polinesio no exigía tener un contrato firmado para aceptar la llegada de inmigrantes.28
El interés de los japoneses por emigrar fue acogido por una serie de compañías
de transporte privadas las cuales fomentaron la salida del territorio nipón, ofreciendo ya
no sólo Hawai como destino, sino los EUA, Canadá, y a fines del diecinueve, México y
23
Lausent-Herrera, Op. Cit. p. 13.
Masterson, Op. Cit. p.8.
25
Ibídem.
26
Se calcula que 29.000 japoneses llegaron a Hawai bajo el régimen de trabajadores contratados. Azuma,
Op. Cit. p. 32. Tigner, Japanese, Op. Cit. p. 457.
27
completar
28
En el siglo diecinueve EUA mantuvo una política abierta para la llegada de inmigrantes asiáticos no
chinos para trabajar en los territorios de la costa este. Ver. Tigner, Japanese, Ibídem.
24
8
Perú.29 Al ser el transporte y reubicación de ciudadanos japoneses un negocio nuevo, se
produjeron excesos por parte de las empresas oferentes de estos servicios, por lo cual el
gobierno japonés tuvo que crear una nueva legislación en torno al tema para proteger los
intereses de los emigrantes y regular la actividad de las compañías, siendo la más
importante en el siglo diecinueve el Acta de Protección al Emigrante (Imin Hogoho) de
1896.30
El punto de inflexión en la migración Japonesa hacia América llegaría en 1908 y
sería acentuado por las circunstancias de atracción (PULL) que conducirían a los
emigrantes del norte al sur de América.
Si bien la migración japonesa hacia Norteamérica fluía vigorosamente durante
el primer lustro del siglo veinte, un grupo importante de la población anglosajona de la
costa este de los EUA comenzó a desarrollar un sentimiento xenófobo hacia los
inmigrantes japoneses. Los recientes triunfos sobre China y Rusia en el campo militar
encumbraban a Japón como una de las potencias internacionales, lo cual dio pie para el
resurgimiento de la ideología del “peligro amarillo”. 31 En 1906, luego de disturbios
xenófobos en la ciudad de San Francisco, el San Francisco Board of Education ordenó
la segregación de estudiantes japoneses del resto. 32 La inmigración japonesa en los
Estados Unidos fue regulada a través de dos documentos: Immigration Act en 1907, ley
que buscaba evitar un deterioro de las condiciones de trabajo en los EUA prohibiendo la
entrada a trabajadores extranjeros previamente contratados, inmigrantes que utilizaran
Canadá o México como países intermediarios para ingresar, y la publicidad de cualquier
tipo invitando a emigrar hacia los EUA, y The Gentleman Agreement de 1907 - 1908,
un conjunto de acuerdos entre el gobierno estadounidense y el japonés para limitar el
29
Ibídem, p. 460.
Anteriormente, en 1894, se había promulgado la primera Ordenanza de Protección al Emigrante (Imin
Hogo Kisoku). Azuma, Op. Cit. pp. 31 – 33. Dentro de las principales compañías transportadoras de
emigrantes encontramos la: Toyo Imin Goshi Kaisha (Compañía de Emigración Oriental); Tairiku Imin
Kaisha (Compañía de Emigración Continental); Morioka Imin Gomei Kaisha (Compañía de Emigración
Morioka); Kokoku Shokumin Kaisha (Compañía de Colonización Kokoku); Takemura Shokumin Kaisha
(Compañía de Colonización Takemura); y Nambei Shokumin Kabushiki Kaisha (Compañía de
Colonización Nambei). Tigner. Japanese Op. Cit. p. 477.
31
Existe una larga discusión sobre el etnocentrismo expresado en el color de la piel. En cuanto a los
chinos y japoneses, la percepción occidental sobre su piel ha cambiado dependiendo del grado de
admiración que se tenga de su cultura. Blanca si hay un grado de estima alto y amarilla si no lo es. El
término “Peligro Amarillo” hace referencia a esta segunda postura, la cual fue siendo cada vez más
utilizada en la segunda mitad del siglo veinte y llego a su clímax durante el bombardeo a la base de Pearl
Harbor en 1941. Sobre la percepción racial de Europa sobre China y Japón ver: Mungello, David, “The
Great Encounter of China and the West, 1500 -1800”. Rowman & Littlefield Publishers. Inc. Maryland.
1999. pp. 92 – 94.
32
Eiichiro, Op. Cit. Ibídem.
30
9
flujo migratorio hacia Norteamérica y reforzaba el precepto de impedir la migraci{on
japonesa a México.33
A partir de 1908 y hasta 1934 la migración japonesa en Latinoamérica
experimentó un crecimiento sostenido atraída principalmente por la necesidad de mano
de obra en Perú y Brasil.
Hemos dicho que antes de 1908 el grueso de la migración japonesa en América
se había concentrado en los EUA y Canadá, sin embargo tanto México como Perú ya
habían empezado a aceptar inmigrantes nipones en el siglo diecinueve. Durante las
primeras décadas del siglo veinte la migración hacia esos países evolucionaría de forma
opuesta. Si bien México hacia fines del gobierno Meiji había aceptado a más de once
mil inmigrantes japoneses, luego del Gentleman Agreement, y sobre todo luego del
estallido de la revolución mexicana en 1910, vio abruptamente reducido el número de
inmigrantes en su territorio.
En contra, Perú consolidó su posición como país receptor de inmigración
asiática. Luego del fin del comercio de culíes chinos en 1874 se encontró frente a una
gran escasez de mano de obra campesina y minera, la cual posibilito los primeros
contactos entre el gobierno peruano con el japonés. Esto se tradujo en la llegada del
primer contingente contratado para trabajar en Perú en 1899.34 La migración japonesa
al Perú creció constantemente hasta 1924, fecha en la que expiró el acuerdo entre ambas
naciones para fomentar la inmigración bajo contrato.35
Más de veintiséis mil japoneses llegaron al Perú desde el inicio del periodo de
emigración japonesa hasta 1931, en un principio su objetivo fue trabajar en los campos
del interior, pero dado las malas condiciones laborales terminaron emigrando hacia las
ciudades, concentrándose principalmente en Lima y Callao.36
Sin embargo, el destino más atractivo para la migración japonesa en América del
Sur se encontró a partir de 1908 en Brasil. Tres quintas partes del total de la migración
nipona en Latinoamérica se asentaron en la excolonia portuguesa (ver tabla), promovida
inicialmente por la urgente necesidad de mano de obra que experimentó esa nación
Ver: “Immigration Act of 1907”, http://www.multied.com/documents/immigrationact.html, revisado
en enero 2008. “The Gentleman Agreement” fue concordado para evitar la humillación que constituiría
para Japón que Los Estados Unidos promulgara una ley de exclusión a los japoneses como sí lo había
hecho en 1882 con los chinos en The Chinese Exclusion Act. Masterson. Op. Cit. p. 8 -10;
34
790 japoneses a bordo del Sakura Maru llegaron a la costa peruana en 1899. Lausent-Herrera. Op. Cit.
p. 11.
35
A pesar del fin del acuerdo entre Perú y Japón, entre 1924 y 1929 más de siete mil japoneses, familiares
y novias de los residentes nipones, arribaron al Perú. Ibídem. p. 25.
36
Ibídem.
33
10
luego de la promulgación de la Lei Aurea en 1888, la cual puso fin a la esclavitud.37
Otro elemento atrayente para la migración japonesa a Brasil, fue el alto precio que el
café alcanzó en las primeras décadas del siglo veinte, lo cual convertía a las fezendas en
un destino más rentable para los emigrantes japoneses que los campos peruanos. 38
Finalmente, el inicio de la migración japonesa en Brasil se da dentro de la coyuntura del
cierre de las fronteras norteamericanas a ciudadanos nipones y la nueva crisis
económica en al archipiélago luego de la guerra de 1904.39
Tabla 1: Inmigración Japonesa en Latinoamérica por Eras Imperiales: 1899 - 1941
1899 - 1912
México
1913 - 1926
1927 - 1941
TOTAL
11.099
1.197
2.270
14.566
Cuba
4
419
249
672
Perú
9.109
15.134
8.827
33.067
Brasil
4.573
44.046
139.062
187.681
22
1.321
4.055
5.398
135
189
174
498
Argentina
Chile
TOTAL
24.939
62.517
155.823
243.279
Fuente: Gaimusho Ryoji Iiju-bu, Waka kokumin no kaigai hatten: Iiyu hyakumen nno ayumi (Tokio:
Ministerio de Asuntos Internacionales, 1971), 142 – 43. Citado en Masterson, Op. Cit. p. 113.
En Brasil, los japoneses llegaron principalmente al estado de San Paulo bajo un
sistema de contratos que privilegiaba la llegada de grupos familiares (ie) aún cuando
estas fueran muchas veces ficticias o se disolvieran poco tiempo después de haber
llegado al país.40 El atractivo se encontraba en la posibilidad real de progresar en una
tierra que se había abierto a la llegada masiva de inmigrantes de diversas
nacionalidades. Los japoneses pudieron adquirir terrenos (terra japonesa), zonas de
baja calidad pero que ellos lograron cultivar y hacer florecer.41
La llegada masiva de inmigrantes japoneses al Brasil debe ser también
comprendida en el contexto de la paulatina fusión de las diversas compañías de
37
Ibídem. p. 23.
Ibídem. pp. 41-42.
39
Junto con la crisis económica pos Guerra con Rusia, hay que considerar que la población japonesa
también se vio afectada por desastres naturales, como el terremoto de Kanto en 1924, los cuales la
sumergió aún más en una situación de pobreza y desamparo.
40
Smith, Op. Cit. pp. 55-56
41
Ibídem. p. 57
38
11
transporte de emigrantes en la “Compañía de Desarrollo en Ultramar Ltda.” o KKKK
por sus siglas en japonés hacia 1921.42 La KKKK al unificar el traslado de emigrantes
japoneses en ultramar, concentró en si el resguardo de los derechos individuales de los
emigrantes, como también la responsabilidad de negociar los respectivos contratos. Esto
permitió convenir acuerdos de forma aún más directa con los respectivos gobiernos, en
especial con el brasileño el cual se mostró receptivo a la llegada de japoneses durante la
década del veinte. Asimismo, la KKKK con los fondos que recibía del Estado comenzó
a subsidiar parte de los pasajes de los emigrantes individuales lo cual permitió aumentar
el número de interesados en emigrar. 43 La migración al Brasil se benefició de dicha
fusión, ya que a través de los acuerdos suscritos con la KKKK logró concentrar casi el
noventa por ciento de la inmigración japonesa en América Latina durante esa década.
V
La década del treinta vio tanto en Perú como en Brasil un cambio de actitud
hacia la migración japonesa. En Lima, el fin del gobierno de Augusto Leguía –principal
impulsor de la llegada de inmigrantes japoneses-, conllevó el rechazo a los nipones. A
partir de eso se perpetraron actos violentos contra la propiedad de los japoneses entre
diciembre de 1930 y agosto 1931.44 En Brasil se puso fin a la inmigración subsidiada en
1928 y durante el gobierno de Getulio Vargas, se promulgaría el Acta de Inmigración de
1934, la cual impuso restricciones muy altas para la llegada de japoneses al Brasil. En
ambos casos, los efectos de la depresión económica de 1929, la percepción negativa de
la población local hacia el relativo éxito económico japonés, y la coyuntura
internacional en donde Japón se había expandido hacia la zona de Manchuria abandonando la Sociedad de las Naciones en 1931-, llevó a las autoridades locales a
formular restricciones a la llegada de nuevos inmigrantes. La cual disminuiría hasta cero
durante los años de la guerra.
En el resto de los países latinoamericanos, la migración japonesa durante el
periodo tuvo una importancia marginal, pero no por eso sin huella. Por las
características de esta síntesis no revisaré el caso de las colonias en cada país, tarea que
queda pendiente para una futura revisión.
Kaigai Kogyo Kabushiki Kaisha. Tigner, Japanese. Op. Cit. pp. 460 – 477.
Ibídem.
44
Lausent-Herrera. Op. Cit. p. 26.
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