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Introducción
Uno de los aspectos que más preocupan no sólo al entrenador de un club o
gimnasio sino también a los responsables deportivos de un país, es conocer cómo
se tienen que estructurar en el tiempo las distintas fases del proceso de enseñanza
– aprendizaje motriz específico de un deporte dado y cuándo debe comenzar dicho
proceso para hacer del deportista un experto dentro del contexto de la alta
competición, capaz de conseguir los éxitos de mayor relevancia en el ámbito
internacional.
Borko y Putnum (1996) y más recientemente Kavakli y Suwa (2000)
propusieron una definición de “experto” como aquel sujeto “que es capaz de
realizar una representación sistemática de un problema (situación de combate) de
una manera simple, ordenada, estructurada y lógica y capaz de acometer su
solución de una manera eficiente en el tiempo y en la forma”.
La identificación del talento deportivo se ha convertido en una excelente
estrategia como sistema para el reconocimiento de un posible campeón y ha hecho
efectivo el modelo de selección intensiva que tiene como uno de sus pilares
fundamentales para su puesta en acción, la concentración de recursos humanos y
económicos y la especificidad del trabajo. En esta situación, se antoja que los
responsables de un proyecto deportivo de características relacionadas con el alto
rendimiento, deben ser personas cualificadas que conozcan perfectamente todas
las fases del proceso de formación del atleta y sepan evaluar los distintos
momentos de cada una de ellas, con el fin de establecer en cada caso los objetivos
convenientes para que éstos se conviertan en un elemento más de dicho proceso y
no al revés, un elemento mediático que pueda distorsionar el correcto devenir de
una planificación bien elaborada.
Por otra parte, los técnicos relacionados con la alta competición, deben
poseer un elevado conocimiento de los procesos cognitivos que les permitan tener
la habilidad para crear y elaborar patrones de movimientos que puedan ser
manifestados por los deportistas de una manera ordenada y ejecutados en forma
de acto técnico específico. Dicho acto técnico no podrá ser expresado de manera
excelente sino están vinculados a él, una idoneidad condicional que haga que éste
pueda ser realizado con la suficiente pericia en el objetivo de alcanzar su
propósito. Esto puede definir a un deportista experto de otro que no lo es.
Existe un paso comprometido en el proceso de “elaboración” de un
campeón, que es conocer cuándo un deportista deja de ser un buen atleta para
convertirse en un experto suficientemente preparado para poder disputar las
medallas de las más prestigiosas competiciones del concierto mundial,
entiéndanse campeonatos continentales, mundiales o juegos Olímpicos. Varias
preguntas nos hacemos al estudiar el tema: ¿ Hay elementos comunes entre los
campeones de un deporte dado que los diferencia de esa mayor masa de
deportistas, muchos de ellos grandes atletas, que luchan tan sólo por intentar estar
en algún momento de la temporada a la altura de esos expertos,? O por el
contrario ¿La pericia con que cada campeón actúa está compuesta por elementos
únicos e individuales que posibilitan de alguna manera un alto grado de
expresividad deportiva sin que necesariamente tengan un denominador común?
Solamente evaluando un número suficientemente grande de deportistas de alto
rendimiento y de deportistas con menor experiencia en victorias en la alta
competición se podría tener una respuesta a las incógnitas mostradas1.
Sumidos en esta disyuntiva, hemos visto en España como a lo largo de las
últimas décadas han surgido “excelentes promesas”, comparadas incluso con las
grandes figuras del momento, que con el paso de los años se han quedado en eso,
“grandes promesas”. Posiblemente su entorno les consideraban “expertos” en su
deporte y sólo habría que esperar a que llegara el gran día en que maravillaran al
mundo y se colgaran la pronosticada medalla. Ese día no llegó y antes, su trabajo
seguro que tuvo un salto tanto cualitativo como cuantitativo que el deportista no
fue capaz de asimilar. Quizás no era un experto, sino un “novato” en el contexto
1
En el presente trabajo se mostrarán algunas respuestas a esas incógnitas fruto de un estudio de
investigación llevado a cabo por el autor.
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del alto rendimiento, aunque fuera un veterano en la participación de eventos
relacionados con la alta competición. Quizás en esa diferencia estuvo el error de
sus mentores.
¿Se les consideró entonces “expertos” y su entrenamiento evolucionó bajo
esa perspectiva? O por el contrario, aunque unos deportistas hayan llegado a lo
más alto en época juniors ¿Cuántos años han de pasar para lograr la excelencia en
categoría absoluta? ¿De qué depende ese tiempo?
Para responder a la primera pregunta necesitaríamos interrogar a sus
entrenadores particulares. Para hacerlo a la segunda habría que saber si esta
situación es común en otros países y conocer igualmente qué sucede con los
campeones mundiales o europeos juniors en su entrada en la categoría senior.
Innumerables interrogantes se nos presentan cuando queremos definir
dentro del contexto del alto rendimiento a un deportista dado. Como también
innumerables interrogantes emergen cuando apreciamos que los judokas de mayor
rendimiento actual no lo fueron en sus años más jóvenes.
Entre ellas podíamos destacar:
¿Existe alguna causa que impida a un judoka que participa con éxito en
campeonatos importantes en edad junior, hacerlo igualmente en categoría senior?
¿Son los mismos requisitos técnicos y condicionales los que garantizan el éxito en
las distintas categorías de edad?
¿Qué ocurriría si esto no fuera así y a los campeones juniors en vez de buscarles
una mejora de los elementos propios específicos de edades de categoría absoluta,
se les insistiera en aquellos elementos que tan buen resultado les deparó en edades
jóvenes?
¿Podría esta situación provocarles un estancamiento en las manifestaciones de sus
habilidades en la alta competición?
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Es evidente que el éxito deportivo lo garantiza un proceso de
entrenamiento a largo plazo realizado de una manera sistematizada y regulado por
especialistas que sepan realizar un control exhaustivo de las diferentes variables
que lo conforman.
Esta evidencia muchas veces es trastocada, como consecuencia de la
búsqueda prematura de resultados, que en ocasiones actúan como elementos
interferenciales que provocan un deterioro en la correcta planificación. Leemos
con frecuencia en los diarios deportivos la sinrazón de muchas federaciones de
establecer partidos o competiciones internacionales en momentos de la temporada
inapropiados para competir con garantías de éxito y que lo único que puede
representarnos es un paso atrás en nuestra puesta a punto. También en ocasiones
nos encontramos con lo contrario: el deportista que debe preparar una
competición importante y que no encuentra, o no quiere (por temor a una
inoportuna lesión), competir con deportistas de alta categoría. Así nos
encontramos con judokas que van a participar en unos Juegos Olímpicos y no
encuentran torneos de relevancia para poder prepararse convenientemente. ¿Qué
ocurriría si futbolistas de élite que están preparando un campeonato del mundo no
disputaran ningún partido de importancia en los dos meses anteriores al evento?
El hecho de que la edad de los deportistas de élite en Judo es actualmente
mayor que la de los campeones de hace una década, confirma la realidad de que el
Judo es un deporte complejo, donde para adquirir la optimización de sus aspectos
específicos y capacidades condicionales que en él concluyen, es necesario un
tiempo relativamente alto de entrenamiento de máximo nivel. Esta dilación del
tiempo de aprendizaje, que cada día es mayor, se debe fundamentalmente al gran
número de tareas que el judoka debe dominar en la actualidad y del tiempo de
adaptación que precisa para optimizar sus recursos condicionales y de proceso de
la información. Con relación a este hecho, se observa en los últimos años un
incremento en la edad de los medallistas en los torneos de mayor trascendencia, al
igual que una mayor longevidad de la vida deportiva de judokas destacados.
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Asimismo esta expansión del tiempo de entrenamiento, permite al judoka
adquirir uno de los factores más preciados y que puede inclinar decisivamente la
balanza del éxito a un lado u otro en un combate; nos referimos a “la respuesta
específica de actuación competitiva”2 que define de alguna manera a un judoka
experto de otro que todavía no lo es.
El estudio de la técnica especial (Tokui Waza) en el ámbito competitivo
difiere al simple hecho de una reproducción gestual.
La ejecución de la técnica requiere una solución motriz a un conflicto dual
que tiene que ver mucho con la investigación en la resolución de problemas.
García (1996) afirma que la detección del talento deportivo en Judo, no sólo hay
que buscarlo desde el punto de vista condicional sino también y de manera más
determinante en términos de interacción entre las estructuras del conocimiento del
sujeto y las posibles habilidades de procesamiento del mismo desde una
perspectiva del rendimiento motor. Estas señales pueden diferenciar los modelos
de experto y no experto en el alto rendimiento deportivo. (En adelante ARD).
En Judo un factor limitante del procesamiento de la información es el
tiempo en el cual debe realizarse. Deberíamos por lo tanto considerar la
importancia que representa la identificación del problema que puede presentarse
en un combate, durante el tiempo destinado al entrenamiento de la técnica, que
nos permitiría si estuviera bien concebido, el poder
incidir sobre aspectos
relativos a la anticipación y también actuar sobre parte del componente complejo
de la velocidad.
Creo de vital importancia para el entrenador de Judo, especialista en alto
rendimiento, el tener la información que este ensayo propone para poder
profundizar más en la mejora de los aspectos de enseñanza – aprendizaje en
judokas de calidad ya que en nuestro deporte no han sido suficientemente
2
R.E.A.C. (García, 1999) Es la idoneidad de una respuesta motriz solicitada en el contexto del alto
rendimiento deportivo ante un conflicto de tipo táctico o estratégico, basada en la experiencia
competitiva del sujeto y en la optimización de sus aspectos condicionales e informacionales.
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abordados. Japón, origen de este deporte, ha importado también sus medios y
métodos de enseñanza, y todavía en la actualidad nos resulta difícil cambiar la
indosincrasia propia del mismo en relación a su metodología tradicional. Por tanto
este estudio podría quedar justificado como piedra de origen de futuros trabajos en
el ámbito de la pedagogía y de la didáctica.
En este trabajo hablaremos también de la comunicación precompetitiva.
Esta puede representar un rosario de señales que emite el competidor momentos
antes de su participación competitiva y puede representar un indicador del nivel
de activación así como de la actitud con que el judoka va a afrontar su eminente
reto. El conocimiento de dicha actitud puede ayudar al entrenador que ha de
sentarse en la silla al borde del tatami en su cometido de informar y motivar a su
deportista durante el combate por medio de la comunicación per competitiva.
En la actualidad los judokas de mejor rendimiento competitivo tienen, en
la categoría masculina, una edad que está comprendida entre los 26 y 31 años,
mientras que en categoría femenina estas edades oscilan entre los 24 y 29 años.
Los judokas que irrumpen con fuerza en la alta competición tienen una edad en
hombres que se sitúa entre los 22 y 24 años y en las mujeres entre los 21 y 23
años, sin embargo estos deportistas no logran colocarse de una manera estable
entre los que logran los éxitos de mayor relieve a nivel internacional.
Está comprobado que a medida que transcurren los ciclos olímpicos, la
edad de los judokas tanto masculinos como femeninas que logran colgarse las
medallas, aumenta. Esto puede tener una explicación simple que es : que también,
a medida que transcurren los años, para ser un judoka experto, se requiere de un
mayor espacio de tiempo consecuencia del mayor número de tareas a resolver
debido a la constante creación de “impedimentos técnicos” que los entrenadores
de élite crean con el objetivo de dificultar la expresión del Tokui Waza del
oponente, añadiendo mayores situaciones de conflicto técnico-táctico que a la
postre el deportista debe conocer y saber resolver; estamos de nuevo ante una
situación de resolución de problemas de carácter motriz.
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Siguiendo a Starkes y Ericsson (2003), los trabajos basados en el
paradigma experto – novato, nos ofrece la posibilidad de conocer las debilidades
de los no expertos (novatos) para convertirlos en expertos, utilizando
entrenamiento de calidad, con el objetivo de alcanzar los parámetros fisiológicos,
cognitivos, técnicos y emocionales que hacen de éstos serios aspirantes a los
éxitos más relevantes en el concierto mundial.
En mi experiencia como director de planificación de la Real Federación
Española de Judo (1987-2000) además de coordinador de alta competición del
mismo ente (1993-2000), he observado como judokas que se iniciaban en la alta
competición eran tratados como deportistas de élite y también como judokas de
altas prestaciones eran entrenados con métodos de discutida calidad. La falta de
conocimiento en la identificación de las fases de evolución del deportista, así
como las prisas por llegar a lo más alto en el menor tiempo posible ha hecho que
muchos de estos posibles campeones hayan abandonado la actividad en el marco
de la alta competición sin haber manifestado muchos de ellos las posibilidades
que llevaban dentro. Esta misma experiencia nos ha ofrecido en varias ocasiones
las diferencias entre los parámetros de los campeones y de los aspirantes, sin
haberse analizado nunca estas diferencias desde un punto de vista científico, con
el objetivo de llegar a conclusiones pragmáticas que ayuden a los entrenadores en
la comprensión de la existencia de los distintos estadíos dentro del proceso de
adquisición de la pericia en el deporte y se puedan consolidar medidas eficientes
que favorezcan la actuación de los judokas en el campo internacional.
La hipótesis que subyace de esta introducción es que “existen aspectos
relativos a la condición física, manifestación gestual del Tokui Waza y elementos
de la comunicación precompetitiva, así como de estructura de su planificación que
diferencian a los judokas expertos del de los aspirantes en el contexto del alto
rendimiento deportivo y que estos pueden influir determinantemente en el
resultado de una competición, así como de las propuestas de entrenamiento de los
judokas de élite”.
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Otro aspecto que debemos tener en cuenta, es cuando un deportista debe
ser considerado de alto rendimiento y cuándo lo es de alta competición.
A mi modo de entender, tendríamos que diferenciar entre los términos de
“alta competición” y de “alto rendimiento deportivo”. El primero define “un
marco de actuación de los deportistas (competiciones de máxima categoría) y el
lugar donde se expresan y son evaluados sus éxitos o no de este grupo selecto de
atletas”. A tal situación pueden llegar atletas que no siendo de alto rendimiento,
compiten en dicho marco. ¿Se acuerdan de aquel nadador que compitió en los
Juegos Olímpicos de Sydney, y que estuvo a punto incluso de no terminar la
prueba por falta de habilidad? Estuvo representando a su país en la alta
competición, pero ¿podemos definirlo como de alto rendimiento? Este término
representa un “estado de máxima expresividad y rendimiento del conjunto de
factores necesarios para destacar con éxito en la alta competición”. (García, 2002)
Por lo tanto la diferencia estriba en que mientras un término representa un
marco de actuación (la alta competición), el otro representa un estado de gracia
psico-funcional del deportista.
Nos faltaría por definir en su conjunto a los deportistas de élite, que podían
ser considerados como “aquellos sujetos que son capaces de manifestar de forma
maximal los elementos que definen un deporte dado, y combinarlos de tal forma
que consigan su expresión deportiva en el más alto rango” (García, 1993)
En esta introducción hemos querido expresar la preocupación de este autor
por la falta de investigación en nuestro deporte y también la facilidad con que
hacemos nuestros, estudios y trabajos de otros deportes, que en ocasiones más que
ayudarnos nos provocan incertidumbre a la hora de planificar los entrenamientos e
interpretar los controles a las que son sometidos nuestros judokas.
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No quisiera que se me entendiera mal al decir que si preguntáramos a la
mayoría de cinturones negros de todo el mundo sobre qué es Judo y cómo se
entrena correctamente, todos nos responderían de una manera
simple y
posiblemente certera; pero si a los mismos entrenadores les preguntáramos sobre
qué libros o sobre qué investigaciones basan sus respuestas, su duda sería mucho
mayor, o quizás nos dirían que eso es lo que ha hecho su sensei durante toda la
vida.
Este trabajo va intentar plasmar todo aquello que muchos de vosotros
sabéis, pero que no habéis visto escrito en ninguna parte, y de esta forma tenerlo
recogido en un documento. Por supuesto que no pretendo hacer una enciclopedia
del entrenamiento en judo, y que se quedaran en el tintero muchos aspectos que
cada uno de los lectores hubierais incluido, pero de alguna manera quiero aportar
mi granito de arena para posteriores trabajos. Espero que en la lectura de este libro
puedan extraer algunos elementos que mejoren su quehacer como entrenadores.
Esa es la humilde pretensión de este trabajo.
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