CNCom plenario Datamedical costas quiebra sin acreedores

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Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, en pleno
Datamedical S. R. L., quiebra. • 18/12/1992
Publicado en: LA LEY 1993-B , 38 • DJ 1993-1 , 275 • Colección Plenarios Derecho Comercial Tomo II , 204
Cita online: AR/JUR/1350/1992
Voces
Sumarios
1. En una quiebra declarada a pedido de acreedor y concluida por inexistencia de
acreedores verificados, las costas causídicas deben ser impuestas al ex fallido.
TEXTO COMPLETO:
Buenos Aires, diciembre 18 de 1992.
Cuestión: "En una quiebra declarada a pedido de acreedor y concluida por inexistencia
de acreedores verificados, las costas causídicas: a) ¿deben ser impuestas al ex fallido?, o
bien: b) ¿deben ser impuestas al pretenso acreedor peticionario de la quiebra?".
Los doctores Alberti, Rotman, Cuartero, Guerrero, Ramírez y Arecha dijeron:
1. Cuando el pedido de quiebra deducido por un acreedor tiene como resultado la
declaración pretendida, su objeto queda agotado con éxito para su parte, por haber
considerado la sentencia reunidos los requisitos exigidos por el art. 90, párr. 1° de la ley
concursal, entre los cuales se cuenta el reputar existentes hechos reveladores de la
cesación de pagos invocada.
Ejecutoriada la sentencia declarativa de la quiebra, el trámite tiene otra finalidad, dentro
del cual ese peticionante no recibe un tratamiento diferenciado, como no sea el que
deban pagarse como gasto del concurso los honorarios de los abogados que lo asistieron
en el pedido de quiebra (art. 264, inc. 1, ley concursal).
Ello encuentra explicación en que con su actuar ha realizado un trabajo en interés
común, al poner de manifiesto un estado de impotencia patrimonial, no desvirtuado por
el insolvente por las vías procesales pertinentes.
2. Si la quiebra así declarada finaliza por inexistencia de acreedores verificados,
consideramos que corresponde que sea el ex fallido quien cargue con las costas, habida
cuenta de lo previsto por el art. 229, párr. 2° de la ley concursal, en consonancia con
cuanto ocurre en los restantes supuestos de conclusión de la quiebra.
Lo contrario importaría retrotraer la secuencia del trámite y vincular indebidamente --en
tanto que no media nexo causal suficiente-- el proceder del acreedor peticionario, o la
suerte que corra su insinuación en el pasivo, con la obligación de pagar las costas, que
reconoce primordialmente como presupuesto el estado de cesación de pagos --real o
aparente-- no desvirtuado oportunamente, con la siguiente responsabilidad del deudor
en la materia.
De otro modo, el proceso de quiebra podría constituirse en una suerte de amenaza para
quien solicitó y obtuvo la declaración, de modo de hallarse constreñido por la necesidad
de verificar su crédito so pena de tener que soportar los gastos que hubiese insumido la
tramitación del concurso; cuando tal insinuación en el pasivo constituye una facultad
disponible para aquél.
3. La solución no varía en caso de que el acreedor peticionario haya solicitado sin éxito
la verificación. Su conducta en estos supuestos no puede merecer reproche por el
resultado final del concurso concluido por falta de acreedores, pues se enmarca dentro
del riesgo propio que conlleva un proceso judicial, en el que los derechos invocados
pueden o no tener acogida.
Por otro lado, repárese en que --si el acreedor peticionante no concurrió a verificar, o lo
hizo con resultado desfavorable-- puede haber otros acreedores concurrentes declarados
inadmisibles o no verificados, sin que se advierta mérito para que sea aquél quien
cargue con las costas en tal situación, por el solo hecho de haber revestido esa calidad.
4. Por su parte, el carácter publicístico del procedimiento concursal aconseja adoptar la
solución adelantada, ya que si la atención de las costas dependiera de un tercero --el
peticionario de la quiebra-- el proceso podría verse indefinidamente paralizado si no
cumple con esa exigencia, situación no prevista ni querida por el régimen falimentario,
mientras que la responsabilidad del fallido autoriza a la prosecución del trámite en la
forma pertinente, si no se concretan los recaudos impuestos para su conclusión.
Es posible suponer alguna situación peculiar en la cual la solución concursal explicada
en este voto aparezca opinable.
En ese supuesto, el ex fallido estaría habilitado para instar otra solución reclamando,
fuera del concurso concluido, la responsabilización respecto de esas erogaciones de
quien instó e hizo declarar el estado de quiebra de aquél.
Pero este replanteamiento necesitará, ciertamente, el reclamo de responsabilización, una
sustanciación bilateral y la decisión jurisdiccional de pleno conocimiento sobre tal
aspecto; presupuestos impracticables en el concurso concluido y extraños a la
incumbencia del juez de ese concurso.
5. Por ello, sostenemos que en una quiebra declarada a pedido de acreedor y concluida
por inexistencia de acreedores verificados, las costas causídicas deben ser impuestas al
ex fallido.
Los doctores Viale, Jarazo Veiras y Míguez de Cantore expresaron:
Esta sala tiene criterio formado en cuanto a que en la quiebra a pedido de acreedor y
concluida por inexistencia de acreedor verificado impone aplicar las costas devengadas
al acreedor peticionario de la misma.
El persistente estudio de la realidad jurídica que enmarca la problemática traída a
consideración de este plenario ha movido a los suscriptos a profundizar el análisis de las
disposiciones legales que resultan de aplicación al supuesto que motiva este plenario.
En tal sentido lo expresado por los distinguidos colegas doctores Alberti, Rotman,
Cuartero, Guerrero, Ramírez y Arecha en el voto que antecede en el que efectúan la
interpretación y explicitación de las reglas concursales que citan, de preponderancia en
la conclusión a que llegan, nos inclinan a variar la posición actual opuesta obviamente a
lo por ellos postulado, y que admitimos como más ajustado a derecho.
Por ello, abdicando de la posición jurídica que habíamos sustentado, adherimos en un
todo al voto mencionado y así dejamos expresada nuestra opinión.
Los doctores Monti, Di Tella y Caviglione Fraga dijeron:
1. Cuando el pedido de quiebra deducido por un acreedor tiene como resultado la
declaración pretendida, su objeto queda agotado con éxito para su parte, por haber
considerado la sentencia reunidos los requisitos exigidos por el art. 90, párr. 1ª de la ley
concursal, entre los cuales se cuenta el reputar existentes hechos reveladores de la
cesación de pagos invocada.
Ejecutoriada la sentencia declarativa de la quiebra, el trámite tiene otra finalidad, dentro
del cual ese peticionante no recibe un tratamiento diferenciado, como no sea el que
deban pagarse como gasto del concurso los honorarios de los abogados que lo asistieron
en el pedido de quiebra (art. 264, inc. 1, ley concursal).
Ello encuentra explicación en que con su actuar ha realizado un trabajo en interés
común, al poner de manifiesto un estado de impotencia patrimonial, no desvirtuado por
el insolvente por las vías procesales pertinentes.
2. Si la quiebra así declarada finaliza por inexistencia de acreedores verificados,
consideramos que corresponde que sea el ex fallido quien cargue con las costas, habida
cuenta de lo previsto por el art. 229, párr. 2° de la ley concursal, en consonancia con
cuanto ocurre en los restantes supuestos de conclusión de la quiebra.
Lo contrario importaría retrotraer la secuencia del trámite y vincular indebidamente --en
tanto que no media nexo causal suficiente-- el proceder del acreedor peticionario, o la
suerte que corra su insinuación en el pasivo, con la obligación de pagar las costas, que
reconoce primordialmente como presupuesto el estado de cesación de pagos --real o
aparente-- no desvirtuado oportunamente, lo que determina la consiguiente
responsabilidad del deudor en la materia.
3. La solución no varía en caso de que el acreedor peticionario haya solicitado sin éxito
la verificación. Su conducta en estos supuestos no puede merecer reproche por el
resultado final del concurso concluido por falta de acreedores, pues se enmarca dentro
del riesgo propio que conlleva un proceso judicial, en el que los derechos invocados
pueden o no tener acogida.
4. La solución señalada en este voto, por cierto, no obsta a que, de configurarse algún
supuesto particular --por ejemplo en el caso en que el acreedor hubiese actuado con
malicia o torpeza, utilizando el proceso colectivo como un instrumento para hostigar a
su deudor u obtener abusivamente ventajas mayores a las que permitiría el cobro
singular--, queda abierta al ex fallido una eventual acción de responsabilidad en la que
podría recuperar las erogaciones que hubiese hecho a causa del proceso falencial.
5. Por ello, sostenemos que en una quiebra declarada a pedido de acreedor y concluida
por inexistencia de acreedores verificados, las costas causídicas deben ser impuestas al
ex fallido.
Los doctores Morandi, Piaggi y Gómez Alonso de Díaz Cordero dijeron:
A los efectos de la imposición de las costas causídicas al concluir la quiebra
(peticionada por acreedor remiso), por inexistencia de verificados, no puede soslayarse
como hecho dirimente el proceder objetivo del peticionario de la falencia, quien a la
postre omitió insinuarse al funcionario concursal en el proceso verificatorio (art. 130,
ley concursal) --o lo hizo sin éxito--, con lo cual provocó un dispendio jurisdiccional,
sin consecuencias útiles.
No se aprecia adecuado escindir la secuencia regular del proceso colectivo,
minimizando la relación de causalidad existente entre la conducta inicial del
peticionante de la quiebra y su omisión o pretensión desestimada posterior. Ello, sin
desmedro de la apropiada distinción entre los trámites atinentes al pedido de quiebra
(art. 90 y sigtes., ley concursal), y los correspondientes al proceso de verificación (art.
33 y siguientes).
Si bien la insinuación en el pasivo constituye una facultad disponible para quien solicitó
la quiebra, ello no importa su liberación en orden a las costas causídicas provocadas por
su actuación, que postuló la quiebra sobre la base de cierta acreencia, finalmente
inexistente judicialmente. No puede, pues, reputarse un trabajo en interés común el
realizado por el peticionario, sino más bien generador de una actividad jurisdiccional
dispendiosa, debiendo soportar las costas correspondientes.
Por los fundamentos del acuerdo precedente, se fija como doctrina legal que: "En una
quiebra declarada a pedido de acreedor y concluida por inexistencia de acreedores
verificados, las costas causídicas deben ser impuestas al ex fallido". Por ajustarse a esta
doctrina el pronunciamiento de fs. 164, se lo mantiene. Devuélvase a la sala de origen. - Edgardo M. Alberti. -- Carlos M. Rotman. -- Felipe M. Cuartero. -- Helios A.
Guerrero. -- Rodolfo A. Ramírez. -- Martín Arecha. -- Carlos Viale. -- Manuel Jarazo
Veiras. --Isabel Miguez de Cantore. -- José L. Monti. -- Héctor M. Di Tella. -- Bindo B.
Caviglione Fraga,. -- Juan C. F. Morandi. -- Ana I. Piaggi. -- María L. Gómez Alonso
de Díaz Cordero. (Sec.: Máximo Astorga).
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