Juan Pablo Capello: la historia de un chileno que apostó a ganador

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ECONOMÍA Y NEGOCIOS
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SANTIAGO DE CHILE, LUNES 2 DE OCTUBRE DE 2006
PERFIL HUMANO Compatriotas en el extranjero
Juan Pablo Capello: la historia de un
chileno que apostó a ganador en EE.UU.
Tiene 39 años y es poco conocido en su país natal: Chile. Afuera, este compatriota ha hecho de las suyas,
destacándose como abogado de importantes empresas y gobiernos. Fundó Patagon junto a Wenceslao Casares
y ha sido reconocido como un grande de las leyes en varias mediaciones internacionales.
MARÍA DE LOS ÁNGELES NAUDON DELL’ORO
Vida agitada
Al igual que su currículum, los días de
Capello son intensos y variados. Con humor, comenta que en una misma jornada
puede dedicar la mañana a trabajar en una
operación de financiamiento en Brasil; luego almorzar con un ejecutivo importante
de una empresa multinacional y por la tarde reunirse con algún “rock star”, para ver
los detalles de un contrato o ajustar los puntos importantes de su próxima gira.
Sabe que no es un tipo convencional y le
gusta. Ha recibido varios reconocimientos
internacionales: en las ediciones 20052006 y 2006-2007, ha sido ranqueado
dentro de los mejores abogados de Estados Unidos, por entidades como Latin
Lawyer y Chamber & Partners.
EL MERCURIO
J
uan Pablo Capello es un chileno
globalizado y agotador. Tiene 39
años y ha hecho más cosas que la
mayoría de los mortales en una
larga vida.
Es economista y abogado; socio de Greenberg Traurig (uno de los bufetes más
importantes de Estados Unidos); fue uno
de los fundadores de Patagon; ha asesorado a grupos económicos chilenos como los
Matte, Luksic, Ibáñez, Angelini, Said y
Kreutzberger, en sus inversiones en el
País del Norte; ha trabajado con el gobierno en casos complejos como Inverlink
y en algunas de las emisiones de capital
que se han realizado allá.
Es experto en el área de capital privado
en América Latina y abogado de estrellas
como Juanes o Ricardo Arjona.
Asesora frecuentemente a compañías
como Intel Capital, Darby Overseas, MiFactory y Citibank Venture Capital, entre
otras. Fue el abogado encargado de las
ofertas públicas de acciones de firmas como Banco Santiago, Chilquinta, CTC,
Elektra, Madeco, Telemex y Unimarc.
Imposible publicar toda su historia profesional. Negoció contratos de préstamos
sindicados por hasta US$ 500 millones de
entidades como Citibank y TV Azteca.
Ha participado en un gran número de
fusiones y adquisiciones, financiamiento
de proyectos y joint ventures en toda
América Latina y además tiene familia.
Lleva trece años de matrimonio con la chilena Ana María Larraín, con la que tiene
tres hijas de nueve, seis y tres años.
GLOBALIZADO.— Capello ha vivido en Chile, Puerto Rico y EE.UU.
Pero ojo que Capello no siempre gana:
en el tenis, por ejemplo, ha caído frente a
varios astros. En sus años de estudiante de
economía en la Universidad de Duke le tocó participar en campeonatos nacionales
donde, con orgullo —comenta riéndose—, perdió frente a jugadores como Pete
Sampras y Joe Mc Enroe.
Este chileno, pero de marcado acento
centroamericano, ha sabido estar en el lugar preciso y en el momento indicado: para hacer buenos contactos, para conocer
temas que luego serían importantes o para
toparse con personas que por algún motivo iban a destacar en el futuro.
Nació en Chile, pero a los 11 años partió
a Puerto Rico junto a su familia y luego se
radicó en Estados Unidos.
La secundaria la pasó en las afueras de
Nueva York y luego partió a Duke, donde
se recibió con honores, en los ochenta.
Entonces conoció a Roger Thomas, socio de Cleary, Gottlieb, Steen and Hamilton —un conocido estudio neoyorquino— que era el abogado encargado del gobierno chileno. Al alero de Thomas su percepción de los “leguleyos” cambió, tanto
que en tres años se había recibido de abogado en la Universidad de Nueva York.
Mientras esto pasaba en la vida de Capello, en Chile empezaba la fiesta de los
ADR. Él había trabajado en la colocación
de bonos de la CTC en 1990 y se le presentó la oportunidad de volver al país temporalmente. Cuando llegó, se dio la coincidencia de que la CCU hacía su colocación
de ADR, después Madeco, Cristalerías
Chile, D&S y, con eso, se fue quedando.
En 1993 volvió a EE.UU., a Cleary, Gottlieb, Steen and Hamilton, y trabajó con
Roger Thomas por seis años: hizo todas las
operaciones de Codelco, reestructuraciones de deuda soberana mediante el "Brady
Plan" representando a Perú, Costa de
Marfil, Nicaragua y Argentina. Trabajó en
las subsiguientes ofertas públicas de deuda de Colombia, México y Chile.
Hasta que un argentino “hediondo y
mal vestido” entró en su vida: Wenceslao
Casares.
Era 1999 y el tema de internet bullía en
la Gran Manzana. Capello estaba inquieto, quería un cambio y llegó. “Me llamó un
amigo argentino para decirme que había
un “delincuente” de paso en Nueva York,
que tenía un proyecto de compañía de internet, no conocía a nadie en la ciudad y no
había comido en tres días. Dije que sí. Y te
digo, a Wences lo conocí pobre, sin afeitar
y hediondo”, dice entre risas.
Cuento corto, Casares y sus ideas lo maravillaron. Quedó alucinado con el proyecto, tanto que, al poco tiempo, había dejado su puesto de abogado para ser uno de
los socios fundadores y además director
jurídico de Patagon.
La historia de la empresa es conocida y
la venta al Santander también. Cosa que
llevó a Capello, en ese entonces de 32
años, a engrosar sus arcas personales y codearse con grandes como Emilio Botín.
Vendieron el 75% de la firma en US$
550 millones.
En 2003 Patagon quedó atrás. Casares
partió en un crucero que ya lleva 28 meses
y Capello voló a Miami, para unirse a Greenberg Traurig. Ahí sigue, quién sabe hasta cuándo.
Más que un mercado de capitales
Sectores como el minero, de salud y tecnológico serían la
nueva apuesta de grupos y firmas chilenas que quieren
invertir directamente en Estados Unidos.
esde su oficina en Miami, Juan Pablo Capello se comunica a diario con inversionistas y firmas locales, que hoy miran más
seriamente a Estados Unidos para hacer inversión directa.
D
—¿Cómo ve las relaciones comerciales entre
Chile y Estados Unidos?
“El tratado de libre comercio ha cumplido sus
objetivos en el corto plazo. Chile exporta 80%
más a Estados Unidos que antes, medido en dólares exportados. Aunque, claro, es cierto que ha
habido más movimientos de compañías interna-
cionales para vender y comprar en Chile, que firmas chilenas invirtiendo por estos lados”.
—¿Cree que eso va a cambiar en el futuro?
“Sí, lo creo. Las empresas y grupos económicos no sólo van a salir a buscar financiamiento al
mercado de capitales externo; también van a empezar a invertir directamente acá, y ya hay indicios de ello”.
—¿Qué indicios, específicamente?
“Hay empresarios chilenos que han invertido
en el sector inmobiliario, pero la novedad es que
ya no es sólo en Miami, hay grupos y empresas
que están comprando también en Chiago y Nueva York, como inversión de largo plazo”.
—¿Qué otros sectores son atractivos para los
inversionistas chilenos hoy?
“Hay varios sectores en los que hay movimiento e interés para invertir, además del inmobiliario, como el minero y de retail. Y en salud ya
hay grupos chilenos que están poniendo sus ojos
en clínicas y seguros. El sector tecnológico es
otro que me ha sorprendido, porque tradicionalmente los latinoamericanos invirtiendo ahí solían ser argentinos y uruguayos. Pero eso está
cambiando”.
“La Universidad Adolfo Ibáñez ya instaló su
MBA Internacional en Miami. Eso muestra que
los chilenos van a seguir los pasos de algunos colombianos como Corona y Santo Domingo”.
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