Unión Patriótica: La exterminación de un adversario político

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Unión Patriótica: La exterminación de un adversario político
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ABN 22/01/2008
Caracas, 22 Ene. ABN.- Genocidio político, asesinato sistemático, campaña de
exterminio. Todos estos términos han sido utilizados para lo que ha ocurrido en
Colombia con la Unión Patriótica, desde 1986 hasta la actualidad.
Según registros reseñados por el investigador colombiano y defensor de derechos
humanos, Iván Cepeda Castro, en su artículo Genocidio Político: El caso de la Unión
Patriótica, unas 5000 personas han sido asesinadas, entre quienes se cuentan dos
candidatos presidenciales, ocho congresistas, cientos de alcaldes y concejales y miles de
activistas locales.
Durante más de 20 años, el partido político Unión Patriótica fue objeto de una
persecución implacable por parte de la derecha colombiana, que lo condujo casi a su
desaparición política, al punto de que recientemente fue sacado del registro del Consejo
Nacional Electoral de Colombia por no obtener en los últimos comicios, los 50 mil
votos mínimos necesarios para permanecer allí.
No era para menos. La guerra sin cuartel librada por el establecimiento fue atroz y
persistente, varios textos consultados coinciden en que se les aplicó desde detenciones
masivas y atentados selectivos, hasta atentados dinamiteros, lo que provocó el
desplazamiento de poblaciones enteras de las áreas de influencia de la UP y familias
completas exiliadas.
Los casos judiciales no están claros, el Estado no los ha investigado, por lo tanto los
culpables tampoco, a pesar de que, según las organización de derechos humanos,
existen pruebas que señalan a militares y paramilitares involucrados en esta larga
cadena de muerte.
Génesis de la UP
La Unión Patriótica (UP) nació producto de la convergencia de fuerzas políticas de
izquierda a raíz de las negociaciones de paz adelantadas a mediados de la década de
1980 entre el gobierno del presidente Belisario Betancur y el estado mayor de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
En 1984, y como producto de ese diálogo, las partes firmaron los acuerdos de La Uribe
donde se estipuló el surgimiento de un movimiento de oposición para que la guerrilla se
incorporara paulatinamente a la vida legal del país.
La nueva organización política tuvo especial receptividad por parte de la ciudadanía
colombiana. Durante las elecciones del 25 de mayo de 1986, la UP obtuvo 5 senadores,
9 representantes, 14 diputados, 351 concejales y 23 alcaldes.
Ese mismo año, su candidato presidencial, Jaime Pardo Leal, llegó de tercero con una
votación del 4,6% del total de electores que sufragaron, una de las más altas de un
partido diferente a los tradicionales en Colombia.
Danza de asesinatos
Estos resultados electorales fueron el detonante para que ese mismo año comenzara la
persecución y matanza de dirigentes y militantes de la UP, a pesar de que en los
acuerdos de La Uribe, el gobierno se comprometía a brindar “todas las garantías” a la
nueva organización política.
La Corporación Reiniciar y otras organizaciones colombianas que han hecho
seguimiento al caso dan cuenta de varias modalidades para la muerte de los dirigentes y
militantes de la UP. Una de ellas es el asesinato selectivo y otra, en masa.
Víctimas de la muerte selectiva, en la ciudad de Barrancabermeja, Leonardo Posada
representante a la Cámara fue el primer asesinado en 1986. En 1987, resultó muerto
Jaime Pardo Leal, el candidato presidencial de la UP en 1986. El 22 de marzo de 1990
se produjo el homicidio del también candidato presidencial Bernardo Jaramillo Ossa, en
el aeropuerto de Bogotá, y en 1994, la víctima fue el senador Manuel Cepeda Vargas.
Sicarios motorizados segaron la vida el viernes 14 de agosto de 1987 del senador Pedro
Luis Valencia. En Medellín lo acribillaron a metralla. Ese mismo año, Alejandro
Cárdenas-Villa, alcalde de la UP en Mutatá, Antioquia, murió a balazos en la Plaza de
Ferias de Medellín.
El presidente de la Asamblea de Antioquia, Gabriel Jaime Santamaría, fue asesinado
dentro de su oficina en La Alpujarra de Medellín, en octubre de 1989. También en esta
ciudad el 18 de mayo de 1988, Elkin Martínez, elegido para posesionarse como alcalde
en Remedios, Antioquia, fue acribillado en la recepción de un hotel mientras tomaba
una foto turística.
A Elkin Martínez lo reemplazó Carlos Rojo Uribe, quien fue hallado muerto el 1 de
agosto de 1997 en los alrededores del batallón Bomboná, junto con siete personas que
fueron sacadas de sus casas en Remedios, Antioquia.
La muerte en Puerto Valdivia del concejal de Valdivia, Henry Montenegro, desató un
paro en el Bajo Cauca antioqueño, que duró una semana hasta que se hiciera presente
una comisión del gobierno.
A esto se le suman los asesinatos colectivos en áreas de influencia de la UP. Los
paramilitares de Puerto Boyacá incursionaron en Segovia, Antioquia, el 11 de
noviembre de 1988. Entraron disparando y dejaron 48 muertos incluyendo niños,
mujeres y ancianos. Se denunció que ni la Policía ni el Ejército hicieron algo por
evitarlo.
Dos años antes, el 22 de abril de 1986 el capitán Rodrigo Cañas fue acusado de trasladar
pistoleros que masacraron a 14 personas en un billar de Segovia. El grupo paramilitar
también participó en las masacres de 14 campesinos en Cimitarra, Santander y 19
comerciantes en Puerto Boyacá, en el Magdalena Medio.
La gran mayoría de estos homicidios no han sido resueltos. En algunos casos puntuales
se condenó a los autores materiales, pero no a los intelectuales, a pesar de que los
sobrevivientes aportaron pruebas que comprometen a miembros de las fuerzas de
seguridad del Estado.
En virtud de la falta de celeridad de la justicia colombiana, la Corporación Reiniciar y la
Comisión Colombiana de Juristas presentaron en 1993, una demanda por el genocidio
de la Unión Patriótica ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El recurso jurídico fue interpuesto con un listado inicial de mil 163 asesinatos, 123
desapariciones forzadas y 43 atentados; todos éstos perpetrados contra miembros y
dirigentes de la UP, en razón de su filiación política. Aun el juicio sigue en curso.
La persecución continúa
Las muertes de dirigentes de la UP no es cosa del pasado, han continuado durante el
gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
Según la Corporación Reiniciar y la Comisión Colombiana de Juristas, durante la
gestión de Uribe han sido asesinados 136 miembros de la Unión Patriótica y del Partido
Comunista Colombiano (PCC) otros 38 han sido desaparecidos y 28 más sobrevivieron
a atentados personales.
Altamente cuestionado fue el comentario de Uribe Vélez durante su campaña electoral
según el cual el “error” cometido por la UP es comprensible, pues no se puede querer
“combinar la política con los fusiles”.
Según Cepeda Castro, bajo la administración de Uribe se han presentado nuevas
modalidades de persecución contra los sobrevivientes de la UP que se expresa en
detenciones masivas y arbitrarias.
Dice Cepeda que los atropellos se han cometido con especial intensidad en los
departamentos de Arauca, Tolima, Meta, Norte de Santander, Cundinamarca y Caquetá.
Asegura el investigador: “Durante su campaña de reelección para un segundo mandato,
el equipo del Presidente utilizó una cuña publicitaria en la que se realizaba una abierta
apología al genocidio contra la UP”.
http://www.abn.info.ve/reportaje_detalle.php?articulo=663
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