Antes que nada, considero oportuno resaltar la figura de don Juan

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JUAN BENIGAR
Antes que nada, considero oportuno resaltar la figura de don Juan Benigar, un ilustre poblador
identificado con todos los problemas que afectaron la organización del Neuquén y quizá el más
importante analista de la cultura mapuche. Si bien su figura es reconocida en el Neuquén y dentro de
los círculos intelectuales por sus trabajos lingüísticos, históricos y sociales, en el resto de nuestro país
, incluyendo nuestra provincia, su figura es injustamente ignorada por gran parte de la población.
Nació en Zagreb en 1883 y, según sus palabras, era esloveno por los padres y croata por el
nacimiento y por la educación.
En Zagreb, en 1902, cursó el bachillerato. Posteriormente, en Praga, estudió ingeniería civil.
Toda su vocación antropológica, sociológica y filosófica comenzó cuando todavía vivía en su ciudad
natal con la lectura de una publicación en la que un sabio alemán sostenía que en un siglo todos los
indios desaparecerían, aquejados por diversas enfermedades provocadas por el modo de vivir de los
blancos.
En el año 1908 dejó Europa y emprendió camino hacia la Argentina, cumpliendo con el destino al que
se sintió llamado por las palabras del alemán.
Llegó a Buenos Aires y, casi sin tocarlo, se trasladó hacia el territorio donde habitaban los indios con
el propósito de mejorar sus destinos.
Tras permanecer poco más de un año en Cipolletti, un día se dirigió a pie hasta Colonia Catriel. Allí
conoció a doña Eufemia Shypukin Barraza, sobrina nieta del cacique Cipriano Catriel, a quien
convirtió en su primera esposa. Tuvieron once hijos, seis varones y cinco mujeres. Eufemia lo inició en
la lengua se dice que hablaba catorce idiomas y la cultura mapuche y le permitió estar en contacto
con toda la colonia indígena.
Vivió en el territorio de Río Negro hasta 1925 y desde entonces hasta su muerte, en el del Neuquén.
En 1932 falleció su esposa, al dar a luz a su hijo número once. Volvió a casarse con Rosario Peña,
indígena con quien engendró cuatro hijos.
En la Colonia Catriel vivió 15 años. Sus conocimientos en hidráulica, obtenidos a través de sus
estudios en Europa, contribuyeron a fertilizar aquella entonces inhóspita región, luchando
incesantemente con enorme esfuerzo para vencer la naturaleza hostil. Ello hizo resentir su salud a
causa de las jornadas de trabajo en el agua, por lo que se vio obligado a una larga postración. Por
esta circunstancia tuvo oportunidad de iniciar su obra literaria, relacionada con la raza araucana, con
la cual estaba vinculado desde su casamiento. Por su importancia y su labor intelectual, pese a su
excesiva modestia, se vio coronado con el ingreso como miembro de número de la Junta de Historia y
Numismática Americana (hoy Academia Nacional de Historia), lo que le permitió vincularse con la
mayoría de los intelectuales del país y extranjero, con quienes mantuvo permanente correspondencia
ayudado por sus amplios conocimiento de los distintos idiomas.
Los últimos 25 años de su vida los vivió en el valle del río Poí Pucón, próximo a Aluminé. Allí completó
su importante y numerosa obra literaria, la que emprendió quitándole horas a su descanso dada su
necesidad de realizar trabajos rurales y de telar regional (poseía una modesta industria textil casera,
que llevaba el nombre de su primera esposa "Eufemia Shypukin") para poder subsistir y mantener a
su numerosa familia.
Cuando contaba 67 años, el 14 de enero de 1950, terminó su azarosa existencia, dejando el
magnífico ejemplo de haber puesto siempre sus ideales al servicio de sus semejantes y en pro de una
causa común.
Con motivo de la realización del Primer Congreso del Area Araucana Argentina, realizado en San
Martín de los Andes desde el 18 al 24 de febrero de 1961, la Comisión de Lingüística y Toponimia
recomendó al congreso propiciar la publicación de los manuscritos pertenecientes al extinto don Juan
Benigar, los que por disposición de sus herederos habían sido depositados bajo la custodia de la Srta.
Liliana Lascaray, entonces directora del Museo Regional "Dante F. Gatica" de la ciudad de Neuquén.
Se dejó constancia de que "...de acuerdo a la voluntad del señor Benigar, dichos trabajos no deben
salir de la jurisdicción del Neuquén sino una vez realizado el ordenamiento y clasificación del material;
se procederá a recabar la colaboración y asesoramiento técnico de especialistas universitarios, para
lo cual la suscripta, en carácter de depositaria, establecerá contactos con el personal de la
Universidad Nacional."
En uno de los pocos escritos que ha dejado sobre su persona, porque carecía de vanidades y no
trabajaba para su fama, dijo: "No es el hombre el que vale sino sus obras".
por ABEL SANDRO MANCA
www.rionegro.com.ar
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