Un valle de fresas y manos sin documentos El valle de Salinas fue

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Un valle de fresas y manos sin documentos
El valle de Salinas fue catapultado a la fama universal por la pluma de John Steinbeck,
el Premio Nobel de literatura y admirador de los antiguos californios –habitantes
originales de California que conservaron sus tradiciones hispano-mexicanas incluso
después de que esa región fuera anexionada a los Estados Unidos en 1848. En Al este
del Edén, Steinbeck describe la capa de suelo del valle de Salinas como profunda y
fértil, tan sólo necesitada de un lluvioso invierno para dejarla alfombrada de hierbas y
flores. Mucho tiempo atrás debió ser un bosque de madera roja. Hoy ese suelo está
cicatrizado por alargados surcos de fresales, olas de fresas que imitan a sus vecinas olas
del mar y se extienden como gigantescos zípers yuxtapuestos, sin un árbol en el que
descansar la vista o escapar a los latigazos del sol estival. En esos fresales trabajan
millares de inmigrantes de origen latinoamericano. La mayoría son mexicanos. Algunos
están bien asentados en los poblados de Salinas y Watsonville, cuyos distritos absorben
el 38% de los fresales californianos1 y producen la mitad de todas las fresas de Estados
Unidos.2 Otros llegan sólo por cortas temporadas para sembrar o cosechar. Les pagan
por hora y por cajas: 4.75 dólares la hora y 99 centavos la caja. Reclinados sobre los
surcos, trabajan hasta 10 horas al día y más. Son conscientes de que producen la riqueza
de California, un estado al que el Servicio Nacional de Estadísticas Agrícolas atribuía en
2006 el 88% de las fresas estadounidenses en el 67% del total de los campos de fresas,
gracias a un rendimiento anual de 59 mil libras por acre. Ese promedio duplica las 28
mil libras de su rival más próximo, el estado de Florida.3
California ha logrado esa productividad gracias a las bendiciones de su ubicación. Sus
suelos arenosos costeros aseguran un buen drenaje y así evitan la concentración de sales
y humedad. Su clima fresco no permite que los fresales estén sometidos a temperaturas
extremas. El horno veraniego que trunca los capullos y deteriora la calidad de la fruta y
el gélido invierno que demora la cosecha y estimula la frondosidad improductiva
aparecen en California por breves períodos y con mayor clemencia que en otros estados.
La ausencia de lluvias torrenciales –perniciosas durante la cosecha- es un rasgo más que
garantiza una prospera producción, quizás la mayor del mundo.4 Por virtud de su clima,
en California se pueden cultivar fresas 9-11 meses al año –de febrero a diciembre-,
mientras en Florida sólo es posible hacerlo durante tres meses, en Oregon un máximo de
7 semanas y en el resto del país, donde es posible hacerlo, a lo sumo durante 4
semanas.5
Finalmente, la proximidad con México le proporciona un flujo continuo de mano de
obra inmigrante, es decir, barata y dócil. El cultivo de fresas es una industria que
necesita abundante mano de obra porque los freseros se han enfocado crecientemente en
las fresas frescas: en 1970 las fresas frescas eran el 64% del total, en 2006 sumaron casi
el 80% de todas las fresas cultivadas en Estados Unidos. Las fresas frescas tienen mejor
precio que las procesadas: 72 contra 28 centavos por libra. Pero las fresas frescas deben
tener muy buena presentación y haber sido muy bien tratadas, un requerimiento que
impone límites a la mecanización que ha desplazado mano de obra en los viñedos y
1
Source: California Strawberry Commission (since 1990) and California Agricultural Statistics.
Schlosser, Eric, Porno, marihuana y espaldas mojadas, Debate, Barcelona, 2004, p.125.
3
Source: USDA, National Agricultural Statistics Service, Noncitrus Fruit and Nuts Summary, various
issues.
4
Wells, 1996, pp.29 y 31.
5
Wells, 1996, p.33.
2
tomateras. Y las fresas frescas tienen mejor calidad si provienen de plantas jóvenes, lo
cual supone contratar trabajadores que resiembren anualmente nuevas matas.6 En los
años 60 las matas se reemplazaban cada 4 años. En los 70 cada 2 años. Ahora se
resiembran cada año.7 Por otra parte, como la fresa tiene que estar en un punto muy
preciso al momento de ser cortada, se necesitan cuadrillas de cortadores que pasen y
repasen los surcos casi diariamente. Una fresa que permanezca un día más de lo
necesario, no tendrá la apariencia y sabor que gustan en el mercado. Los cortes
continuos también son necesarios para disparar la productividad: las matas cosechadas
no cesan de florecer. De ahí que en los momentos pico, el número de trabajadores
agrícolas en el estado de California se duplique de 225 mil a 450 mil.8 Al momento de
la cosecha, una finquita pequeña de 14 acres de fresas necesita más de 28 cortadores,
una mediana de 32 acres contrata 64 cortadores y una grande de 100 acres requiere 200
cortadores.9
Con todas estas ventajas soplando a toda vela, el peso de la producción de fresas de
California sobre el total nacional se expandió del 6% en 1946, al 36% en 1953, al 74%
en 198810 y al 88% en 2006. Pero todas las ventajas mencionadas tienen su envés: si se
quiere conservarlas, los finqueros no pueden evadir un problema con los trabajadores
mediante una reubicación de su negocio. Deben negociar, como hicieron en los años 70.
O bien, como han hecho las más de las veces en la historia, pueden aprovechar la
bendición de la ola de inmigrantes.
Clave del lucro:
Moldear el régimen de mercado laboral
La antropóloga estadounidense Miriam Wells se refiere al “régimen de mercado
laboral” para aludir a la configuración de las restricciones políticas en un mercado
laboral en un momento dado. Tal régimen refleja y afecta los intereses de clase, los
recursos y las estrategias en cada nivel productivo. Moldea significativamente las
ventajas relativas de cada clase en un particular proceso laboral.11 A veces pueden
convivir dos regímenes en un mismo país, o bien se puede pasar de uno a otro a
velocidad meteórica. La convivencia de regímenes distintos fue documentada por Eric
Wolf en la Rusia de los zares. El régimen de servidumbre predominaba en las
provincias del sur, donde la tierra negra garantizaba una producción generosa y
lucrativa. Ahí los grandes señores preferían controlar la tierra y tener vasallos bajo su
dominio que la cultivasen. En las provincias septentrionales, donde la fertilidad de los
suelos era deprimente, se aplicó un régimen de pago en especie o dinero por el uso de la
tierra de los señores feudales. En esas provincias, la dedicación al trabajo artesanal o a
la industria en las ciudades posibilitaba el rendimiento de pagos monetarios o en
especie.12 La conveniencia de las élites ha sido determinante para definir el régimen.
En el caso de Rusia, hubo una segmentación espacial. En el caso de California,
podemos rastrear una diferenciación temporal pendular. Antes de la segunda guerra
6
Wells, 1996, p.34.
Wells, 1996, p.53.
8
Benson, Heidi, “Spreading the word to female farmworkers”, The Chronicle.
9
Wells, 1996, p.48.
10
Wells, 1996, p.29.
11
Wells, Miriam J., Strawberry Fields. Politics, Class, and Work in California Agriculture, Cornell
University Press, New York, 1996, p.14.
12
Wolf, Eric R., Las luchas campesinas del siglo XX, Siglo Veintiuno Editores, México, 1982, p.84.
7
mundial, especialmente durante la gran depresión, imperaba el régimen de compartir la
cosecha con los trabajadores. Un cambio decidido hacia el régimen salarial se impuso
cuando la industria de las fresas de volvió inusitadamente rentable y a medida que el
“Programa Braceros” fue proporcionando la mano de obra barata, disciplinada y
numerosa que constituye el mejor antídoto contra las huelgas y otras formas presión
sindical. A mediados de los años 60 y durante la década de los 70, en los momentos
pico del poder de los sindicatos, el régimen de compartir la cosecha se expandió
nuevamente: el empresario delegaba la plantación, mantenimiento y cosecha en familias
que ganaban una participación en los beneficios finales. De esta forma sus demandas
tenían el límite que imponían los resultados de la cosecha y la comercialización. En esa
época, hasta el 50 de los productores y tierras estuvieron bajo el régimen de compartir la
cosecha.13 Cuando los sindicatos se debilitaron y las migraciones de indocumentados se
agigantaron, el régimen salarial recobró su cobertura casi total.
Estos cambios de régimen han confirmado que cultivo de fresas es altamente
dependiente de la oferta de mano de obra. El control de la fuerza laboral durante las
cosechas es la clave del lucro porque la mano de obra es el principal componente de los
costos. Su precio, sincronización y ejecución cuidadosa se han convertido en los
principales determinantes de la tasa de beneficio.14 Modificar otros factores permanece
fuera del control de los finqueros. La demanda de las fresas y los productos agrícolas en
general es relativamente inelástica al precio y a los ingresos: crece muy poco aunque se
disminuyan los precios o aumenten los ingresos de los consumidores. Por otra parte, la
diferenciación de productos es apenas accesible como forma de incrementar la demanda
y los productores son habitualmente incapaces de controlar los precios de los insumos o
de aumentar el precio de las fresas restringiendo su oferta. La incapacidad de los
finqueros de elevar los precios en un mercado altamente competitivo o reducir el costo
de unos insumos cuya venta está en manos de poderosos proveedores de agroquímicos y
crédito seguirá incrementando su interés en las innovaciones tecnológicas que elevan la
productividad y en la manipulación del costo de la mano de obra.15
Es un hecho que en el agro estadounidense las innovaciones tecnológicas han reducido
la necesidad de mano de obra calificada y de esta forma han permitido que los finqueros
prescindan de trabajadores mejor situados para hacer valer sus demandas. Pero la
predilección por el mercado de fresas frescas y una creciente expansión de los mercados
ha significado que, a diferencia de otros cultivos, las fresas sigan demandando más y
más mano de obra. La fragilidad de las fresas –se magullan con facilidad-, su punto de
madurez secuencial, la duración de la temporada de cosecha y la dificultad de remover
la capa de hojas y el tallo de las fresas ha desincentivado la adopción de cosechadoras
mecánicas destructoras de plantas. Las fresas frescas se recolectan girando del tallo y no
tirando de él para preservar las puntas de color verde. Se deben seleccionar las bayas del
tamaño, firmeza, forma y color adecuados. El mimo que requieren las fresas frescas
hace que exijan manos de “jardineros” que las acaricien más que de “cultivadores” que
las manipulen.16 Como resultado de estos rasgos, California adsorbe más mano de obra
agrícola que el resto del país en su conjunto.17
13
Wells, 1996, p.3.
Wells, 1996, p.50.
15
Wells, 1996, p.23.
16
Strawberries are less “produced”, using an industrial analogy, than “gardened”. Wells, 1996, p.39.
17
Wells, 1996, p.24.
14
Las fresas californianas en el mundo y los latinos en California
En California, todo régimen de mercado laboral se ha caracterizado por un apetito voraz
de trabajadores. Entre 2000 y 2006, la población latina de California pasó de 11
millones -32% del total en ese estado- a 13 millones -36%. En el diminuto Salinas saltó
de casi 97 mil -64%- a 100 mil -71.3%. California tiene actualmente el 30% de todos
los latinos viviendo en Estados Unidos. Le siguen Texas con el 19%, Florida con el 8%
y New York con el 7%. El 35.5% del total de la población californiana son latinos. Sólo
Nuevo México, con su 44% de población de origen latino, supera a California.18 El
incremento de mano de obra latina ha contribuido a consolidar la posición de Estados
Unidos como el mayor productor de fresas del mundo. Le sigue España con una
producción tres veces menor. Italia ocupa el octavo lugar.19 California produce más
fresas que España e Italia juntas. Entre 1970 y 2006, la producción de fresas en Estados
Unidos subió de 496 millones a 2 mil 404 millones de libras, un incremento que,
sumado un alza de 41 centavos en el precio por libra, significó que el valor de la
producción pasó de 106.6 millones a 1 mil 515 millones de dólares.20 En los últimos 10
años el volumen de acres cultivados con fresas aumentó en más de 10 mil acres en
California y en 2 mil 463 acres en Salinas y Watsonville. La mano de obra inmigrante –
predominantemente indocumentada- ha hecho posible esta proeza. Hay que notar que el
área de cultivo ha crecido mucho más que la población en estos dos distritos. ¿Cómo es
posible esa magia?
El programa “Braceros”
La historia comienza y –aún no- termina con los inmigrantes. Para alcanzar una mejor
perspectiva, podemos remontarnos a los años 40. Para producir más manos que trabajan
y se van –los migrantes ideales que necesita el sistema- el gobierno estadounidense
recurrió a una de sus típicas políticas ambivalentes: una negociación bilateral con su
vecino del sur para importar mexicanos: aceptamos a los migrantes de manera
controlada; sí los necesitamos, pero cuidadito se van a quedar. Esa negociación cuajó en
un programa de contratación en el país de origen. Se llamó “Programa Braceros” y fue
ejecutado entre 1942 y 1964. Fue originalmente impulsado por los finqueros
californianos y por la poderosa American Farm Bureau Federation en concertación con
los finqueros sureños. Cuando los trabajadores nativos abandonaron el trabajo rural a
inicios de los años 40 para enrolarse en el ejército, estos organismos presionaron
explícitamente para obtener un programa federal de oferta laboral. Presentaron sus
intereses particulares como un asunto de “defensa nacional” por razones de seguridad
alimentaria. Y aunque se suponía que era un programa ligado a la guerra, su entrada en
escena demostró ser tan rentable que los finqueros aseguraron su continuidad durante 23
años. Durante ese período, el programa importó casi 5 millones de trabajadores, a razón
de 450 mil por año en su momento pico a finales de los años 50. California llegó a
18
Pew Hispanic Center tabulations of 2000 Census and 2005 American Community Survey, September
2006.
19
Source: Derived from data supplied by FAOStat, Food and Agriculture Organization, United Nations.
20
Source: USDA, National Agricultural Statistics Service, Noncitrus Fruit and Nuts Summary, various
issues.
absorber hasta el 90%. Los “braceros” llegaron a representar hasta más de dos tercios de
los cortadores de fresas californianas y el 100% en la costa central.21
Quienes aceptaron participar en ese programa fueron trasladados a unos enormes
recintos en la frontera, donde debieron esperar a que les asignaran puestos de trabajo.
Les colgaron unos enormes rótulos del cuello, los hicieron desnudar y los rociaron con
un agente desparasitador antes de permitirles ingresar a los Estados Unidos. Así
quedaron certificados para trabajar en un período y lugar determinados. Les concedieron
permisos de 6 semanas a 2 meses y les asignaron los trabajos menos atractivos para los
ciudadanos estadounidenses. No fueron destinados a las manzanas, sino a las fresas, en
cuyos plantíos se trabaja inclinados por largas horas. Una vez dentro del país, los
trabajadores quedaron a merced de su patrón. Muchos denunciaron el maltrato22 y
fueron deportados. Todos aquellos que se engancharon en actividades sindicales o
intentaron negociar salarios y condiciones laborales fueron desertificados y deportados
de inmediato. El “Programa Braceros” involucró al gobierno directamente en la gestión
de la mano de obra, posibilitando que los finqueros externalizaran la mayor parte de los
costos y dolores de cabeza del reclutamiento.23
La satisfacción de los finqueros con este programa es más que patente en las
declaraciones de uno de sus portavoces: “Los braceros vinieron para ganar su sustento,
no para ocasionar problemas. Ellos eran hombres de familia, no delincuentes juveniles
como los que ahora vemos. Nosotros sabíamos que podíamos enviarlos de regreso si se
quejaban de algo, pero rara vez tuvimos que hacerlo. El Programa Braceros ayudó a
todos. Los mexicanos apoyaron a sus familias y los estadounidenses hicieron dinero.
Era lo mejor de los Cuerpos de Paz, pero al revés. En lugar de que nosotros fuéramos a
su país a enseñarles, ello vinieron aquí para aprender de nosotros.”24
César Chávez y United Farm Workers25
Todo iba a pedir de boca hasta que entró en escena United Farm Workers, el sindicato
agrícola más fuerte en toda la historia de los Estados Unidos. Fundado por los
legendarios César Chávez y Dolores Huerta en 1962, puede acreditarse victorias que
cuajaron en incrementos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo. César
Chávez nació en 1927 y falleció en 1993 en su Arizona natal. Al momento de su
muerte, César Chávez estaba luchando contra la aplicación de pesticidas tóxicos, una
bandera que ahora retoman United Farm Workers, Líderes campesinas y otras
organizaciones. De su niñez, César Chávez recordaba muchos comentarios racistas y
señales que decían “Sólo para los blancos”. Asistió a treinta y siete escuelas mientras
sentía que la educación no tenía nada que ver con su estilo de vida como campesino. En
1962 César fundó la Asociación Nacional de Campesinos, que después se convirtió en
Campesinos Unidos o United Farm Workers (UFW). En sus comienzos, muy pocos
21
Wells, 1996, p.57.
Schlosser, 2004, p.155.
23
Wells, 1996, p.58.
24
Wells, 1996, p.60. “Braceros were here to make a living, not to make trouble. They were familiy men,
not juvenile delinquents ike you get today. We knew we could send them back if they complained, but we
rarely had to. The bracero program helped everyone. Mexicans supported their families and Americans
made money. It was the finest Peace Corps activity in reverse. Insteadof us going to their country to teach
them, they came up here to learn from us.”
25
Página web de UFW: http://www.ufw.org/_page.php?menu=research&inc=history/sp/01.html
22
miembros cumplían con su cuota de contribución a al sindicato, de modo que era muy
difícil financiar las actividades de la organización. Tras un arduo trabajo, UFW
consiguió que los cultivadores de uva aceptaran contratos colectivos y ciertas mejoras
laborales, y así conquistaron la simpatía y afiliación de la mayoría de los trabajadores de
esa industria. En los años 70 UFW contaba con más de 50 mil trabajadores protegidos
por sus contratos. La huelga de uva en Delano, la marcha campesina de 340 millas
desde Delano hasta Sacramento y los ayunos de Chávez inspirados en Gandhi –
incluyendo en 1968 y 1972 ayunos de 25 días a punta de sólo agua y otro de 36 días en
1988-, enfocaron la atención nacional en los problemas de los campesinos y
consiguieron que el gobierno aprobara leyes realmente inusitadas en el sector agrícola.
Diferentes esfuerzos organizativos habían precedido a UFW. Pero fueron bloqueados
por la manipulación de los braceros por parte de los cultivadores. Pero Chávez luchó en
diferentes arenas: las iglesias, el senado, los consumidores y una alianza con el
movimiento por los derechos civiles. Y ejerció mucha presión para terminar el
“Programa Braceros” en 1964 argumentando que deprimía los salarios, desplazaba
trabajadores estadounidenses y usaba fondos públicos beneficio de intereses privados.26
UFW logró una ley según la cual ningún bracero -es decir un obrero importado
temporalmente de México- puede reemplazar a un obrero doméstico. También
consiguió leyes que establecieron sustanciales mejoras para los trabajadores. Pero que
fueron sistemáticamente ignoradas por los empleadores. En los campos no había retrete
portátil y los campesinos debía tomar agua de una misma taza, "una lata de cerveza”. En
una finca les vendía esa “taza” de agua a veinticinco centavos de dólar. Los albergues
temporales de los trabajadores estaban segmentados por “raza” y debían pagar hasta
más de dos dólares al día por una choza de metal, a menudo infestada de mosquitos y
sin servicios de agua y alcantarillado ni medios para cocinar. Por añadidura, muchos
trabajadores resultaron lisiados o murieron por accidentes fácilmente evitables.
Cada vez que UFW llamaba a una huelga, los finqueros traían esquiroles chicanos del
área circundante. Los braceros cumplían esa función. Pero la labor en la iglesia católica,
especialmente en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en Delano, fue creando una
solidaridad de grupo étnica y los chicanos empezaron a presentar un frente común en
respaldo de UFW. Millares de campesinos abandonaron las fincas en el ocaso de los 60
y el alba de los 70. Quince o veinte automóviles llenos de piqueteros de UFW recorrían
las fincas y persuadían o se enfrentaban a los esquiroles y la policía. Industrias Schenley
reaccionó rociando a los campesinos en huelga con pesticidas altamente tóxicos. Como
contragolpe, UFW organizó una marcha. Setenta huelguistas caminaron en 1966 desde
Delano hasta Sacramento: casi 340 millas en 25 días. Muchos empleadores cedieron y
suscribieron contratos colectivos con UFW. La clave de su éxito fue presentar la
discriminación contra los campesinos como semejante al racismo experimentado por los
afroamericanos. Los campesinos de California finalmente crearon un sindicato que ha
sobrevivido al paso del tiempo.
Los finqueros descubrieron con desaliento que, en esta ocasión, los huelguistas no se
conformaban con pequeñas concesiones salariales. Aspiraban a más. Y pasaron a otro
campo de batalla: Chávez llamó a los consumidores a un boicot contra las uvas que no
llevaran la etiqueta de UFW. Grupos de voluntarios recorrieron las grandes ciudades
para organizar a grupos de simpatizantes –sindicatos, iglesias, organizaciones
26
Wells, 1996, p.61.
comunitarias- que se sumaron a la aplicación y difusión del boicot. Millones de
consumidores se abstuvieron de comprar uvas de mesa. UFW pinchó donde más duele.
Sólo en 1969 las pérdidas ocasionadas por el boicot ascendieron a 20 millones de
dólares.27 Sus luchas se expandieron a los cultivos de tomates, lechugas y fresas. La
huelga de 1970 en los fresales tuvo un costo de 2.2 millones de dólares sólo en pérdidas
de cultivos. Cuajó en una nueva conciencia de los derechos y posibilidades de los
trabajadores. Empezaron a creer que el cambio era posible.28
Así conquistaron beneficios de los que hoy gozan los trabajadores. Los trabajadores
agrícolas habían sido excluidos de los beneficios de muchas leyes que fortalecieron a
los trabajadores urbanos. Los finqueros habían tenido mucho éxito en argumentar ante
los legisladores que las protecciones laborales eran injustas e innecesarias en la
agricultura porque las relaciones laborales en ese sector eran habitualmente harmoniosas
y los finqueros ya eran demasiado vulnerables a las demandas de los trabajadores
debido a lo perecedero de sus productos. Es más, esas leyes eran superfluas –decían los
finqueros- porque las relaciones laborales en las fincas eran como las relaciones
familiares.29
Los campesinos californianos debieron esperar más hasta 1975 para obtener derechos
que los trabajadores de la ciudad habían conseguido 40 años atrás. La ley californiana
de relaciones laborales agrícolas concedió a los trabajadores el derecho a organizarse, a
tener elecciones sindicales y a negociar colectivamente sin interferencias del empleador.
Los contratos colectivos que la ley avaló terminaron restringiendo el control de los
finqueros sobre el precio y el manejo de la mano de obra, establecieron estándares de
condiciones de trabajo –salud y seguridad, incluyendo el manejo de pesticidas-,
impusieron el registro de un expediente laboral y un plan médico a costa del empleador,
estipularon procedimientos de contratación y despido, y el pago de salario mínimo,
vacaciones y tiempo extra.30
De trabajadores invitados a indocumentados
Incluso antes de la muerte de Chávez, UFW había perdido a muchos militantes
históricos porque estaban descontentos del abandono de las viejas formas de lucha –
huelgas y organización de trabajadores- para enfatizar los boicots al consumo. Algunas
de las conquistas de UFW se han erosionado.31 Otros retoman la lucha, no menos
entusiastas, pero sí menos numerosos: UFW contaba con 27 mil afiliados en 2003.32 El
talón de Aquiles en la nueva era –si no el más vulnerable, al menos uno de los taloneses el flujo migratorio unido a la pirámide de derechos del sistema estadounidense.
Según la antropóloga Miriam Wells, “irónicamente, el éxito de los movimientos por los
derechos civiles y contra la pobreza en el reconocimiento de derechos a los ciudadanos
estadounidenses también tuvo el efecto de fortalecer la vulnerabilidad relativa de los no
ciudadanos e incrementó su utilidad para los empleadores.”33 Sólo una fracción muy
pequeña de los trabajadores agrícolas son ciudadanos estadounidenses.
27
Wells, 1996, p.77.
Wells, 1996, p.86.
29
Wells, 1996, pp.70-71.
30
Wells, 1996, p.73.
31
Página web de UFW: http://www.ufw.org/_page.php?menu=research&inc=history/sp/05.html
32
Schlosser, 2004, p.366.
33
Wells, 1996, p.63.
28
Como en muchos otros países, la agricultura es la industria más antigua en Estados
Unidos. El Censo Nacional de 1790 reportó que el 90% de los 4 millones de residentes
en Estados Unidos estaban ubicados en áreas rurales. Esa cifra y su composición étnica
han variado en los últimos 200 años. Actualmente muy pocos ciudadanos y residentes
viven en áreas rurales. En 2002, el Pew Hispanic Center encontró que 1.2 millones, es
decir el 47% de los 2.5 millones de asalariados que se ganan el pan en las fincas
estadounidenses son trabajadores indocumentados. El número de estos trabajadores “no
autorizados” o “no certificados” –como se les llama en muchos documentos oficiales y
académicos- aumenta en períodos pico de las cosechas.34 El Pew Hispanic Centear
calculó en 2004 que de los 35.7 de nacidos en el extranjero, 10.3 millones (el 29%) son
indocumentados. De ellos, 2. 4 millones –el 24%- residen en California, 8.4 millones -el
81%- provienen de Latinoamérica y 6.7 millones –el 65%- llegaron a Estados Unidos en
1995-2004.35 De acuerdo a Santos Quintero, a quien entrevistamos en las oficinas que
UFW tiene en Watsonville, a la que los empresarios de fresas pusieron bombas en 1970,
el año en que las bombas y las amenazas de bombas se convirtieron en un evento diario
para los sindicalistas36, el 90% de los trabajadores agrícolas de los fresales californianos
son indocumentados.37
Hoy en día el régimen laboral se caracteriza por un incesante flujo de mano de obra
indocumentada. Los empresarios ya no tienen que moldear el régimen de contratación y
otros aspectos de la política laboral. Pueden enfocarse en las políticas migratorias
sabiendo que esto tendrá un efecto oblicuo pero inmediato sobre la vulnerabilidad y
maleabilidad de los trabajadores. En California, como en otros estados y países, la
contratación de inmigrantes ayuda a que los empleadores mantengan e incrementen la
tasa de beneficios. Los inmigrantes indocumentados pueden ser empleados de manera
más flexible que los braceros, residentes o ciudadanos. Son menos propensos a hacer
reclamos. Son más manipulables porque sus alternativas de empleo son más limitadas y
porque la amenaza de aprehensión y deportación desinfla su resistencia a las
imposiciones de los finqueros.38 Wells insiste en que de que el gobierno ya no gestiona
la mano de obra de las fincas de forma directa: sus políticas migratorias gestionan y
clasifican a los trabajadores de manera indirecta por medio de la creación de diferentes
estatus de ciudadanía que instituyen un acceso desigual a los recursos políticos y
económicos.39
Por eso la ola inmigrante tiene un efecto semejante al que tenía el “Programa Braceros”
que UFW luchó por eliminar. Los trabajadores establecidos tienen menos oportunidades
de ejercer presión cuando hay una oferta continua de fuerza laboral, cuya ciudadanía
deteriorada concede a los empleadores el beneficio adicional de evadir ciertas
obligaciones patronales. UFW ha manejado el tema de la migración con mucha
delicadeza. Durante su oposición al “Programa Braceros” abogó por un mayor control
en la frontera con México. Sin embargo, no excluía a los indocumentados ni se oponía a
su presencia en los campos de cultivo. Muchos de sus afiliados tenían familiares y
34
Martin, Philip, “Guest Workers: New Solution, New Problem?”, Pew Hispanic Center Study,
Washington, D.C., March 21, 2002.
35
Passel, Jeffrey, “Estimates of the Size and Characteristics of the Undocumented Population”, Pew
Hispanic Center Report, Washington, D.C., March 21, 2005.
36
Wells, 1996, p.85.
37
Entrevista con Santos Quintero. Watsonville, 18 de abril de 2008.
38
Wells, 1996, pp.65-66.
39
Wells, 1996, p.63.
amigos indocumentados. UFW permanecía silenciosa ante el tema de la ciudadanía y se
proponía involucrar a todos los trabajadores. En algunos momentos, las divisiones por
el tema de la ciudadanía y los documentos fue un lastre de tal magnitud para sus
esfuerzos que UFW tuvo que tomar una posición. En 1974 y 1979, durante la
renovación de los contratos con los lechugueros, UFW lanzó una vigorosa campaña
contra los indocumentados de la costa central. UFW enfatizó entonces las pérdidas de
empleo de los inmigrantes documentados y los trabajadores domésticos, pero su
principal preocupación era el uso de los indocumentados como rompe-huelgas. En parte
cono resultado de sus presiones, la patrulla fronteriza aumentó sus capturas y duplicó
las deportaciones hasta llegar a 9 mil 652 sólo el mes de mayo de 1979.40 Actualmente
UFW no pregunta por el estatus migratorio de los trabajadores que suma a sus filas.
Pero el peligro continúa y amenaza más que el “Programa Braceros”. Ese programa y
los que le sucedieron –fumigando y certificando trabajadores temporales- inclinaron la
balanza de modo que los trabajadores temporales “certificados” superaran a los
indocumentados: 37 versus 8% en 1989 y 30 versus 17% en 1990. Pero a inicios de los
90 las proporciones se invirtieron -23 versus 33% en 1992- y alcanzaron el 15 versus
52% en 1998.41 Los finqueros dependen grandemente de la mano de obra
indocumentada. Una provisión continua de indocumentados es la garantía de que las
presiones de UFW no lleguen jamás al punto de 1970 y no tengan efectos sustanciales.
Otro talón de Aquiles fue y sigue siendo que muchos trabajadores pueden obtener los
beneficios de las luchas de UFW sin pagar el precio. Incluso en el momento pico de sus
luchas, UFW apenas logró afiliar al 10% de los trabajadores agrícolas. Pero muchos
otros recibieron los beneficios de sus sacrificios y riesgos sin pagar la cuota ni participar
en las huelgas y marchas. Incluso sin participar de los contratos colectivos. Las
empresas ubicadas en zonas donde operaba UFW aumentaron los salarios y
multiplicaron los beneficios laborales para evitar que sus obreros se sindicalizaran.
UFW tuvo así un afecto carambola sobre quienes no fueron sus militantes. Actualmente,
los trabajadores sindicalizados en UFW tienen que pagar una cuota del 2% del salario,
una política poco atractiva en el mundo del “cada quien salve su cacaste”.
La particularidad de que los trabajadores en las fincas deban sindicalizarse en bloque,
impone ciertos límites al avance de la sindicalización. Los afiliados a United Farm
Workers visitan los plantíos, realizan un trabajo de concientización y luego convocan a
elecciones. Si más del 50% de los obreros de una finca votan por la sindicalización,
United Farm Workers los inscribe y firma un convenio colectivo con el propietario. Los
trabajadores bajo el convenio logran reducir sustancialmente su vulnerabilidad: no
pueden ser despedidos ni abusados. El sindicato interviene y los defiende.
Recientemente United Farm Workers consiguió una nueva victoria: la ley que obliga a
colocar bajo sombra el agua que beberán los trabajadores y una carpa para el descanso a
resguardo del sol. Es un avance más que muestra que UFW tiene pasado, presente y
futuro.
Un actor que cobra fuerza: el contratista
En régimen de mercado laboral vigente, existe un personaje que, aunque no es nuevo,
ahora aparece con relucientes colores y porte agigantado: el contratista. Según Santos
40
Wells, 1996, p.89.
Source: U.S Department of Labor, 2000. Martin, Philip, “Guest Workers: New Solution, New
Problem?”, Pew Hispanic Center Study, Washington, D.C., March 21, 2002.
41
Quintero, el contratista suele ser una persona relativamente joven, con experiencia de
trabajo en el campo y, por lo común, de origen latino. ¿Son latinos? Sí. Así se cumplen
una vez más los proverbios latinos “del mismo cuero salen las coyundas” y “no hay
mejor cuña que la del mismo palo”. Hay contratistas varones y mujeres. Para ejercer ese
oficio, lo más importante es tener las conexiones y un vehículo para transportar a sus
reclutados. Son los magos del sistema, encargados de reclutar mano de obra temporal,
indocumentada, barata y frecuentemente indígena. Manos que trabajan y se van.
Los contratistas son el punto de enlace entre los propietarios de las fincas y los
migrantes. Son the middlemen. Ofrecen múltiples servicios: representación ante los
finqueros, comida, hospedaje en hacinamiento de 10 migrantes por habitación,
transporte, cambios de moneda y otras transacciones bancarias. Ellos reciben la paga de
los finqueros y, como en los comisariatos de las antiguas haciendas latinoamericanas,
deducen los altos costos de sus numerosos servicios y aprovechan para reducir la
cantidad de horas y días de trabajo reconocidos como válidos. No pocas veces retienen
salarios y llaman a la policía para denunciar a sus desprevenidos huéspedes, que son
deportados de manera expedita antes de recibir un solo dólar por sus duras jornadas.
El contratista es la figura clave para la externalización de costos. Hace, mejor y más
despiadadamente, lo que antes hacía el gobierno con el “Programa Braceros”. Realiza el
reclutamiento a ningún costo para los finqueros. Parte de las funciones autoridad y
estigma del patrón ha sido transferida al contratista, un híbrido de relaciones capitalistas
y pre-capitalistas. Se mueve en el capitalismo porque posibilita la conexión impersonal
con el propietario. Pero él mismo establece relaciones personales –aunque efímeras- que
recuerdan las del capataz de la hacienda pre-capitalista. El rol del empleador aparece
desdoblado y así conviene para que el sistema funcione: dos personas distintas y un solo
patrón verdadero. En el plano legal, el contratista es una figura difusa. En el plano
informal, es la pieza clave. Para los inmigrantes, es la figura más real: su puerta al
mercado laboral estadounidense. Es patrón y comisariato: vende reclutamiento,
transacciones financieras, hospedaje, comida y transporte. El contratista es una de esas
instituciones político-sociales que determinan el equilibrio de poder entre obreros y
patrones. Y en este caso particular, garantiza la posición ventajosa de los empleadores.
Es a la vez un síntoma, un resultado y una causa. Es un síntoma, entre otras cosas, del
deterioro de las relaciones entre inmigrantes de diversas generaciones. Es un efecto de
los actuales flujos migratorios, porque la constante afluencia de indocumentados hace
posible la existencia del contratista y las concomitantes trampas. Y es un factor que
posibilita la evasión de las obligaciones patronales y estatales.
¿Y los salarios?
El actual flujo migratorio y la proliferación de contratistas están ayudando a que los
obreros agrícolas conserven su lugar entre los trabajadores peor pagados de la nación.
En 1988 recibían un salario semanal promedio de 202 dólares. Hacia el 2000, su salario
promedio había ascendido a 304 dólares semanales. Era sólo ligeramente superior a los
286 de las meseras, los 296 de las domésticas y los 302 de los cocineros. Estaba un poco
por debajo de los 324 de los encargados de limpieza. Pero era bastante menor que los
400 de los carniceros, los 414 de los obreros de la construcción, los 467 de los
instaladores de techo y los 507 de los alfombradores.42
42
U.S. Department of Labor, Bureau of Labor Statistics, Empoyment and Earnings. Martin, Philip,
“Guest Workers: New Solution, New Problem?”, Pew Hispanic Center Study, March 21, 2002.
La masiva presencia de latinos –un grupo muy marginado en el mercado laboral
estadounidense- contribuye a esta situación. Los latinos son más propensos a aceptar
trabajos mal pagados porque son más afectados por las tasas de desempleo. Los
métodos tradicionales de ponderar el desempleo arrojaron una tasa de 8% para los
latinos en 2004. De acuerdo a una medida alternativa del desempleo, utilizada por el
Pew Hispanic Center para considerar, no sólo a los desempleados incluidos en la
medida tradicional, sino también a los trabajadores empleados a tiempo parcial por
razones económicas y los trabajadores en ocupaciones marginales que han estado
buscando trabajo recientemente, la tasa de desempleo de los latinos se eleva a 15.5%.
Apenas es inferior al 17.1% de los afroamericanos no latinos, pero muy superior al 9%
de los blancos no latinos.43 Esta dificultad de ingresar al mercado laboral, unida a su
masiva condición de indocumentados, explica que los latinos sean el grupo peor
pagado, como muestra la siguiente tabla.
Salarios semanales medio y promedio en 2004
Salario promedio
Salario medio
Latinos
504
395
Blancos
728
593
Afroamericanos
562
474
Otros
738
581
Todos los trabajadores
681
550
Fuente: Tabulaciones del Pew Hispanic Center44
Según las estadísticas del Departamento del Trabajo, el salario promedio semanal de los
latinos es de 504. Es el más bajo de todas las grandes categorías poblacionales en
Estados Unidos. Y como todos los promedios, esta cifra esconde grupos más golpeados:
el de los migrantes de primera generación que ganan en promedio 465 dólares, el de las
mujeres cuyo salario promedio apenas llega a 436 dólares, el de quienes entraron a
Estados Unidos después del año 2000 y ganan 381 dólares, y el de aquellos que no
llegaron a estudiar secundaria y reciben 369 dólares. El salario agrícola está en un
sótano más profundo. El salario promedio semanal pagado en el sector agrícola está 200
dólares por debajo del salario promedio de los latinos. Los latinos que laboran en la
agricultura, que son mayoría en ese sector, se encuentran entre los peor pagados en un
país que mide el éxito por los ingresos, venera la acumulación de riqueza y cuenta con
una industria cinematográfica que consuetudinariamente urde cuentos de hadas sobre la
movilidad social.
Los más explotados: mixtecos, triquis y zapotecos
No sólo el mercado laboral general, sino también el mercado laboral de las fincas
estadounidenses, y muy especialmente el de las fincas californianas, están muy
subdivididos por regiones e industrias, y los trabajadores están estratificados por líneas
de ciudadanía. Hay ciudadanos blancos, ciudadanos de origen asiático, ciudadanos
latinos, ciudadanos afroamericanos… Hay residentes de esos mismos grupos. Hay
indocumentados. Y, en el último escalón, hay indocumentados indígenas. Los más
apetecidos en el mercado laboral y en el del embuste son los mixtecos, triquis y
zapotecos, indígenas del occidente de Oaxaca. La familia mixteca es una de las familias
más grandes y diversas en el tronco otomangue y se divide en tres grupos: el mixteco
43
Kochhar, Rakesh, “Latino labor Report, First Quarter, 2004: Wage Growth Lags Gain in Employment”,
Pew Hispanic Center Report, Washington D.C., June 2004.
44
Kochhar, Rakesh, “Latino labor Report, First Quarter, 2004: Wage Growth Lags Gain in Employment”,
Pew Hispanic Center Report, Washington D.C., June 2004.
(Mixtec), el cuicateco (Cuicatec) y el triqui (o Trique).45 Muchos de ellos no hablan
inglés ni español, y quedan así más expuestos a las triquiñuelas de los contratistas más
inescrupulosos. Algunas militantes de la agrupación Líderes campesinas cuentan el caso
de una muchacha triqui que recibió apenas 40 dólares por dos días de trabajo de 6 de la
mañana a 6 de la tarde. El contratista le aseguró que ése era el salario en la zona.
Graciela Vega –trabajadora en los campos de fresas- sabe de ese peligro: “Algunos de
los nuevos no saben cuánto van a ganar, y se topan con contratistas que les pagan sólo 2
dólares por hora.”
El mixteco –y aún mejor, la mixtexca- es el trabajador ideal: no tiene documentos, no
protesta, no habla, gana poco y paga mucho. Es mano de obra en el más estricto sentido
del término. Tiene una boca y no la usa. Tiene manos que siembran y cortan la fresa,
que luego reciben un mal salario y que finalmente pagan bien por malos servicios. Está
en el último nivel de ciudadanía. Sus derechos no son escuchados ni pronunciados. En
el sistema de casta estadounidense, son la casta de los inaudibles. También en el terreno
de la sindicalización los más preteridos son los indígenas. Al carecer de experiencia
sindical y estar más amedrentados por las amenazas de los patrones represivos, se
resisten a ingresar a los sindicatos y están más expuestos a los abusos. Teniendo en
cuenta esa situación, UFW tiene, entre sus promotores, un mixteco concentrado en
ayudar a sus paisanos que no dominan otra lengua.
La auténtica peste de los pesticidas
Los bajos salarios no es la única peste que padecen los inmigrantes que trabajan la
agricultura. También sufren la peste de los pesticidas. Debido a su toxicidad, la venta y
aplicación de ciertos pesticidas está controlada en Estados Unidos. El bromuro de
metilo, diazinon y abamectin son insecticidas de uso restringido pero de corriente
aplicación en los fresales.46 El Protocolo de Montreal, suscrito por 182 países, declaró
en 1992 que el bromuro de metilo destruye la capa de ozono. Pese a una severa
reducción, 35 millones de libras de bromuro de metilo fueron diseminadas en 1999 en
los campos estadounidenses –el gobierno no ha proporcionado (¿intencionalmente?)
datos más recientes. El 50% fue vertido en California y el 27% en sus fresales. Muchos
finqueros se resisten a abandonar su uso para evitar pérdidas que, en el conjunto de los
cultivadores de fresas, podrían llegar a los 150-200 millones de dólares.47 Los
trabajadores están padeciendo esta resistencia. A menudo los finqueros no respetan los
márgenes tiempos jurídicamente estipulados entre una fumigada y el ingreso de los
trabajadores a una plantación. Peor aún: puesto que muchos fresales están próximos a
las escuelas, los niños terminan siendo fumigados. Lideresas campesinas de Salinas
están trabajando activamente en la denuncia de este irrespeto a la ley que prohíbe
fumigar a menos de 500 pies de hogares y centros educativos. De acuerdo a sus
pesquisas, niños y niñas están padeciendo enfermedades respiratorias, alergia, pérdida
de memoria e irritación de los ojos y piel. “A veces parece que los niños vienen
marihuaneados”, nos dijo Lupita Miranda.
45
Estas lenguas se hablan mayormente en la parte occidental del estado de Oaxaca, pero el mixteco
también se habla en las partes colindantes de los estados de Puebla y Guerrero.
http://www.sil.org/mexico/mixteca/00e-mixteca.htm
46
USDA, Agricultural Chemical Usage 2006 Restricted Use Summary, October 2007, p.19.
47
United States Department of Agriculture, Economic Research Service, “Economic Implications of the
Methyl Bromide Phaseout”, Agriculture Information Bulletin Number 756, February 2000.
Una luz en un valle de lágrimas y fresas: Líderes campesinas
En Estados Unidos existen muchas organizaciones que trabajan con campesinos en
general. United Farm Workers es la más poderosa, pero no es la única. Existen también
organizaciones lideradas por -y que trabajan predominantemente con – mujeres, como
Dolores Huerta Foundation, Líderes campesinas, Esperanza: The Farmworkers
Women’s Legal Initiative, Farmworker Women´s Institute, Latinas Unidas por un
Nuevo Amanecer y Las Amigas.48 Entre la mujeres que trabajan en los fresales y en las
empacadoras del valle de Salinas, Líderes campesinas es la organización de mayor
arrastre. Nació a finales de los años 80 como un movimiento de trabajadoras mexicanas
y fue formalmente fundado en 1992 por Mily Treviño-Sauceda con una donación de 8
mil dólares otorgada por Ms. Foundation. Su equipo permanente se compone de 30
mujeres que solían ser trabajadoras agrícolas y que ahora trabajan en construcción de
capacidades, toma democrática de decisiones, entrenamiento entre pares -estilo el
Programa de campesino a campesino- y desarrollo de liderazgos con una mezcla de
educación tradicional e innovadora y métodos organizativos como reuniones en los
hogares y presentaciones teatrales en eventos comunitarios.
En un hogar nos reunimos, entre niños y juguetes. Mi contacto, Paula Placencia -26
años en Estados Unidos- convocó a ocho chispeantes miembros de Líderes campesinas
para conversar sobre su impresionante trabajo. Ahí nos contaron –acompañando la
plática por el jugo, café y galletas que las compañeras habían preparado- cómo los
componentes en los que se enfoca su trabajo procuran responder a as necesidades y
recomendaciones de las campesinas y sus familias: condiciones laborales –acoso sexual
en el centro laboral, pesticidas, salud y seguridad ocupacional, salarios y jornada
laboral, agricultura orgánica-, violencia familiar –violencia doméstica, ataque sexual y
abuso de niños y ancianos-, salud de la mujer –VIH/SIDA, cáncer de seno y cervical,
nutrición, diabetes e hipertensión-, desarrollo del liderazgo juvenil –embarazo de
adolescentes, acoso sexual, violencia y violaciones en las citas, violencia familiar,
trabajo infantil y condiciones laborales-, programa para la tercera edad –abuso,
desarrollo de liderazgo, salud y otros-, Instituto para las mujeres trabajadoras –
entrenamiento de campesinas para recibir crédito como profesionales y
paraprofesionales- y el Programa de desarrollo económico que entrena campesinas
sobre su trabajo.
Al madurar y hacerse más inclusiva, la agrupación se acercó a indígenas triquis y
mixtecas, centroamericanas y migrantes de otras nacionalidades y extendió la presencia
de sus comités al valle de Coachella, los condados de Santa Cruz y Fresno, y los
poblados de Ventura, Kern, Tulare, Madera y Merced. Actualmente extiende su apoyo a
organizaciones y mujeres inmigrantes ubicadas en Texas, Arizona, Iowa, Washington y
México para que repliquen su trabajo y así establecer una red en el suroeste y
binacional.49 Cuentan con más de 550 miembras, más de 300 mujeres y alrededor de
200 muchachas entre los 10 y los 18 años de edad.50
48
Clarren, Rebecca, “The green motel”, Ms. magazine, volume XV, number 2, Summer 2005, p.45.
Volante de propaganda de Líderes campesinas. Organización en California de Líderes campesinas, Inc.
611 S.Rebeca St., Pomona, CA 9166.
50
Wolfryd, Barry, “Natural born leaders. Farmworkers cultivate social justice, empower women”, Niva
monthly, vol.2, No.10, November 2005.
49
El combate al acoso sexual ha sido desde sus inicios una de sus principales causas.
Muchos mayordomos –supervisores- demandan favores sexuales a cambio de la
asignación de tareas menos duras o simplemente a cambio de conservar el trabajo.
“Nosotras pensábamos que en los Estados Unidos era normal tener sexo para conservar
el trabajo”, dijeron un grupo de mujeres campesinas a su abogado. Los trabajadores de
Salinas se refieren a uno de los campos de fresas como “el campo del calzón” para
aludir al gran número de violaciones que ahí tienen lugar. Por la misma razón, las
mujeres en Florida han bautizado las plantaciones como “el motel verde”. 51 Las
inmigrantes indocumentadas son objeto de una amenaza más aterradora: la deportación.
Ante esa amenaza y la posibilidad de perder el empleo por segunda vez y con cuatro
hijos a quienes criar, Virginia Bautista tuvo que enfrentar muchos acosos y la
consecuente depresión hasta que estableció contacto con Líderes campesinas y se
convirtió en una de las 3 mil mujeres que anualmente capacita dicha organización en los
hogares y entre las fresas que cosechan o empacan. En una de esas reuniones hogareñas
en 1999, entre burritos, nopales y tacos, descubrieron el caso de una trabajadora abusada
por su supervisor en el condado de Fresno. En 2005, el jurado emitió un veredicto
condenatorio de 994 mil dólares contra Harris Farms, una de las más grandes
compañías agrícolas del país.52 Ese mismo año, fue aprobada una ley que obliga a todas
las fincas californianas con 50 empleados o más a proporcionar entrenamiento
preventivo contra el acoso sexual.53
Por efecto de estas luchas, las formas de acoso sexual están tipificadas con mucha finura
por las leyes californianas e incluyen, entre otros, los avances sexuales no deseados; la
oferta de beneficios laborales a cambio de favores sexuales; la exhibición de gestos
sexuales; el despliegue de objetos, pinturas, dibujos o afiches sexualmente sugestivos; el
uso de comentarios, bromas o epítetos ignominiosos y difamatorios; los comentarios
sexuales, incluyendo comentarios gráficos acerca del cuerpo de una persona,
comentarios sexuales degradantes empleados para describir a un individuo o cartas,
notas e invitaciones sugestivas u obscenas; y el tocamiento y ataque físico, así como el
bloqueo de movimientos.54
No obstante el fervor con que se han embarcado en esta lucha, las activas promotoras de
Líderes campesinas no ven las cosas ni las explican de forma plana y en blanco y negro,
donde el papel de malos de la película siempre corresponde a hombres con poder.
Hecha la ley, hecha la trampa. Doña Ramona Barajas -con 35 años de residencia en los
Estados Unidos- cuenta que su esposo –supervisor en una finca- fue objeto de acoso por
parte de una trabajadora. Ante su denodada resistencia, ella lo demandó, pero él pudo
demostrar su inocencia tras un penoso proceso.
Cuidando el futuro: los niños y las niñeras
Situado más allá de la agenda tradicional de los movimientos sociales, el cuido de los
niños es otro reto que emerge. En las nuevas circunstancias, aparecen nuevos
problemas. Aparece la diabetes, relacionada con la Coca-Cola nuestra de cada día.
Aparecen los problemas de hipertensión, que asocian al excesivo consumo de comida
51
Clarren, Rebecca, “The green motel”, Ms. magazine, volume XV, number 2, Summer 2005, pp.41-42.
Benson, Heidi, “Spreading the word to female farmworkers”, The Chronicle.
53
Benson, Heidi, “California workplaces under strict regulations”, The Chronicle.
54
Benson, Heidi, “California workplaces under strict regulations”, The Chronicle. Fuente: California
Department of Fair Employment and Housing.
52
chatarra. Aparecen las pandillas, que relacionan con el descuido de la niñez, puesta en
manos de niñeras que a veces los maltratan. Indagar sobre la ubicación e intereses de
clase y sobre la dinámica estructural del capitalismo no bastan para captar todos los
cambios que están ocurriendo. En el día a día se juegan muchas rupturas: comunitarias,
de los lazos familiares, de concepciones religiosas… El cuido de los niños es un
servicio que ahora deben comprar a personas a quienes no siempre se conoce muy bien.
La nueva situación es fuente de tensiones en la comunidad. El ritmo laboral y la
absorción por el mercado de todos los intercambios han cambiado la situación que
tenían en sus países de origen. El trabajo remunerado a tiempo completo ha
transformado todos los recovecos de su estilo de vida.
Aunque más urbana y menos supersticiosa, la imaginería del migrante sigue necesitada
de encarnaciones del mal que la ayuden a explicar el nuevo mundo y sus acechanzas.
Los nuevos demonios son seculares: el contratista y la niñera. Los dos se sitúan en el
meollo de rupturas con el mundo tradicional. El contratista encarna la ruptura patrónempleado. Su perversidad más profunda consiste en interponerse en una relación y
disfrazar los mecanismos de la dominación. Su figura expresa el carácter impersonal de
las relaciones capitalistas: no hay contacto con el patrón, a veces ni siquiera con su
dinero –paga con un cheque- y aparece un intermediario que vende todo lo que antes, en
la gran hacienda, era parte del salario: cama, comida, transporte.55
La niñera encarna la mercantilización de las relaciones humanas y de la cohorte de
servicios a ellas asociadas. La niñera cobra por un servicio que antes formaba parte de
unos intercambios no monetarizados. Ha usurpado las funciones de las ausentes tías,
abuelas, sobrinas e hijas, ahora distantes u ocupadas en ganar su sustento. Su existencia
proclama la desaparición del banco de intercambios solidarios –aunque no
necesariamente recíprocos- por medio del cual los servicios familiares pueden ser
retribuidos de forma inmediata o diferida.56 Por eso su aparición y los maltratos que
inflige están asociados a la aparición de las pandillas juveniles y la adicción a las
drogas. Las dos demonizaciones expresan un punto medular: la comunidad está
amenazada. Los contratistas y las malévolas niñeras expresan la lucha de latinos contra
latinos. Resituar o reconstruir una comunidad es tarea ardua. Rediseñarla, retejerla o
imaginarla toma tiempo, imaginación y sudor. ¿Cómo desmercantilizar en una sociedad
que empuja denodadamente en esa dirección? ¿Cómo evitar los oportunismos en una
cultura que legitima la prestación de todo tipo de servicios?
Líderes campesinas tiene ahí un reto gigantesco. Pero su carácter de organismo que
tiene de movimiento social, escuela informal y organización comunitaria es la mezcla
ideal para asumirlo. Líderes campesinas están presente en muy diversos ámbitos: las
condiciones laborales, los pesticidas, el acoso sexual, el maltrato doméstico y la
violencia en las calles. Sus sociodramas se han hecho famosos en todo el país y su
aparición en los medios de comunicación es frecuente. Sus afiliadas saben que aún
queda mucho camino por recorrer. En una región donde sólo después de 10 horas se
empieza a contabilizar el tiempo extra de trabajo agrícola y donde los cosechadores de
fresas sólo adoptan una posición erguida cuando acarrean una caja de fresas frescas a lo
largo de 25 metros y continúan agachados hasta la siguiente caja, hay muchas luchas
por delante.
55
56
Michael Taussig estudia la ruptura temporal. Ahora esto se acompaña con una ruptura espacial.
Marcel Mauss, The Gift.
Steinbeck con los fumigados y malpagados
Para satisfacer el descomunal apetito de fresas de los estadounidenses, en 2006 se
importaron 248 millones de libras de fresas mexicanas, una cantidad que supera el total
de las exportaciones de fresas estadounidenses.57 Sin embargo, para el mercado de
fresas estadounidenses sigue siendo más rentable importar latinoamericanos. ¿Por qué
no legalizar a los que ya están? Porque se aduce que los programas de legalización sólo
retienen a los trabajadores en ocupaciones agrícolas durante un tiempo: tan pronto como
obtienen la legalización es muy probable que nuevos trabajadores deban suplantarlos
tras su abandono de la agricultura. Una vez felices y documentados migrarían hacia
otras actividades mejor remuneradas y los expertos en el tema sostienen que, en tal caso,
entre 500 mil y 180 mil trabajadores serán necesarios anualmente para reponer a los que
migren de industria.58 La solución es mantener el actual sistema: una indocumentación
que mantiene el cautiverio en las actividades menos remuneradas y donde los
indocumentados son menos susceptibles de ser detectados. Para evitar la avalancha, los
gobiernos de México y Estados Unidos intentan reeditar programas de migrantes
pendulares, bien portados, de esos vienen, trabajan y regresan sin rechistar.
Semejante posición olvida la creciente dependencia del sistema de seguridad social
respecto de los trabajadores latinos. Actualmente los latinos representan el 14% de la
población y el 13% de la fuerza laboral de los Estados Unidos. Los latinos son una
población joven y creciente. Más de un tercio de los 40 millones de latinos tienen
menos de 18 años. El Pew Hispanic Center calcula que para el año 2050 los latinos
habrán duplicado su peso demográfico y en la fuerza laboral, y que representarán un
cuarto de la misma incluso si el flujo migratorio se reduce. El crecimiento de la
población latina aumentará su rol en la economía y el financiamiento de la seguridad
social. Entre 2005 y 2050, la fuerza laboral estadounidense se estima que pasará de 143
a 182 millones: 39 millones más. Durante ese tiempo la fuerza laboral latina crecerá en
27 millones al pasar de 19 a 46 millones. Como la población de mayor edad crecerá de
35 a 77 millones, la tasa de dependencia se elevará. Los 4.1 trabajadores por cada mayor
de edad pueden convertirse en 2.7 en el 2025 y en 2.4 en el 2050. El número de
trabajadores latinos apoyando a una creciente población anciana está aumentando59 y el
sistema de seguridad social –a no ser que sufra una severa reforma- los necesitará
mucho más. ¿Por qué temerles y cerrarles las puertas?
Fumigados, mal pagados, los trabajadores migrantes viven en los márgenes de la
ciudadanía, pero con una creciente conciencia de sus derechos y las vías para hacerlos
valer. Xochitl Martínez de Líderes campesinas les dio un consejo final a sus
compañeras cuando concluyó nuestra entrevista grupal: “Sepan que Red Pony lo
escribió John Steinbeck. Su museo está a la entrada del pueblo. Sus libros tratan de
nuestros derechos como trabajadoras. Ahora estoy leyendo Viñas de la ira. Les
recomiendo que lo lean si quieren saber cómo han sido las luchas de los trabajadores
aquí en California.”
57
Source: Data provided by the U.S. Department of Commerce, U.S. Census Bureau.
Lowell, Lindsay and Suro, Robert; “How many undocumented: The numbers behind the U.S.-Mexico
Migration Talks”, Pew Hispanic Center Report, Washington, D.C., March 21, 2002.
59
Fry, Richard; Kochhar, Rakesh; Passel, Jeffrey, and Suro, Robert; “Hispanics and the Social Security
Debate”, Pew Hispanic Center Report, Washington, D.C., March 16, 2005.
58
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