El nuevo hijo del llano apureño

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El nuevo hijo del llano apureño
San Fernando de Apure, 07 Abr. AVN.- Los volantes se repartieron desde la tarde anterior, con el
ambarino caluroso de un atardecer llanero, justamente en el sector guariqueño conocido como La
Negra, a unos 7 kilómetros de la entrada a San Fernando de Apure.
Niños y adultos ataviados de rojo salieron por entre los kioscos donde se vende queso blanco,
caraotas, babo y chigüire salado, para invitar a quienes viajaban sobre ruedas a los actos con los
que el día domingo se haría la "revolución del llano". Sorprenden en el paisaje de una vía solitaria,
con el montarral cubriendo los caseríos de esta zona inhóspita, intersticial, ni aquí ni allá, camino de
paso. Y aún así, quién sabe si miembros de lo que se conoce como "maquinaria electoral" o vecinos
siendo protagonistas en una intensa contienda política –intensa tanto por la brevedad como por lo
que está en juego– sudan en plena calle para recordar a los viajeros, visitantes o a los que van
rumbo a Apure, que "el pueblo está Maduro".
Se llega a San Fernando casi entrando la noche. El olor a leña es omnipresente, tanto como el calor.
A pesar de ser sábado, en la capital apureña las noches se viven puerta adentro, puerta abierta,
claro, por si pasa alguna brisa. Los funcionarios de seguridad ya han cerrado un tramo de la avenida
Carabobo. La mañana del domingo el candidato de la Revolución, Nicolás Maduro, iniciará en esta
ciudad el recorrido llanero que lo llevará, el mismo día, hasta Guanare (estado Portuguesa), pasando
por la capital de Guárico, San Juan de Los Morros.
Entre la avenida Caracas y el sector El Samán suena en altoparlantes "Adelante, comandante, pisa
siempre hacia adelante", pero ahora en los afiches el rostro es otro, el del bautizado "comandante
obrero", el de Nicolás Maduro.
La plaga deja dormir temprano, y temprano también amanece en este séptimo día de campaña.
Amaneció cuando era aún oscuro para Doris Salcedo, parte de la Unidad de Batalla Hugo Chávez. "A
las 4, mijita, nos paramos. Colé un café, monté unas arepas para los muchachos (sus hijos) y me
vine con las compañeras con la camioneta full de propaganda y agua", cuenta.
Hay mujeres batalladoras por montones, son evidente mayoría en la concentración que ya a las 8:00
de la mañana se va tornando en masa roja. Las hay viejas, jovencitas, las hay también niños en
brazos, unas bailan, otras incluso amamantan, pero están; hoy no hay responsabilidad mayor. Y es
que como relata María de la Cruz González, apureña y Madre del Barrio, si algo caracteriza a las
mujeres llaneras es "el carácter y la fortaleza".
En 2006 empezó a formar parte del programa social con el que el líder de la Revolución Bolivariana
materializó el reconocimiento del valor económico generado por el trabajo doméstico,
históricamente realizado con manos y espíritu de mujer. "Mi vida cambió muchísimo, porque ahora
aporto dinero en mi casa, ayudo a los muchachos en lo que necesiten para los estudios, me compro
mis medicinas", explica esta mujer de 56 años mientras recuerda con nostalgia la última visita del
presidente Chávez a esta tierra.
"Tiene tremendo compromiso (Maduro). Pero se ve buena gente, se ve que es trabajador, por eso
Chávez lo eligió, le dio su bendición. Él va a mantener esto, estoy segura. Y lo va a mejorar también,
con la ayuda de todos nosotros, porque así como el presidente dejó a Maduro también nos dijo a
nosotros que todos éramos, somos, pues, él. Todos somos Chávez, y ese también es un
compromiso", agrega.
A las 9:00 de la mañana ya suman seis las pequeñas tarimas con las que se ameniza la espera del
candidato. En todas, sin falta, suenan el arpa, el cuatro y las maracas. Los pequeñitos bailan con
liqui liquis y faldas llaneras hechas a la medida de sus minúsculos cuerpos tostados también por el
sol. Pareciera que no existe letra musical que no pueda ser versionada a ritmo de tonada llanera.
Un grupo de motorizados se detienen para ceder el paso a una abuela que viene escoltada y
resguardada del sol con una sombrilla que le tiende su hijo mayor. Desde una de las tarimas
preguntan ¿"Quién es el que va a ganar el próximo 14 de abril?'' y la abuela, que no alza la cabeza,
pero sí la voz, grita: '¡Maduro!''.
Se comprende la escogencia que de los llanos apureños hizo el escritor venezolano y ex presidente
Rómulo Gallegos, para hacer de ellos el escenario donde cobraran vida literaria los personajes de su
decimonónica novela Doña Bárbara: por el brío de sus féminas. Que lo digan el par de cantantes que
a las 11:00am animan la primera tarima al son de una copla cuya preclaridad no se amaina por lo
dicharachera: "Así que escúcheme, amiga, no se monte una barriga, ni que el hombre que usted
quiera le ofrezca castillos de arena".
Pero aquel texto es también historia emblemática del proyecto civilizatorio emprendido por las élites
criollas bajo la lógica dicotómica de civilización vs. barbarie. Herencia colonizadora, dicen los
pensadores de la liberación latinoamericanista: la imposición del proyecto moderno, moderno
europeo.
Proyecto que ya no hace falta. En Apure, donde algunos caminan con alpargata calzada, también
pulula una de las experiencias más ejemplares de la organización campesina, el Frente Nacional de
Campesinos y Pescadores Ezequiel Zamora, ideado también por Hugo Chávez para organizar a los
trabajadores del campo y sumar fuerzas para superar los vestigios del latifundismo en Venezuela.
Ejemplo de que la sapiencia autóctona y el saber hacer del pueblo no necesita de adopción ni
modernista, ni eurocéntrica, ni importada.
Arquimiro Méndez es uno de ellos, de los que están al y en el Frente. Destacan entre la multitud
agolpada frente a la tarima central por los sombreros de paja y las pancartas que recogen consignas
como "Tierra y hombres libres''.
''Estamos aquí los campesinos respaldando la candidatura de Nicolás Maduro, nuestra mejor batalla
la vamos a dar el 14 de abril, con nuestro voto, pero también en nuestras tierras, en nuestros ríos,
fortaleciendo la pesca. Somos la fuerza de los que trabajan la tierra, carajo, somos soldados del
campo, no perderemos ni vamos a dejar perder nada de lo que hemos logrado".
En la acera, un adulto mayor observa y escucha las declaraciones de Arquimiro. Parece la foto de
éste pero con 40 años más. Las alpargatas gastadas y el sombrero también, lleva bastón y arrugas
pero le advierte con vozarrón de hombre joven: ''Más les vale, yo no conté con eso, no pude ver eso,
pasaron más de 40 años, 40 años, vean, para que llegara ese hombre e hiciera algo, yo fui más bien
un esclavo".
Son ya las 11:00 de la mañana: el calor, sol abrasivo de mediodía en el llano incita los gritos de la
multitud agolpada desde hace tres horas. "Queremos a Maduro, queremos a Maduro", la solicitud se
traslapa con otra petición: "Agua, agua, agua", se escucha, el sol no tiene clemencia. El comité de
protocolo y apoyo del Partido Socialista de Venezuela (Psuv) resuelve algunas botellas. Unas se
abren para rociarlas sobre la multitud ya recalentada, otras son atajadas para calmar la sed.
A las 12:00 del día Apure aplaude con una fortaleza admirable luego de 4 horas bajo el sol: ha
llegado el candidato de la revolución. Con humildad, el presidente encargado pide ser aceptado
como hijo de Apure, como bien se asumiera en su momento Hugo Chávez Frías, ese hijo que durante
su última visita, el 15 de septiembre del pasado año, echó en falta la fortaleza física –golpeada ya
por la violencia de la enfermedad– para recorrer a ritmo propio la llanura hasta finalizar en Elorza,
recorriendo ese llano que ''llevaba en la sangre'', como se recuerda a través de ese discurso,
proyectado este 7 de abril en la pantalla gigante de la tarima central, no sin remover el duelo de los
presentes, duelo convertido en llanto en unos cuantos rostros cercanos al ojo.
"Sí, Nicolás, sí te aceptamos como nuestro hijo, Apure ya tiene dos hijos, él en el cielo y tú en la
tierra", grita una madre desde un lado de la tarima. Y el sí se multiplica en la multitud que responde
afirmativamente a la interrogante del candidato. Como hijo, tendrá derechos y muchos deberes, se
los escribe la gente en infinidades de cartas improvisadas que van enflaqueciendo el block donde se
apuntaron parte de estas notas.
El hijo no desconoce sus compromisos y debe disculparse por ciertas demoras. El día de hoy
respondió a un clamor callado pero latente en el pueblo apureño. De allí las potentes ovaciones con
las que los presentes respondieran al anuncio de la aprobación de recursos para finalizar el Hospital
Materno Infantil de Apure e impulsar la construcción de un complejo habitacional de 10.000
viviendas con el proyecto Petrocasas.
La voluntad impresiona. Pasada la 1:00 de la tarde, al menos cinco personas han sido atendidas por
desmayos. El calor no perdona, la proximidad de los cuerpos poco permite moverse y las sombras
siguen ausentes. El agua resulta insuficiente, pero una sugerencia de retornar a casa se toma como
atrevimiento. Hugo Vives, un niño de 8 años cuyo nombre no fue decidido al azar, responde
claramente que ni él ni su mamá se van, que tomarán agüita y esperarán sentados hasta que
termine el acto, que a eso vinieron, a ver a Nicolás, y justo cuando pronuncia el nombre emula con la
cabeza el ya famoso "Baile de la obsesión'', chiste corriente en todas las esquinas no de Apure, del
país.
"Agua, disciplina, amor patrio, pero sobre todo agua para esta gente", solicita el discípulo del
comandante Chávez antes de despedirse, rumbo a San Juan de Los Morros. Dos promesas quedan
grabadas en video y seguramente en la memoria de un pueblo decidido a exigir en la misma medida
que da: volver para permanecer al menos una semana recorriendo cada esquina de Apure,
conociendo cada historia, cada carencia, cada ejemplo, cada oportunidad. Y supervisar la
construcción de los nuevos hogares que pensara Hugo Chávez dentro de la Gran Misión Vivienda
Venezuela, viviendas para el buen vivir, para el digno vivir.
Fue el cantante Cristóbal Jiménez el encargado de cerrar la concentración, con los versos "Y por el
cielo llanero/ por las calles se paseaban/ con sonrisas de alegría / y perfumes de sábanas" de Fiesta
en Elorza. Quizás no abundaban las sonrisas, producto del agotamiento causado por el calor, pero sí
el compromiso, como lo dejó claro una jovencita, jovensísima: "Con Chávez estábamos rojos, rojitos
como una fresa, pero ahora con Nicolás esa fresa está bien madura''. No cabe duda, Apure hoy ganó
un hijo.
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