834 E. PIERAS AYALA, J. SALVADOR Y J. VICENTE casos clínicos 13 Arch. Esp. de Urol., 53, 9 (834-839), 2000 Birharziosis, curso evolutivo de la enfermedad: fase aguda y crónica. Dos casos clínicos ENRIQUE PIERAS AYALA1, JOSÉ SALVADOR2 Y JOSÉ VICENTE3. IUNA. Fundación Puigvert. Barcelona. España. 1 Médico Interno Residente. 2 Jefe Clínico de la Unidad de Endoscopia. 3 Director del Servicio de Urología. Resumen.- OBJETIVOS: Aprovechando dos casos clínicos atendidos en nuestro centro realizamos una revisión actualizada de la bilharziosis, dando especial importancia al manejo distinto de la enfermedad dependiendo del estadio evolutivo en que se encuentre. METODOS/RESULTADOS: Dos pacientes, con antecedentes de contacto con zonas endémicas, consultaron por hematuria y cólico renal respectivamente. El primero correspondería a la fase aguda, su diagnóstico se realizó por la presencia de huevos del parásito en la orina y obtuvo buena respuesta con tratamiento médico. El segundo coincide con la fase crónica, negatividad de huevos en la orina, su diagnóstico fue anatomopatológico y requirió técnicas quirúrgicas reconstructivas. CONCLUSIONES: La bilharziosis es una enfermedad poco frecuente en nuestro medio pero su prevalencia está aumentando Correspondencia Enrique Pieras Ayala Fundación Puigvert Cartagena 340-350 08025 Barcelona. España. Trabajo recibido el 20 de octubre de 1998. debido al auge de los movimientos migratorios. Dependiendo del estadio evolutivo en que se encuentre la enfermedad tendrá distintas manifestaciones clínicas con también distinto diagnóstico y tratamiento. Reconocer la enfermedad en estadios precoces impedirá su evolución hacia la cronicidad evitando así la elevada morbi-mortalidad que acontece en las últimas etapas de la enfermedad así como la necesidad de tratamientos más agresivos. Palabras clave: Bilharziosis aguda. Crónica. Evolución. Summary.- OBJECTIVE: To report two cases of bilharziasis and review the literature with special reference to treatment according to the stages of the disease. METHODS/RESULTS: Two patients that had previously visited endemic areas consulted for hematuria and renal colic, respectively. One patient was in the acute stage of the disease. Diagnosis was made on the demonstration of eggs of the schistosome in urine. Good response was achieved by medical treatment. The other patient was in the chronic stage. No eggs were demonstrated in urine and diagnosis was based on the anatomopathological findings. This patient required reconstructive surgery. CONCLUSIONS: Although bilharziasis is uncommon in our setting, its incidence is rising due to increasing migration and travel. The disease has different clinical manifestations depending on its stage and therefore different diagnosis and treatment. Recognizing the disease in the early stage prevents progression to the chronic stage and the morbidity and mortality of the late stage of the disease, as well as more aggressive treatment. Keywords: Bilharziasis. Schistosomiasis. Acute stage. Chronic stage. INTRODUCCION La bilharziosis (Bilharz 1851) es una enfermedad producida por un parásito del género platelminto, familia de los tremátodos, denominada esquistosama haematobium, éste requiere unas condiciones climáticas de humedad y calor situándolo en zonas muy concretas del trópico, como son Sudámerica, Asia y fundamentalmente Africa. Su prevalencia en el mundo es de aproximadamente 300 millones. Constituye la segunda causa (después del paludismo) de mortalidad y morbilidad en el trópico cifrándose en cerca de 500.000 las muertes anuales. Su incidencia está aumentando en estos países y en los occidentales como consecuencia del desarrollo de la agricultura del regadío y los movimientos migratorios, respectivamente. BIRHARZIOSIS, CURSO EVOLUTIVO DE LA ENFERMEDAD: FASE AGUDA Y CRÓNICA. DOS CASOS CLÍNICOS La evolución natural de la enfermedad es hacia la cronicidad, pasando por una serie de fases que se pueden resumir en dos, periodo activo e inactivo. El activo, caracterizado por formaciones polipoideas vesicales que clínicamente se caracterizan por hematuria y disuria terminal, responde muy bien al tratamiento médico. El inactivo, caracterizado por lesiones crónicas (estenosis ureterales, cáncer vesical), no responde al tratamiento médico y requiere de técnicas quirúrgicas reconstructivas. El conocimiento de las distintas fases, un diagnóstico precoz y una actitud terapeútica adecuada, evitará la progresión de la enfermedad hacia las lesiones irreversibles que condicionarán el pronóstico de la enfermedad. CASO CLÍNICO 1 Paciente de 53 años, de nacionalidad española, sin antecedentes urológicos de interés, acude a nuestro centro porque durante las 835 últimas semanas viene observando la emisión de hematuria con coágulos. Se practicó cistoscopia: en pared posterior retrotrigonal izquierda se observa una masa tumoral, de superficie irregular aframbuesada, sin claros límites con la mucosa y de base sesil ancha. En sus proximidades se observan folículos amarillos con vaso nutricio. La urografía intravenosa practicada resultó ser normal. El análisis del lavado vesical demostró formas libres de miracidio y huevos de esquistosoma haematobium. Interrogando al paciente de nuevo, refería que unos 4 meses antes de la consulta había estado bañándose en aguas del Africa central. Se instauró tratamiento con Fuadin, derivado del antimonio trivalente, en forma de inyectables, que consiguió eliminar toda la sintomatología del paciente. Controles sucesivos con radiología y analíticas de orina demostraron completa remisión de la enfermedad y ausencia de huevos del parásito en la orina. El paciente falleció 10 años después consecuencia de una neoplasia de pulmón. CASO CLÍNICO 2 Paciente varón de 24 años, natural del norte de Africa, con antecedentes de episodio aislado de hematuria total, indolora y sin coágulos 14 años antes de la consulta, acude a nuestro centro refiriendo que desde hace unos 8 años sufre unas crisis de dolor cólico intenso en región lumbar izquierda. El dolor se irradia hacia la vejiga y se acompaña de un síndrome irritativo miccional; estos accesos van repitiéndose periódicamente una o dos veces por año. La analítica de sangre reveló una leve anemia y en orina destacaron cristales de fosfocarbonato cálcico. Se practicó pielografía anterógrada: estasia bilateral secundaria a afilamiento de ambos uréteres en la región yuxtavesical (Fig. 1). Se practicó cistoscopia: normalidad vesical y se realizó cateterización del uréter derecho siendo imposible la del uréter izquierdo por estenosis infranqueable a 1 cm del meato ureteral. Se decidió intervención quirúrgica practicándose ureterectomía y ureterocistorrafia extravesical izquierda. La anatomía patológica resultó ser diagnóstica: fragmento de uréter con capa hialinizada y fibrosa con depósitos calcificados correspondientes a agrupaciones de parásitos y algunas zonas rodeadas de intensa reacción granulomatosa (Figs. 2 y 3). El cuadro clínico que refería el paciente cedió y controles radiográficos posteriores mostraron normalidad del tracto urinario. DISCUSIÓN Fig. 1: Pielografía anterógrada del paciente del caso 2 que demuestra estenosis bilateral de uréter yuxtavesical por las secuelas fibróticas que condicionan ectasia bilateral. Conocer bien el ciclo del parásito así como la patogenia nos ayudará a entender la evolución clínica, a reconocer el estadio o fase 836 E. PIERAS AYALA, J. SALVADOR Y J. VICENTE Figs. 2 y 3: Corte anatomopatológico del uréter del paciente del caso 2 en donde puede apreciarse la intensa reacción fibrótica y granulomatosa que rodean a los huevos del parásito. en la que nos encontramos para evitar las secuelas irreversibles que pueden acontecer al final de la enfermedad. La enfermedad se adquiere al bañarse, pescar, etc., con los pies descalzos en aguas contaminadas por larvas. Estas (llamadas cercarias) atraviesan la piel, pasan al tejido subcutáneo (en 48 horas) y por vía venosa llegan al corazón derecho/pulmones y posteriormente al sistema porta intrahepático donde alcanzan la madurez sexual entre 4-10 semanas, el macho aloja la hembra en su canal ginecoforo produciéndose el apareamiento y así, a través de los vasos mesentéricos, llegan hasta los plexos hemorroidales alcanzando los órganos pélvicos incluyendo la pared vesical; en los pequeños vasos submucosos de cualquier víscera pelviana, la hembra pone un número variable de huevos (500 a 3000 por día); se produce una reacción general tipo alérgico. Los huevos, gracias a su dotación enzimática, atraviesan el endotelio capilar y luego la pared visceral de las vísceras pélvicas, habitualmente la vejiga, apareciendo en la orina. Los huevos que no llegan a la cavidad excretora se enquistan en la pared del aparato urinario formando así los granulomas pseudotumorales de la fase aguda, el resto se eliminan con la orina al exterior y durante dos días serán viables. El huevo fecundado, cuando cae en agua dulce con pH neutro a temperatura de 20-30 grados, encuentra el medio ideal para su desarrollo y en pocas horas, dará lugar al nacimiento de un embrión ciliado, el miracidio. Este es atraído por factores químicos y fototropismo hacia su huésped intermediario, un caracol del género Bullinus, donde se reproduce creando unas 100.000 cercarias o larvas. Con ello se reinicia el ciclo vital, al pasar éstas al huésped definitivo, el hombre (1), (Fig. 4). Los esquistosomas son hematófobos, nutriéndose de la tirosina, hemoglobina e hidratos de carbono vehiculizados en sangre. Son capaces de asimilar e integrar en su cutícula antígenos específicos del huésped, lo que les confiere una tolerancia inmunitaria particular, planteando problemas terapeúticos (2). Se han caracterizado a los antígenos de esquistosoma y gusanos adultos con la esperanza de preparar una vacuna; se ha descrito el éxito de la vacuna con antiidiotipos (4). BIRHARZIOSIS, CURSO EVOLUTIVO DE LA ENFERMEDAD: FASE AGUDA Y CRÓNICA. DOS CASOS CLÍNICOS Fig. 4: Dibujo esquemático del ciclo biológico del parásito. La capacidad antigénica del huevo y una respuesta inmunitaria de tipo celular del huésped mediada por células T, son las responsables de la formación del granuloma y de la muerte de algunos huevos que luego de calcifican. Sin embargo, al continuar la infección el granuloma disminuye de tamaño debido a la acumulación de nuevas células supresoras T, mientras que los anticuerpos carecen de efecto sobre el tamaño del granuloma. Tanto los huevos como los granulomas liberan factores que estimulan la proliferación fibroblástica (4). De todo esto anteriormente comentado se puede extraer la conclusión de que, lo que en un principio es una respuesta ante el agente invasivo, el granuloma, termina siendo una fibrosis que será la responsable de la mortalidad y morbilidad de la enfermedad. Para explicar la clínica de la enfermedad la dividIremos en una serie de etapas: 1. Fase migratoria. La penetración de cercarias por la piel suele pasar inadvertida. En ocasiones (si hubo sensibilización previa) puede aparecer un exantema papular pruriginoso. Esta dermatitis suele autolimitarse en 6-10 días. Algunos autores también coinciden que cuando las infecciones son masivas los pacientes presen- 837 tarán una gran hematuria durante esta fase (Browning), ésta podría ser extrapolable al caso número 2. Entre la 4-8ª semana posteriores a la infección y coincidiendo con la primera puesta de huevos aparece un síndrome dominado por las manifestaciones alérgicas que recibe el nombre de "síndrome de Katayama", caracterizado por fiebre, urticaria, tos irritativa, dolor abdominal, hepatoesplenomegalia y eosinofilia. Patogénicamente se corresponde con una respuesta inmunitaria masiva contra el agente invasor. 2. Fase activa. Este periodo normalmente dura 2-3 meses aunque puede prolongarse hasta un año, se correspondería con el caso 1, caracterizado por hematuria y disuria terminal. La fase activa de la enfermedad está caracterizada por las formas viables de los gusanos adultos, la puesta de huevos y la reacción granulomatosa formada por macrófagos, células linfoides y eosinófilos. El diagnóstico se realiza encontrando huevos del parásito en la orina (caso 1). Una sola muestra de orina, puede no ser positiva más que en un 50% de los casos, en cambio, aumentamos las probabilidades si la muestra es la primera de la mañana o de la orina emitida desde las primeras horas hasta las 2, ya que coincidirá con la puesta de huevos (3). Indudablemente, otras técnicas como la cistoscopia, nos ayudarán mucho al diagnóstico ya que nos proporcionan unas imágenes polipoideas, de base sesil (ocasionalmente polipoidea) como en el caso 1, que son repliegues edematosos de la mucosa y que se corresponden histológicamente con hiperplasia ricamente vascularizada infiltrada de folículos bilharzianos en diferentes estadios de evolución. Estos pólipos, a menudo se ulceran en la superficie, siendo, junto con la lesión que producen los huevos al atravesar la pared, la responsable de la hematuria. Pero una característica importante de las lesiones endoscópicas es la coexistencia de éstas en diferentes estadios de evolución (5). Normalmente desaparecen con el tratamiento antihelmíntico e incluso hasta el 30% regresan de forma espontánea. Estas formaciones polipoideas pueden acarrear complicaciones dependiendo de su localización, así en la zona meática pueden causar estenosis con hidronefrosis y compromiso de la función renal al igual que cuando se localizan en las proximidades del cuello vesical. Unicamente cuando surgen este tipo de complicaciones y no se consigue detener el cuadro clínico con el tratamieto médico, es cuando hay que plantearse el tratamiento quirúrgico durante esta fase (1). Aunque existen diversos tipos de tratamiento (metrifonato, etrenol, niridazol, oltipraz) el más comúnmente aceptado es el praciquantel en una sola dosis de 40 mg/kg. Algunos autores no acaban de estar de acuerdo con el tratamiento argumentando que, la farmacoterapia puede iatrogénicamente convertir el periodo activo en inactivo al conseguir el cese de la clínica sin terminar de erradicar al parásito y teniendo en cuenta el alto grado de remisión espontánea aconsejarían una actitul expectante, esta última opción no nos parece la más adecuada si tenemos en cuenta el alto índice de curación cifrado en torno al 90% con el tratamiento médico. Otro tratamiento válido sería los compuestos antimoniales 838 E. PIERAS AYALA, J. SALVADOR Y J. VICENTE como en el caso 1 si bien sus efectos secundarios desaconsejarían su práctica actualmente. El periodo activo es importante epidemiológicamente ya que es durante esta fase cuando la enfermedad es transmisible al expulsarse los huevos en la orina. Las medidas preventivas (desecación de zonas pantanosas, aguas estancadas, eliminación de los caracoles como eslabón intermedio de infestación,..) son dificultosas de llevar a cabo debido a las dificultades económicas de los países endémicos. 3. Fase inactiva. Se caracteriza porque las formas adultas de los gusanos han muerto, ausencia de huevos en la orina y los granulomas están calcificados. Curiosamente, es cada vez más frecuente encontrar en los países endémicos casos como en número 2, en el que una persona infectada está asintomática durante muchos años y que a raíz de un cólico renal, se encuentra una uropatía obstructiva con compromiso de la función renal en contraposición con personas infectadas que no habitan en regiones endémicas, en éstas la uropatía obstructiva si que cursará con dolor abdominal y en flancos que podrían hacerlo sospechar. El proceso granulomatoso crónico así como la calcificación de los huevos muertos son los responsables de la mortalidad y morbilidad. Pacientes con enfermedad severa o con pérdida de la función renal alcanzan cifras de mortalidad en torno al 50% en un periodo de seguimiento de 2 a 5 años (1). La clásica presentación clínica del periodo crónico son los cólicos renales como en el caso 2 o las infecciones de repetición, todo como consecuencia de la afección de la parte distal del uréter que condicionará una ureterohidronefrosis. Probablemente el mayor peligro reside en las infecciones bacterianas sobre un riñón hidronefrótico (1), pudiendo causar un cuadro séptico que comprometa la vida del paciente. La vejiga también sufre una fibrosis importante condicionando una importante disminución en su capacidad (inferior a 50 ml) que se manifestará clínicamente por un síndrome irritativo de urgencia, frecuencia, incontinencia y dolor hipogástrico. El diagnóstico durante esta fase se realizará mediante biopsia de los tejidos afectos, demostrando en éstos la presencia de huevos calcificados y muertos, soliendo ser directamente proporcional el número de huevos con el grado de severidad de la enfermedad. La biopsia rectal parece ser más sensible que la vesical ya que ésta última puede obtener una muestra no representativa al no contener huevos. Los tests serológicos confirmarán la infección pero no distinguirán la fase activa de la inactiva ni las distintas especies de esquistosomas (ELISA, radioinmunoensayo y anticuerpos fluorescentes). La Rx de abdomen mostrará unas típicas calcificaciones en forma de paréntesis dibujando el contorno vesical (40%). La cistoscopia no visualizará los pólipos sesiles de la fase aguda pero también ayudará el observar el típico patrón "arenoso" o en "granos de arroz", que es debido al depósito submucoso de huevos calcificados y muertos, asemejando arena empaquetada bajo el agua (2). Otras técnicas de imagen como la TAC, ECO y la UIV ayudarán a conocer el grado de calcificación y severidad de la enfermedad. Un diagnóstico diferencial se podría realizar con enfermedades granulomatosas como la sarcoidosis y sobre todo con la TBC urinaria cuando no encontramos los huevos en la orina, aunque en la bilharziosis la afección es en sentido ascendente y en la TBC es descendente (3), observándose en esta última la típica distorsión caliciliar de los periodos iniciales de la enfermedad. El hallazgo de eosinofilia también apoyará el diagnóstico de bilharziosis (1). El tratamiento durante esta fase inactiva es quirúrgico aplicando técnicas reconstructivas como cistectomías, reimplantes ureterales, dentro de éstas últimas existe cierta controversia acerca de si es conveniente aplicar la técnica con antirreflujo; hay estudios que demuestran que la incidencia de infección urinaria, ureterohidronefrosis y deterioro de la función renal es similar en los grupos con y sin reflujo vesico-ureteral, por lo que la corrección del reflujo (si existía previamente) con la técnica apropiada es cuestionable. Se han comenzado a utilizar con éxito dilataciones endoscópicas en casos seleccionados (13). Hasta aquí hemos comentado las manifestaciones más frecuentes durante la evolución de la enfermedad basándonos en dos casos recogidos en nuestro centro que resultaron ser muy representativos, sin embargo, no debemos olvidarnos de otro tipo de manifestaciones menos frecuentes como son la afección de las vesículas seminales (hemospermia), epididimitis, uretritis y prostatitis. También existe un caso publicado de vejiga neurógena como consecuencia de una mielopatía por esquistosoma haematobium (11). Mención especial requiere la bilharziosis asociada con la patología tumoral; se han descrito casos coincidentes de adenocarcinoma renales y, recientemente prostáticos en pacientes jóvenes (12). El hecho de que esta enfermedad degenere en cáncer está completamente estudiado y demostrado, pero los mecanismos que explican esta degeneración todavía no están aclarados aunque las últimas líneas de investigación fundamentan sus hipótesis en la genética biomolecular, esta teoría está basada en la activación de oncogenes y en la inhibición de genes suprosores del crecimiento tumoral asociando una alteración del brazo corto del cromosoma 9 (14 y 15). Como rasgos diferenciales del cáncer asociado a bilharziosis hay que destacar el alto índice de carcinoma escamoso, la joven edad de presentación y la rara presentación de éste en la zona trigonal. Llama la atención que el 95% de los tumores vesicales en los caucásicos sean carcinomas transicionales frente al 30% de los africanos, mientras que en éstos el 53% son escamosos frente al 2% de los caucásicos. Acabaremos comentando que la bilharziosis, clásicamente situada en países ajenos a nuestra cultura, está aumentando su prevalencia en nuestro medio como consecuencia del auge de los movimientos migratorios. Cada día debe ser tenida más en cuenta en el diagnóstico diferencial de los síndromes miccionales con o sin hematuria en pacientes que provienen de zonas endémicas. METÁSTASIS VESICAL DE ADENOCARCINOMA DE CÉLULAS EN ANILLO DE SELLO DE ORIGEN GÁSTRICO BIBLIOGRAFÍA Y LECTURAS RECOMENDADAS (*lectura de interés y **lectura fundamental) 1. CAMPBELL'S UROLOGY: "Parasitic diseases of genitourinary system." Capítulo 21, 883-906. 2. JIMÉNEZ CRUZ, J.F. y RIOJA SANZ, L.A.: "Enfermedades parasitarias del aparato genitourinario." 603-610, 1993. 3. Tratado de medicina interna Farreras-Rozman 13ª edición. Infecciones por tremátodos. 2465-2468. 4. Tratado de medicina interna Harrison's 13ª edición. "Esquistosomiasis y otras infecciones por tremátodos." 1073-1081. 5. CHESA PONCE, N.; DEL ROSARIO MEDINA, J.; ARTILES HERNÁNDEZ, J.L. y cols.: "Bilharziosis urinaria. Comentario sobre 10 casos." Actas Urol. Esp., 18: 111, 1994. 6. SANZ CHINESTA, S.; PONTONES MORENO, J.L.; PAYA ROMÁ, A. y cols.: "Bilharziosis vesical." Arch. Esp. Urol., 49: 545, 1996. 7. PEINADO IBARRA, F.; FERNÁNDEZ ARJONA, M.; MARTÍN LÓPEZ, R. y cols.: "Esquistosomiasis vesical: aportación de dos casos clínicos con presentaciones anatomo-clínicas diferentes y revisión de la literatura." Actas Urol. Esp., 19: 724, 1995. 8. CHANDHARY, K.S.; LU, Q.L.; ABEL, P.D. y cols.: "Expression of bcl-2 and p-53 oncoproteins in schistosomiasis-associated transitional and squamous cell carcinoma of urinary bladder." Br. J. Urol., 79: 78, 1997. 9. GROENEVELD, A.E.; MARSZALECK, W.W.; HEYNS, C.F.: "Bladder cancer in various population groups in the greater Durban area of Kwazulu, South Africa." Br. J. Urol., 78: 205, 1996. 10. KORAITIM, M.M.: "Changing ages, incidence and pathological types of schistosoma-associated bladder carcinoma." J. Urol., 154: 1714, 1995. 11. RAZDAN, S.: "Schistosomal myelopathy as a cause of neurogenic bladder dysfunction." Urology, 49: 777, 1997. 12. COHEN: "Schistosoma and prostate cancer." Pathology, 27: 115, 1995. 13. IBRAIN, A.I.: "Bilharzial vesicoureteric reflux and bladder neck stenosis: fact or fiction?" Br. J. Urol., 68: 582, 1991. 14. BADAWI, A.F.: "Molecular and genetic events in schistosomiasis-associated human bladder cancer: role of oncogenes and tumor suppressor genes." Cancer Letters, 105: 123, 1996. 15. GHAZALY, G.; ZACAHARY, M.; EL AZIZ, M. y cols.: "Expression of glutathione S-transferase activity and glutathione content in squamous cell carcinoma of bladder associated with schistosomiasis in a population in Egypt." Scand. J. Urol. Nephrol., 31: 43, 1997. casos clínicos 839 13 Arch. Esp. de Urol., 53, 9 (839-841), 2000 Metástasis vesical de adenocarcinoma de células en anillo de sello de origen gástrico. JUAN ANTONIO VALERO PUERTA, MANUEL MEDINA PÉREZ1, MERCEDES GARCÍA CARRIAZO2, IGNACIO VALPUESTA FERNÁNDEZ, MANUEL SÁNCHEZ GONZÁLEZ Y FERNANDO OLIVA MOMPEAN3. Servicio de Urología, Servicio de Anatomía Patológica1, Servicio de Radiología2 y Servicio de Cirugía General3. Hospital de la Merced. Osuna. Sevilla. España. Resumen.- OBJETIVO: Aportamos un nuevo caso de metástasis vesical de adenocarcinoma de células en anillo de sello, de origen gástrico. MÉTODO/RESULTADOS: Mujer de 52 años. Intervenida de gastrectomía total por adenocarcinoma gástrico de células en anillo de sello, dos años antes. Presenta recidiva local comprobada por endoscopia digestiva y biopsia. Se realiza tomografía axial computerizada descubriendo hidronefrosis bilateral y engrosamiento difuso de pared vesical. La biopsia vesical realizada es informada como adenocarcinoma de células en anillo de sello. Se realiza tratamiento paliativo con cateterismo ureteral. CONCLUSIÓN: La presencia de un adenocarcinoma de células en anillo de sello, en vejiga suele ser primario, excepcionalmente se trata de un tumor metastásico. Correspondencia Juan Antonio Valero Puerta Servicio de Urología Hospital de la Merced Avda. de la Constitución, nº 2 41640 Osuna. Sevilla. España. Trabajo recibido el 19 de octubre de 1998.