El Paraíso perdido

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El Paraíso perdido
El Paraíso perdido
Pablo Auladell
Basado en la obra de John Milton
Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,
transmitida o almacenada de manera alguna sin el permiso previo del editor.
© Pablo Auladell, 2015
Primera edición: 2015
Copyright © Editorial Sexto Piso, S.A. de C.V., 2015
París 35-A
Colonia del Carmen, Coyoacán
04100, México D. F., México
Sexto Piso España, S. L.
Calle los Madrazo, 24, semisótano izquierda
28014, Madrid, España
www.sextopiso.com
Impresión
Gracel Asociados
ISBN: 978-84-15601-93-7
Depósito legal: M-30901-2014
Impreso en España
ÍNDICE
Nota del autor
9
Canto primero: Satán
11
Canto segundo: Un jardín de delicias
107
Canto tercero: Los primeros recuerdos del mundo
159
Canto cuarto: La espada flamígera
261
nota del autor
En 2010, la editorial Huacanamo, con un catálogo dedicado fundamentalmente a la poesía, me hizo un encargo sorprendente: adaptar a la
novela gráfica el colosal poema del siglo xvii, obra cumbre de las letras
inglesas, Paradise Lost, de John Milton. Llegó a publicarse un primer
tebeo que contenía el capítulo que aquí aparece con el título de Satán
pero, por diversos motivos, el proyecto quedó interrumpido y yo me
olvidé del asunto y me embarqué en otras aventuras.
Dos años después, la editorial digital Minos me encomendó que
retomara y concluyera aquella adaptación, que finalmente resolví en
tres capítulos más, dibujados a lo largo de tres años. El resultado de
este largo proceso (que ahora concluye o comienza, según se mire, con
la publicación en papel a cargo de Sexto Piso) se me antoja harto irre­
gular, fruto de su extraordinaria prolongación en el tiempo y de aquellos
dos años en que quedó suspendido en el limbo.
Conforme iba concluyendo el trabajo me iba dando cuenta de que,
si bien la intención y el propósito de mi adaptación seguían siendo en
esencia los mismos (enriquecidos, si acaso, con los matices que aporta
el estar mucho tiempo concentrado en una historia), había importantes
diferencias en la fisonomía de algunos personajes y en determinadas
ambientaciones y tratamientos de color: yo ya no era el mismo dibujante que había empezado a realizar aquellas viñetas años atrás y, desde
luego, muchos de mis criterios habían cambiado.
Aunque hubo un momento de veras insoportable en que estuve a
punto de destrozarlo todo, convencido de que debía redibujar el tebeo
entero, finalmente sólo retoqué lo imprescindible para garantizar cierta
coherencia estética y narrativa. Pensé que quizá también era hermoso
ver desplegada toda esa evolución y esas cicatrices sin demasiado maquillaje, los primeros balbuceos, las páginas mejores, los pentimenti y
los derrumbes. Un libro como testigo, balance y acta de los progresos
y los fracasos en el trabajo de unos años. Que se notara, en fin, la vida
que discurrió paralela a las mañanas y las noches en que, con voluntad,
soberbia y desigual fortuna, me incliné a trabajar sobre estas páginas.
En cualquier caso, sigue vivo en mí un sentimiento que expresó
certeramente el ilustrador Józef Wilkoń: sólo ahora que he terminado
de dibujarlo, me siento de veras preparado para comenzar a dibujar El
Paraíso perdido.
Pablo Auladell
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