SOCIEDAD COLOMBIANA DE ANESTESIOLOGIA Y REANIMACION - SCARE EL PARO MEDICO ANTE LA LEGISLACIÓN COLOMBIANA Bertha Lucy Ceballos Posada Abogada del Tribunal de Ética del Valle. Este Archivo se suministra para fines informativos y académicos, y se encuentra acogido a leyes de Propiedad Intelectual, NO se autoriza su reproducción total o parcial, salvo Autorización por Escrito de la Sociedad Colombiana de Anestesiología o Reanimación - SCARE EL PARO MEDICO ANTE LA LEGISLACIÓN COLOMBIANA públicas y privadas9, por lo que era otra vez prohibido decretar huelgas en este sector. Al hacer referencia a la expresión "paro médico", se quiere abarcar aquellas situaciones de paralización o suspensión del servicio médico, sea a través de la huelga, las llamadas "asambleas permanentes", e incluso, las renuncias colectivas. Luego, la Constitución Nacional vigente reiteró la garantía del derecho a la huelga "salvo en los servicios públicos esenciales"10, atribuyendo a la ley la reglamentación del derecho. La expresión "paro médico" tiene así múltiples connotaciones y sus efectos en el campo jurídico trascienden la sola responsabilidad patrimonial, hasta llegar a la responsabilidad personal: ética y disciplinaria laboral. Debemos referirnos en primer término a "la huelga en el servicio público de salud". La huelga se define legalmente1 como: "la suspensión colectiva, temporal y pacifica del trabajo, efectuada por los trabajadores de un establecimiento o empresa, con fines económicos y profesionales". Procede a elección de los trabajadores, quienes, una vez concluida sin acuerdo la etapa de arreglo directo dentro de una negociación colectiva, pueden votar por ella, o por la intervención de un tribunal de arbitramento, que decida sobre los desacuerdos. Como instrumento o herramienta del trabajador para la negociación laboral, es un derecho democrático2, que a través de nuestra historia legislativa ha sido regulado, limitando y prohibiendo su ejercicio para ciertos servicios y trabajadores, a. La Ley 78 de 1919, fue la primera norma que en nuestro país se ocupó de asuntos de derecho colectivo del trabajo y lo hizo prohibiendo la huelga para los empleados públicos y restringiendo su forma de hacerse efectiva mediante la obligación de avisarla previamente para los servicios de: alumbrado, acueducto, telefonía y telegrafía. b. En 1920, se ampliaron las restricciones, exigiendo el arbitramento obligatorio en las empresas "ligadas a la seguridad, la salubridad y la vida económica y social de los ciudadanos" que en lo relativo a las de salubridad, correspondió a las de higiene y aseo4. c. Con la reforma constitucional de 1936, se estableció: "Se garantiza el derecho de huelga, salvo en los servicios públicos"5, y la salvedad se desarrolló luego como prohibición legal. En 19446 se prohibió para diversas actividades de servicio público, entre las que nos interesan las de higiene, aseo e instituciones de asistencia y beneficencia, que para la época eran los hospitales. d. En 19457 y 1950 (Decreto 2663/50 o Código Sustantivo del Trabajo), se reiteró la prohibición de la huelga en los servicios públicos, enumerando otras actividades. e. En 19568, se introdujo la actual definición que trae el Código Sustantivo del Trabajo de lo que para estos efectos es servicio público-. "Toda actividad organizada que tienda a satisfacer necesidades de interés general en forma regular y continua, de acuerdo con un régimen jurídico especial, bien que se directa o indirectamente, o por personas privadas". En materia de salud, la Ley 10 de 1990 la definió como un servicio público, incluyendo a las entida¬des prestadoras Mientras se reglamentaba el tema, hubo numerosos movimientos regionales liderados por algunos sindicatos de la salud11, que trataron de implementar la doctrina de que la salvedad para los servicios públicos esenciales, no abarcaba todas las áreas de atención en salud, sino sólo aquellas relacionadas directamente con la vida del paciente, y estando vigente la Ley 10 de 1990, no había una definición legal sobre la esencialidad de todo el servicio de salud. Y entonces, con ocasión de las reformas laborales sobre la clasificación de los funcionarios, se dieron numerosas protestas con "asambleas permanentes", "desfiles de batas blancas", que en la práctica, no lograron imponer el criterio citado. La discusión quedó saldada cuando la Ley 60 de 1993, ley de distribución de competencias en salud y educación, estableció expresamente que la salud es un servicio público esencial, condición que fue reiterada en la Ley 100 de 1993", sobre el sistema de seguridad social. Como conclusión de esta historia normativa sobre las restricciones a la huelga, se tiene que la legislación colombiana ha prohibido y restringido este derecho; por una parte, para las actividades de servicio público dentro de las cuales se ha incluido la salud actividades desarrolladas por los particulares por el estado; y por otra, para las personas que laboran con el estado en su condición de emplea-dos públicos13. Colombia, como país miembro de la Organizacion Internacional del Trabajo --OIT-, y conforme a nuestra Constitución4, ha incorporado a su legislación intet los convenios internacionales del trabajo debidamente ratificados, es decir, que se hayan aprobado mediante una ley. Por ello, las tendencias internacionales del derecho laboral, que se suscitan en la OIT, nos interesan; para que constituyan la base para la adopción de futura ley, o como norma obligatoria si se acepta la de algunos que afirman que la sola suscripción convenio internacional nos obliga, como sujetos re dos por la Constitución de la OIT15. En este sentido, la OIT ha aceptado las restricciones al derecho de huelga, recomendando a través de la Comisión de Expertos y el Comité de Libertad Sin( que el límite se de únicamente en los servicios esenciales, o sea: "aquellos servicios cuya interrupción pueda poner en peligro la vida, la seguridad o la per en todo o parte de la población"16. Además, sugiere que para estos servicios esenciales exista, no la prohibición general, sino la restricción tal forma que se exija a los huelguistas que presidan de servicios mínimos mediante sistemas como los de emergencia, conocidos en el argot médico con turnos de disponibilidad. En cuanto a las prohibiciones y restricciones sobre condición del empleado público, varían según de estado: algunos países aceptan la huelga e funcionarios en algunos casos sometidos a tráer materias especiales. Entre ellos se cuentan: Arg Paro médico -excluye salarios-, Canadá, Costa de Marfil, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Luxemburgo, México, Nigeria, Noruega, Perú, Portugal, Senegal, Suecia, Togo, Uruguay, Zaire. Mientras que otros, como en el caso colombiano, lo prohíben sin distingos, para todos los empleados públicos garantizándoles sólo el derecho de asociación. El fundamento teórico sobre el cual reposa la restricción del derecho de huelga, respecto de los servicios públicos esenciales, ha sido elaborado por la doctrina francesa, que desde el principio del siglo sostuvo que la finalidad social del estado es garantizar el bienestar de la colectividad y por lo tanto, el interés de esta generalidad se impone y supera al interés individual de cada uno de los miembros de dicha colectividad. Así como la huelga es un derecho, el deber de respetar la prevalencia del interés general limita el ejercicio y la garantía de tal derecho. Hasta aquí se ha presentado una visión dentro del marco de la limitación de la huelga del sector salud. Nos interesa ahora hacer referencia a la prestación del servicio médico. La Ley 23 de 1981 "por la cual se dictan normas en materia de ética médica", ha sido ya cuestionada desde diversos puntos de vista y las críticas aumentan hoy, cuando atravesamos profundas transformaciones en la prestación del servicio de salud. Se critica, entre otros aspectos, que en Colombia, a diferencia de otros países con legislaciones éticas de avanzada, se haya deslindado la responsabilidad ética respecto de las responsabilidades civiles, penales y administrativas de los médicos, creándose en la Ley 23 de 1981, unas conductas constitutivas de falta ética, que en los otros campos de la responsabilidad, no constituye infracción. Al respecto, veremos que la limitación de esta ley en cuanto a la condición de que las "acciones reivindicatorías" que se realicen por los médicos "no pueden poner en peligro la vida de los asociados"17, coincide con que en la ley laboral se prohiba la conducta, en forma más genérica: ésta no permite suspender la prestación de un servicio público. Para el incumplimiento de la primera, según se califique la infracción por el Tribunal de Ética Médica, procederá la imposición de las sanciones éticas contenidas en la ley -amonestación privada, censura y suspensión en el ejercicio de la medicina. Para el incumplimiento de la segunda, es decir, la ley laboral, se aplicarán las sanciones disciplinarias y las consecuencias del incumplimiento de las obligaciones en ella previstas -amonestaciones y censura, multas, suspensión en el ejercicio del cargo y retiro del servicio o terminación de la relación laboral- según se trate de un servidor público o de un trabajador. La prohibición ética comporta no solamente las huelgas dentro del significado legal ya visto, sino además las llamadas "asambleas permanentes", que corresponden a la suspensión de actividades, calificada por las normas laborales como ilegal cuando se trata de un servicio médico. Es en este tipo de prohibiciones donde existe una diferencia en cuanto al límite; mientras que las normas laborales califican desde el punto de vista funcional la conducta como ilegal, esto es, si se trata de un servicio público, la norma ética prohíbe la actividad según los efectos de amenaza de la vida de los ciudadanos, de donde resulta que en la práctica se alega que pueden existir suspensiones colectivas de trabajo ilegales, más no contrarias a la ética. Sin embargo, la aplicación de la prohibición de "no poner en peligro la vida de los asociados", exige en cada caso un análisis sobre la sucesión de los hechos y su resultado final; la salud, como derecho conexo al derecho fundamental a la vida, está íntimamente ligada a ella; de manera que no basta garantizar, por ejemplo, la atención de urgencias y las emergencias, en detrimento de la atención ambulatoria o de consulta externa, si ello compromete la calidad de vida del paciente quien, al no ser oportunamente atendido, sufrirá un deterioro de su salud que ponga en peligro su vida. La expresión de la ley ética "no podrán poner en peligro la vida de los asociados", no es sinónimo de evitar la muerte; es respetar precisamente la integridad física de la persona, es respectar, aceptar y garantizar que ese derecho a la vida no será vulnerado por amenazas contra la salud surgidas de la acción u omisión de quien tiene el deber ético-legal de evitar el sufrimiento. A su vez, esta prohibición debe analizarse en concordancia con la solemne promesa del médico cuando jura: "consagrar mi vida al servicio de la humanidad..., velar solícitamente y ante todo por la salud de mi paciente..., velar con sumo interés y respeto por la vida humana...", para concluir, con base en los postulados morales, éticos y jurídicos que consagran el derecho a la vida, que por encima de un bien individual, que es fuente de los demás derechos de la persona, no puede sobreponerse un interés personal laboral. No se trata con ésto de demeritar la justicia de las reclamaciones del personal médico: a medida que el ejercicio de la medicina ha ido ocupando las esferas laborales, cuando se dice que sólo el diez por ciento del gremio continúa atendiendo exclusivamente sus pacientes en el consultorio particular, sin devengar salarios de empleador alguno, los médicos que laboran en una entidad de salud, sea pública, y aún, privada, padecen el antecedente histórico que en nuestro país ha sido característico en cuanto a los bajos salarios del personal del sector salud, y además, soportan otras condiciones de trabajo relacionadas en su mayoría con la escasez de recursos de la entidad, que les dificultan su ejercicio profesional. El hecho de ejercer la profesión en condiciones dignas, de tener una retribución económica de sus servicios acorde a su jerarquía científica y a sus actuaciones, a que su trabajo no beneficie a terceros explotadores 19, no significa que el médico pueda en su defensa, interrumpir el cumplimiento de sus obligaciones, como le es permitido a otros trabajadores. La diferencia radica en que el ejercicio de la medicina contiene inherentes implicaciones humanísticas 20, su esencia es el respeto por la vida, y sobre esa base se erige toda su actividad. En cuanto a las renuncias colectivas es necesario distinguir si se trata de las reguladas para el sector público o privado. La renuncia es una facultad autónoma, voluntaria del sujeto -trabajador o empleado- de una relación laboral, para expresar su intención, su ánimo o voluntad de retirarse del servicio. Tiene la renuncia un fin determinado, natural: manifestar formalmente la decisión de terminar un vínculo laboral. Por lo tanto, el realizarla para obtener beneficios relativos a la permanencia de ese vínculo, constituye un cambio de finalidad del acto, pues el propósito implícito de dicha renuncia no será la terminación de esa relación jurídica que le es de la naturaleza, sino por el contrario, fortalecer el vínculo, al crear condiciones más favorables para el trabajador o empleado. Este tipo de renuncia, entonces, no es un acto espontáneo para desvincularse, sino una estrategia, una maniobra para obtener beneficios laborales. Cuando los actos no corresponden en su forma o contenido a lo que la ley ha señalado implícita o expresamente, ellos adolecen, carecen de una perfecta legalidad. Y en los casos de las renuncias presentadas a nivel colectivo y no personal, la jurisprudencia ha dicho que ellas no cumplen las condiciones de espontaneidad y real voluntad autónoma de la persona, lo que implica que no puede producir los efectos de la renuncia debidamente presentada. La tesis concluye que utilizar la renuncia como mecanismo de presión para solucionar conflictos laborales, vicia el acto e impide su aceptación por parte del empleador. La prohibición a los profesionales de la medicina de ejercer mecanismos de presión conducentes a la paralización del servicio, no significa que estén irremediablemente obligados a soportar la violación de sus derechos y garantías laborales, o que su trabajo sea sinónimo de total sacrificio. El derecho de asociación que les asiste y les es garantizado reiteradamente en todos los niveles normativos, permite fortalecer al gremio, unificar sus pretensiones, definir las diferencias internas, y ejercer mecanismos sociales, políticos y jurídicos de presión y reclamación de la protección de sus derechos, distintos a la suspensión de actividades. Es cierto que las normas colombianas no permiten la negociación entre los empleados públicos y el estadoempleador, lo cual les impide presentar pliegos de peticiones y suscribir convenciones colectivas para favorecer las condiciones de trabajo. Pero esta limitación ha sido ampliamente cuestiona-da, desde las instancias internacionales hasta nuestra autores de derecho laboral20, lo cual ha generado e establecimiento de otros derechos alternativos, como es que ahora consagra la Constitución en cuanto a 1; concertación21. Recientemente, las autoridades d salud de nuestro país reconocieron esta garantía crearon y pusieron en funcionamiento la Comisión Nacional de Concertación con los profesionales d< sector, tratando de encontrar una solución conciliadora al problema laboral de la salud tan generalizado en todo el país. Son éstos unos esfuerzos iniciales que se presentí como alternativas prácticas para respetar el ordenamiento jurídico en favor de la colectividad y en beneficio < nuestros médicos. CITAS 1. Artículo 429, Código Sustantivo del Trabajo. 2. Corte Constitucional, Sentencia de julio 6 de 1992. 3. Villegas, Arbeláez Jairo: Derecho Administrativo Labo\ 1993, pág. 356. 4. Ley 21 de 1920. 5. Artículo 20, Constitución Política de 1886. 6. Decreto 2350 de 1944. 7. Ley 6 de 1945. 8. Decreto Extraordinario 753 de 1956. 9. Artículos 1, 4, 5 y 7, Ley 10 de 1990. 10. Artículo 56, Constitución Nacional. 11. ANTHOC y sus regionales. 12. Artículo 4, Ley 100 de 199313. Corte Constitucional, sentencia C-110 de marzo de 1994. 14. Artículo 53, Constitución Nacional. 15- OIT: Constitución de la Organización Internacional del Trabajo, 1982. 16. OIT: Libertad Sindical y Negociación Colectiva, 1983. 17. Numeral 8Q, artículo 1, Ley 23 de 1981. 18. Artículo 2, Ley 23 de 1981. 19. Artículo 22, Ley 23 de 1984. 20. Numeral Ia, artículo 1, Ley 23 de 1984. 21. Arículo 55, Constitución Nacional. 22. Villegas, Arbeláez Jairo. "Derecho de negociación colectiva de los empleados públicos", Revista Actualidad Laboral.