Psicología Conductual, Vol. 6, Nº 1, 1998, pp. 79-101 79 BASES BIOLÓGICAS DEL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO José Francisco Navarro1 y Araceli Puigcerver Universidad de Málaga Resumen El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es una patología etiológicamente heterogénea y multidimensional. En el presente trabajo revisamos los hallazgos genéticos, neuroanatómicos y neuroquímicos que apoyan claramente la existencia de un substrato biológico para esta enfermedad. Aunque los resultados no son siempre consistentes, la mayoría de los estudios genéticos realizados sugieren la presencia de un componente familiar en el TOC. Por otro lado, las investigaciones con técnicas de neuroimagen estructural (TAC, RM) y funcional (SPECT, PET, RMf) señalan la existencia de una hiperactividad del circuito prefrontal-estriado-talámico en los pacientes con TOC. Asimismo, la evidencia proviniente de los estudios neuroquímicos/neuroendocrinos, junto con la demostrada eficacia de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina en el tratamiento del TOC, indican que el sistema serotoninérgico podría estar implicado en esta enfermedad. Finalmente, se describen diversos estudios que demuestran la existencia de una alteración de los movimientos oculares en el TOC. PALABRA CLAVE: Trastorno obsesivo-compulsivo, estudios genéticos, mecanismos prefrontales, núcleo caudado, serotonina, movimientos oculares. Abstract Obsessive-compulsive disorder (OCD) is a multidimensional and etiologically heterogenous condition. In this paper, we review genetic, neuroanatomical/neuroimaging and neurochemical studies which clearly indicate the existence of a biological substrate for this pathology. Although results are not entirely consistent, the majority of genetic studies suggest that there is a familial determinant in OCD. On the other hand, recent structural and functional (CT, MRI, SPECT, PET, fMR) neuroimaging investigations have pointed to hyperactivity of prefrontal-striatal-thalamic circuitry in patients with OCD. Likewise, it is well established that drugs that produce a potent blockade of serotonin (5-HT) reuptake (SSRIs) have efficacy in the treatment of OCD, suggesting that serotonergic system could be implicated in this disorder. This “5-HT hypothesis” is also supported by numerous neurochemical/neuroendocrine studies. Finally, several reports demonstrating a dysfunction of eye movements in TOC are described. KEY WORDS: Obsessive-compulsive disorder (TOC), genetic studies, prefrontal mechanisms, caudate, serotonin, eye movements. 1 Correspondencia: José Francisco Navarro. Área de Psicobiología, Facultad de Psicología, Campus de Teatinos, 29071 Málaga (España) 80 NAVARRO Y PUIGCERVER El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es una patología etiológicamente heterogénea y multidimensional (Leckman et al., 1997). En el último decenio se ha avanzado considerablemente en el conocimiento y comprensión del TOC y, en la actualidad, la mayoría de los investigadores consideran que esta enfermedad tiene un substrato biológico. Numerosos hallazgos genéticos, neuroanatómicos, neuroquímicos, neurofisiológicos, e incluso neuroinmunológicos, junto con sólidas demostraciones clínicas y neuropsicológicas permiten defender claramente la existencia de un origen biológico del TOC. Genética Aunque la etiología del TOC no es todavía bien conocida, diversas investigaciones realizadas durante los últimos 50 años han constatado la importancia de los aspectos genéticos en este trastorno. En la Tabla 1 se presenta un cuadro-resumen con los principales estudios de familias con TOC realizados durante los últimos diez años. Aunque se han llevado a cabo numerosos estudios familiares durante los últimos 60 años, los resultados son todavía contradictorios. Así, mientras que algunos trabajos encontraron tasas de TOC tan altas como del 35% entre los familiares de primer grado de los pacientes (Lenane et al., 1990), otros no han encontrado ningún incremento (McKeon y Murray, 1987). Muchos de dichos resultados, sin embargo, son difíciles de interpretar debido a las diferencias existentes en los criterios diagnósticos y los métodos de evaluación utilizados. Algunos carecen de un grupo de control apropiado o no entrevistaron directamente a los familiares. Muchas de las deficiencias de estas investigaciones fueron consideradas en practicamente todos los estudios realizados durante los años 90 (véase tabla 1). En conjunto, los resultados de dichos estudios proporcionan un evidente apoyo a la hipótesis de la existencia de un componente familiar importante para la expresión de este trastorno. Lenani et al. (1990) evaluaron a 145 familiares de primer grado de 46 niños y adolescentes diagnosticados de un TOC severo. Los familiares fueron entrevistados personalmente mediante entrevistas psiquiátricas estructuradas. El 25% de los padres y el 9% de las madres tenían un TOC. Cuando se incluyó el TOC “subumbral”, el riesgo mórbido para todos los familiares de primer grado fue del 35%. En otro estudio (Riddle et al., 1990), fueron entrevistados los padres de 21 niños y adolescentes con TOC. El 35.7% de los padres recibieron un diagnóstico clínico o “subumbral” de TOC. Bellodi et al. (1992), por otra parte, examinaron las familias de 92 pacientes adultos con TOC. La tasa para dicho trastorno entre los padres y hermanos fue sólo del 3.4%. Sin embargo, cuando los sujetos fueron separados en base a la edad de comienzo, se encontraron tasas significativamente más altas entre los familiares de los pacientes cuyos síntomas aparecieron antes de los 14 años. Asimismo, Black et al. (1992) evaluaron las familias de 32 adultos con TOC y 33 sujetos normales y no encontraron evidencia de que el TOC era familiar. Sin embargo, el riesgo de un trastorno “subumbral” era mayor entre los padres de los sujetos con TOC que entre los padres de los sujetos normales. 81 Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo Más recientemente, Pauls et al. (1995) realizaron un estudio para intentar determinar: (a) si el TOC es familiar, (b) si existe una relación familiar entre el TOC y el síndrome de Gilles de la Tourette (ST), y (c) si existen diferentes tipos familiares de TOC. Para ello entrevistaron a todos los familiares de primer grado (466) disponibles de 100 sujetos con TOC. Como grupo de comparación se utilizó la información obtenida con 113 sujetos familiares de primer grado de 33 individuos normales. Las tasas de TOC y TOC “subumbral” fueron significativamente mayores entre los familiares de los pacientes con TOC (10.3% y 7.9%, respectivamente), en comparación con los controles (2%). Asimismo, la tasa de tics fue también significativamente mayor entre los familiares de los pacientes (4.6%) con ST que entre los controles (1%). Aunque, en líneas generales, todos estos resultados son consistentes con una etiología genética para el TOC, los estudios de familias, por sí mismos, no pueden demostrar que los factores genéticos son necesarios para que se manifieste la enfermedad. Si los análisis de segregación revelan que los patrones de transmisión dentro de las familias son consistentes con un modelo hereditario claramente simple, los resultados podrían ser tomados en cuenta como evidencia indirecta para un papel genético en Tabla 1 Estudios de familias con TOC (1987-1997) Autores Año Sujetos Nº de familiares de primer grado Criterios diagnósticos Tasa de TOC en familiares de primer grado (%) McKeon y Murray 1987 50 149 RDC Lenane et al. 1990 46 145 DSM-III 35,0 Riddle et al. 1990 21 42 DSM-III 16,2 Richter et al. 1991 12 43 RDC 21,0 Black et al. 1992 32 120 DSM-III 2,6 Bellodi et al. 1992 92 281 DSM-III 3,4 Fyer et al. 1993 50 148 DSM-III 7,0 Pauls et al. 1995 100 571 DSM-III 10,3 Sciuto et al. 1995 172 774 DSM-III-R 0,6 4,9 82 NAVARRO Y PUIGCERVER la etiología del TOC (Pauls et al., 1995). En esta línea, Nicolini et al. (1991) realizaron un análisis de segregación de los datos recogidos de 24 familias con TOC con el fin de examinar si los patrones de transmisión eran consistentes con modelos mendelianos herediatarios simples. Sus resultados indicaron que no era posible diferenciar entre modelos autosómicos dominantes y recesivos; sin embargo, el modelo dominante era estadísticamente más probable y más compatible con los patrones observados. Rasmussen (1993) ha resumido recientemente los requisitos que deberían cumplir los estudios de familias que se realizen en un futuro: (1) utilizar criterios diagnósticos estándares; (2) utilización de una entrevista diagnóstica estructurada; (3) inclusión de medidas de severidad en los pacientes y en sus familiares (p. ej, escala de Yale-Brown para el TOC); (4) los datos de los pacientes deben ser corroborados por los parientes; (5) utilización de evaluadores “ciegos” independientes; (6) entrevistas con controles emparejados y con sus familiares de primer grado; (7) definiciones nítidas de TOC, TOC subclínico y personalidad obsesiva-compulsilva; (8) entrevistas de seguimiento para obtener información sobre la estabilidad del diagnóstico en el tiempo. Black (1996) añade a dichos criterios la conveniencia de que las personas con TOC deban ser escogidas de la población general para evitar los sesgos inherentes al uso de poblaciones clínicas o de hospitales. Finalmente, resulta también necesario llevar a cabo estudios de adopción y de genética molecular. El transportador de la serotonina (HTT: SLC6A4) ha sido también implicado en la patofisiología del TOC y otros trastornos psiquiátricos (Altemus et al., 1996). Está codificado por un único gen situado en el cromosoma 17 (q12). La transcripción del gen HTT viene regulada por polimorfismo de deleción/inserción en el promotor. Las variantes largas (l) y cortas (c) de esta región polimórfica presentan diferentes eficiencias transcripcionales. Hanna et al. (1998) han examinado recientemente el genotipo del promotor del HTT y la concentración en plasma de serotonina en 70 sujetos de 20 familias con casos de TOC. La variante del promotor del HTT tuvo un efecto significativo sobre el contenido plasmático de serotonina. Los sujetos con genotipos l / l y l / s mostraron niveles significativamente más elevados de 5-HT que los sujetos con un genotipo s / s. Asimismo, se observó una importante interacción entre el genotipo del promotor de HTT y la variación estacional en el contenido plasmático de 5-HT, apreciándose diferencias estacionales en los niveles de este neurotransmisor sólo en los sujetos con el genotipo l / l. Neuroanatomía Numerosos estudios apoyan la existencia de anormalidades cerebrales específicas en los pacientes diagnosticados de TOC. La corteza cingulada, la corteza orbitofrontal y el núcleo caudado constituyen las áreas más claramente afectadas en esta patología, habiéndose sugerido que la hiperactividad de este circuito frontobasal-subcortical podría ser clave para comprender verdaderamente la patogenia del TOC (Modell et al., 1989; Rapoport, 1991; Insel, 1992; Rauch et al., 1994). Se han planteado al menos cinco modelos neuroanatómicos, bastante similares entre sí, donde distintas estructuras cerebrales relacionadas forman circuitos polisi- 83 Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo nápticos cerrados que funcionarían de forma anómala en el TOC (Cummings y Frankel, 1985; Rapoport y Wise, 1988; Insel, 1988; Modell et al., 1989; Baxter et al., 1996). En la mayor parte de estos modelos, se enfatiza el papel de los ganglios basales en la regulación de la conducta obsesiva, aunque hay que tener en cuenta que estamos haciendo referencia a un sistema regulatorio interactivo con complejas relaciones entre los distintos elementos que lo integran. 1. Modelo neuroanatómico clásico La Figura 1 muestra un diagrama con los elementos básicos del circuito cerebral involucrado en el TOC. Esta circuito está formado por la corteza frontal, ganglios basales y tálamo. El modelo neuroanatómico clásico describe dos importantes proyecciones: las vías directas y las vías indirectas. a) Circuito directo. En primates, va de la corteza (1) al núcleo estriado (2). Desde aquí, al complejo formado por el segmento del globus-pallidus/sustancia negra (3), y desde la parte reticulada de este núcleo al tálamo (4), retornando finalmente a la corteza (5). b) Circuito indirecto. Tiene un origen similar al anterior, comenzando en la corteza (1), desde donde salen fibras que se dirigen al estriado (2) que conecta con el segmento externo del globus pallidus (3), hasta el núcleo subtalámico (4). Desde Figura 1. Concepción “clásica” las vías de los ganglios basales directas e indirectas. CORTEZA FRONTAL ESTRIADO (+) (–) (+) (+) (+) VIA DIRECTA G.P. int. y S.N. TALAMO G.P. ext. (–) (–) (+) N. SUBTALAMICO G.P. int. y S.N. = globus pallidus interno y sustancia negra. B.P. ext. = globus pallidus externo. VIA INDIRECTA 84 NAVARRO Y PUIGCERVER aquí, vuelve al segmento interno del globus pallidus/sustancia negra (5), uniéndose en la vía común hacia el tálamo (6), terminando de nuevo en la corteza (7). En este circuito existen importantes proyecciones excitatorias (glutaminérgicas) desde la corteza orbitofrontal y cingulada al núcleo caudado y al núcleo estriado ventral (accumbens). Otro tipo de proyecciones que llegan al núcleo estriado provienen de los núcleos del rafe (serotoninérgicos) y del sistema nigroestriatal (dopaminérgico). Por su parte, el núcleo caudado envía una proyección inhibitoria (gabaérgica) al globus pallidus, una de las principales eferencias del estriado. El globus pallidus, a su vez, envía proyecciones inhibitorias al tálamo, que proyecta, finalmente, a la corteza orbitofrontal. Existirían, pues, cuatro tipos de interconexiones: (a) de la corteza al estriado (excitatoria), del estriado al globus pallidus (inhibitoria), del globus pallidus al tálamo (inhibitoria), y del tálamo a la corteza (excitatoria). Según el tipo de sistemas de neurotransmisores predominantes entre los distintos elementos del circuito basal clásico, es de suponer que los impulsos a través del circuito directo (con dos conexiones inhibitorias) tenderán a activar el sistema de una manera autoreverberante, mientras que la estimulación de la vía indirecta (con tres conexiones inhibitorias) tenderán a inhibir tal activación (Baxter et al., 1996; Brody y Saxena, 1996). En otras palabras, las vías directas son circuitos de feedback positivo y las indirectas lo son de feedback negativo (Insel, 1992). 2. Concepción neuroanatómica actual del TOC Estudios neuroanatómicos recientes han demostrado que el circuito clásico no se ajusta estrictamente a la realidad ya que las conexiones entre los ganglios basales y otras estructuras son más complejas de lo que inicialmente se pensó. De este forma, el modelo actual plantea la existencia de un sistema de control indirecto gobernado por los ganglios basales y compuesto por dos estructuras: la parte externa del globus pallidus y el núcleo subtalámico. Como se muestra en la Figura 2, la corteza frontal mantiene conexiones excitatorias directas con las estructuras del circuito basal indirecto. Estos datos permiten considerar a los elementos del sistema basal indirecto como un sistema regulatorio interactivo y no simplemente como proyecciones en su sentido estricto (Brody y Saxena, 1996). Sin embargo, —y sean cuales sean los elementos concretos del circuito—, la estimulación del circuito indirecto provoca un incremento de la activación en el complejo formado por el globus pallidus y la sustancia negra reduciendo, finalmente, la actividad talámica. Baxter et al. (1996), y Brody y Saxena (1996), han propuesto que la función del circuito basal directo es la ejecución de una conducta específica de respuestas corporales que son adaptativas y deben tener lugar en respuesta a un estímulo específico. Por ejemplo, ante la detección de suciedad aparece una conducta normal de lavado. Igualmente, la activación del circuito basal indirecto modera o amortigua las conductas dependientes del circuito directo, cuando ha llegado el momento de suprimirlas o anularlas (algo a lo que los obsesivos son bastante reticentes). Numerosos hallazgos experimentales y clínicos han demostrado la participación de la corteza orbitofrontal en las preocupaciones y rumiaciones mentales de orden, higiene, violencia o sexo (Baxter et al., 1987; Baxter, 1991). En sujetos normales, 85 Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo Figura 2. Concepción actual del circuito frontal-subcortical. CORTEZA FRONTAL ESTRIADO (+) (–) (+) (+) (+) VIA DIRECTA G.P. int. y S.N. TALAMO VIA INDIRECTA G.P. ext. (–) (–) (+) N. SUBTALAMICO G.P. int. y S.N. = globus pallidus interno y sustancia negra. B.P. ext. = globus pallidus externo. estos pensamientos obsesivos podrían ir a través de la corteza orbitofrontal del circuito directo, con una inhibición apropiada del circuito indirecto. Sin embargo, en los pacientes con TOC el sistema puede tener un umbral excesivamente bajo de detección de los estímulos que evocan la aparición de conductas relacionadas con los comportamientos típicos de esta patología, debido probablemente a la presencia de un tono neural excesivo del circuito basal directo. En el TOC parece existir, pues, una sobreactivación del circuito orbitofrontal-basal-talámico. Modelo de Rapoport Rapoport (1991) ha propuesto un modelo de liberación innato ubicado en los ganglios basales, donde resultan necesarios dos tipos de mecanismos: (1) un mecanismo de detección que reconoce aspectos específicos del estímulo (estímulo llave o signo), y (2) un mecanismo de ejecución de respuestas, típicas de la especie, conocidas como patrones de acción fija. En circunstancias normales, la detección de los estímulos signo provoca la ejecución de una conducta apropiada a la situación. La clave del modelo de Rapoport estriba en la existencia de dos tipos de importantes proyecciones que llegan al núcleo estriado (ventromedial y accumbens): una de ellas proviene de la corteza cingulada anterior y de la corteza orbitofrontal; la otra, proviene de áreas corticales de 86 NAVARRO Y PUIGCERVER asociación (áreas temporales superior e inferior), que parecen estar involucradas en el reconocimiento de objetos y sonidos. Según esta hipótesis, las neuronas del núcleo estriado actúan como detectoras de estímulos, constituyendo algunas de ellas circuitos innatos. Otro tipo de asamblea celular presente en el estriado es el detector movitacional interno. Estas asambleas estriatales inhiben mediante descargas tónicas a las asambleas palidales y éstas, a su vez, inhiben a las neuronas talámicas; de esta forma, la inhibición estriatal de los circuitos del globus pallidus provocaría la desinhibición o liberación de los grupos celulares talámicos. El circuito funciona de la siguiente manera: el aparato sensorial implicado informa a la corteza y al núcleo estriado del estímulo presente en ese momento (por ejemplo, suciedad). Si el input sensorial al estriado indica que las manos están sucias, el grupo celular estriatal innatamente programado reconocerá este input como suciedad. Estas neuronas iniciarán una descarga vigorosa e interrumpirán la descarga tónica en las células palidales. La supresión de los inputs inhibitorios al tálamo liberará a los circuitos talamocorticales y posibilitará la realización de una respuesta conductual normal (lavado). Rapoport (1991) defiende que en el TOC existiría una hiperactividad en la corteza cingulada y/o en el estriado. Para otros autores, sin embargo, el mecanismo patogenético de los TOC se fundamenta en una alteración de los circuitos límbicoestriatales/ganglios basales. Así, se ha sugerido que la hiperactividad orbitotalámica daría lugar a la sintomatología compulsiva, mientras que el circuito basal-límbicoestriatal sería responsable del componente inhibitorio (control vs pérdida de control). Según Modell et al. (1989), los síntomas del TOC aparecerían cuando la actividad estriatal-palido-talámica se encuentra anormalmente reducida, o bien cuando la actividad recíproca orbitotalámica se encuentra anormalmente aumentada. 3. Pruebas experimentales y clínicas Existen numerosas investigaciones experimentales y clínicas que apoyan el modelo neuroanatómico propuesto y que, en definitiva, subrayan una influencia determinante de variables biológicas en la génesis del TOC. Las modernas técnicas de neuroimagen estructural y funcional han posibilitado el estudio y análisis de las áreas y sistemas cerebrales que participan en el TOC. Asimismo, los efectos terapeúticos beneficiosos constatados en algunos pacientes con TOC sometidos a psicocirugía y a otros tratamientos no farmacológicos refuerzan la hipótesis de un origen orgánico para esta enfermedad. A) Alteraciones estructurales En la Tabla 2 se presenta un cuadro-resumen de los estudios sobre posibles anormalidades estructurales en pacientes con TOC utilizando técnicas de neuroimagen estructural, fundamentalmente tomografía axial computarizada (TAC) y resonancia magnética (RM). Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo 87 Tabla 2 Estudios con técnicas de neuroimagen estructural en pacientes con TOC Autores Año Técnica Sujetos Resultados Insel et al. 1983 TAC 10 pacientes con TOC 10 controles normales TOC = controles Behar et al. 1984 TAC 17 pacientes con TOC 16 controles normales Mayor ratio ventrículo/cerebro en los pacientes con TOC Luxenberg et al. 1988 TAC 10 adolescentes con TOC 10 controles normales Disminución del núcleo caudado en el TOC Garber et al. 1989 RM 32 pacientes con TOC tratados 14 controles normales Alteraciones en T1 en el giro cingulado anterior en los pacientes con TOC e historia familiar positiva Kellner et al. 1991 RM 12 pacientes con TOC TOC = controles 12 controles normales Scarone et al. 1992 RM 20 pacientes con TOC tratados 16 controles normales Incremento del volumen de la zona derecha de la cabeza del núcleo caudado Swoboda y Jenike 1995 RM 1 paciente con TOC con infarto frontal y oclusión Confirmación de dicha lesión frontal asociada al TOC mediante RM de la carótida interna Aylward et al. 1996 RM 24 pacientes con TOC 21 controles normales TOC = controles Rosenbereg et al. 1997a RM 19 pacientes con TOC 19 controles normales (7-19 años) Los pacientes con TOC mostraron volúmenes estriatales significativamente más pequeños y volúmenes del tercer ventrículo mayores Los estudios con TAC fueron los primeros que sugirieron la existencia de alteraciones morfológicas en pacientes diagnosticados de TOC. En la primera investigación realizada, Insel et al. (1983) no encontraron diferencias entre un grupo de 10 sujetos con TOC y el grupo control en una amplia variedad de parámetros neurológicos y neuropsicológicos, incluyendo medidas del tamaño ventricular. En contraste, un año después Behar et al. (1984) publicaron un trabajo con adolescentes con un cuadro clínico de TOC en el que observaron una mayor ratio ventrículo/cerebro en estos pacientes, en comparación con los controles. En un estudio posterior, Luxemberg et al. (1988) hallaron en un grupo de diez sujetos con TOC un tamaño significativamente inferior del núcleo caudado al de los sujetos controles, aunque no encontraron diferencias importantes entre los tamaños ventriculares. Utilizando la RM, Garber et al. (1989) evaluaron a 32 pacientes con TOC que fueron medicados con clomipramina (n=19) o con placebo (n=13) durante un estu- 88 NAVARRO Y PUIGCERVER dio de tratamiento doble-ciego, y compararon sus registros con los de un grupo de 14 controles normales. Los autores observaron únicamente una alteración del giro cingulado anterior en las imágenes potenciadas en T1 en los sujetos con una historia familiar positiva de TOC. Por otro lado, Kellner et al. (1991) analizaron mediante RM a 12 sujetos con TOC y 12 controles sanos, no encontrando diferencias significativas entre los grupos en ninguna de las medidas efectuadas (área de la cabeza del núcleo caudado, área del cuerpo calloso, grosor del giro cingulado y ratio intracaudado/asta frontal. Por su parte, Scarone et al. (1992) se centraron en el estudio del volumen de la cabeza del núcleo caudado de 20 pacientes con TOC tratados con clomipramina y fluvoxamina y 16 controles sanos. Sus resultados indicaron la presencia de un incremento significativo del volumen del lado derecho de la cabeza del caudado en los sujetos con TOC, en comparación con los controles. No observaron, sin embargo, correlaciones significativas entre dicho parámetro y la edad, edad de comienzo de la enfermedad, o severidad de los síntomas utilizando la escala de Yale-Brown. Más recientemente, Aylward et al. (1996) examinaron los volúmenes del núcleo caudado y putamen mediante RM en 24 pacientes con TOC y 21 controles, emparejados en edad, raza, nivel educativo y sexo. No se hallaron diferencias entre ambos grupos en las medidas estructurales realizadas de los ganglios basales ni se observó tampoco un alargamiento ventricular. Aunque el TOC aparece generalmente a lo largo de la infancia tardía o la adolescencia, se han realizado pocos estudios con el fín de examinar la anatomía frontoestriatal en niños con TOC libres de medicación. En este sentido, Rosenberg et al. (1997a) han analizado las imágenes de resonancia magnética de 19 sujetos diagnosticados de TOC (7-18 años) y 19 controles para determinar los volúmenes de la corteza prefrontal, estriado (caudado y putamen), ventrículos laterales y tercer ventrículo, así como el volumen intracraneal. En comparación con los controles, los pacientes con TOC mostraron volúmenes estriatales significativamente más pequeños y volúmenes del tercer ventrículo mayores. En cambio, no se apreciaron diferencias significativas en el resto de los parámetros evaluados. El volumen del estriado correlacionaba inversamente con la severidad de los síntomas de la enfermedad, pero no con su duración. B) Alteraciones funcionales Practicamente todos los estudios con técnicas de neuroimagen funcional realizados hasta la fecha han utilizado la tomografía por emisión de positrones (PET) o la tomografía computarizada por emisión de fotones simples (SPECT). En la Tabla 3 se presenta un cuadro-resumen de los principales resultados obtenidos con dichas técnicas de neuroimagen. Aunque la coincidencia entre los diferentes estudios dista mucho de ser total, existe una enorme cantidad de datos que sugiere la existencia en el TOC de alteraciones en estructuras cortico-límbicas (orbital y, en menor medida, de la corteza cingulada y paralímbica), ganglios basales y tálamo (Baxter et al., 1996). Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo 89 Tabla 3 Estudios con técnicas de neuroimagen funcional en pacientes con TOC Autores Año Técnicas Sujetos Resultados Baxter et al. 1987 PET 14 TOC (9 con depresión concurrente) 14 con depresión unipolar 14 controles Las tasas metabólicas de glucosa absolutas se incrementaron en los TOC en hemisferios cerebrales, caudado y giro orbital. Las tasas metalicas normalizadas en el caudado no diferían de los controles Baxter et al. 1988 PET 10 TOC Resultados muy similares al estudio anterior 10 controles Zohar et al. 1989 SPECT 10 TOC Los sujetos fueron evaluados bajo tres condiciones: (1) relajación, (2) inundación en imaginación, y (3) exposición “in vivo”. El fsr disminuyó significativamente en todas las regiones corticales durante la exposición “in vivo”, excepto en la corteza temporal donde se observó un incremento Nordahl et al. 1989 PET 8 TOC 30 controles Hipermetabolismo significativo en regiones orbitales/frontal en el TOC. No se observaron diferencias en las tasas metabólicas globales o en el metabolismo normalizado en estructuras de los ganglios basales Swedo et al. 1989 PET 18 TOC 18 controles Incremento de la actividad metabólica en la región prefrontal derecha e izquierda, fronto-orbital izquierda, premotora izquierda, sensoriomotora izquierda, región cingulada anterior bilateral, tálamo derecho, región paracentral izquierda, temporoinferior izquierda y cerebelar derecha. No se observaron diferencias en el metabolismo de los núcleos caudados Martinot et al. 1990 PET 16 TOC 8 controles Todas las regiones examinadas mostraron tasas metabólicas absolutas más bajas en el TOC que en los controles. Respecto al mebolismo normalizado, se hallaron tasas más bajas en la corteza prefrontal lateral, pero no a nivel orbital Machlin et al. 1991 SPECT 10 TOC 8 controles Ratio significativamente más elevada de metabolismo en corteza medio-frontal en el TOC, en comparación con los controles. No se observaron diferencias a nivel orbital Hoehn-Saric et al. 1991 SPECT 6 TOC (tratados 3-4 meses con fluoxetina) Resultados muy similares al estudio anterior 90 NAVARRO Y PUIGCERVER Horwitz et al. 1991 PET 18 TOC 18 controles Correlación positiva significativa entre la severidad del TOC y el metabolismo frontal orbital derecho normalizado y absoluto. Los pacientes con elevada ansiedad durante la prueba mostraron un aumento de la actividad prefrontal u orbito-frontal Rubin et al. 1992 SPECT 10 TOC 10 controles Incremento metabólico en el TOC en la corteza parietal dorsal alta bilateral, corteza posterofrontal izquierda y corteza frontal orbital bilateral. Descenso de actividad en el caudado, bilateralmente Adams et al. 1993 SPECT 11 TOC 11 controles Perfusión asimétrica de ganglios basales en 8 de los pacientes Edmonstone et al. 1994 SPECT 12 TOC 12 con EDM 12 controles Disminución bilateral de la perfusión en ganglios basales en el grupo con TOC Lucey et al. 1995 SPECT 30 TOC 30 controles Reducción del flujo sanguíneo en corteza frontal superior derecha e izquierda, corteza frontal inferior derecha, corteza temporal izquierda, corteza parietal izquierda, núcleo caudado derecho y tálamo derecho Hollander et al. 1995 SPECT 14 TOC Marcado incremento en la perfusión cortical global en los pacientes cuyos síntomas empeoraron con la administración de m-CPP Perani et al. 1995 PET 11 TOC 15 controles Incremento de la actividad metabólica en corteza cingulada, tálamo y complejo pálido/ putamen en el TOC. La mejoría clínica de los pacientes se asoció con un descenso bilateral del metabolismo en la corteza cingulada Molina et al. 1995a SPECT 6 TOC Incremento de la perfusión en ganglios basales Molina et al. 1995b SPECT 1 TOC Incremento de la perfusión en región orbitofrontal bilateral, cingulada anterior, frontotemporal y caudado derecho, antes del tratamiento con clomipramina. Durante el tratamiento se observó una reducción de los valores iniciales, que retornaron de nuevo cuando se suprimió el tratamiento Simpson y Baldwin 1995 SPECT 1 TOC Infarto parietal inferior derecho. Disminución del flujo sanguíneo cerebral en los ganglios basales derechos y áreas temporales. Mayor actividad en el área orbitofrontal derecha que en la izquierda Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo 91 Rubin et al. 1995 SPECT 8 TOC 8 controles Incremento del flujo sanguíneo en corteza orbital frontal, corteza posterofrontal y corteza parietal dorsal alta bilateral en el TOC, antes del tratamiento, en comparación con los controles. Durante el tratamiento disminuyó dicho flujo sanguíneo. En el núcleo caudado (bilateralmente) se observó una reducción del flujo sanguíneo antes del tratamiento, que persistió durante el mismo Breiter et al. 1996 RM-funcional 10 TOC 5 controles Activación en el 70% o más de los pacientes de la región orbitofrontal medial, frontal lateral, temporal anterior, cingulada anterior, corteza insular, caudado, núcleo lenticular y amígdala. Ningún sujeto del grupo control exhibió actividad alguna en dichas regiones Lucey et al. 1997 SPECT Reducción de la perfusión cortical en caudado y corteza frontal superior en TOC y PTSD en comparación con los controles y AP-A. 15 TOC 15 controles 15 con AP-A 16 con PTSD AP-A: ataques de pánico con agorafobia PTSD: Trastorno por estrés posttraumático fsr: flujo sanguíneo regional EDM: episodio depresivo mayor Se ha observado una reducción de la actividad a nivel del núcleo caudado en al menos seis estudios que han empleado SPECT (Rubin et al., 1992; 1995; Edmonstone et al., 1994; Simpson y Baldwin, 1995; Lacey et al., 1995; 1997), aunque también se ha descrito un resultado opuesto (Molina et al., 1995a y b). En general, el tratamiento farmacológico reduce la perfusión cortical descrita con el SPECT (Hoiehn-Saric et al., 1991; Rubin et al., 1995), pero parece persistir a nivel del núcleo caudado con independencia de la medicación administrada (Rubin et al., 1995). Resultados similares han sido obtenidos cuando se utilizan determinadas técnicas conductuales como tratamiento de los pacientes. Así, Zohar et al. (1989) evaluaron a 10 sujetos con TOC bajo tres condiciones: (1) relajación, (2) inundación en imaginación y (3) exposición “in vivo”. El flujo sanguíneo regional descendió significativamente en todas las regiones corticales exploradas durante la exposición “in vivo”, excepto en la corteza temporal donde se observó un incremento. Los resultados obtenidos mediante PET han demostrado la existencia de un hipermetabolismo de los ganglios basales y una implicación variable (es decir, incremento o reducción) de las regiones frontales y la corteza cingulada (Baxter et al., 1987; Swedo et al., 1989). Sin embargo, una buena parte de los estudios se han realizado con muestras heterogéneas de pacientes y a veces no se ha considerado el posible papel de una depresión asociada (Perani et al., 1995). Por su parte, Beiter et al. (1996) utilizaron la resonancia magnética funcional (RMf), una novedosa y potente técnica de neuroimagen (Vendrell, Junqué y Pujol, 92 NAVARRO Y PUIGCERVER 1995), en 10 pacientes con TOC y 5 sujetos normales. Los resultados indicaron una activación para el 70% o más de los pacientes con TOC de las regiones orbitofrontal medial, frontal lateral, temporal anterior, cingulada anterior, corteza insular, caudado y amígdala, en comparación con los controles. Dichos resultados coinciden, en líneas generales, con los obtenidos en otros estudios que utilizaron técnicas de neuroimagen funcionales, como SPECT o PET. Sin embargo, las activaciones límbicas y paralímbicas fueron más prominentes con la RMf. Por otro lado, Kustowski et al. (1993) realizaron registros electroencefalográficos (EEG) de 13 pacientes diagnosticados de TOC, no medicados y sin depresión, y 10 controles emparejados por edad. El análisis cuantitativo del EEG reveló la existencia de una disminución de la potencia de las bandas delta, beta1 y beta2 en los pacientes con TOC a nivel frontal y en el hemisferio derecho. Los sujetos con TOC presentaron, además, una mayor asimetría hemisférica en la actividad EEG, indicativa de una severa hipoactividad EEG en el hemisferio derecho. Igualmente, Molina et al. (1995a) investigaron a 13 pacientes con TOC mediante cartografía cerebral y potenciales evocados visuales y auditivos. Seis de ellos fueron también examinados mediante SPECT. Asimismo, un grupo de cuatro pacientes fue estudiado con ambas técnicas antes y después del tratamiento con agonistas serotoninérgicos. Los resultados indicaron un incremento global de la potencia de las bandas beta y theta, junto con incremento de la perfusión en las regiones frontales. De igual modo, los pacientes mostraron un incremento de la potencia delta a lo largo de las regiones frontal y temporal derecha, acompañado de un incremento de la perfusión en los ganglios basales y una disminución de la amplitud de las ondas P50 y N100 de los potenciales evocados auditivos; dichas alteraciones disminuyeron sensiblemente con el tratamiento farmacológico. C) Efectos de la psicocirugía y otros tratamientos no farmacológicos La psicocirugía constituye una controvertida alternativa terapéutica para aquellos pacientes con TOC que no responden a ningún tipo de tratamiento. Aunque no abundan los estudios controlados, dos intervenciones parecen especialmente útiles: la cingulotomía y la leucotomía límbica. Esta última técnica implica la realización de una transección estereotáxica de los tractos nerviosos que van desde la corteza frontal a regiones subcorticales, bien mediante capsulotomía anterior o mediante tractotomía subcaudada. Conviene señalar que dichas lesiones no localizan una lesión sino que interrumpen un circuito y disminuyen el flujo de información entre estas estructuras (Jenike, Baer y Minichiello, 1990; Hay et al., 1993). Biver et al. (1995) investigaron mediante PET y [18F ]fluorodeoxigluocsa la evolución de un mujer de 37 años con un TOC, antes y después de ser tratada con leucotomía estereotáxica bifrontal. Observaron una disminución bilateral del metabolismo de la glucosa en la corteza frontal orbital tras la psicocirugía. Asimismo, se apreció un decremento del metabolismo cerebral, aunque en menor grado, en el tálamo y en núcleo caudado. Por lo tanto, la mejoría clínica en el TOC tras la tractotomía estereotáxica parece estar asociada con cambios metabólicos cerebrales, especialmente en la región orbital frontal. Más reciente- Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo 93 mente, Sachdev y Hay (1996) realizaron un seguimiento de 14 pacientes con TOC severo e intratable que fueron sometidos a neurocirugía entre 1972 y 1989 con el fín de relacionar el resultado de la psicocirugía con las localizaciones y tamaños de las lesiones evaluadas mediante resonancia magnética. Sus resultados sugerían que el resultado de la psicocirugía no parecía estar asociado con la extensión de las lesiones. Por otro lado, Greenberg et al. (1997) han investigado si la estimulación magnética transcraneal recurrente afectaba la sintomatología del TOC. Las conductas compulsivas disminuyeron significativmante durante ocho horas después de recibir dicha estimulación en la región prefrontal lateral derecha, una región cerebral que ha sido involucrada en esta patología. En un interesante estudio, Schwartz et al. (1996) determinaron en un grupo de nueve pacientes con TOC tratados mediante modificación de conducta si la mejoría clínica se acompañaba por cambios significativos en las tasas metabólicas en el núcleo caudado, utilizando la técnica de la tomografía por emisión de positrones (PET). Asimismo, combinando las muestras de este estudio y de otra investigación anterior, examinaron si existían correlaciones patológicas entre la actividad cerebral en la corteza orbital, núcleo caudado, y tálamo. Sus resultados indicaron que los sujetos que respondían a la terapia de conducta mostraban descensos bilaterales significativos en las tasas metabólicas del núcleo caudado, superiores a los que no respondían apropiadamente al tratamiento. Antes del tratamiento, existían correlaciones significativas entre la actividad cerebral de los giros orbitales y de la cabeza del núcleo caudado y tálamo derecho. Estas correlaciones disminuyeron notablemente después del tratamiento conductual. Neuroquímica Es un hecho bien establecido que la administración de agonistas serotoninérgicos, especialmente inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, mejoran los síntomas del TOC, lo que plantea claramente la posibilidad de que los receptores serotoninérgicos puedan estar implicados en esta enfermedad (López-Ibor, Viñas y Saiz, 1990; Orozco, de la Fuente y Nicolini, 1995; Fineberg et al., 1997; Koran, Salle y Pallanti, 1997). Las pruebas de estimulación neuroendocrina (utilizando, p.ej, m-CPP o fenfluramina) representan otra de las posibles estrategias para examinar el funcionamiento del sistema serotoninérgico en sujetos humanos. Aunque los resultados no han sido siempre coincidentes, en general la evidencia disponible señala que la administración de agonistas serotoninérgicos empeora los síntomas del TOC. De acuerdo con la “hipótesis de la serotonina”, estos datos han sido interpretados en el sentido de una aumento de la sensibilidad de los receptores 5-HT (Smeraldi et al., 1996). El estudio de los marcadores periféricos (v.g., plaquetas) de la función del 5-HT puede aportar también información relevante en apoyo de la hipótesis serotoninérgica. En este sentido, Pandey et al. (1993) evaluaron el papel de los receptores sero- 94 NAVARRO Y PUIGCERVER toninérgicos 5HT2 en el TOC. Para ello, analizaron dichos receptores en muestras de plaquetas obtenidas de pacientes con TOC (n=20) durante un período basal sin fármacos, y en sujetos controles normales (n=25). Los principales parámetros determinados fueron el Bmax y la constante de disociación (Kd). En conjunto, los resultados de este trabajo no indicaron la presencia de alteraciones en los receptores 5-HT2 en las plaquetas de pacientes con TOC. Por otra parte, diversos estudios sugieren que la oxitocina puede desempeñar igualmente un papel destacado en la patogénesis de algunas formas de TOC. Por ejemplo, la administración de oxitocina puede incrementar las conductas de “autoaseo” en ratas, habiéndose planteado que dichas conductas pueden ser similares a los rituales de limpieza y de lavado de manos presentes en muchos pacientes con TOC (Leckman et al., 1994). Por otro lado, la oxitocina está claramente involucrada en el inicio de la conducta maternal en animales. Recientemente, se ha observado que el 56% de las mujeres con TOC mostraron un empeoramiento de su cuadro clínico durante el embarazo o el puerperio. Sin embargo, aunque en algunos estudios se ha demostrado que la administración de oxitocina puede producir una mejoría de los síntomas del TOC (Ansseau et al., 1987), en investigaciones más recientes no se ha podido confirmar la eficacia terapeútica de esta hormona (Salzberg y Swedo, 1992; Epperson, Mc.Dougle y Price, 1996). Neuroinmunología Se ha observado un incremento de la incidencia de TOC en pacientes con corea de Sydenham (Swedo et al., 1989), una enfermedad autoinmune que afecta a los ganglios basales. Asimismo, se han detectado anticuerpos para la somatostatina14 y la prodinorfina 209-240 en pacientes con TOC (Roy et al., 1994). Estas observaciones sugieren la existencia de posibles alteraciones en el sistema inmune en el TOC. Los resultados de los escasos estudios neuroinmunológicos en pacientes con TOC son, sin embargo, contradictorios. Así, Weizman et al. (1996) no encontraron alteraciones en la producción de citoquinas (IL-1ß, IL-2 y IL-3-LA) en un grupo de 11 pacientes no depresivos con TOC, en comparación con los controles. En contraste, Brambilla et al. (1997) hallaron concentraciones más bajas de interleucina 1-ß (Il-1ß) y del factor-alfa de necrosis tumoral (TNF-alfa) en 27 pacientes no medicados diagnosticados de TOC, en comparación con el grupo control. Otros parámetros El estudio de los movimientos oculares constituye una las técnicas más sensibles para la detección de los mecanismos de integración sensoriomotora. La evaluación de la función oculomotora permite investigar la posible alteración en la integración sensoriomotora en el TOC, sugerida por la presencia de signos neurológicos “blandos” (Nickoloff et al., 1991), así como por los resultados de los estudios neuropsi- 95 Bases biológicas del trastorno obsesivo-compulsivo Tabla 4 Estudios sobre movimientos oculares de “seguimiento” en pacientes con TOC Autores Año Muestra Fármacos Movim. seguimiento Sacadas anticipatorias Nickoloff et al. 1991 8 TOC 12 controles Tratados (7) TOC=controles TOC=controles Tien et al. 1992 11 TOC 14 controles Tratados (10) TOC=controles —— Sweeney et al. 1992 17 TOC 25 controles No tratados TOC < controles —— Pallanti et al. 1993 14 TOC 14 controles Tratados (12) TOC < controles TOC > controles Gambini et al. 1993 23 TOC 27 controles Tratados (13) TOC < controles —— Pallanti et al. 1996 21 TOC 21 controles No tratados TOC< controles TOC > controles cológicos (Arnedo, Roldán y Morell, 1996). Esta disfunción de los movimientos oculares ha sido también descrita en otras patologías que afectan a los ganglios basales y/o a la corteza frontal, tales como la enfermedad de Parkinson y la corea de Huntinghton (Pallanti et al., 1996). En la Tabla 4 se presenta un cuadro-resumen con los principales estudios sobre los movimientos oculares de “seguimiento” en pacientes con TOC. Como se observa en la Tabla 4, los resultados derivados de los estudios sobre movimientos oculares en sujetos con TOC son claramente inconsistentes. Así, en cuatro de los seis estudios documentados se aprecia una disminución de los movimientos de seguimientos en los pacientes con TOC, en comparación con los controles (Sweeney et al., 1992; Tien et al., 1992; Gambini et al., 1993; Pallanti et al., 1993, 1996), asociado a un incremento del número y amplitud de los movimientos sacádicos anticipatorios. Los circuitos frontocorticales y de los ganglios basales parecen ser críticos para llevar a cabo conductas dirigidas hacia un objetivo. Diversos estudios realizados en primates y en sujetos humanos han identificado regiones del lóbulo frontal específicamente relacionadas con los movimientos oculares conjugados (sacádicos) rápidos. Rosenberg et al. (1997b) han evaluado la inhibición de la respuesta oculomotora en 18 pacientes con TOC (8-17 años) y 18 controles, observando un porcentaje significativamente más elevada de fallos de supresión de respuesta en los sujetos con TOC, particularmente en los más jóvenes, en comparación con los controles. 96 NAVARRO Y PUIGCERVER Referencias Adams, B.L., Warneke, L.B. y McEwan, A.J.B. (1993). Single photon emission computerized tomography in obsessive-compulsive disorder: a preliminary study. Journal of Psychiatric Neuroscience, 18, 109-112. Altemus, M., Murphy, D.L., Greenberg, B. y Lesch, K.P. (1996). 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