RESULTADOS DE LA REPÚBLICA CAFETALERA

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RESULTADOS DE LA REPÚBLICA CAFETALERA
INFRAESTRUCTURA
La burguesía rural y comercial no fue homogénea. Tuvo a su favor el indiscutible privilegio
político derivado de su riqueza, pero no el reconocimiento general de sus miembros. Sus
constantes fracturas internas, expresión de un conflicto antioligárquico, explican que entre 1850
y 1900 hubiese 47 jefes de Estado (encargados provisionalmente del poder o presidentes de
hecho y legítimos) y que solamente cinco de ellos pudieron completar su período.
Estos 50 años de inestabilidad superan la pugna por superar los obstáculos para reestructurar la
sociedad. En la época liberal, estas luchas fueron estimuladas desde el exterior y la suerte de
los gobiernos salvadoreños dependió de la influencia de los políticos guatemaltecos durante
muchos años.
COMPRAS Y EXPROPIACIÓN DE TIERRAS EJIDALES
La ocupación de tierras ejidales, aptas para el cultivo del café, por terratenientes oligarcas y
burgueses se obtuvo mediante sobornos a gobernadores y alcaldes, quienes influían para la
aprobación de decretos favorables a sus intereses.
Debido al auge del cultivo, producción, comercialización y el procesamiento en el beneficio de
café, los gobernantes y cafetaleros dictaron leyes que tendían a reformar el uso y tenencia de la
tierra. Entre 1880 y 1900, se puso en marcha un proceso acelerado de privatización de las
comunidades de ladinos, indígenas y ejidos, y se abandonaron a partir de este periodo los
intentos de diversificación de la agricultura, convirtiendo al país en monoagroexportador de café.
El periodo de la historia política de El Salvador se ubica entre el inicio de la política de
acercamiento a las clases subalternas llevada a cabo por Manuel Enrique Araujo, quien fue
presidente de la República de 1911 a 1913 y el ejercicio de acercamiento democrático
desarrollado durante la gestión de Pio Romero Bosque. En estos años (1913-1927) la burguesía
agroexportadora salvadoreña instaló un tipo de Estado capitalista, formalmente liberal, de
contenido autoritario.
Desde el siglo pasado el modelo agroexportador había privatizado y expropiado las tierras de los
campesinos, concentrándola en pocas manos. Requirió un Estado altamente represivo para
salvaguardarlo.
ESTRATIFICACIÓN SOCIAL
En la cúspide de la nueva estructura social, se encontraban los ricos productores agrícolas,
principalmente quienes lograban reunir todas las actividades relacionadas con el cultivo del café:
producción, beneficiado y exportación. Esto les permitía incrementar sus ingresos y participar
más ampliamente en la política del país. Algunos de sus miembros eran inmigrantes que habían
sido absorbidos por las familias acaudaladas de la población mediante matrimonios o alianzas
comerciales.
Los jornaleros, los peones, los campesinos y los colonos conformaban el estrato inferior de la
sociedad salvadoreña. Se les exigía un alto rendimiento en el trabajo a cambio de bajos salarios.
Estaban conformados por dos grupos étnicos: los ladinos y los indígenas. Se diferenciaban por
sus costumbres. Por ejemplo, el vestuario; y los indígenas, por su idioma. En las zonas urbanas
surgieron sectores medios, gracias al desarrollo del comercio. Otros eran profesionales, como
médicos, ingenieros, arquitectos y maestros. Al mismo tiempo, se desarrollaba el sector
artesanal.
En las ciudades en crecimiento, se comenzaban a desarrollar procesos de segregación espacial
impuesta sobre la población trabajadora. Se evidencia en el surgimiento y crecimiento de los
barrios pobres. Los costos del inquilinato, la escasez de viviendas, el hacinamiento y los
problemas sanitarios afectaban, principalmente, a los pobladores de barrios pobres.
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La expansión del cultivo del café modificó la tenencia de la tierra y la estructura agrícola.
Algunos campesinos propietarios de pequeñas parcelas continuaron produciendo granos, frutas
y otros artículos.
Los grandes terratenientes se adueñaron paulatinamente de estas parcelas, dado que los
campesinos no podían pagar las deudas contraídas con ellos. De esta manera, estos
campesinos se convirtieron en jornaleros que buscaban trabajo en las fincas o haciendas.
Otros se volvían colonos o peones de finca a cambio de una parcela de tierra que el propietario
les otorgaba por trabajo, en esta podían cultivar granos básicos, los cuales consistían en maíz,
frijol, tomate, chile y otras legumbres que alcanzaban para subsistir un periodo corto del año.
No todos los pequeños propietarios se volvieron colonos o peones. En las zonas central y
occidental, esta tendencia se observaba, pero los pequeños propietarios encontraron otros
mecanismos, como las alianzas matrimoniales, para no perder sus tierras.
CONDICIONES LABORALES DE LOS CAMPESINOS
Hasta 1920, los intereses de los trabajadores salvadoreños se encausaron a través de la
formación de asociaciones artesanales. En 1918, ante el surgimiento de las primeras actividades
industriales y agroindustriales, el artesanado estaba en proceso de desaparición, por lo que
algunos trabajadores del sector se insertaban en la dinámica del capital comercial con el
desarrollo de pequeñas industrias manufactureras.
En estas organizaciones participaban tanto patrones como asalariados, incluso comerciantes,
empleados públicos, profesores e industriales. La dirección estaba en manos de los patronos o
maestros propietarios de talleres.
En esta época nace la Concordia, asociación que era sostenida por una cuota voluntaria de los
asociados y por aportes gubernamentales. El Congreso Obrero de 1918 marcó un hito en la
organización laboral salvadoreña.
Entre 1920 y 1932, estas organizaciones mutualistas y cooperativas se organizaron de forma
autónoma respecto de los intereses de otros grupos sociales y pusieron en práctica sistemas
reivindicativos como la huelga, más propias del sindicalismo obrero. Estos organismos como La
Confederación Obrera Centroamericana (COCA), promovieron a la organización de los
campesinos y de los trabajadores del campo.
A finales de 1914, Carlos Meléndez, quien gobernó el país de 1913 a 1914 y de 1915 a 1918,
hizo un llamado a los artesanos y campesinos para ganar su voto. El proyecto contó con la
colaboración de varios intelectuales quienes compartían las ideas progresistas, el más
destacado fue el escritor Alberto Masferrer. Los intelectuales fundan periódicos y revistas desde
los cuales difundieron sus ideas de progreso y bienestar general a partir de la reforma de la
estructura política y de la educación.
CONDICIONES DE VIDA DE LOS CAMPESINOS
Los campesinos sobrevivían mediante el trabajo asalariado en empresas agrícolas capitalistas o
de los terratenientes, y además trabajaban la parcela propia que les suministraba solo parte de
los productos necesarios para la subsistencia de sus familias. Sus herramientas eran
rudimentarias; no podían obtener la tecnología necesaria para elevar la productividad de los
cafetales, no contrataban jornaleros, el trabajo era familiar.
En momentos de crisis perdieron la propiedad de sus tierras a manos de los bancos por estar
insolventes en sus pagos, lo que los llevó a engrosar las filas de los sectores marginales o masa
proletaria desempleada. La unidad campesina afronta serias dificultades ante cualquier
incidente: enfermedades, muerte del jefe de familia, accidente colectivo, mala cosecha que se
traducía en hambre; estas tragedias destruían su estabilidad.
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INTELECTUALES Y TRABAJADORES PÚBLICOS
Durante este periodo, se ofrecieron tierras y mejores salarios a los intelectuales. A los
colaboradores campesinos de la Liga Roja, formada durante el mandato de Alfonso Quiñónez,
les entregaron los cargos municipales de los pueblos y a los obreros les dieron granjerías
gubernamentales y viajes a México para observar el funcionamiento del sindicalismo.
Los estudiantes universitarios estaban en contra del régimen, entre ellos surgieron algunos
grupos radicales, influenciados por el marxismo. En 1918, Alfonso Quiñónez fundó la
organización conocida con el nombre de Liga Roja con el objetivo de que actuase como
mediador entre el gobierno y los trabajadores, incluidos los campesinos, con lo cual trató de
suplir la faltad de sindicatos y partidos políticos.
CLIENTELISMO SOCIAL Y POLÍTICO
El clientelismo es una relación entre una persona con poder político conocida como patrón y otra
conocida como cliente. El patrón ostenta una posición social alta, poder, influencia y recursos
que utiliza para proteger y beneficiar a su cliente quien, por lo general, corresponde a una
posición social y económica baja y busca obtener algún beneficio de esta relación.
El clientelismo lleva a la corrupción y al prevaricato. La relación de los clientes con el patrón no
se apoya únicamente en su interés por los favores que pueden recibir a cambio de su adhesión,
sino que está basada en la concepción que estos se forman, a partir de su experiencia del
funcionamiento del poder, y en las expectativas que así desarrollan.
El elemento material y específico de intercambio del clientelismo tiene así un efecto persistente
sobre las expectativas sociales y políticas de los participantes. Si bien la relación entre cliente y
patrón parte de un “favor fundacional” mediante el cual el patrón brinda una prestación al cliente,
no es este el factor más importante en la constitución del sistema, sino el conjunto de creencias,
presunciones, estilos, habilidades, repertorios y hábitos que la experiencia repetida, directa e
indirecta de estas relaciones provoca en los clientes.
TIPOS DE CLIENTELISMO
El café, durante los comienzos del siglo XX, continuó siendo la principal fuente de riqueza en El
Salvador, diversificándose con una pequeña explotación minera. Pero la tierra que producía esa
riqueza continuaba en manos de unos pocos terratenientes que apenas constituían el 2% de la
población. Entre 1880 y 1914, el valor de las exportaciones de café subió en 1 100%,
beneficiando a los dueños de las tierras. El café no pagaba impuestos directamente pero todas
las actividades e insumos que se requerían para su comercialización si tributaban. Las
importaciones de insumos y maquinaria ara los cafetaleros brindaron al Estado enormes
ingresos que llegaban a sumar cerca del 60% de la carga tributaria del país.
CLIENTELISMO EXTRANJERO
Al grupo de terratenientes se unieron los inmigrantes europeos, que arribaron al país entre los
años 1869 y 1872; pretendían acrecentar sus fortunas, vinieron a invertir sus capitales en la
producción, el financiamiento y la exportación del café y llegaron a ser partícipes del poder
económico de la época.
Estados Unidos se convirtió en el eje del sistema occidental capitalista, y su participación en la
economía latinoamericana creció a tal grado que se convirtió en el principal acreedor.
Es a partir de 1914 que las inversiones norteamericanas dieron un salto en América Latina. En
1908, los Estados Unidos hizo su primera inversión en el país bajo la forma de préstamo para la
minería. En el periodo de 1940-1944, la importancia de Norteamérica creció y Europa dejó de
tenerla, porque de la producción total de la exportación del café se estimaba el 84.7% para
Estados Unidos y el 5.2% a Europa; esto como resultado de la Segunda Guerra Mundial. Se
firmaron acuerdos comerciales, y sobre todo, la firma del Convenio Interamericano del Café en
1940, que salvó a la economía salvadoreña de una crisis profunda. Con todo esto se selló una
firme alianza con Estados Unidos, que fortaleció con los años, principalmente a nivel geopolítico.
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SURGIMIENTO DE LA NUEVA ÉLITE ECONÓMICA CAFETALERA
La élite cafetalera estaba conformada por los principales inversionistas y comerciantes en
especial con cultivos de exportación como el café y el algodón. Familias como los Álvarez,
Araujo, Dueñas, Duke, entre otras, descendían de los hacendados y comerciantes que habían
acumulado capitales y otros recursos mediante la producción el añil.
Algunas familias campesinas, mínimas, a través de los años fueron enriqueciéndose hasta
convertirse en terratenientes, propietarios de fincas y comerciantes. Ellos también fueron parte
de la oligarquía cafetalera, pero como provenían de los estratos económicos bajos no ejercían
gran influencia en la política económica del Estado. Esa era tarea de la élite oligárquica
cafetalera.
La fortuna de algunos de los finqueros tenía su origen en el añil, otros eran inmigrantes que
habían llegado al país con la expansión cafetalera y en poco tiempo diversificaron su capital
invirtiéndolo en artesanías y comercio, además tenían capacidad para otorgar préstamos al
Estado.
Los pequeños y medianos productores de café solicitaban al Gobierno o al grupo cafetalero
cambios en el sistema de financiamiento del café. Lucharon por la creación de un banco del
Estado que les prestara dinero a una tasa de interés mucho más baja que la de los usureros.
En 1934, el Presidente de la República, general Maximiliano Hernández Martínez fundó el Banco
Hipotecario para responder a sus requerimientos. Esta elite manipuló los procesos de cambio
político para mantener la estabilidad y el orden económico, en pocas décadas convirtieron al
país en el principal exportador de la región, a pesar de haber empezado su producción
cafetalera posteriormente a los otros países del área.
Para esta elite, la ciudad capital se convirtió en el lugar ideal para comerciar, como asiento de
las principales instancias de gobierno y en espacio selecto para la sociabilidad y el
enriquecimiento espiritual. Los grupos sociales que antes cohabitaban dentro de un mismo
espacio urbano sufrieron una creciente segregación, según la clase.
CARACTERÍSTICAS DE LA NUEVA ÉLITE ECONÓMICA
Los grandes cafetaleros casi siempre pagaban el café entregado el producto a un precio
bastante inferior al del mercado internacional. Si el productor acumulaba deudas que no podía
pagar, el acreedor tomaba posesión de sus tierras o las vendía para recobrar su inversión, de tal
forma que la incapacidad de pago por parte de los productores fue uno de los mecanismos que
permitió al grupo dominante acumular mayores extensiones de tierra.
Los productores más débiles eran los que con mayor frecuencia se veían obligados a entregar
sus tierras al financista, o bien venderlas para saldar la deuda. También los terratenientes que
dependían de los préstamos para producir debieron compartir sus ganancias con los financistas.
Los grandes productores pedían cambios en el sistema de financiamiento del café y hasta se
aliaron con los productores medios y pequeños con el fin de adquirir más fuerza para enfrentar al
sector más poderoso del grupo dominante. Durante varias décadas, los integrantes de esta
alianza lucharon por la creación de un banco estatal que prestara dinero a una tasa de interés
razonable y permitiera mayor flexibilidad en los pagos, especialmente en tiempos de crisis
económica. No fue hasta el 18 de diciembre de 1934 cuando los productores vieron culminada
su lucha con la creación del Banco Hipotecario. La nueva élite económica llevaba una vida de
ostentación, requisito para ser aceptado socialmente como miembro del grupo dominante.
Construían majestuosas casas, teatros y centros de diversión, trataron de imitar costumbres y
modas europeas. Esto contribuyó a que ricos y pobres se sintieran cada vez más distantes unos
de otros.
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