Final en blues

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TEXTO 3
Final en blues
“Un aspecto común a todas estas aportaciones nuevas se encuentra dominado por la
crítica y por la crisis, que anuncia la necesidad de novedades. Claro que esta exigencia de
novedad se ha repetido muchas veces en la historia de la filosofía. Kant se opuso a la
tradición racionalista, sabiendo lo que hacía; Hegel reivindicó la novedad de su pensamiento
y Nietzsche levantó su obra sobre la crítica a cuanto le había precedido.
Pero existe una diferencia: en la actualidad es posible hablar de una crisis del alcance de
la filosofía, del sentido del discurso filosófico y del alcance mismo de las categorías de
análisis. Es decir, la crisis afecta de modo interno al ejercicio de la filosofía y califica sus
conclusiones. Y es en esa crisis interna, que muestran las aportaciones de Quine o Davidson,
Deleuze o Derrida, Nozick o Rorty, donde deben situarse las aportaciones más significativas de
la filosofía reciente. Una crisis que exige pensar de modo nuevo los conceptos esenciales de la
filosofía y la posibilidad misma de su existencia.
Nunca como ahora es posible contar con tantas aportaciones y con un panorama tan
fragmentado de referencias. En nuestro tiempo no es nada sencillo abarcar la abundante
producción filosófica. Y es difícil recomendar «lugares de peregrinación» filosófica o «maestros
de pensamiento» como parecían existir en otras épocas. La abultada productividad es
también un rasgo de otras disciplinas, y un rasgo de nuestra sociedad, que necesita producir
siempre nuevas cosas para poder seguir viviendo, aunque esas nuevas producciones apenas
puedan recibir una cierta atención. Esta amplia producción fomenta, de modo obsesivo, la
necesidad de conocer lo nuevo, el conocimiento puntual de cuanto aparece en cada momento.
Sin embargo, el estudio de lo más reciente puede hacer olvidar algo esencial a la
filosofía. Esta nunca vive de la última novedad y no es nunca equivalente a la reconstrucción
erudita de un autor o al conocimiento exhaustivo de una bibliografía especializada. Se
impone distinguir entre el simple conocimiento erudito y profesional y la atención a los
grandes temas y problemas que han configurado la historia reciente de la filosofía.
La abundancia de producción escrita no debe eliminar los necesarios filtros que permiten
convertir al estudio técnico en un acto de conocimiento apasionado, que es lo que ha
pretendido ser siempre la filosofía. En suma, un acto de «visión» en el que un autor
determinado «narra» cómo ha «visto» su tema de estudio. Algo que, es necesario advertirlo,
puede peligrar cuando la filosofía se convierte en asunto de conocimiento excesivamente
profesionalizado y, sobre todo, cuando está pendiente de la moda «que se lleva» para
congraciarse con ella.
Junto a la dificultad de construir un verdadero conocimiento y una verdadera visión, hay otro
problema que afecta a la filosofía contemporánea. Muchas de las ideas más relevantes que
puede analizar un filósofo en nuestros días no provienen del ámbito interno de la filosofía, sino
de otras disciplinas y campos de análisis. Hoy día, cuestiones procedentes de la psicología, de la
sociología, de la teoría literaria; de la física, la biología o la cibernética poseen un interés
decisivo. Y la filosofía no puede abandonarlas, sino que debe pensarlas de nuevo e integrarlas
en su ámbito de análisis.
Tampoco es esto nuevo: Descartes sabía muy bien que Galileo había planteado cuestiones muy
relevantes y Nietzsche transportó al ámbito de la filosofía su conocimiento de la cultura griega.
En semejante ampliación de intereses, la filosofía no queda aniquilada, sino que se
enriquece de un modo decisivo. Pues ella posee siempre una libertad de objetos, aunque no
tenga tanta libertad de análisis. La filosofía del futuro debe, necesariamente, incorporar
nuevos ámbitos de análisis. En realidad, es algo que hemos visto cumplido en el desarrollo
de la filosofía más reciente. Pero sólo cumplido a medias.
Es momento de concluir. Comencé mi ensayo con una licencia metafórica que lo
comparaba con un caleidoscopio. Era aquella una metáfora de la vista. Quisiera concluirlo
con otra licencia; pero ésta posee un carácter musical. Pienso que gran parte de la filosofía
más reciente puede entenderse como un magnífico blues. Esta es una afirmación que me
exigiría escribir de nuevo este libro con un tono diferente. Porque es arriesgada y peligrosa.
Recordemos que el blues es un estilo musical, vocal e instrumental, creado por los negros
norteamericanos (o afroamericanos) a finales del siglo XIX en las plantaciones del delta del
Mississipi. El llamado blues una forma musical compleja, con misteriosas «notas azules»,
acompañadas de inflexiones desgarradas en las que la repetición no es nunca mecánica y en
la que se exige un diálogo entre la voz humana y los instrumentos de cuerda. Su influencia
en la música del siglo XX ha sido muy notable, como resulta bien sabido y se encuentra en
el corazón del jazz y de muchas formas de música popular. El blues es una de las más
importantes aportaciones de la cultura norteamericana, y fue una creación de antiguos
esclavos, que parecían añorar una forma de vida diferente. En el blues, los antiguos esclavos
fueron los verdaderos señores de sus amos blancos, y esta música representó el triunfo
paradójico de la esclavitud. Que fue, también, un triunfo de la diferencia.
El blues siempre parece mostrar una crisis interior, una transformación profunda, un
conjunto de actitudes propias y un estilo siempre original. Y, lo que es muy importante, el
blues es siempre una atmósfera, que encuentra en el desgarro su lugar y en la posibilidad
de crear mil variaciones sobre un tema su riqueza. Quizás la filosofía contemporánea se
asemeje a un blues. Con tonalidades precisas, llena de desgarros y melancolía, que exigen
una respuesta y provocan siempre el silencio que precede a una conversación auténtica y llena
de sentido.
Pero ampliar esta comparación exigiría seguir escribiendo sobre otros temas. Aquellos
temas de los que podría ocuparse una filosofía del futuro. Muchos de ellos no parecerían tan
nuevos ni estarían de moda. Pues los temas realmente importantes son siempre nuevos; casi
nunca son novedosos.”
(IGNACIO IZUZQUIZA: Caleidoscopios. La Filosofia occidental en la segunda mitad del
siglo XX , (pp.210-211)
CUESTIONES PARA RESOLVER
1) ¿Qué problemas afectan a la filosofía contemporánea según el autor del texto?
2) En el texto el autor afirma que la filosofía debe pensar de nuevo e integrar en su
ámbito ideas y temas que proceden de otros ámbitos (psicología, sociología,
literatura, física, biología, cibernética…etc) . Haz un listado de esas posibles ideas o
temas.
3) Comenta (en 15 líneas) la siguiente afirmación que hace el autor de este texto:
“Quizás la filosofía contemporánea se asemeje a un blues. Con tonalidades
precisas, llena de desgarros y melancolía, que exigen una respuesta y provocan
siempre el silencio que precede a una conversación auténtica y llena de sentido”.
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