Eldebate científico y literario de Manuel T. Podestá

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El debate
científico y literario
en tomo de Irresponsable
de Manuel T. Podestá
Graciela Nélida Salto
Instituto de Análisis Semiótico del Discurso
Universidad Nacional de La Pampa - CONlCET
Resumen
La publicación en 1889 de Irresponsable, la primera novela del
médico Manuel T. Podestá, provocó en los diarios La Nación y La Prensa
un intenso debate, no sobre los valores estéticos de la novela, sino sobre
la tesis científica que sostenía la configuración del protagonista, el llamado "hombre de los imanes". En este debate, sobresalió el contrapunto epistolar entre un conocido jurista de la elite local, Norberto Piñero, yel autor
de la novela, un miembro prominente de la elite italiana en la ciudad de
Buenos Aires.
A partir de las disidencias en tomo de la teoría de la degeneración
congénita, registradas entre los grupos francés e italiano en el Segundo
Congreso de Antropología Criminal realizado en París tan sólo unos meses
antes de este debate, Piñero y Podestá discuten la verosimilitud clínica y
jurídica del "hombre de los imanes". Esta discusión permite observar a su
vez las diferencias étnicas, sociales e ideológicas inherentes al grupo de escritores considerados los gentlemen argentinos.
Desde los primeros comentarios publicados en la prensa hasta las perspectivas producidas en los últimos años, la crítica observó en las dos últimas décadas del siglo diecinueve la
"relación armónica y convergente
de temas y valores que se
establece entre el ensayo «científico» y la ficción narrativa"
(Vezzetti 1989: 551). La publicación de algunas obras de este período generaba además una discusión, reproducida en los
Anclajes. Revista del Instituto de Análisis Semiótico del Discurso II.2( 1998):77-103.
Graciela Nélida Salto
periódicos de mayor tirada de la ciudad de Buenos Aires, sobre las ideas científicas ficcionalizadas
en cada una de ellas.
Si bien algunas críticas abordaban aspectos del estilo literario,
la mayoría centraba su argumentación
en el análisis de las te-
sis científicas o en la discusión de los saberes que permitían
explicar la personalidad y/o la conducta de los personajes.
Es-
tos comentarios provocaban, a su vez, extensos debates protagonizados por los autores médicos o juristas entre sí y, también, por algunas otras figuras del incipiente espacio intelectual configurado en tomo de los centros de interés científico y
cultural de la época'. La extensión, la persistencia y el carácter polémico de estos debates me han llevado a observar,
por
una parte, la múltiple imbricación literaria de saberes, que todavía no habían alcanzado el grado de formalización
necesa-
ria para ser considerados científicos -como en este caso, la antropología criminal italiana-, y las controversias
científicas y
literarias suscitadas a partir de su ficcionalización,
que, la ma-
yor parte de las veces, fue anterior o paralela a su presentación
en instituciones, formaciones y centros de divulgación científica y operó como una estrategia de interacción cultural entre
grupos étnicos y sociales en conflicto. Me limitaré aquí a analizar esta problemática en Irresponsable
de Manuel T. Podes-
tá, como muestra de los problemas que estoy investigando en
un corpus mayor'.
Los espacios para el debate
La publicación de Irresponsable,
en 1889, desencade-
nó en los diarios La Nación y La Prensa una larga serie de comentarios firmados, en general, por autores de prestigio en el
ámbito cultural.
Dentro de la serie, y de acuerdo con los há-
bitos de la época, la modalidad epistolar predomina sobre los
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Irresponsable
artículos
O
las reseñas críticas, con la consiguiente puesta en
escena de los protagonistas del proceso de recepción del texto: frente al emisor médico Podestá se alinean los destinatarios
médicos o legistas, José María Ramos Mejía y Norberto Piñero entre los más renombrados'. A pesar de que cada uno de los
comentarios comienza o culmina con un párrafo elogioso sobre los valores estéticos de la novela, el debate se centra, en la
mayoría de los casos, en la tesis científica sustentada por el narrador médico. Juan Coustau discute la conformación del personaje a partir de la teoría sobre la influencia del medio ambiente; Eduardo Sáenz, desde la teoría de la herencia; Norberto Piñero, a partir de la psicología experimental; y el autor, defiende los últimos avances en el estudio del cerebro. Se hace
evidente entonces que los primeros destinatarios de la novela
no consideraron
al hombre de los imanes como un personaje
de ficción y lo estudiaron, en cambio, como un caso clínico
descripto, no por el narrador, sino por el médico Podestá.
El ámbito de las ciencias médicas, la Facultad de Medicina especialmente, fue propuesto como el espacio del enunciado y desde allí se sustentaba y se atacaba la tesis de la novela, soslayando
las características
literarias de la enuncia-
ción. La carta de José María Ramos Mejía, por ejemplo, propone la Facultad de Medicina como referente espacial del relato y, al recordar sus predicciones sobre las aptitudes novelísticas del entonces estudiante de medicina, continúa el núcleo
"obra de un médico literato", originado en la primera reseña
anónima reproducida en La Nación:
Este libro tiene para mí un doble atractivo: ser muy
bueno, ante todo, y ratificar elocuentemente un pronóstico
que hice hace diez o doce años en las aulas de la facultad de
medicina (...) Este pronóstico era que U. iría lejos con su
pluma original y analítica. (La Nación, 31 de enero de 1890)
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Graciela
NéJida Salto
De hecho, Podestá no sólo había sido compañero
de
estudios de Ramos Mejía sino que también se había desempeñado, en 1880, como profesor sustituto de la cátedra de "Patología Interna, Enfermedades
mentales y de niños". La Facul-
tad de Medicina era, entonces, uno de sus ámbitos de trabajo
profesional y el prestigioso claustro de profesores de esa institución, uno de sus grupos de referencia.
Sin embargo, su
práctica médica y escrituraria deja entrever en Podestá ciertas
diferencias ideológicas respecto del grupo médico de origen
patricio que ocupaba la mayor parte de los cargos docentes de
la Facultad. Parecería que, más allá de las fluidas relaciones
que mantenía con los miembros de la elite local, una compleja trama de seducción y de conflictos lo alejaba de las posiciones más relevantes en el campo médico.
Podestá pertenecía, según testimonian los documentos
de la época, a una de las familias principales de la elite italiana. Su padre era un genovés que había llegado al país con ciertos recursos económicos y había alcanzado prestigio y dinero
en la comunidad italiana de la Argentina. El negocio del estaño y la inversión inmobiliaria habían potenciado la economía
familiar y su participación en el grupo dirigente de la colectividad'. El nombre de don Giovanni Podestá figura, en 1861, en
el acta de fundación de la Sociedad Nazionale Italiana; en la
colocación de la piedra fundamental del Hospital Italiano "<un
grosso blocco di granito rosso" donado por el mismo Podestá;
y en el Comitato Onorario de la Prima Esposizione Italiana
inaugurada por el presidente
Roca el 20 de marzo de 1881
(Blasi 1976: 69-70)5. Es decir, en cada una de las instancias en
las que debieron de reunirse "le persone piú influenti della Colonia" (Zuccarini 1910: 403), el padre de Podestá estuvo allí.
No sorprende,
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en consecuencia,
que Manuel Podestá haya
Irresponsable
contado con el estímulo y con los recursos necesarios para estudiar en el Colegio Nacional y en la Facultad de Medicina de
Buenos Aires, donde conoció y fue compañero de muchos de
los más ilustres gentlemen argentinos. Todavía estudiaba Cané
cuando ingresó al Colegio Nacional e hizo la carrera de medicina acompañado, entre otros, por Holmberg, Luis Güemes y
Ramos Mejía", miembros todos de las familias que habían participado en las luchas por la independencia y que, en su mayoría, habían permanecido proscriptas durante el período rosista.
Junto a ellos, Podestá comienza un derrotero de encuentros sociales y desencuentro s discursivos que pone en evidencia la
compleja y heterogénea configuración étnica, social e intelectual del grupo dirigente. Hilda Sabato yEma Cibotti han analizado, en los últimos años, la interacción en la esfera pública
porteña de la elite italiana, también llamada "colonial", junto
con la elite local. "Con estilos diferentes, -señalaron- las facciones de esa dirigencia
establecieron
complejas relaciones
con distintos sectores del poder político local, vínculos cambiantes, las más de las veces muy sensibles a las coyunturas
nacional e internacional."
(1990: 23). La figura de Podestá pa-
rece formar parte de esta trama de relaciones étnicas, políticas
y culturales. En cuanto hijo de uno de los hombres dilectos de
la colonia italiana, trabajó activamente en pro de la comunidad
de origen; pero, como médico egresado de la universidad argentina, participó también en muchas de las actividades profesionales y sociales de los jóvenes patricios, a pesar de que uno
de sus más conspicuos integrantes diga recordar, apenas, algunos encuentros casuales con él'.
Sus prácticas médicas las realizó en el viejo Hospital
General de Hombres, demolido cuatro años después de que él
se recibió, y apenas egresado, comenzó a trabajar en el Hospi81
Graciela Nélida Sallo
tal Italiano fundado, entre otros, por su padre. Desde allí desarrolló una intensa tarea de divulgación de nociones de higiene y sanidad pública, tendientes a mejorar la situación social
de los italianos residentes en la ciudad de Buenos Aires, que
matiza peculiarmente
su figura de médico escritor. Creía en-
tonces que:
La responsabilidad del individuo está en armonía con su
grado de cultura.
Arrojar al hombre la mayor suma de beneficios, arrancándole de una situación miserable para incorporarle a las
filas del trabajo, es transformarlo en un ser, capaz de corresponder dignamente a las necesidades de la comunidad.
Darle espacio suficiente, aire puro, alimentos sanos, vincularlo, en una palabra, a una existencia menos penosa y menos amenazada por las enfermedades
y por los vicios.
Tanto al higienista, como aljilosofo, le corresponde la intervención directa en estas cuestiones, de suma trascendencia para cambiar la faz de esas pequeñas sociedades donde
la anarquía de las costumbres hace que se pervierta la moral del individuo por la degradación física." (Podestá 1878:
36. El énfasis es mío).
El mejoramiento
de las condiciones
vida cotidiana de los inmigrantes
materiales de la
-vivienda, aire, alimenta-
ción, trabajo- está en el centro del pensamiento higienista de
Podestá, pues cree que lo material incide sobre lo moral y lo
moral, a su vez, determina lo orgánico. Esta triple implicación,
y los postulados que en ella se entrecruzan,
articulan su prác-
tica médica y escrituraria y señalan sus similitudes y diferencias respecto de los otros médicos y funcionarios sanitarios del
período. Mientras que el énfasis sobre la necesidad de reforma
de las condiciones materiales que rodean la vida de los pobres
lo acerca, por ejemplo, a las ideas precursoras de Guillermo
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Irresponsable
Rawson, la consideración del poder determinante de lo material sobre lo moral lo distancia, en cambio, de las opiniones de
sus compañeros de estudio. Quizá las huellas más significativas de la relación ambivalente de Podestá con el grupo de intelectuales, nucleados en torno de los espacios de poder, se hallen en la carta a Emilio Coni, incorporada
"Reminiscencias"
con el título de
como prólogo al volumen Niños. Estudio
médico social, editado por la imprenta de La Patria Italiana
en 1888, y en el debate que mantuvo con Norberto Piñero, entre el 25 de febrero y el 16 de marzo de 1890, en el diario La
Nación. La carta destinada a Coni, en la cual Podestá opone
paródicamente un estudio anterior del higienista centrado en la
estadística -Mortalidad y morbilidad infantil- a este libro suyo, escrito "para las gentes", ha sido objeto de un artículo an-
terior". Me centraré aquí, en cambio, en el debate registrado en
La Nación entre Piñero y Podestá, en la medida en que este
contrapunto aparece como una muestra evidente de las tensiones no literarias generadas por la publicación de ciertos textos
que, según el mismo Piñero, debían de ser considerados "trabajos literarios", a pesar de su dudosa clasificación genérica.
Una guerra ... de ideas
Entre el 10 y el 24 de marzo de 1889, La Tribuna Nacional -el diario de Mariano de Vedia- había publicado, en su
folletín, tres capítulos de Irresponsable.
A fines del mismo
año, apareció el libro completo con pie de imprenta, también,
de La Tribuna Nacional.
Desde las aulas del colegio hasta el
manicomio del último capí.tulo, el libro narra las vicisitudes
del hombre de los imanes, un "ser transformado, sucesivamente por la neurosis, por el alcohol, por la mancha hereditaria,
que fue agrandándose con los años, hasta eclipsar su persona-
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Nélida Salto
lidad" (Podestá 1889: 214). Un examen de física en ellegendario colegio de la elite porteña, el anfiteatro del viejo hospital de hombres, la "suntuosa casa" de un profesional exitoso,
un comité partidario, el depósito de una comisaría y, finalmente, un manicomio, son los escenarios elegidos para la observación y el análisis de este caso ficcional presentado como un caso clínico -"una secreción cerebral patológica"-, y también un
caso jurídico: un irresponsable. Entre uno y otro espacio, la
trama articula en varias escenas, con escasa conexión narrativa entre sí, diferentes momentos de la vida del hombre de los
imanes.
Entre el 25 de febrero y el 16 de marzo del año siguiente, Norberto Piñero publicó en La Nación las dos cartas ya citadas con la intención manifiesta de discutir la configuración
científica de este personaje.
Entre una y otra carta, el mismo
diario publicó también una extensa réplica de Podestá que
apareció el 8 de marzo de 1890. En la primera de las cartas,
Piñero advierte dos propósitos en la escritura de Irresponsable: uno ejemplar y otro costumbrista.
Este último, dice, pri-
ma sobre el primero: "las descripciones
electorales,
procedimientos
de lugares, prácticas
en las comisarías, etc., etc., (...)
han sido ejecutadas vigorosamente
y con una clara percepción
de la realidad". El primer propósito, en cambio, ha fallado,
pues, aunque el hombre de los imanes pueda ser un personaje
"literariamente
verosímil, es un tipo único, singularísimo, una
creación de la que sólo existe ese ejemplar", por 10 tanto no
puede ser considerado ejemplo de teoría científica alguna. En
opinión de Piñero, Podestá
ha querido "demostrar
con su
ejemplo cómo, entre los dos grandes elementos, la constitución orgánica y psíquica hereditariamente
adquirida y el am-
biente social y físico que determina las resoluciones
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indivi-
Irresponsable
duales, la actividad, la acción y la manera general de ser de un
sujeto, el primero ejerce mayor influjo, predomina sobre el segundo." Pero ni la teoría de la herencia ni los postulados de la
degeneración
congénita podrían justificar -en su opinión- los
actos psíquicos de este personaje literario, propuesto
como
ejemplo de determinación hereditaria. Ni "el germen del alcoholismo en la sangre" ni un carácter "nativamente
malo" al-
canzan para ubicar al personaje en el grupo de los irrecuperables y, por esta razón, Piñero concluye que "el hombre de los
imanes es imposible" desde el punto de vista psicológico. En
sus argumentos lógicos y discursivos resuena la disputa que
había enfrentado sólo unos meses antes, en el Segundo Congreso de Antropología
Criminal realizado en París en 1889, a
la delegación francesa con la italiana sobre una cuestión de
larga data: la teoría sobre la degeneración hereditaria.
Desde hacía varias décadas, la herencia se había transformado en una temática dominante que, desde la biología,
atravesaba el discurso social. La relación entre alcoholismo,
herencia y degeneración, difundida a través de numerosos tratados médicos y no menos exitosas ficciones literarias
10,
había
contribuido a ampliar el campo de intervención médica desde
la cJinica hacia prácticas de prevención higiénica y mejoramiento social para el tratamiento de los sujetos irresponsables.
Proyectos tan disímiles como la historia de Francia de HipolIyte Taine, el ciclo de los Rougon-Macquart
de Émile Zola
o la psicología de las multitudes de Le Bon, compartían una
común matriz hereditaria y degeneracionista.
En Francia, sin
embargo, donde las ideas darwinistas no habían sido recibidas
con el mismo entusiasmo que en el resto de Europa, la teoría
lamarckiana de la preeminencia del medio parecía prevalecer.
En Italia, por el contrario, la llamada antropología criminal ha-
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bía enfatizado los alcances programáticos de las ideas darwinistas sobre la clasificación de las especies para el análisis de
la degeneración y Cesare Lombroso había publicado, en 1876,
su famoso L'uomo delinquen te studiato in rapporto alla antropologia, alla medicina legale et alle discipline carcerarie un "libro de mano cuya importancia somos los primeros en
aplaudir", diría Podestá"-.
El atavismo lombrosiano,
con su
atractiva galería de imágenes de rasgos criminales, acentuaba
la determinación orgánica en la configuración hereditaria y desestimaba, en cambio, la importancia del medio en la regeneración de los individuos. Sus planteas iniciales, diversificados
y enriquecidos
por Raphael Garofalo, Enrico Ferri y Scipio
Sighele, entre otros colaboradores
y discípulos, se difundían,
desde 1880, a través de los Archivio di psichiatria, antropologia criminales e scienza penales, antecedente ineludible de los
Archivos de Criminologia, Psiquiatría y Medicina Legal que,
en Buenos Aires, dirigiría Ingenieros entre 1902 y 1913 Y en
cuyo Comité de Redacción figuraría también Podestá.
La difusión en el Río de la Plata de este debate originado en Europa, entre franceses e italianos, había provocado
tantas adhesiones enfáticas como escépticas disensiones.
el Primer Congreso de Antropología
En
Criminal, realizado en
Roma en 1885, los delegados franceses ya habían confrontado
abiertamente
la doctrina lombrosiana del atavismo, que pre-
veía la regresión hacia estados de evolución más primitivos,
sin dejar de reconocer, sin embargo, los aportes decisivos de
Lombroso al avance de la antropología criminal. Habían propuesto, sin embargo, desplazar el centro de atención desde lo
orgánico hacia la influencia del medio en la configuración del
criminal. En el Segundo Congreso, el realizado en París, las
diferencias se acentuaron y la polémica contribuyó a desplazar
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Irresponsable
a Lombroso, y sus seguidores más directos, del centro de decisiones sobre políticas penales y penitenciarias".
La disputa entre ambas posiciones puede leerse en los
comentarios que siguieron en Buenos Aires a la publicación
del libro de Podestá. La carta de Eduardo Sáenz, por ejemplo,
pone en evidencia la trama de seducción "moderna", pero también de sospecha, que rodeaba, hacia 1890, los postulados atávicos de la escuela italiana:
... la teoría que entraña su héroe [se refiere al hombre de los imanes] presupone una filosofía fatalista
que no sé hasta qué punto se hallará sostenida por
la ciencia contemporánea. Desde luego es moderna
y se hace accesible a la razón por su consonancia
con los principios más adelantados; pero la última
verdad todavía no se ha pronunciado,
y los sabios
tendrán mucho que pensar y que decirnos antes [de]
que podamos fundar nuestra escuela literaria sobre
bases tan inseguras como las que hoy día nos ofrecen. (La Prensa, 1 de febrero de 1890)
En la carta de Juan Coustau, publicada el mismo día
que la anterior pera en La Nación, la prudencia de Sáenz es
reemplazada ya por el rechazo directo de los postulados de la
antropología criminal:
...no soy partidario de las doctrinas antropológicosociales que allí [en Irresponsables se desarrollan, y
que vulgarizadores mediocres han querido en nuestros tiempos llevar a la categoría de verdades inconclusas, llamándolas
la última expresión de la cien-
cia. (La Nación, 1 de febrero de 1890)
Finalmente, en las cartas de Piñero y Podestá, las posturas que los dos grupos habían sostenido en el reciente con-
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Graciela Nélida Sallo
greso de París, son defendidas y atacadas por cada uno de los
contendientes",
Si bien el primer comentario crítico de Piñero
abundaba en acotaciones sobre los aspectos literarios de la novela, la segunda parte de la carta se centra en la discusión de
la tesis que sostendría lógicamente la figura del protagonista.
El jurista muestra allí su predilección por la orientación francesa de la teoría degeneracionista.
El medio, según Piñero, ha-
bría influido más que los factores hereditarios en la configuración de este individuo de ficción. De acuerdo con las discusiones sobre la tesis lombrosiana que se habían producido en el
Congreso, Piñero exalta la función del medio en la configuración del criminal y, en consecuencia, la posibilidad de su regeneración a través del sistema penal:
Hace Ud. una excursión a la antropología
criminal y recuerda varios datos y algunos rasgos
anatómicos atribuidos a los delincuentes por Marro,
Lombroso y otros.
Soy el primero en reconocer la importancia de las
investigaciones de esos sabios, los descubrimientos
con que han enriquecido la ciencia y el gran valor
de sus doctrinas; pero le observo que el señalamiento anatómico de los delincuentes es la parte menos
comprobada y más discutida de sus teorías. (...)
En el reciente congreso de antropología criminal
celebrado en París, Jos caracteres somáticos que
Lombroso y otros asignan a los criminales han sido
objeto de vivas controversias.
Recuerda, entonces, la ya famosa frase de Alexandre
Lacassagne,
el líder de la delegación francesa en el Primer
Congreso de Roma, que tendría, por cierto, notoria resonancia
en el discurso argentino.
Apelando a una metáfora de origen
pasteuriano, Lacassagne había establecido una "fórmula que -
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f rresponsable
según Piñero- ha hecho camino y cuya exactitud se impone:
«El medio social, ha dicho, es el caldo de cultura [sic] de la
criminalidad; el microbio -es el criminal- un elemento que no
tiene importancia sino cuando encuentra el caldo que le hace
fomentar»."'4. La metáfora microbiana, que trasladaba el énfasis desde la degeneración nata hacia la influencia del medio en
la conformación del criminal, aparecería también en varios
textos de la década siguiente a medida que las hipótesis lombrosianas se iban desdibujando tras el auge de los estudios psicológicos.
La réplica de Podestá descarta los comentarios literarios de Piñero y rescata, en cambio, sólo la discusión científica. El hombre de los imanes es, dice, "una secreción cerebral
patológica", "un cerebro, nada más que un cerebro que obedece a la repercusión del movimiento que tiene lugar en la intimidad de sus agrupaciones moleculares" y convoca en su aval
la anatomía patológica y la escuela criminológica italiana. La
primera formaba parte de los avances médicos que más consenso habían alcanzado en la época; la segunda, señalaba, en
cambio, un área de conflicto en el seno de la elite médica porteña. Mientras algunos de sus miembros manifestaban -como
en tantas otras oportunidades-
su preferencia por las teorías
surgidas en el campo intelectual francés, Podestá apeló a los
postulados de la escuela positivista italiana para la defensa de
su personaje.
Varios años después, en 1921, Rodolfo Ri varola describiría la expectativa que estas ideas habían suscitado en el
grupo intelectual
porteño:
La novedad [la antropología criminal italiana] había movido una legión de adeptos y propagandistas y suscitado
gran discusión en todo el mundo. Era una guerra ... de
ideas, de la cual debería con el tiempo fijarse las conse-
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Graciela Nélida Salto
cuencias un poco más debajo de cuanto el entusiasmo del
momento prometía. Visto a la distancia resulta aquél uno
de los más bellos episodios en la historia intelectual y social de la civilización europea reflejada en América. (Rivarola 1921: 8. El énfasis es mío)
En esta "guerra ... de ideas", Piñero habría contribuido
inicialmente
a difundir las ideas de la antropología
criminal
italiana, pero, al mismo tiempo, habría observado su disidencia respecto de algunas cuestiones. Como puede observarse en
su debate con Podestá, á escasos tres años de haberse hecho
cargo de la cátedra de Derecho Penal, Piñero ya manifestaba
sus diferencias con la ortodoxia de la Scuola positiva.
rola enfatizará, precisamente, esta apropiación
nuevas "doctrinas";
Riva-
ecléctica de las
Cupo a Pi ñero el honor y la gloria de poner a su cátedra al
corriente de aquella lucha [la de los defensores o detractores de la antropología
criminal italiana], e informarla de la
nueva doctrina con la prudencia y serenidad propias de su
equilibrado
temperamento.
Su programa comprendió
las
cuestiones entonces planteadas por la nueva escuela, y por
la posición intermedia de la llamada política penal, que tuvo por órgano a la Union internationale
de droit penal,
fundada por un belga, Adolfo Prins, un alemán, van Liszt
y un holandés, van Hamel. (Rivarola 1921: 8. El énfasis es
mío)
En respuesta a la carta de Podestá, Piñero publica, una
semana después, una segunda y extensa carta en la que abandona los comentarios estilísticos sobre la novela y se centra,
por una parte, en la defensa de la teoría de la influencia del
medio en la configuración de la irresponsabilidad,
y, por otra,
en la defensa de la psicología experimental. La primera cues-
90
Irresponsable
tión permitía desplazar a los médicos del centro del diagnóstico criminal:
crimen resulta de la intervención del medio y del elemento vital [predisposición orgánica, fisiológica, anomalía psíquica]. Ambos son indispensables. El uno sin el otro nada
vale. El medio representa el papel más importante. Por eso
El
la explicación
secundariamente
del crimen es principalmente
sociológica
y
biológica. (Piñero, 16 de marzo de 1890)
La otra cuestión -la defensa de la psicología- ponía en
escena un foco de conflicto de no menor importancia. "El valor de los rasgos y' estigmas anatómicos -dice- es muy secundario, alIado de los caracteres psicológicos, para la detenninación de los tipos y de las categorías de los criminales. En estos caracteres se fundan las clasificaciones
más recomenda-
bles." No sólo es discutible, para Piñero, el valor de la herencia biológica en la configuración
de la irresponsabilidad
sino
que -desde una posición psicologista que anticipa las discusiones generadas, unos años después, a partir de la enseñanza de
la psicología experimental-
discute también la pertinencia de
los rasgos o estigmas anatómicos".
En opinión de Podestá, en
cambio, los principios psicológicos propuestos por Pi ñero carecen de legitimidad científica alguna: "Sospecho que la psicología experimental tendrá que andar mucho tiempo pidiendo prestado sus abstracciones
a la metafísica antes de entrar
francamente en su propio laboratorio para constituir sus doctrinas depuradas de todo error tradicional o inducción especulativa." Cree, por el contrario, que la antropología
criminal
-en la versión de Lombroso y de Garófalo, específicamenteofrece todo un cuerpo de herramientas conceptuales
drían articularse provechosamente
que po-
con las de la fisiología ex-
perimental y las de la anatomía patológica.
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En este cruzamiento entre biología, psicología y criminalidad que caracterizó la formación del campo médico a fines
del siglo diecinueve, no es Norberto Piñero sino Podestá -paradójicamente-
uno de los autores que Ingenieros recuerda en
su semblanza de los antecedentes de la psicología en la Argentina. Dice "Páginas interesantes
[de psicología] se deben al
doctor Manuel T. Podestá, alienista distinguido y delicado espíritu literario" (1910: 56). De hecho, como una muestra más
de los vaivenes y paradojas de un campo intelectual en proceso de formación, pero también del estatuto científico mismo
de ciertas disciplinas, es necesario recordar que, a pesar de su
acendrado biologismo inicial, una década después Podestá forma parte junto con Norberto Piñero de los cuarenta socios "no
todos psicólogos ni inmortales" -en palabras de Ingenieros- de
la Sociedad de Psicología de Buenos Aires, fundada en 1908
(Ingenieros 1916: 71, nota 22).
Finalmente, este debate tenaz y minucioso en tomo de
las teorías científicas,
que explicarían
la configuración
del
hombre de los imanes, pone de manifiesto hasta qué punto un
personaje de ficción era leído en la época como un caso clínico no ficcional, y cómo la discusión de teorías científicas podía interesar, además, al público de los diarios de mayor circulación. El personaje de ficción no sólo es configurado corno un
caso clínico o jurídico sino que, además, es leído como tal.
Esta lectura es la que produce un sinnúmero de discusiones en
tomo de la adecuación científica del caso planteado y la representación literaria del mismo, pues se hace patente la contradicción inherente a la tendencia multiplicadora
de la ficción
frente a la propensión a la unicidad del caso. En la novela, la
descripción de múltiples escenas y detalles favorece el efecto
de realidad, pero es percibida a su vez como una complicación
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1rresponsable
que distrae de la tesis central. Por esta razón, quizá, en el resto de las reseñas, y en el inicio del comentario de Piñero mismo, el acento está puesto en la aparente dificultad para clasificar el libro en alguno de los géneros literarios conocidos y no
en el principal problema de la novela que -según Piñero- era la
inadecuación del caso a teoría psicológica alguna.
Un libro difícil de clasificar
El 25 de enero de 1890, un breve comentario de La Nación, anunciaba la publicación de Irresponsable,
"novela de
que es autor el distinguido médico literato, Dr. Manuel T. Podestá" y la próxima aparición de "un detenido análisis". Al día
siguiente, el diario publica, sin firma, el análisis anunciado:
He aquí un libro difícil de clasificar por su forma. ¿Es una
novela psicológica? ¿Es una disertación alrededor de una
acción que le sirve de núcleo? ¿Es un cuadro de costumbres
en que las situaciones que se suceden son meros pretextos
para cambiar de punto de vista? (La Nación, 26 de enero de
1890: 2)
Esta perplejidad inicial es reiterada, con pocos matices, en la mayor parte de los comentarios publicados. En una
de las cartas que publicó La Prensa, Eduardo Sáenz sintetiza
la opinión que atravesaría la crítica posterior:
Desde luego noto en Irresponsable, la falta de los caracteres comunes a la novela contemporánea. No hay intriga
porque no pueden formarla un mismo personaje y un solo
recorte dramático puesto en juego.
Sin carecer de plan, en cuanto al fondo, en la forma deja a
menudo de tenerlo y hasta se aparta de esa regla para disertar sobre puntos y cosas que no están lógicamente vinculados a las necesidades de la acción y al fin propio que ella
persigue. (1 de febrero de 1890)
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Graciela
Nélida Salto
Fondo y forma -fondo científico y forma literaria, en la
época- ponían en juego estrategias de lectura diferentes y los
comentarios registrados dan cuenta de esta lectura problemática. Veinte días más tarde, Norberto Piñero también señala su
extrañeza: "He leído su curioso libro Irresponsable",
dice Pi-
ñero en la carta que inicia el debate que sostendría con Podestá. "¿Curioso? Sí, a designio le aplico este calificativo. No es
un cuento, no es la reproducción
o la pintura de la vida estu-
diantil del autor, no es un libro puramente descriptivo, aunque
abundan en él las descripciones, ni es tampoco una obra de índole y de estructura esencialmente
científicas." Pero, "sin du-
da", concluye, "es un trabajo literario" y "si fuera preciso clasificarlo, debería incluirse en el género novela". Esta enumeración negativa configura un repertorio probable de los géneros y tipos literarios legibles, hacia 1890, en la ciudad de Buenos Aires. Apenas un año antes, en 1888, Joaquín V. González
se preguntaba, inclusive, si existía, no una novela, sino "una
vida intelectual" en Argentina. Los avatares de un espacio literario que perrnitía aún dudar de su existencia; integrado por
escritores no profesionales,
que escribían para los amigos u
ocultaban "su trato con las musas"; y de otros que -como el
hombre de los imanes- temían "vol verse de nuevo poeta y que
las frivolidades de su pensamiento loes] ataran con sus redes
sutiles y tentadoras" (Podestá 1889: 82), habrían abonado el
desconcierto
generado por Irresponsable,
en un momento en
que la novela no había alcanzado grado alguno de formalización genérica. No es extraño, entonces, que, con las excepciones de José María Ramos Mejía, quien encontró en la novela
un estilo comparable a Madame Bovary, y de Cándido Perdigones [seudónimo de Gabriel Cantilo], quien sólo cuestionó
elecciones de orden lingüístico y de estilo, el resto de los co-
94
Irresponsable
mentaristas dudara de la ubicación de Irresponsable en el horizonte literario conocido. Podestá, sin embargo, no contestó
estos últimos comentarios originados en los aspectos literarios
de su novela. Sostuvo, en cambio, una intensa polémica sobre
el soporte científico de su personaje, pues es evidente que habría sido este sostén, y no sus innovaciones literarias, lo que
habría provocado la reacción de sus contemporáneos.
De he-
cho, tanto el tema como la estructura narrativa del caso del
hombre de los imanes no difería en mucho de otras producciones del período. Sin embargo, sus lectores enfatizaron la curiosidad de la novela, en relación con el resto de la producción
literaria conocida. La curiosa diferencia habría residido en que
el libro de Podestá fue leído como una respuesta polémica a
las teorías sobre el origen étnico y racial de la degeneración
hereditaria que circulaban en la ciudad de Buenos Aires, y que,
si bien ya habían sido ficcionalizadas
anteriormente con nota-
ble éxito de público, sólo se habían encarnado en personajes
marginales -gauchos o inmigrantes pobres-o El caso protagónico de la novela de Podestá, en cambio, no era el de un intruso
en el orden de la elite como habían sido los casos presentados
antes por Antonio Argerich (1884) o Eugenio Cambaceres
(1887), sino que es el caso de uno de sus miembros. Uno que,
como todos los gentlemen, conoció los exámenes de latín en el
Colegio Nacional, el anfiteatro de la Facultad, los paseos de la
calle Florida y los discursos en el comité. No hay huella étnica alguna en la descripción del hombre de los imanes, sólo rasgos de inadecuación
social, de irresponsabilidad
frente a las
obligaciones que debía de enfrentar el grupo dirigente. Rugo
Vezzetti ha sugerido que "a la pregunta contenida en el título
de la novela de Argerich [¿Inocentes o culpables?] Podestá
viene a dar una respuesta tajante, en términos de un determi-
95
Graciela
Nélida Salto
nismo ciego e inescrutable que, quizás, exprese el modo -amenazado y defensivo- con que una elite social y política asiste
al movimiento
irrefutable y plebeyo que está cambiando
el
mundo bajo sus ojos." (1989: 573). Sin embargo, a partir del
análisis del enfrentamiento
verbal entre Piñera y Podestá -muy
similar, por cierto, al que este último mantuvo también con
Emilio A. Coni- parecería conveniente reconsiderar la homogeneidad del grupo letrado. También David Viñas unió las "figuras de la élite raquista: García Mérou, Luis María Drago,
Manuel Podestá, Ramos Mejía" en tomo de la imagen de "«El
Cuero» y la ville lumiére", junto a las de los protagonistas:
Cambaceres,
Cané, Pellegrini, Daireaux y el perito Moreno
(1982: 227-8)16. Pero, si bien "todos estaban allí", como dice
Viñas, y todos narraban casos de enfermedades
que se porta-
ban en la sangre, síntomas de degeneración moral y social, la
encarnadura material y simbólica de estos casos parece haber
generado más de un conflicto sobre prácticas profesionales
que implicaban diferencias ideológicas en el grupo de la élite". Habría que considerar entonces las diferencias y matices
en el seno de esa misma aristocracia que, como ya se observó
en relación con Podestá, admitiría al menos ciertas divisiones
de origen étnico. En este sentido, Trresponsable parecería
mostrar, más que una respuesta tajante y defensiva a los movimientos plebeyos, "un conflicto entre la clase dirigente tradicional, la nueva burguesía y el estrato médico que surge alimentado por la inmigración" (Blengino 1990: 68). Como resume el hombre de los imanes, "él era un señor; sabía muchas
cosas, había estudiado [medicina), era un hombre culto" (95).
No pudo, sin embargo, seguir a los de su grupo y de su clase,
ahora "ricos, encumbrados,
felices" (92). Tampoco pudo se-
guir a su antiguo condiscípulo, quien, pobre en su origen, "se
96
Irresponsable
había puesto de frente a la fortuna" (101). Menos aún, pudo
ser como "esas pobres gentes que desfilaban ante sus ojos,
contentas, fuertes, despreocupadas; que venían a una tierra extraña con la promesa halagadora de un bienestar que en la suya no había conseguido" (94-5). En este conflicto, se entrecruzan aspectos tan diversos como la política migratoria estatal,
la institucionalización
de los estudios y los servicios médicos,
o la repercusión de las teorías metropolitanas sobre herencia y
degeneración, en un espacio que enfrentaba vertiginosos cambios urbanos, demográficos y sociales. La ficcionalización
de
estos conflictos, que implicaban también un debate sobre la
configuración de una literatura nacional, habría contribuido a
alentar las numerosas discusiones, tanto científicas como literarias, que sucedieron a la publicación de Irresponsable.
Notas
1 La frecuencia y la intensidad de las polémicas puede advertirse,
por ejemplo, en la siguiente opinión de Leopoldo Lugones tras la
publicación de Las multitudes argentinas: " ... siendo nuestro carácter nacional un poco agresivo en esto de polémicas, quien se ve en
el doloroso trance de sustentarlas, suele andar, mientras el asunto
transcurre, en molesta espera de posibles ataques." (Carta dirigida a
Luis Agote en la polémica suscitada en 1899 a partir de la publicación de Las multitudes argentinas de José M. Ramos Mejía).
2 Me refiero a la investigación sobre Las estrategias cientificistas
en la literatura argentina, que realizo como Investigadora Asistente de María Teresa Gramuglio en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.
3 La posición de José María Ramos Mejía en el espacio cultural de
la época ha sido analizada, desde diferentes puntos de vista, en varios trabajos de la última década. (Biagini 1985; Alfieri 1987; Sales-
97
Graciela Nélida Salto
si 1995, entre otros). Menos conocida es la figura de Norberto Piñero. Según los datos recogidos en diversas fuentes, Norberto Pi ñero
(1858-1938) fue docente, diplomático y financista al mismo tiempo
que reconocido penalista. Autor del proyecto de creación de la Facultad de Filosofía y Letras, fue su primer vicedecano y, en 1914,
presidió el Primer Congreso Penitenciario del país. Respecto de su
relación con Podestá, interesa señalar que Piñero era hermano del
médico Antonio F. Piñero -rnédico del general Mitre en su última
enfermedad-, y amigo de Podestá. El capítulo "Era su destino" de
Irresponsable lleva la dedicatoria: "A mi amigo el Dr. Antonio F. Piñero" y Alberto Blasi recuerda cómo "el Dr. Piñero, valido de los
derechos que acuerda la amistad se apoderó de sus papeles [sobre
los conventillos de la Boca] y «sin oír razones, se los llevó a Emilio
Mitre»" para que los publicara. (1976: 61). La biografía de Norberto Piñero fue publicada por Rodolfo Rivarola, en 1921, en ocasión
de la candidatura del primero a la presidencia de la Nación.
4
Cfr. Zuccarini
1910: 304. Otros detalles de la biografía de Podes-
tá pueden consultarse en los trabajos que le dedicó Alberto Blasi
(1962; 1976; 1980) Y en la tesis de doctorado de Ana María García,
Obra del Dr. Manuel T. Podestá (Buenos Aires, Inédita, 1986).
5 Mario Nascimbene ha descripto y documentado la trama de relaciones políticas y económicas que dieron origen a las primeras sociedades italianas en la Argentina (1986: 39-54).
6 "En 1873, Podestá, alumno de segundo año, tuvo por compañeros
a Emilio Coni, Telémaco Susini, Eduardo Holmberg, Teófilo Pietranera, José María Ramos Mejía, entre los que luego fueron de mayor
notoriedad. En primero revistaba Luis Güemes; Enrique del Arca en
tercero, Pedro N. Arata en cuarto." (Blasi 1976, nota 7: 73-4)
7 Unos años más tarde, Manuel Gálvez recuerda: "hablé en la calle
muchas veces con Manuel Podestá, el novelista de Irreparable [sic]
y Alma de niña. Era altísimo, delgado, de talle muy corto, piernas
y brazos largos, cabeza blanca, gruesos bigotes canosos, cuerpo redondeado, cabeza y rostro redondos y piel rosada. Risueño, juvenil,
fino, bondadoso. Conocíasele más como médico que como escritor.
98
1rresponsabl e
A pesar de que la biblioteca de La Nación publicó sus novelas, su
nombre no llegó al gran público.
de diletante." (1904: 211).
Su prosa, no mala, parecía prosa
8 Cfr. "Higiene de los niños", Ciencias, artes y letras 1 (1879): 338;
Memorie a cenni clinici (Buenos Aires: La Patria Italiana, 1884);
Niños. Estudio médico social (Buenos Aires: La Patria Italiana,
1888); "Higiene de la infancia", Higiene infantil 1 (1892): 4; "Alimentación del niño", Anales del Patronato de la Infancia 2 (1893):
457.
9 Cfr. el artículo que publicará Saber y Tiempo 7 (mayo 1999): "Diferencias étnicas en los orígenes del higienismo argentino" [en prensa].
10 Huertas García-Alejo ha dedicado varios estudios al análisis de
la repercusión de la teoría de Morel en el ámbito científico y en la
literatura de Emile Zola. Entre otros, su tesis de doctorado
Medicina y ciencia en el naturalismo
sobre
literario de E. Zola (1985).
En la ciudad de Buenos Aires, no puede obviarse la impronta moreliana en ¿ Inocentes o culpables? de Antonio Argerich (1884) Y En
la sangre de Eugenio Cambaceres (1887), entre los antecedentes
más notables.
11 La Nación, 8 de marzo de 1890: l.
12 Daniel Pick ha dedicado un apartado completo de su estudio sobre la degeneración a reseñar el debate entre los dos grupos nacionales -franceses e italianos-, en los dos primeros congresos de antropología criminal, realizados en 1885 y 1887. (1989: 139-152).
13 En torno del grado de contemporaneidad
entre las discusiones
científicas europeas y las rioplatenses, obsérvese que el Congreso se
había realizado en el mes de agosto de ese año, y que las Actes du
deuxiéme congrés intemational d'anthropologie criminelle, biologie el sociologie serían publicadas, en París, un año después de este
debate, en 1890. Quizá haya que recordar lo descripto por Emilio
Daireaux, en su Vida y costumbres en el Plata: " ...Ios libros de derecho, medicina y ciencias aplicadas,
apenas impresos, llegan [a
99
Graciela Nélida Salto
Buenos Aires] en grandes proporciones, enviados por los editores de
París que saben cuentan en el Plata con un público ávido de todas
las novedades, que desea conocer todas las nuevas teorías y sus más
recientes aplicaciones" (1888: 106-7. Citado en Arrieta 1955: 160).
14 "Le milieu social est le bouilJon de culture de la crirninalité; le
microbe c'est le criminel, un élément qui n'a d'importance que le
jour al! il trouve le bouilJon qui le fait fermenter" (Lacassagne, Actes du premier congrés international d'anthropologie
criminelle,
biologie et sociologie, Turín, 1886-7, p. 166. Citado en Pick 1989:
140, nota 92).
15 Otro Piñero -Horacio- asumió su difusión pero, según consta en
el discurso pronunciado por Miguel Cané en 1919 en la Facultad de
Filosofía y Letras, su aceptación institucional fue un proceso más
dilatado y complejo de lo que sus apologistas parecen haber reconocido.
16 David Viñas ha trazado las coordenadas sociales y topográficas
del grupo hegemónico: «Todos estábamos allí»,dice Miguel Cané
hablando de la generación del 1880 que había estudiado en el Colegio Nacional de Buenos Aires. «Todos nos encontrábamos ahí», comenta Carlos PeIlegrini refiriéndose al apogeo del roquismo en el
Desierto de 1879. «Todos teníamos un gayego en la puerta y una
chinita como peana de patio para cebar el mate», escribe Eugenio
Cambaceres.
y si en J 880 Moreno viaja a París para seguir cursos con
Broca, Cambaceres también aparece por ahí tratando de ser recibido por Zola, Emilio Daireaux viendo de publicar en esa ciudad La
vie et les moeurs a La Plata y Pellegrini asistiendo al Derby en
Chantilly. «Todos estábamos en ese lugar», insiste Cané. Esos eran
los distantes y complementarios «espacios de consagración» de la
república conservadora: «El Cuero» y la ville lumiére.
y si el perito Moreno reconoce, por un lado, a Juan María
Gutiérrez -un hombre de la generación fundadora de Alberdi y Sarmiento- como su «maestro de ciencias», lo mismo le ocurre a las
otras figuras de la élite roquista: García Mérou, Luis María Drago,
Manuel Podestá, Ramos Mejía." (1982: 227-8).
100
Irresponsable
17 En este sentido, cuando Josefina Ludmer habla de la "coalición
cultural y literaria de 1880" y establece también que esta coalición
es "homogénea en los lugares comunes del liberalismo, el positivismo, el Club del Progreso, el teatro Colón, la Recoleta y algunos carnavales", se refiere a "las diversas versiones de los patricios" (Cané, López, Wilde, Mansilla, los hijos de los exiliados de Rosas y los
nietos de la independencia" (Ludmer 1993: 9-40). Deja abierta, en
cambio, la consideración de estos otros escritores -hijos de la primera generación inmigratoria- que, en el mismo período, compartían
su práctica pública con el grupo de los patricios.
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