Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina crónica

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– Módulo de
3 –laFascículo
1 – 2008
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento
angina deNº
pecho
estable
19
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento
de la angina crónica estable
DR. DOMINGO TURRI1, MTSAC Y DR. JUAN GAGLIARDI2, MTSAC
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Contenidos
– La estrategia médica
– Tratamiento de la placa aterosclerótica
– Tratamiento farmacológico de la isquemia miocárdica
– La estrategia invasiva
– Cirugía de revascularización miocárdica
– Angioplastia coronaria frente al tratamiento médico
– Angioplastia coronaria frente a la cirugía de revascularización
– Relación entre riesgo, pronóstico y tratamiento
– Distribución, evolución y mortalidad de la angina estable
– Estratificación del riesgo y decisión del tratamiento en la angina I-II
– La evaluación periódica y el cruce de tratamientos
– Decisión del tratamiento en la angina grado III-IV
– Angina con infarto previo
– El costo-beneficio en la elección del tratamiento
– Referencias
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Abreviaturas
ACE Angina crónica estable
ACV Accidente cerebrovascular
AIT Accidente isquémico transitorio
AT II Angiotensina II
CPTA Comportamiento paradójico de la tensión
arterial
CRM Cirugía de revascularización miocárdica
ECG Electrocardiograma
HDL Lipoproteínas de alta densidad
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La angina de pecho es la manifestación clínica más relevante de la isquemia miocárdica.
Constituida como cuadro clínico de angina de
pecho estable, su tratamiento aborda los objeti-
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HOMA Homeostatic Model Assessment
IAM Infarto agudo de miocardio
IECA Inhibidores de la enzima convertidora de la
angiotensina
IMC Índice de masa corporal
LDL Lipoproteínas de baja densidad
PEG Prueba de ejercicio graduada
VEGF Factor de crecimiento endotelial vascular
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vos terapéuticos básicos perseguidos en la enfermedad coronaria crónica, que son prolongar la
expectativa de vida, aliviar o anular los síntomas para permitir mejor calidad de vida y pre-
Jefe del Servicio de Cardiología, Departamento de Medicina Interna del Hospital Universitario Austral
Médico de Planta, División Cardiología. Hospital General de Agudos “Dr. Cosme Argerich”
2
Coordinador de Unidad Coronaria. Clínica del Sol, Buenos Aires
2
Secretario Técnico Administrativo. Consejo de Investigación en Salud. Ministerio de Salud. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
MTSAC
Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Cardiología
1
2
20
servar la función contráctil del ventrículo izquierdo.
Las metas del tratamiento son eliminar o
atenuar la isquemia miocárdica, evitar la progresión anatómica de la enfermedad, ya sea en su
modo de avance lento o rápido, por ulceración,
hemorragia intraplaca o trombosis, e influir positivamente sobre las consecuencias de la
isquemia existente o la necrosis instalada. Evitar dichas consecuencias consiste en prevenir o
tratar las arritmias peligrosas, la remodelación
del miocardio ventricular y la insuficiencia cardíaca. El control estricto de todos los factores de
riesgo coronario es parte esencial del tratamiento, tiene influencia positiva en el control del síntoma y de la isquemia y, fundamentalmente, se
dirige a reducir la progresión (muchas veces
asintomática) de la aterosclerosis coronaria.
La permanencia de la estabilidad clínica se
define por la permanencia, durante los últimos
tres meses, de las crisis de angor, sin que cambien la frecuencia, la duración y las circunstancias desencadenantes ni en el grado de restricción de la capacidad funcional. Tendremos en
cuenta la clasificación de la New York Heart
Association en cuatro grados o la de la Sociedad
Canadiense de Cardiología, ya que la categorización de la gravedad clínica tiene importancia
terapéutica.
En la angina estable coinciden una variedad
de situaciones clínicas que tornan indispensable
considerar su contexto particular. Puede ser el
de una angina oligosintomática, con diversos grados de limitación e intensidad, regresiva, con
umbral fijo, con umbral variable o con precalentamiento que dificultan catalogar la gravedad, con
mucho monto de isquemia inducible pero con
déficit en el sistema de alarma del dolor, con infarto previo o sin él, ligada a disfunción
ventricular izquierda avanzada, a hibernación,
insuficiencia cardíaca, instalada después de una
revascularización, o grave, terminal y sin opción
terapéutica convencional.
En este trabajo se describe brevemente cada
recurso terapéutico, se fundamentan los beneficios fisiopatológicos, los cambios positivos sobre
el riesgo futuro, con especial énfasis en sus es-
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
trategias de aplicación. Están disponibles dos
grandes modalidades terapéuticas y son comunes a otras formas de enfermedad coronaria. Una
comprende la estrategia “médica” y otra, la estrategia “invasiva”.
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Estrategia es lo que determina un plan de acción
y en su decisión recae la mayor responsabilidad
de que el tratamiento logre a largo plazo los objetivos terapéuticos.
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Preferimos considerar las grandes conductas
terapéuticas como “estrategias” antes que “tratamientos”. En algún momento, el médico
priorizará la conveniencia de una sobre la otra.
Se resuelve con información y evaluación del riesgo. La estrategia “invasiva” siempre comprende
además el tratamiento médico, pero decide que
el plan de acción es restablecer el flujo coronario
en el entendimiento de que así se beneficia la
supervivencia del paciente. La estrategia “médica” concibe que el riesgo de vida no es alto, es
potencialmente favorecido por el tratamiento
médico y, por lo tanto, carece de beneficio exponer al riesgo o consecuencias de un procedimiento
invasivo, aunque no lo descarta en el futuro.
El tratamiento médico óptimo actúa beneficiosamente sobre la estructura aterosclerótica:
sus consecuencias locales, como la predisposición
al “accidente”, los fenómenos trombogénicos y
la alteración del tono vasomotor coronario, y su
repercusión tisular, como la isquemia miocárdica.
El efecto antianginoso resulta de atenuar o eliminar el desequilibrio isquémico, sin eliminar la
obstrucción arterial. Logra suprimir o disminuir
significativamente el número de crisis y aumentar la capacidad funcional en las pruebas de inducción y en la vida cotidiana.
En los pacientes adecuados, seleccionados
mediante estratificación de riesgo, el tratamiento médico implica la decisión responsable de brindar mayor supervivencia y calidad de vida. El
tratamiento médico óptimo requiere máxima
adherencia por parte del paciente y revaluación
periódica; su rendimiento a largo plazo dependerá de mantener un nivel de alarma adecuado
ante los cambios de modalidad sintomática y de
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
las manifestaciones isquémicas en las pruebas
de inducción. La gran mayoría de los pacientes
con angina estable tienen probabilidad cercana
baja de muerte, pero es parte esencial de la estrategia considerar la conveniencia y la oportunidad para restablecer el flujo sanguíneo normal
en el árbol coronario. Al decir de Carlos Bertolasi,
“probablemente todo coronario necesite en su
vida una cinecoronariografía; el arte del médico
reside en decidir cuándo”.
La estrategia médica
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La estrategia médica trata en forma no invasiva
los dos ejes de la cardiopatía isquémica: la placa
aterosclerótica y la isquemia miocárdica. Sobre
la placa, con intervenciones directas (pleiotrópica
en su estructura y antiagregante en su superficie) e indirectas (normalización y adecuación de
todos los factores de riesgo). Sobre la isquemia,
las acciones se enfocan en disminuir el consumo
miocárdico de oxígeno y producir relajación del
músculo liso vascular coronario para inducir
vasodilatación. En ambos sentidos actúa también
el control de los factores de riesgo. La estrategia
médica se ocupa de las complicaciones de la cardiopatía isquémica en etapa crónica, especialmente referidas al infarto de miocardio y a las
arritmias. El conjunto comprende recursos
farmacológicos y no farmacológicos, que cuando
se aplican según la recomendación sistematizada
de las guías, la necesidad individual de cada paciente, y el trabajo para concitar la adhesión sostenida, se denomina tratamiento médico óptimo.
La estrategia médica está integrada por:
1. Drogas que actúan sobre la placa aterosclerótica.
2. Drogas que mejoran el desequilibrio de
isquemia miocárdica (drogas antiisquémicas,
también llamadas antianginosas).
3. Recursos no farmacológicos que modifican el
estilo de vida y en distinto grado apuntan simultáneamente a la isquemia, a la placa y a
los “factores de riesgo”.
21
Esta estrategia persigue estabilizar el
ateroma, obtener regresión en el grado que sea
posible, evitar la aparición de lesiones nuevas y
prevenir las complicaciones. En esto tienen un
papel importante las estatinas, la aspirina en
dosis bajas y los recursos no farmacológicos. Cada
factor de riesgo se puede tratar mediante drogas
y una implementación no farmacológica particular, como por ejemplo la diabetes, las dislipidemias, la hipertensión arterial, el síndrome disglucémico, la obesidad, el tabaquismo y la hiperhomocisteinemia.
El tratamiento médico óptimo implica drogas antianginosas con la dosificación apropiada
para eliminar los síntomas y medidas no farmacológicas dirigidas que también influyen positivamente sobre la isquemia, además de otras
medidas específicas, como las recomendaciones
acerca la exposición al frío, controlar situaciones de disgusto o hiperemotividad, ingestas copiosas, coito, entre otras.
En esta etapa, los factores que fueron riesgo
de aparición de coronariopatía son ya un factor
de agravamiento, por lo que es imprescindible
controlarlos con más intensidad, atenuarlos o
erradicarlos. El tratamiento debe cumplir metas
exigentes: la presión arterial debe estar por debajo de 130/85 mm Hg, el colesterol LDL debe
ser inferior a 100 mg/dl o 70 mg/dl en los casos
más graves, el colesterol HDL debe estar por sobre 50 mg/dl en varones y 40 mg/dl en mujeres y
la trigliceridemia debe ser inferior a 150 mg/dl;
control glucémico estricto y abstención completa de fumar.
Las estrategias de adherencia merecen una
consideración especial; el médico debe influir
sobre la motivación y la concientización, con información en el grado indispensable, y mantener consejo sostenido para acatar la toma regular de medicamentos, la selección de alimentos,
el entrenamiento físico regular y el control de
situaciones de estrés. El abandono del hábito
tabáquico puede requerir consulta especializada
o incluso la utilización de drogas como el
bupropión y la vareniclina que son de ayuda; la
suspensión del hábito ha demostrado que puede
22
reducir entre el 20% y el 40% el riesgo de infarto
agudo de miocardio (IAM) no fatal.(1)
El control de la presión arterial es un punto
clave. En un análisis de más de 1 millón de pacientes se demostró que, independientemente de
la edad, el sexo y otros factores de riesgo, existe
una relación lineal entre presión arterial y eventos cardiovasculares. Por cada incremento de 20
mm Hg en la presión arterial sistólica y 10 mm
Hg en la diastólica se duplica el riesgo en todo el
rango de valores (de 115/75 a 185/115 mm Hg).(2)
El descenso de peso en aquellos que están
excedidos es muy favorable, pues existe una relación lineal entre el índice de masa corporal
(IMC) y la incidencia de eventos cardiovasculares.(3)
En cuanto a la vacunación antigripal, un análisis observacional muestra que sería útil para
reducir eventos como la necesidad de hospitalización por cardiopatía isquémica y la mortalidad,
si bien no contamos aún con evidencia aleatorizada.(4)
Así encaminados a tratar el síntoma, la
isquemia y la lesión, los recursos actúan con sinergia beneficiosa. Drogas antiisquémicas como
los bloqueantes betaadrenérgicos, los antagonistas de los canales del calcio y los nitratos actúan
sobre los determinantes del consumo miocárdico
de oxígeno; por otro lado, favorecen también el
tratamiento de la hipertensión arterial.
Las estatinas controlan la dislipidemia y también actúan en el núcleo ateromatoso con efecto
pleiotrópico. Los fármacos antihipertensivos reducen el estrés parietal ventricular izquierdo y
el consumo miocárdico de oxígeno; asimismo,
moderan el estrés de rozamiento en la superficie
de la placa, y si son del grupo IECA o AT II, instalan un efecto antiproliferativo en la pared del
vaso y del ventrículo izquierdo, que contrabalancea la remodelación adversa. En mayor o
menor grado, la alimentación sana, el entrenamiento físico y el control apropiado del estrés
influyen sobre el desequilibrio isquémico, el futuro de la placa y los factores de riesgo presentes. La aplicación de una prevención secundaria
eficaz es parte de la estrategia del tratamiento
antiisquémico.
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
Tratamiento de la placa aterosclerótica
La angina estable es un concepto clínico, al que
corresponde ordinariamente el de placa estable.
Esta estructura contiene un núcleo lipídico
circunscripto, menor cantidad de células y cubierta fibrosa gruesa, a diferencia de lo que ocurre en los síndromes coronarios agudos, donde
la acumulación de lípidos en la placa es abundante, la cubierta es delgada y presenta gran
cantidad de células inflamatorias, migración de
células de músculo liso y activación de los macrófagos que producen enzimas como las metaloproteinasas, que digieren la matriz extracelular y favorecen las fisuras, las ulceraciones, las
hemorragias subintimales y los hematomas dentro del ateroma. Cuando se produce la rotura de
la placa, la exposición del factor tisular y del factor de von Willebrand al flujo sanguíneo genera
condiciones trombogénicas, lo que sumado al
desequilibrio del tono vascular culmina en la inestabilidad del cuadro que se expresa de diversas
maneras, como cambios en la modalidad de los
síntomas o directamente con aparición de
síndromes coronarios agudos.(5, 6)
La placa estable tiene otro escenario. No hay
disrupción de la placa ni formación de trombo.
El hecho fisiopatológico dominante es una estenosis de grado avanzado que limita el flujo sanguíneo, que ante un incremento de los determinantes del consumo de oxígeno, como por ejemplo la actividad física, promueven sufrimiento del
miocárdico; en otras palabras, isquemia. Está
demostrado que estas placas denominadas “estables” presentan una tasa de complicaciones
baja, por lo que en general el paciente evoluciona libre de eventos y permanece sin manifestaciones isquémicas durante mucho tiempo. Varios
años de angina estable pueden transcurrir con
igual restricción de actividades o incluso con períodos libres de síntomas.
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Placa estable no es sinónimo de placa inactiva.
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El crecimiento lento del núcleo ateromatoso
por acumulación de colesterol, el engrosamiento
de la íntima y la hiperplasia de la capa media en
función de la remodelación vascular aumentan
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
lentamente el volumen de la placa, en primera
instancia hacia el interior de la pared y luego
hacia la luz vascular.
Las plaquetas contribuyen con mediadores
fibrogénicos, especialmente el factor transformador del crecimiento, de la trombina y del factor
X activado, de los que también depende la proliferación de células musculares lisas. Con una
frecuencia que se desconoce suceden disrupciones
mínimas, agregación plaquetaria que termina en
pequeñas trombosis con cicatrización y organización, o trombólisis espontáneas, o trombos
pequeños transitorios. Hay cambios desde adentro y desde “afuera” de la placa que favorecen de
a poco el estrechamiento luminal. Es importante recordar que la activación de la ciclooxigenasa
en las plaquetas convierte el ácido araquidónico
en tromboxano A2, que se une a receptores específicos de otras plaquetas para iniciar su adhesión; este proceso puede ser antagonizado por el
ácido acetilsalicílico.
La estructura también puede alterarse rápidamente y producir un accidente grave, pero por
lo general son las lesiones nuevas, jóvenes y predominantemente lipídicas las que desencadenan
un síndrome coronario agudo en el curso de una
angina estable. Un vaso coronario se puede ocluir
sin que la angina pierda su carácter estable debido a que existe desarrollo de circulación colateral, lo que evita la necrosis aguda, o ésta se produce en forma asintomática hasta que se pone de
manifiesto en un electrocardiograma de control.
En pacientes con seguimiento mediante
ergometrías seriadas se observó que aquellos que
padecieron un evento agudo grave, en su mayoría, no tuvieron empeoramiento en la última
prueba de esfuerzo (PEG), lo que sugiere que el
evento es un accidente de placa de progresión
reciente y rápida. En cambio, la progresión de la
angina suele estar precedida por un empeoramiento notorio de los signos de isquemia en la
PEG, lo que plantea una progresión lenta de lesiones responsables.(7)
El estudio INTACT(8) analizó, en pacientes
con angina estable de bajo riesgo, lesiones
coronarias luego de 3 años de evolución sin que
el segundo estudio dependiera de un nuevo even-
23
to clínico. Al cabo de ese tiempo, el 10,2% de las
lesiones iniciales progresaron, el 1,8% se
ocluyeron y hubo regresión en el 3,6%; la progresión fue más frecuente en las estenosis menos significativas y la regresión en las más avanzadas. Resultó interesante que las lesiones iniciadas más recientemente tuvieran una tendencia tres veces mayor a ocluirse en comparación
con las lesiones antiguas: se produjo la oclusión
del 6,5% de las lesiones nuevas y del 1,8% de las
antiguas, y de 25 oclusiones nuevas sólo 4 derivaron en infarto de miocardio.
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Durante la angina estable cierto número de placas no sólo tienen actividad de crecimiento, sino
que además se inestabilizan. Por lo tanto, mantener la placa menos activa y más quiescente debe
ser un objetivo terapéutico primordial.
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Aunque parezca ambicioso, hoy el objetivo
terapéutico además de detener el avance de la
enfermedad debe perseguir la regresión anatómica de lesiones ateroscleróticas y prevenir la
aparición futura de nuevas. Esto parecería ocurrir en un número limitado de pacientes, pero
hay evidencias de que el tratamiento intensivo
puede lograr ese beneficio y el desafío es trasladar a la práctica corriente la optimización terapéutica, que incluye la adherencia de los pacientes y la perseverancia para alcanzar el valor de
las metas recomendadas en las guías.
Las estatinas disminuyen la concentración
sanguínea del colesterol total y LDL. En pacientes coronarios hay evidencia firme de que este
efecto se asocia con una incidencia menor de
eventos cardíacos graves, como lo demostró con
simvastatina el estudio escandinavo 4S, en el que
con una reducción del colesterol del 25% el riesgo de muerte coronaria más infarto disminuyó
el 37%. El beneficio parece comenzar al año y
luego va en aumento, tanto en hombres como en
mujeres, y a cualquier edad adulta.(9) Un resultado similar se conoció con el estudio REGRESS,
en el que la reducción del colesterol sanguíneo
total del 20%, del colesterol LDL del 29%, de
triglicéridos del 7% y el aumento del colesterol
HDL en un 10% con el empleo de pravastatina
24
coincidió con una reducción significativa de la
tasa de eventos a los 2 años. En la misma población se demostró angiográficamente el retraso
de la progresión de las lesiones con pravastatina
mediante el cálculo del diámetro medio y del diámetro mínimo de la estenosis, con respecto a los
tratados con placebo.(10) La desaceleración de la
aterosclerosis coronaria desde el punto de vista
angiográfico se constató también en el estudio
MAAS, que empleó simvastatina, expresada como
reducción significativa en el número de lesiones
en progresión, menor aparición de nuevas lesiones y menos oclusiones totales, lo que determinó
una cantidad menor de pacientes derivados a cirugía de revascularización o angioplastia, con
tendencia a menor mortalidad en el grupo tratado.(11)
¿Es apropiado esperar que el control clínico
con una recurrencia menor de eventos isquémicos
a largo plazo coincida mayoritariamente con reducción visible de las lesiones anatómicas? Hay
que aceptar que un buen número de casos evolucionan mejor clínicamente con la estabilización
de la placa y con disminución del crecimiento del
núcleo ateromatoso, que promueve una cubierta
fibrótica más densa y una matriz con menor cantidad de macrófagos, circunstancias que reducen
la incidencia de complicaciones y la progresión
del volumen del ateroma.(12)
Las drogas inhibidoras de la HMG CoA
reductasa también son efectivas por efectos
pleiotrópicos. Inhiben la respuesta inflamatoria
de los monocitos en el ateroma,(13) reducen el
estrés oxidativo y mejoran la disfunción endotelial. Su indicación tiene gran valor terapéutico
en pacientes diabéticos, ya que la disfunción
endotelial propia de la hiperglucemia es un estímulo para el desarrollo y la progresión de la
aterosclerosis vascular.(14) El efecto pleiotrópico
de las estatinas también podría mejorar la
disfunción endotelial al aumentar la producción
de óxido nítrico o disminuir el estrés oxidativo
en estos pacientes. Un aval clínico para el mecanismo antiinflamatorio de las estatinas es la constatación de que pueden reducir la trombosis aguda que sigue al implante de un stent.(15)
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
Antes que la estatina, la combinación de
colestipol y niacina brindó evidencia angiográfica
de que el árbol coronario nativo enfermo y los
puentes injertados pueden reducir la cantidad de
lesiones en progreso y la proporción de pacientes con lesiones nuevas.(16) Esto ocurrió sin efectos pleiotrópicos, tras descender la concentración
sanguínea del colesterol total el 26%, la del
colesterol LDL el 46% y aumentar el colesterol
HDL el 37%. Es decir, en principio, cualquier
recurso que logre concentraciones adecuadas de
grasas sanguíneas obtendría esos resultados.
También otras drogas hipolipemiantes son efectivas, pero siempre debe tenerse en cuenta que
un tratamiento intensivo es más eficaz que otro
laxo en la obtención de mayor sobrevida libre de
eventos y regresión anatómica de la enfermedad
arterial coronaria.(17)
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Las estatinas son imprescindibles para afianzar
la estabilización de la placa y facilitar la posibilidad de regresión; por lo tanto, son una parte
insustituible del tratamiento médico óptimo.
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Los beneficios de la terapéutica con estatinas
sobre la evolución alejada están comprobados;
hasta el momento, los modelos clínicos sobre resultados de ensayos señalan que es la disminución del colesterol LDL el indicador visible de la
reducción del riesgo cardíaco atribuido al uso de
estas drogas. Por lo tanto, debe titularse muy
bien la dosis diaria, lograr la adherencia sostenida del paciente y asegurar todas las medidas no
farmacológicas con impacto en el estilo de vida
para mantener la concentración de colesterol
LDL por debajo de 100 mg/dl, o de 70 mg/dl en
cuadros de mayor riesgo clínico. Hay esperanza
en demostrar un efecto positivo sobre el estrechamiento luminal de puentes venosos con el uso
precoz, sistemático e intensivo de estatinas.
En el estudio Life Style Heart Trial, en pacientes coronarios sin drogas hipolipemiantes, la
reducción del colesterol total en el orden del 24%
y del colesterol LDL del 37% se correlacionó con
reducción significativa en el diámetro promedio
de las estenosis coronarias. El grupo activo lo-
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
gró abandonar el hábito tabáquico, realizar caminatas programadas de al menos tres horas por
semana, cumplir una dieta pobre en grasas y rica
en vegetales y se brindó apoyo psicológico para
control del estrés.(18)
En el estudio Framingham, el nivel de HDL
colesterol inferior a 35 mg/dl se correlacionó con
un riesgo ocho veces mayor de padecer enfermedad coronaria.(19) Su efecto “protector” se atribuye al transporte inverso de colesterol desde las
células periféricas y desde el interior de la placa
hacia el hígado. El tratamiento del paciente
anginoso requiere también aumentar el colesterol
HDL y controlar la hipertrigliceridemia, si el perfil lipídico tiene esas alteraciones. No existe un
fármaco específico para elevar el colesterol HDL
y siempre requiere el cambio en el estilo de vida,
especialmente el entrenamiento físico. En los pacientes con enfermedad coronaria comprobada
asociada con HDL igual o menor de 40 mg/dl,
colesterol LDL normal e hipertrigliceridemia, la
dosis de 1.200 mg diarios de gemfibrozil al cabo
de 5 años en el estudio VA-HIT redujo la tasa
combinada de muerte cardíaca o infarto de
miocardio no fatal, y la combinada de ellos con
inclusión además de ACV y AIT.(20) El bezafibrato
en personas con angina de pecho o infarto previo elevó el colesterol HDL y redujo la trigliceridemia, pero no disminuyó significativa-mente la tasa de infarto de miocardio fatal o no fatal. (21) La administración de ácidos grasos
poliinsaturados omega 3 en pacientes que sufrieron infarto de miocardio produjo un beneficio en
la reducción de la mortalidad cardiovascular.(22)
Si existe hipertrigliceridemia siempre debe tratarse primero la normalización del colesterol LDL
con estatinas y procurar el uso de alguna que
también tenga efecto sobre la reducción de los
triglicéridos, como la rosuvastatina.
Colesterol HDL bajo e hipertrigliceridemia
en el contexto de obesidad central plantean la
investigación del síndrome metabólico; deben
solicitarse glucemia e insulinemia. El tratamiento de la angina de pecho no es óptimo si no se
pesquisa y se trata el hiperinsulinismo, orientado por ese contexto.
25
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El cálculo del HOMA permite detectar el
hiperinsulinismo, con la implicación de reducir
la evolución hacia la diabetes aún no manifiesta
y el agravamiento de la aterosclerosis.
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El hiperinsulinismo se sospecha cuando un
sujeto con obesidad central posee glucemia alterada en ayunas (mayor de 100 mg/dl), se confirma si el HOMA es mayor de 2,1 y se completa la
evaluación con la curva de tolerancia a la sobrecarga de glucosa en dos tiempos. Puede entonces hallarse beneficio con el empleo de metformina, que además agrega efecto cardioprotector propio al de la estatina. La metformina se
utiliza actualmente en dosis útiles si una determinación al mes desciende la insulinemia al menos 50% con respecto al valor basal. En obesos,
el rimonabant puede indicarse para controlar la
hipertrigliceridemia, sin necesidad de suspender
las estatinas, y las metas a corto plazo son la
normalización del peso corporal, la selección de
alimentos adecuados y especialmente el entrenamiento físico. Si la concentración sanguínea
de triglicéridos continúa elevada, se relegan transitoriamente las estatinas para indicar fibratos,
cuya asociación con los inhibidores de la HMG
CoA reductasa debe evitarse.
Debe haber contraindicación fundada para
no usar estatinas y sólo entonces admitir su reemplazo por fibratos. Las estatinas son preferibles a otros hipolipemiantes por el despliegue
pleiotrópico y junto con la terapia antiplaquetaria
constituye uno de los mayores avances firmemente establecidos para mejorar el pronóstico de
pacientes en riesgo isquémico. Si bien las
estatinas tendrían un efecto de clase, algunos
estudios indican que la atorvastatina sería la
droga más efectiva.(23, 24)
La intervención sobre el ateroma se completa con la inhibición del receptor del tromboxano
A2 de las plaquetas con dosis bajas de aspirina
para inhibir el inicio de adhesión. El beneficio
de la aspirina para prevenir el infarto, la muerte
y el ACV está definitivamente fundamentado en
un metaanálisis que reunió más de 100.000 pa-
26
cientes de diferente riesgo.(25) Todos los pacientes con angina crónica estable deben recibir una
dosis pequeña de aspirina, salvo cuando exista
contraindicación absoluta. La aspirina en dosis
tan bajas como 75 mg/día redujo entre el 12% y
el 34% la incidencia de infarto de miocardio o de
muerte súbita y el 32% la incidencia de eventos
vasculares secundarios.(26)
Otros antiagregantes plaquetarios no han
superado el beneficio de la aspirina. El
clopidogrel, de estructura similar a la ticlopidina
pero con un perfil de mayor seguridad, puede
reemplazarla en caso de contraindicaciones. Un
estudio que evaluó la asociación clopidogrel y
aspirina versus aspirina-placebo en pacientes con
angina crónica estable no mostró diferencias en
los puntos finales principales, tuvo ligera reducción en los eventos secundarios (aparición del
primer infarto, ACV, muerte CV u hospitalización por angina inestable) y aumento significativo de las hemorragias moderadas.(27)
Tratamiento farmacológico de la isquemia
miocárdica
Los bloqueantes betaadrenérgicos disminuyen el
consumo miocárdico de oxígeno, aumentan el
intervalo diastólico con el consiguiente aumento
del flujo coronario, bloquean el efecto perjudicial de las catecolaminas, reducen la poscarga,
aumentan el umbral de fibrilación ventricular y
atenúan la respuesta al ejercicio. Por su potente
efecto antiisquémico, todos los pacientes con
angina crónica estable deberían recibir
bloqueantes beta salvo contraindicaciones como
bradicardia significativa, hipotensión arterial,
asma bronquial, bloqueo AV de segundo y tercer
grado, enfermedad vascular periférica grave o
diabetes no controlada dependiente de insulina.
La evidencia para la utilización de estas drogas
surgió fundamentalmente de estudios posinfarto
con seguimientos de hasta 3 años en los que se
demostró una disminución de la mortalidad del
22% y de la incidencia de muerte súbita del
35%.(28) El efecto beneficioso es un efecto de clase, salvo para aquellos con actividad simpaticomimética intrínseca.
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
Los nitratos se utilizan para controlar los síntomas y reducir el monto de isquemia. No hay
estudios prospectivos en angina crónica estable
para demostrar efecto a largo plazo sobre mortalidad e incidencia de eventos isquémicos.
Los antagonistas de los canales del calcio son
drogas antiisquémicas de segunda elección, se
usan cuando no hay respuesta o cuando están
contraindicados los bloqueantes beta. La combinación de ambas drogas mejora la respuesta ante
las pruebas de esfuerzo. Deben evitarse las
dihidropiridinas de acción corta pues tienden a
aumentar la mortalidad y el reinfarto en pacientes que han padecido un infarto de miocardio.
La amlodipina, el diltiazem o el verapamilo son
de primera elección en la angina vasoespástica y
hallan clara indicación cuando el mecanismo predominante es la vasomotilidad. Deben evitarse
en pacientes con insuficiencia cardíaca o enfermedad del sistema de conducción, especialmente diltiazem y verapamilo.
Un solo estudio evaluó el efecto de la
nifedipina en angina estable, con un seguimiento de hasta 4,9 años; no hubo diferencias en los
puntos finales principales (muerte, infarto, angina refractaria, insuficiencia cardíaca, ACV o
revascularización periférica), aunque podría disminuir la necesidad de coronariografía e intervención.(29)
Los inhibidores de la enzima convertidora de
la angiotensina (IECA) en estudios de prevención
primaria y en pacientes con enfermedad coronaria
establecida mostraron reducción de la incidencia
de eventos cardiovasculares de alrededor del
20%,(30, 31) pero el estudio PEACE con trandolapril
en pacientes con enfermedad coronaria crónica y
función ventricular normal no demostró diferencia a 5 años de seguimiento. Una de las explicaciones postuladas dice que el grupo placebo del
estudio PEACE tuvo un riesgo de eventos mucho
menor que el grupo tratado del estudio HOPE, lo
que refleja a su vez un mejor control de la presión
arterial, la indicación de revascularización y la
utilización combinada de otras drogas para reducir el riesgo como los antiplaquetarios, los
betabloqueantes y los hipolipemiantes.(32) Todos
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
los pacientes con enfermedad coronaria, sobre
todo si además tienen diabetes y/o disfunción
ventricular izquierda deben recibir IECA.
La trimetazidina y la ranolazina son drogas
de efecto “metabólico cardioprotector”. Inducen
enlentecimiento de las demandas energéticas del
miocardio, tienen menos productos glicolíticos
tóxicos y se relacionan con menor daño miocárdico luego de un estrés isquémico. La trimetazidina aumenta la glucólisis aeróbica, disminuye la acidosis manteniendo la función
mitocondrial y reduce la formación de radicales
libres. La ranolazina inhibe parcialmente la oxidación de los ácidos grasos elevados durante la
isquemia a favor de una oxidación de carbohidratos más eficiente, con lo que se minimiza la
acumulación de lactato y su consecuencia de acidosis tisular. Si bien ambas drogas no demostraron que reduzcan la incidencia de eventos
cardiovasculares, aumentan de manera significativa la tolerancia al ejercicio y disminuyen los
episodios de angina.(33-35)
En pacientes con angina crónica estable
(ACE), el ejercicio físico que logra entrenamiento muscular es un estímulo para el desarrollo de
circulación colateral, y con la administración crónica previa de heparina ha demostrado que tiene un efecto favorable, manifestado por incremento del doble producto y de los niveles de ejercicio.(36, 37) Un mecanismo propuesto es el estímulo
de angiogénesis, que facilita un aumento
endógeno del factor de crecimiento endotelial
vascular (VEGF)(38) y un incremento de los niveles del células progenitoras endoteliales.(39, 40)
En general, el ejercicio físico leve a moderado
se asocia con un riesgo menor de eventos
cardiovasculares y muerte(41) e incluso cuando se
comparó con la angioplastia coronaria en pacientes con lesión de un vaso, los pacientes del grupo
ejercicio tuvieron mejor sobrevida libre de eventos.(42)
Tomando como base las recomendaciones de
la Task Force de la American Heart Association
y el American College of Cardiology(43) y el consenso SAC de Enfermedades Cardiovasculares en
el Geronte en la sección “Angina de Pecho Esta-
27
ble”, el tratamiento farmacológico de la angina
crónica estable se resume como sigue:
CONSENSO DE ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES DEL GERONTE SAC
1. Aspirina en ausencia de contraindicaciones.
2. Bloqueantes beta como tratamiento inicial en
pacientes con infarto o sin infarto previo.
3. Antagonistas del calcio o nitratos de acción
prolongada cuando los bloqueantes beta están contraindicados, o cuando el tratamiento con bloqueantes beta tiene efectos colaterales inaceptables.
4. Antagonistas del calcio o nitratos de acción
prolongada en combinación con bloqueantes
beta cuando el tratamiento inicial con éstos
no ha sido exitoso.
5. Nitroglicerina sublingual para alivio inmediato de la angina.
6. Inhibidores de la enzima convertidora en
pacientes con enfermedad establecida, sobre
todo si son diabéticos y/o tienen disfunción
VI.
7. Hipolipemiantes en pacientes con enfermedad coronaria y colesterol LDL > 130 mg/dl
(objetivo: colesterol LDL < 100 mg/dl).
La estrategia invasiva
___________
La estrategia invasiva persigue el restablecimiento del caudal normal de flujo sanguíneo a las
áreas isquémicas del corazón de un modo esencialmente mecánico y no farmacológico. Presenta una morbimortalidad propia de cada procedimiento y un cambio en el pronóstico de supervivencia que persigue que sea mayor que el de la
estrategia médica. Contempla esencialmente la
intervención percutánea para dilatación de las
lesiones coronarias y emplazamiento de stent
coronario y la cirugía de revascularización por
técnica de bypass.
Cirugía de revascularización miocárdica
Desde sus inicios y hasta aproximadamente los
años noventa, la cirugía se dedicó con preferencia a la enfermedad de múltiples vasos en pa-
28
cientes con sintomatología más grave y con predominio de disfunción ventricular menos grave,
en comparación con la población en tratamiento
médico.(44) Con respecto al estado de la función
ventricular y a la calidad del árbol coronario,
desde la incorporación del intervencionismo
percutáneo la situación ha cambiado; se ha
incrementado notablemente el número de injertos en pacientes con deterioro grave del
ventrículo izquierdo y se ha mejorado la técnica
para realizar implantes en arterias coronarias
más enfermas y con procedimientos previos.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Se evidenció pronto que la cirugía de
revascularización beneficia notablemente la supervivencia de quienes tienen peor función
ventricular izquierda.
––––––––––––––––––––––––––––––––
En 1973, Brushke, Proudfit y Sones, refiriéndose a fracción de eyección menor del 35%, dieron a conocer la mortalidad a los 7 años de 192
casos: 5,8% por año en operados y 9,4% por año
en no operados; y en aquellos con fracción de
eyección inferior al 25%, la mortalidad anual fue
del 7,7% y del 12,1%, respectivamente. Se sabe
desde entonces que los pacientes con miocardio
isquémico y función ventricular deteriorada evolucionan con mejor supervivencia alejada gracias
al tratamiento de revascularización. No todos los
pacientes operados presentan este beneficio, y
esto puede discriminarse a través de la fracción
de eyección de esfuerzo obtenida después: si continúa deprimida, la mortalidad alejada es mayor,
especialmente si el valor no supera el 35%.(45, 46)
El término “enfermedad de múltiples vasos”
aplicado a la necesidad de revascularización es
muy general y simplificador: la enfermedad de
dos vasos no es igual a la de tres porque ésta
involucra siempre a la arteria descendente anterior. La supervivencia de la enfermedad de dos
vasos es más parecida a la de un vaso que a la de
tres vasos.(47)
Cuando la angina crónica estable es refractaria al tratamiento médico o se demuestra enfermedad del tronco de la coronaria izquierda o enfermedad proximal de los tres vasos epicárdicos,
sobre todo si tiene compromiso de la arteria des-
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
cendente anterior proximal y/o deterioro de la
función ventricular izquierda, está indicada la
revascularización miocárdica con cirugía de bypass
coronario.(45) Los datos que avalan estas indicaciones surgen fundamentalmente de tres estudios:
Veterans Administration Coronary Artery Bypass
Surgery Cooperative Study Group (VACS),(48)
European Coronary Surgery Study (ECSS)(49) y
Coronary Artery Surgery Study (CASS).(47) Si bien
estos estudios tienen limitaciones como el tamaño limitado de las muestras, la escasa inclusión
de mujeres, la incorporación predominante de jóvenes y la mayoría de los pacientes con función
sistólica conservada, fueron la base para la indicación de la cirugía de revascularización. El
metaanálisis de Yusuf y cols.(45) sobre los siete estudios aleatorizados que compararon cirugía y
tratamiento médico reveló que el mayor beneficio
de la revascularización se encuentra en la enfermedad de tres vasos y en la obstrucción del tronco de la arteria coronaria izquierda.
Es prioritario lograr una revascularización
completa y debe elegirse una técnica que lo permita, pues con ella la supervivencia alejada es
mayor; la diferencia entre revascularización completa e incompleta es notoria en los pacientes con
angina grave (CCS III o IV).(50)
––––––––––––––––––––––––––––––––
El estado prequirúrgico de la contractilidad y el
grado de revascularización logrado son decisivos para el pronóstico. La fracción de eyección de
esfuerzo después de la cirugía parece tener el
mayor valor pronóstico.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Los puentes más usados en la actualidad son
del tipo arterial (extensión de la arteria mamaria
interna o bypass de la arteria radial), especialmente para la arteria descendente anterior, en
tanto que el venoso se reserva para completar la
revascularización. El progreso en la técnica, como
son las mejoras en la perfusión y la protección
miocárdica, la utilización de conductos arteriales,
el empleo de drogas antiagregantes y la disponibilidad de los hipolipemiantes, permite estimar
un beneficio mayor a largo plazo.
El beneficio absoluto de la cirugía de bypass
coronario está en el grupo de riesgo alto para
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
tratamiento médico (mortalidad > 20% a los 5
años); depende de la gravedad de la enfermedad
coronaria y de la presencia de disfunción
ventricular izquierda. El beneficio de la cirugía
para prevenir el infarto de miocardio no es de la
misma magnitud.(51) En algunos seguimientos, la
incidencia de infarto de miocardio después de la
cirugía está aumentada con respecto al tratamiento médico a pesar de que la supervivencia
es mejor;(52) el hecho puede deberse a que cuando
los pacientes intervenidos con cirugía de bypass
sufren un infarto, generalmente se presenta en
forma no fatal.
Angioplastia coronaria frente al tratamiento
médico
Si bien el desarrollo de la angioplastia coronaria
ha sido muy intenso en los últimos años, son pocos los estudios aleatorizados y prospectivos que
evaluaron ambas estrategias de tratamiento en
los pacientes con angina crónica estable. Estudios como ACME,(53) MASS(54, 55) y RITA-2,(56) realizados a fines de la década de los ochenta y principios de los noventa, incluyeron en general pacientes de riesgo bajo y demostraron que la
angioplastia coronaria sólo fue beneficiosa en
términos de calidad de vida, pero no modificó el
pronóstico ni redujo la incidencia de infarto no
fatal. Además, los pacientes sometidos a
angioplastia tuvieron una necesidad de nueva
revascularización significativamente mayor. Si
bien la técnica de la angioplastia ha mejorado
notablemente desde la época de estos estudios,
la incorporación de stents, que redujeron la incidencia de reestenosis, drogas como los
inhibidores de la glicoproteína IIb/IIIa, que mejoraron los resultados iniciales y a mediano plazo, y la mejora concomitante en las estrategias
de tratamiento médico, obligan a la evaluación
clínica y funcional periódica para indicar la
angioplastia coronaria ante la presencia de síntomas refractarios al tratamiento médico y no
sólo ante la mera presencia de isquemia o la presencia de estenosis coronarias sin síntomas o
isquemia miocárdica significativa.
Más recientemente se publicó un estudio que
parece ser definitivo en este aspecto. El estudio
29
COURAGE(57) incluyó más de 2.000 pacientes,
comparó un grupo con estrategia combinada que
consiste en angioplastia seguida del mejor tratamiento médico versus otro grupo sólo con el mejor tratamiento médico. No se observaron diferencias significativas, pues al cabo de 4,6 años
promedio de seguimiento, el punto final combinado de muerte o infarto no fatal fue similar en
ambas estrategias (19% para el grupo con
angioplastia y 18,5% para el tratamiento médico). La mortalidad total en el período fue similar
en ambos grupos (7,6% y 8,3%, respectivamente) y la mortalidad de causa cardíaca fue del 0,4%
por año. Tampoco hubo diferencias en la necesidad de hospitalizaciones por síndrome coronario
agudo. Hubo una mejoría clínica inicial en el grupo angioplastia que se pierde a lo largo del seguimiento y una tasa menor de necesidad de
nueva revascularización.
Los aportes del estudio COURAGE son diversos y valiosos. Tras el objetivo de comparar el
resultado de una angioplastia coronaria y agregado de stent (el 94% del grupo invasivo recibió
al menos un stent) versus el resultado del tratamiento médico, sitúa en el máximo de tensión
actual a las estrategias y complementa la primera con el mejor tratamiento médico. Significó que
ambos grupos recibieran sistemáticamente aspirina (o clopidogrel ante su intolerancia), solos o
en combinación metoprolol, amlodipina y
mononitrato de isosorbide, además lisinopril o
losartán, y un tratamiento agresivo para lograr
un colesterol LDL menor de 85 mg/dl con
simvastatina (sola o con ezetimibe); y logrado este
objetivo, procurar el aumento de HDL (mayor
de 40 mg/dl) y el descenso de triglicéridos debajo
de 150 mg/dl con ejercicio físico, niacina o
fibratos.
La sistematización del tratamiento médico en
un ensayo terapéutico aleatorizado resulta una
referencia de enorme utilidad actual, ya que se
dispone de datos de la historia evolutiva actual y
con tratamiento médico óptimo de una cohorte
representativa a un plazo mediano (4 o 5 años)
de lo que podemos concebir como riesgo bajo o
moderado. Para entender esto basta con ver al
grupo excluido: enfermedad del tronco de la
30
coronaria izquierda, fracción de eyección menor
del 30%, enfermedad de tres vasos si la fracción
de eyección era inferior al 35%, prueba de esfuerzo fuertemente positiva, insuficiencia cardíaca refractaria, angina clase IV refractaria,
revascularización dentro de los 6 meses previos
y anatomía inadecuada para angioplastia. Por
esas características de inclusión, el grupo parece
de un riesgo no tan bajo y lo que puede verse
como un “sesgo de cruzamiento” (al 32,6% de las
personas en el grupo médico se les indicó una
revascularización durante el período) transparenta la realidad de que incluyeron pacientes con
riesgo isquémico al menos moderado. El cruzamiento revela que ante un empeoramiento clínico se revea la decisión de revascularizar. En el
grupo de estrategia invasiva hubo el 21,1% de
nuevas revascularizaciones, que mantiene el porcentaje habitual de repetición de procedimientos.
La cantidad total de procedimientos merece
una lectura al final del seguimiento. Los autores
informan la realización de 228 nuevas revascularizaciones en el grupo de 1.077 pacientes que
recibieron inicialmente una angioplastia, y de 348
revascularizaciones durante el seguimiento en los
1.137 pacientes bajo el único tratamiento médico. La comparación figura como una diferencia
significativa a favor de más revascularizaciones
en el grupo médico (p < 0,001), pero la mirada
real de un simple cálculo indica que en el grupo
invasivo se realizaron en total 1.305 procedimientos y en el grupo médico 348. La diferencia representa un exceso del 89% de procedimientos
en el grupo invasivo, para obtener una mortalidad igual, una tasa similar de hospitalizaciones
(12,4% y 11,8%) y una tasa similar de infarto de
miocardio (13,2% y 12,3%).
El uso de stents liberadores de droga ha sido
muy bajo en el estudio COURAGE. Sin embargo, no parece fácil superar la mortalidad cardíaca del 0,4% anual con un stent mejorado, al menos en ese período acotado de seguimiento y observación. El avance de la tecnología en el
intervencionismo endoluminal sin duda irá produciendo mejores resultados, pero en poblaciones como la presente su problema no es tanto
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
mejorar el resultado inmediato, sino la mortalidad intrínsecamente baja que se logra con la estrategia inicial de tratamiento médico.
Se debe enfatizar en que los resultados de la
estrategia médica dependen de un seguimiento
clínico muy cauto sobre los síntomas. Los autores son claros al decir “se efectuó revascularización (durante el seguimiento) para la
angina refractaria al tratamiento médico máximo o cuando había evidencia objetiva de empeoramiento de la isquemia en las pruebas no
invasivas, a discreción del médico de cabecera”.
Es la estrategia combinada la que logra los mejores resultados. Pretender que no existan “cruzamientos” es ignorar la forma en que evoluciona la angina estable y dirigir la investigación clínica a resolver la eficacia de un método más que
su aplicación para obtener los mejores resultados clínicos.
Finalmente, ¿la mortalidad al final del período caracteriza el riesgo inicial del grupo? La
pregunta plantea el hecho de que si por tener
una mortalidad baja al final no se trataba realmente de que el grupo era de riesgo inicial bajo.
Resulta impensable que con las características
de inclusión el grupo médico evolucionara con
una mortalidad del 0,4% por año y el logro se
debe tanto a la estrategia de cruzamiento oportuno como a la eficacia del tratamiento médico
óptimo. Sobre la base de las características de
inclusión no se puede plantear que ése era el riesgo que caracterizaba inicialmente al grupo y que
la angioplastia no revela mejores resultados porque se aplicó a la población equivocada. Está reconocido hoy que la buena aplicación de la estrategia médica en los pacientes adecuados tiene
efectos positivos sobre la evolución de las lesiones coronarias, el equilibrio isquémico del
miocardio y la mejoría de los síntomas. Esto sin
duda beneficia la supervivencia.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Con revascularización o sin ella, el tratamiento
médico debe ser óptimo: completo en todos los recursos farmacológicos y no farmacológicos, y
durante el seguimiento forzado a alcanzar y mantener las metas de la prevención secundaria.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
Si bien prácticamente no hay estudios con la
utilización de stents con drogas, datos disponibles hacen suponer que sólo beneficiarían a la
necesidad de nueva revascularización, mientras
que el riesgo de muerte o infarto no se afectaría
por su empleo. A esto se debe agregar el hecho
del riesgo de trombosis tardía y que los stents
liberadores de droga podrían alterar la
vasomoción en las zonas adyacentes al stent(58) y
el desarrollo de la circulación colateral mediante
la inhibición de la producción de citocinas, proteínas quimiotácticas y factores de crecimiento,(59)
por lo que su utilización no aportaría un beneficio pronóstico adicional. Se esperan en este campo nuevos resultados.
En resumen, en pacientes candidatos tanto
para tratamiento médico como para angioplastia
coronaria, la intervención precoz se asocia con
mayor mejoría sintomática (sobre todo en pacientes con angina más grave y peor clase funcional)
y mayor tolerancia al ejercicio. Este beneficio
podría ser aún mayor en los pacientes con lesión
proximal de la arteria descendente anterior. Sin
embargo, como se trata de población de riesgo
bajo debe balancearse este beneficio con el exceso de riesgo asociado con el procedimiento de
angioplastia.
Angioplastia coronaria frente a la cirugía de
revascularización
En pacientes con enfermedad de un vaso se han
realizado pocos estudios y con escaso número de
pacientes. En ellos, tanto la cirugía de revascularización como la angioplastia coronaria se
mostraron efectivas para mejorar la sintomatología, sin diferencias en la incidencia de infarto de miocardio o muerte. La angioplastia
coronaria se asoció con mayor necesidad de repetir procedimientos, cuya incidencia hoy ha disminuido por los progresos de la técnica.(60, 61)
Cuando se consideran los pacientes con enfermedad de múltiples vasos, son varios los trabajos que han comparado ambas estrategias en
más de 7.000 pacientes, sin encontrar diferencias significativas en la incidencia de infarto de
miocardio o de muerte, excepto en los pacientes
diabéticos en los que se observó mayor beneficio
31
con la cirugía de revascularización. Es común a
todos los estudios que los pacientes tratados
mediante angioplastia coronaria, si bien tienen
una morbilidad inicial menor, tienen mayor necesidad de nueva revascularización por reestenosis a corto y mediano plazo.(62) Se concluye
que la angioplastia y la cirugía son formas equivalentes de revascularización para enfermedad
de múltiples vasos en pacientes angiográficamente elegibles para ambos métodos y que
en general se prefiere la angioplastia coronaria
para los pacientes de riesgo bajo y cirugía de
revascularización para los pacientes de riesgo
mayor.
Relación entre riesgo, pronóstico y
tratamiento
___________
La estrategia para establecer pronóstico se basa
sobre la evaluación de la exposición al riesgo de
muerte. La angina de pecho estable no tiene un
valor único de mortalidad porque concurren, y
con grandes variaciones, los determinantes
fisiopatológicos naturales de la coronariopatía,
los cuales se enumeran en el Cuadro 1.
Las condiciones mencionadas están integradas e interrelacionadas para determinar gran
parte del pronóstico. La asociación de los factores de riesgo cardiovascular, principalmente la
diabetes, la hipertensión, la dislipidemia y el tabaquismo, impulsan el genio evolutivo de las placas al futuro.
La edad, el sexo y la antigüedad de la enfermedad desempeñan un papel importante. Como
la aterosclerosis tiende naturalmente a progresar en la mayoría de las personas, a más tiempo
transcurrido cabe esperar un grado de progresión mayor y cuando la evolución supera los 5
años, hay disminución significativa de la supervivencia.(63)
Supervivencia es la probabilidad de sobrevivir un tiempo dado, conocida por observar una
población en seguimiento. La tasa de mortalidad
anual es la forma más sencilla de expresar el pronóstico de vida y se calcula dividiendo el porcentaje de mortalidad acumulada por los años de
1. Vasos coronarios enfermos
- Región a la que irriga el vaso
- Número de vasos enfermos

– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
32
Cuadro 1. Determinantes
fisiopatológicos de la evolución de la angina estable
- Grado de estenosis, oclusión
- Dominancia y desarrollo del vaso
- Localización de la lesión en
el recorrido del vaso
- Lesión única o multilesión en un mismo vaso
- Grado de vulnerabilidad
- Enfermedad en el lecho distal
- Presencia y eficacia de circulación colateral
2. Isquemia miocárdica
- Extensión (superficie del VI, cantidad de
segmentos)
- Precocidad o facilidad con que un estímulo la
provoca
- Disfunción contráctil transitoria inducida
- Arritmias
- Falla en sistema de alarma del dolor
3. Necrosis concomitante
- Disfunción contráctil permanente en reposo
4. Tendencia a la inestabilidad eléctrica
- Arritmias ventriculares malignas
seguimiento. Sin embargo, los pacientes no fallecen con una tasa anual fija año tras año: la
evolución real es la de las curvas actuariales. Con
la técnica de Kaplan-Meier se aprecia la probabilidad de supervivencia en cada momento del
seguimiento y se independiza del tiempo de permanencia. Se presume que la probabilidad de
muerte es la misma para todos, pero existen
muchos factores, difíciles de homogeneizar por
completo, que influyen en el pronóstico y determinan diferencias individuales en la probabilidad de morir.
Para discriminar la variabilidad evolutiva de
la angina de pecho, el riesgo se estratifica con
información de datos clínicos y de exámenes complementarios.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Recoger y procesar información estratificada concluye en identificar la probabilidad de muerte en
riesgo alto o riesgo bajo-moderado.
––––––––––––––––––––––––––––––––
El riesgo (de muerte) bajo integra dos conceptos: equivale a una mortalidad igual o un poco
más alta que la de la población general de la misma edad y sexo y difícilmente modificable de
manera favorable y significativa por un procedimiento invasivo.
El modo de comenzar a elaborar el pronóstico individual de cada paciente es conocer la tasa
de supervivencia atribuible a la angina, de modo
que la primera información proviene del interrogatorio. Éste es uno de los atributos más importantes del médico clínico: ser experto en evolución de la enfermedad. Afortunadamente, datos
muy sencillos que surgen del interrogatorio son
los que brindan la primera orientación pronóstica
con fines terapéuticos.
¿Cómo se atribuye un valor de riesgo de
muerte a un caso particular? El mecanismo consiste en que determinada información se asimila
a un valor de mortalidad futura, resultado de
seguimientos clínicos y sobre criterios ergométricos, de perfusión miocárdica, de cantidad de
segmentos comprometidos, de comportamiento
de la fracción de eyección ventricular izquierda
y de arritmias. Como la angina de pecho tiene
base fisiopatológica en la isquemia miocárdica,
lo que se trata es de evaluar es la gravedad de la
isquemia. Las pruebas de evocación revelan el
sufrimiento tisular a través del propio angor, de
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
alteraciones electrocardiográ-ficas, metabólicas,
de visualizar la hipoperfusión y de cuantificar el
grado en que se compromete transitoriamente
la función contráctil. La medición de estas alteraciones tiene correlación con incidencia futura
de eventos graves; la exposición a la probabilidad futura de muerte cardíaca, de infarto fatal o
no fatal se denomina riesgo. En definitiva, se trata de conocer el pronóstico. Como la exposición
al riesgo es variable, se estratifica la gravedad
actual de la isquemia para elaborar un pronóstico confiable. Estratificar el riesgo es el modo de
comenzar a elaborar una decisión terapéutica.
El próximo paso es entonces abordar el pronóstico de la angina estable por aproximación a su
cuadro clínico y luego se perfecciona la información indagando la isquemia miocárdica técnicamente.
Distribución, evolución y mortalidad de la angina
estable
Conocer la mortalidad “natural” o al menos aquella no alterada por intervenciones mecánicas sobre la circulación coronaria es la base principal
para construir una decisión terapéutica.
Bajo la pauta de estabilidad hay situaciones
clínicas que imponen diferente conducta terapéutica. Hay pacientes con estabilidad sostenida,
mientras que otros propenden a la inestabilidad
y a los eventos graves. El grado de restricción
que impone la angina en la vida diaria establece
una diferencia importante, pues cuando es leve
o moderada (grado I o II en la clasificación de la
NYHA) hay una tasa menor de eventos mayores
que cuando ocurre ante esfuerzos menores o en
reposo (grado III-IV).(64) Con síntomas más leves
se esperan largos períodos de estabilidad, pero
esto depende, entre otros factores, del grado de
compromiso y adherencia al cumplimiento de la
prevención secundaria.
La mayor proporción de anginosos corresponde al grado I-II y esto tiene implicación sobre el
volumen de población que decida o no solicitar
estudios más complejos. Si se corre el corte de la
indicación hacia la angina más benigna, aquél
aumenta significativamente. La distribución de
gravedad depende en parte de la eficacia del tra-
33
tamiento médico disponible en cada momento
histórico. En efecto, en la década de los sesenta,
Proudfit(65) comunicaba 3% en grado I, 50% en
grado II y 47% en grado III-IV. Antes de la
angioplastia coronaria, en un centro con alto
volumen de coronariopatía crónica de la Argentina como el Hospital Argerich, sobre 1.282 pacientes con angina estable se registraba el 84%
con angina leve o moderada, el 16% con angina
III-IV y 26% del total con infarto previo.(66) A fines de los noventa, en una nueva serie consecutiva de 212 anginosos en el mismo centro el 32,5%
se encontraba en grado I, el 57% en grado II, el
10,5% en grado III y ninguno en grado IV puro.(67)
La angina de reposo como episodio breve y transitorio es común en la angina de Prinzmetal, en
la angina de reciente comienzo y en la angina
posinfarto agudo de miocardio, pero cuando aparece durante la angina estable debe ser investigada cuidadosamente y no concluir rápidamente
que se trata de un “grado IV”. En la citada experiencia, hubo episodios de reposo en el 5% de los
anginosos, pero ninguno tenía angina grado IV;
estaba presente en el 3% de los pacientes con
grado I, en el 5% de los de grado II y en el 14%
cuya restricción funcional era grado III. Se ha
considerado que la angina crónica tiene una
mortalidad anual promedio de alrededor del 2%
y probablemente hoy el valor esté más cercano
al 1% por año.(68) Si no hay infarto previo, el valor se mueve hacia abajo y si lo hay, hacia arriba.
Si el grado es III-IV, la mortalidad anual tiene
un piso del 3-4% por año y esto ya constituye
mal pronóstico de vida. El infarto previo se constata por ECG, que si es normal predice con alta
probabilidad función ventricular conservada. El
dato se confirma con un ecocardiograma que
aprecia los trastornos de la motilidad regional y
estima la fracción de acortamiento y la fracción
de eyección. Haber sufrido un infarto de
miocardio imprime un carácter más grave a la
evolución de la angina estable.(64)
––––––––––––––––––––––––––––––––
La angina estable tiene una mortalidad global
baja porque predomina ampliamente la angina
de grado I-II, que es de buen pronóstico.
––––––––––––––––––––––––––––––––
34
Los que padecen angina estable tienen
aproximadamente un riesgo de infarto y de muerte tres veces mayor que la población sin antecedente de coronariopatía. (69) El estudio
Framingham,(70) que analizó anginosos desde su
inicio clínico, informó una mortalidad del 2,8%
por año, igual en los primeros dos años (2,7%
por año) que a los 10 años (2,8% por año); las
mujeres tuvieron mejor evolución: 1,9% a dos
años y 1,7% a los 10 años, aunque el dato no es
compartido por otros autores. El Plan de Seguro
de Salud de los Estados Unidos también analizó
la angina desde su aparición y en el seguimiento
a 4,5 años halló una mortalidad global del 3,8%
por año; en los anginosos sin infarto previo, la
mortalidad fue menor (3% por año) y la incidencia de infarto fue del 5% por año.(69) Estos datos
se examinan hoy con la perspectiva histórica de
que en esos años no existía la misma eficacia en
el tratamiento médico de la isquemia ni de los
factores de riesgo. Algunos grupos de anginosos
reconocidos por su extrema gravedad permanecen actualmente con mal pronóstico, como quienes sufren depresión grave de la función
ventricular izquierda sin viabilidad, o los que aun
con territorio viable significativo, no se revascularizan; se ha comunicado para estos pacientes una mortalidad anual del 13%.(71)
Hoy no son posibles los estudios de “evolución natural”. En su reemplazo, y de la misma
eficacia para tomar decisiones, contamos con el
conocimiento de cohortes observadas bajo “tratamiento médico”. Casi todas excluyen la angina grave y muy limitante, por lo que conforman
poblaciones de menor mortalidad; en algunos
pocos estudios se admitieron anginas más graves o mejoradas con tratamiento médico.
Pacientes menores de 65 años con angina
grado I-II y fracción de eyección mayor del 35%
integran el subestudio aleatorizado del CASS,(72)
cuya rama de tratamiento médico tuvo una mortalidad del 1,6% por año y una tasa anual de infarto de miocardio del 2,2%. En el mismo seguimiento, el corte a 5 años evidenció una mortalidad del 1,4% en la enfermedad de un vaso, del
1,2% en la de dos vasos y del 2,1% por año en la
de tres vasos; el grupo con fracción de eyección
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
inferior a la normal presentó el 3,3% por año.
Datos de la misma época pertenecientes a un
estudio europeo(73) otorgan una mortalidad algo
mayor a los pacientes con enfermedad de dos
vasos (2,3% por año) y de tres vasos (3,2%), influida seguramente porque admitieron pacientes con angina grado III (y grado IV con respuesta positiva al tratamiento médico) y porque se
excluyó la enfermedad de un vaso. Ese estudio
mostró la importancia de la lesión ubicada en la
arteria descendente anterior: su asiento más allá
del tercio proximal coincidió con una mortalidad
del 0,8% por año, y su ubicación proximal en los
pacientes con enfermedad de dos vasos se asimiló a la mortalidad de los pacientes con tres vasos. Además, avaló un dato clínico sobre el que
ya había alguna evidencia: la comprobación de
arteriopatía periférica coincide con evolución más
grave de la angina estable. En un seguimiento
durante 38 meses promedio, iniciado en 1988, de
pacientes con angina estable, que incluyó enfermedad de uno, dos o tres vasos, y en el grado III, la mortalidad fue del 1,7% por año.(74) El estudio MASS(54) se dedicó a la angina de pecho estable con lesión única, grave y proximal de la arteria descendente anterior, y en 214 pacientes con
esas características no hubo mortalidad a 3,5
años promedio, con desarrollo de infarto de
miocardio en el 2,7% (0,7% por año). En otro seguimiento de pacientes con enfermedad única de
la arteria descendente anterior y función
ventricular normal, la supervivencia a 17 meses
fue del 97%, equivalente a una mortalidad del
1,9% por año.(75) El estudio RITA-2(56) tiene la
particularidad de que los pacientes se admitieron y comenzaron el seguimiento después de controlar médicamente la angina. Esta selección
conformó una población global de angina leve o
moderada, o de síntomas controlados hasta la
remisión, y seguramente fue determinante para
que el 60% tuviera enfermedad de un vaso y sólo
el 7% de tres vasos. Ese proceder reproduce la
mejor conducta que debe adoptarse en la práctica diaria, que es la de instituir primero el tratamiento farmacológico y esperar su resultado. El
grupo aleatorizado a continuar con tratamiento
médico tuvo un porcentaje acumulado de muer-
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
te o infarto agudo de miocardio del 3,3% al cabo
de 2,7 años promedio de seguimiento, equivalente
al 1,2% por año para ambos eventos mayores en
conjunto. La mortalidad de los pacientes con tratamiento médico fue del 0,6% por año. En comparación con otros estudios con rama de tratamiento conservador, el estudio COURAGE(57) incluyó coronariopatía estable con un tipo de riesgo no observado en otras investigaciones. En su
población con tratamiento médico admitió angina clase I-III (clasificación de la Sociedad Canadiense de Cardiología), donde el 68% de los pacientes presentó defectos isquémicos múltiples
en cámara gamma, el 39% infarto previo, el 31%
enfermedad de tres vasos y el 37% lesión proximal
en la arteria descendente anterior; también incluyó pacientes con angina estable clase IV
estabilizada con drogas. Éstas son características infrecuentes en ensayos clínicos que
aleatorizan tratamiento médico, pero usuales en
la consulta diaria. En el estudio COURAGE, la
mortalidad cardíaca anual con tratamiento médico fue del 0,4% (1,8% por año de mortalidad
total) y la tasa anual de infarto no fatal fue del
2,6%.
Por lo visto hasta ahora con la información
provista por el interrogatorio, siempre deberíamos diferenciar la angina grado I-II de la de grado III-IV, pero a veces no es posible, especialmente
cuando hay umbral variable con fuerte componente del tono vascular y del ritmo circadiano;
en ciertas ocasiones, la información clínica es
suficiente para decidir el pronóstico y el tratamiento. ¿No conviene entonces detener la evaluación? Si no es así, ¿cuál es el próximo paso? Si
hay que avanzar, lo que interesa es el monto de
incertidumbre que despeja el nuevo procedimiento, es decir, la forma en que modifica significativamente las probabilidades previas. Será la
hora de solicitar una prueba de esfuerzo graduada, una gammagrafía o un ecocardiograma con
apremio.
Estratificación del riesgo y decisión del
tratamiento en la angina I-II
Como orientación general, la estrategia médica
es la más apropiada en la angina leve o modera-
35
da sin infarto previo. Pero algunos pacientes con
angina grado I-II tienen más riesgo que el resto,
en las curvas actuariales fallecen antes, por lo
que identificar este pequeño grupo de “riesgo
alto” dentro del gran grupo de “riesgo bajo” constituye un desafío.
––––––––––––––––––––––––––––––––
La evaluación siempre debe avanzar hasta que la
información sea suficiente para confirmar el riesgo bajo o revelar el riesgo alto.
––––––––––––––––––––––––––––––––
La prueba de esfuerzo graduado (PEG) proporciona indicadores de escaso valor pronóstico,
pero el procedimiento no puede obviarse debido a
la importancia de identificar tanto el riesgo alto
como el riesgo bajo, y en este campo un examen
sencillo como la PEG tiene alto valor predictivo
negativo, sin olvidar que algunos predictores
ergométricos son muy específicos, como la
isquemia precoz con detención temprana y la
hipotensión intraesfuerzo. Pero cuando la prevalencia del hecho que se investiga (mortalidad) es
baja, el número de resultados falsos positivos es
alto, por lo que se requerirán entonces exámenes
más específicos que sensibles, como por ejemplo
la perfusión miocárdica con radionúclidos, la
ecocardiografía para evaluar la motilidad parietal
ventricular y la fracción de eyección durante pruebas de inducción de isquemia.
La angina grado I-II puede evaluarse en pruebas de inducción sin necesidad de tratamiento
antiisquémico, especialmente el paciente se encuentra virgen de tratamiento, pero aun con drogas en ocasiones es aconsejable discontinuarlas
gradualmente para evaluar la isquemia miocárdica en su real magnitud.(76)
Una PEG negativa identifica riesgo bajo porque señala con alta probabilidad enfermedad de
un vaso (en general arteria coronaria derecha o
circunfleja);(77) independientemente de no demostrar isquemia, concluir el esfuerzo con una frecuencia cardíaca máxima de 160 latidos por minuto o arribar al estadio IV de Bruce equivale a
una mortalidad anual del 1,7%, que corresponde
al 1% al final del primer año.
Si la PEG es positiva, hay que pensar primero en enfermedad de tres vasos, o de dos vasos
36
que involucra a la arteria descendente anterior.
Cuando además de depresión ST isquémica el
esfuerzo graduado induce angor, la enfermedad
de múltiples vasos es mucho más frecuente(78) y
a futuro evoluciona con una incidencia mayor de
progresión de angina, de aparición de infarto y
de muerte cardíaca.(79)
La isquemia precoz en la PEG (4 METS) duplica la tasa de eventos en comparación con la
aparecida a los 8 o 9 METS(79) y se correlaciona
con enfermedad de tres vasos en el 70% y de tronco de la coronaria izquierda hasta casi en el 30%
de los casos.(80) En el estudio observacional del
Hospital Argerich, la isquemia precoz definida
como aparición de angina o de depresión ST -1
mm en el precalentamiento sin carga o a los 150
kgm/min evolucionó con una mortalidad anual
del 4%. Es un valor de riesgo alto que merece
tratamiento invasivo sin demora, porque la curva actuarial le adjudica el 8% de mortalidad al
primer año y el 15% al segundo año. En los pacientes con infarto previo, en el primer año de
evolución la mortalidad es del 15%, si la isquemia
precoz permite ejercitar hasta cargas elevadas
(450 kgm/min o más) o no hay infarto previo, la
curva actuarial adjudica una mortalidad al primer año del 4%. Casi toda la mortalidad de la
isquemia precoz se concentra en los pacientes con
angina grado III-IV y esa combinación es de muy
alto riesgo pues equivale a mortalidad promedio
anual del 6,3% y al fin del primer año, del 16%.
El comportamiento paradójico de la tensión
arterial (CPTA) también denominado hipotensión intraesfuerzo o comportamiento inotrópico
negativo, expresa deterioro acentuado de la función ventricular y se ha comunicado con una frecuencia de hallazgo variable, entre el 2,7% y el
24%,(81, 82) lo cual probablemente se deba a diversas formas de definirlo. En la experiencia del
Hospital Argerich constituyó el 4,5% de 2.136
pacientes coronarios consecutivos que realizaron
una PEG; se presentó en el 12% de los anginosos
grado III-IV, en el 4,5% de los de grado I-II y con
más frecuencia en la angina con infarto previo
(10%) que sin éste (4,2%). Su hallazgo es indicación directa de cinecoronariografía con intención
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
de revascularizar, debido a que en el primer año
la mortalidad es del 7% y al segundo, del 19%.(83)
Las arritmias ventriculares graves no parecen tener peor supervivencia si no se asocian con
isquemia demostrable ni con CPTA o con infarto
previo. La depresión ST de gran magnitud no
tendría una mortalidad alta en ausencia de
isquemia precoz, CPTA o de arritmias graves. La
asociación de dos de estas respuestas presenta
escasa supervivencia, ya que al año de seguimiento la mortalidad es del 8% y al segundo es del
11%; y cuando esta combinación se relaciona con
el grado clínico, la angina grado I-II adquiere muy
mal pronóstico, pues su mortalidad anual equivale al 10,5%. El valor pronóstico de la asociación de dos variables ergométricas estaría muy
vinculado al antecedente de infarto, pues en este
subgrupo falleció el 58% y sólo el 19% de quienes
no lo tenían. De un modo u otro, el infarto previo es un agravante del pronóstico en la angina
estable.
Los pacientes con la respuesta hipertensiva
hiperdolora que se observa en el primero o segundo minuto de la recuperación, casi siempre
acompañada de elevación de la presión arterial
por encima del valor registrado en el máximo
esfuerzo, si bien se presentan con escasa frecuencia (en 26 años registramos 44 casos), tiene alta
prevalencia de hipertensión arterial, hipertrofia
ventricular izquierda, umbral de isquemia precoz, angina III-IV, infarto previo, insuficiencia
cardíaca y coronariopatía grave. A dos años y
medio se encontró una mortalidad del 68%.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Hipotensión intraesfuerzo o isquemia precoz con
detención temprana son indicación directa de
cinecoronariografía con intención de revascularizar.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Muchos datos comentados pertenecen a un
análisis observacional retrospectivo del Hospital Argerich, de 313 pacientes con diagnóstico
clínico de enfermedad coronaria y con criterios
de alto riesgo ergométrico.(84) Los incorporaremos
al proceso de evaluar gravedad, con las conclusiones de otra cohorte prospectiva de 148 pacien-
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
tes con angina I-II seguida por el mismo grupo
durante 38 ± 23 meses promedio.(85) En este último estudio, casi la mitad de la población
anginosa tuvo algún criterio de “alto riesgo
ergométrico” y evolucionó con una mortalidad
del 2,8% por año y el resto, del 1,4%. ¿Es posible
una aproximación más selectiva en los primeros
o todos requieren una cinecoronariografía? Con
ventriculografía radioisotópica, el 12% de esta
población tuvo depresión inducida de la fracción
de eyección menor del 36% y se correlacionó con
una mortalidad anual del 5,3% (significativamente mayor que la del 1,4% de aquellos con fracción de eyección mayor del 36%). Éste es uno de
los datos más importantes que avalan la estrategia invasiva.
La gammagrafía con perfusión miocárdica
revela que durante el esfuerzo son de mal pronóstico la caída significativa de la fracción de
eyección, la dilatación ventricular izquierda, la
captación pulmonar del radiotrazador y un número de segmentos con hipoperfusión transitoria.(86, 87)
Después de la ergometría, ¿a qué pacientes
indicar gammagrafía con la expectativa de agregar información? De aquí en adelante deberíamos tener orientación para identificar el grupo
selecto (12% de la angina I-II) que evoluciona
mal. ¿Hay manera de no indicar cámara gamma
a todos?
Veamos que el grado de angina, la existencia
de infarto previo y el resultado ergométrico construyen un valor predictivo para orientar la pesquisa de una cámara gamma de riesgo alto. La
dificultad estriba en que cuando el hecho que se
investiga tiene baja prevalencia (12%), el valor
Cuadro 2. Identificación de anginosos
con riesgo bajo
ƒ
37
predictivo positivo es bajo porque el número de
falsos positivos es alto. En efecto, la PEG con
riesgo ergométrico alto y el infarto previo concentraron los casos con caída grave de la fracción de eyección, pero como el valor predictivo
positivo es bajo, a todos ellos se les debe efectuar
una gammagrafía radioisotópica. Por el contrario, el valor predictivo negativo es muy alto (98%),
indicativo de que anginosos grado I-II sin ningún criterio de riesgo ergométrico alto y sin infarto previo tienen probabilidades mínimas de
caída grave de la fracción de eyección. El dato es
muy importante: constituyen un tercio de la población y no necesitan de cámara gamma porque
la mortalidad anual (0,5%) es un riesgo muy bajo.
El mayor valor de la ergometría residiría no
tanto en indicar directamente una cinecoronariografía, sino en indicar directamente el cese
de estudios que identifican una angina estable
que evoluciona con la mortalidad anual más baja.
En el Cuadro 2 se muestran tres seguimientos
con porcentajes similares de población identificada con criterios ergométricos, que evolucionan
con mortalidad anual baja. Ésta y otras experiencias(86) indican que una estrategia de evaluación
basada en información incruenta brinda igual o
mayor información pronóstica que el número de
vasos enfermos y, por lo tanto, el cateterismo
cardíaco no es imprescindible para evaluar el riesgo coronario, sino que debe abordarse luego de
evaluar la isquemia miocárdica y cuando su estratificación de gravedad sugiera intención de
estrategia invasiva.
CASO CLÍNICO DE ACE
La mortalidad que sufren los pacientes con
CPTA torna innecesaria la gammagrafía y es indicación directa de cinecoronariografía. En el
Criterio en la PEG
Prevalencia
Mortalidad
anual
Universidad de Duke
Índice > 5
34%
0,6%
Registro del CASS
Etapa ≥ 3
32%
1,0%
33%
0,5%
Depresión ST < 1 mm
Hospital Argerich
Clase ergométrica I-II
Sin CPTA; DPU > 17.000
CPTA: Comportamiento paradójico de la tensión arterial. DPU: Doble producto al umbral de isquemia.
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
38
seguimiento prospectivo, repite el valor de 8%
por año, equivalente a una mortalidad 11,4 veces más alta que la de quienes no tuvieron esa
respuesta (0,7% por año). El umbral de isquemia
durante el precalentamiento o 150 kgm/min tuvo
una mortalidad anual del 2,5% (riesgo relativo
de muerte 1,6) y el doble producto al umbral
menor de 17.000 tuvo una mortalidad anual del
2,8% (riesgo relativo de muerte 2,3).
La elaboración del riesgo toma una vía diferencial cuando existen circunstancias que obligan a armonizar el riesgo isquémico objetivo con
la exposición a otros riesgos particulares. Se exponen en el Cuadro 3 y pueden llevar a una conducta terapéutica diferente de la de su estratificación.
La evaluación periódica y el cruce de
tratamientos
En la angina estable bajo tratamiento médico,
algunos pacientes empeoran las crisis y se instala una angina progresiva, bajo la forma de “lentamente progresiva” o “rápidamente progresiva”,
tal como solía describirlo el Dr. Pujadas. Puede
estar influida por la exacerbación de la vasomotilidad coronaria y el aumento del consumo
miocárdico de oxígeno, como en el estado
hipertensivo, la fibrilación auricular con frecuencia ventricular elevada, el hipertiroidismo, la
anemia, la estación invernal, los períodos de
hiperemotividad, entre otras, pero si esas condi-
- Carga genética
- Asociación de factores de riesgo
- Edad mayor de 70 años
- Antigüedad de la coronariopatía mayor de 5 años
- Arteriopatía periférica
- Internaciones repetidas por angina inestable
- Desempeño laboral con responsabilidad sobre la vida de
terceros
- Depresión ST en el ECG de reposo
- Empeoramiento de la isquemia miocárdica en PEG o en
cámara gamma

Cuadro 3. Moduladores de la conducta terapéutica
ciones se corrigen o no existen, es probable que
el cuadro sea la manifestación de progresión de
una lesión coronaria y es el momento de considerar una alternativa diferente de tratamiento.
El estudio CASS,(88) también el de Veteranos(89) y el Europeo(73) han sido criticados por el
cross-over de pacientes desde el tratamiento
médico hacia el tratamiento quirúrgico. Sin dudas, se alteró la pureza metodológica de llegar al
final del seguimiento con todas las asignaciones
fieles a la aleatorización inicial. Al concluir el
seguimiento, en el primer estudio el 23,5% de los
pacientes, en el segundo el 25% y en el tercero el
24% habían abandonado el tratamiento médico
y recibido cirugía de bypass y esto había sido más
frecuente en la enfermedad de tres vasos. Inicialmente fue el estudio CASS el que escapó del
paradigma de la investigación convencional y eligió la estrategia de tratar con cruzamiento según la gravedad presentada. En la práctica diaria, pensar que el momento de resolver el pronóstico siempre es uno solo y coincide con el que
el paciente consulta por primera vez es una simplificación. Estratificar, decidir y revaluar al tiempo es parte de la estrategia no invasiva para que
el momento de cada terapéutica sea el adecuado.
En los estudios mencionados, la tasa de pacientes en tratamiento médico que requieren
revascularización por empeoramiento de la angina evoluciona a un ritmo del 4-5% por año. El
resultado es una enseñanza de aplicación clínica: atendiendo a un evento menor y “cruzando”
a tiempo se logra un grupo de tratamiento médico sin más mortalidad que el invasivo. Ocurre
también en la enfermedad de tres vasos, donde
esta estrategia no produjo mortalidad adicional.
En el estudio RITA-2, la tasa de cruzamiento fue
del 9% por año(56) y en el seguimiento del Hospital Argerich fue del 2,7% por año (el menor valor
en un hospital público puede atribuirse a la dificultad de que todos los pacientes con necesidad
de tratamiento invasivo puedan concretarlo).
El seguimiento clínico cercano del paciente
anginoso debe estar atento a la progresión del
síntoma. En una observación de 1.214 pacientes
con tratamiento médico durante 5 años efectuada en la Universidad de Duke,(90) la angina pro-
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
gresiva resultó un predictor independiente de
riesgo. El 48% de los pacientes con angina progresiva fallecieron o sufrieron un infarto, en tanto que esto sólo ocurrió en el 29% de quienes no
tenían el antecedente de angina; la mortalidad
de quienes tuvieron angina progresiva fue del
29% (5,8% por año) y la de los que no la tuvieron
fue del 18% (3,6% por año). La incidencia de infarto no fatal a los 3 años fue del 24% con angina
progresiva versus el 5% sin ella.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Es importante entender a la angina progresiva
como un evento menor altamente predictivo de un
evento mayor.
––––––––––––––––––––––––––––––––
En el seguimiento de la angina estable con
ergometrías anuales se observa que bajo la apariencia de una evolución sin cambio en los síntomas hay empeoramiento asintomático de la
isquemia. Reducciones del doble producto al
umbral de isquemia, aumentos de la magnitud
de la depresión ST y del comportamiento paradójico de la presión arterial durante el esfuerzo
predicen la progresión de angina y plantean fuertemente la indicación de una cinecoronariografía
con intención de revascularizar.
Decisión del tratamiento en la angina
grado III-IV
Ante la angina grado III-IV no conviene sino una
cinecoronariografía con intención de revascularizar, luego de instaurar tratamiento médico óptimo; la conducta puede modificarse si coincide
con disfunción ventricular izquierda significativa, donde es aconsejable evaluar la existencia de
hibernación y el grado de viabilidad miocárdica.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Orientarse hacia la estrategia invasiva de entrada es lo más apropiado en la angina grave.
––––––––––––––––––––––––––––––––
La angina grado III es sintomática en los
pequeños esfuerzos habituales, pero a veces ocurren algunos pocos episodios en reposo, habitualmente al acostarse de noche o posprandiales, o
sin motivo desencadenante aparente, en cuyo
caso se considera “angina grado III-IV”.
39
La concomitancia de infarto introduce la necesidad de saber en qué grado afecta la función
ventricular izquierda. Mediante ecocardiograma
con Doppler se estiman la fracción de eyección
ventricular izquierda y el estado de la motilidad
parietal. La función contráctil con deterioro grave en reposo (fracción de eyección por debajo del
30%) en pacientes con angina e isquemia hace
pensar que la hibernación miocárdica puede ser
un mecanismo fisiopatológico involucrado y la viabilidad del miocardio debería investigarse mediante ecocardiografía con dobutamina o gammagrafía
con reinyección de talio. La viabilidad significativa y la isquemia remota a la zona de necrosis constituyen una información valiosa de la que se debe
disponer antes de entrar en la sala de cateterismo
para ayudar a la decisión intervencionista de las
arterias que se han de abordar o a la decisión de
revascularización quirúrgica.
El tratamiento médico antiisquémico se instala prontamente, basado en la combinación de
bloqueantes betaadrenérgicos, antagonistas de
los canales lentos del calcio y nitratos. Está indicada la interrupción de las crisis anginosas con
nitroglicerina o dinitrato de isosorbide sublingual, y en ocasiones el uso profiláctico cuando
la circunstancia desencadenante produce siempre angina y no se puede prevenir con drogas de
acción prolongada. En los cuadros más graves,
especialmente cuando no hay opciones para
revascularizar, los parches transdérmicos de nitroglicerina con aplicación discontinua brindan
alivio a la isquemia transitoria recurrente. La
trimetazidina completa el arsenal farmacológico
usual y también tiene mayor indicación en la
isquemia grave y persistente.
En todo tipo de angina, pero especialmente
en la de grado III-IV, el tratamiento de concausas
agravantes de la isquemia es un punto crítico.
Entre las más frecuentes están la hipertensión
arterial no controlada, la fibrilación auricular con
respuesta ventricular acelerada, los ritmos
bradicárdicos, la anemia y el hipertiroidismo.
Estas condiciones incrementan el consumo
miocárdico de oxígeno y bajan el umbral de
isquemia; muchas veces, al tratarlas se advierte
40
que la sintomatología cede para dar lugar a una
nueva evaluación del cuadro.
En ocasiones, una vez excluidas las causas
agravantes mencionadas, el tratamiento médico
transforma a la angina III-IV en grado I-II, o
raramente en muy oligosintomática. Es posible
que en estos casos el tratamiento farmacológico,
además de haber adecuado el consumo
miocárdico de oxígeno al aporte, haya sido muy
efectivo sobre el vasotono o el vasoespasmo
coronario. No son casos frecuentes, pero si ello
ocurre y todavía no se ha realizado la cinecoronariografía, se puede dar lugar a una valoración gammagráfica para conocer la situación
isquémica real. La posposición del cateterismo
cardíaco no debería ocurrir si existe infarto previo, si hubo signos de insuficiencia cardíaca o está
establecida la existencia de fracción de eyección
baja con viabilidad miocárdica. El cateterismo
cardíaco habitualmente debe realizarse a los pocos días de conocerse el diagnóstico y la
revascularización percutánea o por cirugía de
bypass es el tratamiento indicado, con el tratamiento farmacológico antianginoso y estabilizador de la placa ya instalado.
La angina estable grado IV es muy rara en la
actualidad. Es donde predominan los episodios
de reposo, diurnos y sin circunstancias
desencadenantes aparentes; además, la capacidad de emprender pequeños esfuerzos está visiblemente afectada. Se observaba con mayor frecuencia hace más de tres décadas, cuando el acceso a la revascularización era limitado. El desequilibrio isquémico es tan grave que en la mayoría de los casos la situación no adquiere
cronicidad: o se resuelve con la revascularización
o sufre un evento grave. Hoy permanecen “estables” en grado IV muy pocos casos, refractarios
al tratamiento médico, porque tienen escasas
chances de revascularización. También ocurre en
pacientes muy añosos, con muchas comorbilidades y riesgo elevado para intervenciones
invasivas, o con enfermedad coronaria y estenosis valvular aórtica impedida de abordaje quirúrgico; suelen desempeñar un papel la intolerancia o el efecto adverso al uso completo de las drogas antiisquémicas.
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
En pacientes con una historia de varias
angioplastias coronarias o cirugía de bypass con
puentes obstruidos y/o con nuevas lesiones
distales y sin probabilidad de éxito en nuevos
procedimientos, muchas veces se trata de una
anatomía muy adversa (oclusiones de troncos
epicárdicos, lechos distales muy enfermos o
angiográficamente inexistentes; a veces, la circulación colateral no existe, otras veces está muy
desarrollada pero altamente ineficiente); a este
difícil escenario está arribando actualmente un
número creciente de personas, debido a la gran
cantidad de revascularizaciones efectuadas desde hace tiempo. El aumento de la esperanza de
vida determina un futuro en el que algunos llegan, con mayor edad, a la etapa final con progresión más difusa y grave de la aterosclerosis, y
cuando además comienza a ser más frecuente el
cuadro clínico de insuficiencia cardíaca. Estos
pacientes (no option patients) desafían la inventiva para hallar tratamientos que de alguna manera restablezcan el desequilibrio miocárdico de
oxígeno; con diferente éxito se están investigando la neoangiogénesis, la tunelización transmiocárdica con láser y la autorretroperfusión
coronaria.(91)
Angina con infarto previo
Cuando además de la isquemia hay necrosis, el
riesgo se complica de dos maneras: primero, porque habitualmente está aumentado el número
de vasos con obstrucción u oclusión y, segundo,
porque en forma permanente está afectada en
algún grado la contractilidad ventricular. Ambos
elementos se combinan para agravar el pronóstico. Hace más de treinta años que Bruschke,
Proudfit y Sones advirtieron que la presencia de
hipocinesia generalizada o acinesia difusa determina una mortalidad del 12% por año en la enfermedad de uno y dos vasos, del 17% por año en
la enfermedad de tres vasos y del 20% por año
en el compromiso grave del tronco de la coronaria
izquierda. Piggot, Kouchoukos y Oberman comunicaron una mortalidad anual del 9% para la fracción de eyección menor del 35%, y del 12% por
año para la inferior al 25%. En comparación con
los años en los que no se distinguía la viabilidad
Enfermedad coronaria crónica: tratamiento de la angina de pecho estable
en la cardiopatía isquémico-necrótica, los datos
actuales de mortalidad, salvando diferencias de
progreso en el tratamiento farmacológico, son
igualmente graves en los pacientes con fracción
de eyección deteriorada y sin viabilidad o con viabilidad tratada médicamente. Se calcula en un
10% anual la mortalidad de la angina con fracción de eyección inferior al 30%(92) y en el 13%
por año en pacientes sin viabilidad o con viabilidad no revascularizada.(71)
Probablemente no requieran una cinecoronariografía algunos pacientes con angina crónica que han sufrido en su historia un infarto pequeño, sin transmuralidad y sin compromiso de
la función ventricular izquierda.
El costo-beneficio en la elección del
tratamiento
___________
En apreciación de conjunto, al terminar de
evaluar la angina leve o moderada se habrá identificado una proporción grande de pacientes con
buen pronóstico, utilizando recursos de baja complejidad y bajo costo, y un grupo pequeño que
habrá usado toda la tecnología y más gasto, porque tenía mayor riesgo de muerte o infarto.
Si el paradigma terapéutico es que siempre
es mejor restablecer el flujo sanguíneo que convivir con obstrucciones coronarias, la estrategia
es objetivar isquemia y revascularizar. Este pensamiento requiere poca elaboración clínica y descansa en la presunta tranquilidad de que la terapéutica radical siempre es mejor. Obviamente,
esta presunción sería absoluta si el riesgo de la
intervención fuera nulo. Al no ocurrir esto, surgen nuevos paradigmas como es modular la intensidad de los recursos según el grado de exposición al riesgo de morir o de sufrir infarto de
miocardio, en cuyo caso la estrategia es
estratificar el riesgo para decidir el eje del tratamiento.
––––––––––––––––––––––––––––––––
Cuando estratificar significa riesgo de mortalidad elevada, efectuar coronariografía añade el
perfil de factibilidad y conveniencia de cuál es la
mejor técnica de revascularización.
––––––––––––––––––––––––––––––––
41
Si para la supervivencia del paciente es irrelevante uno u otro método, se elige el de mayor
ventaja relativa, que habitualmente es el procedimiento endoluminal. Las ventajas de la
angioplastia derivan de su menor invasividad, del
menor tiempo de internación, recuperación y
reinstalación más rápida a la vida habitual, de la
preservación de conductos para otra oportunidad (CRM a futuro) y de una disminución de la
ansiedad que genera todo procedimiento. Las
ventajas de la cirugía son remisión de la angina
en un número mayor de casos, un número menor de reintervenciones y mayor probabilidad de
revascularización completa.
No es del todo cierto que la supervivencia es
similar con cualquiera de los dos procedimientos
invasivos, pues los ensayos aleatorizados que
arribaron a esa conclusión seleccionaron los casos por la condición de ser igualmente aptos para
ambos procedimientos, y la restricción impuesta
por la factibilidad conformó grupos comparables,
pero con riesgo más bajo, pues no incluyeron
malos lechos distales, lesiones del tronco de la
coronaria izquierda, más de una oclusión total
ni función ventricular muy deprimida. En esos
estudios observacionales, los pacientes intervenidos con bypass tienen indicadores más graves
y evolucionan algo peor(93) y en los aleatorizados
la supervivencia es similar con ambos tratamientos.(60, 94) Una inferencia práctica y obvia es que
si no puede aplicarse el método menos invasivo
es porque las características anatómicas son de
peor pronóstico y todo el beneficio dependerá de
una cirugía de bypass exitosa.
En toda esta decisión hay una dinámica de
costo-beneficio. La pregunta es: ¿hay modo de
mejorar sensiblemente el pronóstico obtenido?
Si el riesgo es bajo, la respuesta es no y el costo
de la estrategia invasiva es alto. El costo se calcula en recursos invertidos, en morbimortalidad
perioperatoria y en probabilidad de nuevos procedimientos alejados. Esta cuestión está muy bien
representada en los resultados del estudio RITA2, que incluyó pacientes con riesgo bajo (angina
de pecho farmacológicamente controlada) y comparó la evolución de los tratados con angioplastia
versus los seguidos con tratamiento médico.(56)
– Módulo 3 – Fascículo Nº 1 – 2008
42
El porcentaje acumulado de muerte o infarto de
miocardio no fatal para el grupo con angioplastia
fue el 6,3% y para el grupo con tratamiento médico fue el 3,3% (doble del riesgo para el grupo
intervenido); la incidencia de infarto no fatal en
los primeros fue del 4,1% (un tercio vinculado al
procedimiento) y en los segundos, del 1,9%; la
mortalidad fue similar en ambos grupos durante el período de seguimiento. El 25% de los pacientes con tratamiento médico necesitaron
revascularización durante la evolución y se le
efectuó angioplastia para controlar adecuadamente la angina (tasa de cruzamiento: 9% por
año). Por su parte, el 20% de los tratados inicialmente con angioplastia necesitaron un procedimiento adicional después del primero, de lo que
resulta que en ambos grupos se realizó casi la
misma cantidad de intervenciones durante el
seguimiento, pero con estrategia invasiva hubo
un exceso del 78% de angioplastias, sin beneficio
ulterior en la supervivencia, con una incidencia
mayor de infarto de miocardio, sin disminución
de la incidencia de angina inestable (9,5% en
ambos grupos) ni de la derivación a cirugía
coronaria (7,9% en el grupo con angioplastia y
5,8% en el grupo con tratamiento médico). No
hubo mejor supervivencia por apelar de entrada
a una estrategia más agresiva, sí hubo mejoría
de los síntomas y mayor duración del ejercicio.
––––––––––––––––––––––––––––––––
La estrategia invasiva no reduce la tasa de eventos en los cuadros de riesgo bajo; lo adecuado es
continuar con tratamiento médico óptimo, más
aún si por ese medio se controlaron totalmente
los síntomas.
––––––––––––––––––––––––––––––––
En la elección de una estrategia interviene
la morbimortalidad del procedimiento invasivo.
En realidad, conviene interpretar que este “costo agudo” no es alto ni bajo en sí mismo, sino en
relación con el costo del riesgo isquémico actual
del paciente. Existe una paradoja que debe
interpretarse correctamente: los pacientes con
riesgo quirúrgico (cardíaco) más elevado son los
que tienen mayor beneficio relativo en la supervivencia alejada. Es así que las mismas condicio-
nes cardíacas que elevan el riesgo preoperatorio
están presentes entre quienes ganan más años
de vida a largo plazo. Lo que se observa en los
pacientes con un número mayor de vasos enfermos, con disfunción ventricular izquierda y con
síntomas más graves son los más beneficiados.
En los rangos de riesgos preoperatorios bajos hay
menos diferencia de años ganados entre el tratamiento quirúrgico y el tratamiento médico.(95) La
mortalidad perioperatoria global debe ser inferior al 4%, pero no es igual para todos los pacientes. Las variables extracardíacas que inciden
desfavorablemente son la edad mayor de 70 años,
el sexo femenino, la enfermedad pulmonar
obstructiva crónica, la enfermedad vascular
periférica, la enfermedad cerebrovascular, la insuficiencia renal, la diabetes, la anemia y la
hipoalbuminemia.
Cuando estratificar significa “riesgo bajo”,
la estrategia invasiva no prolonga la vida. Se debe
inquirir la opinión del paciente pues, luego de
aclarar esta cuestión, si el tratamiento médico
óptimo no logra un estado oligosintomático la
intervención es una opción adecuada. La estrategia médica no conlleva un riesgo en sí misma,
sino efectos adversos y secundarios, habitualmente previsibles o manejables; el costo que asume
es el de la “espera en evolución” que se gobierna
con la evaluación periódica de la isquemia, las
alertas del paciente sobre los cambios de modalidad anginosa y el cruce oportuno de estrategia.
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(La bibliografía en negrita es la que los autores destacan como lectura complementaria al texto. Se encuentra
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