Parashat Tezavé “Las Vestiduras Sacerdotales!” Por Nejama Leibowitz

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Parashat Tezavé
“Las Vestiduras Sacerdotales!”
Por Nejama Leibowitz
Y harás vestiduras para el santo servicio … y los harás vestir (con estas cosas).
28, 2
A Aharón tu hermano y a sus hijos con él. 28, 4
Los asuntos extraños que encontramos en los capítulos de la Construcción del
Tabernáculo, de sus utensilios y de la vestidura sacerdotal, son numerosos. Un capítulo
íntegro está dedicado a la confección de las vestimentas y el modo de usarlas:
Y los llevarán Aharón y sus hijos, siempre que entren en la tienda de reunión, o cuando se lleguen al
altar para administrar en el santuario, para que no lleven iniquidad y así mueran. 28, 43
Nuestros Sabios dedujeron de este texto la norma que establece al sacerdote que oficia
sin vestidura, la pena de muerte. Así es como Rashí comentó la expresión, “y así
mueran”.
En el tratado de Zebajim 17a, leemos también:
Mientras que sus vestimentas están sobre ellos, están investidos con el sacerdocio; si sus
vestimentas no están sobre ellos, no están investidos con el sacerdocio.
¿Cuál es el significado de esta vestidura? Los intérpretes alegóricos llaman la atención
tanto por el significado general de las vestimentas como por el simbolismo de cada
artículo en particular. En general, comparan el arroparse con la adquisición de buenas
cualidades morales. Citamos a continuación un extenso pasaje de “Akedat Yitzjak”:
Encontramos en las Escrituras que los mismos vocablos son usados para denotar
cualidades humanas y vestimentas, lo mismo que en otras lenguas, por ejemplo, el
término de origen latino “hábito”, debido a que son muy próximos uno con el otro en la
idea que encierran. Por ejemplo ‫“ =( ולבש הכהן מדו בד‬y el sacerdote se vestirá su ropa de
lino”) donde la palabra ‫ =( מדו‬su ropa) es la misma que se usa para indicar cualidad
moral. (En Kohelet 9, 8): “Sean tus ropas en todo tiempo blancas”, es sinónimo al
término ‫ =( בגד‬ropa) con la conducta moral. (Es decir, que es usual que el vestirse rica y
limpiamente sirva de metáfora para denotar al hombre que adquiere cualidades morales
nobles).
Del mismo modo que un hombre puede ser identificado por su exterior si es civil, militar
o ermitaño, asimismo, nuestro interior y nuestros dones espirituales pueden conocerse
por la observación de nuestras acciones visibles. La profecía ha utilizado el sentido
figurado de estos términos con referencia a la Divinidad, pues El puede ser percibido
sólo a traves de sus acciones, por ejemplo (Tehilim 104, 1): “Te has revestido de gloria y
de majestad”, o (ibid. 93, 1): “El Señor reinó; se vistió de majestad; se vistió y se ciñó el
Señor de fortaleza”.
Una metáfora similar encontramos en Zejaria (3, 3): “Y estaba Yehoshúa vestido de
ropas sucias; y así estaba delante del ángel.” Leemos inmediatamente después (3, 4):
“¡Quitadle las ropas sucias! Y a él le dijo: Mira que he hecho pasar de ti tu iniquidad, y te
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voy a vestir de ropas de gala.” La remoción de la vestimenta es comparada con la
remoción de los pecados y de las cualidades inicuas. Más adelante leemos: (3, 5): “Pongan
un turbante sobre su cabeza …” y luego: “Y le vistieron las ropas; y el ángel del Señor
estaba presente”, mientras que antes no podía estar en presencia del ángel del Señor.
Nuevamente, después de todo esto, está escrito (4, 2): “He mirado y he aquí un
candelabro, todo de oro” – es decir, que no lo vio arder en todo su esplendor sobre su
tazón sino después que hubo purificado y cambiado sus ropas.
Pero, quien no acepta el método alegórico, debe tratar de comprender cuál es la
función de la vestimenta, con arreglo al sentido liso y llano del texto bíblico.
Recordemos, en primer lugar, que la primera vestimenta que cubrió al hombre, la recibió
del Señor, que también se la vistió (Bereshit 3, 21). Esto es notable. Ningún otro artículo
de la civilización le fue otorgado al hombre, sino que debió crearlo por si mismo con la
inteligencia con la que lo dotó el Señor. Su Creador no le enseñó cómo encender fuego
ni cómo arar la tierra ni cómo construir una casa. Debió descubrirlo todo por si mismo,
sólo las vestimentas le fueron dadas por el Señor. Tampoco el acto de vestirlas fue dejado
en manos del hombre.
Leemos allí: “E hizo el Señor D-s para el hombre y para su mujer túnicas de piel, y los
vistió.”
Veamos cómo explica esto Benno Jacob en su comentario a Bereshit:
La vestimenta no es sólo protección contra el frío o un adorno. Constituye el signo
primario e indispensable de la sociedad humana; la vestimenta – en la conciencia moral
del hombre – hace que se sienta superior a la bestia. El estado y la dignidad del hombre
se reflejan en su vestidura. El hecho de estar vestido es un signo de honor para el
hombre. Los sacerdotes reciben vestiduras especiales “para honra y hermosura” (Shemot
28, 2). La más alta dignidad que puede alcanzar un mortal es la del Sumo Sacerdote al
entrar al Sancta Sanctorum en el día de la Expiación, vestido de blanco, símbolo de la
pureza, a fin de parecerse al hombre “vestido de lino” (Yejezquel 9, 2 y Daniel 10, 5). Por
tal razón está escrito acerca de él lo siguiente: “Se vestirá la túnica sagrada de lino, y los
calzoncillos estarán sobre su carne, y se ceñirá el cinturón de lino …; bañará, pues su
cuerpo en agua, y así se las vestirá.” La vestimenta es entonces símbolo de la dignidad del
hombre; la desnudez, propia de la bestia, significa inmoralidad en el hombre.
La vestimenta, don del Señor a la primera pareja humana no es sólo una convención
social, es tambien una adición a la labor de la creación; es una especie de segunda piel
con la que fue agraciado el hombre; es un revestimiento más noble, aunque material.
Rabí Meir (ver Bereshit Rabá XX, 29) quiso elevar al hombre a la altura de su Creador,
por lo que escribió en su rollo de la Torá: ‫ =( כתנות אור‬túnicas de luz), en lugar de ‫כתנות‬
‫ =( עור‬túnicas de piel), pues el Santo, alabado sea, es decrito como si se cubriera de luz
como con una vestidura (Tehilim 104, 2).
Benno Jacob opina entonces, que el Señor vistió a la primera pareja humana para
santificarla y consagrarla a su misión de padres de la humanidad civilizada. Moshé hizo lo
mismo conforme al mandato divino, cuando consagró a Aharón y a sus hijos para el
sagrado miniterio.
Y tu harás llegar a ti a Aharón, tu hermano (y sus hijos juntamente con él), de entre los hijos de Israel
para que cada uno de ellos sea constituído Mi sacerdote … 28, 1
Y harás vestiduras para el santo servicio a Aharón tu hermano, para honra y hermosura.
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28,
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… para que hagan las vestiduras de Aharón, para consagrarlo, a fin de que él sea
Mi sacerdote.
28, 3
Y los harás vestir (con esas cosas) a Aharón, tu hermano y a sus hijos con él; y los ungirás, y los
consagrarás, y los santificarás, para que sean Mis sacerdotes.
28, 41
Hemos aprendido entonces, que el hombre, que fué creado a Su imagen, no debe
conformarse con su manera natural de ser, sino que debe elevarse por sobre ella. El
hombre es la única criatura en la naturaleza a la que no basta su piel natural, sino que
cubre su desnudez con la vestimenta que le donó el Señor, junto con la que lo consagró
como sacerdote en el mundo.
Siendo que el culto en el Templo no es parte de la rutina diaria, ni tampoco una
actividad espontánea y natural, sino deliberada y planteada conforme al mandato divino;
es Su voluntad que se distinga entre lo sagrado y lo profano; en consecuencia, ordenó a
Moshé hacerles vestiduras sagradas, para honra y hermosura.
Tomado de: “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibovitz, publicado por el
Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora, Jerusalém, 1986 págs.
112-115.
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