(P. Cheche (Urbano Acosta))

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P. URBANO JOSÉ ACOSTA YARAURE
“Cheche”
(1960 – 2004)
El P. Urbano Acosta nació en Judibana, Estado Falcón, el 8 de octubre de 1960.
Sus padres fueron Jesús Antonio y Romelia María.
Estudió en el Colegio Don Bosco de Valencia, en donde se apasionó por la vida y la obra de
Don Bosco y allí nació su vocación salesiana. Así recuerda su vivencia en el Colegio: “En el año 1978
me gradué de Bachiller en el Colegio Don Bosco de Valencia y quedé enamorado de la educación
salesiana. Compartía mi tiempo entre la universidad y el Colegio, ayudando en lo que hiciera falta.”
En varias oportunidades manifestó el deseo de estudiar salesianidad para conocer más a Don
Bosco y poder hablar mejor de él.
Hizo su noviciado en Jarabacoa, República Dominicana, y profesó en la Congregación
Salesiana el 16 de agosto de 1984.
Su Profesión Perpetua la hizo el 01 de febrero de 1992, en esta oportunidad escribió: “Ofrezco
todo lo que soy, tengo y puedo hacer, en bien de la juventud y de nuestro pueblo, conforme al proyecto
de nuestra Congregación.”
Estudió Teología en el ITER y vivió en la Comunidad de los estudiantes de Teología en La
Vega.
Fue ordenado sacerdote en el Santuario de María Auxiliadora en Valencia el 13 de noviembre
de 1993. En su carta de petición del Sacerdocio presenta con claridad su proyecto de vida como
sacerdote Salesiano: “Concluyo esta carta con el lema que he escogido para mi Sacerdocio y que creo
que contiene el proyecto que, en Dios, me he propuesto: Dios nos eligió en la persona de Cristo, antes
de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor (Ef. 1,4). Y este
proyecto de amor, en clave salesiana, está reflejado en el art. 2 de nuestras Constituciones: ser en la
Iglesia signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres.”
Cumplió con su proyecto salesiano de animador de los jóvenes en las Comunidades de Sarría,
La Dolorita, Carrasquero (que llevaba muy adentro en su corazón), y desde 2002 era el Director de la
Comunidad y del Colegio Pío XII de Coro.
En la ciudad de Coro se ganó el apreció de todos, de la Iglesia local y de la sociedad civil, por
sus raíces falconianas, por su bondad, su corazón salesiano, su celo pastoral y su valentía, pues en
varias oportunidades dio la cara por la Iglesia y por la Congregación.
Con motivo de los ataques sufridos por el Arzobispo Roberto Lückert, el P. Urbano defendió a
su pastor por periódicos y homilías. A la muerte del Cardenal Ignacio Velasco se desató una campaña
de descrédito del Arzobispo de Caracas, de nuevo el P. Urbano defendió con pasión a quien había sido
su Director del Colegio Don Bosco de Valencia, al obispo que le impuso las manos al ordenarlo
sacerdote y al amigo a quien reverenciaba y apreciaba.
Y con motivo de los cincuenta años de fundación, que todavía está celebrando el Colegio Pío
XII de Coro, defendió con entereza la obra de Don Bosco en Falcón. Como prueba de ese amor
indiscutible de Cheche a la Congregación añadimos estos párrafos de su artículo en defensa del
Colegio, respondiendo a uno aparecido en la prensa local dedicado a opacar la celebración de los
cincuenta años de la fundación:
“Dice el referido articulista, en clara afirmación ligera y, por demás, ofensiva, ejemplificando
desde una supuesta confidencia de un actual representante del colegio, que “ciertas congregaciones
religiosas, mejor conocidas como «transnacionales de la educación católica», que regentan los
llamados colegios católicos, estrictamente se ciñen a ocupar los cargos de dirección y administración
de dichas «empresas», quedando en manos de los laicos (no siempre «comprometidos»), la labor
docente, que debiera ser lo primordial cuando se trata de la formación integral de los alumnos.
Así que en algunos de los llamados colegios católicos podrá haber mucha ilustración, pero
pocas veces educación”. Tonto sería entender, que entre esas aludidas congregaciones, no estemos los
Salesianos de Don Bosco, Congregación a la que con pasión pertenezco. Tal afirmación es
incomentable.
Quien de verdad conoce a los Salesianos y a los Docentes que han desfilado por esta casa
educativa hasta hoy, jamás aceptaría tal aseveración, porque muchos educadores insignes, de
principios humanos y cristianos, han trabajado y trabajan en el Colegio SALESIANO Pío XII,
sembrando semillas de bien en los corazones de tantos niños y adolescentes que han pasado años de su
formación para la vida entre nosotros. Por recordar algunos nombres de Salesianos como el P. Jordán
Ferronatto, el P. Carlos Fiebig, el P. Justo Simoncelli, el P. Eliseo Bezze, el P. Emilio Rodríguez, el P.
Rómulo Sánchez, el P. Pepe Pérez, el P. Clarencio García, el P. Ramón Alvarez, el P. Guido Machado,
el P. Jesús Suárez, el P. Santiago Prol, todos ellos junto a muchos otros Sacerdotes y educadores
laicos de respeto, prestigio académico y calidad humana y salesiana (varios aún trabajan en el
colegio), avalan la calidad de una labor educativa quincuagenaria. El mejor testimonio es la cantidad
de falconianos y falconianas, hombres y mujeres de hogar, de trabajo, de cultura, de compromiso
social y cristiano, muchos de ellos jóvenes que están labrando su futuro, que han sido educados en esta
casa en el ideal de ser “Buenos cristianos y Honrados ciudadanos”.
Termina el referido articulista ensalzando a un servidor,“hijo de esta tierra caquetía y actual
Director del Colegio Pío XII”. Bien mal estaría, que yo terminara cediendo ante tal alabanza,
abrogándome “la salvación” de una institución que nunca ha estado perdida ni ha extraviado su
norte. A lo largo de 50 años se ha mantenido en su objetivo, a pesar de las limitaciones humanas de
quienes la dirigimos, porque la sostiene la Mano de Dios; El la ha querido siempre para bien de los
hijos de esta tierra. Debo agradecerle al referido articulista su deferencia para conmigo, pero no la
acepto, porque eso parece –y permítanme utilizar una expresión coloquial- una “curita” para paliar
la consecuencia “de una puñalada trapera”. De todas maneras, junto a mi calificado equipo de
educadores, esperamos hacerlo lo mejor que podamos. Para finalizar, viene a mi mente una frase del
refranero popular, que puede resultar apropiada en esta oportunidad y que espero no sea verdad: “El
que le pega a su familia se arruina”. Particularmente, prefiero optar por la frase de San Pablo en 1
Cor 13,7: “El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
El P. Cheche murió en un accidente automovilístico en el sector Santa Rosa, de la carretera
nacional Morón-Coro, cercano a la población de Cumarebo, el 8 de mayo de 2004, a las 10:30 de la
mañana.
Es profundo el dolor que sentimos por su pérdida, por nuestra pérdida. Y ayer, un sacerdote
decía: “Al verlo me recordaba al Papa Juan XXIII por su bondad, por su sonrisa”.
Que así nos quede en el corazón, amigo, hermano, querido Cheche.
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