“María Asumpta, Isabel y Gertrudis FMMDP Testigos de la FE”

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“María Asumpta,
Isabel y Gertrudis
FMMDP
Testigos de la FE” Introducción: contexto histórico. Con el exilio del rey, en España se había proclamado la República; pero, no obstante una sustancial disponibilidad de la Iglesia a colaborar con el nuevo sistema de gobierno, un mes más tarde se inició una fuerte corriente persecutoria respecto a los religiosos y laicos por parte de formaciones anarco‐comunistas junto con componentes masónicos. El contexto político y cultural se hizo cada vez más discriminatorio e incluso violento. Las actitudes anticlericales y anti eclesiales fueron multiplicándose rápidamente y se manifestaron con una increíble violencia que se encarnizó contra estructuras y personas. Madrid, precisamente a causa de su centralidad política, fue una de las ciudades en las que acaecieron numerosas ejecuciones sumarias de sacerdotes, religiosos y laicos. 1. María Assmpta (Juliana) González Trujillano La Hermana Asumpta nació el 19 de junio de 1881 en El Barco (Ávila) siendo bautizada el 30 del mismo mes y año. Era hija de Anacleto González y María del Rosario Trujillano, ambos residentes de El Barco de Ávila. Fue confirmada en la misma parroquia de El Barco el 18 de junio de 1885. La Congregación de "Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor", fundada por la Beata María Ana Mogas y Fontcuberta, llegó en el año 1900 a El Barco de Ávila, haciéndose cargo de un colegio para la educación de niños y jóvenes, y atendiendo, con preferencia, a los más necesitados, según el estilo y carisma de su Fundadora. Juliana, sin duda, tuvo conocimiento y trato con las religiosas que allí fueron a ejercer su apostolado, y los contactos que a nivel humano y espiritual mantuvo con ellas, le ayudaron en su decisión vocacional. Inició el noviciado en la Casa General del Instituto, calle Santa Engracia 140, en Madrid, el 18 de febrero de 1903. En esa ceremonia era costumbre en la Iglesia de esos años cambiar el nombre de bautismo por el de religión, con el que sería nombrada y conocida en adelante. Era un modo de significar el nacimiento a una vida nueva, con todo lo que llevaba de “abandono” de la anterior etapa. Juliana recibe el nombre de Asumpta. Terminado el noviciado, realizó su profesión temporal en 1905 en la Casa Madre y pronunció sus votos perpetuos en 1910 en la comunidad del colegio de La Coruña. Junto con la Hna. Asunción, la Hna. Asumpta fueron enviadas a la fundación del Colegio de Arenas de San Pedro y allí permaneció tres años como profesora de labores. Después fue destinada a la Casa General, donde desempeñó el servicio de sacristana, o encargada de preparar todo lo relativo a la capilla y las celebraciones litúrgicas. Quienes la conocieron personalmente coinciden en resaltar su responsabilidad en las tareas encomendadas, su capacidad de esfuerzo y sacrificio por un gran ideal, sus valores espirituales, acentuando su intimidad con Cristo. Su ánimo decidido a permanecer en la Congregación aun cuando la persecución se iba haciendo más violenta. Siguiendo las orientaciones de sus Superioras, que ya preveían que tendrían que abandonar los conventos se refugió en una casa de la calle Barquillo junto con la entonces Superiora General, Madre María de las Victorias Lage. Unos días antes habían sacado a las niñas y cerrado el colegio. La M. General, intentando salvar el escaso capital de la Congregación destinado a la formación y a los pobres, la envía con el dinero a una Embajada. Ella sale obediente de la casa, pero antes de llegar a la Embajada es detenida por unos milicianos y encerrada en la checa de Fomento. Testigo de sus días de prisión es la entonces Superiora Provincial de las Escolapias, M. Cándida León, también encarcelada; de ella son estas palabras: "Tanto me ha maravillado la manera de conducirse Sor Asumpta, su espíritu de fortaleza ante el sacrificio y ese amor tan entrañable a la Congregación lleno de respeto para los Superiores e Instituto, que en mis ratos de conversación con mis religiosas se lo describo". Edificante en su cautiverio, no piensa en la suerte que correrá su persona, sufre porque la Congregación se ha quedado despojada de lo poco que tenía, mas luego la luz se hace en su alma y encuentra algo de más valor que ofrecer: su propia vida. La religiosa Escolapia, antes citada, se admira de la entereza con que nuestra Hermana espera la sentencia de muerte. Su detención había ocurrido sobre el 20 de octubre de 1936, su martirio, quizá, no mucho tiempo después; no sabemos dónde ni cómo... tampoco el lugar de su tumba... sólo sabemos que su vida y valerosa muerte han dejado una estela que habla de fidelidad a un ideal, a un AMOR. 2.
Isabel (María del Consuelo) Remiñán Carracedo La Hna. Isabel Remiñán nació el 17 de junio de 1876 en Seavia de Coristanco, localidad de Amboade (La Coruña). Era hija de Francisco Remiñán y Pilar Carracedo. Fue bautizada el 18 de junio de 1876 recibiendo el nombre de María del Consuelo. Pertenecía a una familia de labradores de posición desahogada, católicos comprometidos con su fe. Varios familiares y parientes próximos siguieron la vocación a la vida religiosa. El párroco de Sofán, D. Antonio Carracedo, pariente suyo la describe en una de sus cartas como una "Persona de carácter, de constancia, de energía y decidida, sabe dejar la casa paterna e ir a Santiago a estudiar y prepararse para ser religiosa" María del Consuelo inició el noviciado el 19 de noviembre de 1905 en la Casa Madre cambiando su nombre por Hna. Isabel. Hizo su profesión temporal el 12 de diciembre de 1907 y la profesión perpetua el 15 de diciembre de 1912, ambas en la Casa Madre. En sus últimos años de vida sufrió una enfermedad infecciosa que requería aislarla de la comunidad. Fue preciso que pasara a la enfermería y fue entonces el momento en que se vio más patente su humildad y su espíritu de sacrificio. Se sabía que se hallaba enferma, pero no por lo que se quejara (nunca se la oyó lamentarse), sino por lo que en ella se veía. En marzo de 1936 ingresó en el Hospital de la V.O.T., regentado por una comunidad de la Congregación, ocupando la cama 2 en la sala que actualmente se llama de las Mártires, con el diagnóstico de Lupus tuberculoso en la cara. Ante los disturbios políticos y revolucionarios que conmueven Madrid, se cree podrá permanecer como una enferma más en el hospital de la V.OT., pero de allí tiene que salir con las otras religiosas refugiándose en un piso que las Superioras habían dispuesto en la calle Arenal. Permanece allí algún tiempo, pero los registros se suceden y creyendo estar mejor defendida en el hospital se encamina de nuevo hacia él; muchos la reconocen y denuncian como religiosa, se adueñan de ella; según unos muere apedreada, aunque hay quien afirma que su cuerpo fue brutalmente destrozado atado parte a un camión y parte a otro. Su martirio debió suceder el 28 de octubre de 1936; su tumba permanece en lugar ignorado mientras el testimonio de su vida rubricado con su sangre es un grito de fidelidad y entrega. 3. Gertrudis(Dorotea) Llamazares Fernández La Hna Gertrudis nació el 6 de febrero de 1870 en Cerezales del Condado (León). Sus padres eran Agustín Llamazares y Francisca Fernández. Fue bautizada el 9 de febrero de 1870 en la iglesia parroquial de San Juan Bautista, de Cerezales del Condado, recibiendo el nombre de Dorotea; recibió el sacramento de la confirmación en Vegas del Condado el 26 de mayo de 1890. El 10 de febrero de 1896 inicio el noviciado de la Congregación de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor en la Casa Madre, Madrid. En 1896 emitió sus únicos votos como hermana donada o coadjutora. Reservada, fiel y responsable, se le encomendó la gestión de asuntos delicados, confianza que jamás traicionará. Al comienzo de la guerra se refugia con un grupo de Hermanas en un piso de la calle del Almirante; la presencia de tantas religiosas provoca protestas de algunos vecinos que temen intervenciones violentas para buscarlas y la Hna. Gertrudis busca otro refugio. Allí es detenida junto con un sacerdote, llevándolos a ambos en un coche hacia un lugar desconocido. La página 146 del libro publicado por el Gobierno bajo el título "La dominación roja en España" dice así: "Hna. Gertrudis Llamazares, religiosa de la Comunidad de Terciarias Franciscanas de la Divina Pastora, del convento de la calle de Santa Engracia, número 132, (hoy 136) fue apresada en la portería número 7 de la calle Diego de León, donde estaba escondida, siendo conducida por los milicianos en unión de una señora y un sacerdote, ambos desconocidos, en un automóvil, hasta un pinar de la carretera de Hortaleza, en cuyo lugar, después de ser bárbaramente maltratados, fueron atados los tres al vehículo que, emprendiendo la marcha, los arrastró hasta el pueblo de Hortaleza, al que llegaron ya muertos y completamente destrozados, siendo pisoteados y profanados los cadáveres por el vecindario rojo”. y en el folio 84, vuelto, número 13 del archivo del cementerio de Hortaleza consta: "A las 17 horas del día 14 de agosto de 1936, siendo Juez D. Miguel Morales Cano, apareció en el km. 7 y 8 de la carretera de dicha Villa, y a la derecha, un cadáver de unos 65 años de edad, pelo rubio, toquilla negra, saya y refajo, pañuelo negro a la cabeza, zapatos y medias negros. Llevaba una faltriquera de rayas blancas y negras y dos monederos que contenían: un rosario y dos cédulas a nombre de Dorotea”. Investigaciones posteriores llevan a la conclusión de que sus restos mortales reposan con otros muchos en una fosa común en el cementerio de las monjas de la Sagrada Familia de Hortaleza 
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