Muñoz, Eugenio Fernández Carlier, José Leonidas Bustos Martínez

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RELEVANTE
SALA DE CASACIÓN PENAL
: JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
M. PONENTE
: 44868
NÚMERO DE PROCESO
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP7646-2014
: CAMBIO DE RADICACIÓN
CLASE DE ACTUACIÓN
: AUTO INTERLOCUTORIO
TIPO DE PROVIDENCIA
: 10/12/2014
FECHA
: Concierto para delinquir
DELITOS
: Ley 906 de 2004 art. 32, 46, 47 y 48 /
FUENTE FORMAL
Constitución Política de Colombia art. 250 /
Constitución Política de Colombia art. 250
TEMA: SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Cambio de radicación: Legitimidad,
víctima no tiene legitimidad
«Desde la norma procesal respectiva, artículo 47 de la Ley 906 del 2004, deriva
que ello fue autorizado exclusivamente para las partes, condición que, en el
denominado sistema procesal acusatorio, solo ostentan la defensa y la Fiscalía.
El respeto a las formas propias de un proceso como es debido comporta que el
adelantamiento del juicio solo pueda ser impulsado, hasta su culminación, por esas
dos partes, desde donde se encuentra coherencia al mandato legal señalado, como
que dentro de las reglas genéricas de ese debido proceso se precisa la de que el
mismo debe ser adelantado por el “juez natural” y este comprende el del sitio donde
ocurrieron los hechos.
En ese contexto, como el juez natural es un componente del debido proceso y este
se adelanta por el impulso que brindan las dos partes, deriva como consecuencia
necesaria que sean estas las que tengan la potestad de reclamar el excepcional
cambio de radicación.
(II) Cuando el legislador quiso facultar a alguien diverso de las partes a actuar en
determinado sentido, así lo señaló expresamente. El citado artículo 47 procesal es
prueba de ello, en tanto claramente señaló que el cambio de radicación puede ser
solicitado por “las partes o el Ministerio Público”, mandato del cual derivan dos
consecuencias: (a) el legislador ratifica que no tienen la misma connotación, que
no son lo mismo, las partes y otros partícipes en el proceso, y (b) que como el
Ministerio Público no es parte procesal, sino un órgano que actúa en el juicio con
atribuciones específicas, encontró necesario habilitarlo para esa concreta
actuación, lo cual tornó necesario que de manera expresa así lo reglara en la
disposición, pues, de no haberlo hecho, la Procuraduría no estaría legitimada para
postular ese cambio, en tanto no es una parte.
(III) En apoyo de lo expuesto igual acude el parágrafo del artículo 47, en tanto el
legislador encontró prudente autorizar al Gobierno Nacional para que pudiera
solicitar el cambio de radicación, lo cual obligó a reglamentarlo de manera expresa,
pues carecía de la condición de parte.
2. Los criterios expuestos resultan aplicables en todo a las víctimas, como que estas
no son parte dentro del proceso, sino un interviniente especial que, por tanto,
participa en el proceso penal, pero en los términos reglados por el legislador con el
alcance dado por la jurisprudencia, dentro del cual no aparece, según deriva del
artículo 47 procesal, que tenga la potestad para reclamar el cambio de sede.
De habilitar a un interviniente para ejercer actividades expresamente reservadas a
las partes, se desnaturalizaría la razón de ser del proceso penal, como que el mismo
se construye y finalmente se decide a partir de la actuación de dos contrarios que
actúan en igualdad de armas, además de que se carecería de argumentos cuando
por razones idénticas (amenazas, atentados, presiones) un testigo o un perito, por
sí y ante sí, reclamen el cambio de sede.
(...)
Debe hacerse un ejercicio de sopesar, de ponderar, en este caso, el derecho de las
víctimas a intervenir activamente en el juicio penal y el derecho a un debido
proceso, desde donde surge como una solución razonable que permite el ejercicio
de las dos potestades, que en los supuestos en donde aquellas no se encuentren
expresamente habilitadas para determinado acto, lo postulen, lo ejercen, pero a
través de la Fiscalía.
Lo anterior, porque por mandatos superiores y legales, la Fiscalía General de la
Nación es la parte procesal a quien corresponde la carga de velar por los intereses
de las víctimas, en especial lo relacionado con su seguridad, su protección y el
restablecimiento de sus derechos.
(...)
Si, para el caso, la Fiscalía no accede a la postulación de la víctima para reclamar
el cambio de radicación de la sede del juicio, deriva, necesariamente, que aquella
tiene la certidumbre de que con los instrumentos que posee puede garantizar la
seguridad de víctimas, testigos e intervinientes y el normal desarrollo del juicio.
Tratándose de una institución jerarquizada, si la víctima insiste en la razón de su
postura, bien puede acudir a los entes de control interno (jefes de unidad,
directores) para lograr el cambio de fiscal o que se le imponga la carga de reclamar
el cambio de radicación, etc. Esto es, cuenta con instrumentos idóneos para que,
sin desnaturalizar las formas propias de un proceso como es debido, pueda lograr
que la parte procesal respectiva acoja su pretensión.
Por lo demás, ante una supuesta negativa, el afectado está habilitado para acudir
a otros órganos, como el Ministerio Público y/o el Gobierno Nacional, para que, con
los elementos de juicio pertinentes, estos hagan el pedido de que se trata.
(...)
Dicho lo anterior, en el evento en consideración, si bien los apoderados de las
víctimas dirigieron un escrito al Juez, lo cierto es que en la audiencia respectiva la
Fiscalía, el Ministerio Público y hasta el juzgador, con fundamento en los mismos
elementos de juicio, solicitaron el cambio de radicación, lo cual habilita la decisión
de fondo.
Por lo demás, el presente caso acude en apoyo de lo ya expuesto, esto es, que,
para no resquebrajar las formas del debido proceso, en aquellos supuestos en
donde no se la hubiese habilitado para actuar directamente, la víctima debe hacerlo
de la mano de quien debe garantizar sus derechos, la Fiscalía.
En el presente evento, a voces de la acusación, los apoderados de las víctimas le
dirigieron el escrito y, al encontrarlo ajustado a la prueba y a la ley, la convencieron
y, así, la Fiscalía reclamó el cambio de radicación».
SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Cambio de radicación: Demostración de las
razones para solicitarlo
«Según el artículo 48 del Código de Procedimiento Penal, quien reclama el instituto
debe dirigir sus argumentos a comprobar que el caso concreto se ubica dentro de
las previsiones aludidas.
(...)
La Sala observa que las circunstancias externas en que se sustenta el pedido de
cambio de sede, derivan de informes de autoridades especializadas en la materia,
así como de panfletos y textos en teléfonos que expresamente amenazan con
atentar contra la vida e integridad personal de las víctimas y sus apoderados si se
insiste en coadyuvar en el esclarecimiento de los hechos investigados. Tan claras,
expresas y verídicas son las amenazas que han sido objeto de medidas por parte
de la CIDH e implementación de algunos instrumentos por parte de la UNP, que
luego les fueron quitados por ausencia de presupuesto».
JURISPRUDENCIA RELACIONADA:
Rad: 37596 | Fecha: 07/12/2011 | Tema: SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Cambio
de radicación: Legitimidad, víctima no tiene legitimidad
Rad: 43373 | Fecha: 19/03/2014 | Tema: SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Cambio
de radicación: Demostración de las razones para solicitarlo
SALVAMENTO / ACLARACIÓN / ADICIÓN DE VOTO:
ACLARACIÓN DE VOTO: JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ
SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Cambio de radicación: Legitimidad, víctima
tiene legitimidad
«Si bien estoy de acuerdo con la decisión, no comparto la consideración, según la
cual, las víctimas no tienen la potestad de reclamar el excepcional cambio de
radicación de procesos.
Esta postura olvida que la Corte Constitucional, tras adoptar diferentes decisiones
que reconocieron el derecho de las víctimas a la tutela judicial efectiva consagrada
en instrumentos internacionales , lo cual no se limita a la reparación económica de
los perjuicios que se le hayan causado, sino a que a través del proceso penal
también se establezca la verdad y se haga justicia (sentencias C-228 de 2002 y C454 de 2006); mediante providencia C-209 de 2007, además de garantizar su
efectiva intervención en la práctica de pruebas anticipadas (artículo 284 numeral
2º de la Ley 906 de 2004); en la audiencia de formulación de imputación (artículo
289 ibídem); en el trámite de una petición de preclusión por parte del fiscal (artículo
333); en los momentos en que se produce el descubrimiento, la solicitud de
exhibición, exclusión, rechazo o inadmisibilidad de elementos materiales
probatorios (artículos 344, 356, 358 y 359); en las oportunidades para solicitar
medidas de aseguramiento (artículos 306, 316 y 342); en la audiencia de
formulación de acusación (artículo 339) y en la audiencia preparatoria formulando
solicitudes probatorias (artículo 357 y sentencia C. 454 de 2006), declaró el
principio de que las víctimas, en garantía de los derechos a la verdad, a la justicia
y a la reparación, tienen la potestad de intervenir en todas las fases de la actuación.
(...)
El cambio de radicación, de acuerdo con el artículo 47 de la Ley 906 de 2004,
modificado por el artículo 71 de la Ley 1453 de 2011, tiene cabida antes de iniciarse
el juicio y, como viene de verse, en ese momento de la actuación la víctima puede
participar de manera directa, pues, de una parte, en nada se afecta el sistema
adversarial -especialmente, teniendo en cuenta que la variación de la sede del
proceso es un asunto incidental-, y, de otra, se maximiza su derecho a intervenir
activamente, es decir, sin órganos estatales que lo intermedien, los cuales no
necesariamente actúan eficientemente a favor de su interés, el que tampoco
siempre se observa coincidente con las preferencias de quienes materializan las
partes, el Ministerio Público, el Gobierno Nacional, o el funcionario judicial»
ACLARACIÓN DE VOTO: EYDER PATIÑO CABRERA
SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Cambio de radicación: Legitimidad, víctima
tiene legitimidad
«Aunque estoy en total acuerdo con la decisión adoptada por la Sala, en el sentido
de cambiar de radicación la sede del juicio, aclaro mi voto por las siguientes
razones:
En reciente oportunidad (AP68677-2014 Rad.: 44901), salvé el voto -adherí al
salvamento suscrito por la Magistrada María del Rosario González Muñoz-, tras
considerar que es necesario replantear la postura exegética de la Corte en orden a
posibilitar a la víctima, debidamente reconocida y representada por su apoderado,
cuestionar la radicación del proceso en un lugar determinado.
En esta ocasión, la Sala accedió al cambio de radicación pretendido, pero, no tras
reconocerle a la víctima tal derecho de postulación, sino porque, además de la
solicitud hecha en tal sentido por su apoderado, también hubo petición por parte
del Juez y de los delegados de la Fiscalía y del Ministerio Público.
Mi discrepancia reside en que, justamente, se reiteró la tesis de la cual discrepo, y
de la que me aparté en Auto referido en precedencia.
Es un contrasentido negar la posibilidad a la víctima de pedir el cambio de sede de
un proceso cuando en el artículo 46 de la Ley 906 de 2004 se previó que a aquél
hay lugar, entre otras razones, cuando existan circunstancias que puedan afectar
la seguridad o integridad personal de los intervinientes, «en especial de las
víctimas». Es claro, entonces, la intención del legislador por otorgar una protección
especial a éstas. No obstante, de manera insensata, en el precepto siguiente, el 47
ibidem, las excluyó del listado de partes e intervinientes legitimados para pedir
directamente tal variación.
Ante tal proceder legislativo, alejado de la evolución que ha tenido los derechos de
las víctimas, en concreto, a la tutela judicial efectiva, la Corte debe, como garante
de derechos fundamentales, enderezar esa omisión y darles cabida.
(...)
Así las cosas, la calidad de interviniente especial que le ha sido reconocida por la
jurisprudencia, la dota de la posibilidad de intervención directa dentro de la
actuación penal. Si bien en la fase del juzgamiento esa actuación es limitada, tal
como lo ha reconocido la Corte Constitucional, ello obedece a la necesidad de no
lesionar el principio de igualdad de armas, que caracteriza el sistema procesal penal
previsto en la Ley 906 de 2004.
Bajo esa óptica, para el suscrito, abrir camino a la víctima para que pueda solicitar
el cambio de radicación ante las eventualidades previstas en la ley (artículo 46 del
Código de Procedimiento Penal), no resquebraja ese principio medular del sistema:
la igualdad de armas. En cambio, la aplicación irrestricta del artículo 47 ibidem,
impide garantizar los derechos de las víctimas».
ACLARACIÓN DE VOTO: EUGENIO FERNANDEZ CARLIER
SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Cambio de radicación: Legitimidad, víctima
tiene legitimidad
«En el caso de la intervención de las víctimas en el trámite del cambio de radicación
estimo que el legislador colombiano no incurrió en una omisión en lo que atañe a
la legitimación de la víctima para proponer el susodicho incidente, pues
expresamente el artículo 46 de la Ley 906 de 2004 estableció que de presentarse
circunstancias que afectan “en especial” a “las víctimas” (usando expresiones del
legislador) en lo relacionado con el orden público, la imparcialidad, la
independencia, las garantías procesales, la publicidad del juzgamiento, la seguridad
o integridad personal, dichas finalidades hacen conforme al texto en cita
procedente el mecanismo de marras.
Es precisamente al amparo de esas garantías y de la regulación legal mencionada
que considero que en el presente caso se ha debido resolver de fondo el cambio de
radicación propuesto por la víctima, reconociéndosele a ésta legitimación para tal
postulación, pues a mi juicio tal mecanismo además de estar autorizado para él
expresamente por el artículo 46 ejusdem, no interfiere el ejercicio de los derechos
de las partes y los demás intervinientes, dado que la decisión a su pretensión se
debe resolver por el Tribunal o la Corte no con el interés personal del ofendido con
el delito, sino en el de la propia justicia y de la situación del caso concreto, esto es,
con base en que efectivamente en el proceso se acredite la existencia de
circunstancias de orden público, de imparcialidad, de independencia de la
administración de justicia, de garantías procesales, de publicidad del
procedimiento, de seguridad o integridad personal, que afecte a la víctima.
Por tanto, no tiene la víctima en este caso ni siquiera que acudir al Fiscal para
solicitar el cambio de radicación, cuando se den los supuestos de ley, ante la
omisión del Fiscal y el Ministerio Público de solicitarlo o el juez de promoverlo,
porque el artículo 46 del C.P.P. complementa el artículo 47 ídem integrando a la
víctima como legitimado cuando el primer texto se refiere a las afectaciones de
éste. Esta es la lectura integral y sistematizada del mecanismo de marras ».
ACLARACIÓN DE VOTO: MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ
SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Cambio de radicación: Legitimidad, víctima
tiene legitimidad
«Con el respeto que de siempre me caracteriza por las opiniones y criterio ajenos,
consigno los argumentos por los cuales aclaro mi voto respecto del auto del pasado
10 de diciembre del año en curso, por cuyo medio la Sala, en posición mayoritaria,
persistió en su tesis consistente en privar a las víctimas de la facultad de promover
directamente el cambio de radicación del proceso.
El motivo de mi disenso radica en que dada la reciente evolución y especial
materialización de los derechos de las víctimas, no se aviene con los instrumentos
internacionales, ni resulta consonante con la jurisprudencia de esta Sala y de la
Corte Constitucional en el ámbito de protección de los derechos de aquellas, que
con una interpretación sencillamente exegética se impida a la víctima, debidamente
reconocida y representada por su apoderado, cuestionar la radicación del proceso
en un determinado lugar.
(...)
Con la evolución de los derechos de las víctimas se ha reformulado su rol, en el
sentido de asumir imperativamente que ha quedado protegida con lo que el sistema
interamericano de derechos humanos denomina “principio de la tutela judicial
efectiva”, de amplio reconocimiento internacional , según el cual, las garantías
como el acceso a la justicia; la igualdad ante los tribunales; la defensa en el
proceso; la imparcialidad e independencia de los tribunales ; la efectividad de los
derechos; sean predicables tanto del acusado como de la víctima.
Tal perspectiva entraña una modificación acerca de la teleología de las decisiones
de la Administración de Justicia en el marco del sistema penal para acompasarlas
con el modelo de Estado del cual hace parte, esto es, en el contexto de una
democracia participativa y pluralista, donde resulta imperativo que los jueces, al
emitir sus pronunciamientos, no se preocupen sólo por la exégesis de sus
decisiones sino también por armonizarlas con contenidos de justicia material
porque, de lo contrario, no se habría avanzado desde el más rígido formalismo
jurídico en donde el administrador de justicia se limitaba a no ser más que “la boca
de la ley”, sin analizar o medir los efectos de sus decisiones frente a los ámbitos
de protección que el conglomerado les ha deferido.
De ahí que el Estado, en este caso a través de sus jueces, falta gravemente a su
deber de proveer un recurso judicial efectivo a las víctimas en uno cualquiera de
los siguientes eventos: (i) no investiga, juzga y sanciona a los responsables de
conductas punibles (ii) no se adelantan los procesos judiciales de forma seria,
rigurosa y exhaustiva, (iii) no se tramitan con diligencia, celeridad y convicción,
(iii) no se toman medidas para proteger a las víctimas, (iv) no se les permite a
éstas intervenir en los procesos o se limita su intervención haciendo nugatorios sus
derechos y (v) se dilata en el tiempo la definición del asunto.
Al precisar el alcance del derecho a obtener justicia dentro de esta codificación
procesal, la misma Corte Constitucional, siguiendo pautas contenidas en
instrumentos internacionales, entre ellas las del sistema interamericano de
derechos humanos ya reseñadas, en sentencia C-454 de 2006, indicó que éste
“….incorpora una serie de garantías para las víctimas de los delitos que se derivan
de unos correlativos deberes para las autoridades, que pueden sistematizarse así:
(i) el deber del Estado de investigar y sancionar adecuadamente a los autores y
partícipes de los delitos; (ii) el derecho de las víctimas a un recurso judicial efectivo;
(iii) el deber de respetar en todos los juicios las reglas del debido proceso”.
Precisamente, la efectiva realización de ese derecho guarda relación directa con la
decisión de la cual disiento, pues es indeclinable en el propósito de garantizar
efectiva y materialmente los derechos de las víctimas, permitirles que cuestionen,
como ocurre en este asunto, el lugar de radicación del proceso en el cual han sido
reconocidas.
(...)
Advierto que también se consolida la vulneración a una tutela judicial efectiva a las
víctimas cuando, desde una perspectiva meramente exegética, se limita su
intervención en el proceso penal impidiéndole algunas prerrogativas, como ocurre
con la decisión de la cual me aparto donde se le niega la posibilidad de solicitar
directamente el cambio de radicación del proceso, lo cual, además, entraña una
evidente regresión frente a la Ley 600 de 2000, pues una vez constituida y
reconocida la víctima como parte civil en el proceso, a tenor de lo normado en el
artículo 86 de ese estatuto, contaba con la facultad de promoverlo sin mediación
alguna, desventaja que no encuentra justificación si, como lo han decantado
unánimemente esta Corporación y la Corte Constitucional, la Ley 906 de 2004
supuso un avance notorio en los derechos de las víctimas.
Ahora, la hermenéutica por la cual abogo y que permite a la víctima peticionar en
forma directa y sin la venia de ninguna otra parte o interviniente procesal la figura
del cambio de radicación del proceso, lejos está de resquebrajar la esencia del
sistema penal acusatorio y, concretamente, del principio de igual de armas, pues
es a partir de la audiencia de juicio oral donde con mayor énfasis se manifiesta su
naturaleza adversarial y, en ese orden, es en ella donde la restricción a su
intervención se aviene necesaria para evitar desequilibrios entre las partes.
En ese orden de ideas, recuérdese cómo la potestad de solicitar el cambio de
radicación, conforme lo establece el artículo 47 del estatuto procesal, modificado
por el 71 de la Ley 1453 de 2011, está prevista para “antes de iniciarse la audiencia
del juicio oral”, apenas consecuente con la sistemática procesal y el principio de
inmediación que la rige, en virtud del cual, en la medida de lo posible se debe evitar
la sustitución del juez durante esta audiencia , luego ninguna razón cabría para que
esa figura se permitiera una vez iniciado el juicio oral.
(...)
Por consiguiente, para que el ejercicio de los derechos de las víctimas no se quede
en un plano meramente retórico o simbólico, considero que es necesario replantear
la postura adoptada en la decisión tomada por la mayoría
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