los relatos inquietos

Anuncio
LOS RELATOS
Y MICRORRELATOS
INQUIETOS
de un escritor novel
Autor: Alberto Ortiz
Blog: www.lasletrasinquietas.wordpress.com
Twitter: @letrassinalbert
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
INDICE
Relatos:
Abre la Puerta
Billete de Vuelta
Cuando los buenos ganan
La Llamada
Mi Adversario
Noche de Luna Llena
No te pares
Un Deseo
Microrrelatos
Prólogo
Este libro va dedicado a todo el mundo que quiera leerlo. Pero me gustaría
hacer una especial mención a los seguidores del blog, en su mayoría
compañeros de letras que tienen su propio espacio. Blogs de todo tipo, pero
con un denominador común, están maravillosamente construidos, cada día
me doy cuenta de la cantidad de tiempo y dedicación que la gente pone en
ofrecer sus conocimientos, su arte, su pasión o su hobby. Todos ellos tienen
mi reconocimiento y mi admiración. Por supuesto, también va dedicado a
todo el mundo que no está metido en este “fregao” pero que disfrutan
leyendo el blog, a ellos también mi más sincero agradecimiento.
Como resumen de lo que aquí encontrareis, os puedo decir que hay relatos
y microrrelatos que se han publicado en el blog. Pero otros que son inéditos
y que se leerán por primera vez en este libro que, con mucho gusto, pongo
a disposición de todo aquel que se anime a echarle un ojo.
Por último añadir que espero que disfrutéis de la lectura y que como
mínimo os deje un buen sabor de boca después de llegar al último relato.
Un fuerte abrazo y ¡buena lectura!
ABRE LA
PUERTA
- La habitación no está mal...es amplia, las camas parecen sucias y viejas, la tele un
poco antigua...después de lo que nos han hecho esperar, creía que nos darían una
habitación mejor, se quejo Alice.
- Cariño, ¿que querías una suite?, ya has escuchado a Fernando, el chico de recepción,
es verano, es festivo aquí en España, el hotel esta completo, y ha tenido la amabilidad
de cedernos esta habitación, que en principio no estaba disponible para los huéspedes,
de modo que ¡no te quejes tanto!, dijo irritado Richard.
- Yo me quejo claro, y tú te conformas siempre con cualquier cosa, hay que luchar por
lo que uno quiere y a veces levantar la voz para que te escuchen Richard, se enfado
Alice. Ah!, y encima las toallas del baño son amarillas, Richard.
- Pues no voy a bajar de nuevo a recepción, Alice, te tendrás que aguantar con tu
estúpida superstición, comentó, subiendo el tono de voz en esta ocasión.
-A mí me chillas, ¿no? Y no es una estúpida superstición Richard, se defendió Alice.
Y es que Richard Buxton no soportaba tener que reclamar y enfadarse con la gente. A
pesar de que en su trabajo trataba diariamente con la gente, y eso conllevaba más de una
vez discutir con algún cliente. Pero ahora estaba de vacaciones, y solo quería pensar en
disfrutar, descansar y conocer Barcelona. Tenían 15 días de vacaciones, y pensaban
pasar los 15 días en España. Primero en Barcelona, y luego se desplazarían a Menorca, a
casa de unos amigos. Después de las vacaciones volverían para Irlanda. Pero el
comienzo de las vacaciones no empezaba bien, y ya se sabe que las cosas siempre se
pueden poner peor.
Alice, su mujer, entro a ducharse, mientras él se estiro en la cama. Intento relajarse, pero
no pudo. Intento no pensar en nada. Pero le era imposible. ¿Porque su mujer era a veces
tan irritable?
Llevaban 15 años de casados, y 5 más como novios. 20 años al lado de una mujer que
siempre estaba a su lado, en lo bueno y en lo malo. Era una mujer muy hermosa, y
buena, pero también una mujer con un carácter muy temperamental. Quizá el carácter
que a él le faltaba en ocasiones, quizá por eso dentro de las típicas discusiones de pareja,
se complementaban bien, de lo que uno carecía, el otro era su punto fuerte.
Empezó a quedarse dormido cuando oyó un golpe en el armario. Se incorporo de golpe.
Se acerco al armario. Estaba acercando su mano a la puerta corredera, cuando sin más la
tele se encendió. ¿Pero cómo era posible? Su mujer estaba en la ducha, y el estaba lejos
del mando. ¿Alguna conexión que había hecho que se encendiera el televisor? Se olvido
del armario, y se acerco a la tele, miro detrás del televisor e intento ajustar todos los
cables correctamente. Mientras echaba un vistazo a los cables, en la tele estaban
echando un partido del campeonato liguero en España. Estaban narrando el partido,
cuando de repente escucho gritar al narrador ¡Fuera de aquí! ¡Estáis ocupando la
habitación equivocada! Richard se volvió rápidamente, resbalo cayendo de espaldas y
acabo golpeándose la cabeza contra el suelo. Se quedo unos segundos aturdidos, antes
de escuchar de nuevo un golpe en el armario. Esta vez había sido más claro. No había
duda…algo o alguien estaba dentro de ese armario. Asustado, Richard pensó que se
estaba volviendo loco. Aun no se había incorporado del todo, cuando se oyó otro golpe
en la puerta, en este caso provenía de la puerta de entrada a la habitación. Aterrorizado
de miedo, Richard pregunto:
-¿Quién, quién es?, dijo con voz temblorosa.
-Señor Richard Buxton, soy Javier, el director del hotel, ¡abra en seguida, por favor!
Fernando, el nuevo chico de recepción, ha cometido un error terrible al dejarles subir a
la habitación.
-¿Cómo que ha cometido un terrible error? ¿Qué quiere decir?
-En los últimos meses hemos tenido varios incidentes con esta habitación, ¡¡abra por
favor!!
Richard reacciono y corrió hasta la puerta. No se fijo en que la puerta corredera del
armario se estaba abriendo. Giro el pomo. Pero no consiguió abrir.
- No consigo abrir la puerta, ¡maldita sea!, grito desesperado Richard.
-No desespere señor Buxton, vamos a intentar derribar la puerta, les sacare de aquí.
Al otro lado se escuchaba maldecir a Javier, el director, chillando a Fernando. Le decía
que le advirtió que no habilitara la habitación a nadie, y que en cuanto esto se
solucionara estaba despedido. Pero, ¿tenía solución esto? ¿y qué narices era lo que había
en…
-¡Richard! ¡¿Qué pasa, que son esos chillidos!?, pregunto Alice entre asustada y
desconcertada.
Alice había salido de la ducha, llevaba puesto una bata que dejaba entrever el sujetador
rojo que llevaba puesto. A sus 40 años estaba esplendida, siempre había tenido muy
buena figura y una carita angelical.
Richard se giro para mirar. Y casi le da un ataque al corazón. Una figura negra y oscura,
con la cara desfigurada, y que infundía asco y repulsión, y el mayor de los temores,
estaba detrás de Alice. Cogió a su mujer y se la quiso llevar consigo, llevársela a una
oscuridad desconocida, pero Richard se desplazo con agilidad y agarro el brazo de
Alice. La tenia cogida con fuerza, pero la figura negra tiraba de ella aún con más
violencia. Los estaba arrastrando a los dos. Richard intuía que si los llevaba hasta el
fondo del armario sería el final.
-¡No te llevaras a mi esposa!, chillo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano consiguió tirar
de los dos unos metros para fuera. Pero eso les condeno, se quedo casi sin fuerzas. Los
arrastro a los dos, cuando prácticamente los tenía en el fondo del armario, Alice le dijo:
- Cariño, te amo, este donde este, te llevo conmigo en mi corazón. Se deshizo de la
mano que le agarraba Richard, y le empujo hacia fuera. Richard cayó fuera del armario.
Antes de que la puerta corredera se cerrara tuvo tiempo de verla marchar mientras las
lágrimas de sus dos preciosos ojos inundaban de tristeza la habitación.
En ese instante la puerta de la habitación se vino abajo, y entraron varias personas, entre
ellas Javier y Fernando. Richard intento sin éxito levantarse y mirar dentro del armario e
ir en busca de su mujer. Pero el director le tenía bien sujeto. Richard se derrumbo ahí
mismo. En la maldita habitación del hotel. Nunca más volvería a ver a su esposa, pensó.
Cerró los ojos. Y la vio. La vio a su lado, y la abrazo con fuerza. Ella le beso en los
labios, y le dijo que fuera feliz, que ella velaría por él. Y él solo supo decirle que la
quería, que la quería muchísimo, antes de que esta historia tocara a su FIN.
BILLETE
DE VUELTA
Eran las cinco y diez de la tarde cuando Sebas miró el reloj. Había llegado con tiempo
de sobra a la estación de autobuses. Su hermano mayor le ayudó a bajar la maleta del
coche, y le despidió dándole un fuerte apretón de manos. Su madre fue más efusiva, y se
echó a llorar de nuevo mientras le abrazaba con fuerza. A él le cayeron unas lágrimas
que intento secar con la manga de la camisa antes de que ella se pudiera percatar. No
quería darle motivos a su madre para pensar que no estaba preparado y que se iba a
venir abajo estando tanto tiempo solo, después de lo ocurrido. El pequeño Víctor (de
solo 10 años) le dio un fuerte abrazo y un par de besos.
-
Pórtate muy bien renacuajo, y cuida de la abuela, ahora tú eres el jefe de la casa,
le dijo a su sobrino pequeño.
Soy el jefe, dijo impresionado Víctor.
Buen viaje cariño, le deseó su madre.
Muchas gracias mama, os llamo cuando llegue a Madrid. Un besito para todos, y
cuidaros, se despidió Sebas mientras se alejaba de ellos.
Entró en la estación con la maleta. Necesitaba urgentemente acudir al servicio. Fue
directo a la puerta, sin fijarse bien en el error que estaba cometiendo. Abrió la puerta, y
se encontró de bruces con una chica. Ella señalo a la imagen de la puerta, cuando Sebas
se percato del error que estaba cometiendo, se giro avergonzado sin decir palabra
alguna.
Salió del servicio, y vio que la chica con la que se había cruzado estaba en taquilla
comprando un billete. Aunque había sido un breve instante, no podía quitar de su
cabeza ese rostro angelical con el que había tenido la (des)afortunada suerte de cruzarse
y esos ojos claros que le miraban divertida mientras el solo sabía hacer que agachar la
cabeza. Una diosa que nunca se fijaría en un mortal ni por asomo.
El ya tenía billete, su hermano le había conseguido el billete de autobús que le llevaría
desde su ciudad natal, Oviedo, hasta la capital, a Madrid.
Entro en una sala VIP para los que adquirían un billete de Clase Superior. Unos chicos
jóvenes con una niña estaban charlando animadamente. Una pareja de señores mayores
estaban sentados. Ella le atusó el cuello de la camisa y él se lo agradeció dándole un
beso. El hombre cruzó la mirada con Sebas y sonrió. Sebas sonrió también. Que pareja
más agradable pensó, y recordó que sus padres se entendían igual de bien. Una oleada
de tristeza le recorrió el cuerpo. Un golpe en la pierna le despertó de sus pensamientos.
-
¡Cuidado María! Pídele disculpas al chico.
Lo siento señor.
No pasa nada, dijo Sebas. Se agacho, y le dijo en voz baja, pero no me llames
señor, me llamo Sebas y tengo 27 años, ¿y tú?
Yo 7, y me llamo María, mi mama se llama Marta y mi papa Fernando. ¿Tus
papás como se llaman?
Mi mamá se llama como tú, María, y mi papá…trago saliva antes de pronunciar
su nombre, se llama Pedro.
-
¡Tu mamá tiene el mejor nombre del mundo!, dijo alegremente María.
¡Jajaja!, yo también lo pienso, dijo al tiempo que se levantaba. Miro el reloj. Ya
casi era la hora de que llegara el autobús. Mejor sería esperar ya en la parada del
autobús. Se despidió de la pequeña María antes de salir de la sala.
Su autobús llego puntual. Poco a poco la gente se fue aglomerando en torno a la parada.
Sebas fue el primero en dejar la maleta y subir al autobús. 15B, ese era su asiento. En
pasillo. Se sentó, y comprobó que los asientos eran muy cómodos. Cerró los ojos,
mientras la gente iba entrando. Se quedo unos segundos relajados, sin pensar en nada.
Estos días habían sido muy largos y tremendamente duros. Alguien le toco ligeramente
el brazo.
-
¿Me dejas pasar, por favor?, le preguntó ella.
Ah, ¡Hola! Si, si claro. ¡Perdona!, contestó mientras se levantaba del asiento y se
echaba a un lado para dejarla pasar.
Gracias, respondió mientras tomaba asiento junto a la ventanilla.
Siento lo de antes, se disculpó. Ella le miro desconcertada por un momento, pero
luego pareció percatarse.
No tienes porque disculparte, comentó sonriente. Me llamo Alexandra, le dijo
tendiéndole la mano. Pero puedes llamarme Alex.
Yo soy Sebas, dijo devolviéndole el saludo. Encantado.
Estaba tomando asiento de nuevo, cuando la pequeña María pasó a su lado.
-
¡Te atrape!, dijo la niña, cogiéndole del brazo.
¡Deja en paz al chico María!, dijo su madre.
Sebas rió y miró a la niña. Tendrás que quedarte así, de pie, todo el viaje.
¡Ah, no, de eso nada!, se quejó la niña. Me voy con mis padres. ¡Adiós!
Adiós María, dijo Sebas.
Que niña más guapa. ¿Es familiar tuyo?, le preguntó Alex.
¿La niña? Oh, no, la conocí hace 15 minutos, le contestó Sebas.
¿Te gustan los niños?, le preguntó ella interesada.
Sí, contesto sintiendo que sus mejillas se ruborizaban. Tengo un sobrino de 10
años y lo adoro, dijo sonriendo Sebas.
Alex sacó del bolso una foto, y se la enseñó a Sebas. El autobús se puso en marcha. Era
una niña de unos 5 años aproximadamente, rubita, con el pelo rizado, ojitos verdes, y
una sonrisa encantadora y un parecido increíble a Alex. Si no fuera porque Alex parece
ser muy joven diría que…
-
¿Es tu hija?, preguntó.
Si, es mi pequeña. Tiene 4 añitos. Estos días la están cuidando sus abuelos. Se
llama Roxana. Es una niña preciosa, muy buena, y muy alegre, contestó
orgullosa la madre.
-
-
Eso seguro que es porque está muy bien cuidada. Se parece muchísimo a ti, dijo
asombrado Sebas. En realidad quería decirle que tenía su mismo rostro
angelical, pero lo único que salió de su boca fue: es muy guapa.
Gracias, le respondió sonriente. Sí que lo es, sí. Y será mejor mujer que yo. A
pesar de todo lo pasado, añadió, creo que hasta el momento he conseguido ser
una buena madre para mi hija.
Sebas se quedo un momento sin saber que decir. La azafata fue ofreciendo prensa por
todos los pasajeros del autobús. Después de unos minutos de silencio incomodo, decidió
echarle valor y dejar salir con libertad las palabras:
-
-
-
Seguro que sí. No te conozco, pero estoy convencido que estás siendo una madre
maravillosa. Ella le miro agradecida. La gente cuando es buena de corazón se
suele ver rápido…y seguro que tu hija tiene tan buen corazón como tú.
Yo he cometido errores por los que espero que mi hija no tenga que pasar,
Sebas, dijo ella. Elegir a las personas equivocadas puede marcarte para siempre.
El padre de mi hija es un ejemplo. Cuando lo conocí no me imagine el infierno
en el que se iba a convertir mi relación con él. Lo único bueno que puedo sacar
de todo ello, es mi niña Roxana, comentó Alex.
De los errores se aprende Alex, además tú eres joven. Un mechón de su pelo
alborotado cayó en su frente y su mano se poso en la de Sebas.
La azafata interrumpió ese instante que a Sebas le pareció mágico al acercarse a ellos, y
les ofreció un pequeño aperitivo con bebida. Alex retiro la mano, Sebas hubiera deseado
sentir el tacto de sus manos de seda durante toda una vida.
La mujer les sirvió a ambos un pequeño bollo de pan acompañado de jamón dulce y
algo de queso... Antes de empezar el aperitivo Alex continúo hablando:
-
Hace un año decidí dejar al padre de mi hija. La última vez que le arrestaron fue
la gota que colmo el vaso de mi paciencia. No quería esa vida para mi…y mucho
menos para mi hija. Tuvimos la niña al poco de conocernos y muy jóvenes. Lo
conocí con 19 años. El tenía entonces 26 años. Un año después nació Roxana. Y
al poco tiempo nos casamos. Todo fue demasiado deprisa. Y no pare a pensar lo
que eso suponía. Así que después de varios años aguantando a alguien por el que
ya no sentía si quiera respeto, este año por fin he conseguido los papeles del
divorcio y la patria potestad de mi hija. Alex se quedo con la mirada pérdida, en
su cabeza se evocaban recuerdos dolorosos. Sebas sintió el deseo de abrazarla.
Cuando lo conocí, continuo relatándole, se comporto genial conmigo, era
encantador. He de decir que mis padres nunca aprobaron la relación. Y no
solamente por la diferencia de edad. Creo que mis padres supieron calarle antes.
Yo no. Y después de un tiempo de estar casados comenzó a comportarse
diferente, se ausentaba con frecuencia, se molestaba si le recriminaba su
ausencia y en cambio, en muchas ocasiones, si ella llegaba tarde a encontrarse
con él se violentaba de forma alarmante. A medida que fueron pasando los
meses, años, su comportamiento era más agresivo, menos tolerante y más
-
-
-
violento… En fin no quiero aburrirte con mi vida, te pido disculpas si te he
molestado, dijo Alex arrepentida.
No te disculpes, eres una mujer estupenda, estoy convencido que tu niña y tú
saldréis adelante. No necesitas a alguien como tu ex marido para ser feliz,
eres…Saúl trago saliva, eres preciosa, cualquier hombre moriría por estar a tú
lado.
Gracias, le contesto ella, agachando ligeramente la cabeza y sonrojándose. Era
increíble que una mujer tan hermosa se sonrojará, pensó que si seguía mirándola
a los ojos enfermaría de placer. Y gracias por escucharme, añadió levantando de
nuevo la mirada.
No hay de que, sonrió él.
Ella se recostó en el asiento, mientras se acababa el aperitivo. El también se termino el
aperitivo, antes de quedarse dormido en el asiento. Soñó con ella. Con Alexandra. Soñó
que estaban juntos. Su hija también estaba, y él jugaba con la niña al balón. Alex les
observaba alegremente. Todo era felicidad. Pero en ese momento aparecía un hombre,
una figura oscura que se acercaba a Alex, sacaba un arma y la disparaba. Luego se
acercaba a donde estaban ellos. Sebas intentaba correr con la niña en brazos, protegerla,
pero no lo conseguía, les alcanzaba y les apuntaba, con una sonrisa que haría estremecer
al más bravo guerrero, se acercaba a Sebas y le susurraba al oído unas palabras que
conseguían congelarle la cara. El tipo, riendo a carcajadas, le repetía si quería oírlo en
voz alta de nuevo, Sebas suplicaba para que no lo hiciera, pero esa figura oscura y
maliciosa disfrutaba con el sufrimiento de él y dirigiéndose al aterrorizado joven, grito a
viva voz: "Yo lo mate. Fui yo, quien mato...En ese momento despertó sobresaltado.
-
Siento haberte despertado Sebas, pero es que no puedo aguantar más, necesito ir
al servicio, dijo Alex.
Si, si, perdón me he quedado totalmente dormido, le dijo.
No te preocupes, siento haberte sobresaltado, ¿tenias una pesadilla?, preguntó
mientras pasaba a su lado.
Algo así, contesto él.
Miro el reloj y se dio cuenta que se había quedado dormido casi hora y media. La pareja
mayor tan encantadora que se había encontrado en la sala VIP estaban sentados unos
asientos atrás de donde Alex y él estaban. El señor le dijo a su mujer algo al oído, se
levanto y cuando paso al lado de Sebas dijo en voz baja:
-
Chico, entre tú y yo, hay cosas que no se pueden dejar escapar. Sonrió a Alex
cuando ella llego a su lado y le lanzo una mirada cómplice a Sebas mientras le
daba una palmadita en el pecho a Sebas, para después dirigirse al servicio.
Alex miro con cara de sorpresa a Sebas. Finalmente dijo:
-
¿Qué te ha dicho ese hombre para que tu cara se haya puesto como un tomate?,
preguntó intrigada. Sebas se limito a sonreír tímidamente. Umm, me debes una,
-
-
chico misterioso. Yo te he contado cosas personales de mi vida sin conocerte.
Ahora te toca a ti, cuéntame algo de tú vida.
¿Yo?, preguntó desconcertado. No tengo grandes hazañas que contar, dijo
evadiendo la pregunta. La cara de Alex reflejaba su descontento con la
respuesta. En realidad no se me da bien hablar, me siento más seguro
escuchando a los demás. Pero, tienes razón, te debo una. Alex sonrió orgullosa.
Soy natural de Oviedo, pero llevo viviendo en Madrid algo más de un año. Alex
asintió y le animo a continuar. Soy agente de viajes, la agencia me propuso el
traslado a una de sus oficinas nuevas en la capital y acepte. Tengo 27 años y en
el plano sentimental hace tres años que lo deje con mi última pareja. El autobús
se detuvo en una zona habilitada para el aparcamiento de vehículos, enfrente de
un restaurante de carretera. Saúl miro el reloj, ese reloj que con tanto cariño
guardaría el resto de su vida, ya que era un regalo de su padre. Eran las 17:30h.
de la tarde, llevan hecha la mitad del trayecto. Volvió a alzar la cabeza para
mirar a Alex y se encontró con sus ojos verdes esmeralda observándole con
atención.
¿Estiramos piernas? Sebas asintió.
La mayoría de los pasajeros se apearon, solo unos pocos se quedaron esperando en el
autobús. El conductor les avisó de que disponían de 15 minutos para regresar al bus. Les
advirtió de que estuvieran puntuales pues a la hora señalada el autobús saldría sin
esperar por ningún pasajero que se retrasara.
-
-
Ves, ahora ya te conozco un poquito mejor, dijo Alex apoyándose en él,
mientras cogía aire al salir fuera del vehículo. Entonces, chico misterioso,
estabas pasando estos días en Oviedo con tus familiares, ¿con tus padres
imagino?, continuó preguntando Alex.
De hecho…si unos días con mi madre, respondió Sebas.
No lo has dicho muy convencido, se percato ella.
Bueno es que hace muy poco que falleció mi padre, está todo muy reciente y
cada vez que lo recuerdo…me cuesta hablar de ello, comentó con tristeza.
Lo siento mucho Sebas, no quería incomodarte. Vaya, mis problemas al lado de
lo tuyo te parecerán una tontería, siento mucho lo de tu padre, comentó apenada.
Sebas agradeció sus palabras y le ofreció entrar en la cafetería del restaurante y seguir
charlando mientras tomaban un café. Se sintieron reconfortados de entrar dentro y
refugiarse del aire. La chica que los atendió les llevo a la mesa un par de cruasanes y los
cafés. A pesar de estar en el mes de Abril, el aire frio seguía presente y no tenía visos de
marcharse en breve. Sebas poso sus manos en la taza de café caliente y se sintió
reconfortado absorbiendo su fuerte aroma. Miro a Alex de reojo mientras ella tomaba un
bocado de su cruasán. Se sentía con fuerzas por primera vez, desde que paso lo de su
padre, para abrirse a alguien y relatarle lo sucedido.
-
Alex, quería contarte algo, referente a lo de mi padre.
-
-
-
-
Adelante, no he quedado con nadie al menos…miro su muñeca carente de
relojes que le marcasen el paso del tiempo, en las próximas tres horas, al decir
esto le regalo a Sebas una amplia sonrisa, una de esas sonrisas de anuncio que
suelen protagonizar artistas o guapas modelos.
Te he contado que mi padre murió recientemente. Pero no te he contado cómo.
A mi padre, le…trago saliva antes de continuar, le asesinaron.
¡¿Cómo!?, exclamo llevándose las manos a la boca. Esto… por Dios Sebas, que
dices. Casi le caían las lágrimas a ella. Después de unos momentos de
aturdimiento le cogió la mano y sintió el calor y la compresión de su semblante
emocionado que le miraba con tanto cariño. Sebas sintió que nadie más podría
igualar ese momento de conexión entre dos personas. ¿Cómo fue?, preguntaron
sus rosados labios.
Fue apenas hace 10 días, comenzó a relatar, mis padres vinieron a visitarme a
Madrid, aprovechando que se acercaba Semana Santa y que yo contaba con unos
días de vacaciones, se quedaron alojados en mi piso, la idea era estar todos esos
días juntos y conocer la ciudad. Aún no había empezado mis días de vacaciones
cuando ellos llegaron, aprovecharon ese primer día para ayudarme en casa, y
salir a comprar. La voz luchaba por quebrarse pero consiguió dominarse y pudo
continuar su narración de los hechos. Al día siguiente, Alex le observa con
atención mientras el continuaba hablando, salieron a dar un paseo por el barrio,
y a última hora del día fueron a comprar la cena de esa noche. Mi padre la
espero fuera mientras mi madre hacia la compra. Alguien entro en el súper con
una pistola. La cajera le dio todo lo que habían recaudado. Pero el atracador,
Sebas agacho la cabeza, apretaba el puño con fuerza, ese malnacido quería más,
se fijo en la cadena de oro de mi madre, una cadena que para mi madre era muy
especial, pues se la regalo mi abuela que ya falleció. Mi madre intento resistirse,
mi padre entro, se encaro al ladrón, y este le disparo. Después de eso, le quito la
cadena a mi madre y se fue corriendo. Cuando llegaron los sanitarios fue
demasiado tarde. Intentaron reanimarle sin éxito.
¿Lo atraparon? Sebas negó con la cabeza.
La investigación sigue abierta pero de momento no tienen nada…creo de
corazón que algún día ese tipo pagara. La vida es como un billete de ida y
vuelta, y este tipo solo ha gastado la ida, sentenció Sebas.
Los dos se miraron en silencio, Alex aún le tenía cogido de la mano. La soltó, se levanto
para acercarse hasta él y le dio un beso cerca de los labios. Él la miro a los ojos, estaba
tan cerca de esa preciosa mujer que…
¡Chicos!, grito la camarera de la estación desde el mostrador. ¿Vosotros no estabais en
el autobús que está saliendo? Su dedo señalaba a la parte trasera del local, había una
cristalera por la que se visualizaba el parking del lugar. El autobús estaba echando
marcha atrás para partir. Sebas miro el reloj, marcaba las 17:50h., llevaban cinco
minutos de retraso del tiempo estimado. Cogió a Alex de la mano y los dos salieron
corriendo. El vehículo estaba a punto de incorporarse a la carretera, cuando el conductor
hecho un vistazo a su retrovisor y vio aparecer dos jóvenes corriendo y alzando las
manos en alto.
Los dos se dejaron caer en sus asientos exhaustos. Se miraron mutuamente y
comenzaron a reír. Al principio fue una risa tímida pero al poco tiempo se convirtieron
en estimulantes y divertidas carcajadas.
Se pasaron todo el tiempo hablando, la conexión entre ellos era completa. Sebas
comprendió en ese momento lo caprichoso que podía ser el destino. La mujer de su vida
estaba en ese autobús porque él había acudido a Oviedo para estar en el entierro de su
padre y estar al lado de su familia, en especial con su madre, la cual aún se sentía
culpable por lo ocurrido. Ella decía que si no se hubiera resistido a darle la cadena,
Juan, su marido, no hubiera muerto aquella noche. En cambio, Sebas, consideraba que
si no hubiera ido a trabajar a Madrid y si no hubiera dicho a sus padres de subir en esos
días, su padre estaría vivo. Y ahora el destino le ponía aquella mujer ante él. Dulce,
hermosa, cariñosa y sonriente. ¿Cuál era pues su lado oscuro?, se preguntaba Sebas. Si
es que lo tenía…su ex marido podría ser una respuesta. ¿Y si a ella le gustaban ese tipo
de hombres, personas con el carácter de su ex pareja? Puede que esa conexión que él
creía tener con ella, solo fuera amistad y buen rollo por parte de Alex con él. Quizá
sintiera pena por él y por eso se mostraba tan amable, puede que solo tratara de
animarlo…
Cuando llegaron a la estación de destino, Sebas seguía dándole vueltas al momento más
oportuno para pedirle una cita, quería, desesperadamente, volver a ver a esa mujer. Alex
volvió a sorprenderle al darle por iniciativa propia una nota en el que le apunto su
teléfono personal y su e-mail. El se lo guardo en el bolsillo del tejano. Podría volver a
ver a esa chica, tendría la oportunidad de volver a sentir el dulce aroma de su presencia.
Cuando llegaron a destino, se despidieron con dos besos, y la promesa de volver a
verse. Sebas se alejo del lugar sin ser consciente que la mujer tan encantadora con la
que había compartido viaje estaba a punto de esfumarse para siempre, ya que al
levantarse del asiento del autobús el papel con el número de teléfono y e-mail se le
había caído. Entro en el metro sin saber que una vez más el destino o la mala suerte
volvían a jugar en su contra. Aprovecho la espera en la estación para llamar a su madre.
Le conto que había tenido buen viaje de vuelta a casa, y no puedo resistirse a contarle
que había conocido a una chica muy especial. La voz de su madre sonaba tan triste que
sintió la imperiosa necesidad de mirar el papel con el teléfono de la chica para no
sentirse tan desgraciado y fue entonces cuando se percato de que lo había perdido.
Después de revisar bien sus bolsillos supo que no volvería a verla jamás. Miro su reloj,
¿y si aún tuviera una última oportunidad?, se preguntó. Colgó a su madre con la
promesa de llamarla después. Salió corriendo. Al llegar a la estación de autobuses vio a
la pequeña María con sus padres.
-
¡Hola!, saludo a los progenitores intentando recuperar el aliento. ¡Hola María!,
dijo a la pequeña. Oye perdonad que os moleste, habéis visto a la chica que iba
sentada conmigo.
-
Sus padres negaron con la cabeza ¡Yo si Sebas!, dijo la pequeña María, está
esperando un taxi, dijo señalando con el dedo, la ves, mira ahora hay un señor
con ella.
Sebas miro, y la vio, y vio a alguien que la cogía del brazo. Sebas corrió hasta donde
estaba ella, y la escucho decir:
-
¡Déjame en paz, olvídate de mí! gritó ella intentando zafarse de ese tipo. Robert,
suéltame, suplico ella.
Tu eres mía, te enteras, tu y mi niña me pertenecéis, zorra, dijo el tipo, moreno,
alto y musculoso. Tenía un gran tatuaje de una serpiente dibujado en su cuello.
Ahora todo el mundo estaba pendiente de ellos. Sebas entro en acción:
-
-
-
¡Te ha dicho que la dejes en paz!, grito tragando saliva cuando llego a la altura
de ellos.
¿Quién es este niñato?, dijo con desprecio mirando a Alex. ¿Es tu noviete?,
pregunto con cara de asco mientras la empujaba contra Sebas. Sebas la agarro y
consiguió mantener el equilibrio de manera que no cayeran al suelo. Así que ya
me has buscado sustituto, dijo con la cara colorada y lleno de ira y odio. El ex
marido de Alex se subió ligeramente la camisa, y cogió el arma que asomaba de
sus pantalones. Apunto con la pistola hacia donde estaban y disparó. Cayo al
suelo sangrando. Sebas miro a Alex aterrorizado. Se agacho junto a ella. Alex
intento decir algo pero no pudo. Sebas sintió el calor abrasante del arma
apuntando en su cuello.
Ahora te toca a ti, cabrón, le dijo. Levanta despacio. Y cuando lo hayas hecho,
gírate y mira como acabo contigo. Sebas hizo lo que dijo. Le temblaban las
piernas. Estaba en ese momento cerca de morir. No esperaba reunirse tan pronto
con su padre. Y pensó en su madre con gran pesadumbre. Se giro aterrado pero
desafiante, mirándole a los ojos, cuando se percato de algo. Ese tipo, llevaba una
camisa de cuadros sin abotonar, dejando al descubierto una cadena de oro atada
al cuello, y Sebas reconoció esa cadena. Era de su madre.
No es posible…dijo confundido Sebas, mirando incrédulo al ex marido de Alex
y…asesino de su padre.
¿Qué pasa capullo?, dijo esté, mientras observo que la mirada de Sebas no
dejaba de mirar medio hipnotizado la cadena que llevaba puesta. No me jodas,
espeto, que tú…que el viejo del otro día lo conoces. Que es tú papaíto. Joder,
que curiosa es la vida. ¿Y cómo se encuentra tú papaíto? Me gustaría…
Antes de que pudiera decir nada más, Sebas se tiro encima de él lleno de odio, cayendo
los dos al suelo. El golpe que se llevo en la cabeza fue tremendo. Quedo inconsciente.
Sebas se incorporo de inmediato. Recogió el arma del suelo, y le apunto. En un segundo
las tornas habían cambiado por completo. Podía vengarse del asesino de su padre. Todas
estas noches había soñado con encontrarse con una situación como esta. Y ahora ahí
estaba, al alcance de su mano, cobrarse su justa venganza. Sabía que era un delincuente
que maltrataba a su mujer y a su pequeña hija, aparte un ladrón y un asesino. ¿Por qué
estaba paralizado, que le impedía disparar ya? La miró a ella, quizá necesitaba algo, una
mirada, un gesto que le hiciera cambiar de opinión. Alex intento incorporarse a pesar de
su herida.
-
-
¡No Sebas!, consiguió sollozar Alex.
Lo siento Alex, le dijo el lleno de dolor. Lo siento, pero él mato a mi padre.
Cerró los ojos e imagino la escena de la muerte de su padre, no puedo dejarle
vivir. Sé que es el padre de tu hija, y que en el fondo aún lo quieres, pero…
El no me importa. Lo digo por ti Sebas, no arruines tu vida. Te mereces ser feliz.
Si le matas nunca lo conseguirás. Y…la sangre salió de su boca, no pudo decir
nada más.
Sebas supo en ese momento que no lo mataría. Se agacho al lado del asesino, y recupero
la cadena de su madre. Que se pudra en la cárcel, dijo en voz alta. Tiro el arma lejos de
su alcance. Se quedo con Alex, la cogió de la mano, y estuvo con ella así hasta que llego
la ambulancia. Unos policías se llevaron en un coche policial al ex marido de Alex, al
asesino de su padre. Sebas pidió acompañar a Alex en el trayecto al hospital, no se
separo de ella en todo momento. Pasadas unas horas el médico salió a darle el parte.
Cuando finalizo se dejo caer en el asiento de recepción del hospital, emocionado y
exhausto.
6 meses después, Sebas paseaba a solas en el parque, disfrutando del día tan soleado y
primaveral que hacía a pesar de estar a mediados de Octubre. Pensaba en su madre y en
cómo, poco a poco, con gran entereza y coraje, estaba consiguiendo superar la perdida,
aunque todos ellos llevaran en sus corazones la pena de su ausencia de por vida.
El día era maravilloso, pero aún se hizo más esplendida cuando la vio llegar a ella. Una
niña rubita, con el pelo rizado, ojitos verdes, y una sonrisa encantadora llego a su altura.
Sebas la cogió en brazos y la dio un beso en la mejilla.
-
¡Hola papi!, dijo ella. ¿Puedo llamarte así? Aunque no lo seas digo, comentó de
manera inocente la niña.
Claro que puedes. Me encanta que me lo llames, dijo cariñosamente Sebas.
¿Y yo? ¿Puedo llamarte papi también?, pregunto Alex.
Umm, gesticulo pensativo. Dejo a la niña en el suelo y se acercó a ella, con un
brazo le rodeo la cintura y la atrajo contra él, y la susurro al oído, tú me puedes
llamar como quieras, y sello en sus labios un apasionado besó de amor.
CUANDO LOS
BUENOS GANAN
-
Ha sido un éxito, ¡eres la mejor!, la felicito Alicia, su agente y una de las
personas de más confianza de Mar.
¿Una noche tranquila, no Raúl? ¿Tú como me has visto?, preguntó a uno de sus
dos guardaespaldas.
Todo bien señora, pero la noche no ha acabado, le recordó Raúl.
Te he dicho que no me llames señora. Como lo vuelvas a hacer te despido, dijo
Mar enseñando su lengua.
Raúl sentía una especie de ansiedad cuando estaba cerca de ella, su corazón se aceleraba
cuando ella le miraba con sus ojos cristalinos, transparentes como su sonrisa. Mucha
gente que no la conociera pudiera pensar que debido a su éxito debía ser una mujer
altiva y creída, pero estaban muy lejos de tener razón, es una mujer de carácter amable y
cariñoso y eso hacía más difícil trabajar con ella. Pero él era ante todo un tipo
profesional, su trabajo era protegerla, y no dejaría que sus sentimientos hacia ella
influyeran. Además ella tenía novio, un novio algo violento y un músico fracasado, que
además, acostumbraba a coger cogorzas importantes, pero ella le quería y contra eso
nada se podía hacer.
-
Vamos a tomar una copa amiga, se dirigió a Alicia cogiéndola del brazo. Raúl y
su compañero, Jonathan, salieron tras ellas.
No fueron muy lejos ya que se quedaron en el bar del hotel. Raúl siempre estaba alerta y
en ese momento tenía un mal presentimiento. Quizá fuera esa tensa calma que sintió al
llegar a ese pequeño rinconcito con apenas un par de clientes en el local. Cuando
llegaron a la barra les atendió un chico con acento cubano, detrás de ellos había una
pareja tomando una copa. Al ver a Mar, la reconocieron y le pidieron una foto. Jonathan
le dijo al oído que entraba un segundo en los servicios. A pesar de su sensación de
intranquilidad, Raúl asintió, ya que no tenía sentido preocuparse por una joven pareja y
un amable camarero.
En ese momento Raúl advirtió que entraban en el bar dos hombres, uno de ellos
silbando, el otro se atusaba su larga melena. En ese momento Jonathan salió del lavabo
guiñando su ojo y antes de que Raúl pudiera reaccionar, los hombres sacaron las armas
y comenzaron a disparar indiscriminadamente. Alcanzaron a Jonathan, Raúl apenas
pudo ver como su compañero y amigo caía al suelo herido. Tres balas alcanzaron el
pecho del camarero, matándolo en el acto. También la pareja que le había pedido la foto
a Mar estaba ahora en el suelo, pronto el lugar se lleno de un ensordecedor sonido de
balas. Al propio Raúl le hirieron en el brazo, pero esté reacciono, y empujo a Mar detrás
de la barra del bar intentando protegerla. Su única prioridad era salvarla, pero si
conseguían acercarse a ellos, no podría hacer nada, también acabarían muertos. Por
debajo de la barra había un pequeño hueco por el que pudo ver a Alicia tirada en el
suelo, con un gran charco de sangre a su alrededor. Raúl apretó el puño. Habían
cometido una masacre, pero esto no había acabado. En cambio, las balas cesaron.
-
¡Amigo, no te metas en esto! No servirá de nada que la protejas, te mataremos.
La queremos a ella, déjanosla y te dejaremos marchar, grito uno de los
asaltantes.
Mar estaba aterrada, miró a Raúl, esté le devolvió la mirada, puso su mano en la cara de
ella y con un gesto de cabeza le dijo que ni hablar, que no pensaba dejarla sola. Mar no
dejaba de sollozar y Raúl le puso un dedo en la boca. Tranquila, saldremos de esta, te lo
prometo. Su madre siempre le dijo que no prometiera cosas que no pudiera cumplir,
pero esa situación era algo excepcional, así que se permitió el lujo de saltarse la norma.
-
Tic Tac. Se te acabo el tiempo, hermano.
Los tenían encima, realmente el tiempo se agotaba. Aun así le dio tiempo para pensar
que por el acento debían ser de origen sudamericano. Se agacho y vio que por debajo de
la barra alcanzaba a ver los pies de uno de los asaltantes. Era su oportunidad. Le disparo
a los pies, alcanzándole de lleno. El otro individuo comenzó a disparar contra ellos.
Pero las balas se le acabaron, y necesitaría recargar su rifle. Fue su final. Raúl se levanto
con rapidez y disparo al hombre, matándolo en el acto. Saltó por encima de la barra, se
acerco al cuerpo del otro, que estaba tendido en el suelo con los pies destrozado. Le
apuntaba con el arma. Desde el suelo intento dispararle y Raúl no se lo pensó dos veces
y disparo antes de que pudiera alcanzarle. Todo había acabado. Saco su móvil y llamo a
Urgencias.
Te pondrás bien, ya lo veras, le dijo emocionado a su amigo Jonathan, que le tenía
agarrada la mano mientras se lo llevaban en la ambulancia. Esté antes de alejarse, a
pesar de la situación tan crítica en la que se encontraba, alzo su dedo en señal de
victoria. Las enfermeras cerraron la puerta del vehículo dejando en el horizonte esa
señal de su amigo con el dedo alzado, ¿pero…habían ganado? ¿Quién o quienes
estaban detrás de ese ataque? La policía le ayudo a responder varias de sus dudas. Al
menos le informaron que los atacantes eran de origen dominicano, unos individuos muy
violentos con varios antecedentes por agresión.
-
-
¿Y con qué objetivo la han atacado?, preguntó Raúl.
A saber…eso intentaremos averiguar, contestó el oficial al mando.
Es guapa, famosa y con dinero, añadió el joven policía que le acompañaba, las
opciones se multiplican, pero lo más probable es que quisieran secuestrarla para
después exigir un alto pago por su liberación. Raúl arrugo el morro.
Dos muertos y tres heridos graves, ¿no es demasiada ruido para un simple
secuestro?
No crea, intervino el oficial, estos tipos les importa un carajo quién o cuántos se
llevan por delante, si tienen un objetivo no miran más. Una mujer empujaba en
una camilla el cuerpo sin vida de Alicia. Minutos antes se habían llevado el del
camarero. La pareja de jóvenes estaban graves pero vivos. Raúl apretó los
-
dientes intentando soportar el torrente de emociones a punto de desbocar.
Caballero, dijo el policía entregándole una tarjeta suya, se ha comportado usted
como un héroe y no sobran tipos con su valor. Espero podamos vernos pronto.
Gracias, contestó Raúl agotado.
Cuando se giro, una enfermera quiso atender-le, pero él se negó. La herida de bala había
sido limpia, solo le había rozado, haciéndole una pequeña herida, y otra enfermera ya se
la había desinfectado. Se acerco a Mar, junto a ella un hombre pasaba su brazo por la
cintura, su novio Daniel.
-¿Qué tal estas Mar?, le preguntó.
-Muy nerviosa Raúl, Alicia esta...sus ojos se llenaron de lágrimas, y si no hubiera
sido por ti, le miró con tanta ternura que Raúl comprendió que no podía haber nada
más hermosa, eres mi ángel de la guarda, finalizó ella y le fundió en un fuerte
abrazo. Raúl sintió el impulso de besarla, pero no era el momento adecuado ni la
situación ideal.
-Eres un héroe macho, has acabado con los dos colombianos, ahora te pedirán a ti
los autógrafos en lugar de ella, dijo Daniel con una sonrisa burlona en la cara. Se
acerco a Raúl, y le susurro al oído: mira los dos salimos ganando, tú te conviertes
en un héroe y yo me llevo a la chica para consolar-la…si es que en esta vida no se
puede tener todo, jajaja.
Raúl le miró con despreció. Este le retuvo la mirada desafiante. Como podía ser de esa
manera después de lo que había pasado. Él que se había quedado en la habitación toda
la noche, metiéndose a saber que mierda por la nariz mientras su chica y su gente de
confianza los cosían a balazos. Ya marchaban cuando cayó en la cuenta. Se dirigían al
ascensor pero Raúl se interpuso.
-¡Detengan a este hombre!, gritó Raúl a la policía señalando a Daniel.
- ¿Qué dices Raúl, porque dices eso ahora?, preguntó desconcertada Mar.
- ¿Cómo has sabido que los asaltantes eran colombianos, Daniel?, pregunto Raúl.
La pregunta cogió por sorpresa a Daniel. Miro a un lado y a otro. La policía estaba cerca
de ellos. Solo podía hacer una cosa, aunque eso acabara por delatarle. Sacó un arma,
cogió por el cuello a su chica y la apuntó en la cabeza.
-¿Qué haces Daniel?, preguntó asustada Mar.
-¿Qué, que hago? Hace unos diez días me quede escuchando detrás de una puerta, oí
como le contabas a la zorra de tú agente que tenias claro que me ibas a dejar. ¿Cuándo
pensabas decírmelo? ¿Esperabas el momento adecuado? Mar estaba en estado de shock,
apenas pestañeaba. Raúl acerco su mano al revolver, el arma pesaba poco, quizá no
quedaran balas. Después de todo lo que he hecho por ti, continuó él. Deje la música por
ti, cariño, y tú me lo agradeces así, dejándome tirado, Raúl apretó los dientes, el no
había dejado la música por voluntad propia, si no que había fracasado como músico. Lo
siento, pero tú te vienes conmigo, dijo arrastrándola fuera del local.
Raúl vio como se alejaban poco a poco, no podía esperar más. Saco su arma y disparo,
alcanzándole en el brazo que sostenía el arma, esta cayó al suelo. La policía aprovecho
para detener-le y llevárselo esposado. Mar asustada, se quedo acurrucada en el suelo.
Raúl se acerco a ella y la rodeo con sus brazos, protegiéndola.
-
Un momento, pidió a los policías que se llevaban a Daniel.
No te vayas, por favor, le suplicó Mar.
Le acarició el rostro con delicadeza. Acerco su boca a su oreja y la susurro al oído:
Ahora vengo, no pienso separarme de ti nunca. Ella le miró agradecida. Se levanto y se
acerco a Daniel. Los policías miraron contrariados. Raúl puso las manos en alto, quería
demostrar que no tenía intención de agredirle.
-
Solo quería recordarte amigo Daniel, que al final el gran perdedor has sido tú.
Yo consolare a la chica, espero que tú encuentres alguien que te consuele en los
calabazos, guiño su ojo y se alejo dejando a Daniel gruñendo y muerto de ira.
Y es que como dicen que soñar es gratis, es bonito soñar que en ocasiones los buenos
también salen ganando.
LA
LLAMADA
Sonaba uno de sus grupos favoritos en su MP3 mientras se daba un relajante baño de
espuma en uno de los hoteles más altos y lujosos de Madrid, ciudad a la que había
acudido por una importante reunión de su empresa.
¿Por qué?, le preguntó ella.
¿Por qué?, repitió el desconcertado, pues a pesar de haber pensado todo el tiempo en la
respuesta más correcta y menos dolorosa, ver su cara llena de dolor y tristeza le rompía
el alma. Porque es lo mejor.
Hoy hacía un año desde que dejo a su pareja, con la que llevaba 3 años saliendo. 1 mes
después de dejarla, sufrió un terrible accidente de automóvil que le costó la vida. Aún le
costaba superar ese trágico suceso, no había podido rehacer su vida amorosa, y solo su
trabajo hacía que por momentos olvidara esta desgracia, y a Marisa, la mujer con la que
años atrás compartió momentos inolvidables.
El teléfono de la habitación sonó, se levantó de la ducha y cogió la toalla. Se cubrió y se
dirigió veloz al teléfono.
-
-
-
¿Diga?, Nadie contesto al otro lado de la línea. ¿Diga?, repitió, obteniendo el
silencio de nuevo como respuesta. ¿Me escucha, hay alguien ahí?, preguntó,
esperando una respuesta que no llego. Colgó el auricular. Se fue tranquilamente
de nuevo a la ducha imaginando que se habían equivocado de habitación.
Empezó a secarse, cuando de nuevo el teléfono sonó.
¿Quién diantres será?, pensó mientras se anudaba de nuevo la toalla por la
cintura. Descolgó el auricular de nuevo. ¿Dígame? ¿Es Recepción? ¿Quién está
ahí? Oiga estoy escuchándolo respirar, así que o dice algo ahora mismo o voy a
recepción y…
Hola Marc, dijo la voz al otro lado del teléfono.
Esas dos palabras le golpearon con fuerza, sintió un repentino y doloroso ataque en el
pecho, y el teléfono inalámbrico cayó al suelo, haciéndose añicos. Las piernas
empezaron a flojear también, y se dejo caer en el sofá del salón. Se estiro, la cabeza le
daba vueltas y el blanco techo de la habitación parecía tornarse a negro. Pasado unos
segundos de aturdimiento, intento tranquilizarse. No podía ser real, no podía ser que
alguien que no está en este mundo llame por teléfono, es imposible. Sería alguien que se
ha equivocado, alguien que tiene una voz similar a la que tenía Marisa. Si, se dijo a sí
mismo, eso tenía sentido. Se puso de pie, cogió el teléfono hecho añicos del suelo, y lo
poso en su base. Miro su móvil y vio que estaba prácticamente sin batería. Lo cargaría
más tarde. Se vistió para prepararse para bajar a recepción y pedirles si le podían
facilitar algún nuevo teléfono para la habitación. Pero ocurrió algo fuera de lugar, algo
tan inesperado como inexplicable, algo que solo existía en las películas, en los libros o
en los sueños. El teléfono, roto y hecho añicos, comenzó a sonar de nuevo. No era
posible, no al menos desde un punto de vista lógico. Pero el teléfono sonaba y sonaba.
Cuando Marc tuvo el valor de coger el teléfono, acerco su mano temblorosa al oído y
pregunto:
-
-
¿Quién es?
Hola Marc, soy Marisa.
No, trago saliva y el pecho le oprimía la respiración, no puede ser, concluyó.
Te parecerá imposible. Pero soy yo. No intentes entenderlo, aún no estás
preparado para ello. Pero solo te diré que pocas veces se concede una
oportunidad de este estilo, y que no tenemos mucho tiempo.
Pe…pero tu estas…oh por favor, esto no es real.
Lo único que es real es que tú estás en peligro, Marc. Si pudiera volver atrás
jamás volvería a coger ese coche pero hay cosas que ya no se pueden cambiar.
Coger el coche fue el error más grande de mi vida. Puedo hacer algo que
compense mi terrible equivocación. De algún modo que no te puedo explicar
tengo una opción de salvar mi alma. Aún puedo redimirme, pero para eso
necesito tu ayuda, si tú te salvas me ayudaras a mí.
Marc se quedo en silencio durante unos segundos, no sabía cómo reaccionar ante tal
historia, pero… ¿alguien sería capaz de gastarle una broma de semejante magnitud?
Desde luego nadie que le conociera o le quisiera lo haría. Más, sabiendo cómo había
sufrido ante su perdida. De algún modo esa llamada era real, mágica e inexplicable,
pero real.
-
-
-
Marisa yo…empezó a llorar, pronunciar esas palabras resultaba tan duro, yo lo
siento mucho…
No lo sientas Marc. Como te he dicho no tengo mucho tiempo. Si quieres seguir
con vida, debes despertar y salir de la habitación. Dentro de unos minutos
alguien picara a tu puerta. Hay gente interesada en que no firmes el acuerdo para
la empresa. Han enviado a alguien para impedir que mañana asistas a esa
reunión. A las 03:25 vendrá un tipo, un hombre peligroso y con una orden clara:
eliminarte. Marc miró el reloj, y vio que eran las 03:15, si lo que decía ella, si
esto estaba ocurriendo de verdad, tenía 10 minutos para salir de la habitación.
¿Quieres decirme que alguien quiere matarme?, eso es una locura Marisa. No
puede ser real, esto no puede ser real, no dejaba de repetirlo moviéndose
intranquilo y asustado. Dentro de nada despertare y todo habrá sido un sueño.
Tiene que serlo.
Marc, intento cuidar de ti, aún te quedan cosas maravillosas por vivir, pero
tienes que confiar en mí. Marc AHORA despierta, por favor.
Marc despertó del sueño sobresaltado. Todo había sido un sueño. No podía ser de otra
manera. Se incorporo en la cama, empapado de sudor. Miró el teléfono y comprobó que
este estaba en perfecto estado. Que sensación más extraña. Le había parecido tan real…
Comprobó la hora en su reloj de pulsera, las 03:30 y nadie había ido a molestarle. Si no
hubiera sido producto de su imaginación, el teléfono estaría roto y alguien habría picado
a la puerta cinco minutos antes. Fue al baño a despejarse un poco. Se sentó al váter y
comenzó a reír. I supo que fuera o no real lo que había vivido, ese sueño era una señal,
la señal es que tenía que comenzar a superar lo de Marisa, y empezar a vivir la vida, no
podía condenarse por perpetuidad. Abrió el grifo del agua y lo dejo correr durante unos
segundos, inmerso en sus pensamientos, cogió la toalla y se seco la cara. Al mirarse en
el espejo comprobó que en el baño había un reloj de pared. Este marcaba en ese
momento las 03:25 y entonces recordó que siempre llevaba el reloj con cinco minutos
de adelanto. Y en ese instante alguien golpeo en la puerta. La toalla se le escapo de las
manos. Salió del baño y pregunto en voz alta:
-
-
¿Quién es?, preguntó alterado.
De recepción, dijo una voz.
Es un poco tarde, ¿no les parece? ¿Qué quieren?
Lo sentimos caballero. Sabemos que no son horas. Pero es un asunto que
debemos tratar con usted personalmente. Hay un problema…con su tarjeta. Si
me abre se lo explicare, hay gente ya durmiendo…abra por favor.
Deme un minuto por favor, se excuso Marc.
Miro alrededor de la habitación. ¿Qué podía hacer? Abrió el cajón de la mesilla, y cogió
su móvil. Llamaría a la policía. Pero el móvil estaba sin batería. Cogió el teléfono de la
habitación y llamo a recepción.
-
Buenas noches, le saludo una amigable voz, al habla con Jaime de Recepción del
hotel Madrid Sol Ro…
¿Han enviado a alguien a mi habitación? El hombre tardo unos segundos en
reaccionar.
Caballero es de madrugada, dijo extrañado, como voy yo a enviar a nadie a
estas…
¡Ayúdenme, por favor! Necesito ayuda. Me encuentro en peligro. Estoy en la
1105.
Disculpe.
Por favor no tengo tiempo. Manden a seguridad, llamen a la policía, lo que
quieran pero ¡ayúdenme!
La puerta se abrió de golpe. Marc se escondió a tiempo. El personaje que se adentro en
la habitación tenía el pelo rubio y una cicatriz que le cubría gran parte del costado
derecho de su cara. Era muy corpulento, Marc vio un pequeño tatuaje en la mano de su
brazo izquierdo en forma de estrella. Se ajusto sus gafas de pasta, las cuales no hacían
que el tipo pareciera menos peligroso de lo que en si ya representaba sin ellas. Este se
adentro en la habitación, dejando detrás de sí un boquete en la puerta tras la brutal
patada que le había propinado.
-
No me ponga las cosas difíciles señor Martínez, o se arrepentirá, dijo
amenazante. No es nada personal amigo, es una cuestión de trabajo. Uno elige
ser policía, bombero, librero…o pueden elegir hacer lo que ya hago, eliminar
objetivos. Y usted es ahora mi objetivo. Un escalofrío recorrió el cuerpo de
Marc.
El sicario miro debajo de la cama, pero no estaba allí. Marc que antes de esconderse tras
la ducha cogió el móvil, volvió a intentar encenderlo sin éxito, maldiciendo que
estuviera sin batería en un momento tan delicado. Esperaba que en recepción se dieran
prisa, el hotel tiene su propia seguridad ¿pero acudirán? ¿Esperaran a que llegue la
policía? Si era así le quedaba poco tiempo de vida.
-
Hábleme de usted Sr. Martínez. Es usted un buen hombre o un mal bicho. No es
que me importe mucho, no cambiaría su porvenir, pero es por intimar un poco
antes de…bueno antes de acabar con usted. En ese instante abrió el armario
esperanzado de encontrarle ahí. Se puso furioso. Se acerco al baño. Se acabo, no
puedo perder más tiempo, caballero.
La luz del baño se encendió. Marc cogió el mango de la ducha con todas sus fuerzas.
Una sombra se proyecto sobre la cortina. Una sombra tan corpulenta como peligrosa. Y
llevaba algo en su mano. Marc aposto todas sus cartas a que eso era una pistola. La
sombra se acercó cada vez más. Apoyo sus manos sobre la cortina, decidió a conocer y
a destrozar a su víctima cuando el teléfono volvió a sonar. Ese instante de distracción
del sicario fue vital para Marc. Estampo con todas sus fuerzas el mango de la ducha
contra la silueta que estaba detrás de las cortinas. El golpe fue duro y seco, tanto que
hizo caer al asesino al suelo. La pistola salió disparada y aterrizo cerca de la mesilla de
noche. Intento salir a toda prisa de allí, pero un brazo se alzo desde el suelo, le sujeto la
pierna y el también cayó al suelo. Se golpeo con fuerza la mandíbula al caer. A pesar
del tremendo golpe, se revolvió y vio por primera vez el rostro de su asesino,
ensangrentado por el golpe que Marc le había propinado. Marc intento zafarse de él.
Pero le tenía cogido con fuerza. Marc soltó una patada con su pie desnudo al rostro del
sicario, consiguiendo escapar de sus garras. Corrió hasta la mesilla, cogió el arma y
apunto con ella al sicario.
-
¿Por qué? ¿Qué queréis de mí? ¿Quién te ha contratado?, preguntó a chillidos
Marc.
Suelta eso, si no sabes utilizar un arma, no apuntes a nadie con ella, dijo este
mientras se levantaba y se dirigía hacia Marc.
¡No te muevas! ¡Voy a disparar!, grito Marc, pero el sicario le quito el arma con
rapidez.
Primera lección novato, quita el seguro a un arma. Segunda lección: Si dices que
vas a disparar, dispara, dijo este levantando el arma a la cabeza de Marc. Tercera
lección: MUERE.
Marc cerró los ojos, segundos después la bala salía disparada del arma, hiriendo
mortalmente a su víctima en el pecho. Marc abrió sus ojos al tiempo de ver como el
asesino caía desplomado al suelo. Se giro sin saber que sorpresa le quedaba por deparar
aún el día, cuando vio a un par de policías detrás de él. Ellos le habían salvado... o
quizá, pensó, debía de decir que quien le salvo fue ella, su mirada estaba fija en el
teléfono.
-
Gracias, consiguió articular antes de sentirse tan agotado que caía desplomado
en el suelo.
El sonido del teléfono le despertó. Estaba en la habitación. Se sentía mejor, excepto por
su mandíbula. Miro el reloj, eran las 12h. de la mañana. Respiró hondo antes de coger el
teléfono. Era de recepción.
-
-
Señor Marc, ¡buenos días!, ¿Cómo se encuentra? ¿Recuperado ya del susto,
verdad?, le pregunto Javier, el director del hotel.
No. De hecho creo que aun me tiemblan las piernas. Pero bueno, yo estoy bien,
el acuerdo se cerrara hoy.
La verdad es que es increíble de lo que es capaz la gente, señor Marc. Suerte que
consiguieron llegar hasta él responsable de todo esto. Todo por venganza,
además tanto usted como yo solo somos empleados, estoy seguro de que usted
es el primero en sentirse mal cada vez que tiene que comunicar un despido.
A veces hacemos cosas que no debemos, pero es fácil equivocarse y dejarse
llevar por impulsos irracionales, sentenció Marc.
Pero…estará usted conmigo en que hay límites, le espeto Javier.
Sí, por supuesto.
Marc agradeció a Javier su llamada. Este le preguntó si quería alargar su estancia algún
día más, pero Marc le contó que ya era hora de volver a su ciudad, a su casa. Cuando
colgó el teléfono, este volvió a sonar.
-
-
¿Dígame, Javier?, pregunto Marc. No hubo respuesta. Al cabo de unos
segundos, Marc dijo: ¿Eres tú, Marisa?
Al final todo salió bien, contestó ella.
Marisa, ¿Por qué?, le preguntó.
¿Por qué?, repitió ella. Porque quiero. Porque podía. Y porque era la única
manera de salvarte a ti y a mí. Ahora soy libre. Es difícil de explicar, no trates de
comprenderlo.
No sé cómo es posible esto, pero gracias. No por esto solamente. Gracias por los
años que pase a tu lado, si pudiera regresar atrás en el tiempo…
Shhh, Marc, se feliz, hazlo por mí, por favor. No intentes cambiar el pasado,
disfruta del presente, cuando sea tu día tendrás tiempo de hacer balance.
Nunca te olvidare, dijo él al tiempo que las primeras lagrimas le caían por la
cara.
Adiós Marc, se despidió Marisa en paz.
Hasta siempre, dijo él mirando la foto que aun guardaba de ella en su cartera,
antes de dar por finalizada esa llamada que guardaría en el cajón de sus
recuerdos para toda la eternidad.
MI
ADVERSARIO
Mi mente me susurraba que lo dejara ir, me aconsejaba dejarlo estar, sugería, tal vez,
que yo no sería capaz de lograrlo, simplemente que no podía vencerle. El cerebro puede
ser muy traicionero y convincente, cuando no tienes la seguridad y la determinación de
conseguir ganar a tu adversario. Pero si te sientes fuerte, si crees que no hay obstáculo
capaz de bloquear tu camino, cuando tu corazón palpita con tanta fuerza que te grita:
¡adelante!, simplemente no puedes detenerte. Consciente que no había marcha atrás, me
armé de valor y le dirigí una mirada retadora. Este, frio como el acero, mantuvo una
postura impasible, aunque de su cuerpo expulsara bocanadas de aire caliente,
impaciente por comenzar la batalla, deseoso de entrar en la pelea. El tiempo pareció
detenerse, los relojes dejaron de marcar la hora y el ambiente pareció ensombrecerse.
Mi puño izquierdo se cerró con fuerza, mi mano derecha agarro con fuerza una de sus
extremidades y apreté con ganas, intentándolo asfixiar. Mi enemigo resistió el ataque, se
libró de mí y me asestó un certero golpe en la cabeza. Me retiré aturdido antes de seguir
peleando. Con un sencillo movimiento me había noqueado. Mi rival sonrió, sabedor de
su superioridad, y permaneció tranquilo e imperturbable. Esperaba de nuevo que yo
atacara, él prefería que yo llevara la batuta de la batalla, para una vez cuerpo a cuerpo
lanzarme su certero guantazo. Antes de iniciar la contienda sabía que no iba a ser fácil,
así que debía mantenerme tranquilo y pensar con inteligencia mi siguiente movimiento,
pues, de lo contrario, no lograría vencer. El público, impaciente, comenzó a silbar, no
les gustaban los tiempos muertos. Querían ver chicha. Unas gotas de sudor inundaron
mi rostro, sentía la boca tan seca como un embalse en plena sequía y un tic nervioso se
adueñó de mi ojo. Intentaba serenarme pero me era difícil, la gente vociferaba,
profiriendo insultos hacia mí persona y yo, por momentos, me mantenía paralizado de
miedo. Mi oponente reía a carcajadas, todo esto le resultaba tremendamente entretenido.
Yo cada vez me iba haciendo más pequeñito al tiempo que él, ya parecía un gigante. Por
mi mente sobrevolaba la idea de la retirada. Pero pensé en la gente que me seguía, los
que confiaban en mi triunfo y supe que esa idea no me la podía permitir. Entonces a
modo de revelación, paso silbándome junto al oído derecho un objeto lanzado por unos
enfurecidos espectadores. No alcancé a ver quién o quienes habían hecho salir volando
la pieza que rozo mi oreja pero observe que era una bombilla. ¿Por qué me habían
lanzado esto?, me pregunté molesto. Pero entonces, me di cuenta que no lo habían
lanzado para hostigarme, sino, todo lo contrario, era para ayudarme. Me habían dado la
clave para vencer. Que podía significar un objeto así: Luz, ideas e imaginación. Y como
me había llegado: volando. Ya lo tenía. Lo que tenía que hacer para vencer era,
sencillamente, hacer lo que mejor se me daba, dejar volar mi imaginación. Suerte que
siempre llevo conmigo una pequeña libreta de notas y un bolígrafo, eso me ayudó a
anotar mi estrategia de ataque. Anote todo lo que salía de las entrañas de mi cerebelo, el
hemisferio derecho de mi cerebro estaba exprimiendo y sacando todo el jugo a dos de
sus mejores alumnos, la creatividad y la imaginación. Mi enemigo ya no sonreía, al
contrario, su semblante había cambiado, percibí su miedo. Era mi momento. Me acerque
a él y me senté enfrente suyo, dejando a un lado de la mesa el bolígrafo y la libreta
donde había anotado mis movimientos. Abrí mi mano derecha, dejándola caer en el
ratón inalámbrico, para después proceder a acercar el cursor hasta el programa de textos
y abrirlo. No demoré ni un momento en comenzar a teclear las letras del teclado,
llevando en un viaje frenético al documento, regocijándome por la certeza de mi
victoria. Quizá embriagado por el éxito momentáneo, me deje llevar inconscientemente
por un aura de superioridad y una cierta relajación que fue aprovechado por mi
oponente para contraatacar. Luchaba sin descanso por recuperar terreno. Pero no le iba a
dejar. Hoy no. Tras un momento lleno de dudas, decidí asestarle el golpe definitivo. Me
desplacé con mi silla giratoria unos metros, pulse el botón de encendido, quise volver al
punto de origen pero en ese instante una de las ruedas de la silla se quedó atascada.
Haciendo un último esfuerzo, me puse en pie y cuando estuve enfrente de la pantalla,
con gran seguridad y decisión, le di a imprimir. Y vencí. Cuando supe que todo había
terminado, me levanté orgulloso y alcé mis puños en señal de victoria. Había logrado
vencer al contrincante más feroz al que puede enfrentarse un escritor, mi adversario es
conocido con el nombre de: folio en blanco.
NOCHE DE LUNA
LLENA
El sol entró por la terraza de mi habitación, en el hotel donde pasaba mis vacaciones. El
vacío que sentí en mi corazón al despertar hizo que notara un súbito dolor de pecho. El
día anterior me había despertado igual de solo, pero no tenía esa sensación de falta, esa
sensación incomoda que atenaza cuando sabes que alguien importante se ha ido de tu
vida.
Me vestí, desayuné, y me fui a dar un madrugador paseo por la playa. Me senté en la
arena, y los recuerdos invadieron mi cabeza.
La vi allí sola, era una mujer preciosa. Morena, alta, ojos verdes, y una encantadora
sonrisa que iba regalando a todo aquel que conversaba con ella. Era la hora de cena, y
no había ninguna mesa libre. Le eche valor, y le pregunte si le importaría que me
sentara con ella. Ella aceptó como mejor sabía, con su encantadora sonrisa.
-
Me llamo Raúl, dije, al tiempo que le ofrecía la mano para saludarla y me
sentaba en la mesa.
Encantada. Yo soy Marina, dijo ella devolviendo el saludo con su mano dulce y
suave como la seda.
Y fue la cena más inolvidable y mágica que recuerdo, y la conversación con ella fue
estupenda. Me habló de su trabajo, de su vida, de su familia…yo también. Le confesé
que hacía 1 mes que había dejado a mi pareja con la que vivía desde hace 2 años, y con
la que mantuve una relación de 7 años. Ella me confesó a mí, que se había casado con
un hombre al que había amado, pero por el cual a día de hoy solo sentía un gran respeto
y cariño. Hacía poco que se habían divorciado. Nos sentimos muy cómodos hablando el
uno con el otro y fuimos descubriendo que teníamos muchas cosas en común. Los dos
somos personas muy familiares, tenemos un año de edad de diferencia, nos gusta la
playa, ir al cine, salir a cenar con nuestras respectivas amistades, solo había un
problema. Un problema que haría que la perdiera.
Después de la cena, decidimos dar un romántico paseo por la playa, y nos sentamos a
contemplar la luz que emitía esa noche la luna. Una inolvidable noche de luna llena,
acompañado de una encantadora y preciosa mujer. Parecía que todo el mundo hubiera
conspirado para que esa noche fuese perfecta. Nos sentamos en la húmeda arena de la
playa, y me pregunto:
-
-
¿Es posible conocer a alguien una noche, y que te parezca que la conoces de
toda la vida? Tengo la sensación que tú y yo estábamos destinados a conocernos,
dijo ella mirándome con esos ojos verdes que brillaban bajo la luz de la luna.
Esta mañana no lo hubiera creído posible, le conteste. Ahora estoy empezando a
cambiar de opinión.
¿Así? ¿Y a qué se debe?, pregunto juguetona.
A tí, dije mientras clavaba la mirada en sus ojos. Ella acerco su cabeza a la mía,
sus pequeños y rosados labios se acercaron a los míos, y entonces no esperé más
y la besé. No sé cuánto tiempo pasamos sin separar los labios, pero sí que sé que
fue una sensación tan intensa y agradable que supe que quería que esa mujer
pasara el resto de su vida a mi lado. Aunque creo que lo supe incluso antes de
besarnos, mientras dábamos el paseo por la playa, y la luna se reflejaba en sus
ojos.
Después de dar un último paseo por la playa, nos dirigíamos al hotel, cuando me dijo
con cara disgustada, que era imposible que lo nuestro funcionara.
-
Ya te he dicho que soy de Argentina, Raúl. Es imposible que funcione, aquí
tienes a tu familia, amigos…no puede ser. A veces las cosas más maravillosas
no están hechas para uno, y tú y yo tenemos que seguir con nuestro camino.
Además mañana sale temprano mi vuelo, y…nos ha faltado tiempo para seguir
conociéndonos, Raúl. Lo siento.
No supe que decir. La abracé con fuerza, y la di un último beso de despedida, antes de
que ella entrara en la habitación 1105, y yo me fuera para mi desierta habitación 1207.
Ya está. Se acabó. Pero decidí que al menos se fuera con un buen recuerdo de nuestro
encuentro. Prepare una nota en una hoja de cuartilla expresando lo feliz que me había
sentido esa noche, y le dibuje una rosa roja, poniéndole una nota debajo del dibujo que
decía: “Siento que no sea de verdad, soy un hombre de limitados recursos”, rematándolo
con una cara sonriente. Doblé el papel en cuatro partes, me acerqué a su habitación, y lo
pasé por debajo de su puerta. Luego volví a mi cuarto, y me eché en la cama. Entonces
pensé que quizá nunca vería el papel, se levantaría dormida y con los nervios habituales
de revisar que estuviera todo en la maleta, saldría deprisa de la habitación y nunca
sabría de la existencia de la nota. El cansancio me pudo y me quede dormido.
Y aquí estaba, yo solo, viendo como los primeros valientes madrugaban y daban los
primeros paseos por la playa. Un chico joven de origen marroquí se le acercó vendiendo
rosas. Ayer me hubiera hecho más falta, pensé para mis adentros. Raúl negó con la
cabeza. Quizá en otra ocasión amigo, le respondí.
-
-
Chica dijo que tú querías comprarle una como esta, ella pedirme que venga a
decírtelo, dijo el chico con ciertas dificultades para expresarse con el idioma.
¿Chica? ¿Qué chica?, pregunté.
La que tienes detrás de ti señor, contesto él.
Me giré y ahí estaba ella: ¡Marina! Pero tú, el vuelo… ¿Qué haces aquí?
Bueno…pude aplazar mi vuelo y he decidido alargar mis vacaciones. Si el
destino ha querido que nos conociéramos…démosle esa oportunidad, dijo
sonriente. Me acerque a ella y la besé de nuevo en los labios, como la noche
anterior. Pero me detuve unos instantes sintiendo que no era igual que la noche
anterior…era aún mejor y decidí quedarme pegado a ella, encadenado a sus
labios.
¡Ey amigos! muy bonito amor y eso, pero comprar rosa a mí, ¿o qué?
NO TE PARES
Me detengo un momento, posando durante unos segundos mis manos sobre mis rodillas,
solo para coger algo de aire y continuar huyendo de mis captores. No puedo alcanzar a
verles, pero intuyo que están cerca, soy su preso y no me van a dejar escapar tan
fácilmente. Sin dejar de correr, intento recordar cómo he llegado a estar en esta
situación, pero no alcanzo a recordar más allá del momento en que he despertado atado
a la cama de un viejo y abandonado hospital. He conseguido deshacerme de las cuerdas
que me maniataban manos y pies, abandonar el edificio y salir huyendo descalzo. Llevo
puesto una horrible bata de enfermo, y mi cuerpo huele a rancio y sucio. No tengo ni la
menor idea de cuánto tiempo llevaba secuestrado, pues antes de salir he visto mi cara
demacrada y una incipiente barba que no tenía. Me he adentrado en el descampado que
había tras el hospital, y esta anocheciendo. Tengo la sensación que es un huida
contrarreloj y que me queda poco tiempo para salir de ahí con vida. Absorto en mis
pensamientos, tropiezo con una rama y caigo de bruces al suelo. Oigo unas extrañas
voces que se acercan donde yo permanezco caído en el suelo. Intento levantarme pero
me cuesta mucho, finalmente haciendo un gran esfuerzo consigo ponerme en pie y echar
a correr de nuevo. Veo una fuerte luz blanca fuera del alcance de los altos y tenebrosos
arboles que cubren todo el valle. Cuando llego a el la luz es casi cegadora pero me
detengo a tiempo de caer en un precipicio con una altura de unos 100 metros. Miro atrás
y veo que se acercan a mí las sombras y las figuras alargadas de la gente que me
secuestro. Cuando se acercan más a mi posición, un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
Hay 4 figuras. No son humanos, eso seguro. Tienen una altura de unos 3 metros, todo su
cuerpo parece un grueso fideo negro. Las manos son muy largas, y los pies…casi no
tienen pies. Se acercan a mi cada vez más. Echo el pie atrás y casi resbalo y caigo
precipicio abajo. Una de las figuras me hace un gesto inequívoco de que me acerque
hacia ellos. Una voz en mi interior me dice que no vaya, que salte. Miro de nuevo abajo
y trago saliva. Estoy pensando que saltar es una locura, pero algo en mi me pide a gritos
que lo haga, que no me pare. Si me quedo parado me alcanzaran y me llevaran de nuevo
con ellos. Una de las figuras ya ha llegado hasta mi posición y me coge el brazo con
fuerza. Intenta arrastrarme con fuerza, y decido golpearle con todas mis fuerzas. Sin
pensármelo dos veces, salto, girando mi cuerpo para ver la cara de horror de las figuras
ante mi locura.
Abro los ojos y me encuentro de nuevo en el hospital. Estoy de nuevo atado, ¿o no?
Miro bien y veo que no, que estoy conectado a un montón de tubos, pero no estoy atado,
no hay ninguna figura extraña y si unos hombres normales y corrientes con batas de
doctores. De pie mis padres me miran con lágrimas, pero parecen lágrimas llenas de
ilusión. Las pestañas me pesan toneladas, y hacen que mis ojos se cierren y caiga en un
profundo sueño.
-
¿Mama? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? Acabo de despertar y me encuentro
aturdido.
Estas en un hospital cariño. Pero tranquilo te pondrás bien hijo mío, me contesta
emocionada mi madre.
¿Qué me paso?, pregunto.
-
-
-
Te caíste desde un precipicio mi amor, me contesta visiblemente nerviosa al
recordarlo. Tienes mucha suerte de estar vivo…eres muy fuerte, añade.
Recuerdo que me seguían unas figuras, que yo iba descalzo, me secuestraron,
¿no?
Cariño descansa, me dice con suavidad. Nadie te secuestro ni nadie te seguía.
Volvías tarde de trabajar y te quedaste dormido al volante. Llevas tres semanas
en coma.
Tres semanas…me quedo de piedra al escucharlo. Pero…yo…a mi me
seguían…yo viví eso, no puede ser…no sé qué decir, que pensar.
Aunque es cierto que cuando te sacaron del coche, ibas descalzo, las bambas
quedaron en el coche, me dice algo extrañada, pero en ese momento tú ya
estabas inconsciente.
Estoy cansado mama, debo confundir cosas, le digo.
Descansa, me da un beso en la mejilla y veo como se aleja de la habitación.
Creo que por esta vez he escapado de la muerte, digo a la habitación vacía. Creo
que si me llego a parar no lo hubiera conseguido.
UN DESEO
Fue entonces (en el año 1964), cuando se escogió a Francisco Jareño para la realización
del nuevo proyecto, les explico el guía. La reina Isabel II…, el joven castizo continuó
animadamente su exposición del relato sobre la construcción de la Biblioteca Nacional
pero Jaime ya no aguantaba más, no podía continuar escuchando porque necesitaba
acudir al servicio con urgencia. Con gestos le pidió permiso a su profesora de cuarto
curso, a la que está le respondió con un breve movimiento de cabeza, negándole a ir.
Jaime hizo caso omiso, se quedó en la parte de atrás del grupo y en un descuido de la
profesora, bajo rápido las escaleras del piso de arriba, de dos en dos, al llegar a la planta
de abajo, un guardia con un feo uniforme negro y algo mayor para la profesión le llamo
la atención. Jaime saco la lengua y se mofo de él. Abrió la puerta del lavabo pensando
en lo feliz que sería sin normas, sin gente que se las impusiera. Se sintió bastante
aliviado cuando pudo desinflar su vejiga. Estaba saliendo del aseo, cuando alguien o
algo le empujo hacia dentro. Cayó al suelo con estrépito, golpeándose su joven trasero.
Aún dolorido miro enfrente pero no vio a nadie. Se puso de pie y noto que no pisaba en
suelo firme. Un libro con las páginas abiertas yacía bajo sus pies. Lo cogió con ambas
manos; pesaba bastante, y hojeo todas las hojas sorprendido de encontrarlas en blanco,
todas. Qué raro, pensó, casi 1.000 páginas de un libro con todas las hojas vacías. Las
tapas estaban encuadernadas con una llamativa encuadernación rustica de color burdeos,
y con unas letras en dorado tanto en la parte posterior como en el lomo. El título rezaba
“PIDE UN DESEO”. Jaime sonrió maliciosamente mientras pensaba en ello. Tener lo
que quisiera, que nadie le dijera que no a nada. Mejor aún, que todo fuera suyo. Todo
para él solo. Estaba harto de que le trataran como a un niño sólo porque tuviera 10 años.
Sabía lo que quería…o al menos él creía eso. Sin previo aviso el libro pareció cobrar
vida, se abrió por la mitad, y empezó a avanzar como por arte de magia, a gran
velocidad, cuando llego al principio se detuvo. El corazón de este joven estudiante casi
se le sale de su sitio. En la primera página del libro empezaron a aparecer las primeras
letras impresas y decía:
Jaime, el joven escolar, cogió el libro con ambas manos y le sorprendió lo
pesado…pide un deseo decía el título…el chico pensó en hacer desaparecer a todo el
mundo…estaba alucinando, el libro describía sus pensamientos, sus acciones, todo lo
que hacía o pensaba.
Jaime tiro el libro al suelo, asustadísimo. Salió a paso ligero de los lavabos pero con
precaución de no recibir un nuevo empujón y con miedo de quien podía estar haciéndole
todo eso. Pero esta vez nada le hizo retroceder, y se encontró con la desierta planta baja
de la Biblioteca Nacional. Tenía un aspecto tétrico y lúgubre. Un escalofrío le recorrió
el cuerpo. Subió las escaleras de tres en tres esperando encontrar a sus profesores y
compañeros de colegio pero se encontró con que no había nadie. Miro en las diferentes
salas de la biblioteca pero tampoco. ¡Es una broma, verdad!, chilló aterrado, ¡pues no
tiene gracia! Escucho un golpe fuerte y seco. Se puso la mano en el pecho, el corazón le
iba a mil. El ruido procedía del piso de abajo. Bajo las escaleras poco a poco,
aterrorizado, apoyando con fuerza la mano en la barandilla como si eso fuera a salvarle
de algún tipo de criatura extraña que pudiera aparecer en ese momento. Estaba
arrepentido por su egoísmo, quería cambiar su deseo, no quería estar solo, la soledad
está sobrevalorada, pensó en ese instante. Cuando llego al final de las escaleras se
encontró con el libro. Estaba de pie, en el primer escalón. Se mantenía erguido como si
fuera un perfecto equilibrista. Jaime miro a un lado y a otro, deseoso que alguien lo
hubiera dejado allí, ojala fuera una broma pesada que le querían gastar todos sus
compañeros, su profesora, el viejo guardia al que había sacado la lengua... Cogió de
nuevo el pesado libro con sus manos, abrió por la segunda página del libro y se encontró
leyendo las últimas líneas:
La próxima vez, chaval, tendrás que pensar mejor lo que quieres, le hablo el libro,
porque a veces ocurre, que los deseos se cumplen y luego, el chico trago saliva, no
podía creer que el libro le estuviese hablando, digamos, que puedes arrepentirte.
Espero que te diviertas estando solo en el mundo, tienes 1.000 páginas por delante para
pasártelo ¡pipa! Luego, volverás a tu vida normal. No te olvides de la página de
agradecimientos y recuerda: los años no pasan en balde, así que, aprovecha tu tiempo
al máximo.
Una gran y enigmática sonrisa apareció dibujada en el libro.
MICRORRELATOS
ESTOY AQUÍ
Pablito, ahora no puedo jugar, tengo que hacer los deberes. Cuando acabe podemos dar
una vuelta por el jardín y jugar al columpio, le propuse. Al cabo de unos segundos
mamá entro en la habitación con la merienda. Pablito acercó su cuerpo rígido a mi oreja
izquierda, y me susurro algo al oído.
—Mamá, me preguntaba por qué estás tan... —no me atrevía a preguntarle con claridad
a mama, lo que Pablito me había pedido que le dijera.
—Hijo mío, dijo ella acercándose a mí y acariciando con ternura mi alborotado pelo de
rizos. Su cuerpo comenzó a temblar, y supe antes de que levantara mi mirada y viera sus
bonitos ojos color miel, que estaba llorando de nuevo. La abracé con todas mis fuerzas.
Pablito nos abrazó a los dos. Cuando se calmó, me miró con ojos vidriosos, y me
contestó—. Le echo de menos.
—Lo sé… pero el está aquí.
—Cariño, Pablito se fue para siempre, sé que para ti es muy duro también pero tenemos
que hacernos a la idea.
—Te quiero mamá y siempre estaré contigo.
Estaba saliendo ya de la habitación y se giró:
—Gracias Adrián.
La miré y dije:
—No, mamá, yo no he dicho nada. —Ella me miro desconcertada—. Ha sido Pablito.
Microrrelato publicado por Underbrain Books en el libro: Ilustrofobia. El libro explora
desde fobias hasta los miedos más infantiles o extraños con que la sociedad moderna
nos ha bendecido.
Javi de Castro solo ante el peligro y armado con un lápiz ilustra cada uno de los
microrrelatos.
Contiene microrrelatos de Julio César Álvarez, Bill Jiménez, Raúl Calvo, Marc
Rodríguez Vera, Haplo Schaffer, Iván Repila, Rubén Guallar, Santiago Eximeno,
Ricard Millàs, Alberto Ortiz, Elena Román, Vic A. Jade, Óscar Pérez Varela, Raquel de
Diego, Hugo Camacho, Raúl Deamo y Patricia Enderica Espinosa. Prólogo y edición
coordinada por Bouman
ÚLTIMA DECISIÓN
Estoy harto, no voy a seguir con esta vida de mierda, dijo en el despacho de su jefe, uno
de los criminales más duros y sanguinarios del país. Este se levanto de su silla, y miro a
sus 5 secuaces reunidos ahí, saco un arma del cajón y le apunto a la cabeza, sonrió y
luego añadió: Me caes bien, no seré muy cruel con tu mujer y tu hijita. Este se abrió la
chaqueta para dejar al descubierto su cuerpo lleno de explosivos y sonriendo por última
vez, añadió: Lo sé.
Microrrelato publicado a través del II Concurso de microrrelatos titulado “Bocados
Sabrosos” y organizado por ACEN (Asociación Cultural de Escritores/as Noveles).
DESPIERTA
Pluma, tinta y papel. Me disponía a escribir cuando sucedió todo. Tenía en mi mano la
pluma, cuando esta inexplicablemente cobro vida, y empezó a escribir por sí sola. Una
sola palabra se repetía sin cesar: Despierta, Despierta...Las hojas se acabaron pero la
pluma continuó escribiendo en la mesa del escritorio. Desperté del extraño sueño justo a
tiempo de huir de mi casa en llamas.
Microrrelato publicado en el libro Pluma, Tinta y Papel, dentro del concurso que
organizo Diversidad Literaria con el mismo nombre. El microrrelato aparece en su
primera edición.
UNA ROSA BLANCA
He conocido a otra mujer, cariño. Nunca podré olvidarte y tú has sido lo más bonito que
me ha pasado en mi vida. Pero tengo que pasar página…las lágrimas comenzaron a caer
por su rostro. Nunca llegare a amarla como a ti, pero intentare ser feliz a su lado. Se
agachó, la besó y le entregó una flor, una rosa blanca, su preferida. Se alejó sin dejar de
mirar la lápida de su esposa.
ME LLAMO EDUARD
Me llamo Eduard, soy un hombre de 30 años, natural de Barcelona, y acabo de perder a
mi hijo de 6 años. Nunca me separo de él, pero estábamos comprando en el
supermercado de debajo de casa cuando, sin darme cuenta, he dejado de verlo. Salgo a
la calle y solamente veo a gente extraña. Un señor se me acerca y me pregunta si estoy
bien.
-
Sí, gracias caballero, pero busco a mi hijo de 6 años.
-
Ya…soy yo papa, yo soy tu hijo.
-
Oiga mi hijo tiene 6 años, usted es un poco mayor para tener 6 años, caballero.
-
Papa tengo 47 años, ya no te acuerdas.
Reflexiono y por un fugaz momento veo con claridad lo avanzado de mi enfermedad,
luego…
-
¿Oiga, quien es usted?, preguntó al desconocido.
-
Soy tu hijo, papa.
-
Que susto me has dado hijo, dame la mano y no te vuelvas a separar de mí.
Él obedece; es buen chico, de mayor será una gran persona sin duda, me coge de la
mano con ternura y cariño, y entonces veo con claridad lo obvio. Que él nunca se
separara de mí. Una sonrisa ilumina mi rostro como si fuera un niño, sonriente, feliz y
sin preocupaciones.
Microrrelato que me gustaría dedicar con especial cariño a mi abuela Encarna, que
desgraciadamente sufre esta enfermedad y en general también se la dedico a todas las
personas y los familiares que sufren o que tienen algún familiar en idénticas
condiciones.
MIS LIBROS AUTOPUBLICADOS:
Vuelta al Pasado: A la venta en Amazon
Enlace directo a Amazon.es: https://www.amazon.es/dp/B00IW3OD4G
SINOPSIS: ¿Si pudieras volver al pasado, que te gustaría cambiar? La persona a la que le formulan
esta pregunta es un hombre sumido en un profundo caos emocional. Un cumpleaños, el de su sobrino
Daniel, le hará salir de su desoladora y triste rutina. Todo transcurre con normalidad hasta que cuatro
encapuchados irrumpen en la fiesta. Su única intención es llevarse lo que han venido a buscar. Algo fácil
y rápido. ¿Qué puede suceder? Pues pasa que a veces ocurren cosas extrañas. Todo se vuelve negro y al
despertar, se dan cuenta, que están lejos, muy lejos de casa...
Un viaje en el tiempo, una lucha sin tregua por sobrevivir y una esperanza de volver al presente que se
agota. ¿Serán capaces de cambiar su destino? ¿Podrán volver al presente?
Si quieres conocer la respuesta a todos estos interrogantes y vivir una apasionante aventura, en la que
nuestros personajes tendrán que aprender a vivir en un mundo que solo conocían a través de los libros, no
puedes dejar de leer esta explosiva historia. Atrévete a dar una: Vuelta al Pasado.
Back to the Past (la versión en Ingles de Vuelta al Pasado): A la venta en Amazon
Enlace directo a Amazon.es: https://www.amazon.es/dp/B00LDWTX52
LIBROS RECOMENDADOS:
(A la venta en Amazon)
•
VÉRTICE / Autora: Julia Ojidos Núñez / Blog:
www.juliaojidos.wordpress.com
•
CUANDO YA TE HABÍAS IDO / Autor: Rafael Alcolea / Blog:
www.rafaelalcolea.blogspot.com.es
•
CARTA DEL DIABLO / Autor: Kevin Cooper / Traducción: Susana Prieto
BLOG DE SUSANA: www.mibliotecaebook.wordpress.com
•
RABIA DE VIDA-RABIA DEBIDA / Julia Santibañez /Blog:
www.palabrasaflordepiel.com
Descargar