Cómo siete Papas no llegaron a consagrar a Rusia

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A la izquierda: John Salza dirigiéndose
a los presentes sobre el tema “Cómo siete
Papas no llegaron a consagrar Rusia”.
A la derecha: Christopher Ferrara
entrevistando John Salza.
Cómo siete Papas no llegaron
a consagrar a Rusia
John Salza, abogado y conocido escritor y apologista católico, distribuyó en
nuestra conferencia ejemplares anticipados de su nuevo libro, La Consagración de Rusia –
Como siete Papas no accedieron a la orden del Cielo y trajeron agitación a la Iglesia y al
Mundo. Este nuevo libro, escrito de co-autoría con Robert Sungenis, será lanzado
oficialmente en breve. En él, los autores prueban que los Papas no llegaron a consagrar a
Rusia como Nuestra Señora ordenó, lo que resultó en la crisis espiritual que estamos
sufriendo actualmente.
El texto que sigue es un breve extracto de la alocución proferida por John Salza en
nuestra Conferencia en Roma bajo el título Fátima: Nuestra última oportunidad.
por John Salza
Ciertos funcionarios del Vaticano no nos dijeron la verdad, ni sobre la
Consagración de Rusia ni sobre el Tercer Secreto de Fátima. Para comprender
plenamente como llegamos a este punto, es necesario rever la historia cronológica con
respecto a la Consagración pedida, y cómo los Papas respondieron a ese pedido,
analizando sus propias palabras y acciones. Antes de esto, vamos a examinar por qué
Nuestra Señora exigió que “Rusia” fuese expresamente nombrada en la Consagración.
La palabra “consagración” viene del latín consacrare, verbo que generalmente significa
‘dedicar’, ‘devotar’ o ‘tornar sagrado’. La Enciclopedia católica la define como siendo
“un acto por el cual una cosa es separada de un uso común y profano, pasando a un uso
sagrado”.1 Actos de consagración de personas y cosas se encuentran a lo largo del
Antiguo y del Nuevo Testamentos y revelan que la consagración tiene que ser especifica
e identificar el preciso objeto en vista.
El propósito de una
Consagración es la Reparación
Porque una consagración retira algo de su anterior estado profano, uno de los
principales propósitos de la consagración es la expiación, o sea, la reparación por la
1
http://www.fatima.org/span/crusader/cr102/cr102pg22.pdf
condición de su vida pasada, no-consagrada. Esto es especialmente verdad cuando el
objeto de la consagración ha sido profanado por el mal. Por ejemplo, Santo Tomás de
Aquino enseña que “las iglesias que han sido profanadas por el derramamiento de
sangre o semilla sean reconciliadas”, esto es, consagradas otra vez, “porque alguna
maquinación del enemigo es aparente, a causa del pecado allí cometido”.2 En otros
términos, la consagración sirve para exorcizar los demonios que puedan ser ligados a
ese objeto. Para expulsar los demonios, dicho objeto tiene que ser expresamente
identificado.
No hace falta decir que un sacerdote nunca haría un exorcismo sobre una
persona que está poseída exorcizando toda la ciudad donde esa persona vivía. Es por eso
que, en el Rito del Exorcismo, el sacerdote ordena al demonio que se identifique por su
nombre; porque es por su nombre que el demonio será expulso.
Ni consagraría un obispo su catedral haciendo una consagración general de las
diversas iglesias de su diócesis, ni consagraría su diócesis consagrando todas las
diócesis de su País.
Ya todos están a ver donde estoy yendo: No sólo la Consagración general del
“mundo” hecha por el Papa Juan Pablo II, en 1984, no identificó a Rusia como siendo el
objeto de la Consagración en vista, pero también no consiguió expulsar los demonios de
ese país y hacer reparación y expiación por sus muchos pecados – reparación que
Nuestra Señora había dicho ser necesario para una Consagración válida.
Y, como sabemos, no sólo Rusia tiene que ser consagrada por su nombre, sino
que también todos los Obispos católicos del mundo tienen que unirse a esa
Consagración. ¿Por qué habría pedido Nuestra Señora este requisito adicional?
Falso ecumenismo
La respuesta puede sorprender Ustedes. Nuestra Señora exigió eso, para
combatir el falso ecumenismo de la Iglesia conciliar, que está también en el centro del
resto del Mensaje de Fátima. La palabra “ecumenismo” viene del griego oiko-menos,
que significa literalmente “aquello que pertenece a la casa”. Ahora la “casa” que San
Pablo llama “hogar de la Fe” (Gal. 6:10), es, evidentemente, la Iglesia Católica
Apostólica Romana. En todos los concilios ecuménicos que había hasta el Concilio
Vaticano II, sólo los Obispos católicos del mundo – aquellos que pertenecen “a la casa”
– participaron en las sesiones. Es precisamente esto lo que significa “ecumenismo” –
una expresión de verdadera unidad católica entre el Papa y sus Obispos – y es por eso
que estos concilios son llamados “ecuménicos”.
Sin embargo, en el Concilio Vaticano II, como parte del Pacto de Metz (también
conocido como Acuerdo Vaticano-Moscú), el Papa Juan XXIII, después de haber
enterrado el Tercer Secreto de Fátima, invitó dos “ministros” ortodoxos rusos (es decir,
dos herejes y cismáticos formales) a asistir al Concilio. Tal acto sin precedentes y
escandaloso también requiere reparación y expiación, que se realizará cuando los
Obispos católicos del mundo, excluyendo los ministros “cristianos” herejes y cismáticos
(que no serán invitados a participar, al contrario de lo que sucede en las asambleas en
Asís), consagren a Rusia al Inmaculado Corazón de Nuestra Señora. Tal Consagración
colegial demostrará al mundo que el Papa es el Vicario de Cristo en la Tierra y que los
2
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herejes y cismáticos (que incluyen los ortodoxos rusos) tienen que volver a la
Verdadera Iglesia y someterse a la autoridad del Papa. Ese acto confirmará también el
dogma del papado (atacado por los “errores de Rusia”) que emitió el Papa Bonifacio
VIII, al decir: “Ahora bien, someterse al Romano Pontífice, lo declaramos, lo decimos,
definimos y pronunciamos como de toda necesidad de salvación para toda humana
criatura”.3
La Consagración tiene un
propósito salvifico
Esto también significa que la Consagración tiene un proposito salvífico. Al final,
así como el efecto temporal de la Consagración de Rusia será un período de paz en la
tierra, el efecto espiritual será la conversión de Rusia a la Fe católica. La conversión de
Rusia a la Fe católica no es sólo un asunto de senso común; es también algo confirmado
por el Padre Joaquín Alonso, que fue tal vez el mayor experto del Mensaje de Fátima, y
que afirmó que Lucía había sustentado siempre que la conversión de Rusia se refiere
“pura y llanamente a la conversión total e integral de un retorno a la única y verdadera
Iglesia, la católico-romana”.4 Tristemente, la Iglesia moderna pervertió el Mensaje de
Fátima con una falsa Consagración (del “mundo” versus de “Rusia”), con un falso
ecumenismo (reunindo herejes versus católicos), y con un falso plan de paz (rezando
con paganos en Asís versus invocando la Madre de Dios en la Congración de Rusia).
No es de extrañar que la Iglesia y el mundo estén en el precipício del juicio divino.
NOTAS:
1. http://www.newadvent.org/Cathe n/04276a.htm.
2. Summa Theologica, III, P. 83, Art. 3, a.3, ad 3.
3. Papa Bonifacio VIII, Unam Sanctam, 18 de noviembre de 1302.
4. Padre Joaquín Alonso, La verdad sobre el Secreto de Fátima, Fátima sin mitos (2.ª edición,
Ejército Azul, Madrid, 1988, p. 78), citado en La última batalla de diablo, p. 137.
3
http://www.fatima.org/span/crusader/cr102/cr102pg22.pdf
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