LITURGIA MOZÁRABE EN SAN MILLÁN El pasado día 22 de

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LITURGIA MOZÁRABE EN SAN MILLÁN
El pasado día 22 de noviembre se celebraba en Suso una misa según el antiguo rito hispánico,
llamado también mozárabe. Con ello se quería inaugurar la reapertura del viejo monasterio
recién restaurado. Este hecho me sugiere la oportunidad de redactar unos apuntes sobre la
importancia indiscutible que han tenido los monasterios riojanos, en general, y el de San
Millán, especialmente, en el mantenimiento, la irradiación y la defensa de la liturgia hispánica.
De esta manera, además de apreciar la importancia del monasterio emilianense en el campo
de la historia de la lengua y en el desarrollo socio-cultural y económico de la Rioja medieval,
aspectos abundantemente tratados durante estos últimos años, podremos abrirnos a otros
aspectos sobresalientes que caracterizan la presencia de este monasterio en nuestras tierras.
Me refiero a la proyección religiosa y espiritual de San Millán, no sólo en La Rioja, sino en las
tierras de Castilla y León. A nadie escapa la enorme riqueza espiritual y teológica que este
cenobio ha ido acumulando a lo largo de los siglos, la profundidad de la experiencia interior de
tantos hombres consagrados, dentro de sus muros, a la oración y al estudio, y al impacto,
dificilmente medible, provocado por el testimonio de su presencia en nuestra región.
Los historiadores de la liturgia mozárabe saben perfectamente lo que han significado los
«scriptoria» de san Millán y de san Martín de Albelda para el conocimiento y la reconstrucción
de la vieja liturgia hispánica. En un sondeo rápido encontramos perfectamente datados e
identificados un total de dieciocho documentos manuscritos, algunos en estado fragmentario
e incompleto, exponentes todos ellos de la antigua liturgia mozárabe. Quince de ellos
provienen de San Millán, del «scriptorium» del viejo Suso. Ocho códices pueden datarse en el
siglo X y los siete restantes en el siglo XI.
Hay que señalar aquí que uno de los códices más representativos de nuestra liturgia mozárabe,
el llamado Liber Ordinum, se conserva en el archivo de Silos, pero todos los expertos saben
que este códice fue copiado en Albelda por un copista riojano, un presbítero llamado
Bartolomé, y por decisión de Domingo abad de san Prudencio de Laturce. Este códice, que
actualmente se encuentra en el archivo de Silos, a donde fue a parar a causa de un extraño
cúmulo de circunstancias, es una de las piezas más significativas del rito mozárabe.
Los datos que acabo de proponer reflejan, por una parte, la importancia excepcional que
tienen los monasterios de La Rioja para el estudio del rito hispánico, la intensa labor llevada a
cabo por sus «scriptoria», la calidad y el alto nivel artístico de sus códices y el profundo arraigo
que la liturgia autóctona obtuvo entre nosotros. Esta proliferación extraordinaria de libros
litúrgicos en La Rioja es un testimonio indiscutible, por otra parte, de la proyección cultural y
litúrgica de nuestros cenobios y del alto nivel de vida litúrgica en nuestras iglesias. Quizás no
acababa de intuir la importancia excepcional de San Millán aquel eximio investigador de
nuestra liturgia mozárabe, el monje benedictino francés Dom Marius Ferotin, residente
entonces en el monasterio de Silos, cuando, después de un largo viaje a lomos de caballería, se
acercaba a los muros del viejo cenobio riojano, perdido entre las montañas, como dice él
mismo, en el otoño de 1888. Muchos años han pasado desde aquellas fechas y mucha tinta ha
corrido desde que él editara, en los primeros años del siglo XX, los más importantes
documentos referentes a nuestra liturgia autóctona. Muchos estudios, muchos trabajos de
investigación y muchas tesis doctorales se han confeccionado desde entonces. Pero, a fuer de
sinceros y agradecidos, bueno es recordar aquí el tesón de aquel monje francés que, con sus
investigaciones y a pesar de la escasez de medios, echó los cimientos de esta ingente tarea de
estudio y reconstrucción que ha ido desarrollándose durante estos últimos lustros.
Hay, sin embargo, un punto con el que quiero terminar. Es muy sorprendente que en los
últimos decenios del siglo XI, cuando el uso de la liturgia hispánica va desapareciendo
progresivamente en toda la península, especialmente en Cataluña y Aragón, aquí en La Rioja
nuestros monasterios reactivan el trabajo de los copistas en sus «scriptoria» e incrementan las
ediciones de nuevos códices litúrgicos. Lo cual refleja, sin duda, una decisión inamovible de
seguir siendo fieles a los viejos usos de la liturgia autóctona. Hay que resaltar, además, la
confección del llamado Liber Commicus, correpondiente al leccionario bíblico de la liturgia
mozárabe, llevada a cabo en San Millán el año 1073 de mano del abad Pedro que redacta,
además del prólogo de la obra, una especia de alegato en el que defiende ardorosamente la
legitimidad y la ortodoxia de la liturgia hispánica en contra de las pretensiones romanas de
abolirla en aras de una pretendida uniformidad litúrgica promovida desde Roma para todas las
iglesias de occidente por el papa Gregorio VII. Al final, la defensa del abad Pedro de San Millán
caerá en el vacío y la liturgia hispánica, cuyos orígenes hay que remontarlos hasta los siglos IV
y V y en cuya estructura definitiva intervinieron obispos tan representativos como Isidoro y
Leandro de Sevilla, Braulio de Zaragoza, Ildefonso, Eugenio y Julián de Toledo, y otros, quedará
abolida para siempre y sus libros dormirán durante siglos en las estanterías de sus viejos
archivos. Desde aquí, también, un recuerdo y nuestra admiración para el abad Pedro de San
Millán que, en momentos clave para la historia de la Iglesia española, fue capaz de alzar su voz
en contra de la abolición de nuestra liturgia mozárabe.
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