Empezaba a hacer calor y David estaba muy contento, su padre le

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Empezaba a hacer calor y David estaba muy contento, su padre le había prometido que si el
tiempo seguía así el fin de semana, irían a la playa.
Por fin llegó el día prometido, David se levantó corriendo y miró por la ventana, empezaba a
salir el sol entre los edificios. David se fue corriendo a llamar a su padre:
-
¡Papá, papá! – gritó el niño – ¡Corre, levántate, me prometiste que hoy iríamos a la
playa ¡
Vale, vale – contestó su padre, riéndose – Vete a vestirte y después de desayunar
iremos a la playa.
Una hora más tarde llegaron a la playa. David, que estaba muy feliz, no se podía creer lo que
estaba viendo…
-
¿Qué ha pasado? – preguntó David a su padre.
La playa estaba llena de basura, bolsas de plástico, botellas de todo tipo y muchas cosas más.
-
Nos quedamos un ratito y luego nos vamos – dijo el padre todo triste, al ver que su hijo
estaba casi llorando.
El niño se acercó al mar, que tanto le gustaba y comprobó que también estaba lleno de
porquería. Se estaba dando la vuelta para irse cuando, de repente, escuchó: ¡glu, glu!
- ¿Qué es eso? - pensó.
Se acercó al lugar del que procedía el ruido y vio a un pececito que se había colado dentro de
una botella de plástico.
-
¡Ayúdame!
-
¿Quién dijo eso? - gritó el niño.
-
Soy yo - respondió una vocecita. - ¡Aquí, estoy aquí! Me he colado dentro de la botella
y no puedo salir.
-
¿Me estás hablando tú, pececito? - dijo David - Pero... ¡los peces no hablan!
-
Sí - respondió el pececito - Ya sé que los peces no hablamos como los humanos, pero
por favor, ¡ayúdame! ¡Quiero ir a nadar con mis amigos.
El pececito llevaba mucho tiempo allí dentro, había crecido dentro de la botella y ahora no
podía salir.
-
Espera - le dijo el niño - ¡Papá, papá!
El padre de David se acercó y le enseñó donde estaba el pececito.
-
Vaya, vaya - dijo el padre - tenemos que ir con mucho cuidado para sacar de ahí a este
pececito porque podríamos lastimarlo.
El padre fue hasta el coche para ver si encontraba una navaja, unas tijeras, ... algo con lo que
pudiese cortar el plástico de la botella. Encontró unas tijeras y, con mucho cuidado, fue
cortando el plástico de la botella. ¡Por fin, después de tanto tiempo, el pececito estaba libre!
-
¡Gracias! - le dijo el pececito a David - Los humanos no son conscientes de todo lo que
ensucian. Esta playa que antes estaba limpia, ahora está sucia.
-
Sí - le dijo David - en el cole nos han hablado de la importancia de reciclar para no
seguir perdiendo los recursos naturales que tenemos y para no contaminar el
planeta... Se me está ocurriendo algo... ¿Sabes lo que voy a hacer? ¡Hablaré con mis
amigos y vendremos a limpiar la playa!
-
Gracias - respondió el pez - Eso sería genial, así de paso, tus amigos y tú aprenderéis la
importancia de no tirar la basura donde no se debe, ya que causa muchos daños...
El lunes, cuando David llegó al colegio, solo era capaz de hablar de lo sucia que estaba la playa,
¡No podía hablar de otra cosa con sus amigos! La profesora propuso hacer unos carteles,
animando a la gente a ayudar en la limpieza de la playa el siguiente fin de semana.
Cuando llegaron el sábado, la playa estaba llena de gente, llevaban grandes bolsas de basura.
La profesora propuso que hiciesen grupos para que unos recogieran el plástico, otros los
cartones y otros las botellas de cristal, así podrían tirar cada cosa en el contenedor adecuado.
A David, junto a otros niños de su clase, les tocó recoger el plástico, que iba en el contenedor
amarillo; a otro grupo de compañeros les tocó el cartón y el papel, que iban al contenedor
azul; y del vidrio, que va al contenedor verde, se encargaron los adultos para que los niños no
se cortasen ni se lastimasen.
Cuando cayó la noche todos estaban muy cansados, pero muy felices, ya que la playa no
parecía la misma. ¡Ahora sí estaba como la recordaba el niño! El mayor regalo que recibieron,
después de tan duro trabajo, fue ver a un grupo de pececitos que saltaban fuera del agua. A
David le pareció que uno movía la aleta como si le estuviese dando las gracias. Como estaban
tan contentos por el resultado obtenido, quedaron de acuerdo para ir de vez en cuando a
limpiar la playa, manteniéndola limpia para poder disfrutar de ella.
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