La Cultura Light y su influencia en los Adolescentes

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La Cultura Light y su influencia en los Adolescentes
Por: Gabriela Osorio Rodríguez
Orientación Secundaria
En la actualidad se ha popularizado en el mundo la noción de lo "light".
Enrique Rojas autor del libro “El hombre light”, nos dice que la vida light se
caracteriza porque todo está "desvalorizado", carece de interés y la esencia de
las cosas ya no importa. Lo light no es más que la deshumanización de nuestra
sociedad caracterizada por la permisividad, el relativismo, el egoísmo, el
consumismo y el hedonismo con una marcada tendencia al culto de las
apariencias.
A fuerza de vivir una vida “light”, el mismo ser humano se ha vuelto un hombre
y una mujer “liviano (a)”, quieren vivir y gozar la vida aquí y ahora, una vida sin
consistencia ni compromisos, sin deberes; pero sí insistiendo en todos sus
derechos, no para asumir mayores responsabilidades, sino para poder disfrutar
y gozar con menos limitaciones.
Nuestros adolescentes en la actualidad se encuentran cada vez más
sumergidos en la frivolidad, el egocentrismo, en la ley del mínimo esfuerzo, ya
no quieren comprometerse con nada ni con nadie, les cuesta ser guiados por
sus convicciones, se han vuelto superficiales en sus creencias y en su
espiritualidad; por tanto terminan viviendo su vida siguiendo la corriente de lo
que dicta el mundo de hoy sin que esto los lleve algún lado, adictos de las
modas pasajeras y de lo que otros dictan como correcto, volviéndose personas
sin criterio propio ni originalidad y lo más preocupante una vida sin un sentido
claro de que quieren y que pueden esperar de la misma.
¿Qué podemos hacer como padres para contrarrestar el efecto de la influencia
de esta cultura en nuestros hijos? Aún estamos a tiempo de rescatar a
nuestros adolescentes de adoptar esta cultura como una forma de vida.
¿Cómo?. Partiremos diciendo que es indispensable ser el primer ejemplo de
nuestros hijos en cómo debe actuarse dentro de la sociedad en la que vivimos,
el buen testimonio y la coherencia de vida de los padres y maestros, como
formadores y modelos de comportamiento serán la mejor herramienta para
formar los valores que fortalecen desde dentro y contrarrestan los antivalores
que atacan desde afuera.
Enseñemos a nuestros hijos:
•
Apreciar las cosas más que por su valor económico por lo que cuesta
obtenerlas.
•
A ganarse lo que desean con su esfuerzo y voluntad.
•
A experimentar la frustración para que comprendan que no siempre se
logra lo que se quiere o se dan las cosas como deseamos, pero que
podemos volver a empezar aceptando las situaciones como se
presentan y adaptándonos a ellas.
•
A desarrollar la paciencia para comprender que muchas veces lo que
deseamos no se da a nuestro tiempo sino en el plazo en que debe
cumplirse.
•
Que no todo es diversión y placer que hay momentos en lo que nos toca
experimentar la tristeza y el sufrimiento, pero a pesar de ello, la vida
sigue y las dificultades nos ayudan a crecer y descubrir que somos
fuertes y valientes.
•
A plantearse metas a corto y mediano plazo de acuerdo a sus
posibilidades, que le den un rumbo y objetivo a su vida, volviéndose una
motivación para seguir luchando día a día por sus sueños, y a
descubrirse como seres humanos con fortalezas y debilidades pero con
potencialidades por desarrollar que le ayudarán a cumplir sus
propósitos.
Finalmente tomemos las sabias palabras del Papa Francisco dirigidas a un
grupo de jóvenes y niños acompañados de su familia y educadores: “formemos
a nuestros chicos en dos valores fundamentales: la libertad y el servicio. La
libertad entendida como el reflexionar sobre lo que hacemos, saber valorar lo
que es bueno y lo que es malo, cuáles son los comportamientos que hacen
crecer, a elegir siempre el bien, a no tener miedo de ir contracorriente aunque
no sea fácil; y el servicio visto como el abrirse a los demás, especialmente a
los pobres y necesitados, a trabajar para mejorar el mundo en que vivimos,
siendo hombres y mujeres siempre dispuestos a todo por el otro con alegría”.
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