FACPCE INFORMA - Consejo Profesional de Ciencias Económicas

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FACPCE INFORMA
En ocasión del reciente pronunciamiento de la Sala B de la Cámara Nacional en lo
Penal Económico en los autos “Seguridad y Custodia S.R.L.”, esta Federación
consideró pertinente publicar una gacetilla con el título “BALANCES QUE
POSIBILITAN LA EVASIÓN TRIBUTARIA. RESPONSABILIDAD PENAL
DEL AUDITOR POR DOLO EVENTUAL”.
En dicha gacetilla se refirió la inquietud recogida entre los profesionales contables
a partir de puntuales consideraciones contenidas en el voto mayoritario que
decidió dicho pronunciamiento judicial, tanto relativas a la determinación de oficio
realizada en base a presunciones -“…la prueba generada por la circularización
efectuada por la A.F.I.P.-D.G.I. es suficiente para confirmar el procesamiento con la
calificación atribuida”-, como a la participación del profesional auditor, a título de
dolo eventual -“… el nombrado no habría desarrollado una “manifestación
objetiva de una voluntad de evitación” de aquel resultado, porque no se encuentra
acreditado que se hayan “...utilizado medios para prevenir el resultado
adicional...”-.
Es decir que, en nuestra condición de institución representante de 23 Consejos
Profesionales de las Ciencias Económicas a nivel nacional, naturalmente
comprometidos con la defensa del libre ejercicio de las profesiones vinculadas con
las Ciencias Económicas, manifestamos públicamente nuestra respetuosa
discrepancia con los criterios dogmático-jurídicos, y de valoración probatoria, que
se desprendían de la lectura de dicho voto mayoritario; va de suyo que tal
discrepancia de ninguna manera constituía un intento de justificar conductas
delictivas en que pudieran haber incurrido profesionales de nuestra especialidad,
en su desempeño como tales.
Con posterioridad a la difusión de la mencionada comunicación institucional,
revista “Práctica Profesional”, publicada por Editorial La Ley y dirigida por
Contador Público Humberto J. Bertazza, incluyó un artículo de doctrina con
título “Evasión fiscal. Balance inexacto”, firmado por el abogado Norberto
Marconi (1), también abocado al análisis del decisorio antes mencionado.
la
el
el
J.
Ahora bien: el abogado Marconi, a lo largo de su artículo, formuló una serie de
apreciaciones, respecto de la actuación de las diversas asociaciones de
profesionales en Ciencias Económicas, motivadas en el fallo de la Sala B de la
Cámara Nacional en lo Penal Económico.
1
) Páginas 74-79.
Esta Federación es una de tales asociaciones profesionales, y tomó posición pública
respecto de dicho pronunciamiento; por ende, considerando aludida a nuestra
institución por las apreciaciones del autor de la nota de doctrina mencionada, y a
la luz del cuestionable tenor de algunas de sus aseveraciones, estimamos pertinente
solicitar el derecho a replicarlas en el mismo espacio en el que fueron publicadas.
Toda vez que el ejercicio de dicho derecho no nos fue concedido por el director de
la revista en cuestión, hemos decidido hacer público por cuenta de nuestra
institución, aquello que encontramos de inaceptable en las consideraciones del
abogado Marconi.
En primer lugar, estimamos manifiestamente inapropiada la mención que dicho
abogado realiza respecto de “diversos comentarios y hasta comunicados emitidos por
asociaciones profesionales, que en su afán de proteger y tranquilizar a los
profesionales, generaron más escozor que el que el propio fallo pudo haber
producido.” (el subrayado es nuestro).
Ciertamente, podemos asegurarle al abogado Marconi que, al menos en lo que a
esta institución se refiere, ese “escozor” de los profesionales en Ciencias
Económicas frente al fallo, fue previo a la publicación de nuestra gacetilla. Resulta
ocioso señalar que esos profesionales se encuentran en condiciones de comprender
los posibles aciertos y desaciertos de una resolución judicial –y las consecuencias
de los mismos-, con independencia de los comunicados que hagan públicos las
diferentes asociaciones que los agrupan.
Obsérvese, que el Dr. Vicente Oscar Díaz, profesional de las Ciencias Económicas,
estudioso y maestro de la materia en cuestión, escribió en la misma publicación y
con relación al mismo tema, que: “La virulencia ideológica en acreditar sobre el
asesor un poder impeditivo del fraude fiscal carece de la razonabilidad debida,
entendiendo que dicha virulencia, que veo como pasajera, se ha generado a la luz de
la interpretación deformada del dolo eventual. Discrepo respetuosamente de los
preconceptos en boga que con fines no precisos atribuyen al asesor tributario
graduado en ciencias económicas conductas de partícipes en el delito fiscal,
conductas que se le atribuye en su despliegue una igual forma de atacar el bien
jurídico protegido en forma mediata con el contribuyente”.2
El abogado Marconi transcribe una serie de párrafos de la resolución de la sala
“B”, en la intención de evitar “interpretaciones que, a veces, por el apasionamiento,
pueden desfigurar la realidad.”.
Nuevamente, no hace mención expresa de quiénes serían responsables de esas
interpretaciones pero, conectado este comentario con el anterior, hemos de señalar
que, al menos en lo que a esta institución se refiere, confiamos en la posibilidad de
combinar apasionamiento con equilibrio a la hora de desarrollar nuestras tareas y,
por ello, tenemos la tranquilidad de que el comunicado en cuestión de ninguna
manera puede asimilarse a una desfiguración de la realidad (aún cuando, va de
suyo, pueda discreparse con la posición asumida por esta Federación).
2
) “La responsabilidad penal del asesor tributario y del auditor externo. Eclosión de las fronteras de la punición penal”, pags. 1 a 10.
Insiste el abogado Marconi en afirmar que “la pasión puesta en juego, por la noticia
deformada de la resolución judicial, ha hecho perder de vista el contenido de la
sentencia dictada por los Magistrados y para colmo se ha extendido como mala
doctrina, con consecuencias generales que de él se quieren desprender para los
profesionales en las Ciencias Económicas.” (el subrayado es nuestro).
Una vez más, es de lamentar la ausencia de una explicación de la responsabilidad
por la autoría de esa “noticia deformada” y esa “mala doctrina”, a más que el autor
no desarrolla el contenido de la una ni de la otra.
El artículo que origina esta nota afirma, en relación al fallo de la sala “B”, que: “el
problema se reduce a una apreciación de la prueba y nada más”.
Es cierto que, por regla general, toda decisión jurisdiccional implica,
necesariamente, una apreciación de la prueba producida en la causa de que se
trate. Pero es igualmente cierto que la apreciación de la prueba depende, también
necesariamente, de la aplicación razonable de conceptos elaborados por la
dogmática (jurídico-penal, en este caso): para decir que la prueba colectada en un
sumario permite afirmar que el imputado actuó con dolo eventual, debe contarse,
explícita o implícitamente, con un concepto de lo que es (o se considera) “dolo
eventual”; y el ejemplo no puede ser más apropiado, la doctrina y la
jurisprudencia han generado una enorme cantidad de definiciones diferentes en
punto al contenido de dicha categoría normativa.
No obstante, aun soslayando esta última observación, la manera en que el voto
mayoritario valoró la prueba del caso para concluir en una conducta reprochable
a título de participación necesaria con dolo eventual, motivó la inquietud de esta
Federación.
El abogado Marconi asegura que, si se acepta la premisa de que “el problema se
reduce a una apreciación de la prueba y nada más”, entonces “la discusión toma otro
eje, más académico, más razonable y, lo que es más importante, disipa temores
infundados, por una deficiente difusión del alcance de un fallo, que nos permite
sugerir que sea consultado a quienes, de una u otra manera, transitan el campo de la
doctrina y la dogmática penal.” (el subrayado es nuestro).
De acuerdo con el párrafo recién transcripto, el autor parece estimar que aquellos
puntos de vista que no coinciden con el suyo dan lugar a discusiones irrazonables,
generan temores infundados y resultan, en sus propias palabras, en una difusión
deficiente del alcance del pronunciamiento. Creemos que existen en esas
expresiones un exceso de aprecio por la opinión propia, en desmedro de las
opiniones ajenas: de allí, seguramente, esa apresurada asimilación de lo
“diferente” a lo deficiente”.
Y, por cierto, a cuento de la apuntada sugerencia del abogado Marconi, esta
Federación ha consultado a profesionales de quienes puede decirse que “transitan
el campo de la doctrina y la dogmática penal”, quienes nos han manifestado su
discrepancia con el criterio adoptado por el voto mayoritario en la causa
“Seguridad y Custodia S.R.L.” 3, circunstancia que viene a demostrar que las
maneras de transitar ese campo son variadas.
En conclusión, hacemos público nuestro rechazo a las apreciaciones vertidas por
Norberto J. Marconi, en el artículo citado en cuanto han sido objeto de mención en
el presente.
Stella Maris Aldaz
Secretaria
Miguel A. Felicevich
Presidente
) Vicente Oscar Díaz: art. citado, “Dicho en otras palabras, los elementos configurantes del ilícito que se le imputa en carácter de
cómplice al asesor fiscal, en los supuestos que no tenga actuación activa de acompañamiento a la probada ilicitud incurrida por el
contribuyente, carecen de adecuado contorno”.
3
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