80 Aniversario de los trágicos sucesos de Hermigua (I)

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EL DÍA, jueves, 28 de marzo de 2013
25
TRAS LOS PASOS DE
RODIN EN LA LAGUNA
Las influencias artísticas del
“Cristo de las Caídas” 28
revista semanal de EL DÍA
Los acusados en el proceso de Hermigua con sus dos abogados defensores, Juan Simeón Duarte (número 2) y Luis Jiménez de Asúa (número 1), y el diputado Emiliano Díaz Castro (número 3).
80 Aniversario de los trágicos
sucesos de Hermigua (I)
El 23 de marzo de 1933 se produjeron en la localidad gomera de Hermigua unos hechos que llenaron de bochorno y vergüenza a la República. Un
centenar de obreros del sindicato Federación Obrera se enfrentaron a la Guardia Civil, la desarmaron y mataron a dos agentes, después de que un
campesino cayera muerto por las balas de estos. En esta primera parte se analiza la situación económica, social y humana del municipio.
Texto:José Díaz Herrera (periodista)
E
l 14 de marzo de 1933, los
trabajadores de Hermigua, en el Norte de La Gomera, en su mayoría afiliados a la Federación Obrera, un sindicato controlado mayoritariamente por el PSOE, lanzan el
siguiente manifiesto:
“A Obreros y Campesinos. Al Pueblo
en general. Camaradas y amigos:
“Acompañados de sentimientos de
rabia y de dolor va esta protesta.
Nues-tro fervor por la República así nos
lo dice. Nuestro pueblo se hunde más
y más bajo el peso de unos canallas
embriagados en la ciénaga de corruptelas morales y políticas. Nos referimos,
camaradas, al caciquismo tradicional,
cuyos miembros, como los caimanes,
siguen siendo los mismos aunque
hayan cambiado de color. Son los enemigos emboscados de la República. Solo
esperan el momento propicio para
darle el zarpazo.
“Hoy se vengan en nosotros. Como trabajadores y representantes de la República aceptamos la batalla. En ella mediremos nuestras manos y veremos si esos
señoritos, que se llaman agrarios, las
tienen tan endurecidas por los callos como
las nuestras. Callos, compañeros, que
nos los hemos hecho, para que comieran esos que quieren darnos latigazos”.
El manifiesto era el punto de partida para la convocatoria de una huelga general revolucionaria en un pueblo de apenas 39,67 kilómetros cuadrados (cien veces menor que las fincas de recreo de Mario Conde o Juan
Abelló en Ciudad Real), con una población censada de 5.842. La huelga
se celebraría el 22 de ese mes, la semana
pasada hizo 80 años. El texto, escrito
en el leguaje revolucionario de la época,
añadía:
“Pues bien, camaradas, estos salteadores de nuestras conciencias e intereses quieren continuar sacudiendo
su látigo al que se interponga en su
camino. Los trabajadores que vivimos
bajo su tiranía nos levantamos contra
ella y no estamos dispuestos a que ejecuten sus maquinaciones. Ellos, compañeros, con sus criminales astucias coaccionan a nuestros hermanos intentando
que nuestra trinchera, la Federación
Obrera, se derrumbe”.
Aunque el ayuntamiento de la villa
se constituye, según la Wikipedia, en
(1)
1812 (sospecho que el dato no es real
y se refiere a 1822 o a 1833), poniendo
fin al régimen señorial, de pequeño oí
decir que el llamado “derecho de pernada” se mantuvo hasta un siglo
después, en la Restauración, e incluso
durante la Dictadura de Primo de Rivera.
Los huelguistas lo aluden:
pasa a la pág. siguiente®
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jueves, 28 de marzo de 2013, EL DÍA
EN PORTADA
® viene de la página anterior
“Los trabajadores de Hermigua defenderemos con nuestra sangre y vidas,
compañeros, nuestros derechos ante esos
señoritos que nos tratan a la patada,
deshonraban a nuestras hijas y humillaban a nuestras mujeres. Si la canalla caciquil no cesa en su empeño de no
dar trabajo a los compañeros que se
hallan en el paro, la Federación Obrera
irá a la huelga.
Porque desde hace meses, la mayoría de nuestros compañeros están en
el paro, no por falta de trabajo sino por
el «boicot» a todo obrero federado, como
si fuera un delito. Nuestro deber es garantizar, por dignidad y hu-manidad, que
nuestros compañeros no se mueran de
hambre. Sus vidas, las de sus mujeres
e hijos, valen tanto como las de nuestros opresores”.
Desde la proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, habían pasado poco menos de dos años y, por
primera vez en la historia, los obreros de Hermigua, uno de los municipios canarios más concienciados en
favor de la Niña Bonita, junto con
Vallehermoso, decidía lanzarse a la calle
y convocar un día de paro en defensa
de sus reivindicaciones.
El hecho era insólito. Frente al
País Vasco o Cataluña, donde el movimiento sindical tiene una fuerte tradición desde finales del siglo XIX y
comienzos del XX, ligado al desarrollo industrial, en las Islas apenas
había existido hasta la II República un
movimiento obrero organizado. Hasta
que, de repente, en Hermigua, un pueblo aparentemente tranquilo y apacible,
los jornaleros, afiliados en su mayoría a Federación Obrera, desengañados porque pese a las esperanzas e ilusiones puestas en el nuevo régimen
la clase dominante local sigue ostentando el poder y amenazándolos con
quitarles el pan, deciden movilizarse
y paralizar la vida cotidiana.
Algo que no debía haber extrañado
a nadie: además de que los ayuntamientos y cabildos seguían controlados por los de siempre, desde el 14 de
abril de 1931 las condiciones de vida
habían empeorado, especialmente
en las islas menores, y las protestas
empezaban a aflorar tímidamente.
La situación era tal que el 22 de agosto
de 1933 el diario La Prensa se hacía eco
del asunto: “Al hallarse paralizados los
trabajos de la carretera, en Hermigua
hay centenares de obreros parados. El
campo yermo, la producción platanera
por los suelos, el comercio cerrado, las
aguas mermadas, los montes destrozados, la carretera, que sería la única
solución frente a tanto mal, al hambre
y a la miseria reinantes, paralizada.
El Gobierno tiene que actuar”.
Los patronos de la zona, en su mayoría gente de no demasiados recursos
económicos ni detentadores de grandes fincas, en contra de lo que habitualmente se escribe, vivían casi exclusivamente del cultivo del plátano.
Lo explotaban en régimen de medianería (ellos vivían como señoritos sin
dar golpe mientras que los obreros realizaban los trabajos en sus plataneras
y se repartían los beneficios), lo que
permitía una especie de ancestral servidumbre y de sometimiento
amo/criado más propia de la Edad Media
que de los tiempos que corrían, y que
se heredaba de padres a hijos como
una fatalidad congénita e insuperable.
El que nacía campesino moría como
tal sin poder dar estudios a sus hijos,
y el que había salido del útero materno
como propietario de unas pocas hectáreas de terreno cultivable sabía
que tenía la vida garantizada desde la
cuna hasta la tumba.
Tampoco puede decirse, frente a los
tópicos habituales, que patronos y obreros nadaban en la abundancia o vivían
(2)
en la opulencia , o que los pri-meros
eran ricos por naturaleza y los segundos habían nacido para ser es-clavos
perpetuos y pasar esa condición casi
genética a sus descendientes. Vistas
con la perspectiva de la distancia y del
tiempo, las cosas no eran así. Las penalidades, con harta frecuencia, afectaban
a todo el mundo. Aunque bien es cierto
que a unos más que a otros.
Hermigua representaba entonces el
ejemplo de la lucha titánica del campesino con la tierra árida, agreste, yerma
y la mayoría de las veces seca por falta
de agua. El trabajo se realizaba en las
condiciones más difíciles que el ser
humano pueda imaginarse. El minifundismo, el monocultivo, el régimen
de explotación agraria en régimen de
aparcería, la mala calidad del suelo y
la estructura de las plantaciones en
forma escalonada a lo largo de las laderas imposibilitaba el empleo de maquinaria agrícola para hacer más llevaderas las penalidades del agricultor.
A todo ello había que añadir la dependencia del agua del cielo para regar
las plantaciones y lograr buenas cosechas (debido a la falta de embalses)
y de la del mar para poder exportar
la producción en condiciones normales
desde el desaparecido pescante de Her-
El desaparecido
pescante de
Hermigua, servía
para embarcar y
desembarcar
mercancías en una
costa de aguas
bravías y sin un
puerto seguro.
migua (donde las aguas estaban casi
siempre embravecidas) ante la falta de
refugios y puertos seguros.
Si la miseria y la hambruna de los
pueblos pueden medirse, en el campo
económico, por la sobreexplotación
del suelo y los escasos rendimientos
de las cosechas, Hermigua era en 1933
el más claro ejemplo de ello. No solo
las medianías, sino también las zonas
más elevadas de la villa habían sido
desbrozadas de matorrales y malas yerbas y estaban plantadas de papas, hortalizas y plataneras. Hasta el último
centímetro cuadrado de tierra que pudiera cultivarse estaba explotado.
De modo y manera que, subiendo a
las alturas de El Sabinal, El Cheje, Iboalfaro, La Palmita, El Corralete, La Laja, Los Aceviños o El Estanquillo a por
papas o millo, uno no podía saber si
se encontraba en Canarias, en el
Machu Pichu o en el Himalaya de no
ser por la presencia del mar siempre
en la lejanía.
Estaba claro que, de haber nacido
en la isla, Adam Smith, el teórico de
la revolución industrial, no hubiera
escrito jamás “La riqueza de las naciones”. Otro de sus contemporáneos,
Thomas R. Malthus, en cambio, hubiera encontrado terreno abonado para
escribir su célebre y controvertida obra
“An Essay on the Principle of Population”, donde habla de que los cada
vez más escasos recursos del planeta
iban a ser insuficientes para alimentar una población que se incrementaba exponencialmente.
Porque Hermigua es el paradigma
clásico de las teorías malthusianas, a
las que tantos historiadores de la economía siguen echando mano para apoyar sus tesis: recursos económicos (bienes y servicios) limitados y un incremento de la natalidad (con una tasa
de 3,6 hijos por mujer), que se dedicaba
a lanzar oleadas de jóvenes y mayores a la emigración (a Cuba, a Ve-nezuela y a Tenerife) como única forma
de subsistencia y de encontrar la felicidad, la meta básica de todo ser humano al margen de apetencias políticas, sociales, culturales o económicas, según proclamaron los padres de
la Constitución norteamericana en 1787,
y que se reconoce en todos los países
civilizados.
Pese a todo, la República trajo a España, y en especial a Canarias, cosas
buenas, pero otras muchas extremadamente malas. Por primera vez desde el periodo de la Restauración, el reinado de Alfonso XIII y la Dictadura de
Primo de Rivera, se recobraron las libertades básicas (de expresión, de asociación, manifestación...) y una Constitución protegió y amparó todos
estos derechos.
En Tenerife, los empresarios y las
clases acomodadas se afiliaron al
Partido Republicano Tinerfeño y más
tarde fueron derivando hacia Acción
Popular Agraria, Partido Radical, Asociación Patronal Agrícola y otros.
Los obreros militaron inicialmente en
el PSOE (el PCE se funda en las Islas
en torno a 1920 con Juan Pedro Ascanio a la cabeza) y en la Federación Agraria, un sindicato donde militan anarquistas, socialistas y comunistas.
Pero la Republica trajo la libertad pero
no la prosperidad y, mucho menos, la
felicidad, salvo para unos pocos. Por
eso, en Hermigua, la mayoría de los
medianeros y obreros se afiliaron enseguida a la Federación Agraria, desde
la que pretendían acabar con el régimen semifeudal en que se desarrollaban
sus condiciones de trabajo. Pero
enseguida se toparon con los patronos dispuestos a cegarles el camino,
a hacer que las conquistas sociales que
le otorgaba la Constitución se quedaran
en papel mojado. Y aunque todos ellos,
obreros, medianeros y patronos, defendían los mismos intereses, se
cruzó de por medio la política. Y ocurrió lo que muchas veces suele pasar.
Algunos empresarios del sector pla-
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EL DÍA, jueves, 28 de marzo de 2013
EN PORTADA
tanero optaron por quedarse tuertos,
si era preciso, si con ello dejaban ciegos a sus contrincantes e impedían que
conquistaran sus derechos.
El detonante de los sucesos de Hermigua de 1933 fue la construcción de
una carretera que debía unir el pueblo con la capital, San Sebastián. Era
la única obra pública de envergadura
que la República, con sus escasos recursos, no había paralizado, pero
que se realizaba a trancas y barrancas,
con paros intermitentes muchas veces
de meses, hasta el punto de que no se
concluyó hasta 1944, cinco años después de acabada la Guerra Civil.
La obra formaba parte del Plan Nacional de Infraestructuras y del Circuito
Nacional de Firmes Especiales, del dictador Miguel Primo de Rivera, quien
modernizó por primera vez la red de
caminos españoles, que no se habían
tocado prácticamente desde la etapa
de las calzadas romanas. En el caso de
La Gomera trataba de rodear la isla
mediante un anillo circular, uniendo
la capital, San Sebastián, con el norte de la isla, pasando por los pueblos
de Hermigua, Agulo, Vallehermoso y
Valle Gran Rey.
La construcción de la calzada, como acabamos de decir, era de interés
general y beneficiaba tanto a patronos
como a obreros. A los primeros porque les permitía trasladar sus plátanos a la rada de San Sebastián, el único
punto de la isla donde se podía fondear un barco con ciertas garantías, para
enviarlos al extranjero. A los obreros,
porque además de la maltrecha agricultura, la obra constituía la única forma
de sustento para ellos, sus mujeres e
hijos. Paralizarla o boicotear su construcción era un acto criminal. Suponía condenar al hambre y a la emigración
a muchos y permitir que el mal
tiempo de la mar impidiera la exportación de las cosechas.
Pese a sus intereses comunes, patronos (dueños de explotaciones agrícolas, fundamentalmente) y obreros
no se pusieron de acuerdo sobre su marcha. Acostumbrados a mandar y a que
siempre, desde tiempos inmemoriales,
se hiciera su santa voluntad sin rechistar, los pequeños “caciques” locales
(en Canarias se da un peso excesivo
a la palabra cacique, que en realidad
no tiene) se negaron a dar trabajo a los
obreros pertenecientes a la Federación
Obrera, que eran la inmensa mayoría,
alrededor de unas 500 personas entre
jornaleros y medianeros.
Y ahí arrancó el conflicto, allá por
el año 1932. Amparados en la Constitución y en los derechos sindicales que
esta les reconocía, los dirigentes de la
Federación Obrera acudieron a Santa
Cruz de Tenerife con sus quejas. Allí
fueron recibidos por alguno de los trece
gobernadores civiles que hubo en la
(3)
provincia (Rafael Rubio Carrión, de
Acción Republicana en este caso)
durante la II República, quien ordenó
que las obras no se paralizaran y que
se diera trabajo a todos los obreros que
lo pidieran, en turnos rotatorios de 100
personas, toda vez que no había
empleo para los 500.
Acostumbrados a mandar y a no recibir órdenes de nadie, los ostentadores de la tierra y de los cultivos, se negaron a obedecer las órdenes de la primera autoridad civil de la provincia
y, por ende, de la República. De
modo y manera que los responsables
de la Federación Obrera acudieron de
nue-vo a pedir el apoyo del representante del Gobierno. Les recibió el
nuevo gobernador civil, Vidal Gil
Tirado, quien ratificó la decisión de su
antecesor: el derecho al trabajo no se
le podía negar a nadie.
En el acto ordenó mediante oficio
y telegrama al capataz de la obra, un
individuo al servicio de los dueños
de la tierra, que admitiera a 100 obreros pertenecientes a la Federación los
días 19 y 20 de marzo de 1933. Pero,
tal y como estaba el ambiente de caldeado, debió haber hecho otra cosa:
enviar además a una docena de
guardias civiles, desde Santa Cruz de
Tenerife, con órdenes tajantes de que
se cumplieran a rajatabla sus órdenes.
Pero no lo hizo y eso desencadenó
la tragedia. Cuando los 100 afiliados
a la Federación Obrera acudieron a
las obras de la carretera a que les dieran el trabajo, no solo no fueron
admitidos, sino que se les despidió
con bromas de mal gusto y algunos
de sus antiguos patronos a su paso
por la carretera de Hermigua de vuelta
(1)
Las Cortes de Cádiz de 1812, en su artículo 10, establecen el alcance del territorio nacional, pero no entran
en detalles acerca de su estructura por municipios, provincias o regiones. En 1822 se promulga una División
Territorial de España de Fernando VII y en 1833 la
Ley de Planta de Javier de Burgos.
a sus casas se les rieron en la cara.
Fue una afrenta innecesaria y
estúpida. Esa tarde, la Federación
Obrera decidió hacer frente al hambre y a la miseria en que vivían sus
mujeres y sus hijos convocando
una huelga general, como se relató
al principio.
Y fue así como, espoleados por
varios dirigentes socialistas de Tenerife entre ellos el diputado Emiliano
Díaz Castro, al que se le abrirían dos
causas militares por ello, el 22 de marzo
de 1933 se echaron a la calle un centenar de obreros decididos a paralizar todas las obras, a cerrar los comercios, cortar el riego, la luz eléctrica y a imponer la huelga general.
Lugar donde se
debieron de
producirse los
sucesos de
Hermigua. Los
guardias civiles
fueron arrojados
desde la carretera al
mar.
(2)
El 31 de marzo de 1933 lo aseguraba así el diario
ABC.
(3)
José Ramón Fernández Díaz, Antonio Lara
Zárate, Enrique Izquierdo Jiménez, Rafael Rubio Carrión,
Vidal Gil Tirado, Juan C. González Quesada, Rufino
Blanco Fombona, Rafael de Pina Milán, Enrique Mal-
¿Qué hacer ante una protesta sindical, convocada legalmente? El comandante del puesto de la guardia
civil del pueblo, el cabo Antonio Fuentes, contaba con dos agentes para contener a la masa enardecida y evitar que
se cometieran desmanes. Los guardias
estaban armados con viejos Mauser
de la guerra del Rif y disponían de una
dotación de diez cartuchos.
Obviamente, con aquellos medios
y sin material antidisturbios que entonces no existía no se podía contener a una muchedumbre, y mucho menos impedir de causaran cualquier tipo
de desmán, que no ocurrió. La solución lógica hubiera sido llamar a la
Comandancia de la Guardia Civil de
Santa Cruz de Tenerife y pedir refuerzos,
tal y como se señalaba en las ordenanzas
de la Benemérita. Pero el cabo Fuentes optó por prohibir la huelga y hacer
prevalecer su autoridad, pensando que
bastaba salir a la calle con su uniforme
boysson Ponce, José Nofre Jesús, Tomás Salgado Pérez, Enrique Martínez Ruiz-Delgado y Manuel Vázquez
Moro. Algunos de ellos ostentaron el cargo solo durante
horas o días.
(4)
Por un supuesto delito de “incitar a la violencia”
en Hermigua fue encarcelado el 4 de abril de 1933 y
verde y su tricornio para que los huelguistas depusieran su actitud.
Los sucesos de Castilblanco, Arnedo
y Casas Viejas, donde la fuerza pú-blica
se vio desbordada por las masas, casi
siempre obreras y campesinas,
teniendo que disparar y causar numerosas muertes a la vez que ellos mismos sufrían sus propias bajas, no le
echó para atrás sin o todo lo contario. La divisa del cuerpo, “Todo por
la patria”, justificaba este tipo de actitudes, no siempre correctas ni ajustadas a Derecho.
Y eso que aquellos sucesos habían
tenido repercusión internacional y
habían cuestionado la eficacia de la
República en sus primeros meses. En
Castilblanco (Badajoz), la Guardia
Civil mató a un jornalero durante una
manifestación y los obreros asesinaron a cuatro agentes el 31 de diciembre de 1931. En Arnedo (Logroño), una
marcha obrera fue disuelta a tiros por
un oficial que seguía órdenes del general José Sanjurjo matando e hiriendo
a decenas de obreros. Ocurrió el 5 de
enero de 1932. En Casas Viejas (10 y
11 de enero de 1933), un grupo de obreros que querían proclamar el comunismo libertario, mataron a dos guardia civiles. La Benemérita respondió
rodeando las chozas donde estaban
los obreros, las incendiaron y “fusilaron” a los supervivientes con “tiros
a la barriga”, tal y como ordenó el presidente de la República, Manuel
Azaña a la fuerza actuante.
Para garantizarse el apoyo de una
parte de la población, los que habían
ostentado el poder desde antes de 1822,
la fecha en que oficialmente había
desaparecido el “régimen señorial”
el día anterior a los hechos, el cabo
Antonio Fuentes se reunió con los jefes
de los partidos de derecha y les pidió
ayuda. “Lo único que les pido es que,
si mientras estamos de patrulla en una
parte del pueblo, los huelguistas asaltan o queman el cuartel nos den cobijo
a nosotros, a nuestras mujeres e hijos”,
les pidió.
El seguimiento masivo de la huelga,
al día siguiente, le causó un tremendo
desasosiego. Desbordado por los
hechos, a media mañana decide
trasla-darse al cercano municipio de
Agulo, distante unos 5 kilómetros, a
traerse con él a los guardias del pueblo para reforzar la guarnición de la
villa.
Para mayor escarnio de los huelguistas, lo hace de manera chulesca, utilizando uno de los camiones
que trabajaban en la obra de la carretera y llevando como conductor
al capataz que les negaba el trabajo
y el pan, y pasando a toda velocidad
entre la multitud que se manifestaba
por la zona de La Castellana, cerca
de la playa, con riesgo evidente de
atropellar a los que intentaron
detener su avance.
puesto en libertad por falta de pruebas el 20 de mayo
de ese año.
(5)
Diario de Sesiones del Congreso. Los sucesos de
Casas Viejas provocaron la caída del gobierno republicano-socialista de Azaña, al perder apoyos por la
derecha y la izquierda.
28
jueves, 28 de marzo de 2013, EL DÍA
ARTE
Tras los pasos Rodin en La Laguna
Texto y fotos: Álvaro Santana Acuña
(historiador y sociólogo)
U
na mañana de primavera de
1954, un buque proveniente
de Barcelona ancló en el
puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde bajaron un centenar
de pasajeros y se desembarcaron docenas
de sacas de correo y más de 350 toneladas de carga general. Entre la carga había
unas pesadas y formidables cajas remitidas por el Taller Arte Católico. Casa Bochaca
y cuyo destino era la calle General Franco
número 27, en La Laguna.
Las cajas contenían cuatro esculturas de
gran tamaño, sus correspondientes vestidos, una peana de cartón piedra sobre la
que incrustar las esculturas, la armadura
de un soldado romano acompañada de su
lanza y su casco, una larga cruz de madera
y una soga. En la calle General Franco 27
(hoy Herradores) vivían los hermanos
Acuña Dorta, quienes el verano de ese año
donaron a la ermita de San Juan lo contenido en aquellas cajas: el paso de El
Cristo de las Caídas”. Esa fue la contribución de los hermanos a la Semana Santa
de La Laguna, que había renacido en 1950
tras fundarse la primera cofradía de nazarenos.
“ Los burgueses de Calais” (1889)
Bochaca, el escultor de almas
Nacido en Barcelona en 1870, Francisco de
Paula Bochaca Serra fue el propietario del
“Taller arte católico”, una empresa de imágenes religiosas con talleres propios en
Barcelona y Olot, y con clientes repartidos
entre España y América. La empresa alcanzó su momento álgido en 1929, con
motivo de una exposición de las obras de
Bochaca en el Pabellón de Artes Industriales de Barcelona. Uno de los presentes,
el crítico de arte del periódico La Vanguardia, escribió que Bochaca era un “gran
escultor de almas” debido a su capacidad
para mostrar con naturalidad las emociones profundas en los rostros de sus
esculturas.
Veinticuatro años más tarde, en 1953,
Bochaca recibió desde Tenerife el encargo
de un paso dedicado a la primera caída de
Jesús camino del calvario. El escultor tenía
entonces 83 años. Por su edad y por estar
al frente de una empresa, Bochaca debió
dirigir el encargo y recibir la ayuda de los
empleados de su taller.
Para que las cuatro imágenes encargadas se adaptasen al estilo de otros pasos
laguneros, los Acuña Dorta enviaron a Bochaca varias fotografías de dos obras importantes: el Cristo de La Laguna y el San
Pedro del paso “Las lágrimas de San Pedro”. Así que para imaginar el rostro de
Jesús, Bochaca se inspiró en el del Cristo
de La Laguna, una obra realizada en los
Países Bajos a comienzos del siglo XVI. Y
para imaginar la imagen de Simón de Cirene (el hombre que carga la cruz de Jesús),
Bochaca se basó en la de San Pedro obra
del escultor orotavense Fernando Estévez
(1788-1854).
Lo que jamás sospecharon los donantes
al abrir las cajas en La Laguna en 1954 es
que Bochaca había tenido en mente otra
obra de arte más para cumplir con éxito
el encargo. Esa fuente de inspiración adicional ha pasado casi inadvertida hasta
hoy.
Una influencia ilustre: Rodin
Para concebir la escena de “El Cristo de las
Caídas”, Bochaca tuvo presente al escultor francés Auguste Rodin (1840-1917) y,
en particular, una de sus obras maestras:
“Los burgueses de Calais” (1889). Rodin,
conocido también por sus obras “El pensador” y “El beso”, era el escultor más famoso e influyente en Europa a comienzos
del siglo XX, precisamente cuando el joven
Bochaca iniciaba su carrera profesional.
Para él, como para otros escultores de su
generación, Rodin se convirtió en el artista
de referencia.
Lo que catapultó a Rodin a la fama internacional y le certificó un lugar en los libros
de historia del arte fue aplicar el naturalismo a la escultura. El naturalismo, un
movimiento artístico de fines del siglo XIX,
se interesó por los factores sociales, hereditarios y naturales que forjan el carácter
de cada persona. Para los naturalistas, el
carácter individual se expresaba sobre todo a través de las emociones.
En sus esculturas, Rodin quería plasmar
El sayón del “Cristo de las Caídas”
las emociones profundas de cada individuo de manera natural. (Justamente la
misma preocupación que el crítico de La
Vanguardia observó en la obra de Bochaca). Pero para lograr capturar tales
emociones en una escultura, Rodin tuvo
que alejarse del idealismo de la escultura
griega clásica y renacentista, así como del
estilismo superfluo del Barroco. En resumen, su principal aportación artística
fue mostrar cómo el espíritu de las personas se reflejaba en su fisionomía.
Para observar mejor el naturalismo del
ser humano, Rodin no pedía a sus modelos que posasen quietos delante de él du-
rante horas, sino que caminasen y se expresasen con naturalidad, como lo hacen
en la vida cotidiana. Rodin era consciente
de que cada individuo se mueve y expresa
su carácter de un modo propio. Por tanto,
su meta era captar la espontaneidad e individualidad de los movimientos y las expresiones, y luego trasladarlos a la escultura.
El naturalismo aflora con fuerza en “Los
burgueses de Calais”. En 1347, las tropas
de Eduardo III de Inglaterra sitiaron el
puerto francés de Calais durante más de
un año, bloqueando todo abastecimiento
de víveres a la población. La obra de Rodin
recrea el momento en el que seis burgueses abandonan Calais para rendirse
ante el rey inglés, sacrificando voluntariamente sus vidas para salvar al resto de la
población. Sabedores de que afrontaban
una posible ejecución, los burgueses parecen participar en una marcha fúnebre.
Rodin quiso así captar el drama heroico del
autosacrificio.
Cada una de las esculturas, que miden
cerca de dos metros, recibió un tratamiento individualizado. Unas están paradas y otras en marcha. Y cada una expresa
de modo personal el drama de la situación:
angustia, miedo, resignación, estoicismo…
Su individualidad queda reforzada por la
falta de comunicación; los burgueses no
se miran entre ellos. Sin embargo, Rodin
los colocó de modo que la suma de sus
movimientos individuales crease un movimiento general en forma de espiral, el cual
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EL DÍA, jueves, 28 de marzo de 2013
ARTE
producciones de Jean d’Aire desnudo, dada
la circulación internacional de estampas
y fotos de las obras de Rodin y la apertura
del Museo Rodin en 1919). El Jean d’Aire
desnudo tiene un cuello robusto y ancho,
como el que exhibe el sayón.
Mientras que el sayón avanza, el romano
está casi parado; como sin saber qué hacer.
En este punto resulta necesario revelar un
detalle importante. La cabeza actual del
romano no es la que esculpió Bochaca,
pues los donantes decidieron sustituirla
por otra tallada por el ebanista lagunero
Faustino Álvarez a comienzos de la década
de 1960.
Por fortuna, existen fotos y un vídeo en
los que se aprecia la cabeza original del romano, la cual expresaba su sorpresa ante
la caída de Jesús. De ahí que su cabeza estuviese ligeramente desplazada hacia
delante, con los hombros algo levantados,
mientras que su rostro parecía tener el
ceño fruncido. Al mismo tiempo, el brazo
izquierdo (que sí se conserva) apunta hacia
la cruz, sin que quede claro cuál es su intención: si hostigar a Jesús o ayudar a Simón a levantar la cruz. Desafortunadamente, el dinamismo de su brazo izquierdo
lo tapa un escudo que se le colocó encima
hace más de cincuenta años. De ahí que
la libertad creativa de la que dispuso Bochaca para crear estas dos imágenes quedase algo mermada tras los cambios realizados en el romano.
“El burgués Jean d’Aire”. Versión final y estudio
se aprecia mejor desde el lateral derecho,
y que confiere a la obra una apariencia homogénea.
Los burgueses y las caídas
La influencia de “Los burgueses de Calais”
sobre “El Cristo de las Caídas” se detecta
en varios aspectos. En primer lugar, la
composición. Bochaca concibió el Cristo
como una escena dramática y heroica del
autosacrificio de Jesús para salvar la humanidad. Como los burgueses, los cuatro
hombres de “El Cristo de las Caídas” saben
que participan en una marcha fúnebre que
acabará con la crucifixión de Jesús. La
composición es dinámica, con imágenes
en movimiento, el cual es capturado de
manera natural en un instante preciso: la
caída de Jesús.
En ese instante cada imagen exterioriza
una emoción propia: de dolor Jesús, de
esfuerzo Simón, de indiferencia el sayón
y de sobresalto el romano. Al igual que
Rodin, Bochaca se preocupaba por transmitir la emoción en el estado más natural posible. Así lo confesó en una entrevista: “Cuando esta cualidad”, es decir la
emoción, “falta en la obra del imaginero,
solo queda ante los ojos una lamentable
pacotilla de serie” (“La Vanguardia”, 30VII-1929, p. 11).
Como en “Los burgueses de Calais”, pese a que las imágenes de “El Cristo de las
Caídas” no se miran ni se tocan entre ellas,
la suma de sus expresiones y movimientos personales conduce a un movimiento
general en espiral que arranca en el rostro de Jesús, pasa a Simón, luego al romano
y acaba en el sayón. Por eso, no es casualidad que el aspecto dinámico y homogéneo del paso se contemple mejor desde el
lado derecho.
Este aspecto se detecta claramente en
Un paso singular
“Cristo de las Caídas” en el taller de Bochaca (1953)
una fotografía del archivo de la familia
Acuña Bennasar. En ella aparecen las cuatro imágenes sin brazos y justo antes de
ser pintadas en el taller de Francisco Bochaca en 1953. Para que cupiesen dentro
de la foto, las imágenes se han colocado
casi pegadas. Al estar sin policromar y tan
juntas, se puede apreciar con mayor detalle el naturalismo de la posición y el rostro de cada imagen, y la composición dinámica y en espiral.
En la foto se observa además cierta monumentalidad. No en vano, Bochaca sabía
que un paso de Semana Santa es un monumento público móvil, de ahí que las cuatro imágenes de “El Cristo de las Caídas”
sean de cuerpo entero, talladas en su totalidad y de un tamaño superior al normal.
En particular, el romano y el sayón (las dos
figuras más monumentales) rondan los dos
metros de altura, como varios de los burgueses de Rodin.
El romano y el sayón
Dado que los donantes deseaban que “El
Cristo de las Caídas” no desentonase con
otros pasos laguneros, Bochaca no tuvo
tanta libertad creativa para tallar las imágenes de Jesús y Simón. Pero sí tuvo más
libertad para esculpir el romano y el sayón, puesto que además no se le envió ninguna foto. Y es precisamente en estas dos
imágenes en las que se advierte con mayor claridad la influencia de “Los burgueses de Calais”.
Tanto la escultura de Jean d’Aire en “Los
burgueses de Calais” como la del sayón en
“El Cristo de las Caídas” (quizás la talla de
más calidad artística del paso) son muy
corpulentas y tienen un rostro tosco y anguloso que muestra una expresión adusta.
A diferencia de Rodin (que trabajaba con
bronce y mármol), Bochaca (que trabajaba
sobre todo con madera) pudo endurecer
la expresión del sayón pintándole una
barba sin afeitar.
Aunque en la obra final Jean d’Aire está
vestido, Rodin hizo un estudio preliminar
del burgués desnudo. (No hay que descartar que Bochaca tuviese en su taller re-
Francisco Bochaca murió en 1960 con 90
años. Su empresa logró sobrevivir tres décadas más, hasta que en 1987 cerró la
tienda, que durante décadas se anunció
en los periódicos como un “palacio de imágenes”. Estaba ubicada en la calle Obispo
número 2 (hoy carrer Bisbe), a escasos metros del Ayuntamiento de Barcelona, en el
barrio gótico. El local lo ocupa ahora una
tienda de souvenirs turísticos fabricados
en su mayoría en China.
En 1987, el paso que Bochaca envió a Tenerife desmontado dentro de varias cajas
cumplió la simbólica edad de treinta y tres
años, y pronto iba a ser restaurado por primera vez. El restaurador, el imaginero orotavense Ezequiel de León, se mostró sorprendido cuando recibió las esculturas en
su taller. Percibió algo extraño al ponerlas muy juntas; era como si le recordasen
una imagen familiar que había visto antes…
“El Cristo de las Caídas” es uno de los
pocos pasos de la Semana Santa lagunera
(y acaso de Canarias) en el que convergen
unas influencias artísticas tan ilustres: el
Cristo de La Laguna, el San Pedro de Fernando Estévez y “Los burgueses de Calais”. Una exitosa amalgama de influjos
locales e internacionales que confirma el
grado de maestría del escultor barcelonés
cuando ya superaba los ochenta años. Este
multiculturalismo artístico convierte a “El
Cristo de las Caídas” no solo en un paso
fundamental de la Semana Santa lagunera,
sino, sobre todo, en una singular obra de
arte. Y también, sin duda, en un modelo
de cómo se puede innovar combinando el
respeto al estilo tradicional local y la admiración por las obras artísticas más vanguardistas del presente.
30
jueves, 28 de marzo de 2013, EL DÍA
EN EL 60º ANIVERSARIO DEL
INSTITUTO DE ESTUDIOS
HISPÁNICOS Y EL TURISMO
Texto: Melecio Hernández Pérez
L
as Islas Canarias fueron una
avanzada en la conquista
de las tierras americanas y
un enlace entre los reinos
de España y los de Indias.
El archipiélago sigue siendo un eje central entre América y España. Su situación geográfica entre tres continentes afirma su importancia en las relaciones de los países de habla hispánica. Por tanto, era necesario la creación de una institución de alcance “que
tiene en su principal misión difundir
los valores hispánicos que rigieron al
imperio español en siglos gloriosos y
unirse a las naciones iberoamericanas
en un haz de hermandad espiritual que
mantuviera firme y perenne los lazos
históricos y religiosos que un día creara
en ellas la vieja España”.
Así que estaba justificado un centro de estas características en el archipiélago canario, por ser punto de
enlace clave entre América y España.
Y fue el Puerto de la Cruz, turístico y
cosmopolita, uno de los receptores pioneros de la Ilustración en Canarias, el
lugar donde se establecería el Instituto de Estudios Hispánicos, con la autorización del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, entidad dependiente
del Ministerio de Asuntos Exteriores.
En 1953, el Puerto de la Cruz era un
municipio eminentemente agrícola,
dedicado casi exclusivamente al cultivo del plátano, que poseía un excedente de mano de obra, agravado por
la práctica inactividad del sector terciario, portuario y las secuelas persistentes aún de la Guerra Civil española y la europea. Como consecuencia de todo ello, desde la década de
1940 se origina la fuga clandestina de
emigrantes a Venezuela, si bien en las
postrimerías de la siguiente década la
economía española pasa tímidamente
de ser un sistema autárquico a su integración en los mercados internacionales. La apertura exterior y la liberación interna convirtieron a España
en un país con manifiesta especialización internacional en la prestación
de determinados servicios. Los ingresos por turismo y las remesas efectivas de emigrantes constituyeron dos
mecanismos básicos de compensación
del déficit comercial. En el sector turístico, España supo sacar partido a sus
ventajas comparativas unas de carácter geográfico –cercanía a Europa, una
larga franja costera, gran número de
horas de sol al año– y otras de carác-
Isidoro Luz Carpenter, primer presidente y
artífice fundador del Instituto de Estudios
Hispánicos
ter económico –relación favorable
de precios, disponibilidad de mano de
obra y una buena oferta de servicios–.
El Puerto de la Cruz, cuna del turismo no sólo a nivel regional sino también nacional, iniciaba entonces su progresivo y arrollador despegue que le
convertiría en el motor económico del
Norte y buena parte de Tenerife.
No se puede decir lo mismo en cuanto
a la cultura, pues si bien es cierto que
se desarrollaban actividades de cierta
relevancia, lo eran de forma esporádica, muy de tarde en tarde; pues, lamentablemente, no tuvo el mismo tratamiento ni desarrollo a la par que la
industria turística, por lo que la creación de una entidad cultural de proyección americana iba a paliar en parte
esa carencia. Y es que la cultura, en
su más amplia acepción, y el medio
ambiente son exponentes imprescindibles de promoción en una ciudad turística como el Puerto de la Cruz, que
no sólo deba ofrecer y sustentarse de
sus paisajes y condiciones climáticas,
playas e instalaciones de baño.
En las preliminares de la creación
de la institución portuense, llevados
a cabo con riguroso secretismo, la formación de la asociación requería la integración de personas fieles o simpatizantes del Régimen, por lo cual los artífices fundadores encontraron pronto
el apoyo del Gobierno Civil y el de la
Capitanía General de Canarias, además de intelectuales con espíritu insular y regional, e incluso nacional, bajo
la eficacia del alcalde Isidoro Luz Carpenter y de Antonio Ruiz Álvarez, entre
otros como Alberto Sartorio, Eduardo
Westerdahl y Celestino González Padrón.
Realizados los trámites, y una vez
autorizados el 31 de julio de 1952 la incorporación del Instituto de Estudios Hispánicos al Instituto de Cultura Hispánica
de Madrid, que a la sazón dirigía Alfredo
Sánchez Bella, así como la aprobación
de los estatutos aprobados por el Ministerio de la Gobernación el 30 de oc-
Casa de la Real
Aduana del Puerto
de la Cruz, donde se
haya, abierto al
público, el Museo de
Arte Contemporáneo
Eduardo Westerdahl
(MACEW)
tubre de 1952, se procede al acondicionamiento de los locales que el Ayuntamiento había cedido en los bajos del
edificio de la calle Quintana, y, en ese
intervalo, el nuevo organismo cultural organiza diversos actos en diferentes
centros sociales y de recreo de la localidad, como el Casino Puerto Cruz, el
Cinema Olympia y el Círculo de Iriarte; el primero de los cuales tuvo lugar
el 21 de septiembre de 1952, a cargo
del famoso arquitecto Alberto Sartoris, cuya conferencia llevó por título
“Esquema panorámico del arte moderno”. Los sucesivos actos hasta febrero de 1953 corrieron a cargo del jesuita Ramón Cué, los poetas Luis Rosales Camacho, Pedro Lezcano, Pedro García Cabrera, y los escritores Domingo
Pérez Minik, César González Ruano,
Luis Álvarez Cruz y el artista sueco Eric
Nerlow, con una exposición de óleos
y acuarelas presentada por el crítico
de arte Eduardo Westerdahl.
La filosofía de actuación inicial de
la asociación cultural que presidía Isidoro Luz Carpenter se fundamenta en
la creación de cursos para extranjeros. Esta iniciativa fue sugerida por Joaquín de Entrambasaguas y Peña,
quien a la sazón era director de los
cursos para extranjeros en Madrid, y
que tuvo gran repercusión y acercamiento en la corriente turística internacional que nos visitaba. El primero
31
EL DÍA, jueves, 28 de marzo de 2013
se denominó Curso de Invierno para
Extranjeros, y fue clausurado el 31 de
marzo de 1952 en el Círculo de Iriarte,
con una matrícula de 108 alumnos, entre
ellos, 48 extranjeros de diferentes nacionalidades. Asistieron las más representativas autoridades de la provincia y personalidades de las letras y las
artes, con la intervención de elocuentes
oradores. Otra de las creaciones fue
la del museo de arqueología canaria,
acoplado a uno de Historia Natural y
el de pintura moderna; este último,
a constituir con obras de aquellos artistas que expusieran en sus salas. También se contemplaba la creación de un
cuadro de bailes regionales; organización de una Biblioteca Hispánica,
que se nutriría de donaciones particulares y diversos canales, siendo destacable la valiosa colección de 2.300
libros del Gobierno del Brasil referidos, en su mayoría, a la figura del taumaturgo Padre Anchieta; el fomento
de la comunicación entre el Puerto de
la Cruz y los isleños residentes en América, así como asociaciones culturales y centros de divulgación y bibliotecas.
Como se puede apreciar, la Junta Rectora del Instituto, todavía en formación, inicia algunos de sus objetivos
en el mismo año de 1952. Independientemente de los cursos para extranjeros, resulta destacable la creación,
con fecha 30 de septiembre, de las salas
de Arqueología Canaria Luis Diego Cuscoy y de Pintura Contemporánea
Eduardo Westerdahl. El primero se vería
enriquecido con las donaciones particulares de Telesforo Bravo Expósito
y Celestino González Padrón, y, fundamentalmente, de los fondos del antiguo Museo Gómez, propiedad del matrimonio Juan González Sanjuán y Leticia Gómez de González, consistentes
en cerámica aborigen y otros utensilios de gran valor, al igual que restos
momificados guanches, mapas del siglo
XVII, colecciones de mariposas, armas,
maderas de los montes públicos de Canarias, etc. En la actualidad, estos fondos se albergan en el Museo Arqueológico Municipal de la ciudad desde
1991.
En cuando al segundo museo cuenta
con el privilegio de ser el primer centro de arte de su tipología fundado en
España y las obras pictóricas bajo las
siglas MACEW, después de permanecer
en la sede con riesgo de deterioro desde
1965 hasta junio de 2007, año en que
los cuadros se vienen exponiendo de
forma permanente en la Casa de la Real
Aduana, espacio cedido provisionalmente por el Cabildo Insular de Tenerife hasta la ejecución de la futura (¿?)
sede en el viejo Parque de San Francisco, dentro del proyecto contemplado
por el Consorcio para la Rehabilitación
del Puerto de la Cruz.
Sin temor a equivocarnos, estos centros museísticos son un referente cultural y turístico de gran significación
para el municipio; en especial el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo
Westerdahl (MACEW), dada la calidad
de las obras expuestas y de sus autores.
versidad de La Laguna, Alberto Navarro González; el presidente del Cabildo
Insular y Mancomunidad, Antonio Lecuona y Hardisson; el director del Instituto de Cultura Hispánica, Alfredo
Sánchez Bella; el catedrático de Literatura de la Universidad Central Joaquín de Entrambasaguas y Peña, el delegado del Ministerio de Información y
Turismo, Carlos García Gutiérrez; el
presidente del Instituto, Isidoro Luz
y Carpenter, y Ramón Bela y Armada,
Constituida, por primera vez, la asociación cultural bajo la denominación
Instituto de Estudios Hispánicos, y con
el fin “de fomentar la cultura española
e hispanoamericana, exaltar el contenido apostólico y cultural de la hispanidad, y estudiar la presencia canaria en el pasado de la hispanidad”, en
sesión celebrada en el salón de actos
del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz
el 12 de febrero de 1953, la Junta Directiva electa se configuró con la presiden-
cia a cargo de Isidoro Luz Cárpenter;
vicepresidente, Celestino González
Padrón; secretario general, Antonio Ruiz
Álvarez; secretario de actas, Juan Felipe
Machado García; tesorero, Antonio Ascanio Monteverde, y como vocales Salvador Pérez Pérez, Fernando Carmona
Barreda y Gundemaro López-Mora Hernández, además de un elenco de vocales representantes de organismos
oficiales, y el obispo de la Diócesis, independientemente de los numerosos
miembros de honor aprobados en la
segunda sesión del 14 de febrero del
mismo año.
La fundación oficial del Instituto de
Estudios Hispánicos del Puerto de la
Cruz y del MACEW se produjo el 28
de marzo de 1953. El memorable acto se celebró en el teatro Topham, “con
el escenario engalanado con las banderas de todas las naciones hispanoamericanas”. Se inició con la lectura
de la memoria reglamentaria por el primer secretario general del Instituto,
Antonio Ruiz Álvarez, para tomar seguidamente la palabra el presidente Luz
Carpenter, quien leyó un interesante
trabajo histórico “acerca de la obra e
influencia de los isleños en América,
aportando una enumeración de nombres ilustres que en el nuevo continente
tuvieron su asiento y arraigo”. Puso
fin al acto Sánchez Bella, quien glosó
“de manera maestra el concepto de Hispanidad en su amplio contenido y aludió a la tarea que habrá de asumir el
Instituto que se inauguraba en ese sentido de servir de nexo para el mejor
entendimiento con los pueblos de Hispanoamérica”. Asistieron el capitán
general de Canarias, Carlos Martínez
de Campos y Serrano, duque de la Torre;
el gobernador civil de la provincia, Carlos Arias Navarro; el rector de la Uni-
Fachada principal
de la sede del
Instituto de Estudios
Hispánicos de
Canarias, en la
céntrica calle
Quintana, 18, de la
Ciudad Turística
jefe de intercambio cultural del Instituto de Cultura Hispánica, entre otras
personalidades y demás miembros de
la directiva del Instituto.
Hay que reconocer el gran esfuerzo
por parte del Instituto en los primeros y decisivos momentos de su
arranque, ya que sin recursos económicos y en poco tiempo llevó a cabo
una intensa labor cultural, a pesar de
la desventaja de no poder invitar a destacados hispanistas residentes en la
Península por lo costoso de los viajes,
teniendo que limitarse a las visitas de
personalidades de las letras y las artes
que llegaban a Tenerife, y que en su
mayoría eran catedráticos, poetas, escritores y artistas que secundaron asimismo los intelectuales residentes y
canarios, con los que se organizaban
y consolidaban diversos actos culturales estructurados por la Junta Directiva, muy en particular por su presidente, Isidoro Luz Carpenter, y la eficaz gestión del secretario general, Antonio Ruiz Álvarez, quien, vinculado al
mundo universitario y de la intelectualidad, encontró la más decidida colaboración por parte de los catedráticos
de la Universidad de La Laguna, logrando así “desplazar la actividad universitaria al Instituto de Estudios
Hispánicos”.
Así, a grandes rasgos, y a modo de
rememoración en su ya sexagenaria
vida, fueron los primeros pasos de la
Fuentes consultadas:
Libros:
Guimerá Ravina, Agustín (1991). El hotel Taoro. Cien años
de turismo en Tenerife 1890-1990.
Hernández González, Manuel (2003). Instituto de Estudios
Hispánicos de Canarias 1953-2002.
González Lemus, Nicolás y Hernández Pérez, Melecio (2010).
El turismo en la historia del Puerto de la Cruz a través de sus
protagonistas.
Prensa:
LA PRENSA, 14-06-2002. Hernández Pérez, Melecio. SOS:
¿Para cuándo un edificio idóneo y digno para la sede del Ins-
entidad cultural más importante que
ha tenido y mantiene el Puerto de la
Cruz a través de su historia como único
centro referente de su género en la Islas.
Llega, pues, el 60º aniversario fundacional del Instituto en trances de dramática crisis, cuando son palmarias
las restricciones de las administraciones
públicas que lo sustentan con sus subvenciones, algunas de las cuales las
han reducido a valor cero y que, de
seguir en esa línea descendente, podría peligrar su sostenimiento y abocar la institución al cierre.
Las demás aportaciones corresponden a los socios, los ingresos del
curso de español para extranjeros y
las esporádicas ayudas de la empresa
privada, entre otros de escasa cuantía. Por tanto, cada vez son menores
los medios para cumplimentar las prioridades de la programación anual, que
forma el cuerpo fundamental de las
actividades culturales en todas sus variantes, si no fuera por el más importante de los recursos, el factor humano,
que no solo impera en la directiva que
preside Nicolás Rodríguez Münzenmaier, secundado por su secretario general, Jerónimo de Francisco Navarro,
y la diligente Iris Barbuzano Delgado,
sino también por el resto del colectivo
integrante, el cual, con generosidad,
esfuerzo e iniciativas destaca y colabora significativamente en la participación de intelectuales y artistas
que, de forma desinteresada y altruista,
contribuyen a mantener con dignidad
viva la llama de esta prestigiosa institución que ostenta las medallas de
Oro de la Isla de Tenerife y la del Ayuntamiento de la ciudad del Puerto de
la Cruz.
El acto conmemorativo del 60º
aniversario del IEHC y del Museo Westerdahl se celebraba el 27 de marzo,
un día antes, por ser el 28 jueves Santo.
Consistía en la proyección del documental “Aislados”, de Miguel G. Morales, y a continuación, mesa redonda
con el tema “Eduardo Westerdahl, entre
amigos”, moderada por el director del
MACEW, Celestino Hernández Sánchez,
y en la que intervienen Vicente Saavedra, Maribel Nazco y Carlos A.
Scharwt.
Que no olviden el conjunto de la
sociedad y de las entidades vinculadas con el negocio del turismo que la
cultura y otros factores hartos reconocidos son incentivos imprescindibles para el sustento y funcionamiento de la industria turística de calidad,
único e irreversible sector para la vida
socioeconómica del Puerto de la
Cruz y de las Islas.
tituto Hispánicos de Estudios Hispánicos?
LA PRENSA, 26-04-2003. Hernández Pérez, Melecio.
Antonio Ruiz y los orígenes del Instituto de Estudios Hispánicos.
EL DÍA, 16-09-1971. Ruiz Álvarez, Antonio. Pequeño comentario a unas declaraciones del señor Navarro González.
Otros:
Memoria-resumen 1953-1958. Instituto de Estudios Hispánicos
del Puerto de la Cruz (1959).
Memoria del Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto
de la Cruz, por su primer secretario general y miembro fundador D. Antonio Ruiz Álvarez (1953).
32
jueves, 28 de marzo de 2013, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 868
EL ALCOHOLISMO, UNA ENFERMEDAD PROGRESIVA QUE PUEDE CONDUCIR A LA
LOCURA O A LA MUERTE PREMATURA
Texto: :AldoKokinFinamore
Psicólogo especialista
en alcoholismo y
drogodependencias.
COP. T-2208
S
i usted consigue parar en la
primera cerveza, reciba
mis felicitaciones porque
muchas personas no lo
logran y, lo que es peor, acaban cayendo en el alcoholismo. El alcoholismo es una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de
la Salud (OMS), y además es una enfermedad que no tiene cura, pero puede
ser detenida y controlada.
Cualquier persona que tenga serios
problemas con el alcohol ciertamente no comenzó a tomar un barril
por día. Comenzó lentamente, sorbo
a sorbo, de partido a partido, de fiesta
en fiesta, hasta llegar a este punto terrible en el que se encuentra hoy.
El alcoholismo es una enfermedad
incurable, progresiva y fatal que
conduce a la locura o la muerte prematura (accidentes de tráfico, homicidios, etcétera.)
Las personas que noten que su consumo es diferente al de otras personas no deberían tener miedo de buscar ayuda. En casi todas las ciudades
hay grupos de Alcohólicos Anónimos
(AA) que abrirán sus puertas y corazones para darles la bienvenida, para
acompañarles en una visita o para ofrecerles una buena taza de café. Lo importantes es no tener miedo y no dejar
que los prejuicios y perjuicios que puedan tener les arruinen más la vida. En
Alcohólicos Anónimos todas las personas tienen los mismos problemas.
Si usted puede tomar una cerveza
e irse, bien, pero si no se puede tener
control sobre la bebida y solo se marcha cuando está bien calibrado, no
tenga miedo de buscar ayuda.
El alcoholismo afecta a la persona
en su totalidad, atacando a su físico,
su mente y su espíritu. Si la persona
que busca ayuda solo la dirige a una
de estas partes, no obtiene resultados. El tratamiento debe incluir los
tres componentes.
Si usted puede tomar una cerveza
sin estar compulsivamente pensando
en otra más, no hay problema, pero
si al tomar la primera ya está pensando
en la segunda, en la tercera o en muchas otras por venir esté alerta. Comience a prestar más atención a sí
mismo, haga una comparación con sus
amigos. Por ejemplo, pregúntese si se
están riendo con usted o si están riendo
de usted. No se equivoque, la mejor
persona puede hablar con usted es
usted mismo.
¿CONSIGUE USTED PARAR
EN LA PRIMERA CERVEZA?
Pare, piense y reflexione sobre estas pocas líneas y no se avergüence
de pedir ayuda. La vergüenza es tener
el problema y querer engañar a
todos, como si eso fuera posible,
cuando en realidad el error más
grande es no ser tú mismo.
Existen miles de profesionales que
pueden ayudar, pero el primer paso
tiene que partir de sí mismo. Promesas
y juramentos rotos no sirven de nada si la ayuda no viene de dentro.
Para el alcohólico enfermo, una cerveza y mil son muy pocas.
En Alcohólicos Anónimos se facilita a las personas que llegan nuevas
un plegable con doce preguntas para
que, a manera de test, determinen si
son o no alcohólicas. Muchos no necesitan responderlas porque el dolor y
el sufrimiento (el fondo), ya les han
hecho efecto y los han traído hasta
allí. Otros, al responderlas, casi no salen
de su asombro, pues nunca creyeron
tener problemas con la bebida. En esas
condiciones deciden acudir a las
reuniones.
Pero hasta allí. Nada más. Muchos
de los que llegan se convierten en simples huéspedes creen que todo el programa consiste solamente en tapar la
botella y vivir el resto del tiempo abstemios, secos, yendo a reuniones y
escuchando lo que dicen los demás,
a veces tan confundidos y equivocados
como ellos.
Alguien puede aceptar que es alcohólico y que puede ser miembro de
Alcohólicos Anónimos y decirlo así,
sin tapujos, pero sin sentirlo, porque
una cosa es decir que se es alcohólico y otra bien distinta sentirse que
lo es. Ahí está la gran diferencia entre
el decir, el ser y el hacer.
Se acepta la enfermedad pero no se
acepta el programa espiritual de recuperación: “Los Doce Pasos”; la nueva
forma de vida de AA. Muchos siguen
rebeldes, no se rinden, y hasta siguen
buscando fórmulas más fáciles y
cómodas de salir adelante. Pero casi
siempre lo pagan caro porque reinciden.
Cuando uno ha tocado fondo,
cuando se ha visto casi al borde de
la muerte, cuando ya ha perdido todas
esperanzas y posibilidades y cuando
ya se han agotado todos los recursos,
entonces es cuando se dispone a hacer
cualquier cosa que sea necesaria
para que acabar con la inclemente obsesión, para salvar su vida. De lo contrario se queda en AA sin beber, vegetando, estancado, sin hacer nada, incomodando, molestando, hasta que
llega un remolino emocional y se lo
Aunque se la considera una
ENFERMEDAD INCURABLE,
puede ser detenida y controlada
El tratamiento se dirige a la parte
FÍSICA, MENTAL Y
ESPIRITUAL de la persona
lleva nuevamente.
Espero que su caso no sea así. Y aunque sea así, todavía tiene oportunidad. Sincérese, bájese del pedestal en
donde se encuentra, admita humildemente su condición y pida ayuda.
Tenga la seguridad de que la va en-
contrar. ¡Pero pídala!
Lo primero que una persona tiene
que hacer para superar un problema
es admitir que lo tiene. Y todos los seres
humanos tenemos problemas, de
cualquier clase, pero los tenemos. Segundo, pedir la ayuda. Solo es muy
difícil, por no decir que imposible, sobre
todo en el caso del alcoholismo, salir
adelante. Por eso acudimos al médico,
al psicólogo, a Alcohólicos Anónimos,
al consejero, al padrino, a alguien que
nos oriente y ayude. Y tercero, hacer
lo que nos dicen.
La acción del programa de Alcohólicos Anónimos le ha dado resultados positivos a más de cuatro
millones de hombres y mujeres en el
mundo que hoy viven, tranquilos, felices y útiles, gracias a su trabajo con
“Los Doce Pasos”.
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