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Do] presente estado tuim. 9? resulta q u e la ju nta de m u e ­
lles d e este p u e rt o y ria , creada por Real ord en de 25 de
D ic ie m b re de 1 8 5 2 , ha invertido hasta la fecha en obras de
n u e v a construcción de m u e l l e s , y rcpacion de dos trozos a n ­
t i g u o s , asi como en la limpieza ^ s e g u r i d a d de la ria , la ca n ­
ti dad d e 3 8 , 5 5 4 rs, vil. con 15 m r s . , debiend o tenerse p re s en ­
te q u e los arbitrios concedidos de 4 rs. c-u cada (anega de sal,
y 2 rs. vil. en cada libra de tabaco q u e consumiese este v e ­
c i n d a r i o , ca duc aro n el segundo año de su concesión , por no
h ab er accedido el in te nde nt e de S a n ta n d e r -i que hiciese el
p u e b l o el acopio de dichos artículos.
Solo ex iste, sin h ab erlo podido co bra r con motivo de la
g u e r r a , e! valor del a r bi tr io sobre el acopio de tabaco para
tres meses, que p e rc ib ió , y no ha pagado D. G re go ri o José
G o n z á l e z , p ro c u r a d o r de esta villa en 1834.
T a m p o c o ha sido da b le realizar por la misma causa el
co bro del impuesto del ag u a rd ie n te co rr es p o n d i en te á 1030;
pero tanto del a n te ri or alcance del ta ba co , como de este do
a g u a r d i e n t e , se esta acti va nd o la cobranza. L im p ias 25 de
N o v i e m b r e de 1040.'— ll am ón A ntonio de la P i e d r a , presi»
d e n t e . = M i g u e l A ! b o . = F e r m i n do la L a s tr a .- - C a s to Ma ría
R i v e r o , " —J u a n Ap o li na r F e r n a n d e z , vocal secretario interino.
D E LAS OBRAS HISTORICAS.
L a historia es, de todos los géneros de li te r a t u r a p ro sa i­
ca , el que mas se acerca a la o r a t o r i a , asi como la novela á
la poesía. Exígese del h is tori ado r, aun mas que del filósofo,
elegancia sostenida sin afectación, pureza y corrección de l e n ­
guaje., ar monía y ro tu ndi da d en la liase Pero estas dotes d e ­
ben estar unidas á mucha sobriedad en e! uso de los adornos,
y gran tino y economía en su distribución. Es muy diílcil ser
el ega nt e sin d ej a r de ser sencillo; y este es precisamente e ’l
p ro o 1emo (pie debe reso lv er torio escritor de obras históricas.
Noso tro s no hab lar em os aquí de íe.r> pre ndas que fácil­
mente se conciben como necesarias en toda historia , la v e r a ­
c i d a d , la im p a r c i a l i d a d , gra n d e instrucción en los hechos,
m u ch o discernimiento crítico , sanos prm ci pios en m o r a l , po ­
lítica y legislación. Estas cua lidades no pertenecen á la lite­
r a t u r a p ro pi am en te dicha : perten ec en á la filosofa y a l a e r u ­
dición í y deb en suponerse en todo escritor histórico. Si no las
t i e n e , por mas e le g an te q ue sea su estilo, por esmerad a q ue
sea su e l oc uc ió n , podrá a d q u i r i r , como el ab at e Saint R ea l,
la reput ació n de un novelista a g r a d a b l e : mas no p od rá e l e ­
v ar s e á la di g ni da d de historiador.
P er o no hay d ud a que au n q u e el escritor posea los dotes
filosóficos qu e acabamos de menci ona r , no podrá d a r á su li­
b r o la fama e ínteres q ue m er ecería por el fondo de las cosas,
si el desaliño del estilo ó la incorrección del le nguaje lo h a ­
ce no solo d es ag ra d a b le ' en la l e c t u r a , sino también confuso
y difícil de e n t e n d e r ; ó bien afectando o rn am en to s ambiciosos, ag euo de la noble sencillez con q ue d eb e expon er se la
v e r d a d . Ni un histor ia dor d eb e ser tan d es car nad o como Jas
antiguas c r ó n ic a s , ni tan el e v a d o y pomposo como la E nei da
ó la Iliada.
T od o s los escritos históricos , de cu a lq u ie ra clase q ue
S€au, constan de un eleme nto c o m u n , Ici narración. V oy con­
si g u ie n t e, las reglas li terarias á (pie están sometidos, son tres:
el í n te re s , la verosi mil it ud y la u n i d a d , á las cuales d eb e
satisfacer la narr ac ió n de un hecho cu a lq u ie ra so pena de
d e s a g ra d a r. Si el escritor no sabe in sp ir ar Ínteres á lo q ue
c u e n ta ; si lo cuenta de tan mala traza , que a u n q u e sea v e r ­
d a d nos parezca fingido: en fin, si las diversas partes de la
nar rac ió n están dislocadas y mal unidas e n t r e s í , es imposible
q u e el libro nos inst ruy a ni nos deleite.
E l Ínteres de la narración histórica no resu lta solamente
de la natu ra le za de la obra. C la ro esta que siendo iguales to­
das las demas cosas, se i n te re s a d a mas un lector con Ja his­
toria de su nación que con la de los pueblos ex tr ang er os. P e r o
aq u i hablamos del ínteres qu e resulta de la m an er a de c o n ­
t a r ; del colorido casi d ram át ic o q ue los g ra n d e s escritores
saben d a r a su n ar r ac ió n: del ar te de g r a d u a r Ja elocuencia
a la imp ortancia de los sucesos. Parccenos q ue estamos asis­
tiendo á la representación de un d ra m a cua ndo leemos en T i ­
to L iv io la expulsión de los Tu re pu n te s , la retirada de la p l e ­
be al mont e S a g r a d o , la caida de los D ec eu vi ro s, las carona^
ñas de Anuí bal en Italia , la d e rr o t a de los cartagineses en el
M e t á u r o . T i e n e este inimitable hist oria dor el ar te de inspi­
ra rn os p or la suerte de R o m a en aqu ellas div ersas ci rc un s ­
tancias el mismo Ínteres q ue tu vi er on en las épocas que des ­
c r ib e los ciudadano s de la capital fu tu ra dvl mundo. S en ti­
mos las mismas congojas qu e e ^ o s en el p e li g r o : la- misma
al eg rí a en el tr iu n f o : y d u r a n te la l e c t u r a , somos romanos.
U n historiador de nuestro s ig l o , K a r a m s i n , en la historia
d e R u s i a , su p a t r i a , se asemeja .mucho á T i t o L iv io en esta
dote, p ri n ci pa lm e nt e cu and o describe á los rusos, vencidos y
esclavizados por los mogoles, y después v eng and o su h u m i ll a ­
ción pasada en la batalla del T an ai s bajo el m a n d o del v a l e ­
roso Demetrio Donski.
N u e st ro M a ria na , de s m ay ad o á veces cuand o d es cri be su­
cesos de poca im p o r t a n c i a , recobra todo su vigor en la n a r ­
ración de la restauración de A st ur ia s por P e l a y o , de las con­
quistas de T o l e d o , Z a r a g o z a , V a l e n c i a , S ev il la y G r a n a d a ,
y de las batallas de las Na v as y del Salado. .En estas circ uns ­
tancias críticas es un g ra n pintor.
Los historiadores griegos y romanos, p a r a . d a r á su n a r r a ­
c i ó n u n < a s p e c t o mas d r a m á t i c o , solían pon er razonamientos,
escritos por clips mismos, en boca de los personajes históricos.
A lg u n o s críticos han ce nsu rad o esta c o s tu m b re , como opuesta
ú la v e r d a d .
Nosotros no opi namos del mismo mo do . E n h o r a b u e n a que
c u a n d o eor.ste de la historia lo que d ije ro n , no se al te ren stis
p alaoras. P e r o cua ndo no co n st a , ¿ q u é incon ven ien te hay en
hacerl es dec ir ¡o q ue re al m ent e d i j e r o n , a u n q u e sea con d i­
versas voces? Es claro qu e Luc recia antes de dars e la "mu er­
t e , (lió cuenta á su p a d re y m ar id o del at ent ado de Se x to T a r quinio. Es claro qu e J u m o B ru to descubrió en a q u e ll a esce­
na tan cruel que su imbecilidad era fingida. ¿ Q u é c r i m e n co­
m et ió f i l o Livio con tra la v erd ad histórica, poniendo en boca
d e ambos personajes pa la br as conformes a su si tuación, á su 3
septiniicutos y a su c a r á c t e r ? No hay pues infracción de v e r d a d ; y se aña den á ía n arr ac ión bellezas q ue la hacen d o b le ­
m e n t e interesante.
Sa l u s ti o j q u e puso en boca de Catón y de César dos o r a -
? iones en sentido opuesto sobre ei castigo de los cómplices de
(ia ti! i na , no faltó en nada á la v e r d a d , a u n q u e fuesen ambas
compue st as por él. H u b i e r a faltado al p r i m e r d e b e r de un
histor ia dor , si hubiese puesto en boca de Cicerón una oración
diferente de la que a r ra n c ó á este cónsul la indignación v ie n ­
do e n t r a r á Catilina en el Senado. Asi es q u e ni la sus tituyó
por otra ni la insertó en su historia , y se contentó con decir
que Cice rón hizo una oración e x c el e nt e y útil á la repúb lic a.
A i I i no le fue lícito i n v e n t a r , p o r q u e eran conocidas las p a ­
la bras que el cónsul había pro nunciado.
La belleza no disculpa al hi storiador que falta á la v e r ­
d a d ; pero cuan d o esta q ue da ilesa, no sallemos por qué ha de
p riv ar se al esc ri to r, no ya de un artificio inocente para hacer
a l a r d e de sus prendas oratorias , motiv o q ue si em p re nos p a ­
recerá f ú t i l ; sino de un medio m uy o p o rt un o para a u m e n t a r
el interés de la n a rr a c ió n , dándole cará cte r dram átic o.
M a s para q ue esta licencia , que según nosotros debe p e r ­
mitirse á los historiadores, se use con d e r e c h o , es menester:
i r que--conste que e! personaje histórico hab ió: 2? qu e no se
sepan li te r al m en te las pala bras (pie dijo : 3? que se pongan
en su boca Rs (pie e l i g í a la si tu ac ión, su ca rá cte r y..la. série
de los sucesos. S e n a una neced ad (pie el historiador de las
can', pañas do ihouepart.e en Italia inventase arengas á los sol dados í ranee se s para ponerlas en boca de aquel g e n e r a l ; pues
se sebe que no les arengó , sino les., hizo proclamas. P er o M a ­
riana no com-'‘lió! ninguna falta poniendo-oraciones en boca del
Rey D. Rodri go y de ¡TanLantes de ía baU i 1a del .G uadal ete , y (je -D. P e I a } o incitando a los asturianos á que r e s t a u r a ­
sen }« monar quí a. Y fiase si les hizo decir io que debían a t e n ­
didas las ct rcunMam-ias en que se b ai l ab an ; y estemos ciertos
d e q u e si no lo di jeron con las mismas p a l a b r a s , lo dirí an con
et ras.
•
«,
Cuando- el prnr.a miento es el mismo , la variación do las
voces no es im por Unte; ¿ Se cu lpar ía por falta do ver a ci da d
á un español que escribiendo lo historia de Fra nc ia , t r a d u j e •
se. en su Rugo.a a:i céle bre dicho de E n r i q u e iv : sai. vez ;non
panadie blan c*.? ¿ S e exigiría d<:i escritor q ue dejase estas p a­
labras en fr a n c é s, por que el R ey no las dijo en c a st el la n o ?
Pues (? qué mas tiene t r a d u c i r e! pensamiento de un idioma
á otro que de una frase á otra d en tr o de un mismo i d i o m a ?
La segun da c u a lid ad necesaria á la n a r r a c ió n , bien o r a ­
t o r i a , bien histórica , es la verosimilitud. Sin ella pierde su
lustre la v e rd a d misma.
La verosimilitud se conseguirá siemp re q ue se e x p li q u e n
bien las causas de los aco nt e ci m ie n to s; cs ta s; consisten en los
caracteres de los personajes, en el espíritu de las naciones,
en sus intereses políticos ó in d us tr i al e s, en la forma de su
Gobierno. Sue len com binarse con estos el ementos p e r m a n e n ­
tes ios juegos de la fort una ; pero semejante combinación co n­
tr ib u y e mas bien á ac el er a r el desenlace qu e á p ro duc ir lo .
Seria muy poco instruido en la historia rom ana el que a t r i ­
buyese la caida de su p ri m e r m o na rq uí a al despotismo de T a r quino el S o b e r b i o , ni al at entado de su hijo contra Luc re cia.
El trono lúe m in a d o por sus cimientos desde la ley de Ser vio
T u l i o (pie puso todo el p od er legislativo en manos de los p a ­
tricios. Do n d e q u i e ra q ue haya u na aristocracia poderosa y
h ere di ta ria ju n to á un trono e l e c ti v o , es im posible q ue np
suc um ba la a u to ri d a d Rea l. Díganlo si no R o m a , Venec ia y
Polonia; Per o. no p u e d e negarse que la m a l d a d de Sex to T u r ­
quino aceleró el triunfo del patriciado.
ELI espíritu de los pueblos es una de las cansas mas c o ­
munes de los sucesos. Los castellanos de E n r i q u e iv el I m ­
potente que peleaban con d es ven ta ja contra los moros g r a n a ­
dinos, 30 años después tr iu nf ab an en Italia de los franceses
y de los suizos. ¿P o r qué ? p or que el espí ri tu belicoso de la
n a c ió n , a d q u i ri d o en ocho siglos de p e r p e t u a l i d , pero d i r i ­
gido siniestramente hacia las divisiones y g u e r r a s intestinas;
puesto en a c ti vi da d y bien guiad o por los R eye s Católicos,
debió n a t u r a l m e n t e d a r la s u p e r io r id a d á los ejércitos espa­
ñoles.
E l ca rá cte r de los personajes es un el em e nt o ig u a l m e n t e
poderoso. Catilina y César asp iraron á ti ra n iz ar la repú blic a.
E l p ri m e ro s uc um bi ó ante el pat riotismo y vigilancia de un
cónsul no militar. César tr iu nfó de P om p ey o . E l espíritu del
puebl o romano en aq u e ll a época era bastante fa v o ra b l e á una
y otra e m p r e s a ; pero Catilina no era, mas que un m al v a d o ,
y C é s a r , á pesar de sus vicios , un g ra n d e h o m b re .
m
P o r esta razón m ir am os no solo co m o .u n a d o r n o , sino co­
mo una necesidad de la historia los re tratos q ue suelen h a ­
cer los historiadores de los hombres ilustres. P re sc in d ie n do
de las bellezas d e elocución q u e caben en el lo s, y del p l a ­
cer con que vemos descritas las v irt ud es y vicios de los p e r ­
sonajes hi st óri cos , es casi imposible c o m p r e n d e r bien los s u ­
cesos sin conocimiento de los ca ra ct e re s, s e ñ a la d a m e n te en las
épocas en que un h o m b re solo ha d om i na do todo un siglo.
Y. a u n q u e estas no son comunes en ja historia u n i v e r s a l , lo
son sin e m b a r g o en la p a r t ic u la r de las naciones.
EN imposible en ciertas épocas c o m p r e n d e r cómo se han
establecido en otros tiempos ciertas instituciones r e pu g na nt es
a la razón y qu e parecen absurdas. Con nuestra civilización
y nuestras ifieas de justicia nds parece imposible* q ue haya
podido establecerse y d u r a n t e ' t a n t o s años el sistema feudal.
Obl igación es del historiador de la edad media ex p li c ar c ó ­
mo ¡a situación en q ue se h al la r on los pueblos b árb ar os del
N o r t e , d espee s de conquistadas las provincias del imp erio de
Occidente.,, h i z o , no solamente verosímil , sino hasta cierto
punto necesario aq uel ord en social, que ahooa-¿Úbsopa.rece , y
con razón , tan m o ns tr u o so , pues reunía en sí solo todos los
males del despotismo y de la an arquí a. O tr o s m u chos f e n ó ­
menos , igu al m e nt e inverosímiles en a p a ri e n c ia , o c u rr e n en la
h i s t o r i a , q ue no p u e d e n ex p lic ar se sin el exame n filosófico
de sus causas. Este ex a m e n es un d e b e r m oral y lit er ar io del
insto ria doré
La un id a d hace mas enlazados y p or con si guiente mas
perc eptibles y verosímiles los acontecimientos. E x a m i n a n d o
con cuidado R -h is to ria de una nación , se verá q ue á lo m e ­
nos en largos períodos se ha visto sometida á un princi pi o
gen era l qu e domina en todos los sucesos. E st e principio g e ­
neral constituye la un id a d histórica. .Todos los anales de R o ­
ma están co m p re n d id o s en estas dos p al a br as : república con -
quietadora, .
Los progresos de sus conquistas desde q ue ase guró sil li­
b e r t a d : la caida de la re p ú b li c a , apenas tu v o á sus pies casi
todo el m u nd o ci vilizado : el establecimiento del im p er io m i ­
li t a r , la ruina de este im per io c u a nd o las naciones bárba ra s
f u e r o n su& a l i a d a s , las p ri n ci pa le s v i c t o r i a s , ' d e r r o t a s y r e v o ­
luciones de (os romanos están con tenidas como en un germen
en e! n o m b r e de pueblo R e y q u e d e s dió V i r g i l i o .
Es fácil de h a l l a r esta u n i d a d in d aga ndo el es p ír i tu que
ha a n im a do á las naciones: p o r q u e este espí ri tu , a u n q u e tal
vez se al te re ó se d e g e n e r e , nun ca llega á b or ra rs e en te ra ­
m e n t e , como se ve en la aversión de los españoles á la do»
minacion e x t r a n j e r a . La E s p a ñ a del siglo x i x es m u y d i v e r ­
sa de la de V i r i a t o , P e l a y o é Iñ igo A ri st a : sin em b ar g o , ha
hecho tantos esfuerzos p ar a sostener su in d ep en de nc ia , como
los héroes de la edad an ti gu a y media.
Guando el esp íritu de una nación se c o r r o m p e , es m u y
difieii de en c o n tr a r la u n i d a d , p o r q u e entonces se establece
la lid de los principios , y g e n e r a l m e n t e acaba por tr iu n f a r
el ú l t i m o , ó á lo m e n o s, por modificar n o t a b l e m e n t e al pri­
mero. ¿ Q u i é n reconoce en los romanos d e g ra d a d o s de H o n o ­
rio ei p a tr io ti s m o , el v a l o r , la alta política , no y a de los C a­
milos y ELscipiones, pero ni aun de los T r a j a n o s y Antoninos , ni aun los vicios b ri l la n te s de los Césares y Antonios?
E n lu g ar de las pasiones públicas d om in a ba n los intereses y
placeres priv ados. ¿ E n qué parte e n c on lr a ri am o s entonces a l ­
gún principio de u n i d a d ? Lo mismo p u e d e decirse de los
griegos bajo los sucesores de A le ja n d ro . E l principio d e m o ­
crático que. fue el al m a de las r e pú b li c as g r i e g a s , y que dió
a su historia b r e v e s , pero gloriosas p á g i n a s , existia solamen­
te en ía ac ademi a , en el Pórtico., en las escuelas filosóficas.
Di s pula Ran- fervorosa men te sobre ab st ra c c io n e s: pero y a se
había a b a n d o n a d o !a escena pública.
Obsérvese.-que para q ue un principio p ue da constituir
uni dad histórica , es menester q ue sea. moral , esto es, q ue se.
enlace con las ideas comunes y g en era le s de la n a c ió n , sea
par te de su 'inteligencia , y agente hab itu al (le sus acciones.
No basta un impulso a c c i d e n t a l d a d o por un g r a n d e hombre
o por las circunstancias del momento. A rato prolongó algún
tiempo la vida de la li be rt a d en los pueblos de G r e c i a , ó mas.
bien, operó galvánicam ente sobre la libertad q ue ya era ca ­
dáv er. A d q u i r i ó gloria para sí: pero no resucitó el e x ti n g u ir
do es píritu .democrático. ,
H em o s manifestado los medios de d a r ínteres , vero si milijtud y u ni da d á las narrac ione s históricas. No deben c o n t a r ­
se ni lodos los-hechos ni todas las circunstancias. Es m en es ­
te r gran tino en Ja elección. Nosotros aconsejaríamos q ue se
omitiesen los q ue no a ñ a da n ín te r e s , ni c o n t r i b u y a n , au n qu e
sean v e r d a d e r o s , á hacer mas verosímil la narr ac ión ó á ju stifi car el principio de la unidad. P e r o esta re g i a tiené e x c e p ­
ción en las obras de erudi ci ón histórica.
Rést anos que h a b la r de las sentencias m o ral es y políticas.
Es in d u d a b le q ue pro du cen m ej or efecto las q u e van in cor ­
poradas en la narración misma del suceso q ue las sugiere.
S i e m p r e d e s ag ra d a q ue el historiador la i n t e r r u m p a para
afec tar la profesión de p re d ic a d o r moral ó político. Lo m e ­
j o r seria pres ent ar con tal ar te los acontecimientos que é! lec­
tor por sí mismo d ed uj ese la m á x i m a , sin q u e el escritor se
la- a d v ir t ie r a .
Se ha ce le b r a d o m uch o y con razón, el pasaje de Tácito
caussae odie acriores quia iniqiiac. ( E i odio era tanto m a­
y o r cn a n to era injusto) : sentencia qu e está e m b e b i d a en la
misma narración: como esta otra de Sal ustio: saltare magis
caam nccesse est probas . (B a il a b a m e j o r de lo que conviene
á una mu ge i* honesta). ¡ Q u é bien pinta n ues tr o E lu rta do de
Me ndo za á una c o q u e t a , cu a nd o dice que era am iga de ga*
nar va hintadcs y de conservallas ! = A . L.
BOLSA DE M A D RID .
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In scripcio nes en el g r a n l i b r o á 5 p o r 1 0 0 , 00.
T í t u l o s al p o r t a d o r del 5 p or l ü í ) , : 2 8 , 2 9 | , i y 29
con cupones al .c ont ado : 28 , f , 3 0 , 2 8 f , 29§ , 2 9 , 2 8 g , 2 9 £ ,
28-J , 29A» J» ¿» 5 0 | , 29j- y 29|- á v. f. ó vol. y firme: 31,
3 0 , 3 2 , 3 í y , 29-J y 3CU á v. f. ó vol. á p ri m a de 1 , | , 1},
|- y 1 p or 100 con cupones.
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d. f. ó vol .: 25 á 40 id. id. á prim a de \ por 100 con c u ­
pones.
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D e u d a neg ociable de 5 por 100 á p a p e l , 00.
'I d e m sin interés , 6 | y (>£ á 00 d. f. ó vol. : G j y GA á V.
f. ó vol. a prim a de A por 100 nuevas.
Acciones d e l ba n co es p a ñ o l de S an F e r n a n d o , 00.
c am b io s.
f
?
L o n d r e s , á 9 0 di a s , 3 6 - din.
P a r í s , 1 5 - 1 3 á 14.
A licante, I b ,
B a r c e l o n a , á ps. fs., 1|- id.
B i l b a o , din. id.
C á d i z , f b.
. :/
C o r u ñ a , A din. d.
G r a n a d a , A-á A. id.
M á l a g a , | b. , . ...
S a n t a n d e r , 1 id.
S a n t i a g o , d.
S e v i l l a , { b.
V a l e n c i a , f i.d. .
. Z a r a g o z a > pa,r din.
Descuento de letras, á G por 100 al año.
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j
,
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C R U Z . A las siete de la noche. Se v o l v e rá á p o n e r en
escena la a c re d i ta d a ó pe ra buf a en dos actos , mús ica del cé­
l e b r e mae st ro R o s s i n í , t i tu la d a
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LA CENERENTOLA.
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