kenia se necesitan medidas concretas para evitar que haya más

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KENIA
SE NECESITAN MEDIDAS CONCRETAS
PARA EVITAR QUE HAYA MÁS VIOLENCIA YA
CARTA ABIERTA DE AMNISTÍA INTERNACIONAL A LA
COMUNIDAD INTERNACIONAL
ÍNDICE AI: AFR 32/39/97/s
Londres, 10 de julio de 1997
La década de los noventa se ha caracterizado por una serie de trágicos conflictos armados a
los que la comunidad internacional muchas veces no ha estado dispuesta o no ha sido capaz de
poner fin de forma rápida y satisfactoria. «Si hubiéramos podido hacer algo antes del estallido de la
violencia», se ha oído decir a los gobiernos a modo de respuesta. «Si hubiéramos visto lo que se
avecinaba, quizá habríamos sido capaces de evitar este derramamiento de sangre. Pero ya es
demasiado tarde para detener la violencia».
La actual escalada de la agitación en Kenia bien podría ser la primera fase de una de estas
evitables catástrofes de los derechos humanos. Y es ahora cuando debe examinarse lo que está
ocurriendo en el país y qué medidas pueden tomarse hoy para resolver la situación. Si la comunidad
internacional desea evitar más expresiones de pesar y gestos de lamentación en los próximos meses,
es evidente que es ahora cuando se debe actuar.
La reciente oleada de represión brutal ejercida contra los activistas partidarios de la
democracia por las fuerzas de seguridad keniatas, las amenazas de muerte contra los activistas en
favor de los derechos humanos y sus organizaciones y la última reducción violenta de las
posibilidades de disidencia en el país exigen algo más de la comunidad internacional que la mera
condena de las tácticas policiales excesivas, por muy apropiado que fuera al principio. A los
gobiernos de todo el mundo no les debe disuadir la insistencia de los gobernantes keniatas respecto
a que se trata de un asunto interno al margen de la preocupación internacional. Lo que ha ocurrido
en Kenia en los últimos días no es una mera cuestión de política interior. Se trata de que el gobierno
keniata no está garantizando los derechos humanos básicos de sus ciudadanos, a lo que se
comprometió al firmar y ratificar varias normas internacionales de derechos humanos.
Es absolutamente indispensable que la comunidad internacional insista en que se avance sin
más demoras en el camino de las reformas constitucionales y legales necesarias para la creación de
una genuina cultura de derechos humanos en Kenia. Todas las partes implicadas en la crisis actual
deben reunirse inmediatamente en un diálogo serio para garantizar la libertad de expresión, de
reunión y asociación para todos los keniatas. Amnistía Internacional cree que la comunidad
internacional puede desempeñar una función clave de cara a convencer a las diferentes partes de
que se reúnan y emprendan conversaciones destinadas a evitar nuevas violaciones de derechos
humanos. La próxima reunión del Club de París (prevista para agosto) ofrece una oportunidad
excepcional a los Estados participantes para que animen al gobierno keniata a promover un clima
de paz y de respeto de los derechos humanos, especialmente en el periodo previo a las elecciones
previstas para este año.
Con el fin de establecer un sistema eficaz de alerta previa, la comunidad internacional debe
desplegar observadores de derechos humanos, especialmente en las zonas rurales, para registrar las
violaciones y plantearlas ante el gobierno. Se debe ofrecer apoyo público y visible a los agentes
pacíficos en favor del cambio, como la Iglesia y las organizaciones de derechos humanos
independientes de ámbito local. Se debe enviar observadores a los seminarios de educación cívica
organizados por las iglesias y los grupos de derechos humanos y que las autoridades han disuelto
repetidas veces en los últimos meses.
En un manifiesto en favor de los derechos humanos en Kenia publicado recientemente,
Amnistía Internacional pedía al gobierno del país que cumpliera las promesas que había realizado a
la población y que firmara y ratificara las normas internacionales de derechos humanos. Para que
este manifiesto consiga su objetivo, es necesario primero que la comunidad internacional le preste
su apoyo. De no hacerlo en este momento clave, a través de este llamamiento y de las
recomendaciones citadas anteriormente, se puede desaprovechar una oportunidad única de impedir
que una campaña mayoritariamente pacífica en favor del cambio se transforme en un conflicto
abierto.
Indudablemente, los ciudadanos de Kenia, muchos de los cuales han trabajado
incansablemente y con gran riesgo personal por un cambio pacífico, serían los que más sufrirían el
estallido de un conflicto abierto de esta naturaleza. Pero la repercusión que la escalada de la
violencia tendría para las perspectivas de la economía keniata también deben mover a una grave
preocupación internacional. Sin una solución global a los problemas a largo plazo de los derechos
humanos en Kenia, la amenaza que pesa sobre los negocios internacionales y la inversión en el país,
sólo puede hacerse mayor.
Sabemos que la presión internacional sobre el gobierno keniata puede ser eficaz. En
noviembre de 1991, la comunidad de países donantes retiró su ayuda a Kenia como consecuencia
de la presión nacional e internacional en favor de la instauración de un sistema multipartidista y de
la preocupación existente por una situación de corrupción generalizada. El gobierno keniata
legalizó a los partidos de la oposición en el plazo de tres semanas y, en 1992, se celebraron las
primeras elecciones multipartidistas. Posteriormente, los países donantes restablecieron la ayuda en
diciembre de 1993. Amnistía Internacional no está pidiendo que se suspenda la ayuda humanitaria a
Kenia. Pero le gustaría que el mantenimiento de la ayuda se vinculara firmemente a las cuestiones
de derechos humanos, entre ellas la reforma legislativa y constitucional y el fin de las violaciones de
derechos humanos, una práctica endémica en el país mucho antes de los recientes sucesos que se
convirtieron en noticia la semana pasada.
En junio de este año, presidí una delegación de Amnistía Internacional a Kenia y advertí a
la comunidad internacional de que cómo no se intentara resolver en serio la situación de los
derechos humanos en el país, la violencia aumentaría. Desgraciadamente, la advertencia ha
resultado premonitoria en los últimos días y en las manifestaciones y disturbios ocurridos en los
parques y calles de Kenia han muerto unas 16 personas. De los Estados de la Unión Europea,
Estados Unidos y Japón ha surgido una corriente de denuncia del uso de fuerza excesiva. Pero
hagamos que esta indignación sirva de catalizador de medidas más concretas. Ha llegado el
momento de hacer saber al gobierno keniata de forma inequívoca que ha cruzado una raya y que no
va a tolerarse. Ha llegado la hora de que se haga saber a las fuerzas partidarias del cambio pacífico
en Kenia que su lucha no va ser olvidada ni abandonada. Ha llegado la hora de conseguir que Kenia
se convierta en la catástrofe de derechos humanos de los años 90 que no llegó a producirse.
Pierre Sané
Secretario general de Amnistía Internacional
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