Sonrisas de una noche de verano

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Sonrisas
de una noche de verano
(Sommarnattetu Leende)
Sueca, 1955.
Dirección y guión: Ingmar Bcrgmun.
"Los jóvenes siempre se aman a sí mismos,
aman esle amor a sí mismos y aman al amor',
"El amor es una cosa innoble".
"Los adultos traían el amur como si fuera una
batalla o una exhibición de calistenia".
Las frases salen punzantes, hirientes, melancólicas, irónicas. Las personajes se mueven en la pantalla activados pur una sola fuerza, la primordial)
el amor. Ingmar Bergman nos ofrece un este íilm
una bella y profunda reflexión sobre a! amor humano. El lema por excelencia de las grandes ohias
de arle es tratado magistiulmentc por el director
sueco en esta comedia romántica que realizo en
1955 y que, por varios tropiezos con !a censura, nos
llega nueve años más tarde.
La primera impresión, meramente sensorial, es
la de una obra de belleza extraordinaria: como contemplar ttn cerezo en flor o caminar por el campo
en una noche de luna. Los personajes se deslizan
y los ambientes se suceden en sombras blancas,
negras y grises, deleitando la vista por un lado.
y el oído por otro, con frases poéticas, amables,
incisivas, ingeniosas, amargas, pero siempre profundas. Nos sumergen en un remolino de sentimientos, pasiones y afectos, <}ue buscan desesperadamente su cauce normal, el amor.
El amor es e! lema dramálico del hombre.
¿Cómo podrió considerársele de olra manera? La
única obligación que Dios impuso a la creatura, la
suma de los mandamientos, es amar. Sin embargo,
el hombre progresa en todos los niveles, ulcanza
cumbres con el pensamiento, se desenvuelve ágilmente en los más difíciles campos del conocimiento, pero inn la graia única tarea, deambula, da
palos clt" ciego.
"Pero vi hemos sido puestos en este mundo para amarnos ¡os unos a los oíros..," exclama angustiado, perplejo, el joven teólogo Henrík, como
preguntándose "¿por qué I" hacemos tan mal...?"
Y se retira disgustado de una mesa donde los comensales se expresan del amor como de un asueno
meramente erótico, irívolo, como un campo de batalla de los sexos, donde "triunfa" el que usa mejores estrategias.
En la primera parte del film, desde que abre
hasta la liegada a la mansión de l.i vk-ja Sra. Armfeld (curioso personaje: vejestorio frío, que se limita a observar las angustias de los demás y a
azuzar el amor-pasión, Tínico que ella conoció), asistimos a la desubicación de las parejas: el abogado
Fredrik, con su espasa-niña Anne; la actriz Desíiée
ton su amante, el Conde; el hijo del ahogado, Henrik, con la cmpleadita Petra; la Condesa con su
esposo compartido con la actriz. Todos tristes, frustrados en la realización del amor. Fredrik (Gunnar
Bjonstrand) adora a Anne, pero se cta cuenta de
que ésta (Lila Jacobsonl siente por é! afecto mas
filial que conyugal. Esta cree sinceramente amarlo,
pero en el fondo se siente más acompañada junto
a Ilenrik ( Bjorn Bjehenstam), que liene casi su
misma edad. Desirve (Eva Dahllicck) se cree satisfecha, a lus treinta aíms, con una larga lista de
amantes; pero, muy dentro de sí, siempre ha querido a uno solo, Fredrik. El joven Henrik. que pese a conocer tanto el amor en los libros de teología, sólo ha podido conocer el amor tísico con la
criada Petra (Harriet Anderson) que le deja un
sabor amargo en la boca. La Condesa y el Conde
(Margit Cariquist y Jarl Kulle), para quienes el
amor es una batalla, donde cuesta mucho sor perdedor.
Significativo resulta el hecho de que los únicos
personajes que no se agitan, que miran esta escena desde la distancia, sin sufrimientos, son aquellos
que ya no buscan el amor o que lo loman en su
fase más primitiva, sin hacerse preguntas: la vieja
Sra. Ainifeld, Petra y Frid. el cochero. Estos ires
personajes miran al amor como algo voluptuoso,
un ejercicio para ¡os sentidos, un instrumento de
placer tísico. Sin embargo, ia veterana no lo lamenta: es lo único que conoció y se da por satisfecha. Pero se trata de una momia en vida, de
un SLT paralitico de las piernas y del alma y que
Frid dehe acarrear por la casa como quien traslada un bulto. En cambio en Frid y hasta en Petra,
hay un dejo de melancolía cuando observan el amor
adolescente, puro, de Henrik y Anne (quien no
amaba realmente a su marido ni era realmente su
esposa, puesto que no habían consumado su matrimonio):
"FR1D: Hay muy pocos amantes jóvenes en esta
t i e i r a . . . Casi se los puede contar con los dedos. El amor les ha sido dado como don y como castigo... (En cambio) nosotros invocamos
el amor, lo llamamos, lo rogamos, lloramos,
tratamos de imitarlo, pensamos que lo tenemos,
mentimos.
"PILTRA: Pero no lo tenemos.
"FRID: No, mi queridita. Se nos ha negado el amor
de los amores. No tenemos el don.
"PETRA: Ni tampoco el castigo".
Bergman se coloca en esta película un poco en
el papel del Buen Padre Dios. Desenreda estas parejas mal avenidas y las vuelve a repartir de manera que estén mejor dispuestas para alcanzar la
felicidad. Pero no a todas les es dable la misma
calidad o cantidad de felicidad. Para cada creaiura
hay una expresión de amor distinta, suya, peculiar.
Desde su escondrijo tras un árbol —que bien podria ser una nube, para esta tarea— Frid anuncia
y comenta los designios. "La noche de verano tiene
tres sonrisas: la primera es para los amantes jovenes. .."
Ellos son Henrik y Anne, que conquistan su
amor con lágrimas y sufrimientos porque hacen sufrir a un tercero a quienes ellos aman también, su
padre y su esposo. XJn amor de difícil parto, dado
a luz luego del grito de alumbramiento de Henrik,
disgustado por el amor erótico que lo rodea y la
barrera hacia el amor puro que significa su padre.
"Oh, Dios, si tu mundo es pecador, entonces quiero
pecar... ¡Ouítame esta virtud, porque no la puedo
soportar más!" Aquí comienza el don. pero sigue
el castigo por el sufrimiento de Fredrik. ("Nunca
se puede impedir que alguien sufra y eso fatiga
enormemente", dice la veterana en un raro momento de humanidad.) Pero si la condición del don
es la posibilidad del castigo, adelante, con el don.
Así como el precio de la gracia es la responsabilidad del pecado, como la ganancia del cielo trae
la posibilidad del infierno. Frid y Petra no conocerán el infierno, pero tampoco c\ cielo.
La segunda sonrisa de la noche de verano es
"para los payasos, los tontos, los irremediables":
para Frid v Petra, que han decidido casarse; para
el Conde y la Condesa, que se han reconciliado.
quizás por cuánto tiempo. Para los que invocan el
amor, lo llaman, lo ruegan, lo lloran, tratan de
imitado, piensan que lo tienen, mienten.. . perú no
lo tienen. Pero al menos, comparten su desdicha
junios.
La tercera sonrisa va "para los tristes, los deprimidos, los insomnes, los confundidos, los asustados, los solitarios": Fredrik, que ha visto partir
juntos de su lado a los dos seres que más quería,
su esposa y su hijo. Sin embargo, también hav una
sonrisa para él: la de Desirée, esta mujer fuerte,
segura de sí misma, que nunca le confesará su
amor ni quién es el padre de su hijo Fredrik, pero
que se constituirá en una compañera real. No es
el cielo que para Fredrik simbolizaba Anne, per»
es una tierra firme y generosa.
Como todas las joyas del arte. Sonrisas de una
noche de verano provoca esa satisfacción, tuego de
verla y reverla en la imaginación ciento de veces,
de las obras completas, redondeadas, donde todus
los hilos están firmemente cogidos por una mano
vibrante: vibrante lanto por el vigor del enfrentamiento a la vida, como por la incerlidumbre que
produce indagarla. Una vez más hay que repetir
que Bergman es un maestro en la creación de personajes; cada gesto, cada palabra está de acuerdo
a su personalidad y se entrelaza perfectamente con.
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los gestos y las palabras de los otros, en un todo
armonioso.
Es pcrfeela porque con ella termina la serie de
películas de Bergman sobre el amor humano, antecedida, entre otras, por Juventud divino tesoro,
Secretos de mujeres. Un verano con Montea, La
noche de los forasteros, Una lección de amor. Después de ellas, Burgman comenzó su periodo de
búsqueda
melafiiiu'.i.
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en
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clones de! hombre con Dios.
Pese ol sentimiento de la fragilidad y la falibilidad del amor humano; al alto porcentaje do yerros
a que estamos expuestos cuando nos movemos en
el campu del amor. Sonrisas de una noche de verano a mi parecer mira con esperanza la vida y
el amor. Se le critica a Beryman el que siendo
ésla su película conclusiva o antológica sobre c!
amor, haga predominar una moral hedonisla: "la
vida es aceptada porque en ella hay placer, con
el amor", dice el critico Jacques Siclier ("Ingmar
Bei guian", Ediciones Rialp. S.A. Madrid 1%2). Verdaderamente en el film predomina un clima erotico, y sensual, acentuado pur el estilo rococó en
los ambientes y en los vestuarios. Ya en un comienzo señalamos el gran impacto que produce en
los sentidos la belleza plástica del film. Predomina
el afán de producir placer, lo que no deja de ser
significativo en una película sobre el amor.
Pero conociendo el ambiente donde se ha producido esta obra (Sueca, un país donde el amor
ha sido deformado) y los antecedentes de su autor
(criado en un severo hogar luterano), es sólo nalural esc resultado. Lo importante es ver cuá! es
el amor ideal para Bergman. de entre todas las
gamas que présenla en su película. Me parece que
queda muy en claro en la película como el de
Henrik y Ánne, el "amor de los amores", que por
otra parte, es el que Burgman menos conoce, puesto que cuando Henrik y Anne se descubren su
amor mutuo, corta la escena y al poco los hace
huir del film y de sus manos. Bergman se permite
un idealismo, pero de manera realista, señala que
ese cielo es muy infrecuente, de manera que haríamos mejor en contentarnos con esos otros suhamores. Es una conclusión melancólica, sentimiento que no ñus abandona al salir de la sala. Para
paliarla, pensamos. Bergman decidió hacer esta antulogía del amor en el género de comedia. La única
salida a la posible angustia que provocaría la añoranza de ese "amor de amores".
Es difícil csla vida, es difícil el amor, pero
gocémoslo, parece decir. Especialmente desde c! momento que la Noche de Verano tiene sonrisas para
todos.
Lidia Ballra M.
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