La Iglesia, misterio de comunión de los que profesan la misma fe

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La Iglesia, misterio de comunión
de los que profesan la misma fe, viven
la misma esperanza y se aman con un mismo amor
P UNTO
DE
P ARTID A
No podemos vivir separados
El gran árbol
E
n el centro de un gran bosque había un
gran árbol. A su sombra se sentaban a
descansar los caminantes y en sus ramas
los pájaros construían sus nidos. Pero un día
las ramas dijeron:
—¿Veis lo importantes que somos? Causamos
la admiración de todos los que nos ven
y los pájaros están muy contentos de vivir
en nosotras… Además, ¡qué colorido tan
maravilloso tienen nuestras hojas! ¿Qué tenemos
nosotras que ver con ese sucio
y gordo tronco, tan feo y horrible, y cuánto
menos con esas apestantes raíces que están todo
el día bajo tierra?
Y decidieron que vivirían solas sin necesitar de
nadie. El tronco por su lado dijo:
—¿Qué sería del árbol sin mí? Soy quien
sustenta a las ramas y doy vigor a todo el
árbol. Si yo no estuviese aquí, las ramas no
tendrían savia que les diese colorido y vida…
Soy, ciertamente, el más fuerte e importante.
—Nosotras sí somos importantes –dijeron
las raíces–. El árbol no podría subsistir sin
nosotras que absorbemos de la tierra la
sustancia con la que producimos el alimento.
Por eso, no tenemos nada que ver con ese
tronco tan antipático y gordo, y menos
con esas ramas tan creídas. Desde hoy nos
alimentaremos nosotras solas y no daremos
nuestra savia a nadie.
Y así hicieron. El gran árbol comenzó a
secarse. Las hojas se
cayeron y el tronco se
quedó sin una gota de
savia. Las raíces estaban
más tristes que nunca.
Los pájaros abandonaron
los nidos construidos en
las ramas y la gente, que
pasaba por el bosque, ya
no se sentaba a tomar la
sombra… El gran árbol
se estaba muriendo.
Pero poco a poco
las raíces, las ramas
y el tronco se dieron cuenta de que no
podían vivir separados, que estaban hechos
unos para otros y que la importancia no
era de cada uno, sino del árbol que todos
formaban...
Así que las raíces dejaron de guardarse la savia
solo para ellas y se la dieron al tronco. Este,
al principio, se negaba a participar, pero al
fin también colaboró. Las ramas se alegraron
al recibir la primera gota de savia y pidieron
perdón al tronco y a las raíces por haberlos
despreciado.
Todo volvió a ser como antes. Los pájaros
siguieron anidando en las ramas y la gente
siguió tomando la sombra bajo su copa.
El árbol ya estaba de nuevo feliz y el bosque
se alegró con él.
PARA EL DIÁLOGO
¿Qué problema le sucedió al árbol del cuento?
¿Tenían razón las distintas partes del árbol cuando cada una afirmaba lo importante que era su
función para el conjunto del árbol? ¿Qué era lo que no tenían en cuenta en sus razonamientos?
¿Cuál de las dos situaciones descritas en el cuento fue más beneficiosa para el árbol? ¿Por qué?
¿Te ha sucedido a ti algo parecido a lo que se narra?
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MEN SAJE
CRISTIANO
La Iglesia: misterio de comunión y de amor
La Iglesia en el plan de Dios
El hombre fue creado por Dios para vivir unido a Él y también para que formase,
junto a todas las demás personas, una sola familia unida por el amor.
Ser hijos de Dios y hermanos de los demás son dos cosas que forman parte
de nuestro ser, puesto que hemos sido creados a imagen y semejanza de un
Dios, que es comunión de personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Dios nos ha destinado a vivir unidos a Él y unidos entre nosotros, por eso, empezó a formar un pueblo como signo de lo que quería para toda la humanidad.
Pero este pueblo no fue fiel a la misión que Dios le había dado.
La infidelidad del Pueblo de Dios
sí dice el Señor:
—Esta es la orden que les di: “Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis
mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien. Pero no escucharon
ni hicieron caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado
corazón”.
A
Jeremías 7,23-24
Fue Jesús, el Hijo amado de Dios el que comenzó a realizar este deseo de su Padre, al
reunir en torno a sí a un pequeño grupo de
personas para instruirles y comunicarles la
Buena Noticia del Reino. Este pequeño grupo
es el germen o el inicio de la Iglesia que es:
— Sacramento universal de Salvación.
Es decir, es signo o señal de la unidad de
todos los hombres y de estos con Dios.
— La gran familia de los hijos de Dios.
Por medio de los sacramentos nos convertimos en hijos de Dios y, por tanto, en
hermanos de todos los hombres. Como
hijos de Dios, nuestra tarea es colaborar,
por medio de nuestras obras y palabras,
para que el Reino de Dios se haga presente en este mundo, mientras aguardamos la llegada del reino celestial.
Gracias a la intervención del Espíritu Santo, la
Iglesia se va extendiendo a todos los pueblos
de la tierra y llegará a su plenitud al final de
los tiempos.
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LA IGLESIA, MISTERIO DE COMUNIÓN DE LOS QUE PROFESAN LA MISMA FE, VIVEN LA MISMA ESPERANZA Y SE AMAN CON UN MISMO AMOR
Formamos una sola familia
Una de las características principales de la Iglesia es su unidad, cuyo origen
está en Dios mismo.
Es Dios Padre el que nos convoca a formar parte de
su Pueblo, que es la Iglesia.
Es Dios Hijo el que nos une a Él, como la vid a los
sarmientos, por medio de los sacramentos.
Es el Espíritu Santo el que enriquece a su Iglesia con
dones y ministerios para que, unidos unos a otros,
realicemos la misión a la que Dios nos envía.
Para entender la íntima comunión entre los cristianos y
Jesús, nos puede servir el ejemplo del cuerpo que utiliza
san Pablo para hablar de la Iglesia.
Nuestro cuerpo está formado por miembros que
realizan cada uno una tarea distinta, pero, gracias a
nuestra cabeza, los miembros trabajan coordinados,
formando una unidad.
La Iglesia es también un cuerpo donde nosotros somos los miembros, que siendo distintos entre sí, estamos llamados a colaborar unos con otros, formando
una unidad y Cristo es la cabeza de este cuerpo, pues
es el que nos conduce al Padre.
Muchos miembros, un solo cuerpo y Cristo, cabeza
L
o mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del
cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos
nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu,
para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo espíritu. Pues el cuerpo no lo
forma un solo miembro, sino muchos.
1 Corintios 12, 12-14
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Colosenses 1,18
La Comunión de los santos
Para hablar de la unidad entre los cristianos podemos emplear la expresión
“Comunión de los santos”.
1.TODOS LOS CRISTIANOS COMPARTIMOS TODO LO QUE HEMOS RECIBIDO DE DIOS
Compartimos la misma fe: La fe la recibimos de la Iglesia, que es la que
se encarga de transmitirla a todas las personas por voluntad de Jesús.
Esta fe es la que debemos compartir con los demás cristianos y tratar de
comunicarla a los que aún no la tienen.
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Compartimos los mismos sacramentos: La celebración de los sacramentos
nos une con Cristo, pues en ellos Él se hace presente y, precisamente por
ello, nos une los unos con los otros, haciendo de nosotros una sola cosa.
— El Bautismo nos hace entrar en comunión con Cristo y nos une los unos a
los otros en un solo pueblo, en una misma familia y en un mismo cuerpo.
— La Eucaristía lleva a su plenitud lo realizado en el bautismo, es decir,
nos une más estrechamente con Cristo y, por ello mismo, Cristo nos
une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia.
Compartimos el mismo Espíritu: Los que son de Cristo son enriquecidos
por el Espíritu Santo con dones y gracias especiales que han de servir para
la edificación de la Iglesia y para el bien común.
Compartimos el mismo amor: El principal distintivo de los discípulos de
Cristo, según nos lo dijo Jesús, es el amor a Dios y a los demás.
Amor recíproco
O
s doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros;
como yo os he amado, amaos también unos a otros.
En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros
Juan 13,34-35
— Este amor, que hemos recibido de Cristo, es el que nos mueve a compartir todo lo que tenemos con los demás, siendo conscientes de que
nadie puede amar a Dios si no ama también a su hermano.
— Este mismo amor es el que nos lleva también a los cristianos a compartir
con los demás todo lo que sentimos y tratamos de vivir como Jesús, que
supo alegrarse con los que se alegraban y llorar con los que
lloraban, dejándonos así un ejemplo a seguir.
2. TODOS LOS CRISTIANOS FORMAMOS UNA SOLA FAMILIA Y COMPARTIMOS
LA ESPERANZA DE QUE ESTA UNIÓN NO SE ACABA CON LA MUERTE
San Pablo nos dice que las profecías se acabarán, las lenguas
cesarán y el conocimiento se acabará, pero que el amor no
pasa nunca (1 Cor 13,8-10). La Iglesia, fundamentada en esta
confianza de que el amor no pasará nunca y que durará para
siempre, está segura de que la comunión entre los miembros
del Cuerpo de Cristo va más allá de la muerte.
Por eso, se nos invita a cuantos peregrinamos por esta tierra a
confiar y tener por segura la intercesión de los hermanos nuestros
que están en el cielo, al tiempo que oramos los unos por los otros.
PARA EL DIÁLOGO
Teniendo presente lo que nos une a los cristianos (una misma fe, una misma esperanza y un
mismo amor), ¿qué puedo aportar yo para que haya una mayor unión en el grupo de catequesis,
en mi colegio o parroquia?
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LA IGLESIA, MISTERIO DE COMUNIÓN DE LOS QUE PROFESAN LA MISMA FE, VIVEN LA MISMA ESPERANZA Y SE AMAN CON UN MISMO AMOR
Palabras de la fe
¿Cómo fundó Jesucristo su Iglesia? (Cfr. ENF pág. 169)
Escogiendo a los Doce Apóstoles, como fundamentos del nuevo pueblo de Dios.
Muriendo y resucitando para reunir a todos los hijos de Dios en un único Pueblo.
Enviando al Espíritu Santo para que asistiese a los Apóstoles en su misión de extender su Iglesia por
el mundo.
¿Para qué fundó Jesús su Iglesia? (Cfr. ENF pág. 169)
Para seguir presente a través de ella en el mundo y en la historia de los hombres, es decir, para anunciar
y anticipar ya en este mundo la plenitud del Reino de Dios.
¿Por qué el Concilio Vaticano II llama a la Iglesia sacramento universal de salvación?
(Cfr. ENF pág. 170)
Porque es la señal, testimonio e instrumento de la íntima unión de Dios y los hombres.
¿Qué es la Iglesia? (Cfr. ENF pág. 172)
Es el nuevo Pueblo de Dios, que ha sido convocado por el Padre, para que los que se incorporan a Cristo
resucitado caminen hacia el reino definitivo, impulsados por el Espíritu Santo y guiados por los Apóstoles
y sus sucesores.
¿Por qué llamamos a la Iglesia «la comunión de los santos»? (Cfr. ENF pág. 173)
Porque todos los miembros, por la acción del Espíritu Santo, viven unidos entre sí en comunión de vida
con Cristo glorioso, su Cabeza. Por eso, todos se benefician de los bienes, dones y gracias que cada uno
ha recibido de Dios.
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EX P RESI ÓN
DE
L A
F E
La Palabra de Dios
Los primeros cristianos estuvieron tan unidos que llegaron a compartir lo que tenían y, quizás por eso
mismo, vivieron con alegría y sencillez de corazón. .
La vida de la primera comunidad
L
Con perseverancia acudían a diario al templo
con un mismo espíritu, partían el pan en las
casas y tomaban el alimento con alegría
y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran
bien vistos de todo el pueblo;
y día tras día el Señor iba agregando
a los que se iban salvando.
os hermanos perseveraban en la enseñanza
de los apóstoles, en la comunión, en la
fracción del pan y en las oraciones. Todo
el mundo estaba impresionado y los apóstoles
hacían muchos prodigios y signos.
Los creyentes vivían todos unidos y tenían
todo en común; vendían posesiones y bienes
y los repartían según la necesidad de cada uno.
Hechos 2,42-47
Para reflexionar y orar
Vamos a dar gracias al Señor porque nos invita a formar parte de su iglesia, a la que sigue guiando
y acompañando para que llegue a hacer presente, ya en este mundo, el reino de Dios.
Dios guía a su Iglesia
Te damos gracias, Señor y Padre nuestro, te bendecimos y te glorificamos,
porque has creado todas las cosas y nos has llamado a la vida.
Tú nunca nos dejas solos, te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros.
Ya en tiempos antiguos guiaste a Israel, tu pueblo,
con mano poderosa y brazo extendido, a través de un inmenso desierto.
Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina:
Por medio de tu Hijo,
que nos abre el camino de la vida,
para que, a través de este mundo,
lleguemos al gozo perfecto de tu reino.
Por medio del Evangelio
con el que nos convocas
a los hombres de toda raza y cultura,
y nos reúnes en un solo cuerpo,
que es la Iglesia.
Por medio de tu Espíritu,
del que recibimos la fuerza
para que resplandezcamos
como signo de la unidad de todos los hombres,
demos testimonio de tu amor en el mundo
y abramos a todos las puertas de la esperanza.
Gracias, Señor, por convertirnos
en un signo de la alianza
que has sellado con nosotros para siempre.
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