Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. EDITORIAL Demencia cortical y subcortical. ¿Dónde está la diferencia? Teresa González Salvador Servicio de Psiquiatría. Hospital del Aire. Madrid. Demencia cortical; Demencia subcortical La clasificación anatomoclínica de las demencias en corticales, subcorticales y difusas se propuso para el reconocimiento y categorización tempranos de los estados demenciales. Las dos causas más frecuentes de demencia son la enfermedad de Alzheimer (EA) y la demencia vascular (DV), que representan entre el 80-90% de todas las demencias en los países occidentales1. La EA está considerada como el prototipo de demencia cortical, mientras que en la DV se pueden diferenciar formas anatomoclínicas corticales y/o subcorticales según la localización y el tipo de las lesiones vasculares. Otros tipos de demencias corticales, como las frontotemporales o subcorticales (síndromes extrapiramidales o hidrocefalia a presión normal), son menos frecuentes. La llegada de nuevos fármacos para el tratamiento sintomático y estabilizante de la enfermedad de Alzheimer, cuya eficacia es superior en etapas iniciales de la enfermedad, ha despertado interés en la práctica clínica por el desarrollo de técnicas que ayuden al diagnóstico precoz de la EA y a su diferenciación de otras demencias, fundamentalmente de la DV. ¿Contribuye la clasificación cortical o subcortical a etiquetar la demencia y, por tanto, ayuda en la elección de la pauta terapéutica a instaurar? Una evaluación idónea del paciente con demencia debe incluir la integración de múltiples datos: historial clínico (factores de riesgo), exploración física, neurológica, funcional, conductual, neuropsicológica, de laboratorio, neurofisiológica y de neuroimagen estructural y funcional. Con ello, la certeza diagnóstica clinicopatológica de las demencias es elevada, oscilando entre 85 y el 90%2. El perfeccionamiento de las exploraciones neuropsicológicas y de neuroimagen cerebral estructural (RM) y funcional (PET y SPECT) está contribuyendo a mejorar la exactitud diagnóstica. Son asimismo prometedores los marcadores biológicos para la EA tanto los genéticos como los niveles de β-amiloide1-42 o de tau en líquido cefalorraquídeo (LCR)3. A pesar del procedimiento diagnóstico descrito, a menudo existen discrepancias clinicopatológicas que hacen que erremos a la hora de diferenciar las demencias corticales de las subcorticales. Entre ellas, destacamos, por ejemplo, el silencio clínico de casos que se han diagnosticado a posteriori neuropatológicamente como EA4, o el diagnóstico clínico de EA de muchos casos que se han diagnosticado a posteriori histopatológicamente como demencia vascular5. Además, en los estudios neuropatológicos no son infrecuentes los casos mixtos donde se mezclan cambios neurodegenerativos compatibles con EA y vasculares6. Dichos hallazgos hacen que el título del editorial «¿Dónde está la diferencia?» se nos presente como ambicioso, y el título «En aquellos casos en que existen diferencias ¿se pueden detectar?» nos parezca más apropiado. El abordaje diferencial entre demencia cortical y subcortical se puede realizar a través de la clínica, exploración neuropCorrespondencia: Dra. T. González Salvador. Servicio de Psiquiatría. Hospital del Aire. Arturo Soria, 82. 28027 Madrid. Correo electrónico: [email protected] Recibido el 9-3-2000; aceptado para su publicación el 15-3-2000 Med Clin (Barc) 2000; 114: 577-578 sicológica y técnicas de neuroimagen estructural y funcional. En algunas ocasiones tal diferenciación fracasa, lo que no es de extrañar dada la complejidad de la organización cerebral funcional que hace que cada función cognitiva esté regulada por circuitos complejos y heterogéneos. En general, desde el punto de vista estrictamente clínico, algunos síntomas y signos neurológicos focales que caracterizarían la demencia cortical son: apraxia, afasia, agnosia, acalculia, alteraciones del recuerdo, aprendizaje y reconocimiento. Otras características son el inicio brusco del deterioro cognitivo y la evolución escalonada, asociados a factores de riesgo y accidentes cerebrovasculares previos en la DV cortical, o inicio paulatino y curso progresivo en la EA. En la DV, además, la clínica dependería del territorio cortical vascularmente afectado. Por su parte, la demencia subcortical se caracterizaría, entre otros síntomas y signos clínicos, por apatía, depresión, alteraciones motoras, posturales, de la marcha, coordinación, disartria, síntomas seudobulbares y alteraciones del recuerdo. Sin embargo, es conocido por todos la variabilidad de las presentaciones clínicas de la EA, de la DV y de otras demencias, que hace que en muchos casos fracase la fiabilidad del diagnóstico clínico. Así, se han descrito síntomas corticales en demencias subcorticales como la asociada a la enfermedad de Parkinson y a la enfermedad de Huntington, y viceversa. Un estudio reciente6 sobre la validez de los criterios clínicos para el diagnóstico de EA, DV y demencia por cuerpos de Lewy concluye que son buenos para detectar la enfermedad pero no para detectar casos puros. Los casos mixtos, sobre todo de EA y DV, detectados por neuropatología fueron superiores a lo esperado por la clínica (33,8%). La aproximación neuropsicológica con objeto de diferenciar la demencia cortical de la subcortical supone un dilema conceptual dada la heterogeneidad de ambas entidades. En este número de la Revista se presenta un estudio7 que evalúa el patrón de déficit neuropsicológico de la EA y DV en estadios iniciales, diagnosticadas según criterios DSM III-R y con confirmación diagnóstica mediante TC o RM. Se aplica una batería de pruebas neuropsicológicas que los autores consideran como predominantemente corticales o subcorticales siguiendo el criterio de mayor grado de participación en el inicio del circuito cerebral frontal (dorsolateral, prefrontal y orbitofrontal) o bien subcortical (tálamo, estriado y ganglios basales, respectivamente). Los resultados no revelan diferencias significativas en ambos grupos de demencia estudiados. Uno de los fallos que se cometen con frecuencia en la evaluación neuropsicológica de la demencia es asociar DV con afectación exclusivamente subcortical. Como ya se ha referido, la DV puede afectar territorios corticales y/o subcorticales8,9, describiéndose sobre todo afectación frontal en comparación con otros lóbulos10. Además, como ya apuntaron Cummings y Benson (1990)11, la evidencia de circuitos integrados corticales y subcorticales frontales sugiere que lesiones en áreas corticales frontales y/o estructuras subcorticales pudieran producir una disfunción similar. En este trabajo, la inclusión de otros tipos de demencia subcorticales en estadios iniciales podría haber contribuido a evidenciar diferencias en ambos grupos. Estudios como éste, que comparan diferentes subtipos de demencia en etapas leves (mismo estadio evolutivo) y con muestras más amplias, son necesarios para clarificar el poder discriminatorio de los tests neuropsicológicos. En general, la mayoría de los estudios han fracasado en su intento de diferenciar neuropsicológicamente ambos tipos de demencia12-16; sin embargo, algunos autores han hallado patrones diferenciales entre los dos grupos, incluyendo de nuevo en el grupo subcortical pacientes con DV. Así, algu- 577 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. MEDICINA CLÍNICA. VOL. 114. NÚM. 15. 2000 nos trabajos señalan que los pacientes con EA presentan mayor sensibilidad a tareas relacionadas con la memoria y el lenguaje17,18, mientras que los pacientes con DV presentan mayor afectación en las tareas que requieren velocidad motora o cognitiva19. Barr et al (1992)17 evaluaron dos grupos de pacientes, uno con diagnóstico clínico de DV y otro con probable EA mediante tests neuropsicológicos, llegando a clasificar de forma correcta exclusivamente mediante pruebas neuropsicológicas el 77% de la muestra. Un estudio metodológicamente riguroso concluye que los pacientes con EA y DV, en estadios leves de la enfermedad, presentan diferentes patrones de lesión cognitiva20. Así, mientras que los pacientes con EA revelaron un mayor deterioro en tareas que requieren comprensión verbal y memoria verbal y no verbal, los pacientes con DV presentaron un deterioro superior en algunas pruebas relacionadas con el lenguaje y cognición, con mayor número de errores perseverativos, lo cual, según dichos autores, podría indicar cierta vulnerabilidad de los pacientes con DV a las tareas que dependen del funcionamiento del lóbulo frontal. Entre los factores que han podido influir en la obtención de resultados tan contradictorios podríamos citar: el pequeño tamaño muestral; imprecisiones diagnósticas que pueden contribuir a contaminar resultados tales, como incluir pacientes con demencia mixta bien como si fueran EA o DV, considerar DV equiparable a demencia subcortical; no establecer los grados de demencia y, por tanto, mezclar grupos con diferentes niveles de gravedad de demencia, o emplear tests neuropsicológicos poco específicos. Quizás sea en el área neuropsicológica donde sea más difícil evaluar las diferencias corticosubcorticales. Otros marcadores diagnósticos como las técnicas de neuroimagen están siendo empleadas para el diagnóstico y diagnóstico diferencial de las demencias, permitiendo la diferenciación corticosubcortical, así como el seguimiento evolutivo de las mismas. La RM es una técnica sensible para evaluar lesiones subcorticales atribuibles a isquemia o infarto, así como para medir la atrofia del hipocampo en la EA21. Las técnicas de imagen funcional con PET y SPECT22 son herramientas diagnósticas y evolutivas que han permitido una comprensión más detallada del funcionamiento cerebral y de la fisiopatología de las enfermedades cerebrales. Según las series publicadas, la sensibilidad de la SPECT de perfusión para detectar EA oscila entre el 50 y el 95%, describiéndose como alteración más frecuente la hipocaptación temporoparietal, generalmente bilateral. El hallazgo más frecuente obtenido con PET en la EA es también el hipometabolismo de la corteza temporoparietal bilateral. Un estudio reciente23, en el que se emplea RM y PET en pacientes con DV, concluye que pacientes diagnosticados de DV, con lesiones subcorticales isquémicas diagnosticadas por RM pero sin lesiones corticales, presentan además disfunción metabólica cortical en la PET, especialmente en el córtex frontal. Estos resultados nos llevarían de nuevo a preguntarnos: ¿hasta dónde podemos buscar diferencias? Resumiendo, la diferenciación por la clínica, neuropsicología y neuroimagen de las demencias corticales y subcorticales no está exenta de problemas generados tanto por la complejidad de la organización cerebral como por las formas de presentación tan heterogéneas de las demencias, sobre todo en etapas iniciales. Hoy por hoy, no hay rasgos clinicobiológicos patognomónicos que diferencien la demencia cortical de la subcortical. Cuanto más precoz y completa sea la evaluación del paciente con demencia más cerca estaremos de establecer un perfil sindrómico y etiológico, así como el grado de afectación cortical y subcortical cerebral. La clasificación «demencia cortical o subcortical», 578 aunque controvertida, poco específica y de validez incierta, todavía se sigue empleando en la clínica diaria para orientar la evaluación inicial del paciente y encauzar posibles pautas terapéuticas. Estudios longitudinales, con confirmación histopatológica de los resultados obtenidos en la exploración clínica, neuropsicológica y de neuroimagen, empleando grupos comparativos de subtipos corticales y subcorticales de demencia bien definidos, en estadios iniciales de la enfermedad y con diseños estadísticos potentes, contribuirían a aclarar resultados. En las etapas avanzadas de la demencia, la lesión cerebral, en la mayoría de los casos, es difusa y, obviamente, la respuesta a nuestra pregunta inicial se hace más asequible. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Geldmacher DS, Whitehouse PJ. Evaluation of dementia. N Engl J Med 1996; 335: 330-336. 2. Foster NL. The development of bilogical markers for the diagnosis of Alzheimer’s disease. Neurobiol Aging 1998; 19: 127-129. 3. Hulstaert F, Blennow K, Ivanoiu A, Schoonderwaldt HC, Riemenscheider M, De Deyn PP et al. Improved discrimination of AD patients using βamyloid1-42 and tau levels in CSF. Neurology 1999; 52: 1555-1562. 4. Katzman R, Lasker R, De Teresa R, Brown T, Davies P, Fuld P et al. Clinical, pathological, and neurochemical changes in dementia: A subgroup with preserved mental status and numerous neocortical plaques. Ann Neurol 1988; 17-62. 5. Peña-Casanova J, Bertrán Serra I, Del Ser Quijano T. Evaluación neuropsicológica de la demencia. En: Evaluación neuropsicológica y funcional de la demencia. Barcelona: Prous editores, 1994; 9-48. 6. Holmes C, Cairns N, Lantos P, Mann A. Validity of current clinical criteria for Alzheimer’s disease, vascular dementia and dementia with Lewy bodies. Br J Psichiatry 1999; 174: 45-50. 7. Marcos T, Salamero M, Azpiazu P, Pujol J, Boget T, Peri JM et al. Patrón de déficit neruopsicológico en la demencia tipo Alzheimer y en la demencia vascular. Med Clin (Barc) 2000; 114: 566-570. 8. Erkinjuntti T, Haltia M, Palo J, Paetan A. Accuracy of the clinical diagnosis of vascular dementia: a prospective clinical and post-morten neuropathological study. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1988; 51: 10371044. 9. Cummings JL. Multi-infarct-dementia: diagnosis and management. Psychosomatics 1987; 28: 117-126. 10. Ischii N, Nishihara Y, Imamura T. Why do frontal lobe symptoms predominate in vascular dementia with lacunes? Neurology 1986; 36: 340345. 11. Cummings JL, Benson DF. Subcortical mechanisms and human thought. En: Cummings JL, editor. Subcortical dementia. Nueva York: Oxford Universiity Press, 1990; 251-259. 12. Aharon-Peretz J, Cummings JL, Hill MA. Vascular dementia and dementia of the alzheimer type. Cognition, ventricular size and leuokoaraiosis. Arch Neurol 1988; 45: 719-721. 13. Erkinjunti T, Laaksonen R, Sulkava R, Syrjalainen R, Palo J. Neuropsychological differentiation between normal aging, Alzheimer’s disease and vascular dementia. Acta Neurol Scand 1986; 74: 393-403. 14. Olafsson K, Korner A, Bille A, Jensen HV, Thiesen S, Andersen J. The GBS scale in multi-infarct dementia. Acta Psychiatr Scand 1989; 79: 9497. 15. Gandolfo C, Vecchia R, Moretti C, Brusa G, Scotto PA. Wais testing in degenerative and multi-infarct dementia. Acta Nurol 1986; 8: 45-60. 16. Mazzucchi A, Capitani E, Poletti A, Posterano L, Campari F, Parma M. Discriminant analysis of WAIS results in different types of dementia and depressed patients. Functional Neurol 1987; 2: 155-163. 17. Barr A, Benedict R, Tune L, Brandt J. Neuropsychological differentiation of Alzheimer’s disease from vascular dementia. Int J Geriatr Psychiatry 1992; 7: 621-627, 18. Parlato V, Carlomagno S, Merla F, Bonavita V. Patterns of verbal memory impairment in dementia: Alzheimer disease versus muliinfarctual dementia. Acta Neurol 1988; 10: 343-351. 19. Almkvist O, Backman L, Basun H, Wahlund LO. Patterns of neuropsychological performance in Alzheimer’s disease and vascular dementia. Cortex 1993; 29: 61-273. 20. Padovani A, Di Piero V, Bragoni M, Iacoboni M, Gualdi G, Lenzi GL. Patterns of neuropsychological impairment in mild dementia: a comparison between Alzheimer’s disase and multi-infarct dementia. Acta Neurol Scand 1995; 92: 433-442. 21. Jack CRJ, Petersen RC, Xu Y. Prediction od AD with MRI-based hippocamapl volume in mild cognitive impairment. Neurology 1999; 52: 1397-1403. 22. Foster NL. The development of biological markers for the diagnosis of Alzheimer’s disease. Neurobiol Aging 1998; 19: 127-129. 23. Sultzer DL, Mahler ME, Cummings JL, Van Gorp WG, Hinkin CH, Brown C. Cortical abnormalities associated with subcorticval lesions in vascular dementia. Arch Neurol 1995; 52: 773-780.