Gabriela Pais Las Ruinas Poemas de la Hembra Hebra Ediciones El mono armado, 2014. Reino de tijeras Nunca se llega a tiempo, es orden de arterias y ambulancias cuando trombos e impactos son capaces de llevárselo todo. Reino de tijeras este mundo y las leyes de este mundo. ¿Qué decir de las palabras, los olores, la música, el verano, qué del letargo, semáforos, avenidas y multidimensionalidades /del tiempo?; inútiles maniobras para reanimaciones afectivas. ¿Efectivas a la hora de los muertos? ¿Qué del silbido, el látigo, el Ay áurico? Cuerpo de dolor mi cuerpo extranjero. Hay silencio, shock, maniobras y jeringas. Hay piedra en la garganta, viajes, cenizas y sastres, son las lágrimas excesos mortales o salvoconductos sanadores, milagros en ojos humanos. Hay hembra hebra en esta tormenta. Se alteran los elementos, barro, sangre, miedo, ira, este dolor es marea y deglución, hondo Ay sin nombre, pues nadie nos habita en las camillas, en las esperas, el viaje, la osadía de cruzar, vaciar el hueco isquémico del centro y llenarlo de luz, cuando todo es fragmento. Serpenteantes y confusos son los laberintos de las despedidas. Extraña temperatura viajero. Desabitada hebrahembra yo la abandonada. También el corazón sabe de velos y otros reinos, es orden sagrado el silencio, el lenguaje enferma en terreno de deudos, es carne viva, escombros, ruinas, grietas, paredes o tumbas y goteras, certeza de lo que se ha tenido y lo que no. Grito mudo el desgarro del universo. Cocodrilos y dragones Madre. Abrázame en medio de esta tormenta, dices que un anuncio es un milagro pero veo silencios negros y precipicios. Es hora de nodrizas, de regresos y de úteros, de centros en la tierra o en el cielo o en el pecho, tiempo de agujeros y cualidad de elementos. Soy hambre de luz, ensordecedor es el silencio de las tumbas, los entierros y los /muros. La casa de la Gran Cebolla, una gran cebolla mi casa para llorar el derrumbe y alumbrar. La enfermedad gana la partida. Estoy pariendo lo suave, lo blando, lo fuerte y lo áspero cocodrilos primitivos, y dragones. Esta noche también pasará, y la tierra conservará el eje de su órbita como si nada. Madre. Abrázame. Mendicante Las palabras explotan como bengalas en la noche. No hay norte, ni voz que las nombre, sólo antiguas tiranías destinadas a durar y concluir, eterna mendiga de las arcas, la carencia. Cuerpo dolor esta hebra cada vez más hembra. La ruina acontece, la reconstrucción también. En esta guerra de elementos sólo se aprende por la herida. Caída libre Me declaro imposibilitada de reconocerme en la caligrafía. Desprendida de los placeres más exquisitos y más triviales, enumero restos para reciclar, hay grito, pánico, lágrimas, estados del alma, espejismos y senderos. El dolor es un eco, fauces enormes devoran. La lírica nocturna es espera, tiempo circular. Todo ha sido adulterado aquí, playas, recortes, besos, abrazos, puestas de sol, danzas, cabos /descamados. Apenas se sostiene la memoria, guerra de elementos el aura y los sietes cuerpos que componen mi naturaleza terrestre. Perdida en esta pérdida, sin suelo, sin ancla, ni cuenta, ni medida excesos sin orden sin norte. Debería reconocerme por el tacto Estoy lúcida, escupo la palabra de Dios y hay sangre, trazo blando sin centro, grietas o tetas donde succionar el nombre arrebatado de la niña que alguna vez fui. La caída es inmensa. Debería reconocerme por el olor. Orines viejos, hedor y menstruaciones, ríos sagrados, impronta acre en la sombra. Acaso sea la conductora que transporta cadáveres o ejércitos reducidos a la esclavitud. El pulso débil sugiere derrota. La muerte se huele igual que el miedo en el hocico de los perros. Territorio de brevas Es territorio extranjero aquello que es nombrado por primera /vez, o no fue nombrado nunca, susurro y densidad de la línea, velocidad. Las palabras avanzan se desnudan en los ojos y bailan como si nadie las hubiese visto jamás; es altísimo el muro entre el corazón y la cabeza, es inverso el camino cuando de descensos al centro se trata. Violencia y belleza, brevedad, el territorio de brevas. Todos los gemidos del porvenir, mareas, siglos, eras, ciudades, agitaciones y ciclos, sapienciales y oraculares esta tierra de hechiceras y sacerdotisas. La fuerza del carozo resguarda lo blando del centro, allí donde me habito una vez más y me reciclo. Hay relojes y calendarios. Hay fracturas en los contornos y remiendos en las cáscaras de las semillas, ladrillos buenos entre otros elementos amigables. Hay una flecha invisible que pulveriza lo que toca, desintegra y arma siguiendo sus propias reglas, arbitraria a las leyes de la ciencia, es sentido y movimiento el universo íntimo de lo blando en el lenguaje de las simientes. El verbo sagrado se ha pronunciado, es necesario entonces que nombre todo odio y derecho, todo el dolor y el amor es posible en esta tarde. Desnuda estoy de idioma. El embrión impone su lenguaje. Cualidad de raíces El silencio es el lenguaje de las semillas, es cualidad en tierras fértiles sensibles al agua de los riegos las lluvias, los humores y las lágrimas. Su lengua de fuego crece, encuentra cauce en los ciclos, hay fuerza que se infiltra en las ranuras oxidadas y viejas, alma vieja, viajera de ciudades y maremotos. Es remanso la fuerza que se expande sin conocer los límites del hundimiento cuando el terreno es propicio a la propagación en cualidad de /raíces o crecimientos. Y duele, arde, quema este abrazo de embriones y semillas. El nacer es una escala del vuelo o calidad de madera según la naturaleza de los troncos. El reposo de las simientes Llegará el tiempo de reparar las goteras y las grietas de poner en marcha los relojes y escuchar a los faroles. Ahora es preciso descansar. Adentro hay cuadernos gigantes, ríos de plumas, tintas hemorrágicas descontroladas, lenguas de polvo donde construir me. Que reposen las semillas, ellas serán el idioma de los frutos a la hora de las cosechas. El tiempo del buen amor en lengua humana. Bambú Siete son los días del Bambú y siete mis ciclos de vara madura, siete vidas el embrión árbol y la vida de los gatos. Soy hebra hembra al final de la ruinas. Hay raíces en las leyes de este mundo y ramas en el lenguaje de los frutos.