La familia hebrea pasó por duras etapas de crisis (Eclo 3,2 y ss.), pero sentó las bases de la familia en la fe que hemos constituido los que hemos sido salvados (Col 3,12), y de la Sagrada Familia. En esta familia de Nazaret Jesús crecía, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba (Lc 2,40). Hoy es momento propicio para rezar por nuestras familias y descubrir que “Dios es familia”, “que somos familia de Dios”. Hoy, Señor, te damos gracias por nuestra familia. Gracias, Señor, por nuestros padres: siendo jóvenes quisieron complicarse la vida y nos trajeron al mundo. Nos han colmado de amor y nos han enseñado a amar. Han llenado nuestra vida de ternura, de caricias, de cuidados, de regalos... y nos han acompañado dando seguridad a nuestros años. Gracias, Señor, por nuestros abuelos. Su cariño, su ternura y su paciencia, sus consejos y relatos son la mejor reserva de felicidad. Gracias, Señor, por los hijos, que son tuyos, pues son tu bendición a nuestro amor de padres. Ayúdales en las dificultades de la vida: que siempre permanezcan fieles a tu amor y a su mutuo amor. Gracias, Señor, por nuestros nietos. Haz que crezcan sanos, que aprendan, que jueguen y sean felices. Ellos son la ilusión de nuestra vida, nuestro gozo. Gracias, Señor, por nuestras familias: unidos a nuestras raíces nos sentimos acompañados, arraigados y seguros. Ayúdanos, Señor, a crecer en el amor y a repartirlo, a crecer en experiencia y a compartirla. Conserva nuestras familias unidas en el amor, para que entre todas construyamos el mundo que tú, Padre, has pensado para nosotros. Ayúdanos, Señor, tú que quisiste vivir en la familia humilde de Nazaret. Amén.