Discurso del Rector - Universidad de La Rioja

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DÍA DE LA UNIVERSIDAD DE LA RIOJA
Discurso del Sr. D. José Mª Martínez de Pisón,
Rector Magnífico de la Universidad de La Rioja
Logroño, 7 de mayo de 2010.
Sr. Presidente del Consejo Social,
Secretaria General,
Vicerrectores,
Gerente,
Decanos, Directores,
Profesores, Doctores,
Presidenta del Consejo de Estudiantes,
Estudiantes,
Señoras y Señores,
Amigos:
Buenos días. No hay fecha en el calendario que no festeje un aniversario ni año en que
no se celebre un centenario. Del poeta Miguel Hernández se cumplen éste los primeros cien
años desde su nacimiento y en su poema Llamo a la juventud, en los primeros versos, cantaba
«Los quince y los dieciocho,/los dieciocho y los veinte.../Me voy a cumplir los años» y
dieciocho son, precisamente, los años que festejamos en la Universidad de La Rioja. No hace
nada que celebrábamos el XV Aniversario y nada queda para que el calendario, como el
poeta, nos lleve de los dieciocho a los veinte.
Hoy, por lo tanto, toca recordar y celebrar el aniversario del día en el que el Congreso
de los Diputados aprobó unánimemente la Ley de Creación de la Universidad de La Rioja. Fue
un miércoles 13 de mayo de 1992, han pasado dieciocho años –aquellos que, en nuestra
sociedad, otorgan a un joven la mayoría de edad- y, desde entonces, hemos convertido en
rito, en tradición, celebrarlo el viernes del mes de mayo más cercano a esa fecha.
Todo recuerdo implica una mirada al pasado, pero en este caso la fiesta nos permite la
ilusión de parar momentáneamente el tiempo, de detener el presente, de aparcar los
quehaceres diarios, los proyectos y problemas, las prisas; echar la mirada atrás –sin dudapero a sabiendas de que estamos, individual y colectivamente, a un paso del futuro, viviendo
el momento y pensando en el mañana que, cada veinticuatro horas, vuelve a ser hoy.
El «Futuro» no solo contiene las siglas («u» y «r») de nuestra Universidad sino que,
además, como participio del verbo «Ser» en Latín no es sino «lo que será» o «seremos», lo
que seréis. Lo que ya sois. Y parte de ese futuro se ha fraguado en el pasado más o menos
reciente. En los años que habéis pasado aquí, con nosotros, los que hoy habéis recibido el
diploma acreditativo como mejor expediente de cada una de nuestras titulaciones. Es un
momento de legítimo orgullo, de alegría compartida con vuestras familias y de justa
recompensa por los esfuerzos realizados, que –lo espero sinceramente- se vea completada con
un acceso al mercado de trabajo rápido y adecuado. Nuestra Tarjeta Aurea y la oferta de
Postgrado, tanto de tipo oficial como de títulos propios gestionados desde la Fundación de la
UR, están, no obstante, a vuestra disposición para seguir manteniendo el contacto con el
campus y seguir formándoos.
El orador puede variar el contenido del discurso durante la intervención
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Nuestra sociedad es tan competitiva que recuerda a ese pasaje de Alicia en el país de
las maravillas –ahora que Tim Burton ha vuelto a poner de moda el clásico de Lewis Carrollen el que la protagonista empieza a correr junto a la Reina de Corazones: «Aquí –le dice-, se
ha de correr a toda marcha simplemente para seguir en el mismo sitio. Y si quieres llegar a
otra parte, por lo menos has de correr el doble de rápido». Quienes sin duda han corrido más
rápido o simplemente más son nuestros nuevos doctores y quienes han conseguido este año el
Premio Extraordinario de Doctorado, al alargar su carrera académica iniciándose en la senda
apasionante y sacrificada de la investigación
Desde hace tiempo venimos oyendo que es necesario, para salir de la crisis económica,
apostar por un crecimiento basado en un nuevo modelo productivo que se asiente en el
conocimiento, la investigación y el desarrollo. No solo creo que debe ser así sino que,
además, las Universidades debemos tener un protagonismo claro en dicho proceso de cambio.
No en vano, España ocupa actualmente el 9º puesto de producción científica mundial y ésta la
realizan, mayoritariamente, los investigadores universitarios; el 65% de la misma surge de
nuestros campus. Pero la investigación no surge de la nada, es necesario invertir recursos en
infraestructuras y dotarse del personal adecuado. Por eso, estos diecisiete nuevos doctores y
doctoras, así como los tres premios extraordinarios de doctorado suponen la cantera de ese
nuevo paradigma que, si me permiten el símil deportivo, además está dispuesta a saltar al
campo y batirse el cobre.
El modelo de la Triple Hélice nos enseña que la apuesta por la innovación tiene tres
agentes sin cuyo concurso será difícil alcanzar este reto: la Administración Pública, la
Universidad y la empresa, que debe comprometerse también decididamente. Todo esfuerzo
realizado y todo euro invertido es siempre poco y siempre podríamos hacer más cosas con más
recursos, pero no me cabe duda del compromiso adoptado en ese sentido. En 2011
inauguraremos la sede definitiva del Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino, estamos
proyectando la cuarta fase del Complejo Científico Tecnológico, que entre otras acogerá las
instalaciones del Centro de Investigación Aplicada en Informática, Estadística y Matemáticas
(CIEMUR); y vamos a ampliar el edificio de la Biblioteca Universitaria.
Hemos creado cinco centros propios de investigación que empiezan a dar sus primeros
pasos después de haberse elegido este año, democráticamente, a sus investigadores; hemos
evaluado a nuestros equipos de investigación y aprobado, un año más, el nuevo catálogo de
grupos, que suma ya 95 y reúne a 431 investigadores. Y, lejos de conformarnos, seguimos
formándolos. Estos nuevos doctores y doctoras son la avanzadilla, pero ahí están los otros más
de doscientos que han defendido su tesis en el campus desde 1994 y los 369 matriculados en
los programas de Doctorado y nuevos másteres universitarios de investigación que hemos
comenzado a impartir este curso.
Y lejos de complacernos con todo lo realizado, continuamos trabajando. Así, junto a las
universidades de Zaragoza, Pública de Navarra y Lérida vamos a presentar nuestra
candidatura a la convocatoria de Campus de Excelencia Internacional del Ministerio de
Educación para, bajo la denominación de Valle medio del Ebro, aunar nuestros recursos
académicos, tecnológicos e investigadores con el fin de posicionarnos como referentes
internacionales en nuestras áreas de especialización. En nuestro caso, colaborando
especialmente en el ámbito de la agroalimentación y nutrición, especialmente para la
investigación y formación avanzada en enología y viticultura; en el ámbito de la memoria, el
patrimonio y la identidad, a través de nuestra Fundación Dialnet y la agregación de Cilengua;
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y con oportunidades relevantes en los ámbitos de la tecnología de la salud y la energía y el
medio ambiente. Será un proyecto interuniversitario y también interregional, que parte de la
premisa de la agregación de las potencialidades que en investigación, en enseñanza superior y
en transferencia del conocimiento tienen los campus y los centros tecnológicos e instituciones
de las regiones donde aquellos se asientan.
Esfuerzo, competitividad, nuevas metas... hablamos del espíritu universitario y no es
muy diferente al espíritu deportivo: más rápido, más alto, más fuerte. Por eso es impensable
desligar la formación académica universitaria de la práctica deportiva. Y, por eso, también
homenajeamos hoy a quienes han defendido nuestro pabellón universitario de forma gloriosa,
subiéndose al podio y agachando la cabeza solo para colgarse una medalla al cuello.
Desde aquí nuestro aplauso y nuestro reconocimiento a ellos como también a quienes
hoy despedimos. A nuestros profesores jubilados Felipe Alcántara, Ángel Jaime Baró, Ricardo
Martín y Antonio Juan Royo. Ellos han recibido hoy la placa y el cariño de todos nosotros.
Quien, en cambio, no ha podido acudir, a pesar de que luchó valientemente contra la
enfermedad, es nuestra compañera del Personal de Administración y Servicios Inmaculada
Casas. Y, como ella, nos han dejado este año la alumna Alejandra Rodríguez Hurtado y el que
fuera profesor nuestro en el Departamento de Ciencias Humanas y Sociales, Javier Velasco
Yeregui. A todos ellos, a sus familiares y amigos, a sus compañeros de la comunidad
universitaria, dedico el más cariñoso de los recuerdos.
En el discurso de la apertura del curso 2006-2007 afirmaba que «la ilusión y jovialidad
de Carmelo [Cunchillos] nos animó a muchos a aunar esfuerzos para conseguir una Universidad
mejor. El trabajo desarrollado con rigor desde su cátedra de Filología Inglesa formará parte
del acervo que ha permitido asentar las sólidas bases de una institución académica como la
Universidad de La Rioja». A ésta se refería él en 1994 –o así la soñaba- como «un esfuerzo
intelectual y organizativo de altura, desarrollado bajo la brillante luz de la razón y el
esfuerzo crítico, con la vista puesta en un mejor futuro al servicio de la sociedad, superando
las tendencias residuales a recrearnos en la mortecina atmósfera de nuestros patios interiores
[...] Hay mucha energía positiva y de progreso acumulada en el cerebro y el corazón del
personal universitario y de los estudiantes riojanos, que se canalizará hacia los retos que este
presente renovado nos plantea».
Ayer, hoy y mañana. Pasado, presente y futuro. Estudiantes, doctores, profesores y
personal administrativo. Todos estamos convocados a la tarea de construir día a día la
Universidad de La Rioja.
Muchas gracias.
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