XV Domingo Ordinario - stjohnskitchener.ca

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XV Domingo Ordinario
Julio 13, 2014
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Las lecturas bíblicas de hoy enfatizan la acción constante y el gran alcance de la "Palabra de
Dios" para iluminar y cambiar nuestras mentes y corazones para creer en él y actuar como debe
ser.
En la primera lectura del profeta Isaías, tenemos uno de los más bellos pasajes de la Biblia sobre
el poder y el propósito de la palabra de Dios, para dar vida a los que la reciben. A través de ella,
el profeta Isaías trae un mensaje de consuelo al pueblo de Israel en el exilio, donde los anima
a tener esperanza en la gloria futura. Él hace llover un símbolo de la poderosa palabra de Dios.
La lluvia baja del cielo, y hace que la tierra sea fecunda. La tierra produce una buena cosecha
y también prepara la semilla para su uso futuro, asi como la palabra de Dios llueve y enriquece
el mundo. El mundo es como la tierra reseca que está esperando la lluvia de la palabra de Dios.
La palabra de Dios tiene la misma influencia en el paisaje espiritual. Su experiencia en el exilio
fue privada de la vida y la esperanza.
Todo eso va a cambiar si ellos permiten que la palabra de Dios entre en sus corazones. El
profeta está convencido de que la palabra de Dios se encuentra en un terreno fértil, en los
corazones del pueblo, para transformarlos en un pueblo equipado para nutrir las naciones del
mundo espiritual. Incluso si no se arrepienten, Dios aun puede tomar la iniciativa de darle vida.
Su palabra divina no va a volver al cielo sin lograr el propósito de dar vida.
El profeta les ofrece un mensaje de esperanza. Él recuerda el poderoso efecto que tiene la
Palabra de Dios. Así como Dios expresó una palabra eficaz en el principio para cumplir la obra
de la creación, así mismo Israel confiará en el poder permanente de la Palabra de Dios, para
librarlos del exilio.
En nuestro Evangelio de hoy, Jesús inicia con "La Parábola del Sembrador", que parece bastante
sencilla. El hace pensar a sus discípulos hablándoles de un sembrador que es descuidado en la
siembra de la semilla - él la lanza por todo el lugar. Gran parte de la semilla cae en tierra fértil,
pero mucha es desperdiciada. Las semillas que cayeron en el suelo, en el camino, terreno
pedregoso, o cayeron entre otras plantas, no crecerán.
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La sorpresa de la parábola es la enorme producción de la semilla que se siembra en tierra buena.
"Las semillas que cayeron en tierra buena, dieron fruto". En la misma parábola el énfasis está en
Dios, el sembrador, quien trabaja y produce resultados.
Jesús, luego les explica el uso de las parábolas como una herramienta para enseñar. El oyente
debe participar con un grado de reflexión, con el fin de entender el mensaje de la parábola.
Aquellos que están dispuestos a comprometerse y esforzarse por entender, serán
recompensados por el descubrimiento del mensaje y darán sus frutos.
Así que después de haber inquietado a los discípulos con la parábola, Jesús ahora lo explica con
su propia predicación de la Palabra. Él ha sido muy generoso con las enseñanza y milagros,
llegando a todo tipo de personas, especialmente inadaptados y pecadores. La interpretación de
la parábola pone el énfasis más en nosotros, que somos el suelo, y las formas en que podemos
responder.
Los diferentes tipos de suelo en el que se siembran las semillas, son metáforas y depende de
la disposición, con la que cada individuo escucha la enseñanza sobre el reino de los cielos.
Algunos se dejan convencer fácilmente para alejarse del reino de los cielos. Algunos la recibirán
durante un tiempo, pero la perderán cuando se enfrentan a dificultades. Algunos oyen la palabra,
pero permiten que otras preocupaciones del mundo la ahoguen. Sin embargo, algunos la
recibirán bien, y la semilla producirá abundantes frutos. "La semilla que cae en tierra buena dará
fruto."
En toda la Sagrada Escritura, la palabra de Dios no son solo palabras. Es un hacer de la palabra,
es una creación, es la palabra que da vida. Es como una semilla portadora de vida. Y ¿dónde
encontramos esa palabra? Hay un lugar en particular, cuando la palabra de Dios es claramente
vivida, esta en Cristo Jesús. Porque Jesús es la Palabra de Dios. Todo lo que Jesús dijo, e hizo
Jesús era Dios, quien se comunica con nosotros por medio de él.
En la "Parábola del Sembrador" Jesús mismo es el sembrador de la semilla. Él es la Palabra
eterna encarnada, quien proporciona la semilla y siembra en los corazones de su pueblo, con el
fin de producir una cosecha de treinta, sesenta o cien veces. La cosecha depende de la fertilidad
del corazón en el que es plantado. La Palabra da fruto para la vida eterna, para aquellos que
están dispuestos a escuchar.
Una vez más, Jesús, la Palabra de Dios, era consciente que la humanidad a menudo no lo
escuchaba. Jesús sabía, porque él habló a multitudes, y muchos, especialmente los que debería
haberlo escuchado más detenidamente, no estaban dispuestos a escuchar lo que él tenía que
decir. Es por eso que él a menudo decía: "El que tenga oídos, que oiga." Jesús describió cuatro
tipos de oyentes, tres de los cuales en realidad no eran oyentes.
Ellos eran de actitud dura, de actitud con polvo y otros de actitud desordenada. Las personas que
no lo escucharon en absoluto, o aquellos quienes lo escucharon, pero tenían sus corazones en
otro lugar. Los tipos de actitudes duras fueron tal vez como las personas que pensaban que no
tenían necesidad de escuchar a Jesús, porque ya tenían la verdad, y no iban a permitir que él o
cualquier profeta cambiará sus mentes.
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Tal vez los otros dos tipos eran como las personas que dijeron que seguirían a Jesús, pero
recibieron una respuesta bastante negativa de él, porque él les iba a decir que ellos no estaban
realmente comprometidos. Sin embargo, hay otras tipos derazones por las qué algunas personas
no quisieron oír la Palabra de Dios. Aquellos quienes la escuchan, se transforman. Es posible que
nos sea suficiente para recibir la bienvenida en el reino de Dios, pero son utilizados por Dios y
ellos hacen mucho más de lo que ellos creian que eran capaces de hacer.
Finalmente, nosotros somos el suelo. ¿Y qué tipo de suelo somos nosotros sobre el cual la
semilla, la Palabra de Dios, se siembra? ¿Estamos comprometidos con la palabra de Dios y por
lo tanto, la aceptamos, permitimos que crezca en nosotros, y que nos haga la persona que Dios
quiere que seamos? ¿O nos sentimos tan indispuestos con su palabra que ni siquiera permitimos
que ella brote en nosotros?
Todos tenemos defectos que son representados por la superficie dura, la superficie con polvo
y la superficie desordenada, pero podemos tener la esperanza, porque Dios quien escoge
usarnos, es el milagroso, quien incluso en el suelo pobre de nuestros corazones, puede traernos
tanto bien que nosotros nunca hubieramos imaginado.
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