El demonio alcohol : drama en cuatro actos

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EL DEMONIO ALCOHOL
DRAMA EN CUATRO ACTOS
•
pon
CONSTANCIO FRANCO V.
1888
IMPRENTA DE VAPon DE ZAL!MEA HERMANOS.
Editor, Enrique Zalamea.
487
PERSONAL.
DOCTOR SEMPRONIO ............ "... ..... ...
DON JUAN ............•.............•.........
DOÑA CLEMENOIA .....•.•......• '" •........
HUMBERTO ..•..•.•....•••.•.........•...•.•
80ton ta años.
Cincuenta id.
Cuarenta id.
Veintitrés id.
GUSTAVO ............
Veintioinoo id.
PEDRO .•............................•......... Cnarenta id.
JAOlNTO ...... '" .............. .. ............ T:ointa id.
Loo provinoialismos do quo 01 autor h. tenido quo haoer uso
en esto drama, van on bastardilla.
o •• o • • • •
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........
TRAJES DE LA ÉPOOA.
~.
'lo)
El autor dedica esta obra ti los distinguidos actores colombianos, señores
DOMINGO TORRES Y MANUEL CANCINO R.
487
PERSONAL.
DOCTOR SEMPRONIO ... '" ...... ............. Setenta años.
DON JUAN .................................... Cincuenta id.
DOÑA CLEMENOIA ........................... Cuarenta id.
HUMBERTO
Veintitrés id.
GUSTAVO ....................
Veintioinoo id.
OO. o •• Oo. oo . . . . oo . . . . . . . . . . . . . oo,
oo,
PEDRO
o • • o o . oo.
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Cllarenta
id.
JAOINTO ...................... ............... Treinta id.
Los provinoialismos de que el autor h. tenido que haoer uso
en este drama, van en bastardilla.
TRAJES DE LA ÉPOOA.
EL DEMONIO ALCOHOL.
ACTO PRIMERO.
Agravio tras de agravio.
El 6scenBrio rl3presentB el s8.16n principal de la caaD. de habitaci6n do Don
Juao, lujosamente adornado. Habrá dos pnertus la.teralos y una al fonJo.
ESCENA 1.
CLEMENCIA Y PEDRO.
CLEMENCIA. Preciso es que el Doctor venga cuanto antes.
PEDRO.
No está en su casa, señora.
CLEMENCIA. Ya habrá llegado.
PEDRO.
No irá hasta eso de las once.
CLEMENCIA. Buscarás otro médico.
PEDRO.
A cuál debo llamar 1
Cr,EMENCIA. Al primero que encuentres.
PEDRO.
Bien. (Haciendo que sale). A cualquiera! Co.
rriente. (Volviendo). Llamaré, señora, al Doctor
Orofío 1
CJ¡lIIMlIINQU. Ya I¡e dioho que á oualq uíera,
6
EL DEMONIO ALCOHOL.
Voy. (Haciendo que sale). El Doctor Orofio re.
cetará sangrías ! (Volviendo). Es mejor traer nI
Doctor Azcárate
CLEMENCIA. Orofio 6 Azcárate, pronto.
PEDRO.
Sí. (Haciendo que sale). El Doctor Azcárate es
de los recién llegados del extranjero, y .•. .•. (Vol.
viendo). Decididamente es mejor esperar ti las
once é ir por el Doctor Sempronio.
CLEMENCIA. (Aparte). Este hombre tiene sangre de hor.
chata! CA e'l). Por el alma de tu madre, haz lo
que se te manda.
PEDRO.
En el acto. (Yéndose). El tal Doctor Sempro.
nio, ya por su euad , ya por su ciencia, es rntí..
considerado con sus enfermos.
PEDRO.
ESCENA II.
CLEMENCIA.
De qué sirven honores y riqueza bajo el peso de
tan tremendo infortunio !. ..... Pobre hijo mío!
Tan joven y víctima ya del vicio másllvergon.
zoso y uegradante; pues que la intemperancia
en la bebida conduce al hombre al ridículo; lo
rebaja i\ la condici6n del bruto; lo lleva tí. la in.
famia, y lo arrastra muchas veces al delito!. ... . .
Oh, Voluntad humaea, que rara vez tiene impe.
rio sobre los insensatos y locos deseos!. .•...
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
7
ESCENA III.
CLEMENCIA
Y
JUAN.
JUAN.
Eso ya no se puede sufrir más, sefiora.
CLEMENCIA. Qué acontece 1
Humberto está completamente perdido.
JUAN.
CLEMENCIA. (Apa,·te). Lo ha visto! (.A él). Tengámosle
compasi6n.
Compasi6n 1.."" Al ver tendido ¡¡ ese mozo
sobre el pavimento de su cuarto, inm6vil como
UD tronco, no sé qué sentimiento de ciego furor
se ha apoderado de mí.
CLEMENCIA. Hay que tratario con henignidad.
JUAN.
La benignidad es, sin duda, la causa de la de.
gradaci6n en que ~a cayendo Humberto; y Va",
señora, sois responsable, en gran parte, de esta
suprema desgracia para nosotros.
CLEMENCIA. Yo la responsable? S610 esto me faltaba!
JUAN.
Sí, vos la responsahle. Cuando Humberto em.
pez6 á entregarse á los placeres del vino, yo os
prevenía de ello, y vos que sois toda de él, en
vez de reconvenirle, apoyando mi autoridad de
padre, perdonábais sus faltas y lo impulsábais
con demostraciones de excesivo cariño, para que
continuara en el camino que está labrando su
pérdida, porque los vicios crecen al paso que se
frecuentan las ocasiones.
CLEMENCIA. Qué ha de hacer una madre, sino amar á sus
hijos.
JUAN.
8
EL DEMONIO ALCOHOL.
JUAN.
\
Todo cariño, Reñora, por grande, santo y natu.
ral que sea, tiene SIlS límites, que marca el sen.
timiento que consagra la propia dignidad, y el
interés que debe tenerse por aquellos a quienes
amamos. Creer que estamos obligados como pa.
dres á acceder á todo cuanto desean de nosotros
nuestros hijos, es un gravo error que conduce á
funestos resultados.
CLEMENCIA. y qué preferencias he tenido yo para con
Rumberto, que hayan podido contribuir ...... 1
JUAN.
Muchas. Tántas, que dadas sus malas inclinacio.
nes y el desarreglo de sus costumbres, raro es
que no baya cometido faltas que le hubieran
abierto las puertas de las prisiones; porque la
lihertad que degenera en licencia, va con freo
cuencia á parar á la cárcel.
CLEMENCIA. Qué exageración!
JUAN.
Desde muy niño Rumberto, tal vez no contaba
diez años, quiso frecuentar el teatro y me obli.
gábais á llevarlo ti menudo. A poco, tuvo
pasi6u por el bailo, y se lo proporcionabais. A
la par que el baile exigió el lujo en el vestido,
y lo pusísteis, cont", mis indicaciones, á la úl.
tima moda. No babía cumpliGo veinte años
cuando qlliso viajar, y flleron tllntas vuestras
súplicas é impertinencias, tllnto vuestro llanto y
nuestras molestia~, que por conservar la paz doméstica, me ví precisado á enviarlo al extrlln·
Jero .
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
9
No habiéndonos dado Dios más que un hijo,
forzoso era hacer de él un hombre de sociedad,
ya que la suerte nos había otorgado sus favores
con algunos bienes de fortuna.
JUAN.
Os pido que me perdonéis, señora, pero quiero
hablaros con entera frangueza: nuestra fortuna
es, precisamente, lo que está cavando el aLismo
en que va á hundirse nuestra felicidad!
CLEMENCIA. Qué estáis diciendo!
JUAN.
Digo que como ciertas familias acomodadas, que
más fundan su posición en la riqueza que en
la práctica de los puros y nobles sentimientos,
IlOS lleva la vanidad por u na pendiente en la
cual, probable es que perdamos, no tan s610 los
bienes, sino también la tranquilidad del hogar!
CLEMENCIA. Vaya una idea extravagaDte !
JUAN.
El orgullo que es una enfermedad del espíritu
que nace del excesivo amor que nos tenemos,
conduce á extremidades lamentables, de las que
rara vez salimos bien librados.
CLEMENCIA. (Gon seriedad). Nada he aconsejado á Hum.
berta que no esté dentro de los límites de lo
decente y de lo honesto.
JUAN.
Señora, yo no os inculpo de que le hayáis dado
malas enseñanzas, digo apenas que le habéis too
lerado ciertos procederes que ......
CLEMENCIA. Acabad.
JUAN.
Que lanzándolo en determinado camino, lo van
CLEMENCIA.
ti
jlacer parar en el delM-ium Pl'emens! en ~I
10
EL DEMONIO ALCOHOL.
erotismo fren ético, tal vez en el instinto sangui.
nario, y quién sabe si en la manía suicida; por.
que es provocar los vicios y el crimen mismo, el
dejarles libre curso sin refrenarlos á tiempo con
el castigo.
CLEMENCIA. Eso es sospechar demasiado. Humberto es un
homhre pundonoroso.
JUAN.
Sí, tan pundonoroso, como tantos otros j6venes
que, sin miramiento alguno, se embriagan con
harta frecuencia!
CLEMENCIA. A los hombres de mundo ..... .
JUAN.
Les es permitido violentar las leyes morales y
reírse de todo, y mucho más si son ricos; pues
que la riqueza trayendo, por lo común, á la
mente del que In posee, la idea de que el dinero
es una coraza impenetrable que resiste y cubre
todas las faltas, imprime en el alma de los ricos
necios, una cierta pedantería que les enseña á
despreciar cuanto no está al alcance de sus pro.
pias pasiones!
CLEMENCIA. Creeis imposible volver á una persona que se
estima al sendero del honor1
JUAN.
Que uno se estime es cosa muy natural y neceo
saria, y los que así proceden, 6 no tienen vicios
que los empequeñezcan, 6 si los tienen los en.
miendan. Pero lo que no se puede soportar, ni
admite disculpa es, q'le haya gentes que á tiem.
po que alaban el lado bueno de su naturaleza,
tengan también la vanidad de alabar sus propias
EL DEMONIO ALCOHOL.
11
bajezas, es decir, de servirse de sus defectos para
hacer burla y escarnio de la virtud!
CLEMENCIA. Estáis hoy de un humor regañ6n que me
ofende.
JUAN.
Siempre que os digo la verdad, aparezco á vues.
tros ojos insoportable. E,ta es, señora, una de las
páginas características de la historia del matri.
monio!
ESCENA IV.
CLEMENCIA, JUAN Y SEMPRONIO.
CLEMENCIA. Buenos días, Doctor Sempronio.
SEMPRONIO. Buenos días, señora.
Doctor ......
JUAN.
SEMPRONIO. Señor Don Juan ......
CLEMENCIA. Cuánto me alegro de que hayáis venido.
SEMPRONIO. Siem pre estoy á vuestras 6rdenes.
JUAN.
Gracias.
SEMPRONIO. y hien, hay alguna novedad en la casa '1
CLEMENCIA. Humberto .. ' .. ,
Está enfermo,
JUAN.
SEMPRONIO. y de qué 1
CLEMENCIA. Pues ...... del pecho.
SEMPRONIO, Alguna pulmonía 1
Quién sahe.
JUAN,
SEMPRONIO, Nada tendría de exlraño. El tiempo está tan
crudo ......
CLEMENCIA. Desde esta mañana se encuentra inm6vil, delira,
y ......
12
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. Cómo pas6 la noche 1
CLEMENCIA. La noche ..... .
SEMPRONIO. Tosi6 mucho 1
CLEMENCIA. Quién sabe.
SEMPRONIO. C6mo, señora 1
JUAN.
Humberto no durmi6 en casa.
SEMPRONIO. Estuvo en alguna diversi6n 1
JUAN.
Así parece.
SEMPRONIO. A qué horas lleg6 tí acostarse 1
CLEMENCIA. A eso de las seis de la mañana.
SEMPRONIO. Vino solo tí su cuarto 6 acompañado 1
OLEMENCIA. Solo.
SEMPRONIO. Así, con pa>o tardo y embarazoso, y apoyándose
en las paredes 1
CLEMENCIA. Doctor. ...•.
JUAN.
(Aparte). Qué vergüenza!
SEMPRONIO. y apenas vi6 entre sombras el codiciado lecho,
cay6 sobre él recio cual una montaña de plomo 1
CLEMENCIA. (Apa7·te) Dios mío!
SEMPRONIO. y á poco, levantando las manos al aire y di_
ciendo palabras confusas, apretaba los dedos pretendiendo coger cosas ú objetos que se le esca_
paban 1
JUAN.
(Aparte). Esto es imposible!
SEMPRONIO. Pues señor don Juan, siento decíroslo: vuestro
hijo está, según los fisi610gos, en estado morboso.
JUAN.
Qué 1
¡SE~!PRONIO. En plena tll rbaci6n de sus facultades intelectua_
les, con entorpeoimiento de las fí8ioa8,
EL DEMONIO ALOOHOL.
13
CLEMENCIA. Se hallaría en alguna reunión, y á la salida un
mal viento ...... .
SEMPRONIO. Se le subió á la cabeza, señora.
JUAN.
Doctor ......
SEMPRONIO. Má.s que nunca, persigue actualmente á la so.
ciedad, y en especial á una gran parte de la ju.
ventud que se llama de buen tono, una especie
de dios .eductor que, como el de la fábula india,
tiene mil brazos para asir á sus víctimas, y ha.
bla mil sonoras lenguas para seducirlas, exa!.
tando su fantasía y haciéndolas pasar ratos feli.
ces en el esplendoroso cielo de las quimeras!
JUAN.
Ese dios ......
SEMPRONIO. Que suele metamorfosearse como Baca, cuando
se propuso seducir á la casta Erigona, es .....
JUAN.
Ya 10 habéis dicho, Baco.
SEMPRONIO. La civilización y la ciencia modernas, en extre.
mo positivistas, le han dado otro nombre má.s
expresivo, es el Demonio Alcohol.
JUAN.
Cuyos estragos son espantosos!
SEMPRONIO. Tar. espantosos, que la historia nos suministra
innumerables casos en que el exceso en la bebida
de los licores espirituosos, ha hecho cometer á
los hombres mejor dotados de inteligencia, y de
má.s nobles instintos, las acciones má.s ridículas
é inmorales.
JUAN.
Razón tuvieron los judíos para odiar este vicio
infame.
SSMPRONIO. N o sólo los judíos. Entre los espartanos, Li.
14
EL DEMONIO ALCOHOL.
curgo para inspirar á la juventud aversi6n al
vino, hacía emborrachar tí sus esclavos.
JUAN.
Pitágoras prohibió las bebidas espirituosas entre
sus discípulos, considerándolas como los mayores
enemigos de la virtud, de la sabiduría y de la
gloria.
SEMPRONIO. Pitaco, Rey de Mitilene, les mandaba arrancar
los ojos tí los borracbos de profesi6n.
JUAN.
Seleuco, Legislador de los l6crios, arrojaba á los
ébrios del territorio del Estado.
SEMPRONIO. Entre los atenienses, Draco los penaba con la
muerte.
JUAN.
Francisco I castigaba IÍ los que se embriagaban
por primera vez, con la cárcel; por In segunda
con azotes, y por la tercera con el destierro.
SEMPRONIO. Luis XIV apaleaba tí sus cortesanos cuando se
excedían en la bebida.
JUAN.
Napole6n el Grande declaraba á los intemperantes, indignos de toda funci6n pública.
SEMPRONIO. Mejor que todos lo hizo Carlos IX, que mandó
arrancar los viñedos en sus dominios.
CLEMENCIA. (A Semp,·onio). Vamos IÍ ver el enfermo 1
SEMPRONJO. Bien ......
JUAN.
(A Clemencia). Dentro de un momento.
SEMPRONIO. Os seguiré, señora. (Váse Clemencia).
4
EL DEMONIO ALCOHOL.
15
ESCENA V.
JUAN
JUAN.
Y
SEMPRONIO.
Doctor, ya sabéis la desgracia que pesa sobre
nosotros.
SEMPRONlO. Grande y muy grande! Capaz de vol ver loco á
un santo y dar la fé á nn ateo!
JuAN.
Tenéis confianza en b ciencia!
SEMPRONIO. La ciencia es el conocimiento claro y cierto de
las cosas, fundado en principios evidentes y en
demostraciones.
JUAN.
Creéis en la medicina 1
SF..MPRONlO. La medicina tiene por ohjeto precaver y cllrar
las enfermedades, en cuanto ellas pueden preca.
verse y ser curables.
JUAN.
Hé aquí la dificultad!
SEMPRONIO. Hoy, gracias á los progresos de la. Anatomía
general y de la Fisiología experimental, la me.
dicina ha entrado en un camino verdaderamente
científico, renunciando definitivamente á toda
especie de metafísica, para ser biológica, esto es,
apoyarse en el conocimiento de las leyes genera.
les de la vida.
JUAN.
Os pregunto, doctor, si tenéis confianza en la
medicina!
SEMPRONIO. Cómo no. Esta es una ciellCia bien organizada,
que cuenta principios de carácter incontroverti.
ble, y está en el camino de la perfección.
JUAN.
Pues bien, os doy la mitad de mi fortuna .......
16
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. Por qué 1
JUAN.
Por que arranquéis á Humberto de los brazos de
esa terrible enfermedad que lo persigue.
SEMPRONIO. Qué enfermedad es esa 1
JUAN.
La bebida.
SEMPRONIO. Se entiende por enfermedad, científicamente
hablando, la alteración acci lental que se mani.
fiesta en el estado de los órganos de la economía
animal 6 en el ejercicio de las funciones vitales.
JUAN.
De manera que vos creéis que la manía de 19
bebida no es una enfermedad 1
SEMPBONIO. Lejos estoy de pensarlo. La bebida es un vicio. Una relajación de la virtud moral llamada
sobriedad 6 temperancia, de lo cual resulta el
hábito de la borrachera.
JUAN.
Pero el uso inmoderado del alcohol conduce á
las enfermedades.
SEbll'RONIO. Por fuerza. Mas no hay que confundir el
efecto con la causa. Un hombre embriagado está
de hecho enfermo, puesto que su estado patoló.
gico es bien distinto del que tenía en estado de
salud; pero esto no quiere decir que la manía
de beber deje de ser nn vicio, para ser una enfermedad.
JUAN.
De manera que la embriaguez es incurable 1
SEMPRONIO. Os reaito que la borrachera 6 borrachez, no
s610 es un vicio, una pasi6n, sino una enferme.
dad que tieDe su terapéutica especial, segúD el
grado de alcoholismo en que se halle el paciente.
-
61
EL DEMONIO ALCOHOL.
17
Ahora bien, las enfermedades que producen los
licores espirituosos, cuando no afectan directa y
radicalmente determiDado~ 6rganos, son cura.
bIes; mientras que el vicio rara vez lo es, al
menos por la acci6n de la ciencia; pues no
se conoce específico que pueda hacer odiar á los
ebrios la perenne propensi6n al alcohol.
JUAN.
Así, pues,los hombres tí quienes invade este vi.
cio execrable é infame, están fuera de la miseri.
cordia de Dios?
SEMPRONIO. N6. Contra el abuso de la bebida, hay dos me.
dios que pueden adoptarse con buenos resul.
tados.
JUAN.
Cuáles?
SEMPRONIO. El primero, despertar en el bebedor el estímulo
del honor y el sentimiento de la propia digni.
dad, haciéndole comprender los funestos efectos
del vicio, y tratando de que predomine en él la
Voluntad.
JUAN.
y si esto no basta?
SEMPRONIO. Si tí pesar de esto se persiste en la embriaguez,
por haber caído ya en la dipsomanía, que es esa
especie de locura que está caracterizada por un
irresistible deseo, entonces debe encerrarse al
bebedor en un asilo; y con tanto mayor raz6n,
cuanto que es un sér peligroso que se suicida,
,,1 tera el orden social y com promete el reposo
de la familia.
JUAN.
Opto por el primer medio, Doctor.
2
18
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. Si aun es tiempo ......
JUAN.
Me ayadaréis con vaestros consejos, vuastra
ciencia, y la autoridad moral que os da vuestra
posici6n ?
SEMPRONIO. Con gusto. Redimir una alma es cosa. que me
complace.
JUAN.
Por librar á Humberto de la manía alcoh6lica.,
daría hasta mi vida.
SEMPRONIO. (Aparte) . Desdichado padre!
JUAN.
Cuándo dehemos dar principio á nuestra hené.
fica tarea?
SEMPRONIO. Sin demora..
JUAN.
Corriente.
SEMPRONIO. Mas autes de empezar, preciso es que yo sepa:
qué profesi6n tiene vuestro hijo, qué vida lleva
y qué relaciones frecuenta.
JUAN.
Todo lo sahréis.
SEMPRONIO. Qué edad tiene Humherto?
JUAN.
Veintitrés afios.
SEMPRONIO. La edad puede favorecerlo, pues que en la
juventud es menos obstinada la borrachera, que
en la edad ad ulta y en la vejez.
JUAN.
Por el mayor estímulo.
SEMPRONIO. Qué índole caracteriza al joven?
JUAN.
Es altivo y voluntarioso.
SEMPRONIO. Lá~tima grande!
JUAN.
Lástima!
SEMPRONIO. Cuánto tiempo hace que está entregado al uso
del licor?
EL DEMONIO ALCOHOL.
19
JUAN.
Más de tres afios.
SEMPRONIO. Bastante! Qué profesión tiene!
JUAN.
Si he de hablaros COIl la verdad ......
SEMP&ONIO. Necesito de la verdad.
JUAN.
Humberto no tiene profesi6n.
SElIPRONIO. 06mo ! .... .. N o bace oficio!
JUAN.
Ninguno.
SEMPRONIO. Entonces en qué pasa la vida!
JUAN.
Teniendo c6mo atender IÍ sus necesidades ......
SEMPRONIO.Oomprendo. No se ocnpa en nada. Jesucristo,
el gran fundador de la moral y del sentimiento
puro, dijo ql!e cada cual comería el pan con el
sudor de su frente, y si todos los hombres tuvie.
ran que vivir de su trahajo, mucbo menor fuera
en las sociedades modernas el número de los
borrachos, que sostienen el vicio con el petardo.
JUAN.
Sin duda.
ESOENA
VI.
HEMPRONIO, JUAN Y CLEMENCIA.
SEMPRONIO. Oómo sigue el enfermo 1
OLEMENOIA. Así, Doctor.
SEMPRONIO. Le pas6 el accidente 1
OLEMENOIA. Duerme intranquilo.
SEMPRONIO. CA Juan). Y bien: ya .abemos que Don Hum.
herto, como todos los borrachos, pasa la mitad
de la vida bebiendo, y la otra mitad no haciendo
nada.
..
20
EL DEMONIO ALCOHOL.
JUAN.
(A Clemencia). El Doctor nos promete curar ...
CLEMENCIA. Cómo recompensar semejante servicio 1.. ....
SEMPRONIO. "Quien ha bebido, beberá," dice un antiguo
proverbio. A sí, yo me comprometo á curar la
enfermedad proveniente del vicio, hasta tanto
que no tome determinadas proporciones; en
cuanto al vicio mismo, la cosa es diferente.
CLEMENCIA. Cómo 1
SEMPRONIO. Sobre la manía suicida del alcohol pueden em.
plearse sistemas, pero para curar la ebriedad en
su estado crónico, no hay, como se lo acabo de
manifestar á vuestro marido, más que dos me.
dios que yo conozca: la Voluntad en el bebedor
de no persistir en el vicio, y el Asilo.
CLEMENCIA. El Asilo humilla.
SEMPRONIO. La bebida humilla más.
CLEMENCIA. Tiene también algo de ......
SEMPRONIO. Pero puede curar, señora. (A Juan). Qué re·
laciones tiene vuestro hijo 1
JUAN.
Sé que frecuenta la casa de una respetable fami.
lia; y que está enamorado de una linda señorita
á quien preteude en matrimonio.
SEMPRONIO. y ella lo "cepta 1
JUAN.
Juzgo que sí.
SEMPRONIO. (Aparte). Oh, mujeres! ...... Se casan con
quien les propone, sin reparar en las consecuen.
cias ! ! (A él). Ese matrimonio es un crimen.
JUA.N.
Un crimen 1
SEMPRONIO. Sí. Tal enlace, que no dará á los contrayentes
EL DEMONIO ALCOHOL.
21
un día de sosiego, mientras la borrachera del
marido sea continua, s610 dará séres débiles, pre.
dispuestos á las enajenaciones mentales y al
mismo vicio de su padre!
JUAN.
(.il.pu;rte). Hasta dónde va el mal!
SEMPRONIO. Tiene Don Humberto algún amigo bebedor 1
JUAN.
Sí, Doctor.
SEMPRONIO. Forzoso es separarlo de su compañía. Las amis.
tades entre los ebrios les son funestas; pues se
ha observado que el vicio del uno sirve de estío
mulo al del otro y viceversa.
JUAN.
Ya babía caído en la cuenta. Aunque no es me.
nos cierto, que hay personaR que heben por~ue
están solas, y otras porque están acompañadas;
UDas veces porque se hullau contentas y otras
porque están tristes!
SEMPRONIO. Quién paga sus cuentas al joven 1
CLEMENCIA. Pues sus cuentas ..... .
SEMPRONIO. Las Cll bre éll
CLEMENCIA. Las cubro yo. Imposible permitir que se dude
ni por un instante de su hor::radez.
SEMPRONIO. De hoy en adelante es preciso variar de CaD.
ducta, señora. Un hijo ingrato, que avergüenza
á los suyos, y disipa en la más espantosa locura
el capital de la sociedad doméstica, no merece
que se le hagan demostraciones de ardiente ca.
riño, ni que se le dé mucho dinero; porque de
lo contrario continuará haciendo mofa y escaro
nio de la virtud I
22
EL DEMONIO ALCOHOL.
CLEMENCIA. La naturaleza ......
SEMPRONIO. Es exigente, porque es pr6diga; pero es neceo
sario tener presente que no hay sentimieuto del
coraz6n que uo tenga sus límites, y que estos
límites no se pueden traspasar impunemente.
JUAN.
Ya lo creo.
SEMPRONIO. (A ambos). Queréis poner los medios para ver
de salvar á vuestro hijo 1
CLEMENCIA. Haremos cuanto sea posible.
SEMPRONJO. Bien. Conveniente es tratarlo con un poco de
severidad; exaltar continuamente su parte mo·
ral con la relaci6u de los crímenes, las miserias
y las enfermedades que trae consigo la borra.
chez; pintarle con vivos colores el menosprecio
que infunde el ebrio consuetudinario; y sobre
todo, prohibi rle del modo m6s formal la campa.
ñía con los bebedor€', á fin de evitarle el horri.
ble contagio del ejemplo.
JUAN.
Contamos con vuestra ayuda decidida, Doctor 1
SEMPRONIO. Ya os la he prometido.
ESCENA VII.
JUAN, CLEMENCIA, SEMPRONIO y PEDRO.
PEDRO.
(A Juan). Don Humberto se ha levantado.
CLEMENCIA. Y qué hace 1
PEDRO.
Pues hace ......
JUAN.
Qué1
PEDRO.
Cosas que no son corrientes.
SEMPRONIO. Como cuáles 1
EL DEMONIO ALCOHOL.
23
PEDRO.
Se tom6 un buen trago del agua de Colonia
con que la señora se lim pia la cara!
SEMPRONIO. (Moviendo la cabeza). Hum!!
CLEMENCIA. Jesús!
PEDRO.
Es que los bebedores se aficionan de tal manera
al alcohol, como los ratones se engolocinan con
el veneno que los mata I
JUAN.
Obstinados!
PEDRO.
Señora ..... .
CLEMENCIA. Qué otra cosa ocurre 1
PEDRO.
También se prepara para sal ir. Y tan extraviada
como tiene la raz6n !
SEMPRONIO. Preciso es estorbárselo.
CLEMENCIA. Se incomodará.
SEMPRONIO. Qué importa.
JUAN.
Tendremos de sujetarle.
SEMPRONIO. Obrad resueltamente, amigos míos.
JDAN.
De hoy en adelante vuestros consejos se rtín mi
ley. (Váse).
PEDRO.
Pobre señor!. ..... (Yéndose detrás). Qué tribu.
laci6n en la que se halla!
ESCEN A VIII.
BEMPRONIO y CLEMENCIA.
SEMPRONIO. Si continuáis haciendo uso de la ternura, vues.
tro hijo se perderá para siempre.
CLEIDINCIA. Doctor ...... (Llora).
24
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. Las bebidas alcob61icas conducen ti todo mal
Hsico, moral é intelectual.
CLEMENCIA. Qué abismo r
SEMPRONIO. Sin fondo, señora. He conoci'¡o á un joven de
incomparable bellez~, y en menos ue un año, el
licor le puso el rostro requemado y cobrizo; 1"
nariz encarnada y granujienta; laR labios entu.
mecidos, colgantes y agitados por un temblor
continuo; los ojos lánguidos y marcbitos, y el
andar pesado y embarazoso.
CLEMENCIA. Infeliz!
SEMPRONIO. Ese joven, siendo de clara inteligencia, volvi6se
estúpido; teniendo excelente carácter, tornóse
en peleador de oficio, basta tanto que un día se
bundi6 un puñal en la garganta, poniendo así
término á su desarreglada existencia!
CLEMENCIA. A la verdad, que no comprendo por qué se
bebe.
SEMPRONIO. Se bebe, porque el primer efecto del licor es
producir alegría y bienestar; un sentimiento de
poder y de fuerza, con una cierta fecundidad de
imaginaci6n, qne hace perder al bebedor hasta
la más leve malicia del inminente peligro en
que se coloca!
CLEMENCIA. Los estragos del licor son siempre los mismos,
Doctor!
SElMPRONIO. N o señora. El alcobol se acentúa en los indio
viduos según su temperamento. Así, en unos
, aniquila gradualmente, con las facaltades ,del
EL DEMONIO ALCOHOL.
25
espíritu, la actividad del cuerpo, y cayendo al
fin en una somnolencia apoplética, mueren en
el mismo sitio en donde les sobrecoge el aniqui_
lamiento de su sér, ofreciendo el repugnante
espectáculo de un animal inmundo! En otros,
conservándose la actividad y fuerza físicas, 108
buenos instintos son reemplazados, como en el
hombre atacado de locura, por las pasiones más
estravagantes, perniciosas y frecuentemente más
violentas!
CLEMENCIA. Qué horror!
SEMPRONIO. En todo caso, es preciso que el ebrio sufra su
destino; que arrastre con él todos los vicios y
pa.se por toda_ las degradaciones de la desmora_
lizaci6n, hasta llegar el término fatal!
ESCENA IX.
CLEMENCIA, SEMPRONIO, JUAN y HUMBERTO.
JUAN.
(Conduciendo á Humberto). Sigue por aquí, ca_
ballero.
HUMBERTO. (Con alterada voz y paso embarazoso). Pues
juro que he de salir. No quiero estar en esta
casa. Estamos 1
CLEMENCIA. Humberto.
HUMBERTO. Silencio!
SEMPRONIO. (Aparte). Está el VICIO en él muy avanzado.
Parece que este pobre joven no hubiera tenido
padres!
26
EL DEMONIO ALCOHOL.
HUMBERTO. (A Sempronio). Ni una palabra más, miserable.
CLElIENCIA. Excusad lo, Doctor, aun no se da cuenta de lo
que dice!
SEMPRONIO. Los borracbos caen siempre en las tinieblas
de la estupidez, 6 en las tempestades de la furia.
HUMBERTO. (Moviéndose). Soy un hombre libre, y al que
trate de arrebatarme la libertad lo hundo de un
puñetazo.
JUAN.
(Acercándole un taburete). Siéntate, hombre.
HUMBERTO. N6. Tengo la energía y la actividad del árabe
Dhalji, y la potencia de Sans6n. Con un solo mo.
vimiento que haga, puedo hacer bambolear el
cielo, y sacar de su centro al sol y las estrellas,
que caerían en lluvia de fuego sobre los hom.
bres!
SEMPRONIO. (A Juan). Cuidado con irritarle; forzoso es
mantenerlo en calma para que podamos estu.
diar mejor la especie de locura que en él produ.
ce el alcohol.
HUMBERTO. Bien, señores y señoras.
CLEMENCIA. Humberto, bé aquí al Doctor Sempronio.
HUMBERTO. El Doctor Sempronio ! Vaya un abominahle
Esculapio 1...... Un verdadero rey en los domi.
nios de la muerte 1 (A Juan). Muchacho, una
botella de vino de Champaña para las señoras, y
otra de coñac fino para los caballeros. Pronto.
SEMPRONIO. (A Juan). La acción del alcohol sobre el cereo
bro, determina gradualmente una necesidad im.
periosa é irresistible de beber en abundancia;
EL DEMONIO ALCOHOL.
27
siendo éste el gran peligro á que estáu expuestos
los que toman sin haber contraído el vicio.
HUMBERTO. Doctor Seseem ...... pronio, 6 Sem ... proniu8.
SEMPRONIO. Cuánto gusto de veros, amigo.
HUMBERTO. Falso. Esa es una inaudita mentira; una fe ro.•
cidad de mentira !...... Si yo fuera mujer ..•.••
Ah, pícaro Doctor!
SEMPRONIO. (A Juan). Los espirituosos hacen obtusa la pero
cepci6n y las ideas ir.coherentes ; extinguen la me.
maria; suspenden la facultad de combinar bien
las ideas, y turban por completo el razonamiento!
CLEMENCIA. A qué estado ha llegado!
SEMPRONIO. Todavía descenderá más, señora, y con mayor
razón si se le perdona; porq ue el perd6n para
con el vicio, es siempre el padre de una larga
serie de faltas.
HUMBERTO. (Consigo mismo). Estúpidos!
SEMPRONIO. Apetecías una copa de coñac 1
HUMBERTO. Alcee, sublime poeta antiguo, tenía necesidad
de excitarse para producir sus célebres cantos.
SEMPRONIO. Os gusta la poe,ía 1
HUMBERTO. Hofl'man no encontraba las inspiraciones de su
imaginaci6n fantástica, sino ayudado por el cele.
bélrimo Baca. Venga el coñac. Una, dos, tres
copas. Tantas cuantas sean necesarias para que
brote de mi cerebro una idea fecunda que está
allí aprisionada.
SEMPRONIO. Esa idea os produce dolor, 6 alguna seD~eci6n
desagradable?
28
EL DEMONIO ALCOHOL.
HUMBERTO. Doctor, amo á una mujer bella.
SEMPRONIO. y ella corresponde á vuestro cariño 1
HUMBERTO. Correspondía. Tengo la prueba en la huella
que han dejado sus labios sobre los míos.
CLEMENCIA. Hasta el respeto nos ha perdido !
(Con imperio) Cállate, homhre.
JUAN.
HUMBERTO. Y quién me manda el silencio 1 Soy libre como
el agua que corre, como el humo que sube, como
el viento que sopla.
SEMPRONIO. Otro de los efectos de la bebida, es que vuelve
al hombre más expansivo de lo que naturalmen.
te es. obligándolo á decir todo lo que piensa y
siente, sin reparar en los inconveniente~ de su
franq ueza. Y como la discreci6n encierra verda.
des que las más veces deben reservarse, de aquí
uno de los motivos más poderosos que las gentes
de juicio tienen para despreciar tí los ebrios.
JUAN.
Qué gran número de actos inmorales, inconve.
nientes é indelicados trae consigo el abuso del
licor!
SEMPRONIO. Frágil el borracho, se complace como un mono
enfurecido en acciones tan extravagantes, que
harían llorar tí los ángeles!
HUMBERTO. (Sentándose). Doctor Sempronio. Algunos pros.
peran con los vicios y el crimen, y otros son
víctimas de la virtud!
SEMPRONIO. Es posible.
HUMBERTO. Posihle, no, evidente. Todos los grandes hom•
•
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
29
bres son autores de grandes faltas. Alejandro
era asesino. Mató tí Olito, su mejor amigo.
SEMPRONlO. Le quit6 la vida estando borracho.
HUMBERTO. No importa. Andrés del Sarta era ladrón.
SEMPRONJO. Ouando se embriagaba.
HUMBERTO. Tampoco importa. El famoso Rembrand era
crapuloso.
SEMPRONIO. Esto quiere decir que el infierno de Baca es al
revés del infierno del Dante, cuanto más se sube
se baja más.
HUMBERTO. El Dante 1 (De pie). Y por qué se nombra al
Dante delante de mí 1.. .... Acaso se cree que yo
tengo como este furioso jibelino mi Beatriz de
Portinari lOes que quieren que se me destierre
y condene luégo á ser quemado como al autor de
la Divina Oomedia 1
SElIPRONIO. (A Juan). Hé aquí la materializaci6n tanji.
ble de las ideas confusas y disparatada., que se
chocan entre sí en el cerebro del hombre aleo·
holizado!
HUMBERTO. (Tratando de salir). Mil truenos! Brandy,
brandy. Pronto.
JUAN.
(Deteniéndolo). No hay truenos, ni relámpagos
que valgan. N o vendrá alcohol aun cuando se
desplome el cielo.
CLEMENCIA. (A1-rojándose á los pies de Humberto). Hum.
berto, compasi6n paTa tu madre que te ama
tánto !
30
EL DEMONIO ALCOHOL.
HUMBERTO. Hé aquí á mi Dalís, suplicante á los pies del
sultán que la cautiva.
CLEMENCIA. No me conoce!
SEMPRONIO. (Dándole la mano). Levantáos, señora.
HUMBERTO. Bella, garbosa, de ojos azules semejantes al color más limpio de la bóveda del cielo. Espléndida
como las vírgenes de Perugiuo, 6 las ninfas de
Corregio! Parecida á Diana cuando se bañaba en
un rec6ndito mana1ltial de 1:1 selva sagrada!
CLEMENCIA. Dios mío!
JUAN.
Doctor, excusad esta escena.
SEMPRONIO. En mi calidad de méd ico estoy familiarizado
con esta especie de modelos que, á fe mía, son
los más de lamentarse de cuautos presenta á la
contemplaci6n de la ciencia el realismo del
mundo! Cadáveres vivos que no tienen sobre
los muertos sino la inferioridad de la locura!
HUMBERTO. No hay que mirar la vida del lado donde el
borizonte aparece triste y árido.
SEMPRONIO. (A Olemencia). Lástima de joven que pudiera
estar en esa época de la vida, en que la belleza
se halla en toda su fuerza y la fuerza en toda
su belleza!
CLEMENCIA. (Abrazando á Humberto). Hijo de mi alma!
HUMBERTO. (Reti"ándola con violencia). Los abrazos me
repugnan cuaudo no soy yo quien los pide. Hace
un instante estábais eD~"ntadora, ahora me parecéis abominable. Una bacante como las que
asistían á los festines de Clodio !
EL DEMONIO ALCOHOL.
31
JUAN.
(Apa~te). Sin duda, está loco!
HUMBERTO. (Tmtando de salir). Ea, mozo! Si no haybran.
dy, habrá ron; si no bay rOD, babrá aguardiente.
JUAN.
(Interponiéndose). No hay nada.
HUMBERTO. Cómo, q lle no hay nada 1
JUAN.
No beberás más.
HUMBERTO. Quién me lo prohibe 1
JUAN.
Tu padre.
HUMBERTO. Já, já! Mi padre es un tacaño. A estas horas
estará entretenido contando y recontando las
monedas que tiene en su depósito!
JUAN.
(Aparte). Cuando el alcohol se apodera de algún
hombre, parece que Dios le abandona:
HUMBERTO. (Bravo). Quieren asesinarme 1...... Juro por el
viejo Plutón too .... (Se sienta).
CLEMENCIA. Qué os parece, Doctor 1
SEMPRONIO. Señora, las peripecias se suceden en los ebrios
según la ley del arte dramático, cada vez más
interesantes.
CLEMENCIA. Convendría dejarlo salir 1
SEMPRONIO. Absolutamente. El acceso en que está tiene su
término, y entonces podremos obrar sobre su oro
ganIsmo.
CLEMENCIA. Terminará por ponerse furioso.
SEMPRONIO. Poco importa. No se debe echar en olvido que
nada hay más peligroso que un borracho. Va
con incomparable torpeza de la necedad á la
infamia, y puede ir, con extraordinaria sallgre
fría, de la infamia al crimen!
32
EL DEMONIO ALCOHOL.
HUMBE&TO. (De pie). Quiero irme.
JUAN.
He dicho que no .aldrás.
SEMPRONIO. (Acercándose á Humbe,·to). Don Hllmherto,
su salud ......
HUMBERTO. (Dándole un bofetón). Vayan todos mis asesi.
nos al infierno!
CLEMENCIA.. " Agravio tras de agravio! "
JUAN.
(Cogiendo á Humberto de un brazo, y con ira).
Miserable! Cómo ha" podido ultrajar tan villa.
namente la ancianidad, la virtud y la ciencia !...
HUMBERTO. Já, já ......
CLEMENOIA. Doctor de mi alma!
SEMPRONIO. (Con calma). Esta conclusión no tiene nada de
particular, señora. Los excesos de la manía al.
cohólica, se caracterizan muy frecuentemente
por el furor!
(Cae el telón). ,
ACTO SEGUNDO.
El arr.epentimiento.
El eseena.rio reprosenta un cuarto pa.ra. hombre, regula.rmente amueblado.
Dollado derecho UDa puerta que da á la alcoba de Humberto; del izquierdo otra, que conduce á una esca.lera que da á In. calle.
ESCENA 1.
CLEMENCIA Y PEDRO.
CLEMENCIA. Vino el doctor?
PEDRO.
Sí señora.
CLEMENCIA. Qué dijo?
•
PEDRO.
Dijo ...... A mí, ni una palabra.
CLEMENCIA. No prescribió ninguna medicina?
PEDRO.
Absolutamente.
CLEMENCIA. Vió á Humberto?
PEDRO.
Estuvo hablando con él.
CLEMENCIA. Le pidió perdón 1
PEDRO.
Qué perdón, sellora. Le pidió trago!
CLEMENCIA. (Aparte). Es necesario que el deseo de beber
llegue á ser muy imperioso por efecto del hábito,
para que pueda arrastrar á los ebrios á satisfa.
cerlo, no obstante la perspectiva desconsoladora
que á su imaginación se presenta!
34
PEDRO.
EL DEMONIO ALCOHOL.
Parece que Don Humberto no escarmienta! Es
que pedirle licor al médico ...... !
CLEMENCIA. Y qué le respondió el Doctor 1
PBDRO.
Cuando yo esperaba que le reconviniera con una
larga tempestad de airadas palabras, se le acero
c6, y palmeándole el bombre le dijo con voz cal.
mada: "pronto tomaremos juntos un poco da
buen vino."
CLEMENCIA. Excelente Doctor!
PEDRO.
Tan compasivo y bueno, como no hay otro.
CLEMENCIA. Es 0ierto.
PEDRO.
Pobre Don Humberto. Hay ocasiones en que me
parte el alma ~ Esta madrugada ......
CLEMENCIA. Qué le aconteció 1
PEDRO.
Cuando la señora dormía ......
CLEMENCIA. El cansancio ..... .
PEDRO.
Yo estaba en vela y le oía reír á carcajada
suelta.
CLEMENCIA. Soñaba.
PEDRO.
Deliraba.
CLEMENCIA. Con qué deliraha 1
PEDRO.
N o era con cosas, sino con personas.
CLEMENCIA. Nombró á alguien 1
PEDRO.
A infinidad de gentes. •
CLEMENCH. Sus nombres 1
PEDRO.
Un tal Hércules, que subi6 al Olimpo con su
Hebe; á un tal Goliat, que arrastraba una ca.
raza de peso de cinco mil ciclos; y ¡¡ un tal San.
s6n, que hizo no sé qué diabluras en un templo!
EL DEMONIO ALCOHOL.
35
CLEMENCIA. Siempre dominado por las mismas ideas 1
PEDRO.
Acaso ha leído tan poquitas filosofías y no.
velas!
CLEMENCIA. Se cree la encarnación de la fuerza.
PEDRO.
y á fé que ya no tiene alientos ni para extran.
guiar un, pulga. El licor lo ha vuelto tan débil
Como un niño !
CLEMENCIA. Le duró mucho tiempo el delirio!
PEDRO.
Más de un cuarto de hora.
CLEMENCIA. Menos que en las noches anteriores.
PEDRO.
El Doctor lo encontr6 repuesto, y le dijo que
á medio día podía levantarse y salir á este cuar.
to, que él vendría en seguida.
CLEMENOIA. Voy á verle. (Váse).
ESCENA II.
PEDRO.
Esta es una vieja y triste historia l...... Va ya
para más de tres años que se aiuma, un día sí y
otro tamhién. Qué digo, se ajuma! "Se em.
briaga, como dice el señor don Juan, en progre.
sión geométrica creciente:" Empezó por po.
nerse un poquito alumbrado; continuó jalándo8e
á la ley de quinientos milésimos; siguió á la de
novecientos, y hoy carecen ya sus horracheras de
Jiga, es decir, "O tienen un solo milésimo de jui.
cio !. ..... Bien es que él no tiene la culpa, pues
claro está que si no hubiera quien le pagara la
36
EL DEMONIO ALCOHOL.
bebida, nadie se la daría de balde á cada rato,
ni en tánta abundancia! Pero la señora cu.
bre cuentas y más cuentas, sin ponerse á con.
siderar que lo está acabando de perder, y que
á la larga puede arruinarse, pues que pafa
pagar los desórdenes de los ebrios, no hay capi.
tal posible !...... Pobre don Humberto !. ..... Al
principio le di6 por reir, luégo por enamorar, y
:'Í poco por pelear, sin caer en la cuenta de que
sus puñadas so n ya como patadas de mosca!
Fuera de que en estas últimas borracheras, lo
han cogido por su cuenta las convulsiones, y se
le han convertido los sesos en agua, pues que ni
conoce, ni tiene sentido común !...... A dónde
irá á parar si no se enmienda 1 Ah! mucha des.
gracia se le espera, porque el que tiene una
juventud sucia, sólo por milagro dejará de tener
una vejez descompuesta!
ESOENA lII .
PEDRO Y GUSTA
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTA'
i.
Pedro .......
Buenos días, señor Gustavo.
Oómo está Humberto 1
PEDRO.
(Aparte y con las manos en la cabeza). Mal.
dito! Maldito! Ya viene á sonsacarlo! (A él, con
seriedad). Rematadísimamente malo.
GUSTAVO.
Qué tal noche pas6 1
e;'
EL DEMONIO ALOOHOL.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
37
Escandalosísimamente pésima.
No podrá levantarse hoy!
Si Dios lo libra de ésta, ni en un mes estará de
pIe.
Deseo verle.
Pues eso no es posible.
Por qué motivo!
PEDRO.
Porque el médico ha prohibido que se le hable.
Un apretón de mano del amigo, en nada agrava.
rá BU situación.
PEDRO.
Según el amigo.
GUSTAVO.
Qué significa ese según ~
PEDRO.
Quiero decir que hay amigos que suda n alcobol,
y es necesario que los amigos de eROS amigos se
pongan á distancia del contacto del espíritu ma.
ligno.
GUSTAVO.
GUSTA '
PEDRO.
GUSTA \
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
Jamás has tenido la lengua mlÍs suelta y ligera.
Tendré mis razones para ello.
Hablas por hablar.
Por hablar!
Ya lo he dicho.
(Maliciosamente). A que el señor don Gustavo
está chispón !
No acostumbro.
(i1ce1·cándosele). "Sopladme un ojo."
Repito que no acostumbro.
Que no acostumbráis l ..... . Una, diez, veinte ve.
ces, os he visto jalado y 1·ejalado.
A míl
38
EL DEMONIO ALCOHOL.
PEDRO.
Vaya una memoria má.q ingrata! No hace UD
mes os encontré, á eso de las once de la noche ...
GUSTAVO.
Con Humberto.
PEDRO.
Precisamente. Eu una tienda á extramuros, !Í
donde se avergonzarían de entrar los carreteros;
que las personas excitadas por el licor, adoptan
las ideas que se proponen y las llevan á cabo por
extravag"ntes que sean!
GUSTAVO.
Por no dejar solo al amigo ......
PEDRO.
y él por no dejaros solo á vos, ambos se fueron
á la taberna aquella, y se pusieron un jumón
monumental! Don Humberto estaba tendido
de largo á largo, en una tarima, como muerto;
y vos que sois UD poco más fuerte ......
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
Que había bebido menos ......
Quedáis confeso.
Continúa.
Que sois un poco más fuerte, apenas podíais le.
vantar la cabeza de sobre el mostrador en que
la teníais apoyada, para dirigirla palabras de
afecto á una vieja desdentada que os servía
aguardiente.
GUSTAVO. Eso no es cierto.
PEDRO.
Que no es cierto?
GUSTAVO. Un hombre de mi posici6n no desciende ......
PEDRO.
Un borracho no tiene posici6n, ni dignidad, ni
honor, ni cosa parecida. Mientras está bajo la
influencia deletérea del alcohol, es un caño por
EL DEMONIO ALCOHOL.
39
donde paoa todo; un perro muerto en mitad
de la calle!
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
Eso le pa, ará á la canalla; la gente decente ......
Si ,e embriaga se convierte en canalla de á
puño. Un carretero, por ejemplo, no ,e hubiera
enamorado de la vieja aquella!
De qué vieja 1
De la vieja sucia y desdentada de la taberna.
Eso es pura broma .
(Con tono bu,·lón). "Bella Flora, mi vida, ja.
mhs olvidaré ...... " (Se ,'íe). Lo DO olvidado,
señor Gustavo, es para reventarse uno de risa..
Nada recuerdo, absolutamente.
De la escena de que os hablo 1
Eso no ba podido suceder.
Cuando uno se jala bien, nada tonto, torpe, bajo,
extravagante y ridículo, es imposible. Lo digo
.
'.
por propia expenencla.
(En tono bu,·lón). Con que tambiéo 1.. ....
Entiendo. También me he emborrachado; pero
uoa sola vez en mi vida. Os alegráis de eso 1
Es natural.
Sí, natural. Para los del oficio, nada miÍs ,atisfac.
torio que ver aumentado el gremio .
y por qué te da cuando te embriagas 1
Esa vez que me la puse, me di6 por lo mismo
que os da á vos.
Por qué 1
Por enamorar. Solo que siendo por primera vez
40
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
PUSTAVO
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
GUSTAVO.
PEDRO.
I
GUSTAVO.
PEDRO.
EL DEMONIO ALCOROL.
que me embriagaba, no perdí el gusto, y en vez
de una vieja ......
Otra vez al cuento!
Me enamoré de una guacamaya.
Qué extravagancia!
Grande! Voy á daros un consejo, señor Gus.
tavo.
Veamos cuál.
Abandonad vuestras relaciones con don Hum.
berto.
Yeso!
Tanto al uno como al otro les conviene.
Hace años que nos queremos entr~ñablemente.
L6gico. Las amistades entre bebedores son muy
tiernas y sinceras j pero no por esto dejan de
ser peligrosas.
No veo en d6nde está el peligro.
Pues voy á decíroslo. Os encontráis vos y dou
Humberto, y como es tánto el placer que sien.
ten al verse, la primera idea que salta á la ima.
ginaci6n de cada cual, es la de ofrecerse un
trago.
No tal.
Sí tal. Empero, como hay algo todavía que pica
la conciencia por la bebez6n de la noche anterior,
se suceden al ofrecimiento débiles excusas, y á
pocas vueltas se entran á la primer botillería
que está á la mano, y zás, el primer trago j y
tras el primero, zIÍS el segundo; y tras el segun.
,.
EL DEMONIO ALCOHOL.
GUSTAVO.
PBDRO.
41
do, zás el tercero; y zás un cuarto, y un quinto
y un sexto ......
Etcétera.
Sí, señor, y un séptimo, y un octavo, y cien y
cien, hasta que la ohra queda concluída; por.
que para edificar nna borrachera basta echar ~I
cimiento con las dos primeras copas, que después
el diablo mete la mano y da de suyo.
ESCENA IV.
GUSTAVO, PEDRO Y CLEMENCIA.
GUSTAVO.
Señora ......
CLEMENOIA. (Con seriedad). Caballero ......
GUSTAVO. (Aparte) Qué séria !
CLEMENCIA. Tomad asiento, que tengo de hablara•.
GUSTAVO. (Sentándose). Está bien.
CLEMENCIA. (Sentándose). Hace algún tiempo ......
GUSTAVO. Os escucho.
CLEMENOIA. Pedí de vos un servicio, que hasta hoy no ha.
béis querido prestarme.
GUSTAVO. No tengo memoria de lo que se me haya exi.
gido.
CLEMENCIA. Queréis q"e os lo recuerde!
GUSTAVO. Sería mi mayor placer.
CLEMENCIA. Pues bien, os supliqué, aunque indirectamente,
por no herir vuestra susceptibilidad, que cort~.
raís relaciones con mi hijo .
•
42
EL DEMONIO ALCOHOL.
(A Olemencia). Yo acababa de hacer al señor
Gustavo la misma súplica .
GUSTAVO. (A Clemencia). Si esta petici6n se me hizo fué
con tan fina discreci6n, que no me apercibí
de ella.
CLEMENCIA. Y ahora 1
GUSTAVO. Quedo impuesto de que vo~ no queréis mi amis.
tad para Humberto.
CLEMENCIA. Tal vez me asisten poderosos motivos.
GUSTAVO. No los averiguo, señora.
CLEMENCIA. Es de estimA rse esa delicadeza.
GUSTAVO. Cada cual se aprecia como le parece.
CLEMENCIA. Y el mejor modo de apreciarse, es adoptando
una conducta irreprensible.
GUSTAVO. A este respecto, á nadie doy el derecho para
calificar mis actos.
CLEMENCIA. Lo están.
GUSTAVO. (De pie). Bien ..... .
CLEMENCIA. (De pie). y ..... .
GUSTAVO. Imparto de antemano mi perd6n á los que se
sirven juzgarme mal.
CLEMENCIA. Eoo es muy corriente en todos aquellos que
tienen en su conducta puntos Je escándalo, que
hacen vacilar la buena reputaci60 á que se quie.
ren hacer acreedores.
GUSTAVO. Tenéis algo que reprocharme 1
CLEMENCIA. Vuestros vicios.
GUSTAVO. Mis vicios ¡
CLEMENCIA. Las malas manías que tenéis, que han conta.
PEDRO.
EL DEMONIO ALCOHOL.
43
giado á mi hijo, precipitándolo en un abismo de
horrores.
GUSTAVO. Sois muy ocurrente, señora.
CLEMENCIA. y vos muy ..... .
PEDRO.
(A Gustavo). En.morado. "Bella Flora, mi
vida, jamás olvida~é ...... "
GUSTAVO. (A Pedro). Necio.
CLEMENOIA. Además, gustáis mucho de la bebida.
GUSTAVO. Si no tuviera el carácter que me asiste ......
C,LEMENOIA. Así, un poco indelicado ..... .
GUSTAVO. Qué 1
CLEMENCIA. No volveríais jamás á mi ca.a, ni á veros con
Humberto.
GUSTAVO. Decididamente me creeis ...... 1
CLEMENCIA. Un hombre demasiado peligroso, responsable,
en gran parte, de la desgracia de mi hijo.
ESCENA V.
GUSTAVO, CLEMENCIA, PEDRO Y HUMBERTO.
HUMBERTO. (Apance muy estenuado). Ese cargo es ID.
justo.
CLEMENCIA. Por qué 1
HUMBERTO. No hay más que un solo responsable de mI SI.
tuación.
CLEMENCIA. Quién 1
HUMBERTO. Yo.
GUSTAVO. Lo oís, seño ra 1
HUMBERTO. (Dando la mano á Gustavo). Disculpad á mi
44
EL DEMONIO ALCOHOL.
madr e. Me quier e tanto , que tiene c~los de todo
el mund o.
GUSTAVO. Gracia~, mi buen amigo.
PEDRO.
(Apa1·te). Pues , señor, bien lo decía yo: "las
amist ades entre bebed ores son más cordi ales y
firmes que entre marid o y mllje r."
CLEMENCIA. Hum berto , aban dona rás la amis tad de ese ca.
balle ro 1
RUMBERTO. Es un sacrificio muy grand e.
CLEMENCIA. Gran de 6 n6, suplico que se me baga.
RUMBERTO. Impo sible , madr e.
CLEMENCIA. Lo exijo .
RUMBERTO. Es exigi rme lo que no pued o cump lir.
CLEMENCIA. (Con impe rio). Lo mand o.
GUSTAVO. Forzo so es obed ecer, Rum berto .
HUMBERTO. Bien : empe ro ."li volun tad no será tal vez firme
§ llena r una prom esa que recha za mi coraz6n.
CLEMENCIA. Uoa amis tad que no nos conv iene por cuál.
quicr circu nstan cia, no debemos cultiv arla.
GUSTA .. (Despidié ndose). Como ante todo debo mis res.
petos á la madr e de Rum berto , me retiro . (Hace
venia á Clemencia).
CLEMENCIA. Pasar lo sin novedad.
RUMBERTO. (A Gustavo). Espe ra una palab ra. (A Olemen.
cia). Madre, las faltas de mi pasado no han os.
curecido de tal mane ra mi raz6u, que no haya
comp rendi do lo que he hecho, ni me dé ahora
cuen ta de lo que voy á decir.
CLEMENOIA. Prete ndes, como siemp re, abus ar de mi caril lo!
¡; ,
J~
EL DEMONIO ALCOHOL.
45
HUMBEIITO. Cierto que he abusado basta la saciedad del
amor materno; pero en esta vez nada voy á exi.
gir de él, siuo á reparar una injusticia. Conozco
mis deberes, y si en ocasiones me he librado del
peso de ellos, no es porque s"gestiones de nadie
hayan apagado en mi conciencia la prescripción
de la ley moral, que ordena á cada uno el bien
para sí y para los otros, y prohibe el mal para
los demás y para sí mismo.
CLEMENCIA. Entonces!
HUMBEIITO. Es porque en la lucha que toda criatura racio.
nal lleva en su interior; lucha entre dos princi.
pios irreconciliables que se disputan la direcci6n
de la conducta humana, me ha faltado valor para
hacer predominar el sentimiento de la virtud,
sobre los ciegos impulsos del vicio.
CLEMENCIA. Calavera! !
HUMBEIITO. Así, las faltas cometidas por Humberto Dulney,
s610 tienen por responsable á Humberto Dulney.
(Sentándose como fatigadoj. Era todo lo que
tenía que decir.
GUSTAVO. (Aparte). Noble corazón I (A él). Humberto,
adi6s.
HUMBERTO. Gustavo, adi6s. (Váse Gustavo y detrás Pedro).
ESCENA VI.
CLEMENCIA
Y
HUM BERro.
CLEMENCIA. Que no tiene responsable tu desarreglada
ducta!
con.
el
46
EL DEMONIO ALCOHOL.
HUMBERTO. A nadie.
CLEMENCIA. Hay una persona sobre quien puede recaer todo
el peso que la sanción arroja sobre la complicidad de los actos ajenos.
HUMBERTO. Quién es esa persona 1
CLEMENCIA. Yo.
HUMBERTO. (De pie). Qué q\leréis decir con eso 1
CLEMENCIA. (Tiernamente). Quiero decir que mi amor te
ha perdido. (Abrazándolo). Oh, pedazo de mis
entrañas 1 ...... Si no te hubiera consentido
Mnto 1.... ..
HUMBERTO. Madre ue mi alma! ..... No volveré á tratar á
Gustavo; os lo juro 1
ESCENA VII.
CLEMENCIA, HUMBERTO y SEMPRONIO.
SEMPRONIO. Eso es, eso es. Esa ternura me agrada, porque ella da muestras de que evoluciona en vosotros : en la una la reconciliaci6n; y en el otro el
arrepentimiento.
CLEMENCIA. Doctor .... ..
HUMBERTO. Doctor ..... .
SEMPRONIO. Cómo os sentís 1
HUMBERTO. Mucho mejor.
SEMPRONIO. Habéis continuado los medicamentos 1
HUMBERTO. Sí señor.
SEMPRONIO. Me complace en extremo esta formalidad.
EL DEMONIO ALCOHOL.
47
RUMBERTO. O, prometo que en adela nte tendr é al juicio por
consejero.
SEMPRONIO. Es lo prude nte. Basta ntes calamidades prese n.
tan al homb re los demás homb res y la natur ale.
za, para que él no se las propo rcion e por su
propi a cuen ta.
RUMBERTO. Evide nte.
SEMPRONIO. Os sentís más fuert e que esta maña na 1
HUMBERTO. Sí, Doctor.
SEMPRONIO. El apeti to cómo va 1
HUMBERTO. La desgana de come r conti núa.
SEMPRONIO. El alcohol retar da 6 da mayo r l~ntitud á la
regre si6n orgánica; así es que, aun cuando no
prest a direc tame nte mate riales para la fabric a.
ci6n de los tojidos, indir ectam ente alime nta,
porqu e dism inuye la necesidad de repar aci6n ,
haciendo que no se tome gran canti dad de ali.
ment o y relaja ndo en consecuencia el apeti to.
HUMBERTO. Qué hay de nuevo, Doct or 1
CLEMENOIA. (Apa1·te). Siem pre tratan do de evad ir"""
SEMPRONIO. Yo no vengo aquí ' á ocup arme de los demás,
vengo tan s6lo á trata r de vuest ra salud .
HUMBERTO. Os estimo.
SEMPRONIO. Me perm itís que os hable con enter a franq ueza 1
CLEMENCIA. Es vuest ro deber.
HUMRERTO. Os escucho atent o.
SEMPRONIO. Es necesario que sepáis, y no echéis nunc a en
olvido, que el alcoholismo, entre otras enfer me.
dades físicas, eQgendra gastr algia s y gastr itis,
48
EL DEMONIO ALCOHOL.
hidropesías, oftalmías, congestiones cerebrales y
apoplegías.
CLEMENCIA. No es poco!
SEMPRONIO. Oh, el alcohol es un verdadero veneno ! Es la
caja de Pand ora que lleva eu sí todos los males I :
CLEMENCIA. No es cierto, Doctor, que el alcohol mata len.
tame nte 1
SRMPRONIO. y á veces con la pron titud y precisi6n del rayo,
sefiora. (A Humbel'to). Debéis tamb ién tener
presente, que los iudividuos que se entre gan á la
bebida y persisten en el abuso del licor, son á
poco atacados de locura ment al; locura que va
á parar al ¡;~ en el aterr ador delirium tremeTUl,
que la ciencia conceptúa como el más grand e de
los sufri mien tos de que pueda ser víctima la
criat ura huma na ~
HUMBRRTO. Verd adera ment e no comprendo por qué se
bebe !
SEMPRONIO. Los tunos, los tontos, los desoc upad os; toda asa
turba de imbéciles que se entre gan al alcohol,
beben por senti r; por satisfacer esa necesidad
ciega y mal dirig ida, casi siempre, que tanto in.
tervi ene en todos los actos de la vida.
CLEMENCIA. Apen as es creíb le!
SEMPRONIO. Pero es lo cierto, por raz6u á que la Sens ibili.
dad es la facllltad más anhelosa de ejerc itarse ;
de senti r con fuerz a; de senti r por senti r, con
independencia de las delUá.~ circunstancias del
fen6meno afectivo.
EL DEMONIO ALOOHOL.
(9
HUMBERTO. Doctor, si pudiérais leer en mi ánimo la resolu.
ci6n que tengo formada ......
SEMPRONIO. Señora, si no tenéis á mal dejarnos ..... .
CLEMENCIA. Aunque con pena, me retiro.
HUMBERTO. (Aparte). Algo muy grave va iÍ decirme I
ESCENA VIII.
SEMPRONIO
y
HUMBF.RTO.
SEMPRONIO. Sabéis lo que es la Voluntad 1
HUMBERTO. La facultad de querer.
SEMPRONIO. Eso es. Lo que hay en nosotros, coruo dijo Des.
cartes, de más propiamente nuéstro.
HUMBERTO. La Voluntad es el Yo.
SEMPRONIO. Muy bien. Me satisface que reconozcáis que
hay en el hombre una facultad moral, idéntica
así misma.
HUMBERTO. Capaz de dirigirse á todo; inagotable é infali.
ble.
SEMPRONIO. Libre, con nua libertad incontrovertible.
HUMBERTO. Un poder, en fin, que constituye por sí solo la
persona humana.
SEMPRONIO. Estamos de acuerdo. Pues bien, la libertad de
querer, que es el acto supremo de la Voluntad,
lo que la hace superior á las demiÍs facultades,
es también, é irremisiblemente, la libertad de
abstenerse.
HUMBERTO, Sin duda.
4
50
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. El que quiere con fuerza y tenacidad lo que
deliberadamente ha resuelto, pasa por hombre
de carácter; el que lo quiere con debilidad y se
desanima pronto, es mirado como un hombre
sin Voluntad.
HUMBERTO. Lógico .
SF.MPRONIO. Deseáis ser tenido por hombre !le carácter 1
HUMBERTO. Quién n61
SEMPRONIO. Dejáos dirigir por el noble impulso de la
ley moral, que está siempre latente en la con.
CienCIa, y quered con fuerza lo que ella os
manda.
HUMBERTO. Ah ~
SEMPRONIO. Joven, tenéis el pie, como todos los bebedores,
en el vértice del aterrador precipicio, y s6lo
la Voluntad puede libraros de caer al fondo del
abismo insondable!
HUMBERTO. Estoy enterado de mi situaci6n, y el arrepenti.
miento me dará fuerzas para resistir las tenta.
ciones del vicio.
SEMPRONTO. Sabed que las bebidas espirituosas exageran la
vida, porque lo que los bebedores buscan es la
acci6n de ú.tas sobre los centros ner.iosos; la
exaltaci6n de la fautas!a; el agradable tumulto
de las reminiscencias alegres y de las imágenes
VIvas ..
o •••
HUMBERTO. La predisposici6n al alborozo y al placer.
SEMPRONIO. y como el licor produce excitaci6n, y seg6n las
leyes fisiol6gicas, á toda excitaci6n sucede una
EL DEMONIO ALCOIlOL.
51
postración proporcional 5 la excitación mIsma,
una serie continua de excitaciones conduce in.
faliblemen~e al total aniquilamiento del cuerpo.
HUMBERTO. Eso se vé todos los días.
SEIllPRONIO. Duran~e un tiempo más ó menos largo, según
la fortaleza del bebedor, el cerebro puede tole.
rar el alcohol sin sufri r una desorganización no.
table; pero al fin bay u n momento en que el
maldito veneno altera es~a masa, modificando
los elementos que la componen 1
HUMBERTO. De aquí los accesos de locura.
SEMPRONIO. Muchos otros desastres, y la muerte repentina
por la apoplegb. Muerte ¡¡ que estáis expuesto,
según los síntomas de la enfermedad que aca.
bais de pasar, si continu~is trillando el camino
de la intemperancia.
HfmnERTo. No beberé más.
SEMPRONIO. Ahora bien, si el licor vertido en el torrente
circulatorio se fija especialmente sobre cualquier
órgano, á la vez que corrompe su tejido, paraliza
sus funciones, suprimiendo así nna de las ruedas
del mecanismo de la vida.
HUMBERTO. Doctor, reconozco la certidumbre de vnestros
razonamientos.
SEMPRONIO. Estáis convencido de que el alcohol es el rey de
los venenos 1
HUMBERTO. Lo estoy.
SEMPRONIO. Me alegro de que tengáis el convencimiento
personal y profundo, de que la fatal bebida es un
I
I
I
'1
!
I
52
EL DEMONIO ALCOHOL.
mal, que trae consigo el espectáculo de infor tu.
nios sin cuento, que arran can lágrima¡¡ de dolor
y de sangr e!. ..... Ob, á Dios le falt6 colocar en
las "Tab las de la Ley" este mand amie nto:
No beberás!
H UMBERTO. V uestras lecciones no serán en vano.
SEMPRONIO. No confío much o en ello, porqu e juzgo que el
acto más heroico y merit orio de un bebedor, es
deten erse en los umbr ales sombríos de la embriag uez!
HUMBERTO. Sabr é conte nerm e.
SEMPRONIO. Está bien. (Abrazándolo). Veo que no babéis
perdido del todo los buenos sentimientos, y me
felici to de que así sea.
HUMBERTO. Os agradezco.
SEMPRONIO. Sed temp erant e, si no por vuest ra vida y propi a
digni dad, al menos por amor á los que os ban
dado la existencia.
HUMBERTO. Y cuántos pesares les he causa do!
SEMPRONIO. Vues tra madr e llora de continuo. Vues tro padre es víctim a de un espantoso sufri mien to. Al
menos si no fuérais hIjo único, tendr ían e1108
otros séres queri dos para su coraz6n, que hicie .
ran menos profu ndo el dolor que los aniqu ila y
humi lla.
HUMBERTO. (Apa rte). He sido un mise rable !
SEMPRONIO. Forzoso es que borréis el pasado con lino. con.
ducta en adela nte Irrep rocba ble, y veréis cuán
grand e será para v uestr a alma el día de la reha.
bilitaci6n !
EL DEMONIO ALCOHOL.
53
ESCENA IX.
SEMPRONIO, HUMBERTO
y
JUAN.
JUAN.
Doctor querido.
SEMPRONIO. Don Juan.
JUAN.
No sabéis cuánto estimo el interés que por no.o.
tras tomáis.
SEMPRONIO. Cumplo con un deber,
HUMBERTO. (A Juan, respetuosamente). Padre mío ..... .
Ya pediste su perd6n al Doctor 1
JUAN.
SEMPBONIO. (A Juan, paso). Callad.
HUMBERTO. Perd6n, por qué 1
JUAN.
Has puesto tu mano atrevida soore su venerable
rostro!
HUMBERTO. Yo 1
'I
J UAN.
T u.
HUMBERTO. Imposible! Imposible I
SEMPBONIO. (Aparte). No lo recuerda.
JUAN.
Los bebedores pierden hasta la memoria de sus
actos!
HUMBERTO. Cierto, Doctor, que yo os he ofendido 1
SEMPRONIO. No fué nada. En un acceso de locura ......
HUMBERTO. Os ultrajé 1 ~.A.parte). Maldito a lcohol! (Arra
dillándose). Doctor, necesito de vuestro perd6n.
SEMPRONIO. (Dándole la ma1w). No hablemos más de eso.
HUMBERTO. (De pie, aparte). Por qué no me traga la tierra!
JUAN.
Encontráis que este mozo sea capaz de regene.
rar8e 1
54
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. Me lo ha prometido.
· á'1S ¡.......
JUAN.
Y ]uzg
SEMPRONIO. Solamente bay una cosa superio r á la Volun.
tad del bombre, que es Dios! ffumberto pon.
drá de su parte la Voluntad, y con ouestro
anxilio ......
ffUMBERTO. Aun puedo salvarm·e.
JUAN.
Pues adelante.
SEMPRONIO. (A Humbe'rto). ClIando os hayáis formalizado,
podéis volver á viajar.
HUMBERTO. Lo deseo vivamente.
JUAN.
y luégo ......
HUMBERTO. Luégo qué!
JUAN.
Tomarás estado.
HUMBERTO. Si me bubiera casado ......
SEMPRONIO. El matrimonio, y sobre todo el matrimonio
acertado, influye en la duración de la vida; y no
tao sólo es favorable á la longevidad: sino que
infunde, además, amor á 1.. sobriedad y al tra.
bajo; alejando las tristes eventualidades y dan.
do alimento á todos los esfuerzos en favor oel
bienestar.
JUAN.
Sois partidario del matrimonio!
SEMPRONIO. Sí. El que se condena al celibato pudiendo ca.
sarse, se perjudica á sí mismo y perjudica á la
sociedad con su egoísmo. Además, los solterones,
como los ebrios, son los que más alimento sufra.
gan á la desgracia pública.
JUAN.
Pues caSarse.
•
55
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO.
"La religi6n, la moral, la fisiología y el bllen
sentido, combaten y condenan el BolterisffiO
egoísta, y piden que se favorezca el matrimonio,
que es el estado natural del hombre; el estado
en que es más útil para sí y para la sociedad
euteru. "
Doctor, si yo me casara ..... .
SEMPRONIO. Vos no pouéis contraer este enlace hasta tanto
que no os hayáis enmendauo por completo. Selled
que nacer, es continuar al padre y á la madre; es
heredar sus bienes y recoger á la par la herencia
de sus vicios y de sus enfermedades; y es, no so-
HUMBERTO.
lamente una. crueldad, sino también
1lll
crimen,
dar la vida sobre simientes patol6gicas, qlle han de
amargarla con intensos y permanentes sufri.
mientas, y acortarla con la muerte!
(A Humbe?·to). Vé hasta d6nde te ha conducido
JUAN.
la bebida! Por más que ames, forzoso es renun_
ciar á la esperanza de un enlace, que puede dar
una posteridad viciada!
SEMPRONIO. (A Juan). Desdicbada, sin dllda, porque los
hijos de los borrachos están predispuestos á la
epilepsia, á las lesiones de 10< centros r:erviosos,
y Ií ser afectados de conformaciones monstruosas!
(A Humbe?·to). Así, tenéis que renunciar al amor,
mientras no estéis lejos, muy lejos, de la dipsomanía.
HUMBIilBTO. No me quitéis, Doctor, una e,peranza, de que
tengo_necesidad para salvarme .
•
56
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. Vivid con esa ilusión que, á la verdad, puede
haceros fuerte para la enmienda.
ESCENA X.
CLEMENCIA, HUMBERTO, JUAN y SEMPRONIO.
CLEMENCIA. (A Semp,·onio). Mucho han conversado 1
SEMPRONIO. y Con fruto.
JUAN.
Así parece.
SEMPRONIO. Sabed, señora, que don Hllmherto se enmen.
dará.
HUMBERTO. Quiera el cielo enVIar esta hendición sobre
nosotros.
HUMBERTO. (A Olemencia). En el est ado aflictivo en que
mi alma agoniza, la idea más poderosa que hay
en mi mente, es la de bacerme digno de vuestro
cariño.
CLEMENCIA. No sabes que siemprA te he amado, con una
ternura que me es imposible explicar 1
HUMBERTO. Cada vez que recuerdo que be sido un ingrato,
ganas me dan de morir!
CLEMENOIA. Vivamos: tú para arrepentirte, yo para amar.
te y perdonarte.
SEMPRONIO. CA Humberto). Joven, la fuerza de la edad ha
sido vuestro dios protector; empero, si Con ti.
nuais entregado al tóxico fatal que os ha estado
minando, en breve vuestra tez será surcada
por las arrugas; vuestros ojos, sin brillo, se
hundirán en sus órbitas; vuestros cabellos blan.
EL DEMONIO ALCOHOL.
JUAN.
57
quearán rápidamente, cual si fueran hehras de
pbta; vuestros dientes caerán, uno ti uno, en
pedazos; vuestra respiraci6n será estert6rea, .y
vuestro anda r arrastrado ! N o reiréis sino con las
gesticulaciones de los réprobos; ni dormiréis
sino sobresaltado; y así, bajo la sombría mirada
del desprecio, viviréis un poco más agonizando,
hasta que la muerte trágica ...... !
Doctor ........ .
CLEMENCIA. No habléis de esa manera que me causa es.
panto!
SEMPRONIO. (A Humberto). Hasta que la trágica muerte
acabe con todas vuestras locuras!
CLEMENCIA. (A Humberto). Enmienda !
JUAN.
(Al mismo). Si tienes todavía honor, rehabilítate,
hombre.
SEMPRONIO. (Al mismo). Y ojalá que antes de morir, no
vayái. á cometer en un acceso de locura, uno de
esos hechos á que están expuestos los ebrios, que
llenan de vergüenza y de ignominia á los suyos,
y dejan una memoria maldita!
HUMBERTO. Verdad, que he cometido muchas bajezas!
SEMPRONIO. y si continuáis en b vida que habéis llevado
estos tres años, dado el tem peramento que os
domina, demasiado irritable, podéis trillar la
senda del crimen!
HUMBERTO. Doctor, necesito de la compasi6n.
JUAN.
Me prometes DO volver á beber jamás 1
• ".
58
EL DEMONIO ALCOHOL.
RmtBEBTO. Lo juro, padre mío, por el amor que profeso ~
mi maur e.
JUAN.
Bien.
SEMPRONIO. (A HumberÚJ). Que llevéis siempre en el fondo
del coraz6n, el pesar de hahe r ofendido á vues·
tros padres en su orgul lo, en su dignidad y en su
amor. En medio del silencio y del recogimiento,
pensad todos los días en la triste suert e que se
esper a al bebedor, y veréis c6mo le persigue el
desprecio de los hombres, y c6mo el fatal ridí·
culo va tras él, seme jante á una somb ra mal.
dita 1......
JUAN.
Hum berto , tienes basta nte criter io para comp ren.
der que el suicidio que reconoce por causa el vi.
cio, es más horri ble á los ojos de los hombres y
la misericordia Divin a, que cualq uiera otro; así,
forzoso es que no conti nuéis envenenándote, si.
quier a sea por respeto á tus semejantes y por
home naje á Dios 1
RUMBEBTO. (Oomigo mismo). El suicidio 1...... El despr e.
cio 1...... El ridículo 1...... Dios mío 11 ......
CLEMENCIA. (Abrazándolo). Hijo de mi coraz6n !
SEMPBONIO. (Apa rte). Con los padres que tiene, demasiado
bondadosos, s610 la Volu ntad podrá salva rlo 1
(Oae el telón).
5q(h)
ACTO TERCERO.
Quien ha bebido, beberá.
El mismo esconario que para el Acto anterior, s610 que cua.ndo la eacena
10 exija./so lovaotará. un to16n de centro y aparecerá detrás la t o.berna ue
Jacinto, ata.viada. con el menaje de estilo.
ESCENA 1
JUAN Y HUMBERTO.
HUMBERTO. Est~is
satisfecho, padre mío!
JUAN.
Voy tranquilizándome.
HUMBERTO. Ya os habéis convencido de que mi arrepenti.
miento es sincero 1
JUAN.
Aún falta más tiempo de prueba.
HUMBERTO. Dos meses hace que ni siquiera pongo los pies
en el zaguán de la casa.
Así es
JUAN.
HUMBERTO. Y no pienso salir aún.
JUAN.
Por qué 1
HUMBERTO. Porque temo ......
JUAN.
Si temes, raz6n es ésta para creer que la enfer.
medad no ha sanado bien ó ha sa nado en falso.
HUMBERTO. Siempre los malos amigos .......
JUAN.
Antes no tenías miedo de ellos; pues bien, IÍ los
amigos se les resiste cuando eXigen cosas illd~.
-
I
60
EL DBKONIO ALOOHOL.
bidas. De qué si"e entonces el poder moral al
hombre, la rellexi6n misma, si se ha de dejar
conducir, en toda circunstancia, por las ajenas
voluntades t
HUKB BBTO . Sin embargo, hay momentos en que nos vemo
s
obligados ....••
JUAN .
Para el hombre honrado, que se estima, no hay
otras obligaciones que aquellas que le impone el
deber.
HUKB BBTO . Las tentaciones ..... .
JUAN .
Las malas tentaciolies que seducen, son la prueba
á que Dios .omete nuestra virtu d; y cuando IIlS
resisumos, adquirimos un nuevo lauro y mayor
mérito.
HUlIB BBTO . Creéis, entonces, que debo volver de nuevo
'la
sociedad t
JUAN .
No. Veo que tu espíritu no ha alcanzado todavía
la fortaleza suficiente para resistir cierta espeeie
de nocivo contacto social.
HUKB BBTO . Bien ....•.
JUAN .
Es mejor evitar por mña tiempo las tanta .
ciones.
RUKB BBTO . Sumiso obedeceré á todo.
JUAN .
Cuando una persona racional ha violado el
principio del bien, que constituye la ley de 801
actividad moral, de gralld88 y continuos eafue nol
necesita para torn ar' la plenitud d. _ mÍlmo
principio.
HVKBDTO.
lo oreo.
EL DEMONIO ALCOHOL.
JUAN.
61
Es porque la conciencia, hijo mío, una vez em·
pañada por el mal, rara vez vuelve á adquirir su
primitivo brillo.
HUMBERTO. Qué fen6menos los del bien y el mal'
JUAN.
Hé aquí dos fuerzas que se chocan en nuestro
intorior.
HUMBERTO. Disputándose el predominio de nuestra Voluntad
y de nuestra Inteligencia! Cuál triunfará 1
JUAN.
Triunfará el bien. Dios que es todo bondad,
misericordia y justicia, DO dará la victoria al
mal, porque no puede turbar la armonía entre
los séres humanos.
HUMBERTO. No obstante ......
JUAN.
Muchas veces triunfa el mal, pero acciden.
talmente.
HUMBERTO. Casos hay, y no pocos, en que los vicio. 6 el
crimen constituyen el modo de ser de algunas
personas, desde que nacen hasta que mueren~
JUAN.
Esto quiere decir que el mal puede apoderarse
del individuo que desoye la voz del deber, pero
de la sociedad, nunca. Ahora bien, qué importa
á la sociedad que unos pocos de sus miembros se
pierdanl ... Esto equivale á sacar ,,1 mar una
gota de agua, que en nada disminuye la majestad
de su belleza, ni la fuerza de su movimiento.
HUMBERTO. Por todas partes la ley moral, absoluta é
infinita!
Un hombre perdido, diez, ciento, qué importal. ..
JUAN.
Apenas son unos náufragos más, que el vicio
consume y el infierno atesora!
62
EL DEMONIO ALCOHOL.
ESCENA II
CLEMENCIA, JUAN y HUMBERTO.
CLEMENCIA. (Sardónicamente). Muy biel:, señor Humberto;
caballero Humberto; príncipe Humberto, has
caído en la trampa.
HUMBERTO. Qué, madre de mi alma!
CLEMENCIA. Me ofreciste contarme todos tus pensamientos.
No dar un paso sin que yo lo supiera, no es
cierto!
HUMBERTO. Y qué be hecho que no lo hayáis sabido 1.. ...•
Qué idea ha cruzado por mi mente que no os la
haya comunicado!
CLEMENCIA. Señor Humberto ......
HUMBERTO. Mi atenci6n está pronta.
CLEMENCIA. (Con t,'isteza). Estoy muy brava contigo;
mucho.
HUMBERTO. Os prometo que sin motivo.
CLEMENCIA. A quién has escrito eRtos días!
HUMBERTO. Ob, he puesto infinidad de cartas.
CLEMENCIA. No muchas.
HUMBERTO. Nacla menos que gran parte de las de la corres.
pondencia comercial de mi padre.
CLEMENCIA. Sí!
JUAN.
Verdad que no han sido pocas.
CLEMENCIA. y á quién más te has dirigido!
HUMBERTO. A nadie más.
CLEMENCIA. Tu palabra de honor!
EL DEMONIO ALCOHOL.
63
HUMBERTO. Mi palahra.
CLEMENCIA. (Aparte). Hipócrita! (A él) Humherto, me
acahas de enojar y de poner triste.
HUMBERTO. Desearía saher por qué.
CLEMENCIA , Tú no eras antes mentiroso.
HUl1BERTO. Ahora menos.
CLE~!ENCIA. Ahora sí.
JUAN.
(Aparte). Hé aquí otro de los inconvenientes que
trae consigo el uso inmoderado del licor! Raro
es el bebedor que rinde culto á la verdad!
CLEMENCIA. Con que no has escrito más cartas que las que
te ha mandado poner tu padre!
HUMBERTO. Ninguna otra.
Humherto, ya estoy sospechando ....
JUAN.
HUMBERTO. Sin fundamento.
JUAN.
(Con seriedad). Si has mentido, forzoso es que
no lo vuelvas á hacer. La mentira, cuando es
inocente, es decir, no daña á nadie, prueha ton.
tería; y si perjudica, es signo seguro de relaja.
ción en el carácter y en los sentimientos.
CLEMENCIA. (Aparte). Iba siendo indiscreta! (A Humberto).
Humherto, eres incapaz de mentir. Veo que me
hahían engafíado.
HUMBERTO. Solo perdiendo el juicio ......
JUAN.
Serías capaz de una falsedad; no es así!
HUMBERTO. Pues ......
CLEMENCIA. (Aparte). Pohre hijo mío, y qué sangre tan
fría tiene!
lit. DIIIlONIO ALCOHOL.
JU Alf .
En fin, tengo qu e ha cer (Yénd08e).
QU edÜ l OOD
Dios.
ES CE NA III .
Ct.lIilllliNCIA y HUIlBlIi&TO.
CLDlIiNCIA. Ah ora qu e estamos
solos, quieres decirme la
ve rda dt
Hmolli&TO. y cuándo no 08 la he
dicho t
CLlIlllliNCIA. No ha s escrito en est
os días á tu amigo Gustavot
HUIlBlIi&TO. (Aparte). Qu é insisten
cia! (A ella). No ad or a.
CLlIilllliNCIA. Me lo vuelves á jur ar!
HUIlBlIi&TO. Po r el am or qu e 08 pro
feso.
CLlIDNCIA. Tú no me quieres, ni
me has qu eri do nu nc a I
HUIIBlIi&TO. Qu é oc urr en cia tan pe
reg rin a!
Cl.BMBNCIA. (Dándok u.na cat'ta
). Mira est a car ta de tu
.
amigo.
HUIIBBBTO. (.Recibiéndola). Un a
ca rta !
CLlIlIlIiNOIA. Contestaci6n á otr a
tuy a.
HUlIBlIi&TO. No me he dirigido á
él.
CLDlIiNCIA. Si tienes esa segurida
d, lee en voz alt a.
HUIlBlIiBTO. (Haciendo que ke). "Q
U8t'ido Humberto. C6mo
va la sal ud t Tu en cie rro me de mu
lllt ra qu e no
estás del todo bien. Siéndome pro
hibido el ir ,
ve rte , he resuelto rom pe r el silenci
o y en via rte
est e cordial saludo, aaí pa ra pr
o" 'rt e qu e mi
am ist ad es aincera y ete rna , com
o pa ra im~
ne rm e de tu situaci6n. Gu lla vo ."
(Q u" '" ,.
CfJt'tG).
65
EL DEMONIO ALCOIlOL.
m"'
CLEMENCIA. Eso noda
dice la carta 1
RUMBEaTO. Nada más.
CLEMENCIA. Permítellleb. De,eo conocer In. letra de tu
amigo.
RUMBEaTO. Es muy mal •.
CLEMENCIA. Como de bombre trémnlol
RUMBERTO. No tál.
C¡,EMENCIA. Enséñamela. Te 10 su plico.
RUMJlEaTO. Eso e, ya uo capricho.
CLEMENCIA. Las mujeres ,0mOs ",Í.
RUMBERTO. Tieoeu una malicia exagerada.
CLEMENCIA. Más las madres.
•
RUMBERTO. Lo creo.
CLEMENCIA. y sobre todo, cuando se trata de b honra y fe.
licidad de sus hijo •.
RUMBERTO. En este caso .......
CLEMENCIA. Cuanto hag~n es corriente.
RUMBEaTO. Por qué nó?
CLEMENCIA. Insi.to en que me permitas ver la carta.
IIUMBERTO. Imposible.
CLEMENCIA. Imposible 1.. "" E,tá bieu. (Tratando de irse).
De hoy en adelaute buscarás otra madre!
RUMBERTO. (Deteniándola) . Otra madre 1
CLEMENCIA. Sí, otra mad re.
RUMBEaTO. Pero si nadie tieue sino una en el mundo.
CLEMEXClA. También las hay adoptiva,.
RUMBERTO. (Aparte). Cómo salir del p"'o, gran Dios!
CLBMENCIA. (Con se¡·iedad). Rumherto: fruto tú de un
.
amor tierno y santo, te crié por mí mIsma,
5
66
IIIL DlIIlIONIO ALCOHOL.
llorando con tu llanto y riendo oon
tus inocentea'
Ron risas. Más luégo, afanosa, cuida
ba de t{ con
sin igual solicitud, liándote gusto
en cuanto de.
seabas, sin rep ara r en desvelos, qu
ehaceres, ni
gastos. Tu voluntad era la mí a;
tus gustos 108
mí os ; y tus tristezas las mías. Qu
isiste viajar, 6
hice que tu padre te ab rie ra de pa
r en pa r S08
caj
as,
ha
sta
el extremo de una liberalidad repro
•
•
chable ! Has deseado contraer matrim
onio, y yo,
, pesar de ten er el convencimien
to de que la
madre que ca sa ' sus hijos, pierde
cuando no
el todo, al menos pa rte de su cariño
, oonvine en
que contrajeras enlace. Te entregaste
al vicio del
licor, y pa ra evitarte molestias y ev
itá rse las ' tu
padre, he reservado hasta donde
me ha sido
posible tus extravagancias, bajeza
s y miserias,
bebiéndome en silencio mis lágrimas,
y pagando
tus cuentas, qu e han montado ,
una cantidad
qu e podía baber hecho la fortuna de
una familia
honrada !....
HUlIBIIIBTO. (.AparlB) Esto es más de
lo que yo puedo &Opor.
tar !
CLIII1IIIINOIA. y después de tod o; des
puéa de haberme aaori.
ficado veintitrés años por tu felicidad
, qué 88 lo
qu e has hecho lú por mí t
HUlIBEBTO. (.Apa,.te). Insensato!
CLEMENOIA. Contesta. Cuál ha sido
el modo de oorresponder
, mi ter nu ra 1
HUlIBJIIBTO. (.AparlB). Infame I!
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
67
CLEMENCIA. He sido tn ángel guardián.
HUMBERTO. (Aparte). Y lo olvido ~ : !
CLEMENCIA. No he tenido m'" interés en b vida 'lue tu
,Iicha, y mientra. más trabajo en ella ..... .
HUMBERTO. (Apa,·te). La miento ~ ! ~
CLEMENOIA. Rumberto, lo repito. Yo, sola yo, soy la causa
de tu desgraciada situación. 1)fi amor, mi libera.
lidad par:. contigo, me ban hecbo culpable.
Culpable para con el hijo; culpable pata con el
marido; culpable para con la sociedad; respon.
sable para ante Dios!
HUMBERTO. (Dándole la carta). Hé aquí la carta.
CLEMENCIA. (Leyendo) . ., Querido Humbe,·to. Recibí la tuya
y me apresuro á coutestarla. Me alegro de que
sigas bien, para. que pronto vuelvas á salir á la
escena del mundo. L~ vi,b de suyo es monótona,
v eCi preciso mirarla por el lado alegre, bromeÓlT
y reir. Qué importa vivir cieu años 6 ULla ma.
fiana? Elijo lo último, siempre que la diosa del
placer me regale sus caricias.-Tuyo, Gustavo."
HUMBER'ro. No se puede negar que hay amistades peli.
grosas ~
CLEMENOIA. y tentaciones más peligrosa, aún.
HUMBERTO. Me haré fuerte.
CLEMENOIA. Vaya !. ..... Estás convencido de que mentías, y
de que mintiendo me engañabas!
HmIBERTO. Me perdonaréi,!
CLEMENCIA. Te convences de que tu arrepentimiento no ha
sido sincero 1
68
EL DEMONIO ALCOHOL.
HUMBEBTO. La flaqueza hu ma na !
•••••.
CLEMENCIA. Continúa entregado tí
ella. "Q ué im po rta vivir
cien alioa ó un a mafiana! .... . Eli
ge lo tiltimo
"q ue la diosa del placer te regalará
8U8 alegrfas."
HUMBEBTO. Madre mía!
CLEMENCIA. No quiero qu e me lla
mes así. Ha s comprome.
tido con tu borrascosa y reprensib
le conducta,
no tan sólo la vida que te he dad
o y el buen
nombre á que to<lo hombre honrado
<lebe aspirar,
sino también el sosiego de mi co
raz ón ; ofen.
diendo tí la vez, y con crueldad im
placable, mi
dignidad y mI orgullo! (000 despn
cio). Buaca
quien te am e más.
HUMBERTO. (De rodillas). Perdón,
pardón !
CLEMENCIA. (Botándole la carta).
Lo tendrás siempre, pues
que Dioa nos manda otorgarle. (Va
BB).
ES CE NA IV.
HUMBEBTO.
Al fin el dolor, comprimido largo
tiempo, ha
estallado en forma de conmiseraci
6n y de des.
precio! .... .. Dios podel'oso, líbrame
con la mu ert e
del tremendo infortunio que ago
bia mi alm a!
Qué digo! ... " Morir, irse .... .. no se
sabe d6nde.
Yacer en una tum ba tenebrosa y po
dri rse all ll ...
Pe rde r este calor vital y dotado de
sentimiento,
para convertirse en fango, mientra
s que el alm a
acoatumbrada aq uí al goce, se ba
lará 111 ol u
EL DEMONIO ALCOHOL.
69
ardientes, 6 hahitará en regiones de espeso hielo;
6 aprisionada en los vientos invisibles pasará
arrebatada y .io Jescanso por los huracanes al
rededor de este globo suspendido en el espacio:
ó sufrirn aún más terrihle suerte de lo que el
pensamiento imagina, con mudo grito de es.
panto" 1. . . Esto es demasiado horrible! (Pausa).
Ob, Demonio Alcohol: lascivo, seductor, menti.
roso, charlatán, bajo, ridículo y sanguinario,
lucharemos á brazo partido como San Miguel y
SataDtís~ ... Tú dices: "quien ha bebido, beberá;"
yo ati rmo: "Quien ha bebido pue,le dejar de
hacerlo." Quién triunfará 1
Ei:lCENA V.
nUMBERTO y SEMPRONIO.
SEMPRONIO. Triunfará la Voluntad.
HUMDERTO. (Viendo ,i Sem¡,,·onio). Ah ! .....•
SEMPRONIO. Arrebatados como nos vemos tan Hcilmente por
los placeres de los sentidos, olvidamos de con.
tinuo la santidad del deher, y cometemos errare,;
pero si hacemos acudir la Voluntad en nuestro
auxilio, ella nos vuel ve a 1 camino de la raz6n y
de la verdad.
HUMBERTO. La Providencia nos ha dotado de una inevitable
sirupatía, por todo lo que es úoble y bueno.
SEMPBONIO. Es por esto por lo que la fealdad del vicio y la
belleza de la virtud, nos afectan tan apasionada
y profundamente.
70
EL DEMONIO ALCOIIOL.
HUlIBERTO. Doctor ......
SEMPRONIO. Qué rlecís, amigo mío?
HUMBERTO. No es verdad qlle yo soy muy desgraciarlo?
SEMPRONIO. Lo érais. Ahora e,táis en lo vía de la rep'''''' ,
ci6n, y podéis llegar IÍ L. cima de la felici rl:\rI
HUMBERTO. (T1·iste). Mi madre ya no me ama!
SEMPRONlO. La habréis dado 'lile s""Lir nuevamente
HUMBER~'O. N6.
SEMPRONIO. Saldríais á la calle sin Sil con.entimiento.
HUMBEIl'fO. Tampoco.
SEMPRONIO. O~ habréis vuelt" á embriagar.
HUMBERTO. Acaso estoy loco?
SEMPRONIO. Entonces por qné no os ama ya vuestra mnrlre I
HUMBEIlTO. La he dicho UUn rn entira.
Sre!!PI\ONIO. Esos son todavía efectos riel akohol. Cuan.lo
h'¡y"is vllelto á trepar á la cumbre del honor,
veréü¡ cu;ln indigna. e<¡ la. mentira. Entre tanto
esto Sil cede, hahrlÍ que tmtaros cOlno á chiquillo.
HUMBERTO. Por ...... ?
SEMPI\ONIO. Porqne los vicios arraigados, que destruyen In
condeucia rnond de los hechos, convierten al
homhre en niño, y ell tal C:\30 es necesa rio ernpü.
él
edllcación.
HU~!BEI\TO. A,¡ lo rree la cienria ?
SEMPRONIO. y la experiencia.
za.r con
una nneVa
HUMBEIlTO. ~~str. bien
SEMPRONIO. Vamos á lo IIlIÍs po,itivo.
HUMBEIlTO. Sí, Docto r.
SEMPRONIO. C6mo va la cabeza?
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
71
HUMDERTO Despejada, lo que me tiene mu.y contento.
SEMPRONIO. El estómago 1
HUMllERTO Funciona con regularidad.
SEMPRONIO. y el sueño 1
HUMBERTO. Continúa siendo tranquilo.
SEMPRONIO. Gracias á Dios!
HUMBERTO. No sé c6mo pagar vnestras atenciones.
SEMPRONIO. No os preocupéis por esto, que voy en el neto á
exigiros la recompensa.
HUMBERTO. Hablad.
SEMPRONIO. Vais á darme por el principio de vuestra ~ura.
ci6n física, porque es necesario que sepáis que
está en el principio, siempre que en una co".ti.
tuci6n envenenada por el alcohol, este agente
no se despoja del organismo con facilidad; digo
que vais á darme por el principio de vuestra
curación ..... .
HUMBERTO. Cuanto queráis.
SEMPRONlO. En primer lugar, vuestra gratitud.
HUMBERTO. (EchániWle el brazo). Buen Doctor!
SEMPRONlO. y en segundo lugar, h mayol cautidad de arre·
pentiruiento por el pasado, y de juicio para el
porvemf.
HUMDERTO. Mi redentor!
SEMPRUNlO. Ahora paso á baceros una súplica.
HUMBERTO. Maudad, para tener la dicha de obedeceros.
SEMPRONIO. Me babéis dicho que vuestra madre ya no os
ama?
HUMBERTO. Me lo ha declarado.
72
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. Id á decirl" 'lile la espero, y veréis cómo lo,
reconcilio.
HUlIBERTO. Qué felicidad! (Vas").
ESCENA VI.
SEMPRONIO.
Pobre joven! A pesar de su altivo carácter no
carece de h'llnildad y de resignación. El e.'piri.
tuoso maligno no ha logrado aún destruí r en él
todos los hueno, sentimientos, y si persi<te en
la sobriedad de estos días pasa,los, puede .. Ivar
su vida de la muerte prematura y
de la infamia !
ESCENA VII.
SEMPRONIO y CLEMENCIA.
CLEMENCIA. Por aquí, Doctor ¡
SEMPRONIO. Os mandé llamar con Rumbertú.
CLEMENCIA. Nada me ha dicho.
SEMPRONIO. Tengo que haceros una súplica.
CLEMENCIA. No me uebéis suplicar, sino mandar.
SEMPRONIO. Estiis brava con vuestro hijo ¡
CLEMENCIA. 2entida.
SElúPRONIO. El moti vo ¡
CLEMENCIA. El motivo ......
$EMPjlONIO. Veámos¡o.
011
nomhre
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
73
CLEMENCIA. Parn vos no puedo yo tencr secretos: Hum~er­
to me miente.
SKMPRONIO. Touto!
CLEMENOlA. Además, trata de engañarme con IDcomparable serenidad.
SEMPRONIO. Cosa rara, porque b franqueza que destierran
la hipocresía, la malicia y el buen sentido, es
propia de los bebedore •. Debéi. saber que así
como el mosto en los toneles romp" muchas ve.
ces los cercos, y por la fuerzo. de la fermentnc if.o
hace subir á la superficie to,lo lo que hay en el
foudo, o.sí tambiéu cuaudo el alcohol hierve en
el bombre, saca. r pone eu evidencia tOllo cuaoto
éste tieue de m{1S ocu \to.
CLEMENCIA. He exigido de ese much'\Cho abaudone cierto.s
relaciones que DO le convienen, yen vez de satis.
facerme, las busca COI1 solicitud.
SEMPRONIO. Testarudo!
CLEMENCT A. Ingrato!
SEMPRONIO. Entre los grandes instrumento> de perversión
y destrucción que tiene á su servicio la fatali_
dad, veo que no es la pólvora el peor, sino el
licor espirituoso.
CLEMENCIA, Doctor, ese mozo 110 se eumien,la.
SEMPRONIO. Si así f"ere, debéis h,ceros fuerte.
CLEMENCIA. Podré re~ignarme ~
SKMPRONIO. No hay remedio, porque si el cahallero Hum_
berto insiRte en sus vicios, hay que esper.r unlt
•
74
EL DEMONlO ALCOHOL.
catástrofe, toda vez que los bebedores tienen un
pie en el sepu lcro y otro en el presidio.
CLEMENCIA. Así paga ese buen hijo á quien tiÍuto ha su.
frido. (Lloo·a).
SEMPRONlO. y á quien seguirá sufriendo si h misericordia
de Dios no le presta su socorro; po rq ue, señora,
debajo del sol no hay sino dos cosas difíciles de
encontrar, que son: un borracho sin bajezas ni
impertinencias, y una mujer sin amante'
ESCEN A VIII.
CLEMENCIA, SEMPROKlO
y
PEDRO.
PEDRO.
Señora.
CLEMENCIA. Qué acontece?
PEDRO.
Acontece que el seño r Humbarto ha salido.
CLEMENCIA. Sin el consentimiento de su padre?
PEDRO.
Sin licencia de nadie.
SEMPRONIO. (Apa,·te). Vaya un tronera:' (A Olemencia).
"Quien ha bebido, beberá," señora.
CLEMENCIA. Qué decís, Doctor?
SEMPRONlO. Os compadezco en el fondo de mi alma'
CLEMENCIA. Hé aquí el resultado de la carta.
SEMPRONlO. De qué carta?
CLEMENCIA. De la carta del amigo cuyas relaciones hemos
tratado de evitarle.
SE!IPRONlO. Señora, los amigos pueden inducirnos á hacer
el mal, y por esto es por lo que yo aconsejo que
se evite su trato cuando no son huellOS j pero
1
EL DEMONIO ALCOHOL.
75
no es menos evidente que para aceptar la pero
versi6n que se nos brinde, preciso es que tenga.
mos una ma.la educaci6n mora,l, pésimas inclina.
ciones y peores imlintos. Confieso que me babía
hecho ilu;i(,n respecto de la hondad de vuestro
bijo!
CLEMENCIA. (A Ped,·o). Hay que seguirle los pasos, y traer.
10 inmediatamente. No vuelvas sin ól.
PEDRO.
(Yéndo8e). Si se dejara.
CLEMENCIA. Voy 6. dar aviso 6. Juan.
SEMPRONIO. Me parece prudente.
CLEMENCIA. Volveréis?
SEMPRONIO. Siempre que ,e nece.ite de la ciencia, volveré!
( Vanae, Clemencia po,' la de"echa y Sempronio
po,' la izquierda. A un..ato h"brá mutación,
y al levantarse el tewn del fondo, apa"ecerá 1"
taOO"na de Jacinto).
ESCENA IX.
RUMBERTO, GUSTAVO Y JACINTO.
GUSTAVO. Pues el encierro no .lejaha de ser inc6modo.
HUMBERTO. Figúrate dos meses de quietud casi absoluta,
movi"ndome apenas en un diámetro de tres pul.
gadas, y tropezando :i cada paso con el rostro
severo de mi padre; con mi señora madre que,
por buena que sea, me empalaga con sus ayes,
con sus lágrimas y su, consejos; con el bobali.
c6n de Pedro, qtle no es ni agrio, ni dulce, ni
•
76
EL DEMONIO ALCOHOL.
s6lido, ni líqui do; y por último, teniendo que
ver frecuentemente á ese Esculapio ribeteado de
S6crates del Doctor Semp ronio ! Figú rate todo
esto y comprenderás cuál ha sido mi situaci6n.
GUSTAVO. Demasiado penosa.
HUMBRRTO. Páse el mes de cama en que me tuvieron
trino
cado mil dolencias y otras tántas novedaries de
cabe za; pero los trein ta días más de encierro,
c6mo explicármelos 1...... Yo, á qnien la amis.
tad y el amor llena n todo el coraz6n, privarme
por tan largo tiempo del amor y de la amis tad!
Vaya, me estaba volviendo tan san<jio como el
viejo Zisime de las "Mil Y una noches."
GUSTAVO. Lo que más me confunde, sobre todo, es, c6mo
pudieras prescindir de mí, {¡ quien tánto quieres,
y á quien yo quiero tánto como un hombre puede
quere r á otro.
HUMBERTO. Presc indir de tí 1..... . Acaso no fuí el prim
ero
en romper el silencio, enviándote una misiva,
que si hubie ra sido chiquillo, me hubiera coso
tado una buena zumb a!
GUSTAVO. E,a carta es un testimonio de cariño que
no
puedo recusar.
HUD EBTO . Testimonio, que bien merece un trago .
GUSTAVO. Vé que ya llevamos cinco : do. en la Estre lla
y
tres en el Oso Blanco.
HUMBEETO. Corto raudal aún para llena r el vacío de
los
¡ntestillos,
77
EL DEMONIO ALCOHOL.
(Dent?·o del mostrador). Han pedido los señores
dos copas 1
HUMBERTO. Dos copas, pero con trago.
JACINTO. Toman braDdy, ron ó nni,ado 1
HUMBERTO. Opto por el hrandy, si no es mataburros.
GUS1·AVO. y yo por el ron, si es de Papares.
JACINTO.
ESCENA X.
IIUMBERTO, GUSTAVO, JACINTO
PEDRO.
y
PEDRO.
y yo por el anisado, si está á treinta y CInco
grados !
HUMBERTO. (Sorprendido). Diablos, Pedro!
GUSTAVO. (Sorprendido ). Pedro, diablos!
PEDRO.
(Apa,·te ). Ah calaveras! !
HUMBERTO. A qué has venido 1
PEDIlO.
L~ señora me manda, don Humherto.
HUMBERTO. Con qué fin 1
PSDRO.
Para suplicaros que vayáis inmediatamente, que
está iudispuesta.
GUSTAVO. En el acto irá.
Señor Gustavo ...... cuidadito.
PEDRO.
JACINTO. El trago está servido.
HUMBERTO. (Acercándose alllwstrador). Otra copa más.
PEDRO.
Si es para mí, gracias; mil y mil gracIas.
HUMBERfO. Hombre, Pedro, un chupo.
PEDRO.
Ni una gota.
GUSTAVO. Unacbis·Ja.
PEDRO.
Para chspas estoy yo.
78
EL DEMONIO ALCOnOL.
HUMBERTO. Por polHica, acompáñanos.
PEDRO.
Primero me caiga \l n rayo!
GUSTAVO. (Tomando la copa). A la sa lud de Pedro el re.
milg6n.
HUMBERTO . (Tomando la copa yen tono burlón). A tu sao
lud, esquivo y gran señor. (Beben).
PEDRO.
(Aparte). Que no fuera ",tricninn. para verlos
reventar como ratones 1
GUSTAVO. Malo está este brar«ly.
JACINTO. Es un magnífico ..... .
PEDRO.
Mata imbéciles!
GUSTAvO. Un buen siracusa, corno el que usaban en sus
cenas los céleb,'es Borgias, par, regalar á sus
amlgos.
HUMBERTO. El alcobol no existe puro en la naturaleza, pero
la ciencia ha sabido encontrarlo y aislarlo, en
\lna infinidad de r~mos ~egetales, de pulpas y
de simientes, DO menos que en algunos productos de origen animal, y cuando la ciencia no se
equivoca al extraerlo ..... .
Equivóquese ó no se equivoque la ciencia, siem.
PEDRO.
pre es pésimo.
GUSTAVO. (A Pedro). A pesar de ser un excelente apeo
ritivo 1
F.,ta es la disculpa de siempre.
PEDRO.
GUSTAVO. Jacinto, tres cop"' con ron.
HUMBERTO. Veamos q\lé tal es el rOIl de Jacinto.
PEDRO.
(A Humberto). Por la ,, ;;, bana Santa."
HUMBERTO. Esta vez Pedro nos acomp ñará.
EL DEMONIO ALCOllOL.
79
PEORO.
GUSTAVO.
N6 señor, n6 señor y u6 Reñor.
(A Pedro). Amigo, "la vida es de RUyO mon6.
tona, y es preciso mirarla por el lado alegre:
bromear y reir. Qué importa que ella dure
cien afios 6 una mañana 1"
RUMBERro. Este pasaje de tu carta es bellísimo; no han
construido una frase mejor, ni concebido un
pensamiento más feliz y profundo, Rabelais ni
Balzac.
GUSTAVO. (Ofreciendo las copas). Alfredo de Muset que
tenía la delicadeza de una virgen, y enamoraba
como un sátiro, tenía concepciones más expresi.
vas. Tomo por él, señores.
PEORO.
Por el alma de mi padre, juro que no bebo!
RUMBERTO. Entre caballeros, esaS negaciones absolutas son
.
.
impropias.
(Apa1·te). Ya están alumbrados!
PEDRO.
RUMBEB.TO. A prop6sito de los Borgias. Conoces, Pedro, la
trágica historia del caballero lago de Appiani !
PEDRO.
Yo no sé de cuentos.
RUMBERTO. lago de Appiani er" Señor de Piombino, y en
una ocasi6n lo invit6 Lucrecia á su Palacio de
Ferrara.
PEDRO.
Para hacerlo beber ron de Papares 1. ..... Vaya
una mala mujer!
RUMBERTO.
Para hacerlo beber otra cosa .
•
GUSTAVO.
(A Humberto). Tomemos, y en seguida acaba.
rás tan interesante historia. (Beben los dos, y 88·
/lO
EL DEMONIO ALCOHOL.
gún lo "eq1¿ie?'a el juego de la escena van
exhibiéndose embriagrtdos cada _ez más).
PEDRO.
Esto va de largo!
HUMBERTO. Para darle un veneno, invitaba Lucrecia á de
Appiani.
y fué tan bruto qne lo bebi6 ?
PEDRO.
HUMBERTO. C6mo excusarlo?..... Aute tan gran señora,
lago, á pesar de haber teoido fidedigna llollCla
de que se le trataln Je envenenar por arrebatar.
le su Señorío, tom6 el t6sigo fatal.
GUSTAVO. Como hombre educado no podía rehusarlo.
PEDRO.
Por eso es que vosotros no os rehusáis jamás
nada el uno al otro?
HUMBERTO. Eutre caballeros ......
PEDRO.
(Aparte). Tao caballos a,í, ...... (A ellos) todo es
posible.
HUMBER~·O. Jacinto, otro ron para acompañar á Pedro. (Ja.
cinto si,·ve) .
PEDRO.
GUSTAVO.
He dicho que n6.
Esa es ya una ofensa.
PEDRO.
(Aparte). A que al fin me hacen pecar?
RUMBERTO. (A GII,stavo). Hay cabezas en las cuales no edi.
fica la historia!
Señor Humberto, vlle,tra madre está enferma.
PEDRO.
HUMBEIITO. Una copa y nos vamos.
PEDRO.
Tomo con esa. condición.
GUSTAVO.
Convenido.
PEDRO.
Unita, y nada más.
(Riendo). Uníta. (Beben) .
GUSTAVO.
·r
81
EL DEMONIO ALCOHOL.
PEDRO.
(Haciendo gestos). Vuestros gaznates deben ser
de bronce!
HUMBERTO. Qué son esos gestos 1...... Presentas un semblan.
te tan feo y lleno de contorciones, como los que
Mefist6feles señalaba al noble Fausto.
PEDRO.
Conocéis los so. pos 1
HU1fBERTO. El sapo es un animal del género de reptiles bao
tracios; que se reconoce por tener el cuerpo grue.
so, deforme, de apariencia repugnante y cubier.
to de pústulas 6 berrugas.
GUSTAVO. Acuático en su primera edad, y terrestre des.
pués de la metamorfosis.
PEDRO.
(Consigo mismo). Tal vez será por el frío que
recibe del agua: ......
HUMBERTO. A qué viene hablar del sapo 1
PEDRO.
Pues es que encuentro alguna semejanza entre
los bebedores y los sapos.
GUSTAVO. Como la que hay entre el día y la noche.
PEDRO.
Los sapos tragan candela, y los bebedores pasan
alcohol que es lo mismo que llamas.
GUSTAVO. A fé que no vale esta ocurrencia un maravedi!
PEDRO.
Ya os dí gusto, don Humberto, marchemos.
HUMBERTO. Por qué tanto afán 1
PEDRO.
A estas horas, la señora estará llorando y el
señor rabiando.
GUSTAVO. Un rato más, y nos iremos.
PEDRO.
(Aparte). Esto acabará en punta!
HUMBERTO. Cuatro copas más, Jacinto.
JACINTO. Con lo mismo 1
6
82
EL DEMONIO ALCOHOL.
GUSTAVO. Probaremos el anisado.
JACINTO.
Quién paga 1
HUMBERTO. (Poniendo un pUñado de moneda¡¡ sobre el
most1·ador.) Pago yo.
J AOINTO. Así, sí. (Sirve).
PEDRO.
(Aparte)." Oido 6. la caja." Como la madre le
ha notificado que ya no le pagará sns cuentas,
mete la mano en la bolsa del padre!
HUMBERTO. (Ofreciendo la. copas). Toma, Pedro.
PEDRO.
No señor.
HUMBERTO. Tú no debes ser menos complaciente que el ca.
ballero lago de Appiani.
PEDRO.
Yo no quiero ser caballero.
HUMBERTO. (Molesto). Te arrojo el anisado por las narices.
GUSTAVO. (Inte''Poniéndose, á Pedro). Otrica, y nada más,
buen Pedro. Amar, comer, beber y gozar. Hé
aquí too a la ciencia de Sardanapalo; mucho
más profunda que la de Salom6n !
PEDRO.
(Oogiendo la copa). Tomaré. (Aparte). Quien
con borrachos anda ..... .
HUMBERTO. A mí no se me desaira impunemente.
GUSTAVO. A la salud de Pedro. (Todos cuatro beben).
PEDRO.
Ahora sí, señor Humberto.
HUMBERTO. N6.
PEDRO.
Hasta cuándo 1
HUMBERTO. Hasta que me dé la gana.
PEDRO.
(Tratando de irse). Pues yo sí me voy.
HUMBERTO. (Deteniéndolo). Tampoco. (Oogiendo un tabu.
Ero?
BL DEMONIO ALCOHOL.
83
rete). Al que trate de irse le rompo el alma con
PEDRO.
GUSTAVO.
JACINTO.
GUSTAVO.
JACINTO.
GUSTAVO.
J AOINTO.
GUSTAVO.
JACINTO.
este taburete.
(Aparte). Quedé compuesto!
(Enseñando á Jacinto cuawo dedos de la mano
derecha). Jacinto ......
No comprendo.
Cuatro tragos dobles.
Cuatro 1
Si.
Tres. A mi con uno me basta.
Corriente, tres. Menos consumo.
(Si?·viendo) . Si se ban de molestar, van los
cuatro.
GUSTAVO. (Repartiendo las copas). Propongo un brindis.
HUMBEBTO. Aceptado.
GUSTAVO. Propongo que nos vamos á cenar dentro de un
rato.
PEDRO.
A nuestras casas.
HUMBERTO. Sigues neceando, Pedro 1 Habráse visto un pá.
paro igual! Vive Dios que si continúas hacién.
dote el remilgado, te arranco de dos tirones laa
orejas y las clavo en las pantorrillas.
PEDRO.
(Aparte). Está visto. No me puedo librar del
contagio!
HUMBERTO. Por la cena. (Toman todos).
GUSTAVO. Yo la pago.
HUMBERTO. A d6nde es que hemos de ir 1
GUSTAVO. A ......
(A (}UStavo en tono burlón). "Flora, querida
PEDRO.
84
EL DEMONIO ALCOHOL.
Flora , jamá s olvid aré"" .. "
GUSTAVO. Una vez que me puse una penc a.
PF.ORO.
Os enam orást eis de Flora .
G J STAVO. (Riendo y con burla). N6. De una guac amay a!
RUMBERTO. (Recargado sob"e el mostrador). Ob, Dalia !
PEDRO.
(Poniendo una moneda sobre el mostrador). No
quier o pasar por pichicato. (A Jacilnto). ~ozo.
JACINTO. Mand ad, cabal lero.
PEDRO.
Tenéis vino 1
JACINTO. Aquí no se vende de eso.
PEDRO.
Servi d del mejo r brand y. (Sirve).
GUSTAVO. No promiscuemos.
PEDRO.
Remo s de ir á bebe r cerveza donde la vieja " ....
GUSTAVO. Burl6 n.
PEDRO.
(Repartiendo 1M copas). Vi va el buen hum or!
RUMBERTO. Brav o!
PEDRO.
Por Dalis, Flora y la guaca maya . (Toman).
RUMBERTO. (Tira ndo la copa). Dalis es mi amad a y yo soy
su aman te. El rayo resplandece en sus ojos. Su
imag en que no se me separ a un insta nte, tiene
algo de astro y algo de nube.
GUSTAVO. Astro , cuan do estás en tu juicio.
PEDRO.
Nube , cuando los vapores han subido á la
cabeza.
RUMBERTO. Las muje res son fuego 6 nieve : quem an 6
hiela n.
GUSTAVO. Las acepto heladas, porque así no daña n.
RUMBERTO. Rela das son atroces.
PEDRO.
A mí me gusta n ...... quem adora s.
EL DEMONIO ALCOHOL.
H5
HUMBERTO. Este Pedro tendrá al fin talento.
PEDRO.
Don Humberto ......
HUMBERTO. Habla, pico de ganzo.
PEDRO.
Ya estoy en chispa.
GUSTAVO. Y yo ajumado.
HUMBERTO. Y yo jalado.
P&DRO.
Mi coraz6n quiere saltarse del pecho.
HUMBERTC. Jacinto, una botella. (Este se la da).
GUSTAVO. Qué quieres hacer con esa botella!
HUMBERTO. Beber á boca de jarro. Es empalagoso esto de
ir trago por trago. (Tomando). Ea! (Pasa la
botella á Gustavo).
GUSTAVO. Ea! (Bebe y pasa la botella á Pedro)
PEDRO.
Ea! (Bebe y tira la botella).
HUMBERTO. Así se tiraban las vasijas en los festines de Se.
míramis.
GUSTAVO. y en los de los Borgias.
HUMIIERTO. Dispongo que entonemos una canción báquica.
PEDRO.
Yo no sé can tar.
HUMBERTO. Obedecerás á la ley á que está sometida una
gran parte del género humano: rebuznarás.
GUSTAVO. (Abrazando á Humberto y á Pedro). Ensaye.
mos el brindis de Lucrecia.
HUMBElITO. Me encanta ese aire. Es la composici6D má.. pro.
digiosa del genio de Donizetti.
GUSTA VO. Arriba, pues.
HUMBERTO. A trío.
GUSTAVO. A trío. Yo haré la voz de barítono. (A Humber.
to). Tú, la de tenor. (A Pedro). Y tú, la de bajo.
86
EL DEMONIO ALCOHOL.
Hm!BERTO. Una, dos, tres. (Cantan los clos siguúntes ver.
808 del brindis de la Opera" Lucrecia Borgia ").
" Il segreto per esser felici,
"So per prova e lo insegno agli amici."
GUSTAVO. Muy desentonados! (Se 8únta).
PEDRO.
Más que desentonados, bebidos! (Se súnta).
HUMBERTO. Y más que bebidos, estúpidos!
PEDRO.
se ..... Estupídísimos!
HUMBERTO. Yo solo lo hago mejor. Escucbad. (Cantando).
" Il segreto per esser felici." (Se sienta).
PEDRO.
(De pú). Ea, Pedro, Pedrito! (Cantanclo).
"Il segreto per esser felici "
Es huirle al alcobol como el Diablo á la Cruz ...
(Se 8únta).
GUSTAVO. Jacinto, una copa.
HUMBERTO. Jacinto, dos copas.
PEDRO.
Jacinto, tres copas.
GUSTAVO. Cuerpo de Barrabás, y la cena!
PEDRO.
(De pú). Voy ti ceDar, pero la .ieja es mía.
GUSTAVO. (De pú). Es mi Flora.
HUMBERTO. (De pie). La tendré esta noche por mi Dalis
TODOS.
(Cogiénclose del brazo). Señor Jacinto ......
hasta más ver. (Salen dando traspiés).
JACINTO. Qué terno de tunos!!
(Cae el telón).
f?,rlLb) iJ'JA
ACTO CUARTO.
El castigo.
El mismo escenario del Acto segundo.
ESCENA 1.
JUAN
Y
CLEMENCIA.
JUAN.
(Sentado en un sofá). Un día y \lna noche!
CLEMENCIA. (Al lado de Juan). Ah, es demasiado!
JUAN.
Qué vida tan borrascosa!
CLEMENCIA. Quién había de creerlo!
JUAN.
Yo me lo presumía.
CLEMENCIA. La verdad es, que Humberto jamás nos ha que.
rido!
JUAN.
(De pie). La verdad es, señora, que vos tenéis
la culpa de la desgracia que nos abate!
CLEMENCIA. Siempre el mismo cargo.
JUAN.
y bien merecido.
CLEMENCIA. (De pie). Desahogaos conmigo. Comprendo que
vuestra tristeza es grande, y que tenéis necesi.
dad de una víctima sobre quien descargar el peso
abrumador de la indignaci6n.
JUAN.
Quise hacer de Humberto un hombre de ciencia
y me lo estorbásteis.
CLEMENCIA. Si era refractario los estudios profundos! .....
JUAN.
Os propuse, en seguida, que formáramos de él
¡,
lIn artiBta mecánioo.
88
EL DEMONIO ALCOHOL.
Su posici6n .. ""
JUAN.
Y quién ha dicho que las artes degradan? Ellas
no son otra cosa que la aplicaci6n del principio
científico sobre la materia prima, para modifi.
carla y hacerla útil.
CLEMENCIA. Siempre un oficio ......
JUAN.
Enaltece, cualquiera que sea; porque lo que en.
vilece es la vagancia, que favorece el delito y
el vicio y es contra todo precepto moral.
CLEMENCIA. Así será.
CLEMENCIA.
Si al menos ese mozo se hubiera dedicado al
comercIO ......
CLEMENCIA. Y quién se lo ha prohibido?
JUAN.
Vos, señora, que lo acostumbrásteis desde muy
niño al ocio aristocrático; haciendo de él un
petimetre vanidoso y gastador, como tántos que
andan por el mundo, que apenas sirven paTa
frecuentar los salones, galantear á la. damas,
burlarse de cuanto existe, divino y humano, y
arrancar el pellejo á las gentes!
CLEMENCIA. Basta. Eso es ya demasiado!
JUAN.
Una educaci6n tan irregular, tenía que dar se.
mejan te fruto. Sí, el hehedor tras el vagamun.
do; tras el bebedor, el jaque; tras el jaque, el
sátiro; tras el sátiro, el mentiroso, y tras el
mentiroso ..... .
CLEMENCIA. (Llorando). Para qué más?
JUAN.
'l'odavía hay algo muy grave!
CLEMENCIA. Qué?
JUAN.
EL DEMONIO ALCOHOL.
89
Tras la crápula en sus formas más repugnantes,
el ladr6n !
CLEMENCIA. Qué estáis diciendo 1
JUAN.
Cuando vos pagábais á Humberto sus vicios, no'
tenía necesidad de robar; ahora que ya os ha.
béis resuelto á no cubrir sus cuentas, echa mano
de lo ajeno!
CLEMENOIA. Hasta allá ha llegado 1
JUAN.
Ayer, al irse, sustrajo de mi caja una bolsa con
dinero!
JUAN.
ESCENA
CLEMENCIA, JUAN
n.
Y
PEDRO.
PEDRO.
(Ent1'l1J1'uUJ por la izquierda). Juntos!
CLEMENCIA . Qué tarde y qué noche 110S has hecho pasar!
JUAN.
Hombre de Dios, Humberto 1
PEDRO.
(Oon sorpresa). Aún no ha llegado!
JUAN.
Lo encontraste 1
PEDRO.
No sefior.
CLEMENCIA. Lo buscarías mal.
PEDRO.
Estuve en todos sus bebederos.
CLEMENCIA. Entonces por qué no volviste á avisar inmedia.
tamente 1
PEDRO.
Porque como la sefiora me encareci6 que no me
viniese sin él..""
y en d6nde pasaste la noche!
JUAN.
PEDRO.
( Turbado). La pasé" .. "
La pasaste ...... 1
JUAN,
90
EL DEMONIO ALCOHOL.
PEDRO.
Como ánim a en pena .
CLEMENCIA. Haci endo qué 1
PEDRO.
Buscando á don Hum berto .
JUAN.
No en vano estás demu dado ! Somb río y cada.
vérico, como si hubie ras tenido una noche de
orgía !
PEDRO.
Es que el sereno es muy nocivo.
CLEMENCIA. Fuist e á casa de Gust avo 1
PEDRO.
Fuí.
CLEMENCIA. y allí no estaba Hum berto 1
PEDRO.
No señora. Deben anda r junti tos, como dos ......
JUAN.
Miserables, que se entie nden por las malas incli.
naciones y están enlaz ados por el vicio.
CLEMENCIA. Vuél ve á buscarle.
PEDRO.
Yo no ando más detrá s de Don Hum berto . Ven.
go á arreg lar mis cuent as.
JUAN.
Quie res dejar nos 1
PEDRO.
Hace siete años que sirvo en la casa con buen a
paga y mejo r trato ; pero aunq ue pobre , no me
convienen las malas compañías.
JUAN.
C6mo es eso 1
PEDRO.
Repi to que no me con viene la comp añía ......
CLEMENCIA. (Aparte). Esto es origi nal!
PEDRO.
A pocas vuelt as me tendr ía ......
JUAN.
Expl ícate .
PEDRO.
Me tendr ía Don Hum berto dando vuelt as á todas horas !
JUAN.
A fé que nada entiendo:!
fIl1D~O.
quie ro deoir que en menos ele que me limpio 111
/
EL DEMONIO ALCOHOL.
91
cera de los oidos, sería un borrachín de pro.
Te ba invitado á beber 1
JUAN.
PEDRO.
Yo no puedo decir mentiras.
CLEMJ:NCIA. Habla la verdad.
JUAN.
Ten presente que las malas acciones, por más
que traten de ocultarse, se descubren al fin á la
vista humana.
PEDRO.
Don Humberto me ha emborrachado.
Pervertido!
JUAN.
CLEMENCIA. (Aparte.) Ese era su arrepentimiento! Como
al mármol, si mi llanto logra mojarlo no lo
ablanda!
JUAN.
(A Pedro') Y por qué dijiste que no lo babías
encontrado 1
Señor, cuando el bombre no está del todo pero
PEDRO.
vertido, siempre bay en su coraz6n un fondo de
pudor.
CLEMENCIA. De manera que trajiste á ese ingrato 1
JUAN.
No quiero verle.
PEDRO.
Voy ¡¡ contarlo todo.
CLEMENCIA. Sin un incidente de menos.
Pues salí yo de aquí en busca de don Humberto :
PEDRO.
y una vez en la esquina me puse á meditar, y
cogí calle abajo.
CLEMENCIA. Sí.
PEDRO.
N6. Cogí calle arriba.
CLEMENOIA. Para d6nde cruzaste al fin, pllra arriba 6 par!!
abajo 1
-,-
112
PEDRO.
EL DEMONIO ALCOHOL.
(Después de medi tar un rato). Ni para abajo , ni
para arrib a.
JUAN.
A.ún no estás del todo despe jado!
PEDRO.
Cásp ita 1... Me encu entro con la cabeza hech a
un volcá n!
CLEMENCIA. (Aparte). Después de UDll noche de bacan al !...
PEDRO.
Segu í derecho, cami nand o calles y calle s; y •
luégo bajé, y en segui da su bí; Y á poco tomé á
la derec ha, y depu és á la izqui erda, y conti nué
andan do.
JUAN.
Como el Judío Erra nte 1
PKDRO.
Hast a que dí con la botil lería de Jacin to.
CLEMENCIA. De qué Jacin to 1
PEDRO.
El taber nero.
JUAN.
y all( 1
PEDRO.
Estab an, señor , don Hum berto y don Gustavo.
JUAN.
C6mo han desce ndido !
.. te ...... .1
CLEMENCIA. Por que' no me traJIs
PEDRO.
Facil illa cosa! Nada más que por habe rle suplica do que se VIOlese conmigo, me ofreci6
arran carm e las oreja s y colocármelas en las
panto rrilla s!
JUAN.
Mane jar un borra cho !......
PEDRO.
Es más traba joso que dirig ir á una muje r
celosa, á una turba de escuelantes, 6 á un ejérc ito
sin disciplina. Dice uno s(, y el ebrio conte sta,
06. Diee uno n6, y el ebrio responde, sí. Una
perica bien puest a es padre y madr e!
JUAN.
y tú por qué bebiste 1
Eí?7
EL DEMONIO ALCOHOL.
93
PEDRO.
Me obligaron.
CLEMENCIA.Ob, eso es demasiado borrible !
JUAN.
Te obligaron por fuerza!
PEDRO.
No sefior. Por la fuerza bubiera apretado los
dientes unos contra otros, y no me habría becbo
abrir la boca ni el Doctor Sempronio.
JUAN.
Entonces!
PEDRO.
El primer trago lo tomé á condici6n de que el
señor Humberto se viniera.
CLEMENCIA. y no sali6 de la taberna!
PEDRO.
Se empicó más á ella.
JUAN.
Rel .. jado !
PEDRO.
El segundo lo bebí por un compromiso de honor.
JUAN.
Compromisos de bonor entre borrachos 1
PEDRO.
Todavía no lo estábamos. Don Humberto habl6
de un señor muy grande y muy rentado, á quien
una señora muy grande y muy rentada también,
ofreci6 un veneno que el caballero tom6, porque
entre gente decente ......
CLEMENOIA. Las cosas pasan de otro modo.
PEDRO.
Hay momentos en que ciertas excusas son ofen .
.
Slvas.
JU.\N.
PEDRO.
C6mo es el mundo!
Y el tercer trago me lo zampé, porque habiendo
sido obsequiado, natural era que, como suced~
entre gente de buen tono, pagara yo á mi vez.
CLEMENCIA. y con tres copas nada más te embriagaste 1
,PEDRO.
No señora, apenas me alumbré un poco; pero,
.. principio quieren las cosas."
•
94
JUAN.
PEORO.
JUAN.
EL DEMONIO ALOOHOL.
Cuántas veces tomaste 1
. Cuántas 1 N o hay constancia en la tierra de que
ningún borracho se dé jamás cuenta de las veces
que bebe.
y por el valor de los tragos no se puede sacar
este reultado 1
PEDRO.
Menos. A los ebrios se I~s llevan sus cuentas con
tenedor.
CLEMENOIA. Una vez embriagados durmieron en la taberna 1
PEDRO.
No señor. Como tí los borrachos les gusta exhi.
birse, nos fuimos tí cenar.
JUAN.
A qué parte 1
PEDRO.
Donde una mujer llamada Flora.
CLEMENOIA. y cenaron 1
PEDRO.
Qué cenar, ni qué diablos! Cuando se bebe muo
cho, no se come. La cena era una pretexto.
JUAN.
Para qué 1
PEDRO.
Para ir tí ver tí Flora.
CLEMENOIA. Es muy bella 1
PEDRO.
Un primor de fea!
CLEMENOIA. y tí pesar de esto 1
PEDRO.
Le hicimos todos tres el amor.
CLEMENOIA. y ella los aceptó tí todos 1
PEDRO.
Y más que hubiéramos sido!
CLEMENCIA. Qué cosas las de la vida!
PEDRO.
A la pobre vieja le sucedió lo que tí mí.
CLEMENCIA. Es vieja Flora 1
PEDRO.
Sesentona, y tiene además otros achaques. Ano.
,
EL DEMONIO ALCOHOL.
PEDRO.
JUAN.
97
Bien.
En el acto. (Vánse).
ESCENA IlI.
CLEMENCIA.
Oh, Dios mío, ~i he cometido alguna falta que
ofenda la inefable justicia divina, en la extre.
midad del dolor apelo 6. vuestra iufinita miseri.
cordia! Compadecéos ya de esta pobre madre,
que h6. tiempos viene llorando lágrimas de san·
gre !! (Cae en un sofá).
ESCENA IV.
SEMPRONIO y CLEMENOIA.
SEMPRONIO. Muy abatida estáis, señora.
CLEMENCIA. (De pie). No he de estarlo, Doctor.
SEMPRONIO. Tenemos algo de nuevo 1
CLEMENCIA. Humberto se ha vuelto á extraviar.
SEMPRONIO. Lo F.ospechaba.
CLEMENCIA. No veis c6mo nos persigue la fatalidad 1
SEMPRONIO. Ha sido nuevamente atacado 1
CLEMENCIA. Desde ayer que sali6 fiO ha vuelto, y sé que ha
pasado la noche hebiendo.
SEMPRONIO. Dehiendo considerarse al ebrio consuetudinario
como á un alucinado que ha perdido su libertad
moral, debe colocársele en la imposibilidad de
7
1
!l8
EL DEMONIO ALCOHOL.
satisfacer las exig~ncias del vicio, encerrándolo
en un Asilo hasta su completa curaci6n.
Cr.EM ENOI A. Me falta coraz6n para dar este paso.
SIlMPRONIO. Si os falta coraz6n, señora, para cump lir
con
un deher, dehe sohraros paciencia y resignaci6n
para sopo rtar cuanto haga el alcoholismo de
vuestro hijo.
CLEM ENCI A. Somos madres para amar .
SEMPBONIO. y debéis serlo tamb ién para hacer que ~quel
los
que os pertenecen, llenen una misi6n útil, si no
para los demás, al menos para si mismos.
CLEM ENCI A. Ni de dia ni de noche encu entro reposo!
SEMPBONIO. Ni lo hallaréis entre tanto no os resol vais
á dar
el paso que os indico, el cual os he aconsejado
hace tiempo, lo mismo que á vuestro marido.
CLEM ENCI A. Qué dirá la sociedad si nos atrevemos 6 tánto
!
SEMPBONIO. N o os preocupéis por eso. "La sociedad,
como
dijo un fil6sofo, son muchas bocas que hablan y
muy pocas cabezas que piens an;" y los que
piensan, son de opini6n que la indulgencia para
con el liber tinaje , constituye una gran falta !
CLEM ENCI A. E.~toy llena de pesadumbre!
SEMPBONIO. La probidad y el honor son la recompensa
que
los buenos hijos deben á sus padres, y cuando
aquéllos son suficientemente ingratos, estúpidos
é infames, para rehusarse á pagar el tribu to que
deben á los autores de sus días, la autoridad do.
méstica está en el derecho de proceder como
mejor le convenga, para ver de que S8 le reco·
99
EL DEMONIO ALCOHOL.
nazca una deuda, que la moral conceptúa como
de primera importancia para el honor y bienes.
tar de la familia.
CLEMENCIA. He de pensar seriamente en lo que me decís, y
si no hay otro recurso ......
SEMPRONIO. Contra vuestro Humberto no hay otro, señora.
Carece de Voluntad para contenerse, como todo
hombre superficial y atolondrado que se entrega
al azar del vicio. Oh, si el Gobierno no echara
en olvido, como los padres de familia, ciertas
funciones que le corresponden, vuestro hijo, ni
tantos otros hijos, maridos y padres, se hubieran
perdido!
CLEMENCIA. Qué deCÍS, Doctor 1
SEMPRONIO. Digo que debiendo ser el Gobierno el defensor
nato y supremo de los hombres sometidos á su
jurisdicci6n, nada de cuanto pueda perjudicar á
la salud 6 á la dicha de sus gobernados j nada
de cuanto valga para prolongar su vida, robus.
tecer su constituci6n, completar su actividad
física y moral y perfeccionar sus facultades, debe
serIe indiferente j y en tal concepto, así como
persigue el crimen, debiera también perseguir
implacablemente los vicios.
CLEMENCIA. Sería lo más conveniente.
SEMPRONIO. Quién lo duda 1 Cuando el hombre no se basta
á sí mismo para refrenar sus malas pasiones,
debe intervenir la acci6n benéfica'de la ley, preso
tando una decidida cooperaci6n á la autoridad
•
,
100
EL DEMONIO ALcOHOL.
doméstica. (En este momento entra Humberto
por la izquierda, con paso embarazoso y apoyándose en las paredes. Vendrá sin sombrero y
con un cuchillo en la mano, y traerá roto y
cio el vestido).
BU_
ESOENA V.
SEMPRONIO, CLEMENCIA. Y HUMBERTO.
HUMBERTO. (Apoyado en la pared del fondo). Oa l......
OLEMENCIA. Qué miro 1 Un borracho 1
SEMPRONIO. (Después de un instante). Es vuestro hijo,
sefíora.
PI
h" I
Q'
I I
\JLEMENCIA. M'lIJO.......
Ue mudaoza ..
HUMBERro. (A Clemencia). Hablad, amor de los amores.
SEMPRONIO. (Aparte). Eso ya no es un hombre, es una
cosa viII
CLEMENCIA. (Consigo misma). S610 al verle me lleno de
disgusto y de vergüenza!
SEMPRONIO. Sobre este enigma de los vicios, sefíora, rueda
toda la sabiduría humana 1
OLEMENCIA. La muerte es menos terrible.
SEMPRONIO. Verdaderamente, porque la vida sin honor es
más detestable.
OLEMENCIA. (Dando un paso hacia Humberto). Hijo mío!
HmmERTo. (Blandiendo el cuchillo). Un paso más y sois
muerta!
CLEMENCIA. (Aparte). C6mo me da motivo para maldecirle!
•
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
101
HU)[BERTO. Tengo chanzas que harían sonreír al mismo
Diablo.
CLEMENCIA. Doctor, esto es imposible!
SEMPRONIO. Trnnquilizáos, señora, y ved una vez más la es.
cena que va 6 presentarse á vuestros ojos.
CLEMENOJA. CA Humberto). A tu lecho, infame; que me
atormentas más aJlá del límite de toda paciencia!
HUMBERTO. Fingid tristes 6 rabiosas miradas, Flora; que
ya comprendo lo que ellas significan.
CLEMENOIA. y me cree""" !
SEMPRONIO. Señora, la imaginaci6n del ebrio produce foro
mas de cosas desconocidas, y da á lo conocido
formas distintas de la realidad!
HUMBERTO. Sano estoy.
SEMPRONIO. Como el tronco de un árbol hueco.
CLEMENCIA. CA Humberto). El alcohol ha convertido la
obediencia que me debes en ciega ob.tinaci6n.
HUMBERTO. Lanzo la. saetas del amor con tánta destreza,
que sería capaz de atravesar con una sola mil
corazones.
CLEMENCIA. Cede en tus locuras ante la evidencia del su.'
frimiento.
HUMBERTO. Todo eso es pura invenci6n de los celos.
CLEMENCIA. Doctor, cuanto más ardiente es mi súplica,
menos merced alcanzo.
SEMPRONIO. A los borrachos como á los amantes nada se les
puede exigir, porque viven tan alucinados y con
tan caprichosas fantasías, que imaginan más de
lo que la fría raz6n puede comprender.
102
EL DEMONIO ALCOHOL.
CLEMENCIA. (Aparte.) Oh, manantial de contradicciones y
de desgracias!
RUMBERTO. (Moviéndose.) Por tu dulce amor me arrojaría
al fuego.
CLEMENCIA. (A Humberto). Es uua ciega elecci6n ceder iÍ laR
cábalas de amigos imprudentes, en vez de oir
los consejos del amor y de la prudencia.
RUMBERTO. Vuestros labios son como cerezas maduras para
el beso. Me parecéis, Flora, tan brillante como
un astro. Venus en su fúljida esfera. Ven con.
migo que os daré hadas que os sirvan y acostaré
en un lecho de perfumadas rosas.
CLEMENCIA. (Aparte). Qué cosa tau monst ruosa y extraña!
RUMBERro. Queréis arrancar de mi pecho áridas voces 1
SEMPRONIO. Triste espectáculo es ver la primavera de la
vida bajo el pew de tánta degradaci6n !
CLEMEMCIA. (Avanzando.) Humberto, soy tu madre.
RUMBERTO. (Blandíendo el cuchillo.) Mi toadre 1... No.
Sois una diosa, y juro por el alado Cupido ...... .
CLEMENCIA. (Aparte.) Cuáudo podré yo regar suficiente.
mente mi amor á este desgraciado sér, con las
lágrimas de mis ojos I
RUMBERTO. Como las flores de suave olor, así es tu aliento,
dulce amada.
CLEMENCIA. Tres veces benditos aquellos que pueden domi.
nar sus pasiones!
RUMBERTO. (T,'atando de acerca,'se á Clemencia.) Vengo {¡
traeros la alegría.
CLIIIMENCIA, (Retrocediendo). Hum berto !
•
EL DEMONlO ALCOHOL.
103
HUMBERTO. Os seguiré mi. veloz que la flecha despedida
por el arco de Tártaro.
CLEMENCIA. Desgraciado !
HUMBERTO. Soy tí veces como un caballo.
SEMPRONlO. Siempre.
HUMBERTO. A veces como un sabueso.
SEMPRONIO. Tras el alcohol.
HUMBERTO. A veces como un cerdo.
SEMPRONIO. Cuando se revuelca en su propio fango.
HUMBERTO. La raz6n y el amor se avienen bastante mal en
estos tiempos! (Oon ea:citaci<Ín ) Ea, aun cuando
la vida es alegre, bastante es vivirla una mañana!
El hombre nada tiene suyo. N o es mis que un
simple agregado de polvo I En cuanto tí la muer.
te, es un chiste de la Providencia que hace son.
reir á los fil6sofos y llorar á los tontos!. .. Qué
es el hoy 1 Nada. Y el mañana qué es 1... Nada.
He sido un tonto cuando he pensado en el su.
plicio de la inmortalidad!!
CLEMENCIA. Qué turhaci6n.
SEMPRONIO. Calma, que esa efusi6n de palabras abrevia el
desenlace.
HUlUlERTO. (Moviéndose). Nacer, vivir y morir !... Hé aquí
tres fen6menos que el huen Dios no quiere desci.
frar, ni que el hombre, ese rey imbécil, puede
comprender, á pesar de llevar la levita del juicio
abotonada hasta más alla de la harha 1... Ea, ea,
ea 1 Con esta bocanada de monos(Jabos, expreso
todo ese mundo de ideas que há tiempos llevo
•
f
104
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
en mi interior, respecto de la vida y del objeto
de la vida 1... "Para cada uno hay una pavorosa
vía subterránea, por la cual va caminando en
medio de la noche inmensa 1 Aquí tropieza y alltí
cae, rozando sus carnes vivas en las cuchilladas
abiertas por el destino," sin que haya quien lo mi.
re sino el ojo del odio inexplicable 1... Oh, inteli.
gencia, que vives en medio ne una sombra hru".
eamente terrible; la luz de que tánto te jactas,
no es más que tir.iebla 1......... El hundimiento,
hé aquí todo lo que hay para el hombre de
positivo, pues que" cada minuto que pasa es un
sepulturero inexorable," y el que tiene la pre.
tensi6n de resistir á la fuerza del tiempo y de loo
acontecimientos, en vez de levantarse, se hunde
cada vez más profundamente 1... No opto por
esto por el naufragio en seco, opto por el nau.
fragio eu el placer, aun cuando el deleite, abre.
viando la tramitoci,su de la vida, se convierta eu
emboscada, y haga hoy el oficio de mañana! (Se
calla y queda como ate?'rado. Sempronio lo ob.
serva fijamente).
SEMPRONIO. Señora, apresu raos á llamar á vuestro marido.
Tenéis que vérosla con un loco 1
CLEMENCIA, (Llorando). Humberto 1
HUMBERTO. Por qué salen tan rápidamente de vuestros ojos
esas lágrimas que son perlas sombrías del alma!
SEMPRONIO, Señora, no tardéis.
CLIIIMBlI'OIA, Voy, Doctor, (Vase).
EL DEMONIO ALCOHOL.
106
SElIIPRONIO. (Aparte.) Esto parece terminado!
ESCENA VI.
BEMPRONIO y HUMBERTO.
HUM8ERTO. (Viendo el cuchillo). Qué &'l esto 1,., .. , Ah!
(Lo bota).
SEMPRONIO. (Aparte). Su fisonomía es .iniestra I
HUMBERTO. (Llevándose las manos á la cabeza). Aquí,
dentro de este cráneo, bulle alguna cosa espan.
tosa! (Tiembla). Fermenta un caos de senti.
mientos y sensaciones, que se chocan como dos
opuestes nubes, baciendo resplandecer el rayo,
que de repente se apaga para dar lugar á 1"
densa oscuridad de la larga noche !.. " •• Oh, qué
abismo I (V. por todas partes). Qué ruidos ten
extraños y misteriosos! .... ..
SEMPRONIO. (Acercándosele). Joven !.... "
HUMBERTO. Detenéos, fantesmas !.... " Ah I !! (Oae).
SEMPRONIO. (Sobre Humberto). Esperaba algún accidente
repentino, pero no así de pronto. (Llamándolo).
Humberto !...... (Le toma el pulso). Débil. Muy
débil! (Le toca las sienes). Aún laten sus sie.
nes! (Tratando de alzarlo). Imposible yo solo.
ESCENA VII.
BElIIPRONIO, PEDRO Y HUMBERTO.
PEDBO.
106
EL DEMONIO ALCOHOL.
SEMPRONIO. Nadie burla impunemente las leyes á que está
sometido su organismo.
PEDRO.
(Acercándose á Humberto). Don Humberto !...
No responde ! ... Lo ha convertido el alcobol en
piedra! !
SEMPRONIO. Ayuda tí levantarlo. (Lo levantan y colocan
sobre un sofá con la cara al público).
PEDRO.
Qué demudado!
SEMPRONIO. Bastante!
PEDRO.
(Arrodillándose y tomando la mano de Humberta). Pobre el señor Humberio!
SEMPRONIO. V é á llamar tí su padre.
PEDRO.
Acaba de ilegaL y babIa con la señora.
SEMPRONIO. Díles que vengan.
PEDRO.
(De pie). Iré.
SEMPRONIO. Cuidado con decirles lo que esto pasando.
PEDRO.
Permaneceré mudo. (Vase).
ESCENA VIII.
SEMPRONIO.
La vida cuando no se la cuida, pasa rápida como
la sombra, breve corno un sueño de la faLtasía,
fugaz como el relámpago I (Paseándose). Hé
aquí un suicidio voluntario, que si merece la
misericordia de Dios, no es digno del Ferd6n
dI! los hombres!
EL DEMONIO ALCOHOL.
107
ESCENA IX.
BEMPRONIO, CLEMENCIA Y JUAN.
Doctor ....•.
JUAN.
SEMPRONIO. Amigo. (Olemencia y Juan se colocan danM
la espalda al cadáver de Humbe1·to).
CLEMENCIA. Doctor, estamos resueltos á poner i Humberto
en un Asilo.
SEMPRONIO. Bah!
JUAN.
Veo que no queda otro recurso.
SEMPRONIO. (A Juan). Como os lo he manifestado, el uso
inmoderado del alcohol, así como produce una
serie de enfermedades, más ó menos graves, e.
causa predisponente para muchas faltas y crÍ-
menes ~
JUAN.
EstiÍ visto.
SEMPRONIO. Este agente fatal, cuando se ha apoderado del
organismo, y arrastrado al bebedor al estado cr6.
nico, mata, eutre otras, de tres maneras diferen.
tes, á cual más terribles!
CLEMENCIA. (Ap'lrte). Pobre hijo de mi alma!
SEMPRONIO. Por el delirium tremens, en que la agonía es
demasiado larga y penosa.
CLEMENCIA. No morirá Humberto de eso, no es cierto,
Doctor!
SEMPRONIO. Señora ...... (A Juan). Por la parálisis, que
alarga un poco más la vida que el delirio con.
vulsivo.
CLJlHIolNOIA. Atroz, atroz 1
•
108
EL DEMONIO ALOOHOL.
(A Juan). Y por un derrame de sangre en la
sustancia del cerebro, que constituye una de las
formas de la apoplegía en los alcoholizados.
JUAN.
Todo esto es espantoso!
SEMPRONIO. (A Juan). Quisiérois ver morir á vuestro hijo
entre las convulsiones y el desasosiego del de.
lirium tremens 1
JUAN.
Oh!
SEMPRONIO. (A Olemencia). Lo quisiérais ver espirar lenta.
mente, como una llama que se consume, el1 la
inmovilidad é insensibilidad mlÍ8 completas, que
constituyen la parálisis cr6nica 1
CLEMENOIA. Qué horror!
SEMPRONIO. (A ambos). Quisiérais la vida de un sér que~
rido para vuestro coraz6n, envuelta en el igno.
minioso fango de la crápula, sufriendo el des.
precio de los hombres, y en el dintel del crimen'
JUAN.
Imposible!
SEMPRONIO. Pues bien ......
CLEMENCIA. Encerraremos á Humberto inmediatamente.
SEMPRONIO. (Abrazándolos). Pobres padreq ! !
JUAN.
Y qué 1
CLEMENOIA. Hablad.
SlIIMPRONIO. Vuestro hijo ...... ha muerto!
JUAN.
Muerto 1
SEMPRONIO. De un derrame al cerebro.
CLEMEWClA. Mentira I
SEMPRONIO. (Enseñándoles el cadáver). Hé aquí su ca.
dáver I 1
SEMPRONIO.
•
•
EL DEMONIO ALCOHOL.
CLEMENCIA. (ArTojándos6 80bTe e1). Hijo mío!
mío! ...... Muerto!.. .... Muerto! ......
JUAN.
109
Hijo
(Cae
de8mayada).
(Acercándose al cadáver). Muerto! (86 erUia
de bTaws).
SEMPRONIO. Hé aquí los estragos del DEMONIO ALCOHOL! !
(Oae el telón).
FIN DEL DRAMA.
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