Página 88 Marta Mata, maestra de maestros Mercedes Cabrera Ministra de Educación y Ciencia Poco tiempo después de asumir la cartera de Educación y Ciencia, tuve la ocasión de visitar el Consejo Escolar del Estado. Debo reconocer que charlar con Marta Mata y escuchar sus proyectos me impresionó. Con 80 años, desbordaba energía e ilusión. Me hablaba del futuro de la institución a la que había pertenecido desde su creación, excepto durante dos años, y me mostraba orgullosa la biblioteca que había reorganizado y mejorado sustancialmente desde su llegada a la presidencia del Consejo Escolar. Ahora, según he leído, una biblioteca llevará su nombre en Cornellà. Considero que es un homenaje plenamente acertado para hacerle el reconocimiento que merece. No cabe duda de que Marta Mata i Garriga tiene ya un nombre propio en la historia de la educación en España. Nacida en Barcelona en 1926, su contribución continuada a la renovación pedagógica ha sido imprescindible para que la escuela de hoy sea como la conocemos. Ella siempre tuvo claro que las aulas deben servir para formar individuos libres, autónomos, críticos y capaces de relacionarse adecuadamente con su entorno y con los demás. Por eso no esperó al fin de la época más oscura de nuestra historia reciente para volver a recuperar la luz que surgió a raíz de la fundación de la Institución Libre de Enseñanza y se extendió en el primer tercio del siglo XX. Era parte de su bagaje personal, puesto que fue Página 89 educada en la mejor tradición institucionista, siendo alumna de bachillerato en el InstitutoEscuela de la Generalitat de Cataluña. De ahí que ya en los años cincuenta participase en la renovación pedagógica en Cataluña, la más activa de España en esa época. Marta Mata supo retomar el espíritu de libertad que instauraron personas como Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate o Manuel Bartolomé Cossío, por citar algunos nombres propios, combinándolo con las iniciativas renovadoras heredadas del movimiento de la Escuela Nueva, a través de María Montessori, Ovide Decroly o Célestin Freinet. Es el mismo espíritu que inspiró la reforma educativa emprendida durante la II República española y muy especialmente la atención preferente que concedió a la figura del maestro y a su formación. El Ministerio republicano de Instrucción Pública concedió estatuto postsecundario a los estudios para ser maestro e introdujo en su formación, además de los conocimientos culturales que tendrían que transmitir, unos sólidos conocimientos en pedagogía. El denominado “Plan profesional” de formación de maestros fue pionero en nuestra historia educativa y sólo volvería a intentarse algo semejante a partir de los años setenta. Reivindicar este aspecto de nuestro pasado implicaba combatir la dictadura franquista. Marta Mata lo hizo con sus propias armas. En 1965, junto con otros compañeros, fundó la Escuela de Maestros Rosa Sensat, cuyas actividades fueron conocidas a través de las Escolas d’Estiu. Fue al comienzo una actividad semiclandestina, si bien, poco a poco, el esfuerzo dio sus frutos y las autoridades franquistas se vieron obligadas a practicar una cierta tolerancia. Una vez finalizado el régimen franquista, las Escuelas de Verano devinieron en el foro público donde se debatieron los documentos que inspirarían el desarrollo de la futura escuela pública y democrática, y que la misma Marta presentó públicamente. En Rosa Sensat, Marta Mata se especializó en la enseñanza de las lenguas en contacto con la escuela, en la didáctica de la lengua escrita y en la fonología castellana y catalana. Gracias en buena medida a su trabajo pedagógico, fue como se adoptó la inmersión lingüística en la enseñanza primaria catalana, como el mejor sistema para aprender la lengua propia, evitando así separar a los alumnos en función de la lengua familiar. Página 90 A principios de los años setenta participó en la creación del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona y un año después en la puesta en marcha de su Escuela de Maestros. Su implicación fue tal que, al heredar la casa de su madre, Cal Mata de Saifores, la convirtió en centro de encuentros pedagógicos. En ella se celebra la Escuela de Verano de los maestros del Penedès. La generosidad de Marta Mata también la llevó a proyectar su interés por la educación en el desarrollo de una intensa actividad política. Afiliada al PSC desde 1976, fue diputada en las Cortes Constituyentes, diputada al Parlamento Catalán, senadora en representación del Parlament, concejala de Educación del Ayuntamiento de Barcelona, diputada de Educación en la Diputación de Barcelona y de nuevo senadora entre 1993 y 1996. Para Marta Mata el centro de la Educación es el alumno, y la clase es el laboratorio donde se aprende de manera activa y progresiva a través de la experiencia. Los maestros son la pieza fundamental que debe facilitar este proceso, no considerándolos como individuos que trabajan aislados, sino como un grupo que reflexiona de manera conjunta sobre sus inquietudes y problemas, con el fin de mejorar entre todos el trabajo escolar. Para permitir este funcionamiento escolar, la formación del maestro adquiere una importancia capital. Una buena formación resulta imprescindible para que el profesor adapte continuamente sus conocimientos y sea capaz de convertir en cultura la experiencia del niño. Marta Mata concebía que estos planteamientos sólo pueden darse en la escuela pública, que se ofrece a todos los niños para su formación personal y ciudadana y que está en permanente diálogo con la sociedad que la impulsa. Basándonos en sus principios pedagógicos, en el Ministerio de Educación y Ciencia hemos creado los Premios Marta Mata a la calidad de los centros educativos. Nos parece que su nombre y lo que ella representa son la imagen perfecta para unos premios que buscan reconocer, destacar y dar visibilidad a la trayectoria de aquellos centros docentes no universitarios que se han distinguido por sus buenas prácticas y por el esfuerzo compartido de la comunidad educativa en la búsqueda de la mejora de la acción educativa, para conseguir una Página 91 educación de calidad para todos. Con estos premios pretendemos reconocer y difundir actuaciones ejemplares que, habiendo innovado y experimentado nuevos enfoques, puedan orientar e inspirar a otras comunidades educativas en su deseo de mejorar sus actuaciones. Porque queremos que Marta Mata siga contribuyendo a la mejora de los centros escolares, incluso aunque ya no esté con nosotros. Su dedicación al mundo educativo hacía lógico que se convirtiera en un referente del Consejo Escolar del Estado, máximo órgano consultivo del Gobierno en materia de educación, y por tanto punto de encuentro entre la sociedad y quienes regulan y administran el sistema educativo. Al Consejo llegó con su creación, en 1986, con la decisión, el vigor y el compromiso por la educación que la han acompañado toda la vida. Ese compromiso con sus ideales la llevó a dimitir de su cargo en junio de 2002, por estar en desacuerdo con la manera en que se estaba tramitando la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) y con la propia Ley. “Este Consejo era un logro de la democracia para que las leyes salieran con el dictamen y la opinión de todos los sectores, porque las leyes no son sólo democráticas desde el punto de vista formal. Ahora la participación se ha reducido a un esqueleto. Yo me vuelvo para seguir trabajando desde la base”, dijo entonces, siempre coherente con sus ideales, para explicar su salida. Su retiro le duró poco. Dos años después, tras la victoria socialista en las elecciones generales, mi antecesora en el cargo, María Jesús San Segundo, la llamó para presidir la institución en la que tanto creía. Su edad no fue obstáculo para aceptar y retomar el trabajo con la energía y la ilusión de siempre. Allí nos ofreció, durante sus dos últimos años, un ejemplo cotidiano de dedicación sin reservas a la nueva tarea de coordinar los complejos trabajos de este órgano. En este tiempo se produjo en el Consejo un intenso debate educativo en torno al proyecto que finalmente ha culminado con la aprobación de la Ley Orgánica de Educación (LOE). Con la LOE hemos querido dar una atención individualizada ante la diversidad de alumnos que se da en nuestras aulas en la actualidad. La aplicación de la Ley está siendo acompañada de las necesarias medidas de apoyo al profesorado. Además de la potenciación de la formación permanente y las mejoras de índole socioeconómica que se pactaron en Página 92 octubre y noviembre de 2005 con los sindicatos, vamos a convertir la carrera de Maestro en un título de cuatro años, de acuerdo con la reforma de las enseñanzas universitarias, y también diseñaremos un máster de un año como requisito imprescindible, además de la carrera, para ser profesor de educación secundaria. Marta Mata era consciente de que este avance representaba la conquista de una reivindicación permanente de los maestros: equiparar su carrera a las licenciaturas, aunque ahora se llamen grados. Marta Mata supo extender su preocupación por los más pequeños y su magisterio a todos los ámbitos educativos, a todos los destinatarios de la educación, a los responsables y a los implicados. Recibió en vida numerosas distinciones: en 1990 obtuvo la Medalla de Alfonso X el Sabio y en 1995 fue nombrada Hija Ilustre de Banyeres del Penedés, municipio al que pertenece Saifores. También fue investida Doctora honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), recibió la Medalla de Oro de Barcelona al Mérito Científico y la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña. Alumnos, profesores, padres, personalidades del mundo educativo y autoridades hemos podido compartir con ella el análisis apasionado y lúcido y la reflexión serena sobre lo que más convenía a nuestros jóvenes y a la educación española. Y hemos aprendido con ella cada día. Marta Mata nos dejó al acabar el curso pasado, cuando hacía poco tiempo que los niños habían empezado sus vacaciones, pero su legado, la concepción de lo que debe ser la escuela en democracia, es algo que nuestro sistema educativo le agradecerá siempre.