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Lección 7: Para el 15 de febrero de 2014
Jesús y los
“desechados” sociales
Sábado 8 de febrero
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 21:28-32; Juan 8:1-11;
Marcos 5:1-20; Juan 4:5-32; Mateo 9:9-13.
PARA MEMORIZAR:
“Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el
Cristo?” (Juan 4:28, 29).
UNA MUJER JOVEN –proveniente de un trasfondo increíblemente triste y horrible
(que incluía dos hijos fuera del matrimonio para cuando tenía quince años)–
estaba en la cárcel, esperando el juicio por haber asesinado a una trabajadora
social que había ido para quitarle a su bebé, la única persona por quien había
alguna vez sentido amor.
Sin madre, padre, esposo, parientes o aun un amigo, ella afrontaba sola un
futuro prohibitivo. Mediante las visitas de un pastor, sin embargo, esta jovencita
desesperada aprendió que –a pesar de todos sus errores, de lo desesperante de
su situación y de lo que asomaba en su horizonte– Cristo la amaba y la perdonaba. No importaba de qué manera la sociedad considerara a esta jovencita,
ella conocía, por sí misma, el eterno amor de Dios. Esta desechada social descubrió significado y propósito en su Señor, cuyo amor y aceptación trascendían
todas las normas y costumbres sociales, incluso las “buenas”.
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Lección 7 // Domingo 9 de febrero
LOS QUE VIVEN ABAJO
Las sociedades establecen jerarquías. Las personas ricas y bien educadas
por lo general adquieren las posiciones más altas. Los buenos ciudadanos morales, la gente “ordinaria”, normalmente ocupan los peldaños centrales de la
escalera social. Esto deja abajo a personas tales como las prostitutas, los que
abusan de drogas, los criminales, los “sin techo” y otros. Durante el tiempo
de Cristo, esta lista incluía a los leprosos y a los cobradores de impuestos, o
publicanos.
Lee Mateo 21:28 al 32 y Lucas 15:1 al 10. ¿Qué enseñan estos pasajes
con respecto a la actitud de Cristo hacia los desechados sociales?
¿Qué sucedió para que los desechados sociales fueran delante de los que
tenían justicia propia? ¿Qué descubrieron los que vivían en la base de la estructura social que la élite, a menudo, pasó por alto? ¿Por qué Jesús aparentemente
era más efectivo en alcanzar a los del estrato social más bajo que a los del más
alto?
Aunque endurecidos por los placeres pecaminosos, y a veces encerrados
en exteriores duros de construcción propia, los desechados sociales eran más
fáciles de alcanzar que la élite orgullosa, engreída y llena de justicia propia.
A menudo, debajo del alarde de los despreciados yace un vacío emocional
caracterizado por una baja estima propia. Con frecuencia, en especial durante
la adolescencia, tales personas son abiertamente rebeldes, procurando con frenesí establecer una identidad propia para compensar las inseguridades que
sienten por dentro. Esa identidad es establecida, a propósito, en oposición a los
deseos de quienquiera que sirve como figura de autoridad (generalmente los
padres) para esa persona.
Jesús no desperdició esfuerzos dañando su ya debilitado sentido de estima
propia. En cambio, creó un renovado sentido de valor personal. Estableció ese
fundamento amando y aceptando en forma consecuente a los desechados,
cuyos corazones, a menudo, se derretían por la recepción cálida y amante que
habían recibido de Cristo.
¿Cuál es tu actitud hacia las personas a las que tu sociedad considera que son
desechados sociales? Sé honesto: en muchos casos, ¿no tienes cierto sentido
de superioridad? Si es así, medita en las implicaciones de aquellos sentimientos.
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Lunes 10 de febrero // Lección 7
“EN EL ACTO MISMO”
Lee Juan 8:1 al 11. ¿Qué nos enseña este texto acerca de Jesús y los
desechados sociales?
Después de su retiro en el Monte de los Olivos, Jesús regresó al Templo. Allí
lo rodeó una multitud. Mientras Cristo enseñaba, los fariseos arrastraron a una
mujer adúltera ante él. Preguntaron a Jesús con respecto a la legislación mosaica acerca del adulterio, que establece la ejecución. Jesús reconoció que el
propósito de ellos era entramparlo, no buscar la verdad. La pena capital (pena
de muerte) había sido retirada de las cortes judías. Pero, ellos razonaban que, si
él rechazaba que se apedreara a la mujer, quedaría comprometido frente a sus
seguidores judíos. Inversamente, si él apoyaba la ejecución, podían acusarlo de
violar la autoridad romana.
Atrapada en medio de la intriga de los líderes estaba esta mujer culpable
e indefensa. Al no estar familiarizada con el ministerio de Jesús, ella no conocía su naturaleza llena de misericordia. Irónicamente, él parece declarar su
sentencia de muerte; sin embargo, antes de su declaración, pronunció estas
palabras inolvidables: “El que de vosotros esté sin pecado...”
Esas palabras nivelaron la situación. Personas sin pecado podrían haber
ejecutado el castigo sin misericordia. No obstante, los pecadores estaban obligados a ser misericordiosos. Pero, con la excepción de Jesús, no había presente
ninguna persona sin pecado. Gradualmente, los dirigentes religiosos se dispersaron, y esta mujer desechada socialmente y culpable recibió gracia.
“En su acto de perdonar a esta mujer y estimularla a vivir una vida mejor, el
carácter de Jesús resplandece con la belleza de la justicia perfecta. Aunque no
toleró el pecado ni redujo el sentido de la culpabilidad, no trató de condenar
sino de salvar. El mundo tenía para esta mujer pecadora solamente desprecio
y escarnio; pero Jesús le dirigió palabras de consuelo y esperanza” (DTG 427).
Aunque Elena de White no da más detalles de la intriga con respecto a esta
mujer, sin ninguna duda era una adúltera, hallada “en el acto mismo”. La
estratagema de los líderes no cambia el hecho. Y no obstante, ella igual fue
perdonada. ¿Cómo aprendemos a mostrar gracia a los culpables sin “atenuar”
el pecado?
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Lección 7 // Martes 11 de febrero
EL MÁS BAJO DE LOS BAJOS
Lee Marcos 5:1 al 20. Compara la situación de este hombre con el
aprieto de las personas sin casa en la actualidad. Compara su descripción con la de pacientes mentalmente enfermos. ¿Qué semejanzas y qué
diferencias existen? ¿Cómo trata la sociedad moderna a las personas que
sufren enfermedades mentales? ¿Qué explica la exhortación de Cristo en
cuanto a que publicara el evento, aunque consistentemente aconsejó a
otros mantener el secreto?
Desde la perspectiva actual de muchos, es difícil imaginarse a alguien en
un estado tan lamentable, y viviendo en un cementerio. Aunque algunos aleguen que este hombre meramente era un insano, el texto enseña otra cosa.
(Además, ¿cómo encaja esa idea con lo que les pasó a los cerdos?)
Un punto vital para nosotros, en esta historia, es que ninguno, sin importar
cuán trastornado esté y cuál sea la razón (posesión demoníaca, enfermedad
mental, uso de drogas, etc.), ha de ser ignorado. En algunos casos, es necesaria
una ayuda profesional, que se debería dar cuando fuese posible.
Como cristianos debemos recordar que Cristo murió por cada uno; y aun
aquellos que podemos considerar más allá de nuestra posibilidad de ayuda
merecen tanta misericordia, respeto y bondad como sea posible. Además,
¿quiénes somos nosotros para juzgar que alguno es un caso sin esperanzas,
más allá del poder de Dios? Desde nuestra perspectiva, las cosas pueden verse
malas; pero, desde la perspectiva de Dios, cada ser humano es de valor infinito. Si no fuera por la cruz, ninguno de nuestros casos tendría esperanza, algo
digno de recordar al confrontar a personas perturbadas y dañadas.
Medita en algunas personas que conoces que están en muy mala condición, ya
sea mental, espiritual o física, o por cualquier otra razón. Trata de considerarlas de la manera en que crees que nuestro Dios, incondicionalmente amante,
las considera. Además de orar por ellas, ¿qué puedes hacer, de alguna manera,
para ministrar a sus necesidades y mostrarles algo del amor de Dios?
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Miércoles 12 de febrero // Lección 7
LA MUJER JUNTO AL POZO
Estudia Juan 4:5 al 32, y luego responde las preguntas siguientes.
1. ¿Qué convenciones sociales quebró Jesús y por qué? ¿Qué debe
decirnos esto acerca de “las convenciones sociales” y la manera en que
debemos considerarlas cuando interfieren con la testificación? ¿Cuáles
podrían estorbar tu testimonio a otros?
2. ¿De qué manera confrontó Jesús a la mujer con la vida pecaminosa
de ella? ¿Qué lecciones podemos obtener de su enfoque?
3. ¿Qué revela esta historia acerca de los prejuicios de los discípulos
de Jesús? Y tenemos que preguntarnos: ¿de qué modo nosotros somos
culpables de lo mismo?
4. Aunque obviamente impresionada al notar que Jesús sabía de sus
diversos intentos amorosos fracasados, ¿qué dijo la mujer en su testimonio que mostró que todavía tenía preguntas acerca de quién era Jesús?
¿Qué lecciones podemos obtener de esto sobre nuestra propia necesidad
de paciencia cuando tratamos de hacer discípulos?
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Lección 7 // Jueves 13 de febrero
PUBLICANOS Y PECADORES
Es difícil imaginar cómo habría sido nuestro mundo si el pecado no hubiera
entrado. La belleza de la naturaleza, aun después de milenios, todavía testifica
de la majestad, el poder y la bondad de Dios. Nuestras mentes oscurecidas
apenas pueden captar cómo habrían sido las relaciones humanas si el mundo
no hubiese caído. Pero, podemos estar seguros de que no existirían las distinciones de clase, los prejuicios, y las fronteras culturales y étnicas que nos
impactan.
Es triste decir que es muy difícil que, antes del regreso de Cristo, estos límites desaparezcan. Por el contrario, a medida que el mundo empeora, no
hay dudas de que estas barreras también empeorarán. Sin embargo, como cristianos, debemos hacer todo lo posible para ir más allá de estas barreras que
causan tanto dolor en nuestro mundo, especialmente en quienes la sociedad
rechaza como las personas más degradadas.
Lee Mateo 9:9 al 13. ¿Cómo se revela aquí la esencia del verdadero
cristianismo, no solo por lo que dijo Jesús sino también por lo que hizo?
Concéntrate en sus palabras, tomadas del Antiguo Testamento: “Misericordia quiero, y no sacrificio” (Ose. 6:6). Dado el contexto, ¿por qué debemos ser muy cuidadosos para no llegar a ser culpables de la misma
actitud que Jesús condenó aquí, ya que todos somos, hasta cierto punto,
criaturas de nuestras sociedades específicas, influenciadas por sus prejuicios y barreras sociales?
“Los fariseos veían cómo Cristo participaba en comidas con publicanos y
pecadores. Él era tranquilo y tenía dominio propio; era bondadoso, cortés y amigable; y a pesar de que no podían menos que admirar el cuadro que se presentaba, tan diferente de su propio proceder, no podían soportar el espectáculo.
Los altivos fariseos se ensalzaban a sí mismos y menospreciaban a los que no
habían sido favorecidos con los privilegios y la luz que ellos habían recibido.
Aborrecían y despreciaban a los publicanos y a los pecadores. Sin embargo,
delante de Dios, su culpa era mayor. La luz del Cielo brillaba en su senda diciéndoles: ‘Este es el camino, andad por él’. Pero habían menospreciado la dádiva
de Dios”. “Comentarios de Elena G. de White” (CBA 5:1.063).
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Viernes 14 de febrero // Lección 7
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Junto al pozo de Jacob”, “Calla,
enmudece” y “Entre trampas”, El Deseado de todas las gentes, pp. 155-166; 300309; 419-427. Lee también “Ayuda para los tentados”, “La obra en pro de los
intemperantes” y “Ayuda a los sin trabajo ni hogar”, El ministerio de curación,
pp. 121-126; 127-137; 138-152.
“La única clase de gente a la que él nunca quiso favorecer fue la de los engreídos en su amor propio y que menospreciaban a los demás. [...]
“Hay que inducir a los caídos a que sientan que no es demasiado tarde para
ser hombres. Cristo honró al hombre con su confianza, y así le confirió honor.
Aun a quienes habían caído más bajo los trataba con respeto. Era un dolor
continuo para Cristo arrostrar la enemistad, la depravación y la impureza; pero
nunca dijo nada que denotase que su sensibilidad había sido herida u ofendido
su gusto refinado. Cualesquiera que fueran los hábitos malignos, los fuertes prejuicios o las pasiones despóticas de los seres humanos, siempre les hacía frente
con ternura compasiva. Al participar de su Espíritu, consideraremos a todos los
hombres como hermanos, con las mismas tentaciones y pruebas que nosotros,
que caen a menudo y se esfuerzan por levantarse, que luchan con desalientos y
dificultades, y que anhelan simpatía y ayuda. Entonces los trataremos de tal manera que no los desalentaremos ni los rechazaremos, sino que despertaremos
esperanza en sus corazones” (MC 122, 123).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Qué actitudes personales necesitarías cambiar a fin de llegar a ser un
testigo efectivo para los desechados sociales? ¿Qué prácticas congregacionales
deberían ser alteradas para que tu iglesia sea más efectiva? ¿De qué modo deberían establecer los cristianos modernos expectativas razonables cuando trabajan por aquellos que son considerados casos muy duros y difíciles?
2. ¿Cómo evitó Jesús excusar los pecados o condenar a los pecadores? ¿De
que maneras usó Cristo la confianza, el estímulo y la fe para revertir la espiral
hacia abajo en la que están los desechados sociales? Siendo que estos generalmente sospechaban de los líderes religiosos, ¿qué hizo Cristo para que esos
discípulos potenciales estuvieran cómodos con él?
3. ¿Qué barreras hay entre los desechados sociales y tu iglesia? ¿De qué
forma pueden derribarse?
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