AUDIENCIA PROVINCIAL SECCIÓN DECIMA ALICANTE

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AUDIENCIA PROVINCIAL
SECCIÓN DECIMA
ALICANTE
Plaza DEL AYUNTAMIENTO,
Tfno: 965.93.61.62 - 965.93.61.63
Fax..: 965.93.61.35;
email..:[email protected]
NIG: 03093-41-1-2008-0005909
Procedimiento: PROCEDIMIENTO ABREVIADO Nº 000044/2012- TRÁMITE Dimana del Procedimiento Abreviado Nº 000067/2010
Del JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA E INSTRUCCION NUMERO 1 DE NOVELDA
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Ilmos/as. Sres/as.:
Presidente
Javier Martínez Marfil
Magistrados/as
Jesús Gómez Angulo Rodríguez
Mª Margarita Esquiva Bartolomé
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SENTENCIA Nº 000585/2012
En Alicante, a veinte de diciembre de dos mil doce.
VISTA en juicio oral y público, el pasado día 05 de diciembre de 2012, por la
Audiencia Provincial, Sección Décima, de esta capital, integrada por los Iltmos. Sres.
del margen, la causa procedente del Juzgado de Instrucción nº 1 de Novelda, por
delito ATENTATADO, contra el acusado JOSE MARTINEZ JURADO con DNI
fghfghfgfhf hijo de Jose y de Brigida, nacido el 09/05/1985, de de edad, natural de
Alicante, y vecino de Alicante, en Libertad provisional por esta causa, representado
por el Procurador Luis M. Gonzalez Lucas y defendido por el Letrado Martin Marcos
Oyarzun; y por el delito de LESIONES contra los Agentes de la Guardia Civil
FRANCISCO JAVIER MARTINEZ MARTINEZ con TIP bfhbfhfghgfh y con DNI
dhgfhgfhfghgf, hijo de Francisco Javier y de Soledad, nacido el 10/03/1983, ,
natural de Murcia; FRANCISCO JAVIER HERNANDEZ ROS con TIP fghfghfghf y
con DNI fhfghfhf hijo de Manuel y de Consuelo, nacido el fghfghfghgf, natural de
Murcia; JOSE MANUEL PEREZ TERRERO con TIP ccccccc y con DNI fghfghfghf
hijo de Manuel y de Josefa, nacido el 25/12/1977, natural de Sevilla; y CARLOS
MANUEL GONZALEZ BLANCO con TIP cccccccy con DNI fghfghghgf hijo de
Manuel y de Mercedes, nacido el 05/03/1983, de de edad, natural de Orense; sin
antecedentes penales, representados y defendidos por el Abogado del Estado D.
José Maria Zúñiga Sánchez; En cuya causa fue parte acusadora el Ministerio
Fiscal representado por el Fiscal Iltma. Sra. Dña. Alicia Serra, Actuando como
Ponente, el Magitrado D. Javier Martínez Marfil de esta Sección Décima, que
expresa el parecer de la Sala.
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I – ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Desde sus Diligencias Previas núm. 1080/2008 el Juzgado de
Instrucción nº 1 de Novelda instruyó su Procedimiento Abreviado núm. 000067/2010,
en el que fueron acusados JOSE MARTINEZ JURADO, y FRANCISCO JAVIER
MARTINEZ MARTINEZ, FRANCISCO JAVIER HERNANDEZ ROS, JOSE MANUEL
PEREZ TERRERO, CARLOS MANUEL GONZALEZ BLANCO y por los delitos
ATENTADO Y LESIONES, antes de que dicho procedimiento fuera elevado a esta
Audiencia Provincial para continuar la correspondiente tramitación en el presente
Rollo de Sala núm. 000044/2012 de esta Sección Décima.
SEGUNDO.- El MINISTERIO FISCAL,en sus conclusiones definitivas, calificó
los hechos procesales como constitutivos de un delito de atentado previsto y penado
en el art. 550 y 551.1 del CP así como de dos faltas de lesiones del art. 617.1 del
mismo texto de los que consideró autor al acusado JOSÉ MARTÍNEZ JURADO para
el que solicitó la pena de 8 meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación
especial para el sufragio pasivo por el tiempo de condena, por el delito y multa de
cuarenta días con cuota diaria de 6 €, por cada una de las faltas. Asimismo entendió
que los hechos son constitutivos de un delito de lesiones del art. 147.1 y 2 del CP,
considerando autores del mismo a FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS, JOSÉ
MANUEL PÉREZ TERRERO, FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MARTÍNEZ y
CARLOS MANUEL GONZÁLEZ BLANCO, para los que solicitó multa de 9 meses a
razón de 6 euros diarios, con imposición de costas proporcionalmente.
Como responsabilidad civil interesó que JOSÉ MARTÍNEZ JURADO
indemnizase a FRANCISCO JAVIER HERNÁNDEZ ROS en la cantidad de 540 € y
que FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS, JOSÉ MANUEL PÉREZ TERRERO,
FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MARTÍNEZ y CARLOS MANUEL GONZÁLEZ
BLANCO indemnizasen a JOSÉ MARTÍNEZ JURADO en 2.250 €; en ambos casos
con más los intereses legales.
El ABOGADO DEL ESTADO sustituto calificó los hechos como constitutivos de
un delito de desobediencia grave a agente de la Autoridad del art. 556 del CP, otro
de atentado previsto y penado en el art. 550 y 551.1 del CP así como de dos faltas
de lesiones del art. 617.1 del mismo texto y una falta contra el orden público al haber
faltado al respeto y la consideración debida a los agentes de la autoridad en el
ejercicio de sus funciones, del art. 634 del CP, de los que consideró autor al acusado
JOSÉ MARTÍNEZ JURADO para el que solicitó la pena 1 año de prisión por el delito
de resistencia, tres años de prisión, por el de atentado, y multa de dos meses por las
faltas de lesiones y ofensas a agentes de la autoridad, con obligación de indemnizar
al agente con T.I.P. número N-29044-B en la cantidad de 1.000 €, incluidos los daños
morales, con más los intereses legales y pago de costas.
La representación de JOSÉ MARTÍNEZ JURADO calificó los hechos como
constitutivos de de un delito de lesiones del art. 148 del CP, con la concurrencia de
alevosía, abuso de superioridad, y prevalerse de cargo público, considerando
autores de dicho delito a FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS, JOSÉ MANUEL
PÉREZ TERRERO, FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MARTÍNEZ y CARLOS
MANUEL GONZÁLEZ BLANCO, solicitando para cada uno de ellos la pena de 3
años de prisión e inhabilitación especial para la profesión de guardia civil, con
obligación solidaria de indemnizar a JOSÉ MARTÍNEZ JURADO en la cantidad de
4.500 €, más los intereses legales y costas
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TERCERO.- La DEFENSA, tanto de JOSÉ MARTÍNEZ JURADO como de
FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS, JOSÉ MANUEL PÉREZ TERRERO,
FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MARTÍNEZ y CARLOS MANUEL GONZÁLEZ
BLANCO, en el mismo trámite, solicitaron la libre absolución de sus respectivos
defendidos.
I I - HECHOS PROBADOS
Son HECHOS PROBADOS en esta causa y así se declaran los siguientes:
Sobre las 02:15 horas del día 3 de septiembre de 2.008 el acusado, JOSÉ
MARTÍNEZ JURADO (nacido en 1.985 y sin antecedentes penales) iba conduciendo
un vehículo marca Seat por la carretera CV-83 cuando llegó a un control de
vehículos compuesto por cuatro agentes de la Guardia Civil pertenecientes dos de
ellos al puesto de Pinoso y los otros dos al de Monóvar, que estaban ubicados en
una rotonda del término municipal de Monóvar, y se detuvo a requerimiento de los
mismos. Los guardias civiles integrantes del referido control, también acusados en la
causa, eran FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con número de xxxx), JOSÉ
MANUEL PÉREZ TERRERO (con número de TIP xxxxxx), FRANCISCO JAVIER
MARTÍNEZ MARTÍNEZ (con número de TIP xxxxxx) y CARLOS MANUEL
GONZÁLEZ BLANCO (con número de xxxxxx); todos ellos mayores de edad y sin
antecedentes penales. Los citados procedieron a requerir al conductor la
identificación personal y del vehículo, registrando el maletero del automóvil y
cacheando al conductor, sin que encontraran ningún efecto de interés policial. Éste a
su vez se identificó y facilitó a los componentes del control la documentación del
vehículo que le fue requerida, a excepción del justificante del pago del seguro
obligatorio que inicialmente no encontró, por lo que llamó a su padre por el teléfono
móvil solicitándole que le indicara dónde podía estar el documento. Finalmente, lo
halló y se lo exhibió a uno de los guardias civiles. Al considerar JOSÉ MARTÍNEZ
JURADO que había sido objeto de una molestia improcedente comenzó a protestar
por la situación y a requerir a todos ellos para que se identificaran con su número
profesional. Seguidamente, José Martínez se sentó en el capo de uno de los
vehículos oficiales y el guardia civil FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con
número de vvvvvvvv) le cogió por el brazo con intención de apartarlo de allí, lo que
provocó que el primero reaccionara golpeando con la mano al funcionario en la cara,
sin que conste si su intención fue causarle algún daño o si fue un movimiento con el
brazo tendente a evitar la sujeción y sometimiento a las indicaciones del citado
guardia civil. Ante la reacción, los cuatro guardias civiles, con el propósito de detener
al conductor parado, le dieron diversos golpes en distintas partes del cuerpo, para lo
que utilizaron FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con número de
vvbcbcvbcvbB) y FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MARTÍNEZ (con número de
cbcvbcvbcvbcvb) las defensas de goma que llevaban en su vehículo oficial,
empleando JOSÉ MANUEL PÉREZ TERRERO (con número de Tcbcvbvcbcvbcvb) y
CARLOS MANUEL GONZÁLEZ BLANCO (con número decvbcvbcvbcvbcv) sus
propios recursos físicos personales.
En la detención del conductor, durante la que JOSÉ MARTÍNEZ JURADO
mordió en la mano a FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con número de
cbcvbvcbvcbvcbc) para evitar que le pusiera los grilletes, se utilizó por los guardias
civiles una fuerza excesiva e innecesaria.
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Concretamente, como consecuencia de estos hechos FRANCISCO JAVIER
HENÁNDEZ ROS (con número de cvbcvbvcbcb) sufrió un hematoma en el pómulo
izquierdo y herida por mordedura en dorso de 4º y 5º dedos de la mano derecha,
que curaron sin necesidad de observación o intervención médica posterior al
diagnóstico, en 9 días, y no produjeron impedimento para el desarrollo de las
actividades cotidianas.
Por su parte, JOSÉ MARTÍNEZ JURADO sufrió una herida inciso contusa en
la cabeza de aproximadamente 5 cms. en región frontal del cuero cabelludo
suturada con agrafes, un área edematosa y caliente de 8 x 8 cms en región
occitoparietal, dolorosa; otra área edematosa en región derecha de base del cráneo.
En el tórax una equimosis de morfología rectangular de unos 10-15 cms. de longitud
y 3-4 cms. de ancho en escápula derecha con dirección craneocuadal y
lateromedial; 9 equimosis de las mismas características y dimensiones en región
torácica dorsal izquierda, desde el reborde inferior del omóplato hasta la cresta
ilíaca; otra equimosis en vacío izquierdo, figurada rectangular de iguales
características que las anteriores; en cresta ilíaca superior izquierda una equimosis
con hematoma de morfología ovalada de unos 5x8 cms. y en vacío lateral derecho
otra equimosis de morfología circular. En miembros superiores tenía erosión en codo
izquierdo, hematoma y edema en la 2ª articulación metacarpofalángica de mano
izquierda; eritema, hinchazón, dolor e impotencia funcional en la falange distal del
3er. dedo de la mano derecha que resultó fracturado, con erosión puntiforme en el
dorso y erosiones en muñeca izquierda y marcas de esposas en ambas muñecas.
En los miembros inferiores sufrió 2 equimosis semejantes a las descritas en cara
anterior del muslo derecho y otras 2 similares en cara posterior. En la cara lateral del
muslo derecho hematoma con tres equimosis de forma rectangular de unos 4 x 1
cm.
Estos padecimientos precisaron, además de la primera atención médica, de
inmovilización con férula digital, sutura con agrafes de la herida de la cabeza y
retirada de la misma y antiinflamatorios, necesitando para su curación 40 días, 35 de
los cuales permaneció impedido para el desempeño de sus actividades habituales,
quedándole como secuela una cicatriz en el cuero cabelludo.
I I I – FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Los hechos declarados probados a tenor de los criterios que marca
el art. 741 de la LECrim, son constitutivos de un delito de resistencia del art. 556 CP,
y una falta de lesiones del art. 617.1 del CP, cuyo autor es JOSÉ MARTÍNEZ
JURADO. Igualmente son constitutivos de un delito de lesiones del art. 147.1 del CP,
del que resultan responsables los cuatro agentes de la Guardia Civil.
La convicción de la Sala para llegar a la anterior conclusión se asienta, entre
otros elementos, en la verosimilitud del relato de JOSÉ MARTÍNEZ JURADO en
cuanto a la forma de ocurrencia de las lesiones que padece, aunque su testimonio
resulte exculpatorio en lo tocante al delito y la falta que se le imputa y, en ese
concreto punto, no sea merecedor del mismo crédito.
Las lesiones del citado y su causa resultan creíbles, tal como el mismo las
relata, en la medida que su realidad y características aparece refrendada por el
informe de la médico forense que ha ratificado en juicio su dictamen, afirmando la
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compatibilidad de las dolencias, documentadas y fotografiadas, con la agresión que
se describe efectuada con las defensas reglamentarias de los agentes y con
puntapiés.
Se ha tratado de desacreditar la procedencia de las citadas lesiones aduciendo
que pudieron haberse ocasionado al caer en zona pedregosa y con obstáculos; sin
embargo, no aparece asumible dicha posibilidad por el número y características de
las lesiones documentadas (algunas de ellas con una extensión y tamaño fácilmente
identificables en las fotografías como compatibles con el uso de la defensa de goma)
y por la ausencia de otras, como abrasiones y pequeñas heridas irregulares que son
las que se habrían producido de ser cierto que el citado José Martínez se cayó en
zona pedregosa y allí, sobre el suelo, mantuvo una actividad de movimiento y
forcejeo, tal como indican los funcionarios para justificar y calificar de proporcionado
el uso de la fuerza que, en todo caso, reconocen.
Tampoco resulta verosímil la afirmación de los agentes acerca del origen de las
lesiones, pues de ser cierto, existirán señales de abrasiones y pequeñas heridas
tanto en el detenido como en los funcionarios que refieren haberle sujetado y caído
al suelo con él en un forcejeo del que no encontraban parangón con ninguna de
cuantas otras actuaciones profesionales han tenido en su experiencia profesional.
Sin embargo, los padecimientos que presentan los guardias civiles son muy leves,
no refieren deterioro alguno en su ropa reglamentaria y las lesiones que se les
diagnostican no resultan compatibles con un forcejeo en un suelo irregular y lleno de
piedras y accidentes, como se describe.
Igualmente son de destacar las patentes lesiones en la espalda del detenido
que no pueden ser causadas como refieren los guardias civiles por la acción de
golpear en las extremidades –donde también se albergan lesiones-, al proyectarse
sobre la espalda en toda su extensión, lo que evidencia ser cierto que la postura en
que recibió los golpes o, al menos, parte de ellos, fue la que describió José Martínez
en juicio, cubriéndose la cabeza y la nuca y dejando al descubierto la espalda, zona
corporal que alberga varias de las mismas.
Incluso el golpe en la cabeza que produjo la herida tratada con agrafes, ha
ratificado la médico forense la posibilidad de su producción mediante un objeto
contundente y romo (defensa o “porra” de goma), aunque ha referido que es más
frecuente que se produzca con un objeto incisivo, por lo que, teniendo en cuenta la
circunstancia de que presenta otras dos contusiones en la cabeza y las que se
identifican en le resto del cuerpo, considera la sala probado que su origen es
secuencial a la agresión sufrida y no a ningún otro elemento externo, por más que la
Defensa de los agentes haya aventurado otras hipótesis que ni se han traído a juicio
de una manera mínimamente convincente, ni han descrito los funcionarios de forma
clara. Esta consideración es extensible a la fractura del dedo cuyo origen, aun
atribuible según el abogado del Estado a diversas hipótesis que ha conjeturado en
su informe, resulta tributario de la agresión y a la misma debe imputarse en virtud de
cuanto se lleva razonado, pues lo razonable es atribuir a la agresión las lesiones
identificadas tras la misma, al no existir con anterioridad a su producción.
Por otra parte, no se ha identificado por los guardias civiles ningún obstáculo
fijo contra el que se golpeara José Martínez, limitándose su defensa a señalar unas
fotografías que identifican una zona de despoblado en la que no se aprecia
especialmente ninguna circunstancia de la que concluir que la pluralidad de golpes
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que presenta obedezcan a otra circunstancia que la violencia ejercida contra el otro
acusado para consumar su detención.
Sin embargo, la versión de José Martínez no explica las lesiones del Guardia
Civil, resultando en este punto que niega la causación de daño personal alguno al
funcionario. Dicha lesión está igualmente documentada por el parte de asistencia y
el informe del Médico Forense, por lo tanto y en cuanto a su origen debe otorgarse
verosimilitud a la agresión que se dice causada al agente en la versión conteste de
los cuatro guardias; de hecho, dicha actuación parece el detonante del exceso de
violencia protagonizada por los cuatro miembros de los cuerpos y fuerzas de
seguridad del Estado que incide en ilegítima vindicta por exceso con la
proporcionalidad de una detención.
Ahora bien, la levedad de la lesión del guardia civil impide apreciar que la
causa de la misma sea un puñetazo directo del otro acusado, debido a la liviandad
del impacto que cabe inferir del breve periodo de sanidad, que no resulta compatible
con que una persona de la envergadura a la que insistentemente se ha hecho
referencia en juicio como muy superior a la complexión de los funcionarios,
descargara su fuerza en un puñetazo directo como el descrito por los agentes. De
ahí que la Sala aprecie, en beneficio del reo, que, considerando probada la
existencia de un acto de violencia, dicho acto no pueda considerarse un
acometimiento activo ni quepa integrarlo en la resistencia pasiva grave.
No ha resultado probado que José Martínez insultase o faltase a la
consideración debida a los agentes en su labor o que les desobedeciese en otro
aspecto que fuera bajarse del capot del vehículo policial, al existir en este punto
versiones contradictorias, sin posibilidad de asignar mayor verosimilitud a algún
acusado en concreto, por lo que no se puede considerar probada ninguna
desobediencia a órdenes ni otras faltas que se califican con arreglo al 634 del CP,
debiéndose en este punto establecer un pronunciamiento absolutorio.
SEGUNDO.- La calificación jurídica de los hechos declarados probados se
subsume en un delito de resistencia del art. 556 del CP y una falta del art. 617.1 del
mismo Código, de los que sería autor JOSÉ MARTÍNEZ JURADO y un delito de
lesiones del art. 147.1 del CP cuya autoría correspondería a los cuatro guardias
civiles.
Del primer delito y de la falta es criminalmente responsable en concepto de
autor el acusado a tenor de artículo 28 del Código Penal, por haber ejecutado
directa, personal y voluntariamente todos los elementos de la infracción, al resistirse
a una orden legítima del guardia civil (que bajara del capot del coche patrulla)
seguida de una mínima compulsión física para que la ejecutara, consistente en la
sujeción por el brazo, con el fin de proteger la propiedad pública. Ante este hecho, se
revuelve de una manera violenta, materializando dicha agresividad en el golpe en el
pómulo al agente; golpe que, por su levedad y circunstancias de su producción, no
puede ser catalogado como de resistencia grave ni de acometimiento propio del
atentado. Igualmente lo es, al haber ocasionado un menoscabo corporal, de la falta
que engloba la contusión en el pómulo y el mordisco, al integrarse ambos episodios
en una misma conducta de resistencia a la voluntad policial.
En este sentido, como recuerda la STS de 12 de diciembre de 2011 (ROJ: STS
9017/2011| Ponente: ANDRES MARTINEZ ARRIETA) la resistencia pasiva tolera una
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mínima muestra de violencia en ciertas circunstancias entre la que se encuentra la
contemplada en este caso, y señala: “En conclusión, podemos afirmar, que dentro
del art. 556 C.P. tienen cabida junto a los supuestos de resistencia pasiva otros de
resistencia activa que no estén revestidos de la nota de gravedad, produciéndose
una ampliación del tipo genérico de resistencia compatible con actitudes activas del
acusado, pero ello cuando éstas sean respuesta a un comportamiento del
funcionario o agente, como sería el caso de intentar detener a un sujeto el cual se
opone dando patadas o manotazos contra el policía, pero cuando en los casos en
que sin tal actividad previa del funcionario, es el particular el que toma la iniciativa
agrediendo, el tipo que debe aplicarse es de atentado, doctrina consagrada por
innumerables sentencias de esta Sala (ver S.T.S. nº 7110/2001 de 4 de mayo ; nº
1828/2001 de 16-octubre ; nº 361/2002 de 4 de marzo ; nº 670/2002 de 3-abril ; nº
819/2003 de 6 de junio ; nº 370/2003 de 15 de marzo ; nº 742/2004 de 9 de junio ; nº
894/2004 de 12 de julio ; nº 911/2004 de 16 de julio ; nº 1156/2004 de 21 de
octubre ; nº 709/2005 de 7 de junio ; nº 776/2005 de 22 de junio ; nº 912/2005 de 8
de julio ; nº 24/2006 de 19 de enero ; nº 607/2006 de 4 de mayo ; nº 1222/2006 de
14 de diciembre ; nº 136/2007 de 8 de febrero ; nº 418/2007 de 18 de mayo ; nº
452/2007 de 23 de mayo y 778/2007 de 9 de octubre ).”
En este caso la resuelta oposición cuando el policía le coge del brazo con un
gesto de manos que llega a contactar con la cara del agente, debe considerarse
subsumida en la resistencia del art. 556 del CP como lo es el mordisco para evitar
ser engrilletado, al ser una mínima manifestación violenta consecuencia de una
retención por parte del funcionario.
Respecto de la calificación de la conducta de los guardias civiles debe
reconducirse al art. 147.1 del CP y no en al 148 del CP, como se pide, dado que no
cabe apreciar ninguna de las circunstancias que señala la acusación como
integrantes de la agravación (uso de medios peligrosos y ensañamiento).
Así, la utilización de la defensa reglamentaria no determina respecto de los
miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado su incursión en el
apartado 1 del art. 148 del CP, cuando su uso no se busca de propósito, sino que es
consecuencia del ejercicio de su función, por más que el mismo, como aquí sucede,
sea excesivo o desproporcionado. En este sentido, la sentencia del Tribunal
Supremo de 30 de septiembre de 2000 en un supuesto de hecho semejante al
presente, vino a establecer que "la utilización del instrumento consistente en una
especie de "porra", también llamado "defensa", no entraña por sí mismo esta
agravación cuando es manejada por quien reglamentariamente tiene derecho a
ello”(en el mismo sentido la sentencia del Tribunal Supremo de 29 de junio de 2001).
Tampoco es de apreciar el ensañamiento, que no se ha descrito de forma
especial, pues aunque se haya considerado una desproporción en el uso de la
fuerza, que es lo que da origen al delito, no se advierte una intención deliberada de
incrementar el sufrimiento del agredido, más allá de la lesión en sí, que, siendo
integradora del delito, no es calificable por su resultado más que como una lesión
básica, es decir, no agravada (vid. STS de 30 de noviembre del 2009 -ROJ: STS
7245/2009-| Ponente: ANDRES MARTINEZ ARRIETA)
Tampoco entiende la sala aplicable el apartado 2 del art. 147 del CP que pide el
Ministerio Fiscal en su escrito, atendiendo la desproporción numérica y de medios
que, si bien no generan la agravación del art. 148.1 del CP, evidencian una ventaja
7
medial frente al oponente, así como por la entidad de las lesiones resultantes, que
se concretan en más de veinticinco impactos, lo que pone de manifiesto, a juicio de
este Tribunal, la improcedencia de considerar de menor entidad la violencia ejercida,
sin que quepa imputar a una suerte de preterintencionalidad el resultado u otra
circunstancia exógena que matice el desvalor de la acción, tal como señala la STS
1492/2000, de 2 de octubre, por lo que se considera ajustada la calificación de las
lesiones con arreglo al párrafo 1º del repetido art. 147 del CP. En el sentido
mantenido, la STS de 16 de abril de 2003 (ROJ: STS 2709/2003).
Respecto de la autoría de este segundo delito y a pesar de no haberse podido
concretar de una manera circunstanciada la detallada actuación de cada uno de los
guardias civiles, debe imputarse el delito a todos ellos, bien sea como coautores,
pues todos los que contribuyeron se representaban la posibilidad de causación del
resultado, bien por omitir su obligación de garantes, tal como en casos semejantes
establece nuestra jurisprudencia. Así la STS de 30 de noviembre de 2009 (ROJ: STS
7245/2009| Ponente: ANDRES MARTINEZ ARRIETA) cuando dice: “Además, ha de
recordarse que todos los agentes acusados se encontraban en posición de garantes
de la integridad física del detenido y, en este sentido, el art. 5º,3.b) LO 2/1986
ordena que los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad "velarán por la
vida e integridad de las personas a quienes detuvieren o se encuentren bajo su
custodia y respetarán el honor y la dignidad de las personas". Por lo tanto, todos,
bien por acción, pues actuaron conjuntamente, bien por omisión de su deber de
garante respecto a los bienes jurídicos que deben proteger en la medida en que no
impidieron la causación de un resultado respecto a cuya indemnidad estaban
comprometidos, serían coautores de los hechos”. Dicho en palabras de la STS de 21
de septiembre de 1999,(nº 1284/1999, Pte: Delgado García, Joaquín): “Como ambos
ejercieron violencia contra el ofendido, y ello con una finalidad que los dos acusados
compartían (ponerle las esposas e introducirlo en el coche policial para llevárselo
detenido), hay que estimar correcta la condena de ambos como autores del delito de
lesiones , aunque, como es frecuente en estos casos, no resultara acreditado qué
golpes concretos fueron los que produjeron las lesiones que necesitaron tres
asistencias médicas.
Hubo autoría conjunta que antes encajaba en el núm. 1º del art. 24 CP 73 y
ahora aparece expresamente recogida en el apartado 1º del art. 28 CP vigente”.
TERCERO.- En la ejecución del expresado delito no concurren circunstancias
modificativas de la responsabilidad penal, aunque se ha pretendido la aplicación de
circunstancias eximentes, agravantes y atenuantes que seguidamente se analizarán.
Concretamente, el Abogado del Estado manifiesta que la actuación de los
Guardias Civiles se ajustó a la legalidad, por haber utilizado la violencia
proporcionadamente a las circunstancias de la detención, esto es, mantiene que,
pese al resultado lesional de José Martínez, la conducta estaría amparada por la
causa de justificación del cumplimiento de un deber. Sobre dicha exigencia, la
sentencia del Tribunal Supremo de 2 junio de 2010 (nº 543/2010, Pte: Colmenero
Menéndez de Luarca, Miguel), señala al respecto: “Los agentes de la autoridad no
solo están facultados, sino que tienen la obligación de actuar sin demora cuando sea
necesario para preservar la paz pública, llegando incluso a la utilización de las
armas e instrumentos que tienen asignados reglamentariamente. El artículo 5.2.c)
de la Ley Orgánica 2/1986, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, dispone en este
sentido que deberán actuar en el ejercicio de sus funciones con la decisión
8
necesaria y sin demora cuando de ello dependa evitar un daño grave, inmediato e
irreparable, pudiendo hacer uso de las armas, apartado d), cuando exista un riesgo
racionalmente grave para su vida, su integridad física o la de terceras personas.
Al tiempo, la misma ley, en el artículo 5.3 les impone la obligación, en cuanto al
trato a los detenidos, de velar por la vida e integridad física de las personas a
quienes detuvieran o que estuvieran bajo su custodia, debiendo respetar el honor y
la dignidad de las personas.
Por lo tanto, el ejercicio de las funciones debe hacerse de forma compatible
con la observancia de estas previsiones.
El cumplimiento de las obligaciones de los agentes policiales puede provocar
resultados típicos de distintas figuras delictivas, especialmente las relacionadas con
la vida o la integridad física de las personas afectadas. La ley prevé la eximente de
cumplimiento de un deber y ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo, que
constituye, según lo señalado desde hace tiempo por la doctrina penal, una cláusula
de cierre del total sistema jurídico que impide que la aplicación de preceptos
normativos que establecen deberes, derechos o funciones sociales pueda verse
confrontada con la incidencia en figuras típicas penales (STS núm. 1262/2006).
La cuestión no puede resolverse para todo caso mediante una fórmula
genérica, pero es claro que el uso proporcionado de la fuerza necesaria en
cumplimiento de un deber impuesto legalmente no puede suponer la comisión de un
delito, aunque el resultado sea el típico de una determinada figura delictiva.
La jurisprudencia ha exigido para la aplicación de la eximente, en consonancia
con estas ideas, en primer lugar, que el sujeto activo sea una autoridad o funcionario
público autorizado por las disposiciones correspondientes a hacer uso de medios
violentos en el ejercicio de los deberes de su cargo. En segundo lugar, que el
posible delito se haya producido en el ejercicio de las funciones del cargo
correspondiente. En tercer lugar, que para el cumplimiento del deber concreto en
cuyo ámbito está el sujeto desarrollando su actividad le sea necesario hacer uso de
la violencia (necesidad en abstracto), porque sin tal violencia, no le fuere posible
cumplir con la obligación que en ese momento le incumbe. En cuarto lugar, que la
violencia concreta utilizada sea la menor posible para la finalidad pretendida, esto
es, por un lado, que se utilice el medio menos peligroso, y por otro lado, que ese
medio se use del modo menos lesivo posible, todo ello medido con criterios de orden
relativo, es decir, teniendo en cuenta las circunstancias concretas del caso, entre
ellas las posibilidades de actuación de que dispusiera el agente de la autoridad
(necesidad en concreto). Y en quinto lugar, que se aprecie proporcionalidad de la
violencia utilizada en relación con la situación que origina la intervención del
sujeto en cumplimiento de sus obligaciones (STS núm. 1262/2006)”.
Las anteriores consideraciones jurisprudenciales nos llevan a valorar la
oportunidad de la actuación policial que fue consecuencia de una primera
advertencia (uno de los funcionarios alerta de que, en un anterior control, habían
identificado al conductor como obligado con orden de alejamiento y teniendo en su
poder una “catana”) y el planteamiento de una necesidad (comprobar si su
acompañante era la beneficiaria de la medida cautelar y si tenía en su poder el
arma). Sobre la constancia de una orden de alejamiento y la posible tenencia de un
arma prohibida, se actúa dando el alto al vehículo, pero no hay que olvidar que se
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hace, cuando no existe el riesgo a prevenir (el conductor está solo y no con la mujer
cuya identificación pretendía servir a valorar un posible quebrantamiento de la
medida de alejamiento) y la posterior agresión se consuma, según la versión
conteste de todos los intervinientes, cuando se ha comprobado que no puede
ocuparse elemento alguno peligroso (el incidente del que se acusa a los guardias
civiles tiene lugar después de haberse identificado satisfactoriamente el conductor,
haber facilitado la documentación completa del vehículo y haber registrado el
maletero sin hallar ningún arma).
Así pues, el uso de la fuerza en estas circunstancias no puede verse amparado
por la eximente, pues no había una necesidad en abstracto de prolongar la
actuación policial, una vez identificado el conductor, comprobado que no llevaba
elemento peligroso y que contaba con las autorizaciones administrativas para
circular lo que no le hacía acreedor ni siquiera de sanción administrativa, ni la
reacción policial puede considerarse ponderada atendido el resultado lesivo que
revela una complacencia en el uso de la violencia por parte de los funcionarios. En
este sentido debe recordarse lo que dispone la Instrucción 12/2007 de la Secretaria
de Estado de Seguridad sobre los comportamientos exigidos a los miembros de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para garantizar los derechos de las
personas detenidas o bajo custodia policial en su apartado séptimo, relativo al
empleo de la fuerza que limita dicha posibilidad a situaciones de riesgo personal, de
terceros o seguridad ciudadana y proporcionada a las circunstancias, con referencia
a la oportunidad de la medida, así como, en todo caso, al necesario dominio de la
violencia ejercida una vez iniciada la misma.
La transgresión de los límites enunciados resulta del número de contusiones
certificadas y la localización de las mismas (tres de ellas en la cabeza), es decir, se
le golpeó más de lo necesario como revela el considerable número de golpes que
sufrió, en zonas con riesgo vital y no sólo en las extremidades, según manifestaron
los agentes, y en virtud de un incidente nimio que debería haberse resuelto de una
forma menos violenta. Igualmente, incluso en la hipótesis planteada por los propios
guardias civiles, de que José Martínez se zafó golpeando y huyó, no aparecería
legítima la violencia desplegada, pues estando el mismo plenamente identificado y
no imputándosele ningún delito concreto y menos aún grave, salvo el hecho mismo
de tratar de sustraerse a la detención que tenía por causa ocupar el capot del
vehículo policial, era posible una eficaz actuación posterior, al tener intervenido su
coche y contar con plena identificación y haber comprobado que carecía de
instrumentos peligrosos.
En definitiva, la conducta de los policías no resulta amparable en la eximente
invocada.
Respecto de la conducta del otro imputado, se solicita por su defensa la
concurrencia de la eximente de legítima defensa o la misma atenuante en su
vertiente de eximente incompleta; sin embargo, no puede apreciarse la misma a
tenor de los propios hechos declarados probados, pues no hay agresión ilegítima
previa al acto violento del defendido (golpe en la cara al guardia civil) sino posterior y
en respuesta a la misma, integrando en todo caso el mordisco una manifestación
más de la resistencia por la que se predica la condena.
Respecto de las agravantes que se solicitan para los guardias civiles, no se
aprecia la de abuso de cargo público del art. 22.7º del CP. Esta agravante encuentra
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su fundamento en el abuso de superioridad en el plano moral, utilizado en beneficio
particular por el agresor, y requiere que se ponga el carácter público al servicio de
los propósitos criminales (Stas. del Tribunal Supremo de 6 de octubre de 1995 y de 2
de diciembre de 1997 , entre otras). Requiere, en consecuencia, reunir la condición
de funcionario público y poner tal condición al servicio de su propósito criminal,
aprovechando las ventajas que el cargo le ofrece para ejecutar el hecho delictivo con
mayor facilidad y menor riesgo (Stas. del Tribunal Supremo de 30 de octubre de
1987 y de 25 de octubre de 1988 , entre otras).
Dicho lo anterior, hay que resaltar que la mera condición de autoridad o
funcionario del sujeto activo (elemento objetivo de la circunstancia agravante) no
determina, por ese solo hecho, necesariamente la aplicación de ésta. Al contrario, en
expresión utilizada por el Tribunal Supremo (STS de fecha 12 de Mayo de 1982),
para que pueda apreciarse la circunstancia agravante es preciso que el culpable
ponga ese carácter público "al servicio de sus propósitos criminales", lo que implica
que el prevalimiento ostenta una clara naturaleza de auténtico elemento subjetivo de
la circunstancia, por cuanto no solo exige un uso indebido y consciente del cargo
público sino también que el uso indebido exceda del ámbito público, en el sentido de
obedecer a móviles privados.
En este caso, a pesar del exceso en que incurrieron los agentes por el uso
indebido de la fuerza, no parece que exista tal prevalimiento, sino un mero uso
desproporcionado de sus facultades como agentes de la Autoridad que no
trasciende a la finalidad de satisfacer otras posible motivaciones privadas.
Finalmente, respecto de la agravante de alevosía o abuso de superioridad
(art.22.1ª y 2ª del CP), conviene recordar que ambas agravantes surgen de un
tronco común consistente en ejecutar la agresión buscando de propósito o
aprovechándose consciente y deliberadamente de las circunstancias concurrentes
para llevar a cabo la acción punible en una situación de ventaja respecto de la
defensa que pueda oponer la víctima del ataque. Cuando esa ventaja o
desproporción entre agresor y agredido es absoluta, surge del tronco común la rama
de la alevosía, en aquellos casos en los que ya no se está ante un desequilibrio de
fuerzas que limita la defensa de la víctima, sino ante una situación objetiva de
absoluta indefensión que impide toda posibilidad de defenderse al atacado y
asegura la ejecución sin riesgo para el atacante. Es claro, pues, que el abuso de
superioridad se encuentra ínsito en la alevosía. Y por eso se dice que es una
alevosía menor o de segundo grado.
Ahora bien, no puede sostenerse que la situación descrita en los hechos
probados procurase una absoluta indefensión para el lesionado que comporte
ausencia total de riesgo para el atacante -de hecho, pudo causar alguna lesión si
bien de entidad menor (el mordisco) a uno de sus atacantes-y en cuanto al abuso de
superioridad debe recordarse como señala la STS de 4 de diciembre de 2012 (ROJ:
STS 7840/2012| Ponente: CANDIDO CONDE-PUMPIDO TOURON) lo siguiente:
“Conforme a la doctrina jurisprudencial de esta Sala (STS 93/2012, de 16 de
febrero , 1221/2011, de 15 de noviembre , 1236/2011 de 22 de noviembre , y
1390/2011, de 27 de noviembre ), la agravante de abuso de superioridad concurre
cuando concurren los siguientes requisitos:
1) Un requisito objetivo: que haya una situación de superioridad, es decir, un
importante desequilibrio de fuerzas a favor de la parte agresora frente al agredido
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derivada de cualquier circunstancia. Bien referida a los medios utilizados para
agredir (superioridad medial), bien al hecho de que concurran una pluralidad de
atacantes (superioridad personal), siendo precisamente este último supuesto el más
característico y el de mayor frecuencia en su aplicación.
2) Un resultado: que esta superioridad ha de producir una notable disminución
de las posibilidades de defensa del ofendido , sin que llegue a eliminarlas, pues si
esto ocurriera nos encontraríamos en presencia de la alevosía que constituye así la
frontera superior de la agravante que estamos examinando. Por eso la doctrina
jurisprudencial viene considerando a esta agravante como una alevosía menor o de
segundo grado.
3) Un requisito subjetivo: consistente en que el agresor o agresores conozcan
esa situación de desequilibrio de fuerzas y se aprovechen de ellas para más fácil
realización del delito. Este elemento subjetivo supone la intencionalidad del abuso
prepotente, es decir que la superioridad tiene que haberse buscado de propósito o,
al menos, aprovechado , por lo que no concurre la agravante cuando la superioridad
no ha sido buscada de propósito ni siquiera aprovechada, sino que simplemente
surge en la dinámica comisiva.
4) Un requisito excluyente : que la superioridad de la que se abusa no sea
inherente al delito , bien por constituir uno de sus elementos típicos, bien porque el
delito necesariamente tuviera que realizarse así”.
Las circunstancias en que se produjo la intervención de los guardias civiles
suponen que no hubo un aprovechamiento de la superioridad númerica con finalidad
de limitar la defensa del agredido, sino que es consecuencia de la presencia
conjunta de los funcionarios, y un proceder habitual según los protocolos normales
de actuación en una detención que podían considerar subjetivamente legítima,
aunque el exceso en la violencia haya determinado la apreciación del delito de
lesiones, pero, en todo caso, el hecho de que actuasen conjuntamente para
materializar la detención no puede aumentar la reprochabilidad, por entender que
dicha situación no fue buscada de propósito por los agentes.
CUARTO.- En cuanto a la individualización de la pena, no concurriendo
circunstancias modificativas de la responsabilidad, de conformidad con el art. 66.6º
del CP, es posible recorrer la pena en toda su extensión; ahora bien, teniendo en
cuenta las circunstancias de ambas infracciones, es decir, que en el caso del
conductor la violencia y la resistencia fueron menores y la actuación de los
funcionarios pudo ser desproporcionada pero se inició en la consideración de que
podía tratarse de persona peligrosa por el conocimiento de pesar contra el mismo
una orden de alejamiento y que podía llevar un arma, se considera procedente
imponer las sanciones en el mínimo que prevé la norma.
En cuanto a la cuota de la pena de multa por la falta del art. 617.1 del CP, a
falta de otros criterios económicos, procede establecer, como solicita el Ministerio
Fiscal, una cuota de seis euros, que se considera de factible afrontamiento incluso
para la economía más modesta.
Igualmente se ha solicitado por la acusación particular la imposición como pena
accesoria la de inhabilitación especial para la profesión de guardia civil por el
periodo de la condena; sin embargo, en atención a las circunstancias a que
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reiteradamente se vienen haciendo mención, se considera más adecuado, debido a
la preceptividad de la imposición de la medida accesoria, tal como se contempla en
el art. 56 del CP., la de suspensión de empleo por el periodo de la condena, al
considerar más ajustada a la naturaleza y entidad de los hechos. Esta consideración
no violenta el principio acusatorio, pues la pena de suspensión, siendo más leve que
la de inhabilitación, comprende la petición que con mayor exceso hace la acusación
particular
Como recoge la sentencia del Tribunal Constitucional 221/2001, de 31 de
octubre (ponente Sra Casas Baamonde), los Jueces y Tribunales deberán
determinar y fundamentar expresamente en la sentencia la vinculación entre el
derecho que se priva y el delito cometido y, en este caso, al haberse producido un
exceso en la actividad profesional de los funcionarios condenados, por desatención
a las instrucciones concretas de la Instrucción 12/2007 de la Secretaria de Estado de
Seguridad sobre los comportamientos exigidos a los miembros de las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado para garantizar los derechos de las personas
detenidas o bajo custodia policial en cuanto a la oportunidad y grado de uso de la
fuerza, utilizando una violencia desmedida con relación a una persona, finalmente
detenida; hechos que han tenido lugar en el ejercicio propio de sus funciones de
guardia civil, pues estaban de servicio en un control de vehículos en la vía pública en
prevención de la seguridad ciudadana, no cabe sino establecer la citada pena
accesoria, con la extensión que prevé el art. 56 del CP indicado.
QUINTO.-A tenor del artículo 116 del Código Penal, todo responsable
criminalmente de un delito o falta, lo es también civilmente, en la medida y por los
conceptos que se establecen en sus artículos 110 y siguientes.
Por lo tanto, JOSÉ MARTÍNEZ JURADO deberá abonar, en concepto de
reparación del daño corporal a FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con número
de gfhbfghfghgfhfghgf), la cantidad de 270 € por las lesiones sufridas que no han
sido impidientes, a razón de 30 € por cada uno de los 9 días, hasta que alcanzó la
completa sanidad, según el informe médico forense.
Por su parte, FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con número de TIP Nfghfghfghfghf), JOSÉ MANUEL PÉREZ TERRERO (con número de hgfghfghgfhfgh),
FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MARTÍNEZ (con número de fghfghfghfgh) y
CARLOS MANUEL GONZÁLEZ BLANCO (con número de fghfghfghf) deberán
indemnizar, conjunta y solidariamente, a JOSÉ MARTÍNEZ JURADO en la suma de
1.500 euros por las lesiones a razón de 30 euros por cada uno de los cinco días que
estuvo lesionado sin impedimento, 60 euros por cada uno de los 35 días de lesión
con incapacidad y 150 € por la cicatriz en el cuero cabelludo; lesiones y secuelas
establecidas según el informe del Médico Forense. Esta cantidad se considera
prudente, en atención a la gravedad, ubicación y características, y el plazo de
sanidad manifestado por el Médico Forense, siendo las que de ordinario se vienen
concediendo para supuestos análogos según el “usus fori” para resultados
lesionales de origen doloso.
No se ha acreditado ningún otro daño, si quiera de origen moral, a pesar de
que se alegan en los escritos de ambas partes, que justifique otros posibles
conceptos indemnizatorios.
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Tampoco se decreta ningún género de responsabilidad civil con cargo al
Estado, al venir dicha posibilidad sometida al principio rogatorio y no existir petición
expresa en el indicado sentido.
SEXTO.-Conforme el artículo 123 del mismo Código, han de ser impuestas
proporcionalmente a los cinco acusado.
VISTOS, además de los preceptos citados, otros de pertinente aplicación del
mismo Código Penal y los artículos 141, 142, 239, 240, 741 y 742 y demás de
general aplicación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
I V - PARTE DISPOSITIVA
FALLAMOS : Que debemos condenar y CONDENAMOS:
1) A JOSÉ MARTÍNEZ JURADO, como autor responsable de un delito de
resistencia del art. 556 del CP, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de
la responsabilidad penal, a la pena de prisión de SEIS MESES de prisión con la
accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo, durante el
tiempo de la condena, y como autor de una falta de lesiones del art. 617.1 del CP a
la pena de UN MES de multa con cuota diaria de seis euros, con la advertencia que
de no ser satisfecha, quedará sujeto a una responsabilidad personal y subsidiaria de
un día de privación de libertad por cada dos cuotas diarias impagadas,
ABSOLVIENDOLE del resto de la peticiones de condena efectuadas por la
acusación particular.
2) A FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con número de fghfghfhfhf,
JOSÉ MANUEL PÉREZ TERRERO (con número de fghfghfhfhf FRANCISCO
JAVIER MARTÍNEZ MARTÍNEZ (con número dfhfghffg) y CARLOS MANUEL
GONZÁLEZ BLANCO (con número de Tfghfghfhfhfhf), como autores de un delito de
lesiones del art. 147.1 del CP, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de
la responsabilidad penal, a la pena, a cada uno de ellos, de SEIS MESES de
prisión, con la accesoria de suspensión del cargo de guardia civil durante el tiempo
de la condena.
3) En concepto de indemnización JOSÉ MARTÍNEZ JURADO deberá abonar a
FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con número de fghfgh), la cantidad de 270
€ por las lesiones.
Por su parte, FRANCISCO JAVIER HENÁNDEZ ROS (con número de
Tfhffhfgh), JOSÉ MANUEL PÉREZ TERRERO (con número de fhfghfhfghf),
FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MARTÍNEZ (con número de fhfhfghfhfghf) y
CARLOS MANUEL GONZÁLEZ BLANCO (con número de fghfhfgfg) deberán
indemnizar, conjunta y solidariamente, a JOSÉ MARTÍNEZ JURADO en la suma de
1.500 euros por las lesiones.
A estas cantidades se les incrementará el interés legal correspondiente.
4) Se imponen las costas de este juicio proporcionalmente, por quintas partes,
a los cinco acusados que han resultado condenados.
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Abonamos, en su caso, a dichos acusados todo el tiempo de privación de
libertad sufrida por esta causa para el cumplimiento de la expresada pena de
privación de libertad.
Reclámese del Juzgado Instructor –previa formación, en su caso, por el
mismo– la pieza de responsabilidad civil de esta causa penal.
Requiérase al condenado al abono, en plazo de QUINCE DIAS de la multa
impuesta; caso de impago y de ser insolvente, cumpla el mismo la correspondiente
responsabilidad personal subsidiaria del artículo del Código Penal un arresto de
días.
Notifíquese esta resolución conforme lo establecido en el artículo 248-4º de
la Ley Orgánica del Poder Judicial.
Notifiquese esta resolución a las partes, informándoles que la misma no es
firme y que contra ella cabe RECURSO DE CASACIÓN, por infracción de ley o
quebrantamiento de forma, en el término de CINCO DÍAS ante la Sala Segunda del
Tribunal Supremo, hasta tanto se dicten las leyes de procedimiento a que hace
referencia la Disposición Final Segunda de la L.O. 19/2003 de 23 de Diciembre, de
modificación de la L.O. 6/85 de 1 de julio del Poder Judicial, en relación con el
artículo con el artículo 73.3. c) de la misma Ley.
Conforme al artículo 789-4 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, notifíquese la
presente resolución a los ofendidos y perjudicados por el delito aunque no se hayan
mostrado parte en la causa.
Así, por esta nuestra sentencia, de la que se unirá certificación al Rollo de Sala,
definitivamente juzgando, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.-
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