La relación entre el Gohonzon y nosotros

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La relación entre el Gohonzon y nosotros
Disertación del Vice Presidente de la SGI, Takehisa Tsuji, durante la
Reunión de Orientación que tuvo lugar en el Centro Cultural de Los
Ángeles, U.S.A., el 17 de abril de 1981
(Argentina Seikyo nro. 368 del 1/6/1983)
He sido muy afortunado por haber practicado por unos cuarenta años con el
primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, el segundo
presidente, Josei Toda, como también con el actual presidente Daisaku Ikeda.
Todos tenemos el mismo Gohonzon y practicamos de la misma manera; sin
embargo, vemos que algunas personas reciben tremendos beneficios, a otros
no les sucede mayor cosa, y aun hay otros que se encuentran con tremendas
pérdidas.
¿Cuál es nuestra relación con el Gohonzon? ¿Cómo podemos practicar para
obtener beneficios? ¿Qué es Nam-myoho-renge-kyo?
Nichiren Daishonin enseña que Nam-myoho-renge-kyo se encuentra dentro de
todo el universo -hasta en el sol, la luna y las montañas, en árboles, plantas y
rocas, en perros y gatos- y, naturalmente, en los seres humanos. La labor de
Myoho-renge-kyo se encuentra en todos los fenómenos del universo.
Para explicarlo un poco mejor, quisiera darles un ejemplo. La razón por la
cual ahora mismo pueden tomar notas es porque hay una luz que nos ilu mina
desde el cielo raso. Debido a que hay una luz allá arriba, podemos ver la fu nción de la electricidad. La bombilla eléctrica fue desarrollada por Thomas
Edison, quien entendió el principio de la electricidad. Podemos decir que la
función del foco es iluminar nuestras caras, la alfombra y cada rincón de este
recinto.
Siguiendo este mismo lineamiento, existe la teoría de las ondas electr omagnéticas. No podemos ver estas ondas, pero hay una forma de percibirlas. Si
encendemos la radio o el televisor, podemos oír las palabras o ver la imagen
que proyectan estas ondas.
De la misma manera, existe una Ley de la vida, que tampoco podemos ver;
sin embargo, como en los ejemplos anteriores, el principio toma forma y pu ede verse en el Gohonzon. Al igual que brilla la luz en todo el recinto, el beneficio del Gohonzon brilla por todo el universo.
Pero en vez de discutir sobre la Ley del Universo, me gustaría discutir la
misma ley inherente en el ser humano. Si podemos entendernos nosotros mismos, entonces podemos entender el universo. Por consiguiente, si buscamos
dentro de tan sólo una persona, podemos entender el universo. Nichiren
1
Daishonin dice que lo importante es poder ver la obra de Nam-myoho-rengekyo dentro de nosotros.
Como en el caso de la bombilla eléctrica o el televisor, todo lo que tenemos
que hacer es encender el interruptor y automáticamente la luz o la imagen
aparecerán. A medida que invocamos Nam-myoho-renge-kyo, el poder del
universo surge de adentro de nosotros, como si estuviéramos encendiendo el
interruptor mediante nuestra práctica frente al Gohonzon.
Cada vez que vemos una bella flor, ya sea una flor de cerezo o un crisantemo, sentimos la belleza de esa flor dentro de nosotros. La flor que está afuera
hace brotar la naturaleza que viene de muy dentro de nuestra vida.
La isla de Hawaii y las cataratas del Niágara también están dentro de nue stro ambiente -el panorama está fuera de nosotros- pero el júbilo que sentimos
al admirar el panorama viene desde muy adentro. Miramos la flor por fuera y
la disfrutamos dentro de nosotros. Los discos y los pianos están fuera de n osotros, pero disfrutamos de la música que emiten, dentro de nosotros. Igualmente, cuando vemos un festival cultural en escena, nuestro deleite está de ntro de
nosotros.
De la misma forma, el Gohonzon, que está fuera de nosotros, hace surgir el
júbilo que está dentro de nosotros. Y cuando establecemos una relación con el
Gohonzon frente a nosotros, al invocar Nam-myoho-renge-kyo, ese Nammyoho-renge-kyo que está dentro de nosotros emergerá.
Si miramos al Gohonzon y pensamos que está “allá afuera”, mientras invocamos el daimoku y nos decimos que “por hacer esto voy a conseguir algo”,
somos iguales a un pordiosero que implora por limosna. Pero aún en estas
circunstancias, probablemente recibiremos beneficios; no obstante, el tipo de
beneficios que recibimos en esta forma será tan pequeño como la propina que
le dejamos a un mozo, comparado con el costo total de la cena que nos ha
servido.
Nichiren Daishonin nos enseña que no debemos buscar a Nam-myohorenge-kyo fuera de nosotros mismos, sino más bien, hacer que Nam-myohorenge-kyo surja de lo más profundo de nuestro ser.
El júbilo emana de lo más profundo -la oscuridad también-. Además, cuando estamos iracundos o histéricos, estos sentimientos brotan de adentro de
nosotros, Cuando sentimos pena o tristeza por alguien, estos sentimientos
surgen de nuestro fuero interno. Nam-myoho-renge-kyo también emana de
adentro de nuestras vidas. Pero este Nam-myoho-renge-kyo que está por todas
partes y dentro de nosotros es difícil de ver. El sutra explica que las cejas que
están tan cerca de nuestros ojos son imposibles de ver.
De hecho, el Estado de Buda de Nam-myoho-renge-kyo está dentro de nosotros. Por consiguiente, es muy importante que cuando abrazamos la fe en el
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Gohonzon, tratemos de activar en un cien por cien ese Nam-myoho-renge-kyo
con el mayor gozo. Entonces Nam-myoho-renge-kyo brotará naturalmente con
fuerza desde dentro de nosotros1.
Por otra parte, si invocamos con la actitud de que es una pérdida de tiempo,
muy poco de Nam-myoho-renge-kyo aparecerá en nuestras vidas. Y si directamente vamos en su contra, sólo encontraremos pérdidas.
Naturalmente, si podemos invocar Nam-myoho-renge-kyo con gran júbilo,
veremos que Nam-myoho-renge-kyo emergerá con fuerza de lo más profundo
de nuestro ser: esa será la oportunidad en la cual podremos activarlo en un
cien por ciento.
Cuando invocamos Nam-myoho-renge-kyo al Gohonzon, el Gohonzon ante
nosotros y el Nam-myoho-renge-kyo que está dentro de nosotros, se fusionan y
entran en armonía. El Gohonzon que está fuera de nosotros es Nam-myohorenge-kyo sin principio ni fin, el Nam-myoho-renge-kyo que emerge de lo más
profundo de nuestro ser es de la misma naturaleza 2. Es la oración al Buda que
hace emerger al Buda que está dentro de nosotros. Esto es fe.
Vivir es nuestra propia responsabilidad. A pesar de que somos responsables
de nosotros mismos, el hecho sorprendente es que no nos podemos ver como
realmente somos. Para poder ver nuestra propia cara nos colocamos ante un
espejo: sólo así podemos observar nuestro propio rostro. Sin embargo, con ese
espejo, no podemos ver nuestro fuero interno.
Al colocar al Gohonzon frente a nosotros e invocar Nam-myoho-renge-kyo,
podemos pulir nuestro fuero interno. Al igual que nos acicalamos y ajustamos
nuestra apariencia externa con la ayuda de un espejo, podemos hacer el gongyo para pulir nuestro fuero interno. De esta forma, estamos trabajando ambos
aspectos.
Cuando logramos hacer emerger el Nam-myoho-renge-kyo que está dentro
de nosotros, suceden dos cosas: una, que podemos curar cualquier clase de
enfermedad; en otras palabras, hace las funciones de la medicina. Las med icinas recetadas usualmente funcionan para curar una enfermedad específica, o
problemas físicos. Si tenemos problemas de la vista, usamos gotas para los
ojos. Si estamos resfriados, tomamos algún remedio para el resfrío, y si t enemos dolor de estómago, hay una medicina especial para este mal. Ya sea que
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Significa que existe un ciento por ciento de Nam-myoho-renge-kyo activado. Entonces, también debe
existir un cero por ciento de Nam-myoho-renge-kyo activado, y también debe existir un menos diez por
ciento de Nam-myoho-renge-kyo activado. Es muy importante que, a través de esta orient ación, encontremos la diferencia entre estos distintos porcentajes. Es decir, al estudiar esta orient ación, la “pregunta
del millón” es: «¿Cómo hacer que emerja y se manifieste en nuestra vida el cien por cien del poder de
Nam-myoho-rengue-kyo?». La respuesta, por cierto, yace en estas líneas. Por favor, estudiémoslas con
verdadero espíritu de búsqueda.
2
El Nam-myoho-renge-kyo que emerge desde lo más profundo de nuestro ser también es Nam-myohorenge-kyo sin principio ni fin.
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tengamos un dolor de cabeza, cáncer o una condición asmática, Nam-myohorenge-kyo lo cura todo. El sutra que recitamos dice que es la mejor medicina.
Lo otro que sucede cuando Nam-myoho-renge-kyo aparece dentro de nosotros, es que actúa como un imán que atrae la felicidad. En el Gosho, Nichiren
Daishonin escribió: «Aquéllos que creen en el Sutra del Loto, acumularán
fortuna de más de diez mil millas...». si queremos dinero, podemos orar por
éste, si queremos una casa, podemos orar por una también; y si estamos sin
empleo, entonces la oración nos conducirá hacia una nueva ocupación o empleo. Si queremos contraer nupcias, eventualmente encontraremos a la pareja.
Todo lo que queremos podemos llamarlo con Nam-myoho-renge-kyo. Mientras
más confianza y júbilo tengamos, más fuerte se tornará el imán.
De modo que si hacemos el gongyo y sentimos que ése es el momento más
feliz de nuestra vida, entonces recibiremos una tremenda cantidad de beneficios.
Además, si podemos hacer emerger este Nam-myoho-renge-kyo, vamos a
encontrar un beneficio mayor 3. Este beneficio es que llegamos a darnos cuenta
de que nuestras vidas son eternas. Y, también, a medida que surge el Nammyoho-renge-kyo, veremos que dentro de nuestras vidas existe una gran felicidad, ya sea que estemos dormidos o despiertos, vivos o muertos. Por ende,
podemos sentir que todo está bien si estamos despiertos, dormidos, vivos o
muertos. Una frase del sutra dice: “Jo rakku ga jo”, que puede interpretarse
como “Siempre estoy feliz y siempre estoy puro”.
Cuando invocamos daimoku, podemos vencer a todas las causas negativas
del pasado o al mal karma. También podemos superar todas nuestras dificultades del presente. De igual forma, hallaremos buena fortuna en el futuro.
Algo que debemos percibir es que, si estamos enfermos, podemos combatir
la enfermedad haciendo emanar la condición de vida más saludable del Estado
de Buda que radica dentro de nosotros; si somos pobres, podemos hacer el
imán más fuerte y ganar riquezas.
El beneficio de Nam-myoho-renge-kyo cuando dormimos es que podemos
dormir profundamente y descansar bien. Y al morir, podemos decir, con total
confianza en la eternidad de la vida y nuestra fortuna de poder renacer con el
Gohonzon: “Muchacho, estoy agradecido de estar muerto”. Debido a que esta
condición de vida altamente armoniosa se ha establecido dentro nuestro, naceremos nuevamente como seres humanos -muy rápidamente-.
Es una gran fortuna nacer como seres humanos. Pero, aunque nazcamos
como tales, si no encontramos el Gohonzon, éste es un infortunio. Por otro
lado, si conocemos al Gohonzon, esta es una gran buena fortuna. El hecho de
3
Ya son, con éste, tres los beneficios.
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que podemos encontrar al Gohonzon, es debido a que, primero que todo, Nichiren Daishonin lo legó a toda la humanidad. Otro punto que debemos apr eciar es que nacemos como seres humanos gracias a nuestros padres. De igual
forma, porque hay una organización llamada Soka Gakkai hemos podido encontrar al Gohonzon. Por todas estas personas y su dedicación, podemos practicar. A medida que recitamos las oraciones silenciosas al hacer el gongyo,
debemos mostrar nuestro aprecio a todas estas personas y, con este agradecimiento, luchar por lograr nuestro objetivo del kosen-rufu.
Naturalmente, cuando Nam-myoho-renge-kyo, que está dentro de usted y el
Gohonzon frente a usted se fusionan, usted y el Gohonzon se convierten en
uno. Cuando esto sucede, todo su cuerpo se torna en el trabajo de Nam-myohorenge-kyo. Esto es lo que quiere decir el término Kan’no myo. Por ejemplo,
tenemos una carga eléctrica dentro nuestro, y hay una carga eléctr ica en los
truenos. Cuando estas dos hacen contacto, decimos que nos electrocutamos.
Otro ejemplo sucede cuando dos personas se enamoran.
El Nam-myoho-renge-kyo de nuestro interior no tiene color ni forma: sólo
tiene su función. El Nam-myoho-renge-kyo externo [el Gohonzon] tiene las
características del Buda Original y hace la labor del Buda Original. Debido a
que no tiene color ni forma, no podemos ver el Nam-myoho-renge-kyo que
está dentro de nosotros. Cuando oramos al Gohonzon e invocamos el daimoku,
el Nam-myoho-renge-kyo del Gohonzon se fusiona con el Nam-myoho-rengekyo que está dentro de nosotros y “estalla”. Cuando esto sucede, todo en nuestro cuerpo -desde la punta de los cabellos sobre nuestra cabeza hasta las uñas
de nuestros pies- se convierte en Nam-myoho-renge-kyo. En este momento,
nuestra cabeza es MYO; nuestro cuello es HO; nuestro pecho se convierte en
REN; nuestro vientre es GE, y nuestras piernas en KYO. Nichiren Daishonin
enseñó que este «cuerpo de cinco pies» puede convertirse en Myoho-rengekyo. Cuando nuestro cuerpo se convierte en Nam-myoho-renge-kyo, esto es
iluminación.
A continuación, desearía compartir con ustedes algunas experiencias de los
miembros que he conocido en Japón. Conocí a una señora que padeció tr emendos dolores de cabeza a lo largo de quince años sin poder curarlos. Me
preguntó cómo podía quitarse esos dolores de cabeza. Le expliqué que debido
a que sus pensamientos eran heréticos, ella sufría de dolores de cabeza. Le
dije: “Usted es un miembro de la Soka Gakkai, así que no existe razón alguna
por la cual esté practicando una enseñanza herética”. Mucho antes de que se
convirtiera en miembro, sus padres habían practicado en la secta Shingon del
budismo. La única razón por la cual ella padecía dichos dolores de cabeza era
porque su familia había practicado enseñanzas heréticas, lo cual quedó como
un residuo en su vida y le provocó este problema. Para que podamos remover
los residuos, nuestros cuerpos deben convertirse en Nam-myoho-renge-kyo y
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esto no puede suceder sin confianza y alegría. De este modo, la alenté a invocar Nam-myoho-renge-kyo para que penetrara en su cuerpo.
Esta señora era una peinadora. Debido a su condición física, antes sólo podía trabajar diez días por mes: ahora sus dolores de cabeza han desaparec ido,
puede disfrutar de la vida a plenitud y gana tres veces más que antes.
En Tokyo, conocí a un hombre que tenía cáncer de garganta. Lo alenté diciéndole que la garganta corresponde a ho de Myoho-renge-kyo y que él debía
invocar Nam-myoho-renge-kyo esforzándose por limpiar su garganta. Decían
que debía operarse, pero invocó daimoku sinceramente por espacio de veinte
días: cuando regresó al consultorio de su médico, su cáncer había d esaparecido.
Otra miembro que conocí estaba muy preocupada a causa de su cáncer de
mama. Le expliqué que el pecho era ren de Myoho-renge-kyo. Le dije que
mirara al Gohonzon entronizado en su altar y que invocara hasta hacer emerger el Nam-myoho-renge-kyo que estaba dentro de ella utilizando el daimoku
como una grúa, para “arrancar verdaderamente la basura”. Al cabo de un mes,
pudo resolver su problema.
Hay muchas personas que padecen de cáncer de estómago o de útero y a
veces sus casos son extremos. Les he dicho a estas personas que si no tienen
un Gohonzon en el hospital, que lo imaginen en sus mentes e invoquen daimoku. Si están postradas en cama, el mero hecho de que ellos piensen en el
Gohonzon, constituirá la causa para que la vida de Nam-myoho-renge-kyo
emerja de su ser.
Cuando imaginamos una fruta ácida, nuestros labios se contraen. Aún si
hemos perdido a nuestros padres, con sólo pensar en ellos podemos revivir los
momentos que vivimos juntos. En la vida cotidiana, si practicamos sinceramente el Budismo Verdadero, entonces en el momento crucial podremos visualizar el Gohonzon y la vida de Nam-myoho-renge-kyo comenzará a brotar.
Hace poco fui a Hiroshima, donde conocí a una señora de 37 años que temía
la proximidad del invierno porque sus piernas se enfriaban muchísimo cuando
el tiempo era frío. Usaba tres pares de medias, botas y hasta una manta eléctrica. Cuando la vi, la alenté para que invocara Nam-myoho-renge-kyo y pensara
en enviarlo a la punta de sus pies, tal como si estuviera haciendo una transfusión de Nam-myoho-renge-kyo a su sangre. Se sentó frente al Gohonzon y, con
mucho cuidado, tomó la decisión de enviar este Nam-myoho-renge-kyo hasta
la punta de los dedos de sus pies: asombrosamente, luego de veinte minutos,
sus piernas se calentaron y, a partir de aquel entonces, sólo necesita usar un
par de medias durante el invierno. Esto les sonará como un cuento de hadas;
no obstante, es la experiencia vivida por ella.
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En otra oportunidad visité la isla de Hokkaido, en donde conocí una abuela
de ochenta años cuya espalda se encontraba muy encorvada. Debido a la mala
condición de su columna vertebral, no podía ver al Gohonzon. Cuando se
arrodillaba para orar, sólo alcanzaba a ver sus propias manos. La motivé d iciéndole: “Si no puede ver al Gohonzon, haga que el Gohonzon de Nammyoho-renge-kyo emane de adentro suyo. Envíe Nam-myoho-renge-kyo a su
columna vertebral con la mayor sinceridad”. Le dije que el dolor de su espalda, con toda seguridad, desaparecería esa misma noche. Se sintió muy alent ada
y partió hacia su casa. Al otro día, cuando despertó, su espalda estaba recta. El
día anterior casi no podía caminar y, al día siguiente, casi podía correr.
Cierta vez conocí a otra anciana que me dijo que, cuando escuchó mi orientación a través del relato de su hijo, invocó daimoku con la actitud correcta y
el dolor de su espalda también desapareció. Otra persona que había sido ciega
por veintiún años, pudo ver nuevamente después de seguir la orientación.
Nam-myoho-renge-kyo está listo y esperando dentro de nosotros: es igual a
una autobomba en el cuartel de bomberos, lista para partir. Pero no tiene ni
forma ni color, de modo que es imposible verlo. Y sólo existen ciertas y determinadas razones por las cuales una autobomba se moviliza: este vehículo
solamente sale del cuartel si alguien le “dice” dónde debe ir y en qué calle en
particular ocurre un incendio. Por ejemplo, una autobomba no se mueve sólo
porque hay una disputa familiar suscitándose en algún lugar de la ciudad. Del
mismo modo, la única forma en que podemos hacer emerger esta vida de Nammyoho-renge-kyo es invocando Nam-myoho-renge-kyo.
En pocas palabras, si llamamos a alguien por su nombre, éste responderá.
Cuando estamos en problemas, es como si nos ocurriera un incendio; cuando
tenemos los ojos enfermos, es como si estuvieran ardiendo. Si padecemos
artritis, sentimos como si nuestras piernas y manos estuvieran en el fuego. Las
únicas autobombas que pueden extinguir los incendios que ocurren dentro de
nuestras vidas son las de Nam-myoho-renge-kyo. Nichiren Daishonin nos
alienta a tener una fe pura, como la corriente del agua. A pesar de encontrarse
con obstáculos, el agua siempre encuentra la forma de fluir constantemente.
De todas maneras, debemos practicar pura y constantemente, igual a una corriente de agua.
El agua también sirve para apagar incendios. Cuanto más fuerte sea nuestra
fe, más autobombas aparecerán dentro nuestro. Si tenemos una fe débil, será
como si tan sólo una autobomba viniera en nuestra ayuda. También será como
si la manguera es demasiado angosta y tomará más tiempo sofocar el fuego.
Naturalmente, cuando invocamos Nam-myoho-renge-kyo al Gohonzon encontramos al Nam-myoho-renge-kyo que surge desde lo más profundo de nuestro
ser, derramándose por nuestras entrañas: es tan poderoso como el rugido de un
león.
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Diversas enfermedades, tales como el cáncer o la diabetes, son equipar ables
a pollos o conejos que se encuentran dentro nuestro: cuando el león ruge, los
pollos y los conejos se asustan de manera tal que no pueden ni moverse siquiera. En otras palabras, cuando invocamos Nam-myoho-renge-kyo, la enfermedad súbitamente deja de avanzar. Cuando se detiene, todo lo que tiene que
hacer el león es aproximarse y comérsela. De la misma manera, así de fácil
pueden vencer sus enfermedades.
Las personas que sufren problemas económicos deben practicar de manera
que puedan fortalecer el imán de su fortuna. Lo importante es saber que, cuando invocamos daimoku, tenemos más poder que el obstáculo.
Un responsable que se encontraba al frente de una reunión de diálogo y que
tenía como profesión la de relojero, había venido practicando el budismo por
veinticinco años. Les dije a los asistentes que invocando Nam-myoho-rengekyo podemos convertirnos en imanes y así atraer una infinita buena fortuna
hacia nosotros. El responsable, al oír esta afirmación, tomó la determinación
de que, a partir de ese día, asumiría la actitud de un miembro nuevo e invocaría diariamente una hora de daimoku. Al día siguiente vendió muchos relojes.
A pesar de que sus relojes eran muy costosos y raros, comenzaron a venderse.
Entonces me dijo: “He practicado por veinticinco años y no creo que intencionalmente diera orientaciones equivocadas. Ahora, recién después de veinticinco años, he contemplado retrospectivamente la forma en que he venido practicando”. En otras palabras, se dio cuenta de que, a pesar de haber estado practicando durante por tantos años, su entendimiento del verdadero poder de
Nam-myoho-renge-kyo había sido limitado y valoró profundamente esta nueva
comprensión.
Conocí a una persona de 67 años que no había podido hablar desde que
tenía dos años. Después de recibir mis orientaciones y de invocar Nam-myohorenge-kyo, pudo hablar nuevamente. Todas estas personas habían hecho gongyo de manera constante, pero la razón por la cual no habían podido resolver
sus problemas hasta que las orienté, era porque estaban invocando daimoku
pensando que la enfermedad no se curaría. Lo importante es invocar Nammyoho-renge-kyo con la convicción de estar limpiando nuestro fuero interno a
medida que lo recitamos. Si tenemos problemas económicos o problemas de
relaciones familiares o con nuestros hijos, debemos tomar conciencia de que
estos se deben a la tendencia fundamental de nuestra naturaleza que está profundamente relacionada con nuestras calumnias del pasado. Por lo tanto, es
importante que nos demos cuenta de que constituye nuestra propia responsabilidad. Y en la medida en que comprendamos que somos totalmente responsables por haber cometido estas calumnias, podremos sentarnos frente al Gohonzon e invocar daimoku de arrepentimiento desde lo más profundo de nuestros
corazones.
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Considero igualmente importante que nosotros, como miembros que hemos
practicado el budismo, tomemos la responsabilidad de todas las causas c ometidas, y no solamente las nuestras, sino también aquéllas de nuestros a ncestros,
por más que ellos ignoraran las calumnias que cometieron. De esta manera,
podemos invocar por ellos para que también puedan transformar su karma.
Además, podemos invocar daimoku con la actitud de que a través de nuestras
oraciones al Gohonzon, sea por una nueva casa, sea por nuestro trabajo o por
nuestra salud, podamos contribuir a la causa del kosen-rufu. Determinen frente
al Gohonzon: “Por el kosen-rufu, voy a resolver estas dificultades”. Así, los
dioses budistas nos protegerán, basados en nuestra oración por el kosen-rufu.
Si no pensamos en el kosen-rufu y solamente invocamos Nam-myoho-rengekyo, nuestros beneficios serán pocos. Los beneficios que derivan de nuestras
oraciones basadas en el kosen-rufu, son tan dinámicos como si voláramos en
un avión, mientras que invocando únicamente por nuestro propio bien, es tan
lento como si camináramos en función de recibir beneficios.
Es también muy importante practicar sin sentir resentimiento hacia otras
personas. Además, no debemos menospreciar a los demás ni utilizar ningún
medio autoritario para degradar a ninguna persona.
Debido a que esperamos que los beneficios provengan del Gohonzon, recibimos muy poco o casi nada. El sincero deseo del Gohonzon no es ni más ni
menos que aquél que hacemos surgir a través del Nam-myoho-renge-kyo desde
lo más profundo de nuestro ser. Si pueden invocar Nam-myoho-renge-kyo y
hacer que fluya dentro de ustedes impregnando todo su cuerpo, entonces podrán comprender cuan poderoso es el daimoku.
Si realmente pueden comprender lo que les he dicho, sentirán una alegría
tan grande que les ayudará a invocar daimoku con agradecimiento. Cuando
invocamos, todo nuestro cuerpo se convierte en el equivalente de Nam-myohorenge-kyo: podemos afirmar que el Gohonzon entronizado en nuestro altar es
el padre y el Nam-myoho-renge-kyo que emerge desde adentro nuestro es el
hijo.
Espero que todos ustedes logren gran confianza y alegría de modo tal que
puedan guiar y ayudar a los miembros dentro de nuestra organización. 
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