Osama Tío Sam: history according to the losers Rio García, Eduardo

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Osama Tío Sam: history according to the losers
Rio García, Eduardo del. Osama Tío Sam. México: Random, 2003. Print.
Sara Ladley
82-456: Studies in Latin American Literature and Culture
La obra Osama Tío Sam de Rius es representativa de la tradición de la literatura híbrida y
educativa que surgió a la popularidad en México durante el siglo XX. Según Ana Merino en su
libro El Comic Hispánico, Rius fue un autor fundacional en el movimiento de las historietas
didácticas que inició en los años sesenta con su primera serie de comics de ese estilo, Los
agachados: “a Rius le interesa utilizar los comics como nuevo vehículo educativo…Inaugura un
nuevo tipo de novela grafica” (236). En ese periodo de la historia mexicana, las reformas y los
programas educativos creados después de la caída de Porfirio Díaz en 1911 aumentaron el
número de ciudadanos alfabetizados en las clases bajas. Las historietas didácticas de Rius
proporcionaron unas fuentes de información sobre problemas religiosos, políticos, científicos y
sociales para que esa nueva gente alfabetizada pudiera aprender más sobre su país y el mundo en
general. A pesar de su propósito original, para entender todas las referencias y críticas que Rius
hace en el libro, parece que el lector realmente tiene que saber un poquito más sobre la historia
mundial, y especialmente la de los Estados Unidos. Mientras que el libro puede ser sutilmente
orientado hacia un público más educado, no quita el hecho de que la obra de Rius fue escrita
dentro de una importante tradición literaria mexicana: la obra educativa.
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Osama Tío Sam representa una continuación de ese género en el siglo XXI. La obra fue
escrita en 2003 después de los ataques del 11 de septiembre, y trata de demostrar que esos
mismos ataques fueron causados por el terrorismo mundial de los Estados Unidos durante su
historia de relaciones sangrientas con el resto del mundo. La obra enfoca en la historia de los
EEUU con atención especial a destacar para el lector desinformado sus pasos en falso en
términos de sus políticas de relaciones internacionales. Según Rius, Osama Tío Sam trata de
educar los latinoamericanos desinformados sobre la realidad corrupta e historia sangrienta de los
Estados Unidos. Según él, “la sangrienta, macabra y terrorífica historia verdadera de los Estados
Unidos [contiene] padres fundadores del terrorismo de estado, creadores de la desestabilización,
inventores de los golpes de estado con o sin sangre, e inventores de la democracia
teledirigida”(5). Así, Rius quiere presentar el lector con imágenes y cuentos vívidos y chocantes
de la historia estadounidense para que ellos no puedan olvidarlos. En esa manera, la obra sirve
como una continuación de la tradición de las historietas didácticas que Rius empezó en el medio
del siglo XX.
En su obra teórica, Ana Merino también destaca mucho una tendencia en las historietas
mexicanas de enfocar en la dureza y pobreza de la vida diaria de la clase baja. La autora también
enfatiza el ‘imperialismo’ y abuso de los superados por parte de la clase alta, o la clase rica.
Merino indica que el énfasis de esas condiciones sociales y económicas es un tema recurrente en
la literatura y las historietas Mexicanas. Dicho tema también esta presente en la obra Osama Tío
Sam. En su uso tradicional, ese tropo refiere a las condiciones difíciles de la clase baja mexicana
en relación con el abuso que ellos recibieron de la poderosa clase alta. Solo tenemos que
expandir ese tema un poquito para encontrar un ejemplo en la obra de Rius. Aquí, el autor hace
más amplia la idea que Merino presenta para concernir a toda la población latinoamericana. Él
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hace esto en tomar el lado de los lectores latinoamericanos y representarlos como víctimas de los
actos imperialistas y los abusos de las políticas exteriores de los Estados Unidos (que realmente
no es una exageración tan grande). En esa manera, el autor incorpora un tema fundacional de las
historietas en su obra del siglo XXI.
En la obra, Rius identifica con los lectores latinoamericanos. Él simpatiza con la gente
latina como el grupo marginalizado por el poderoso monstruo de los Estados Unidos. El autor
muestra el carácter beligerante de los EEUU en una historia breve del país, que incluye muchos
ejemplos—como la viñeta abajo—de su crueldad contra la población indígena, y también de su
involucramiento en guerras sucias y sangrientas en América Latina (25).
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Rius da énfasis especial en la inhumanidad del CIA en el medio del texto, describiendo en detalle
su rol en estos golpes y guerras latinoamericanas que pasaron en el medio del siglo XX. Rius usa
ese enfoque para servir como un enemigo obvio para sus lectores desinformados. Él hace muy
claro que su meta es de polarizar el lector mexicano en contra de los Estados Unidos, y de
demonizar el país poderoso como opresor. Al inicio de la sección sobre el CIA, Rius escribe: “si
el lector ha llegado hasta aquí conservando un poco de simpatía hacia los Estados Unidos, es
señal inequívoca de que su capacidad critica se ha atrofiado…pues, falta por leer lo peor. Si al
terminar de leer el libro sigue igual, significa que no tiene remedio” (81). Aquí, Rius está
explicando en palabras francas que el lector debe odiar a los Estados Unidos después de leer su
obra. La combinación de su empatía para los marginalizados latinoamericanos y su
demonización de los Estados Unidos como opresor indica una conexión clara entre la obra de
Rius y el tema tradicional mexicano que Ana Merino nos presentó en su obra teórica.
Al final, el uso de ese punto de vista permite que Rius pueda lograr muy completamente
y vívidamente su propósito de demostrar que los ataques terroristas del 11 de septiembre en los
Estados Unidos fueron causados por su propio terrorismo y abuso de otros países mundiales
desde su nacimiento en 1776. A pesar de su sobre-simplificación de la historia y la selectividad
de sus eventos de enfoque, Rius hace muy bien su trabajo. Podemos decir eso porque él ha
obligado ese lector, y muchos otros lectores americanos a mirar más críticamente la historia de
su propio país. Él presenta los lectores con tanta evidencia que negar todo sería un acto ciego y
básicamente imposible. La instrucción sobre esa cuestión que Rius ofrece es tan completa que un
lector estadounidense tiene que aliarse con su punto de vista y empezar de cuestionar su propia
educación de la historia de su país. Si esto no es un signo que a obra didáctica ha hecho su
trabajo perfectamente, entonces no sé qué es.
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