Declaración Balfour 1917-2006

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La Palabra Israelita
VIERNES 3 DE NOVIEMBRE DE 2006
3
Declaración Balfour 1917-2006
POR
3 DE NOVIEMBRE DE 2006
12 DE JESHVAN DE 5767
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GIL SINAY
Ayer, dos de noviembre, se cumplieron 89 años desde que el
Foreign Office, bajo la firma de Arthur James Balfour,
entonces Secretario de Relaciones Exteriores del Imperio
Británico, envió a Lord Rothschild la histórica carta en que
se contiene la Declaración que reza así:
"El Gobierno de Su Majestad ve con buenos ojos el
establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el
pueblo judío y hará lo posible para facilitar el logro de este
objetivo, dejando constancia de que no se hará nada que
pueda perjudicar los derechos civiles o religiosos de las
comunidades no judías existentes en Palestina, o los
derechos y el status político de que gozan los judíos en
cualquier otro país".
Como Carta Constitutiva de la creación de un Estado
moderno, sus 67 palabras en el idioma original, constituyen
una de las más modestas y menos ostentosas de las
declaraciones, pero debemos consignar también que ningún
documento internacional del siglo XX ha tenido una mayor
repercusión en las relaciones internacionales y en el destino
del pueblo judío.
En la gestación de esta Declaración no puede dejarse de
reconocer la acción que le correspondió a Jaim Weitzmann.
El Doctor Weitzmann, que era catedrático de química en
la Universidad de Manchester desde 1903 y que fue el
exponente del Sionismo Sintético en el Congreso de 1907,
pasó a ser el portavoz del Sionismo Político en Inglaterra.
En su calidad de miembro del Comité de Acción Sionista a
fines de 1914, tuvo ocasión de ser presentado a dos
prominentes miembros del Gabinete británico: Mr. Lloyd
George y Mr. Herbert Samuel, a quienes participó de las
aspiraciones sionistas.
El Doctor Weitzmann tuvo una entrevista con Lloyd George
en el momento que existía una seria escasez de acetona,
ingrediente vital para la producción de municiones. Lloyd
George, que encabezaba el Comité de Material de Guerra, le
explicó esta situación y, como resultado de esta
conversación, el Doctor Weitzmann, en un corto tiempo,
estuvo en condiciones de elaborar un proceso para la
producción de la acetona.
En sus memorias de guerra, en el volumen 1, pág. 348,
Lloyd George recuerda la siguiente conversación con el Dr.
Weitzmann: "Yo le dije: Usted ha prestado un gran servicio
al país y me agradaría pedirle al Primer Ministro que
encomendara a Su Majestad que le confiriera una distinción
honorífica. El me dijo: 'No hay nada que yo quiera para mi'.
Yo le repliqué: Pero, ¿qué puedo hacer como reconocimiento
de su valiosa ayuda al país? Y él me respondió: 'Sí, yo
quisiera que se hiciera algo para mi pueblo'. Y entonces me
explicó sus aspiraciones por la repatriación de los judíos a
la Tierra Santa".
Esa fue la fuente y el origen de la famosa Declaración
acerca del Hogar Nacional para los judíos en Palestina. De
esta manera, el Dr. Weitzmann, con su descubrimiento, no
sólo ayudó a ganar la guerra sino que contribuyó a variar en
forma fundamental el mapa del mundo.
En el año 1917 Lloyd George pasó a ser el Primer Ministro
y Mr. Balfour el Secretario de Relaciones Exteriores.
En julio de 1917, los líderes sionistas sometieron al
gobierno británico la fórmula de que se reconociera Palestina
como el Hogar Nacional del pueblo judío y, lamentablemente,
el Gabinete recibió peticiones antagónicas de prominentes
judíos ingleses que eran antisionistas, entre ellos Claude
Montefiori, Presidente de la Asociación Anglo-Judía y en
especial de Edwin Montagu, judío miembro del Gabinete como
Secretario de Estado para la India.
Y es por ello que en la Declaración final se cambió el texto
de "Palestina como Hogar Nacional del pueblo judío" por
"El establecimiento en Palestina de un Hogar Nacional para
el pueblo judío".
Esta Declaración Balfour, que en un comienzo fue sólo un
instrumento bilateral que concernía a Gran Bretaña por un
lado y a la Organización Sionista por el otro, se transformó
en una obligación de carácter universal y multilateral.
El gobierno francés la reconoció el 14 de febrero de 1918
y el gobierno italiano el 9 de marzo del mismo año.
La Conferencia de Paz celebrada el 24 de abril de 1920 por
las potencias aliadas en San Remo, que fue convocada para
resolver los problemas que surgieron a raíz del término de la
Primera Guerra Mundial y, entre otros asuntos, decidir el
destino de los territorios conquistados a Turquía, acordó:
a) Conferir la soberanía sobre Palestina a la Liga de las
Naciones y entregar temporalmente a Gran Bretaña el derecho
de gobierno, con el definido propósito de prestar asistencia
al establecimiento de un Hogar Nacional Judío, y
b) Otorgar a la Declaración Balfour vigor internacional,
incluyéndola en las disposiciones del Mandato sobre
Palestina, que se confiaría a Gran Bretaña.
El Consejo de la Liga de las Naciones, con fecha 24 de
julio de 1922, que fue presidido por el delegado de Chile, el
distinguido hombre público y eminente diplomático don
Agustín Edwards Mac Clure, confirió el Mandato sobre
Palestina a Gran Bretaña en los siguientes términos: "El
Gobierno mandatario será responsable por el cumplimiento
de la Declaración emitida el 2 de noviembre de 1917 y
ratificado por otros países de la Entente, con respecto al
establecimiento de un Hogar Nacional para el pueblo judío
en Palestina… Así queda reconocido el nexo histórico entre
el pueblo judío y Palestina, nexo que sirve de base para la
reconstrucción del Hogar Nacional Judío en ese país y el
Consejo de la Liga de las Naciones afirma por la presente
que la potencia mandataria será responsable por la creación
de las condiciones políticas, administrativas y económicas
que afiancen el establecimiento del Hogar Nacional Judío."
Los Estados Unidos de Norteamérica, que no era miembro
de la Liga de las Naciones, en una convención celebrada con
Gran Bretaña el 3 de diciembre de 1924, aceptó expresamente
la Declaración Balfour y el Mandato de Gran Bretaña sobre
Palestina. De esta manera, la Declaración obtuvo la sanción
internacional de la mayoría de las naciones.
Es por ello de justicia, al cumplirse los 89 años de esta
histórica Declaración, recordar a quien fue su inspirador y
arquitecto, Arthur James Balfour.
Las simpatías de Balfour hacia el pueblo judío se basaban
en sus conocimientos profundos y fundamentados de la
historia judía y su contribución a la civilización. Para él, la
destrucción de Judea por las legiones romanas fue uno de
los grandes crímenes de la historia. Ya en el año 1906 Balfour
había expresado, frente a la situación dramática de los judíos
ante las persecuciones zaristas, que su ansiedad era cómo
encontrar los medios para solucionar el estado calamitoso
que afectaba a gran parte del pueblo judío. Reconociendo
las justas aspiraciones del Sionismo, también había
expresado. "Si hay que encontrar un Hogar para el pueblo
judío, es vano e inútil encontrarlo fuera de Palestina."
Sin duda, esta declaración es uno de los acontecimientos
más decisivos en la historia del pueblo judío y debe ser
considerado uno de los pilares fundamentales en que se
asienta la legitimidad del Estado de Israel.
Es lamentable que en estos últimos años, y también en el
presente, no se haya recordado con unción y respeto por los
dirigentes del movimiento sionista y que la fecha transcurra,
no sólo en una gran indiferencia, sino en un vergonzoso
silencio.
Aun más, en los momentos actuales en que se oyen
declaraciones tan criminales como las del presidente iraní,
llamando públicamente a la destrucción de Israel y señalando
que debe ser borrado del mapa, se hace más necesario
recordar esta Declaración, pues ella evidenció el espíritu de
justicia y fraternidad humana, tan ausente en las horas del
Holocausto.
Se hace también indispensable recordar este aniversario,
y se incurre en una falta grave al omitir su celebración, ya
que debiera difundirse para conocimiento de las generaciones
actuales y futuras, para que conozcan los antecedentes que
contribuyeron a la legitimidad indiscutible del Estado de
Israel.
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