Porque no vuelva a suicidarse Mayakovski

Anuncio
10494762
04/11/2005
12:20 a.m.
Page 5
LUNES 11 DE ABRIL DE 2005 | EL SIGLO DE DURANGO | 5B
LUNES DE CULTURA
El llanto del mundo
POR ANGÉLICA MARTÍNEZ MENA
ILUSTRACIÓN FAVIOLA ZALDÍVAR
EL SIGLO DE DURANGO
Mirsa temía la llegada de la noche, cuando la
tarde caía y la oscuridad prometía ser más
profunda que la anterior empezaba a temblar.
Sabía que cuando la luz nocturna la atrapara en definitiva jamás lograría escapar y
moriría, lo intuyó desde el día que empezaron
a colarse por su ventana las luciérnagas rojas
y le danzaban como presagio de la muerte.
No dormía, siempre cuidaba que las 20
velas que circundaban su habitación estuvieran encendidas. Apenas caía la noche cerraba la puerta con llave y prendía la música a todo volumen, desconectaba el teléfono
para que nadie la interrumpiera en su trance y apagaba la luz eléctrica.
Ella sabía que el final se acercaba, colocó
una silla enfrente del espejo y se sentó, observó a detalle su rostro, parecía mayor de lo
que era, su transitar por la vida 20 años parecían más de 60, aunque su piel era joven
sus ojos sobrellevaban la ansiedad de la persecución y el desencanto, desde los 13 era
así, la carga del mundo era demasiado para
una adolescente, estaba cansada de procesar
en cada trance la agonía del mundo.
Las pequeñas luces rojas comenzaron a
llegar, una a una, hasta formar una masa que
iluminaba todo el cuarto, la luz de las velas se
convertía en nada. Las luciérnagas se un-an
hasta formar un círculo perfecto, luego se expandían por toda la habitación y comenzaban
su trabajo.
Poco a poco las manchitas se instalaban en
su cuerpo, la mente de Mirsa daba un vuelco,
el grito de terror que ella no lograba digerir
se quedaba en su garganta y las imágenes de
la muerte invadían su pensamiento, niños llorando, explosiones, guerra, madres buscando
en la oscuridad a sus hijos, manicomios repletos, almas en pena desfiguradas por los lamentos del más allá.
El cuerpo de Mirsa comenzó a convulsionar, esa noche era demasiado, el temblor se
apoderó de su cuerpo, ya no pudo controlarse, arañó su propio rostro y con los ojos en
blanco por fin pudo llorar. Lloró todas las lágrimas del mundo, lloró por los huérfanos,
por la humanidad que se perdía a diario en su
propia soledad.
Estaba tan cansada que no se percató que
la luz del sol comenzaba a colarse por las persianas. Mirsa salió de la crisis, se levantó de la
silla y apagó las velas, volteó para observar su
rostro dormido y salió de la habitación, las luciérnagas la llamaban y ella, por fin podría
descansar.
Despedida
POR JESÚS MARÍN
Amor:
hubiera sido más valiente haberme dicho
adiós ya por escrito,
o en tus palabras aunque resultaran
hirientes,
y no este silencio,
esta zozobra,
este mirar por las ventanas y este
asomarme desde las esquinas.
Hubiera sido más de ti, decírmelo a la cara,
mirando cada uno de mis abismos.
Y el nuevo, el que acabas de rebautizar.
Y dejarme caer, libre de miedo y de
esperanza,
para que el golpe fuera uno solo, directo y
contundente.
Y no esta muerte a pausas.
este arrancarme la carne con la sensación
de que nunca volverás
O si de repente te envolvió la piedad o el
recuerdo de que alguna vez me amaste.
Me hubiera bastado con que me devolvieras
a la condición de cadáver que fui antes de
encontrarte
y cerraras esa ventana por donde entraba el
sol.
Y alejaras de mí la mirada de tus ojos
y la caricia de tus blancas manos.
No tengas miedo de decírmelo.
¿qué más puedo perder ya, al perderte a ti?
¿Qué otro dolor mayor puedes causarme
si mi corazón te lo has llevado tú?
Sí, sí, no te preocupes, seremos buenos
amigos, los mejores
Sí, sí, te enviaré tarjetas en tu cumpleaños y
mínimo nos hablaremos por teléfono.
Vete en paz, mujer. Vete. Y déjame que llore.
Déjame por una vez en la vida que sea yo el
vulnerable
que sea yo el que rece a un Dios muerto.
Al final fue como alguna ves te lo dije:
Finalmente siempre acabo por fregarlo todo.
Porque no vuelva a suicidarse Mayakovski
POR MACARIO RUEDA LOZANO
¿Por qué, entonces, se suicida
Mayakovsky?
Lo hace porque no vuelva a
suicidarse
Mayakovski.
J. Revueltas.
En esta vida hay otra vida
la higuera aquella volverá
esta noche
esta noche regresan otras
noches.
O. Paz
“¿Por qué, entonces, se suicida
Mayakovsky? Lo hace -la poesía es hacer hasta semánticamente- porque no vuelva a suicidarse Mayakovsky, por y para
que no vuelva a suicidarse otro
poeta (y Esenin ya había hecho
lo mismo), revolucionario o no,
puro o impuro; ningún poeta,
pero tampoco nadie”, cuando
hoy, décadas después, nos arden en el corazón las mismas
palabras con un nombre atrozmente nuevo: por que no vuelva
a suicidarse Jorge Kuri.
El dramaturgo Jorge Kuri
(1974-2005) fue un autor de
gran “imaginación, fantasía y
riqueza de lenguaje”, dijo Luis
Mario Moncada, director del
Centro Cultural Helénico, y lamentó el deceso del joven creador, quien se quitó la vida el sábado 19 de marzo.
“Me parece triste y lamentable (su muerte), aunque desconozco las circunstancias que
pasaba últimamente. Era un
autor con un nivel de imagina-
ción y fantasía, lo cual a veces
le impedía saber en qué realidad estaba”.
Estas palabras de Moncada, en los dos párrafos anteriores, las retomo de la nota de
Ana Mónica Rodríguez, del periódico La Jornada. Así de breves y lacónicas son las palabras
del funcionario: no conozco personalmente a Moncada, sé que
es un hombre de teatro que dirige el Centro Cultural Helénico, pero no me parece preciso
cuando atribuye a la fantasía
de Kuri un supuesto desvarío.
En la misma nota, Moncada expone una posible explicación
de otro orden:
“Moncada recordó que conoció a Kuri cuando cursaba el
bachillerato y desde entonces
mostraba una riqueza en el lenguaje inusual para su generación”. Su principal problema,
abundó, fue la dificultad para
ver materializados sus textos
en escena.
Le atribuye a Kuri “la dificultad para ver materializados sus textos en escena”, y la
califica como “su principal
problema”.
Repito que no juzgo la buena o imprecisa intención de
Moncada al soltar estas palabras ante el suicidio del compañero, del colega, del teatrero de
fulgurante éxito, Jorge Kuri.
Pero dice el funcionario con palabras de funcionario (¿Defuncionario = a agente funerario?)
que era “su” principal problema,
como si no fuera éste el principal
problema de todos los dramaturgos mexicanos y actores y di-
rectores y escenógrafos, el llevar sus obras a escena.
“Vladimir Mayakovsky se
suicida porque no puede soportar la atmósfera irrespirable creada por la burocracia
estalinista que ya avanzaba
incontenible, en líneas desplegadas, hacia su terrible victoria, durante esa segunda mitad de la década de los veinte,
después de muerto Lenin,
cuando el poeta decide pegarse un tiro. La poesía –como el
arte todo— era para Mayakovsky el asumir una posición
crítica alerta y constante”…
Estoy citando a José Revueltas de su artículo “La libertad y el socialismo: porque no vuelva a suicidarse
Mayakovsky”.
Vladímir Vladimírovich
Mayakovski (1893 -1930) Poeta y comediógrafo ruso, nació
en la aldea de Bardad que hoy
lleva su nombre, en la Georgia
transcaucásica. Hijo de un
guarda forestal que no le pudo
procurar una formación escolar. Desde muy joven comenzó
a escribir poesía. Tuvo que
emigrar muy joven con su familia a Moscú, y allí entró en
contacto con el ambiente revolucionario de la Rusia proletaria de principios de siglo.
Formó parte del partido de
Bolshevik desde 1908, y antes
de cumplier veinte, ya había
sido arrestado tres veces por
las actividades subversivas.
Tras el triunfo de la Revolución Rusa, se convirtió en portavoz cultural del régimen
bolchevique. Cabeza de la ten-
dencia literaria futurista rusa,
que proclama una revolución
en el arte. (…) Su gran poema
es Hablando a gritos (1930) que
dejó inacabado y está considerado como su testamento espiritual. Se quitó la vida el 14 de
abril de 1930 con un disparo al
corazón dentro de su casa en la
calle Lubianski de Moscú.
III
El mar se aleja de mí.
El mar se aleja a dormir.
Como dicen, incidente
zanjado,
la barca querida varó en lo
diario.
Estamos en paz,
y no viene a cuenta un listado
de mutuos dolores, penas y
agravios.
De un poema, probablemente escrito poco antes del suicidio
de Mayakovski en 1930. Una
parte de la estrofa III se repite
en la nota de suicidio.
“Entre nosotros es una lucha constante que la aparición
de nuevos valores, y la confirmación de los que ya están, obtengan el debido respaldo de
las autoridades -que cada vez
ven más mermados los recursos con que cuentan- y de un
público muy azaroso. Sirvan
estas líneas de dolido adiós a
Jorge Kuri, quien tras el éxito
internacional de De monstruos
y prodigios, la historia de los
castrati, no logró (por lo menos
era su queja la última vez que
hablé con él) ver otro de sus
textos llevados a escena”.
Palabras de una crónica tea-
tral de Olga Harmony, crítica y
amante del teatro nacional.
Revueltas nos dice que
“Mayakovsky se suicida para
que no vuelva a suicidarse Mayakovsky, por y para que no
vuelva a suicidarse otro poeta,
revolucionario o no, puro o impuro; ningún poeta, pero tampoco nadie…”
Pero tampoco nadie... Pero...
Descargar